A mi en mis años de estudiante me hubiese gustado tener una profesora de química como tú, que enseñase los movimientos oscilatorios con sus caderas, el sinusoidal con su pecho, que enseñase óptica haciendo que mis ojos saltaran de las orbitas al verla desnuda, o al explicar la transparencia de los objetos con un fular que ocultase su piel, y verla como mueve sus manos (siempre con las uñas perfectas) y te dice ven, entra al laboratorio de mi cuerpo, besame y no olvides agarrarme de la coleta mientras te la chupo. ¡Hubiese repetido! ¡ Tres cursos seguidos!