A ver si le puedo dar un arreón a esto, vamos a intentarlo.
El martes, durante el día, transcurió con normalidad, siguiendo el mismo patrón que el día anterior. A última hora de la tarde quedaron para irse a las casetas, iban de caseta en caseta tomaban vino o cerveza y les servían la tapa que elaboraban en cada caseta.
Mi mujer, me comentó que se lo pasó muy bien, hablaban todos con todos y, por supuesto, ella también habló con Gonzalo, de buen rollo.
Cuando ya se retiraban a sus casas (mi mujer a su hotel), Silvia, que se lo había pasado tan bien, sugirió que podían volver al día siguiente, pero no todos se apuntaron, algunos tenían otros planes, o no andaban bien de dinero para volver a salir al día siguiente (recordemos que era gente joven, para algunos su primer empleo serio), o, simplemente, no les apetecía.
Finalmente, se apuntaron para repetirlo tres personas, dos chicas y, por supuesto, Gonzalo.
El miércoles, al igual que el día anterior, transcurrió de la misma forma que lo había hecho el día anterior, pero a media mañana una de las chicas comentó que, finalmente, no iba a ir porque le había venido el periodo, tenía bastantes dolores y sólo le apetecía llegar a casa y acostarse. Por lo que mi mujer les dijo a Gonzalo y a la otra chica que sólo quedaban los tres, que si lo dejaban para el día siguiente, entonces, Gonzalo, rápidamente, intervino y dijo, pues vamos los tres, aunque sea un rato, que problema hay, a lo que, mi mujer y la otra chica le dijeron que de acuerdo.
Por la tarde-noche, quedaron los tres, recorrieron tres casetas. Según mi mujer, no fue tan divertido como el día anterior porque eran solo los tres pero que no se aburrió en absoluto. En la tercera caseta, que serían, calcula mi mujer, cerca de las 11, la chica dijo que se iba porque había quedado con su novio, entonces, Gonzalo, le dijo a mi mujer, ¿qué hacemos, tomamos la última y nos vamos? Ella le dijo que sí.
Se despidieron de la otra chica, cambiaron de caseta y Gonzalo empezó a hablarle de sus aventuritas, que si nadando con tiburones en Sudáfrica, que si cuando estuvo ahí les habían intentado atracar con un machete, que si su viaje a Argentina o a Noruega.
En este punto tengo que hacer un inciso, en esa época, yo apenas me cogía vacaciones porque mi empresa llevaba unos años de bastante expansión y la carga de trabajo era altísima, por lo que me cogía muy pocas vacaciones, 10 o 15 días al año y siempre en destinos nacionales.
Cambiaron a otra caseta y seguían hablando y riendo, ella me contó que se rió mucho, que se divirtió, pero, en un momento dado cuando hablaban cerca en una de las casetas el le soltó un pico a mi mujer, ella, que se estaba divirtiendo, reaccionó diciéndole, ¿pero qué te dije el lunes? pero no enfadada, más bien en un tono amistoso, y añadió no me haces caso en nada, eh. Él le dijo es solo un beso es, igual que si te lo doy en la mejilla, no he metido lengua un beso sin más. Ella para quitarle hierro, le contestó, menuda cara que tienes.
Siguieron hablando y, al poco, otro pico, ella volvió a decirle ¿pero tú no me escuchas? Y él, que es sólo un pico, que no pasa nada, a lo que ella le contestó una expresión muy suya: no puedo contigo. Él continuo hablando y soltandola piquitos, ella según sus palabras, le dejó por imposible.
Cambiaron de caseta y él seguía con sus piquitos, pero tanto fue el cántaro a la fuente que uno de esos picos se transformo en un beso de más tiempo en sus labios y después de ese beso, vino otro y, ya, la lengua. Ahí volvieron a enrollarse, mientras tomaban la consumición y hablaban, se morreaban.
Como empezaban a cerrar ya las casetas, mi mujer, dijo están cerrando, nos vamos, él, por supuesto se ofreció a acompañarla al hotel. Cuando llegaron, él se la quedó mirando, sonriendo y ella le dijo te voy a matar, y, Gonzalo, le contestó, no me mates, mejor bésame y se le acercó y la volvió a morrear, esta vez más tiempo, bien pegados, él la sobaba el culo, paraba de morrear y la mordisqueaba el cuello (un punto muy débil de mi mujer).
Estuvieron un buen rato, hasta que ella, bastante excitada, paró y le dijo mira, me voy, que al final la liamos, y él dijo sí, sí, mejor, y ella, no, no, me voy, chao, hasta mañana, él la cogió la acercó, la besó y le dijo hasta mañana, jefa.
Mi mujer, como había pasado la semana anterior, subió al hotel muy cachonda, pero como ocurrió la otra ocasión, no se masturbó por la compañera.
El jueves, por la mañana, lo único relevante que ocurrió, fue que, cuando tuvo oportunidad, Gonzalo, se le acercó y le dijo, ¿lo pasamos bien anoche, eh? a lo que mi mujer, le contestó, te voy a matar, él insistió, vale, pero reconoce que lo pasamos bien anoche y ella contestó, sí, lo pasamos bien, pero te voy a matar.
Ese día, era la víspera de la apertura al público del Corte Inglés, por lo que hacían una especie de picoteo a última hora de la tarde en el mismo Corte Inglés para los empleados. A última hora del día, como mi mujer trabajaba de mañanas, aprocechó el resto del día para descansar y, por la tarde, fue de tiendas ella sola.
A última hora fue al evento y, como no, Gonzalo acabó cerca de ella hablándole, bromeando con ella. Durante el picoteo, el grupillo habían formado, se juntaron y se pusieron a hablar, le dijeron a mi mujer que no había salido nada a las fiestas de Salamanca porque se iba los fines de semana, ella contestó que, como que no, que habían salido el viernes, pero le dijeron que eso era una cena y una salida sin más, pero que de fiesta, nada, entonces, ella, dijo que podían salir el viernes y le empezaron a insistir que mejor el sábado porque, aunque salieran el viernes, el sábado trabajaban y no podían salir igual. Tanto le insistieron que, al final, mi mujer les dijo ya veremos, lo que celebraron con vítores como que hubiera dicho que sí. A todo, esto, porque la pregunté, Gonzalo, en ningún momento intervino para convencerla.
La celebración se alargó bastante y la gente se fue yendo, como mi mujer estaba con el grupillo ese, no se dio cuenta del momento en que se fue su compañera de habitación por lo que, cuando se disponía a irse sola, Gonzalo dijo que la acompañaba, añadiendo que a él le pillaba de camino a su casa.
Salieron juntos y mi mujer, en un momento dado le dijo, no sé para que te dejo acompañarme con el peligro que tienes, él le contestó no peligro ninguno, que no he hecho nada. Iban andando y, en un momento dado, pasaron cerca de un parque, entonces, él entró corriendo diciendo de columpiarse, ella le siguió y estuvieron columpiándose.
Estaban en dos columpios, uno al lado del otro, ambos se columpiaban a ver quien lo hacía más alto, él, de pronto se bajó y cuando paró mi mujer le dijo, me has ganado, toma tu premio y la volvió a morrear, ella después del morreo, le dijo, ¿ves lo que te dije? ¿Ves como tienes mucho peligro? Él dijo, peligro, ninguno, y volvió a morrearla, después de volver a besarla le dijo vamos a ese banco que aquí estoy incómodo.
Se sentaron en un banco y volvieron a besarse. Él, a parte de comerle la boca, la mordisqueaba el cuello, porque se había percatado que la ponía mucho. Esa noche, ella recuerda que llevaba pantalón y una camiseta de estas de tirante fino y encima una chaqueta que era una especie de americana. Él mientras le comía la boca y el cuello metió la mano por debajo de la camiseta y empezó a sobarla las tetas, había metido la mano por debajo del sujetador y estaba jugando con sus pezones (los pezones es una parte muy erótica en ella, le pone muy cachonda y se le ponen superduros).
Después de magrearla bien sus tetas y comerle boca y cuello a saco (ella dice que era muy ardiente haciéndolo) intentó soltarla el botón del pantalón, de hecho se lo soltó pero cuando iba a meter su mano en el coño, ella rápidamente se lo quitó y le dijo no, no, vámonos ya.
Él paró, ella se abotonó el pantalón, se colocó el sujetador y salieron hacia el hotel, ella dijo que iba con el corazón a mil, porque consiguió parar de milagro y, a la vez, estaba excitadísima. Llegaron al hotel, ella se giró y le dijo hasta mañana, y él contestó hasta mañana, guapa, y le dió un beso en los labios.
Una vez más, ella subió a la habitación cachonda perdida, si su compañera estaba dormida ese día se iba a masturbar, pero cuando llegó, estaba despierta y, para colmo, con ganas de hablar, por lo que fue al baño se refrescó la cara, se cambió, se acostó en su cama y habló con su compañera hasta que se durmieron, eso sí muy muy cachonda.
Bueno, hoy, hasta aquí, en cuanto pueda, que no puedo decir cuando, continuo con la historia. Gracias por vuestros comentarios.