Lenon
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Pues en otro foro comparti esta experiencia y que comparto ahora con vosotros pues seguro tenéis algunas igual o mejores. ¡¡Anímate y compartela!
Trabajaba yo en una entidad que contaba con tres instalaciones separadas por zonas ajardinadas unas de otras. Yo tenía 25 años (ya ha llovido muuuucho desde entonces) y mi despacho estaba en el edificio principal. Ella trabajaba en otro departamento. Ingeniera de vasta formación a pesar de su juventud. Tenía 27 tacos y su despacho estaba en el otro edificio. Intelectualmente era muy atractiva, físicamente, sin ser un pibón estaba muy bien. Un poco más alta que yo, delgada y de pechos pequeños proporcionados. Sin ser guapa era atractiva. Verla entrar en el hall del edificio con su cautivadora sonrisa era estimulante. Sus labios -con el tiempo lo supe- eran de tipo "masajeador". Era la manzana de "Adán y Eva". Una tentación en toda regla.
Mi relación con todo el personal era magnífica. Con ella, de las mejores. Coincidíamos en reuniones, a la hora de comer, tomando un café, etc.. Siempre bromeábamos y ella entraba a trapo. Es más, me superaba con las bromas de carácter sexual. El coqueteo y la complicidad era manifiesta. Divertida y sensual pero sin llegar a perder los papeles.
Poco a poco nuestra complicidad en la jornada de trabajo fue "incresccendo". Cualquier oportunidad era buena para ponerte la mano en el hombro, quedar a tomar un café buscando la intimidad, compartir gustos por "tal libro" o "aquella película"...En grupo, y ya fuera del trabajo, habíamos quedado con nuestras parejas que se conocían.
Siempre en el trabajo ella tomaba la inciativa. Se repetían las llamadas de teléfono y los mensajes de e-mail (había una mensajería interna y trabajábamos en Red) subidos de tono. Imaginaros yo en mi despacho con una visita y recibir una llamada con una voz sensual diciendo: "seguro te estás poniendo cardíaco con mi tono de voz..." y yo contestando de forma comprometida.. "si claro, es tal cual lo estás comentando"... y te colgaba con un sonoro y sensual beso. Al momento sonaba en tu PC un "clink", y recibías un mensaje de email que decía "Espero esté yendo bien la reunión con tu buen hacer y la erección que acabas de experimentar". Yo entre cara de acongojado y asombro, eliminaba el mensaje como el chavalín que esconde una revista porno por si le pillan sus padres.
Ahora no detallo experiencias pero se sucedieron las semanas: comida de tetas en el coche cerca del trabajo, baños desnudos en el mar, espumosas duchas. Torridas conversaciones. Recuerdo un viernes despues del trabajo, en una Cafetería de junto al mar, y justamente cuando servía la camarera, me confesó la inquietud que tenía de experimentar un lésbico. No se cortaba, buscaba siempre la provocación, mía y de la camarera. Hoy pasado el tiempo estoy convencido que lo habrá experimentado. Era una tia superlanzada a todo, en el trabajo y en el sexo.
Pero lo más fuerte y atractivo de ella no era el sexo. Era el morbo, el jugar al límite, el provocar situaciones de tensión y el grado supremo de esta situación lo viví en un viaje de 4 días que hicimos con nuestras parejas. Imaginaros
COCHE: Su pareja dormida, ella -sentada detrás del asiento del conductor- se acercaba a los asientos delanteros para hablar con mi pareja y conmigo. Y yo que iba conduciendo notaba su mano se desplazaba por detras, me estremecía como me tocaba acariciaba el costado de mi cuerpo.
CALLE: Íbamos los cuatro y cuando veía un despiste o alguna situación me rozaba el culo o la mano libre mientras yo iba con mi pareja.
RESTAURANTE: Estábamos comiendo los cuatro en una mesa y de repente notar su mano en mi muslo.
HOTEL: Habitaciones contiguas y en un momento, en situaciones que nuestras parejas estaban cerca pero no nos veían, te soltaba un furtivo y rápido morreo.
Al poco me surgió un cambio de trabajo irrechazable y dejé de verla. Le perdí el contacto. A través de un compañero de trabajo sé que ella no solo cambió de pareja y trabajo, sino que de país. Ya no he vuelto a saber de ella.
Es lo que os he confesado. No fue importante la experiencia desde el punto de vista de sexo, fue el morbo y el ver como estábamos siempre al límite. Al filo de la navaja. Ese era su atractivo. Ese era su peligro.
Trabajaba yo en una entidad que contaba con tres instalaciones separadas por zonas ajardinadas unas de otras. Yo tenía 25 años (ya ha llovido muuuucho desde entonces) y mi despacho estaba en el edificio principal. Ella trabajaba en otro departamento. Ingeniera de vasta formación a pesar de su juventud. Tenía 27 tacos y su despacho estaba en el otro edificio. Intelectualmente era muy atractiva, físicamente, sin ser un pibón estaba muy bien. Un poco más alta que yo, delgada y de pechos pequeños proporcionados. Sin ser guapa era atractiva. Verla entrar en el hall del edificio con su cautivadora sonrisa era estimulante. Sus labios -con el tiempo lo supe- eran de tipo "masajeador". Era la manzana de "Adán y Eva". Una tentación en toda regla.
Mi relación con todo el personal era magnífica. Con ella, de las mejores. Coincidíamos en reuniones, a la hora de comer, tomando un café, etc.. Siempre bromeábamos y ella entraba a trapo. Es más, me superaba con las bromas de carácter sexual. El coqueteo y la complicidad era manifiesta. Divertida y sensual pero sin llegar a perder los papeles.
Poco a poco nuestra complicidad en la jornada de trabajo fue "incresccendo". Cualquier oportunidad era buena para ponerte la mano en el hombro, quedar a tomar un café buscando la intimidad, compartir gustos por "tal libro" o "aquella película"...En grupo, y ya fuera del trabajo, habíamos quedado con nuestras parejas que se conocían.
Siempre en el trabajo ella tomaba la inciativa. Se repetían las llamadas de teléfono y los mensajes de e-mail (había una mensajería interna y trabajábamos en Red) subidos de tono. Imaginaros yo en mi despacho con una visita y recibir una llamada con una voz sensual diciendo: "seguro te estás poniendo cardíaco con mi tono de voz..." y yo contestando de forma comprometida.. "si claro, es tal cual lo estás comentando"... y te colgaba con un sonoro y sensual beso. Al momento sonaba en tu PC un "clink", y recibías un mensaje de email que decía "Espero esté yendo bien la reunión con tu buen hacer y la erección que acabas de experimentar". Yo entre cara de acongojado y asombro, eliminaba el mensaje como el chavalín que esconde una revista porno por si le pillan sus padres.
Ahora no detallo experiencias pero se sucedieron las semanas: comida de tetas en el coche cerca del trabajo, baños desnudos en el mar, espumosas duchas. Torridas conversaciones. Recuerdo un viernes despues del trabajo, en una Cafetería de junto al mar, y justamente cuando servía la camarera, me confesó la inquietud que tenía de experimentar un lésbico. No se cortaba, buscaba siempre la provocación, mía y de la camarera. Hoy pasado el tiempo estoy convencido que lo habrá experimentado. Era una tia superlanzada a todo, en el trabajo y en el sexo.
Pero lo más fuerte y atractivo de ella no era el sexo. Era el morbo, el jugar al límite, el provocar situaciones de tensión y el grado supremo de esta situación lo viví en un viaje de 4 días que hicimos con nuestras parejas. Imaginaros
COCHE: Su pareja dormida, ella -sentada detrás del asiento del conductor- se acercaba a los asientos delanteros para hablar con mi pareja y conmigo. Y yo que iba conduciendo notaba su mano se desplazaba por detras, me estremecía como me tocaba acariciaba el costado de mi cuerpo.
CALLE: Íbamos los cuatro y cuando veía un despiste o alguna situación me rozaba el culo o la mano libre mientras yo iba con mi pareja.
RESTAURANTE: Estábamos comiendo los cuatro en una mesa y de repente notar su mano en mi muslo.
HOTEL: Habitaciones contiguas y en un momento, en situaciones que nuestras parejas estaban cerca pero no nos veían, te soltaba un furtivo y rápido morreo.
Al poco me surgió un cambio de trabajo irrechazable y dejé de verla. Le perdí el contacto. A través de un compañero de trabajo sé que ella no solo cambió de pareja y trabajo, sino que de país. Ya no he vuelto a saber de ella.
Es lo que os he confesado. No fue importante la experiencia desde el punto de vista de sexo, fue el morbo y el ver como estábamos siempre al límite. Al filo de la navaja. Ese era su atractivo. Ese era su peligro.
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