¿Puedo contarte una experiencia?

BalancedAxis

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Los cuernos duelen al salir pero una vez fuera son fantásticos.



Esta es mi experiencia.

Todo empieza de esta forma.

Macu (nombre ficticio) mi novia desde que ella tenía 15 años cuando la conocí y a la que desvirgué y emputecí a los 18 desde entonces era una hembra fantástica, de las de bandera.

Vestía muy sugerente, pero más cuando descubrió el sexo y sobre todo que se podía correr una y otra vez, al principio conmigo y muchas, muchas veces.

Al principio de conocerla la empecé a emputecer con los deditos, la hacía muchas pajitas, con las palabras en el oído, contándola sus fantasías sexuales… También la tocaba en el cine, en el descampado, en el coche cuando mi padre me lo dejaba, en mi casa, en… bueno donde ella poco a poco me iba diciendo, ahí apuntaba maneras ya.

Ella por su parte no se quedaba quieta y me tenía siempre el rabo entretenido, incluso cuando íbamos en el metro las más de las veces iba agarrándome la polla cuando estábamos de pié y pegaditos.

Descubrimos un rincón en un descampado muy frondoso de vegetación y ahí todos los días, a la salida del instituto nos pajeábamos, ya digo que mucho, mucho. Mis corridas eran tremendas, no sé los litros de leche que derramé sobre ella, pero fueron muchos. La llenaba el vestido, los pantalones la cara… en fin toda ella era una diana de semen mío que hasta sus amigas la preguntaban qué era eso pegajoso que tenía.

Toda esta fase da para contar mucho, algo que si me pedís os la contaré con más gusto todavía al recordarla.

Un verano, en mi casa cuando mis padres se iban a Miraflores, ocurrió.

Llevaba un vestido de dos piezas amarillo con flores, muy bonito y muy pero que muy sexy. Todos los hombres y chicos la miraban con deseo y a mí con envídia y ella moviendo el culo se balanceaba de un lado a otro a sabiendas del efecto que producía. Decían que se parecía a una cantante de moda del momento rubia y con canciones pegadizas y sí en verdad que sí, pero ella en más guapa, rubia natural, con curvas, con un culo de escándalo y unas tetas bien bonitas. Labios con carmín rojo, piel blanca, dos ojos con un color cada uno (uno azul y otro marrón) la hacían única entre las chicas de su entorno y su edad en aquel momento, año 1982.

El día que la desvirgué como cada día que íbamos a mi casa a pajearnos, besarnos, chuparnos hasta el ano el uno a la otra ella me dijo que tenía un regalo muy especial para mí y empezó a hacerme una maravillosa mamada. Cuando me chupaba la polla siempre me dejaba a punto de correrme porque decía que así luego me salía el semen más abundante, fuerte y lejos y eso la encantaba; de hecho llamábamos a sus tetas la “pi” y la “sa” y apuntaba mi disparo a sus tetas para que las dos tuvieran su ración de leche, ya digo que la encantaba.

Por mi parte nunca he sido egoísta en dar amor y sexo y en esa ocasión como buen compañero siguiendo sus instrucciones la lamí el ano (la encantaba también). Ella a cuatro patas y con el culo apuntando hacía a mí me decía “lámeme el culo” y yo muy sumiso lo hacía. Daba vueltas con la lengua en círculos, hacía eses y por fin introducía la lengua moviéndola dentro de su estupendo culo y de su maravilloso ano. Tengo que decir que el sabor de su ano me encantaba y eso me ponía el rabo a 100. Además, el olor de su coño a hembra me embriagaba, sus feromonas sueltas me emborrachaban y creía que si el cielo existía tenía que ser algo así.

“Ahora chúpame el coño como tú sabes” me dijo y hice. Un chorro de flujo la caía por su sexo como anticipo de lo que sabía que le esperaba y obedecí, siempre he obedecido.

La lamí el sexo a cuatro patas y al cabo de unos 4 minutos (jugábamos a cronometrar lo que durábamos) explotó en una corrida fantástica. Gritaba y mucho, siempre fue muy chillona. Ella en mi boca, yo moviendo la lengua y su ano contrayéndose y relajándose en pálpitos. Yo tenía mi lengua en su clítoris, mi nariz en su vagina y mi mirada en su ano convulsionándose, fue fantástico y esa fue la primera corrida que esa tarde la dediqué, eso sí con sumisión, con mucha sumisión.

Después de su orgasmo yo estaba que me explotaba la polla, pero ella no hizo nada, me dijo que mandaba ella, que era su rabo y que su rabo hacía lo que ella quería… y efectivamente así era.

Desnudos en la cama, sentados, yo con el soldado firme y en pie y ella mirándome con sus 2 bonitos ojos de color azul y marrón y su sonrisa maléfica.

Bebió agua, me dio un poco a mí y me dijo “no te la bebas toda, deja agua para una cosa”, obedecí, como siempre.

Pusimos música, cerramos la persiana de la ventana, “esta vez quiero bajarla para algo muy especial” me dijo.

Y volvió a lamerme el rabo… eso sí, insistiendo en que no debía correrme bajo ningún pretexto o no tendría su regalo nunca, nunca.

Se esmeró, mucho, mi glande palpitaba, los huevos enormes, llenos de leche me dolían y en varias ocasiones salía líquido seminal de la punta, cosa que ella la hacía mucha gracia y me reprendía para que no me corriera dándome tortas en la polla.

Con la música, con poca luz y embriagado con el placer en un rápido movimiento me dijo “ven”.

Apuntó mi sexo palpitante en la entrada de su vagina y me dijo “empuja, pero despacio”, obedecí.

Empujaba y ella gritaba, “me haces daño cabrón saca eso de mi”, la saqué.

Me miró, la agarró y la dio un par de tortas como castigo diciéndome. “mala, mala, a tu ama no la hagas daño”, y volvió a apuntársela en la vagina, me dijo “empuja cabrón, esta vez fuerte”, obedecí.

Empujé y un grito desgarrador salió de sus labios carmesís. Nuevamente me empujó hacia atrás y saqué el rabo con sangre. Ella dolida mirándome el rabo y tocándose su vagina creía que la había partido en dos por ser brusco.

“Eres un hijo de puta me has hecho daño” me dijo.

Yo pedí perdón, mucho perdón, la besé, la acaricié, la miré a ver si salía más sangre, la limpié el sexo y la pregunté si la dolía.

“Mucho menos”, pero tendrás que pagar por esto, accedí a sus deseos.

Quiero que sufras como yo, trae el cepillo para el pelo que hay en tu baño, el del mango redondo, accedí.

“Ponte a cuatro patas”, accedí.

Con un escupitinajo me lo echó en el culo, yo para entonces con esa postura lo tenía abierto, junto con el rabo y los huevos colgando.

Agarró el cepillo para el pelo, apuntó el mango en mi ano lleno de saliva y lo introdujo hacia dentro dejándolo ahí.

“Te duele verdad”, “eso es lo que he sentido yo”.

Sin sacar el cepillo empezó a agarrarme primero un huevo y a apretarlo, luego otro y al final los dos. Yo sentía dolor, gusto, morbo…, no sabía qué sentir ya. MI ego me decía “esto no es de machos”, pero mi cuerpo respondía a un extraño placer que no había sentido nunca antes.

“Si no fuera porque estoy dolorida me daría hasta gusto”, -sí ama- le dije yo.

Acto seguido me empezó a pajear, pero antes me propinó un manotazo en los huevos haciéndome mucho daño, mientras me insultaba y me decía que si no fuera adicta a mi rabo ya se habría ido para siempre por el dolor que la había infligido a la parte más sagrada de su cuerpo y a la que más quería.

Dolor, gusto, dolor, gusto…

Gusto, gusto y cuando ya no podía más mientras meneaba el cepillo en mi culo agarró el vaso de agua con agua, lo puso delante de mi polla y me ordenó que me corriera.

Me corrí, como pocas veces antes, con una cantidad de leche inusual antes, y siempre habían sido muy abundantes, mientras ella me daba palmadas en los carrillos del culo y me sacaba el cepillo del ano para que no gozara tanto, al fin y al cabo, ella quería castigarme.

El agua del vaso se mezcló con mi semen, espeso, viscoso, abundante…

Quedé extasiado en la cama, con el culo dolorido, los huevos también mientras ella miraba el vaso pensativamente y a mi también.

Estaba preciosa…, bonita, bonita, sexy, muy sexy pensé.

“Quiero que metas la lengua y des vueltas a tu corrida”, obedecí.

“Quiero que bebas la lefa y el agua y me beses”, obedecí.

La besé, y mezclamos su saliva, el agua, mi semen y mi saliva en un abrazo de amor entre sus labios carmesís y los míos, el gusto fue indescriptible.

“Más me dijo”, así lo hicimos y así terminamos el vaso y el semen que arrebañamos con un dedo para luego compartirlo.

Al terminar me dijo “quiero más lefa ¿tienes?”, no sé dije yo asustado.

Mi miembro estaba erecto, no decaía, con 19 años siempre así.

“Pero será otro día”, hoy no se lo merece ni tú ni esa cosa con huevos que me gustan tanto.

Obedecí.

“Quiero irme a tomar algo, tengo calor, pero antes quiero que me mires la vagina”, obedecí.

No tenia sangre ya, la había limpiado pero ella insistió en que debía de chuparla la vagina para quitarla cualquier resto de sangre y así lo hice.

Lamí sus labios, con mucho cuidado abrí sus labios vaginales y pasé la lengua, algún resto empezó a salir de su vagina y los lamí, con gusto, con morbo y me los tragué, junto con el agua del vaso, mi lefa y la sangre de su himen roto en mi estómago.

“Me duele un poco, quiero que me lamas la punta del clítoris, justo en lo que sale del capuchón como ya te he enseñado”, y así lo hice, con mucho cuidado.

Parecía que la molestaba al principio, pero con mucho tacto, cuidado y tiempo empezaba a olvidarse del dolor residual y empezaba a mover sus caderas, creo que sentía gusto… sí siente gusto por su expresión, su cara bonita, sus ojos preciosos, su cabello rubio rizado.

Mientras el olor de su sexo me embriagaba, el olor de sus pies me excitaban, su sudor me ponía, y mi pene otra vez erecto enviándome las señas habituales de los hombres que necesitan apareamiento, descargar los huevos, arrojar su semilla embriagadora de sexo.

Tras otros 4 minutos de lamerla el clítoris, la punta que sobresale del capuchón según instrucciones concretas de ella, convulsionó en un espasmódico orgasmo. Con los ojos en blanco, chillando mientras yo la agarraba una teta y se la exprimía a la vez que con el dedo pulgar la acariciaba el pezón de abajo hacía arriba, como ella me había enseñado.

Caímos en la cama extenuados, mirando al techo, sin hablar.

Pasamos a un fuerte abrazo, unos besos que sabían a su sexo, al mío, a sangre, a mi semen y a nuestros anos.

Cuando recuperamos fuerzas me ordenó que se había acabado por ese día, vendrían otros igualmente tensos sexualmente e incluso más placenteros.

Nos vestimos, la observé mientras lo hacía, como si de un ritual se tratara mientras se ponía las bragas, el sujetador, el vestido los taconazos y se pintaba nuevamente los labios con color carmesí mirándose al espejo y reflejando en el mismo sus bonitos ojos de diferentes colores.

Y al final nos fuimos a Canillejas a tomarnos una limonada que nos supo a gloria.



Fin de la primera parte, si os gusta puedo contar más.
 
Los cuernos duelen al salir pero una vez fuera son fantásticos.



Esta es mi experiencia.

Todo empieza de esta forma.

Macu (nombre ficticio) mi novia desde que ella tenía 15 años cuando la conocí y a la que desvirgué y emputecí a los 18 desde entonces era una hembra fantástica, de las de bandera.

Vestía muy sugerente, pero más cuando descubrió el sexo y sobre todo que se podía correr una y otra vez, al principio conmigo y muchas, muchas veces.

Al principio de conocerla la empecé a emputecer con los deditos, la hacía muchas pajitas, con las palabras en el oído, contándola sus fantasías sexuales… También la tocaba en el cine, en el descampado, en el coche cuando mi padre me lo dejaba, en mi casa, en… bueno donde ella poco a poco me iba diciendo, ahí apuntaba maneras ya.

Ella por su parte no se quedaba quieta y me tenía siempre el rabo entretenido, incluso cuando íbamos en el metro las más de las veces iba agarrándome la polla cuando estábamos de pié y pegaditos.

Descubrimos un rincón en un descampado muy frondoso de vegetación y ahí todos los días, a la salida del instituto nos pajeábamos, ya digo que mucho, mucho. Mis corridas eran tremendas, no sé los litros de leche que derramé sobre ella, pero fueron muchos. La llenaba el vestido, los pantalones la cara… en fin toda ella era una diana de semen mío que hasta sus amigas la preguntaban qué era eso pegajoso que tenía.

Toda esta fase da para contar mucho, algo que si me pedís os la contaré con más gusto todavía al recordarla.

Un verano, en mi casa cuando mis padres se iban a Miraflores, ocurrió.

Llevaba un vestido de dos piezas amarillo con flores, muy bonito y muy pero que muy sexy. Todos los hombres y chicos la miraban con deseo y a mí con envídia y ella moviendo el culo se balanceaba de un lado a otro a sabiendas del efecto que producía. Decían que se parecía a una cantante de moda del momento rubia y con canciones pegadizas y sí en verdad que sí, pero ella en más guapa, rubia natural, con curvas, con un culo de escándalo y unas tetas bien bonitas. Labios con carmín rojo, piel blanca, dos ojos con un color cada uno (uno azul y otro marrón) la hacían única entre las chicas de su entorno y su edad en aquel momento, año 1982.

El día que la desvirgué como cada día que íbamos a mi casa a pajearnos, besarnos, chuparnos hasta el ano el uno a la otra ella me dijo que tenía un regalo muy especial para mí y empezó a hacerme una maravillosa mamada. Cuando me chupaba la polla siempre me dejaba a punto de correrme porque decía que así luego me salía el semen más abundante, fuerte y lejos y eso la encantaba; de hecho llamábamos a sus tetas la “pi” y la “sa” y apuntaba mi disparo a sus tetas para que las dos tuvieran su ración de leche, ya digo que la encantaba.

Por mi parte nunca he sido egoísta en dar amor y sexo y en esa ocasión como buen compañero siguiendo sus instrucciones la lamí el ano (la encantaba también). Ella a cuatro patas y con el culo apuntando hacía a mí me decía “lámeme el culo” y yo muy sumiso lo hacía. Daba vueltas con la lengua en círculos, hacía eses y por fin introducía la lengua moviéndola dentro de su estupendo culo y de su maravilloso ano. Tengo que decir que el sabor de su ano me encantaba y eso me ponía el rabo a 100. Además, el olor de su coño a hembra me embriagaba, sus feromonas sueltas me emborrachaban y creía que si el cielo existía tenía que ser algo así.

“Ahora chúpame el coño como tú sabes” me dijo y hice. Un chorro de flujo la caía por su sexo como anticipo de lo que sabía que le esperaba y obedecí, siempre he obedecido.

La lamí el sexo a cuatro patas y al cabo de unos 4 minutos (jugábamos a cronometrar lo que durábamos) explotó en una corrida fantástica. Gritaba y mucho, siempre fue muy chillona. Ella en mi boca, yo moviendo la lengua y su ano contrayéndose y relajándose en pálpitos. Yo tenía mi lengua en su clítoris, mi nariz en su vagina y mi mirada en su ano convulsionándose, fue fantástico y esa fue la primera corrida que esa tarde la dediqué, eso sí con sumisión, con mucha sumisión.

Después de su orgasmo yo estaba que me explotaba la polla, pero ella no hizo nada, me dijo que mandaba ella, que era su rabo y que su rabo hacía lo que ella quería… y efectivamente así era.

Desnudos en la cama, sentados, yo con el soldado firme y en pie y ella mirándome con sus 2 bonitos ojos de color azul y marrón y su sonrisa maléfica.

Bebió agua, me dio un poco a mí y me dijo “no te la bebas toda, deja agua para una cosa”, obedecí, como siempre.

Pusimos música, cerramos la persiana de la ventana, “esta vez quiero bajarla para algo muy especial” me dijo.

Y volvió a lamerme el rabo… eso sí, insistiendo en que no debía correrme bajo ningún pretexto o no tendría su regalo nunca, nunca.

Se esmeró, mucho, mi glande palpitaba, los huevos enormes, llenos de leche me dolían y en varias ocasiones salía líquido seminal de la punta, cosa que ella la hacía mucha gracia y me reprendía para que no me corriera dándome tortas en la polla.

Con la música, con poca luz y embriagado con el placer en un rápido movimiento me dijo “ven”.

Apuntó mi sexo palpitante en la entrada de su vagina y me dijo “empuja, pero despacio”, obedecí.

Empujaba y ella gritaba, “me haces daño cabrón saca eso de mi”, la saqué.

Me miró, la agarró y la dio un par de tortas como castigo diciéndome. “mala, mala, a tu ama no la hagas daño”, y volvió a apuntársela en la vagina, me dijo “empuja cabrón, esta vez fuerte”, obedecí.

Empujé y un grito desgarrador salió de sus labios carmesís. Nuevamente me empujó hacia atrás y saqué el rabo con sangre. Ella dolida mirándome el rabo y tocándose su vagina creía que la había partido en dos por ser brusco.

“Eres un hijo de puta me has hecho daño” me dijo.

Yo pedí perdón, mucho perdón, la besé, la acaricié, la miré a ver si salía más sangre, la limpié el sexo y la pregunté si la dolía.

“Mucho menos”, pero tendrás que pagar por esto, accedí a sus deseos.

Quiero que sufras como yo, trae el cepillo para el pelo que hay en tu baño, el del mango redondo, accedí.

“Ponte a cuatro patas”, accedí.

Con un escupitinajo me lo echó en el culo, yo para entonces con esa postura lo tenía abierto, junto con el rabo y los huevos colgando.

Agarró el cepillo para el pelo, apuntó el mango en mi ano lleno de saliva y lo introdujo hacia dentro dejándolo ahí.

“Te duele verdad”, “eso es lo que he sentido yo”.

Sin sacar el cepillo empezó a agarrarme primero un huevo y a apretarlo, luego otro y al final los dos. Yo sentía dolor, gusto, morbo…, no sabía qué sentir ya. MI ego me decía “esto no es de machos”, pero mi cuerpo respondía a un extraño placer que no había sentido nunca antes.

“Si no fuera porque estoy dolorida me daría hasta gusto”, -sí ama- le dije yo.

Acto seguido me empezó a pajear, pero antes me propinó un manotazo en los huevos haciéndome mucho daño, mientras me insultaba y me decía que si no fuera adicta a mi rabo ya se habría ido para siempre por el dolor que la había infligido a la parte más sagrada de su cuerpo y a la que más quería.

Dolor, gusto, dolor, gusto…

Gusto, gusto y cuando ya no podía más mientras meneaba el cepillo en mi culo agarró el vaso de agua con agua, lo puso delante de mi polla y me ordenó que me corriera.

Me corrí, como pocas veces antes, con una cantidad de leche inusual antes, y siempre habían sido muy abundantes, mientras ella me daba palmadas en los carrillos del culo y me sacaba el cepillo del ano para que no gozara tanto, al fin y al cabo, ella quería castigarme.

El agua del vaso se mezcló con mi semen, espeso, viscoso, abundante…

Quedé extasiado en la cama, con el culo dolorido, los huevos también mientras ella miraba el vaso pensativamente y a mi también.

Estaba preciosa…, bonita, bonita, sexy, muy sexy pensé.

“Quiero que metas la lengua y des vueltas a tu corrida”, obedecí.

“Quiero que bebas la lefa y el agua y me beses”, obedecí.

La besé, y mezclamos su saliva, el agua, mi semen y mi saliva en un abrazo de amor entre sus labios carmesís y los míos, el gusto fue indescriptible.

“Más me dijo”, así lo hicimos y así terminamos el vaso y el semen que arrebañamos con un dedo para luego compartirlo.

Al terminar me dijo “quiero más lefa ¿tienes?”, no sé dije yo asustado.

Mi miembro estaba erecto, no decaía, con 19 años siempre así.

“Pero será otro día”, hoy no se lo merece ni tú ni esa cosa con huevos que me gustan tanto.

Obedecí.

“Quiero irme a tomar algo, tengo calor, pero antes quiero que me mires la vagina”, obedecí.

No tenia sangre ya, la había limpiado pero ella insistió en que debía de chuparla la vagina para quitarla cualquier resto de sangre y así lo hice.

Lamí sus labios, con mucho cuidado abrí sus labios vaginales y pasé la lengua, algún resto empezó a salir de su vagina y los lamí, con gusto, con morbo y me los tragué, junto con el agua del vaso, mi lefa y la sangre de su himen roto en mi estómago.

“Me duele un poco, quiero que me lamas la punta del clítoris, justo en lo que sale del capuchón como ya te he enseñado”, y así lo hice, con mucho cuidado.

Parecía que la molestaba al principio, pero con mucho tacto, cuidado y tiempo empezaba a olvidarse del dolor residual y empezaba a mover sus caderas, creo que sentía gusto… sí siente gusto por su expresión, su cara bonita, sus ojos preciosos, su cabello rubio rizado.

Mientras el olor de su sexo me embriagaba, el olor de sus pies me excitaban, su sudor me ponía, y mi pene otra vez erecto enviándome las señas habituales de los hombres que necesitan apareamiento, descargar los huevos, arrojar su semilla embriagadora de sexo.

Tras otros 4 minutos de lamerla el clítoris, la punta que sobresale del capuchón según instrucciones concretas de ella, convulsionó en un espasmódico orgasmo. Con los ojos en blanco, chillando mientras yo la agarraba una teta y se la exprimía a la vez que con el dedo pulgar la acariciaba el pezón de abajo hacía arriba, como ella me había enseñado.

Caímos en la cama extenuados, mirando al techo, sin hablar.

Pasamos a un fuerte abrazo, unos besos que sabían a su sexo, al mío, a sangre, a mi semen y a nuestros anos.

Cuando recuperamos fuerzas me ordenó que se había acabado por ese día, vendrían otros igualmente tensos sexualmente e incluso más placenteros.

Nos vestimos, la observé mientras lo hacía, como si de un ritual se tratara mientras se ponía las bragas, el sujetador, el vestido los taconazos y se pintaba nuevamente los labios con color carmesí mirándose al espejo y reflejando en el mismo sus bonitos ojos de diferentes colores.

Y al final nos fuimos a Canillejas a tomarnos una limonada que nos supo a gloria.



Fin de la primera parte, si os gusta puedo contar más.
Excelente relato, enhorabuena! 👏
 
Todo cambia, y todos y todas cambiamos.



Vino el momento de la universidad y Macu acabó en Estadística, yo… bueno yo no había sido muy buen estudiante hasta entonces y solo vivía para el sexo de Macu, estaba “encoñado”.

Encoñado no solo de su lindo y jugoso coño si no de sus juegos amatorios, cada vez diferentes, cada vez más morbosos y sorprendentes.

Pero además me convertí en un adicto a sus caprichos, a sus humores humillantes sobre mi persona, joder… todo me daba placer.

Me castigaba con sexo, sin sexo, humillándome, haciendo hacer esfuerzos hasta que sudara porque la ponía mi sudor y mi olor a feromonas, o lo que ella quisiera. Me ponía lazos rojos en los huevos y me apretaba y como tenía mi ser anulado me obligaba a llevar la cintra roja puesta cuando quedábamos con otras amigas, dejaba una punta por fuera del pantalón y cuando la parecía tiraba de la punta arrastrándome a donde ella quería ir, con el consiguiente tirón de huevos. Ella las decía a sus amigos que yo le pertenecía y que quería tener el control de mis huevos siempre, que de mis huevos no salía una gota sin que ella lo autorizara, las amigas se reían y creían que era coña… pero no, nunca fue coña, yo obedecía…

Cuando se cansaba de los huevos me ataba el lazo rojo a la polla, al glande bien apretadito igualmente y dejaba la punta del lazo rojo por fuera del pantalón para hacer el chiste frente a sus amigas y los novios de estas.

Yo estaba anulado por su sexo, por su morbosidad, por sus ideas, no tenía consciencia, vivía en una nube de placer, de morbosidad donde una niebla cubría mi mente y mi ser, yo obedecía…

Otras veces no me dejaba que yo me hiciera ninguna paja en una semana, claro ella tampoco me tocaba porque no nos veíamos, se lo reservaba “todo” para ella, para rociar las galletas, el chocolate, el colacao, no tenía límite a este respecto, yo obedecía.

Otra vez acumuló dos o tres de mis corridas en un preservativo y hacía galletas rellenas de chocolate y semen para sus amigas y amigos. No sabían nada…, solo decían lo “ricas” que estaban y ella se reía, se reía mucho, mientras por la comisura de la boca de sus amigas caía el semen que me había ordeñado, incluso sus amigos hacían el chiste de lo que parecía y se lo comían, porque no sabían realmente lo que tenían en su boca. Y la ponía muy pero que muy cachonda, posteriormente me ordeñó una vez más, “esto para mí”, para hacerme una paja esta noche bien lubricada con tu esperma.

Sus cambios de humor me ponían a cien, no podía evitarlo. Una vez me metió una ostia en la cara porque dije que su perro estaba gordo, “cómo te atreves a decir eso”, me dolió…., pero me gustó, seguía humillándome.

Otra vez me pegó otra ostia y me obligó a tocarle los huevos a su perro, un pastor alemán enorme, acariciándoselos porque dije que a su perro le gustaban los perros y las perras, “eso es imposible, mi chuchi es un macho alfa, un líder entre los perros”.

Otra vez le hice una paja al perro, se enfadó conmigo porque la toqué el culo cuando ella no quería y…, me gustó también, me gustaba todos los castigos que me infligía, todo.

Pero otras veces era tan encantadora y cariñosa que me explicaba que era todo un juego, que ella me quería y que yo la pertenecía, anulaba mi ser.

Yo solo podía mirar sus ojos de colores (azul y marrón), sus caderas, su busto siempre insinuante, su pelo rubio, sus labios encarnados, me anulaban también.


Pero el cambio estaba ya en marcha.

Dejé de tener amigos y mi vida social se vio muy perjudicada cuando ella en una boda se dejó tirar los tejos por un compañero de gimnasio, voy a llamarle Jesús (nombre ficticio) delante de la novia del compañero y de mí. Ambos negaban tal circunstancia y negaban lo que decían que era un juego para reírnos. La otra pobre chica y yo no sabíamos donde meternos ni qué decir, solo nos miramos, mientras estaba a la vista de todo el mundo.

Esa noche acabó borracha y la llevé a su casa, eso sí muy cachonda, cuando salimos del taxi de camino al portal de la casa de sus padres vomitó. Al entrar al portar me dijo que entrara para acompañarla a la puerta y en las escaleras me sacó el miembro viril y me lo succionó hasta que me corrí, con los restos del vómito todavía en su boca y mi semen me besó y me metió en la boca parte de mi esperma… “no olvides quien es tu dueña” y me dio un manotazo en mis cojones.

Al día siguiente decía que no recordaba nada, pero que estaba muy cansada y no salía, yo lo vi lógico, me dediqué a mirar al techo todo el día mientras recordaba cómo Jesús acarició la pierna y casi la entrepierna de Macu, mientras la novia de este y yo mirábamos sin dar crédito ¿por qué se dejó”.

En esa semana llegó el viernes y me encontré con mi maestro y otro compañero de mi gimnasio y me dijo que tenía que hablar conmigo, por mi bien…, no comprendí.

Fuimos a un bar del barrio y allí me dijo “esta chica con la que sales te va destrozar la vida, sal corriendo que estás a tiempo”.

No comprendí…

Prosiguió.

El martes por la noche alguien más estuvo en el gimnasio a partir de las 12 de la noche, ya sabes que lo utilizamos como picadero todos y tengo que contarte que Jesús también estuvo.

-Bien y ¿qué tiene que ver esto conmigo y con Macu?

-Pues que Macu le acompañaba…

Sentí morir, no daba crédito que hubiera sido tan perra, tan puta, tan desleal, tan cerda, tan sexy, tan guapa, tan atractiva, con un olor a hembra que embriagaba, tan…. Pensamientos encontrados me embargaban, la mente es así.

Solo pude articular un “gracias”, veré lo que hago.

Y me fui.

En casa reflexioné y mis sentimientos encontrados revelaron una parte celos, por otra parte dolor, (los cuernos cuando empiezan a salir duelen lo puedo asegurar), deslealtad, excitación, mi pene como una roca no paraba de enviarme señales.

Y Macu llamó, para quedar, para vernos.

Cada vez que me llamaba yo tenía que acudir rápido o me castigaba, no sabía qué me diría si es que me diría algo.

Y no me dijo nada.

Con un chocolate caliente mientras me contaba su semana en la universidad, contándome que si tenía un compañero que le llamaban “el canario”, que era un tipo muy divertido de casi dos metros. Otro que le llamaban “Lance” por lo de la serie que ponían en Tv en aquellos momentos y así uno por uno me fue relatando quienes eran y con quien se juntaba.

No dijo nada.

Fui yo quien la dijo.

-¿Te han visto con Jesús en el gimnasio… has estado tú allí con él, te has enrollado con él?

-¿Pero qué dices? Eso es mentira y no sé quien te habrá dicho tal cosa pero miente.

Di un golpe en la mesa y me enfadé, mucho, mucho, la dije que no la creía, que mi fuente era la más fiable y que si había sido así que lo nuestro acabó, que por favor me lo dijera y me dejara ser libre para emprender mi vida y liberarme de ella y de su atracción fatal.

Acto seguido me metió una ostia y me dijo “sé un hombre y compórtate”.

Me quedé con la ostia y me callé.

Ella siguió hablando contándome que.

-Nos encontramos por casualidad en el metro, yo me mareaba y él acudió en mi ayuda, ya sabes que tengo la tensión baja y el me llevó a tomarme algo, bebí, bebí demasiado y me acompañó a casa pero antes me dijo que tenía que pasar por el gimnasio a por algo. Yo estaba muy pedo y solo podía andar de su mano donde me llevara.

Una vez en el gimnasio la puerta se cerró y no se podía abrir, así que me quedé dormida allí, pero no pasó nada, te lo juro por mi perro y porque tiene los cojones de un toro y la polla de un caballo.

Volvió a meterme otra ostia, esta vez en el otro carrillo, se levantó y se fue.

-Llámame cuando se te pase el ataque de celos y sé un hombre.

Todo esto mientras todo el mundo en la cafetería miraba el espectáculo, fue tan humillante que nuevamente me dolían los cuernos y sentía placer a la vez.

Notas:
Macu era muy parecida a la chica rubia en la playa que pongo, por lo menos su cara y su estilo, tenía más tetas y más culo, pero el color de pies y limpieza iguales.

Macu tenía un culo muy similar a la chica del culo tumbado.

Macu me llevaba así como la pareja que pongo, siempre que podía pero para todo.
 

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Lo dejé pasar…

La volví a llamar, disculpándome por mi ataque de celos, por no confiar en ella, volvimos a quedar a los dos días, un domingo.

Volví a disculparme, a humillarme más si podía, la besé los labios encarnados, me besó y me metió la lengua hasta la campanilla y me dijo… -ven.

Nos fuimos a un descampado entre dunas de restos de obras, con un puente ferroviario a escasos metros donde cada vez que pasaba un tres nos veían y allí me tumbó.

Me sacó la polla y empezó a mamármela, desabrochó el pantalón, me los bajó, me bajo los calzoncillos y quedé con el culo al aire mientras con una mano sujetaba mi verga y con la otra me agarraba los huevos.

Empecé a gemir.

-No te corras, te lo prohíbo.

No me corrí.

Mientras tanto pasaba el tren, en aquellos días existía la mili y un tren con chicos que iban a la mili empezó a silbarnos desde el tren.

Ella no se inmutaba, iba a lo suyo, no tenía ningún pudor y yo… yo tampoco podía tenerlo porque me tenía agarrado por los huevos, nunca mejor dicho.

Así seguimos un rato, ella chupando y yo intentando meterla mano, pero no se dejaba…, raro.

No podía tocarla nada, ni tetas ni acariciarla el chocho ni nada, no se dejaba.

“Para, ni se te ocurra”, y seguía chupando.

Mientras tanto algo ocurría.

Al mirar a mi alrededor vi a un señor mayor que estaba escondido a escasos metros de nosotros en otra duna de escombros. Este se estaba masturbando con pasión, como quien no se cree la suerte que tiene de ver a una pareja de 19 y 20 años haciéndose una mamada.

-Macu, tenemos compañía, nos están viendo para por favor.

“No, que se joda”.

-Macu por favor para me da vergüenza.

Y paró.

Tú ni eres un hombre ni nada, mira que tener vergüenza porque un viejo vea la estupenda polla que tienes con esas dos joyas que te cuelgan… tú eres tonto. Seguro que él tiene menos polla que tú.

Pues ahora no termino y te jodes, ale vámonos.

Y nos fuimos.

“Supongo que hemos hecho las paces verdad”,

Pues el sábado que viene prepárate porque tenemos fiesta en la universidad para recaudar dinero para ir a canarias de vacaciones una semana los de la facultad.



Pasé la semana con un cacao mental que me imposibilitaba hacer nada, mis padres mosqueados porque no entendían cómo estaba tan abatido. Me decían que hiciera algo, que estudiara, que trabajara que viviera, que saliera de casa… pero yo no podía explicarles que estaba en las garras de una bruja perversa que tenía mi voluntad secuestrada, era total y absolutamente dependiente de ella, no podía pensar, daba mucha pena.



En el gimnasio me miraban y cuchicheaban, me encontré a Jesús…



Y el muy hijo de la gran puta me dice lo que pasó, y que a requerimiento del maestro le había instado a que me contara todo y poniendo de excusa que él no había querido que pasara nada porque tenía novia sin embargo pasó.

Todo esto delante de un vestuario lleno de compañeros que nos miraban, y todo esto desnudos los dos por haber salido de la ducha…

Otra vez sentimiento enfrentados.

Por una parte, la vergüenza, por otra parte, el odio que me produjo eso y por otra parte no pude si no mirarle la polla a Jesús… la tenía muy bonita, circuncidado, sin pelo carnosa, pesada y con unos huevos bonitos que le colgaban, eso me daba más morbo todavía si puede ser.

La mía tampoco estaba mal, pero la de Jesús parecía más grande que la mía… sí, era más grande que la mía, no los huevos que yo los tengo más grandes, pero sí la polla, me daba más morbo todavía.

-No pasa nada Jesús, ya no salimos juntos, le dije de forma mentirosa.

Cuando salí le dije al maestro “tenías razón, esta chica va a acabar con mi vida si sigo con ella, pero no puedo dejarla soy un drogadicto de ella” y me fui, para no volver más al gimnasio.



Pasó la semana, yo zombi, mis padres preocupados, yo sin ganas de vivir, salvo cuando me llamaba por la noche y me contaba su día en la universidad.

Yo no la conté nada del encuentro del gimnasio, ni de que lo sabía ya todo, permanecí callado cobardemente, tenía miedo de no volver a sentir sus labios, su culo entre mis huevos, mi miembro enterrado en su vagina…, no, no podía vivir si ella y al fin y al cabo ella tenía 19 años y tenía que vivir sus experiencias, un desliz lo tiene cualquiera, incluso yo posteriormente, primero con su prima y luego con otra lida chica.
 
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SU PRIMA.

Su prima vino de Suiza, su madre la rarita de su familia emigró a trabajar a Suiza y allí conoció a un soso suizo, se casó, echó raíces y tuvo una hija.



Su prima Mai, ni idea de dónde venía el nombre, era menor que Macu, tenía 18 años y Macu la había hablado mucho de mí, vino ese verano como regalo de cumpleaños a ver a su familia española.

Macu propició el encuentro en un Burger, la prima no comía de nada y menos comida española, quedamos en Callao (un Wendy) y me la presentó. A mí me presentó como su amigo especial y me ordenó que me sentara entre las dos.

Macu empezó a contarla que yo era cinturón negro de karate, que estaba muy guapo, que nos íbamos a ir de vacaciones solos a algún sitio que si patatín y patatán, llegó un momento que no hice ni caso.

Mai, me miraba con atención, a los ojos, como quien quiere mirar más allá del alma de la persona y eso me intimidaba.

Macu empezó a preguntar a Mai si tenía novio, Mai contestó que no, que tenía varios, que en Suiza tenían otra moral y que disfrutaban del sexo de otra forma, sin novios, sin personas fijas.

Macu le dijo que suerte, que en España tenías que ennoviarte para tener sexo, (ya ves tú lo dijo ella que llevaba desde los 15 años ordeñándome primero con miles y miles de pajas y luego con folladas habituales, pajas y perversiones, además de haberse follado al hijo de puta de Jesús, mi compañero de Gimnasio).

Mai escuchaba, me seguía mirando a los ojos, me intimidaba…

Llegado un momento Mai preguntó que qué tal amate era yo. Macu le dijo que no sabía que era el único chico que conocía (mentirosa, ya se había follado a Jesús, pero no sabía que yo lo sabía).

Mai seguía mirándome, me intimidaba, yo rehuía la mirada.

Llegado un momento Macu dijo “voy a buscar otra Coca-Cola, ahora vuelvo”, y se fue dejándonos a Mai y a mí solo.

Mai me preguntó afirmando “mi prima no te da lo que tu necesitas”, mi prima es muy dura contigo, yo soy mucho más normal y puso su mano sobre mi rodilla, mano que siguió subiendo hacia mi entre pierna.

Seguía mirándome, me intimidaba.

Mai me dice que cuando Macu vuelva diga que tengo que ir al baño y que me espere allí hasta que ella me busque…

¿cómo?

Eso te he dicho, ¿o prefieres que le diga que me estás intentando meter mano?

Joder, no. Dije yo.

Pues obedece.

Macu volvió.

Mai me dio en el pie para que me levantara.

Yo anuncié que iba al baño, me levanté y me fui para allá.

A los 3 minutos entró Mai al servicio de chicos, me agarró de la mano y me metió en uno de los servicios de chicos, cerró la puerta, me abrazó y me dijo.

“A ver qué tienes entre las piernas”.

-No, espera no, eres la prima de Macu, si se entera me castigará y mucho.

“Si no haces lo que te digo se enterará y entonces no la tendrás ni a ella ni a mí”.

Todo estaba pasando mientras ella ya me había desabrochado el botón de los pantalones y me bajaba la cremallera.

-No, espera.

Tarde, ya tenía yo el pantalón bajado.

Y en un santiamén mi polla en su boca, hasta la garganta. Me sentía comido, sentía que la estaba follando la boca, me tocaba los huevos y con la otra mano entre mis piernas me metía un dedo en el culo, dedo que llegó a mi próstata y empezó a mover y darle en el punto exacto.

Mai sabía lo que se hacía.

Otra vez… sentimiento de culpabilidad, me sentía como un gusano, mal, me sentía violentado, con la sensación que de nuevo estaba jugando a las reglas de otra loca.

“No te corras” (otra igual).

“Cierra la tapa del wáter y siéntate”.

Tonto de mí, obedecí.

Se levantó la falda de cuero negro ajustada que llevaba, se bajó los pantys negros de red de pescador con goma en cada pierna, llegó el turno a las bragas, (ponía en las bragas en el pubis en grande martes), todo esto sin soltarme la polla, se colocó espatarrándose, se aproximó el glande a la entrada de su coño y empezó a frotarlo, ris, ras, ris ras, ris ras y así siguió hasta que… empezó a correrse, se arrimó a mi oreja y muy bajito me chillaba al oído que se corría.

De su chocho salieron unas gotitas a presión, yo en ese momento no sabía qué es lo que era años después supe que era un squirt, con poco líquido pero un squirt.

Terminó de convulsionar, se agarró a mí, me apretó y me dijo “si eres bueno mañana salgo de compras sin mi prima busca un sitio y te enseño a follar”.

-Pero... dije yo.

“Chisssssst, calla”.

Se colocó la ropa y se fue.

Yo quedé allí en el baño, todo nervioso, con la polla muy erecta, pero sin descargar.

Salí del baño, llevaba un bulto enorme en el pantalón y se notaba.

“Anda que no has tardado majo en volver, donde has estado”, me preguntó Macu.

Había cola, dije yo.

“¿Y ese pedazo de bulto de tu pantalón?”

-Cosas que pasan”, dije yo.

Me senté y Macu me dio un pellizco retorcido en el culo, como si ella intuyera algo.

Mai corroboró mi versión, había mucha gente en los baños y se estaban drogando.



Paseamos los tres esa tarde, puerta del Sol, Callao, Gran Vía, montera.

Macu se compró un vestido de dos piezas verde que la resaltaban más las caderas y la parte de arriba una especie de dos pañuelos cruzados que la tapaban parte de las tetas, quedaba el canalillo al aire. Entre pieza y pieza no había nada, solo un vientre plano con un ombligo con algunos pelillos finos que no se notaban que iban hacia abajo, hacia su pubis.

Mai compró una bailarina flamenca para su abuela suiza, nada más.

Pude contemplar a Mai en toda su belleza. Mucho más guapa que Macu, pero en morena, muy proporcionada y con unas piernas muy bonitas. Su culo traslucía muy armonioso y divertido al andar, además de muy erótico también. Sus pechos muy bonitos, no muy grandes, pero con pezones de punta, un bellezón.

El día acabó, las acompañé a casa y al despedirse Macu me dijo. “te has portado muy bien…” tendrás tu recompensa.

Mai se despidió de mi con dos besos, mientras me los daba deslizó un pequeño papel en mi mano, ponía.

Mañana a las 11 en el baño.

Guardé el papel, saludé y me fui.

Notas:

Las tetas de Mai eran como las de la foto de esta chica, increibles.
 

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LA PRIMA, AL DIA SIGUIENTE.



No sé por qué, pero al día siguiente acudí a la cita.

Estaba turbado y no había pegado ojo en toda la noche. Sentía que estaba haciendo algo que no estaba bien y eso me excitaba mucho. Acudí muy nervioso y muy excitado, como digo.

Cuando llegué al Wendy de Callao ella ya estaba allí, tomándose un café con un bollo.

Llegué y la puse mi mejor sonrisa.

Ella con gesto serio me miró a los ojos, traspasándome la mirada, fría calculadora y muy bella.

Tenía ojos como la miel, muy bien pintados, pestañas turbadoras y carmín rojo en los labios (parecía que sabía que me ponía lo del carmín rojo).

Me senté y no dije nada.

-. ¿Desayunas?, me dijo.

Con un gesto de la cabeza asentí y me fui a pedirme algo para mí también.

A la vuelta la miré la espalda, casi no me atrevía a mirarla de frente porque seguía intimidándome.

Me paré un momento a observar lo que tenía delante de mí. Falda de flores corta, ajustada a unas caderas bonitas con culo en forma de pera, esbelta, bien sentada, tobillos cruzados, taconazos, una camisa blanca que transparentaba las tiras posteriores y el cierre de un sujetador negro.

Me senté, yo seguía intimidado.

Ella habló.

-. Lo de ayer me gustó, de hecho, me gustó mucho.

-. No voy a decirla nada a mi prima de esto, no lo entendería y por lo que me ha contado parece ser que eres de su propiedad. Me ha contado unas guarrerías increíbles que no termino de creerme ¿son ciertas?

Yo la dije que tal vez alguna, pero que no sabía lo que la había contado.

-. Me ha contado que folláis, que lleváis años haciéndoos pajas, que te saca el semen y hace bollitos, que la metes la lengua en el culo, que te la mete a ti, que te ata, que te quema, que te abrasa, juega psicológicamente contigo, y muchas cosas más que parecen sacadas de un libro y no me las creo.

Bueno… puede que alguna sea cierta (mentí, me daba vergüenza reconocer todo lo que me había hecho y había humillado).

-. Ya decía yo, una fantasma, seguro que ni ha follado y que te habrá hecho en todos estos años un par de pajas o tres, todo está en su imaginación, una española reprimida como me dice mi madre.

Eso creo yo, la dije (me sentía muy mal por mentir también).

-. Así que lo nuestro de ayer tómatelo como una iniciación, (dios otra loca de la misma familia, pero cuanto se parecen, eso me ponía. No solo tenía a una loca perversa si no que ahora tenía DOS).

-. Voy a estar en Madrid una semana a partir de hoy. Quiero que le digas a mi prima que te vas de vacaciones con tus padres.

-. Solo vas a atenderme a mí, cuando yo te diga tendrás que acudir rápido o te castigaré (joder, otra igual que la prima).

-. De momento hoy se supone que voy a pasar el día de compras y que a la noche he quedado para cenar con mis tíos, mi prima y mis primos en un restaurante, así que tenemos todo este tiempo.

-. Termina rápido el desayuno que tengo prisa.

Terminé.

Salimos del Wendy de camino a la Calle Preciados, al Corte Inglés más precisamente donde subimos a la tercera planta a ver trapos.

Allí ella eligió algunas cosas, unas faldas, unas camisetas, unas blusas y llevándome de la mano nos metimos en un probador.

-. Siéntate.

Ella empezó a quitarse su blusa blanca, quedaron a la vista su sujetador negro donde se la transparentaban las tetas, (preciosas, parecían melocotones estaban para comérselas).

Empezó a probarse ropa, se ponía, se quitaba y no me decía nada.

Llegó el momento de la falda, se la quitó.

Esta vez no eran unas bragas blancas que ponían “martes”, en estas ponía “miércoles” (flipaba, tenía las bragas por días).

Al agacharse observé que tenía el culo sudado, o eso o estaba mojada, ya que las bragas tenían una mancha (que curioso y que morboso pensé).

Cuando terminó me dijo.

-. ¿Qué te parece? ¿estoy guapa?

Sí, contesté yo.

En ese momento se abalanzó sobre mí y empezó a besarme, morderme, y hacerme un chupetón en el cuello como marca de propiedad para que no pudiera presentarme ante su prima.

-. Ahora eres totalmente mío.

Se bajó la falda del Corte Inglés.

Se quitó las bragas y en bajito y al oído me dijo.

-. Cómeme el chocho, ¿sabes?

Un poco, dije yo.

Así que, en el suelo, con las piernas levantadas la lamí el coño. Primero haciendo círculos en el clítoris, luego de arriba hacia abajo también en el clítoris y en los labios mayores y menores, también hice eses y por último bajé mi lengua a su ano y la dediqué un fenomenal repaso. Primero en círculos, sentía en mi lengua las arrugas que terminan o empiezan en el agujero, la puse saliva con mi lengua. Su ano apretaba y relajaba, ella gemía con voz ahogada para que no nos escucharan y cuando la metí la lengua el ano dio un respingo y un ¡Ahh! de sorpresa, cuando saqué la lengua se tiró un pedo mal oliente, eso me excitó mucho más si podía ser.

.- Perdón se me ha escapado, creo que el esfínter se me ha relajado y no he podido controlarlo.

Ya lo sé, no pasa nada. Si te vuelve a pasar te autorizo a que te lo tires en mi cara y yo te aseguro que hundiré mi rostro en tu ano para lamértelo.

Mai no daba crédito a lo que la había hecho y dicho, estaba fascinada.

-. Por favor tócame.

Acaté sus deseos y empecé a pajearla con los deditos, primero muy suave. En ese momento ella estaba muy húmeda, además de muy llena de mi saliva, y gemía, gemía, cada vez un poco más alto y en ese momento… NOS PILLARON.

Un dependiente del corte inglés nos instó a que saliéramos, rápidamente se vistió y como es lógico nos echaron de allí, no sin antes decirnos que éramos unos guarros y que no llamaban a la policía porque parecíamos muy jóvenes, eso sí toda la ropa tuvimos que pagarla, bueno ella.



Primero avergonzados salimos de allí, luego nos miramos y empezamos a reírnos, tanto nos reímos que a ella se le escapó otro sonoro pedo que desencadenó en más risa todavía.

Ella se veía muy bella, guapísima, una diosa con pelo negro de 18 años venida de Suiza pensé yo.

Fuimos caminando a Sol agarrándome ella mi mano. Al llegar al quiosco que todavía hoy existe se vuelve, me mira y me dice.

-. Esto que me has hecho no me lo ha hecho nadie antes y nunca he experimentado un gusto por el ano tan grande, he estado a punto de correrme y si no lo he hecho es porque no podría haberme aguantado otros pedos. Me dio un beso con lengua maravilloso, como un regalo de miel, me introducía y daba vueltas su lengua en mi boca con muchas ganas, me estaba dando un placer tremendo, solo con un beso.

¿Qué hacemos ahora mi diosa?

-. Terminar lo que empezamos o moriré por no correrme.

Ok, mi diosa, ven.

Fuimos hacia la cuesta de San Vicente andando, yo tenía el Renault 7 de mi padre.

-. ¿Dónde vamos?

Primero a comer, los amantes necesitan fuerzas para darse gusto.

Fuimos a Mingo, en San Antonio de la Florida.

Un día caluroso, muy caluroso las 13:45 horas en Madrid en un tórrido del mes de Julio.

Pedimos pollo, y sidra.

-. No me gusta la sidra.

Bueno tú pruébala y si no te gusta te pido una coca cola.

Probó la sidra una vez, otra, otra, nos bebimos 2 botellas comiendo con el pollo y ella empezó a ponerse borrachilla y ha reconocerme que la primera impresión que la di fue la de un pringado que no había catado un coño en su vida, pero que gracias a dios no había sido así.

Me preguntó que con quien había aprendido a comer el coño así y a lamer el ano, que si con su prima.

Lo reconocí, la dije que sí, con su prima, todo lo que la había contado era cierto.

Con cara de estupor y flipando no podía apartar la mirada de mí.

Solo pudo decir.

-. Me harás estas cosas más veces.

Todas las que tú quieras mi diosa, la contesté.

Terminamos de comer y nos dirigimos al coche, sin aire acondicionado y a 29 grados ya.

Montamos y nos dirigimos a la Casa de Campo, al teleférico, cerca del Cerro Garabitas.

Allí paré bajo una sombra, con las ventanillas bajadas, muertos de calor.

Bebimos agua,

Ella me preguntó si podía quitarse los zapatos, sus pies olían a sudor, me estaba poniendo cachondo con su olor.

Me contó cómo era su vida en Suiza, como eran los chicos, lo que estudiaba, las peloteras que tenía con su madre y que creía que se estaba enamorando de mí.

Otra vez quedé sorprendido, otra vez me sentía mal, ella me estaba gustando y mucho, pero ella no vivía en Madrid si no en Suiza y era prima de Macu, mi ama y señora.

La dije que me gustaba mucho también, que era una pena que no viviéramos en la misma ciudad, que si fuese así sería su esclavo.

Y la recordé que yo estaba con su prima, que su prima tenía un carácter muy fuerte y que me llevaba no solo al orgasmo físico si no al orgasmo psíquico y que yo era totalmente dependiente de ella y no lo podía evitar.

-. Tú eres tonto.

-. ¿Cómo te dejas usar así?

Porque no puedo evitarlo, soy un drogadicto de inma, un zombi, tengo mi mente y me polla anulados por ella. No me corro si ella no me autoriza, no me muevo si no me lo dice, hago lo que ella quiere cuando quiere.

-. ¿Y hoy? ¿por qué estás aquí conmigo hoy?

Tú lo has dicho, porque si no se lo dirás a Inma.

-. Pero es un juego, no pensaba decirla nada.

Tarde mi diosa, ya estoy aquí, por favor trátame bien, me humillé.

Ella se sentía con poder, eso la excitaba, lo vi en sus ojos, en sus axilas sudando, en la expresión de su bonita cara.

La besé.

La introduje la lengua en su boca, di vueltas y vueltas dentro de ella, la besé el cuello, los lóbulos de las orejas, las orejas y ella se estremecía. En un momento dado en bajito dijo “dios”.

Abrí su blusa, desabroché su sostén y liberé sus melocotones, con la punta erecta de sus pezones morenos, gordos y carnosos.

Tenía una erección de caballo en aquel momento.

Ella se dio cuenta y me desabrochó el pantalón.

-. Libérate hombre.

Bajó la cremallera e introdujo su mano.

Me dolía el rabo por los pantalones y ella acopló su mano en mi glande bajando mi prepucio y dejando al descubierto la cabeza rosa, grande, inflamada de deseo y de lujuria.

-. Mira a quien tenemos aquí.

Tiré el asiento hacia atrás y ella empezó a absorberme el miembro viril.

Sentía, gusto, sentía excitación, culpabilidad, temor, calor, sed, lujuria, otra vez culpabilidad y otra vez deseo, todo eso a la vez o por separado, no lo sé.

Dio con el punto clave, ese punto clave que todos los hombres tenemos en el glande y que hace que rompamos en espasmos y eyecciones seminales.

Pero no, paró, no llegué a correrme, otra vez más.

Me besó, se bajó las bragas, me preguntó cómo se movía el asiento hacia atrás y me atrajo sobre ella.

Seguía besándome, seguía agarrándome la polla.

Se la apuntó en el coño (precioso coño moreno uf) y agarrándome de los carrillos del culo se la hincó, o más bien me hincó en su sexo húmedo.

Empecé a moverme, despacio, dentro-fuera, más bien todo el esfuerzo lo quise poner en la entrada, en los primeros centímetros de la vagina, donde las terminaciones del clítoris hacen estragos. Di con el puntito, yo lo sentía porque cuando das con el puntito el placer lo recibe el glande en un lugar determinado, ella también lo sentía.

Gritaba, al principio poco, luego más, luego me decía cosas en el oído como cabrón fóllame, y luego se acuerda y me dice.

-. Para, para que no te has puesto condón.

Es cierto, no tenía condones, mi hermana me los había requisado hacía poco porque se los robé de su casa y ella creía que mi cuñado tenía una aventura con otra porque también descubrió pelos rubios en su cama… ¿adivináis de quien eran los pelos rubios verdad? Y sí nos revolcábamos en la cama de mi hermana en su casa cuando estaban trabajando, pero eso es otra historia.

Me la sacó de la vagina, no pude contenerme y empecé a eyacular sobre sus tetas, su blusa, su cara, sus ojos, tanta fuerza llevaba el semen que parecían disparos, ella se sorprendió mucho (más tarde me dijo que las eyecciones la habían hecho algo de daño en la cara pero que la habían puesto a mil).

No sé cuanto semen salió de mis testículos, pero fue mucho.

-. Que cabronazo, te has corrido ¿y yo qué?

No terminó de decir la frase cuando yo ya la había dado la vuelta y puesto en culo en pompa.

Así de esta postura empecé a lamerla el ano nuevamente, la vulva, el clítoris, así hasta que 4 minutos después (más o menos como la prima sería cosa de familia) estalló en un sonoro grito.

Convulsionaba, su ano abría y cerraba, un pequeño chorro salió de su vagina a presión sobre mi boca, mi nariz, mis ojos, a lo que yo respondí en ese momento metiéndola la lengua en el ano. Convulsionó más todavía, volvió a expulsar líquido, 2 veces en 30 segundos se había corrido, para terminar con que su esfínter se relajó y empezó a salirla un sonoro pedo mal oliente. Tal como la había prometido metí mi cara más en su ano y seguí lamiéndolo y otra vez, otra vez salió ese chorrillo de prueba y muestra del descubrimiento del éxtasis, se había corrido 3 veces en 10 minutos.

Quedamos extasiados.

Con un calor tremendo, ya teníamos en el coche 30 grados a la sombra, la chicharra sonando y una sed tremenda.

Ella sobre mi pecho, con su mano izquierda en mi pectoral, y la otra agarrándome los huevos, acurrucada, extasiada.

-. No me había corrido antes así Javi, había tenido sexo con chicos, pero no como contigo.

-. De hecho, no me he corrido nunca con una polla en mi vagina, siempre por el clítoris y esta vez he sentido que me iba, que me corría con tu polla mientras golpeabas no sé qué punto de mi vagina.

-. No me extraña que mi prima ejerza ese poder para controlarte, yo haría lo mismo, yo haré lo mismo si puedo y me dejas. Yo puedo salvarte de mi prima, vente a Suiza.

-. En un solo día me he corrido más que en toda mi vida sexual, gracias a ti.

-. Ahora tengo que volver, ¿me llevarás a casa de mis tíos?

Sí.

Ese día terminó, lo recuerdo como si hubiera sido ayer, le doy gracias a la vida por haberlo vivido.
 
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