Almudena Cid

sua99

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A petición de un usuario del foro, he escrito un relato/fantasía sobre Almudena Cid siguiendo alguna de sus indicaciones. Espero que lo disfruten.



Verano 2023, este año me toca la primera quincena de julio pasar las vacaciones con mi madre. Me llamo Sergio, tengo 20 años y estudio segundo de ingeniería industrial en la Universidad de Navarra.


Soy hijo único y aunque resido en el campus, vivo con mi madre en Madrid. Mis padres están divorciados, no se llevan mal pero la relación sentimental entre ellos empeoró a raíz de sus respectivos ascensos laborales. Mi padre es un alto ejecutivo de una empresa que cotiza en el IBEX-35 y está todo el día viajando por el mundo, lo que hacía imposible su presencia en casa. Mi madre no se queda atrás, es abogada en un prestigioso bufete de Madrid, aunque sacrifica muchas horas para ganar sus casos cueste lo que cueste, tengo el consuelo de que siempre vuelve a casa a dormir. He de añadir que a mí, prácticamente me ha criado Eliza, una mujer inglesa (para mis padres era muy importante dominar el idioma), la contrataron desde que nací y estuvo a mi lado hasta acabar el instituto. Siempre me habló en inglés y se encargaba de todo, desde la casa hasta mis estudios pasando por salir al parque a jugar cuando tenía edad para ello. Si bien es cierto que los domingos estaba con mi madre y en contadas ocasiones con mi padre, es innegable que Eliza fue algo más que una segunda madre para mí. Era mi confidente, a quien podía contar mis problemas o mis primeros desamores.


Siempre que vuelvo a Madrid la obsequio con algún pequeño regalo. Aunque yo no este, ella sigue allí encargándose de la casa puesto que mi madre carece de tiempo para ello. Ane (mi madre) no sólo esta todo el día trabajando, si no que el poco tiempo libre que tiene lo dedica a esculpir su figura, sus 2h de ejercicio diario no se las quita nadie, es algo que les viene de familia. Tiene un físico imponente, a sus 51 años está mejor que muchas veinteañeras. Mide metro ochenta, cuerpo atlético y unos pechos bien firmes (se los operó al año de mi nacimiento). Ella siempre dice: "la mitad de un caso se gana solo con la presencia" y no miente. La he visto entrar en sala y no sólo deja a la parte masculina sin habla, más de una jueza juraría que le ha tirado los trastos en alguna ocasión. Es como un torbellino que arrasa con todo tras su paso, taconazo de aguja, minifalda y escote son sus siglas de presentación, hasta la toga le queda sexi.


Mi madre ya tenía acordado en el trabajo tener los quince primeros días libres, no tuvo tiempo de organizar un viaje por lo que tiro por la tangente, iríamos a casa de su hermana en la playa. Está situada en la costa de Menorca, en lo alto de un acantilado. Es un chalet de dos plantas con piscina y acceso directo a una cala, solo vive mi tía, Almudena, ocho años más joven que mi madre y actualmente está divorciada. Ha sido gimnasta olímpica, sacrificó toda su juventud en arras de su carrera deportiva y en el terreno amoroso no ha tenido mucha suerte, supongo que es difícil mantener una relación cuando estás más de 10h al día entrenando y compitiendo por todo el mundo. En efecto, para los que se lo preguntan, mi tía es Almudena Cid, ahora entendéis porqué a mi madre le viene de familia lo del deporte, en mi opinión es algo que llega a ser enfermizo.


Llegamos al aeropuerto de Mallorca a las nueve de la mañana, ahí estaba mi tía esperándonos, vestida con camisa de tirantes blanca, short vaquero ajustado marcando culo y sandalias con tacón atadas a sus gemelos dejando sus pies al aire. Acompañaban al conjunto las uñas pintadas de rosa y un colgante dorado, la verdad es que el tiempo no pasaba por ella, seguía estando igual de buena que siempre. Después de los pertinentes saludos iniciamos el camino a casa.

-Bueno Sergio, como has crecido, ya veo que eres todo un hombre. ¿Qué tal te va en la universidad?. -preguntó Almudena mientras conducía.

-Pues la verdad que bien, voy sacando todo aunque no es fácil, hay que estudiar mucho y el salto desde bachiller es bastante grande.


-Recuerda que siempre hay tiempo para divertirse. ¿Qué tal con las chicas?, ¿alguna novia?. -me pregunto en tono picante.


-Deja al niño tranquilo con las mujeres, ya tendrá tiempo. Ahora los estudios es lo que toca. -interrumpió mi madre.


-Ane, Sergio ya no es un niño ¿acaso tu solo te dedicabas a estudiar?.


-Si... bueno... Lo importante es la carrera. -replicó Ane.


La conversación se estaba poniendo interesante, nunca había oído nada sobre el pasado de soltera de mi madre y decidí cambiarme al asiento del medio. Además desde esta posición podía ver las piernas de mi tía y como le apretaba el short la entrepierna. Miré a mi madre esperando que diera algún detalle más, en ese momento pude comprobar que el escote que llevaba era bastante generoso. Me puse nervioso y ante el silencio reinante decidí mirar directamente las tetas de Almudena, desde luego no las recordaba así, supongo que será porque hacía muchos años que no la veía.


-¿Te gustan las vistas, Sergio?. -pregunto mi tía viendo por el espejo interior la cara de ensimismado que tenía.


-He... si si... es bonita la isla. -contesté apoyando mi espalda en el respaldo y más rojo que un tomate.


Estaba claro que me había pillado mirando sus tetas, de la vergüenza que me entró no dije nada más en todo el viaje y me dediqué a mirar por la ventana hasta que por fin llegamos a la casa. Descargamos el vehículo dejando las maletas en las respectivas habitaciones, la mía se encontraba entre las de ellas y enfrente tenía un baño. Por supuesto Almudena contaba con baño propio en la habitación.

- No se si te has fijado Ane, pero he hecho obras en casa.


- Pues no, pero conociéndote no faltará de nada.


- Vamos que os enseño.


Lo primero que vimos fue su habitación, nada fuera de lo normal salvo dos cosas, el enorme vestidor con su imponente colección de zapatos y el baño. He de añadir que a mí los vestidores me flipan y los zapatos de mujer en concreto, más. Es un fetiche que tengo junto con los pies de las mujeres. En cuanto al baño,era enorme y no le faltaba de nada, lavabo doble, sanitarios anclados a la pared, ducha cuadrada que caía el agua por el techo haciendo efecto lluvia con mampara transparente y a parte, una bañera clásica. Bajamos a la cocina y había añadido una isla en la cual estaba la vitrocerámica, después salimos al jardín, en la piscina había añadido un jacuzzi circular y una zona de solárium con ducha.


-La verdad tía es que la piscina es impresionante pero lo que más me gusta es el jacuzzi, ¿podemos probarlo?.


-Por supuesto, nos vamos a pasar todo el día tomando el sol y en el agua, cuando no sea aquí podemos bajar a la cala, yo voy mucho a nadar en mar abierto, me encanta hacerlo desnuda, nunca hay nadie. -respondió.


-¡Almudena!. -exclamó mi madre.


-Tranquila hermana, Sergio no se va a escandalizar por oír eso, ¡ya es mayorcito!.


Escandalizar no, pero fue oír sus palabras y me empalme de inmediato imaginando su cuerpo desnudo.


-Bueno, damos una vuelta por la isla, cogemos algo de comida y comemos aquí. ¿Os parece bien?. -preguntó Almudena.


-Si claro, aunque el viaje ha sido corto, me gustaría descansar un poco después de comer y así poder revisar unos correos.


-Tu siempre tan atareada. -respondió Almudena a Ane.


Cogimos el coche y salimos, nos enseñó lo más turístico de la isla y alguna cala de fácil acceso, compramos unas hamburguesas y volvimos a casa. Después de comer mi madre se fue al sofá a trabajar, Almudena se puso a leer y yo subí a echar la siesta. Pasaron dos horas y me desperté, oía a alguien nadar y me asome entre las cortinas. Era Almudena haciendo largos, justo salió del agua de espaldas a mí, se ducho, se quitó la parte de arriba del bikini y se puso a tomar el sol. La verdad es que sus tetas en el coche se veían más grandes, supongo que por la magia del sujetador, pero para mi era suficiente para empezar a tocarme por encima del pantalón. Cuando su cuerpo estaba seco, cogió el bote de crema y empezó a echarse por el cuerpo, dobló su espalda dejando las piernas rectas haciendo gala de su enorme flexibilidad, deleitando mi vista con un culo perfecto tan solo tapado por un diminuto hilo. En ese momento yo ya me la estaba cascando y para estar más cómodo me desnude completamente. Ella se dio la vuelta y frente a mi se echó en los pechos apretando y estirando sus pezones, lo que hizo que mi ritmo aumentará. Oí un ruido y me giré tapándome como pude, la puerta de mi cuarto estaba abierta, me acerqué y al no ver a nadie volví. Almudena se sentó en la hamaca y echo crema sobre sus pies, no dejó ni un solo milímetro de piel sin acariciar, entrecruzar los dedos de la mano con los del pie, recorría toda la suela y subía por el tobillo para acabar por el empeine, se tumbó boca arriba espatarrada y volvió a acariciar sus pechos bajando una mano a su entrepierna, se empezó a tocar por encima, metió la mano por dentro y comenzó a masturbarse. Se incorporó ligeramente y con la otra mano subió un pie hasta su boca, lamió los dedos y se metió el pulgar como si fuera una polla. Explote lanzando cinco o seis chorros contra la pared, ella se mantuvo cinco minutos más mientras yo seguía mirando hasta que empezó a convulsionar, signo inequívoco de que había terminado.


-¡Joder Almudena!, ¡no me extraña nada lo que acabo de ver!. -exclamo mi madre medio susurrando, entrando en el jardín con intención de bañarse en la piscina.


-¡Qué pasa!


-Acabo de ver a Sergio pajeándose como un loco en la ventana, supongo que estaría mirando tus tetas.


-¡A sí!, ¿y como la tiene? .Te vuelvo a decir que ya no es un crío. -añadió mirando a mi ventana con una sonrisa.


-He... no sé, en cuanto entré y le vi me he ido sin hacer ruido. Por cierto, yo pensaba que solo hacías topless en la playa.


-No, allí voy sin bikini.


Ane dejó su toalla en una hamaca, se quitó el vestido luciendo un bikini rosa con tanga a juego y se tumbó boca abajo. Se me estaba poniendo dura otra vez viendo a mi madre y pensando que me había visto, empecé a tocarme pero paré, la verdad es que nunca me había fijado en ese sentido en ella, me sentía raro.


Baje a la piscina disimulando, haciendo como que no había oído la conversación.


-¡Hombre!. ¡Mira quien se ha despertado!. ¿Ha sido placentera la siesta?. -preguntó Almudena.


-Si la verdad, no sabía que estaba tan cansado, además en la residencia no hay manera de echar una, entre estudiar y que siempre hay algo para hacer llevaba desde el verano pasado sin echar una.


-Pues nada, un bañito ahora y te despiertas.


Me metí a la piscina mientras ellas se ponían al día de sus cosas. Ese día pasamos la tarde en casa, tomamos el sol, nos bañamos en la piscina y hicimos una barbacoa para cenar. A la noche vimos una película en el sofá. Yo estaba sentado al lado de Almudena, la cual aprovecho para pintarse las uñas y mi madre en otro sofá. Cuando se fue a pintar las de los pies, puso sus piernas sobre mí y me pidió que la ayudara. Es algo que nunca había hecho pero no podía dejar pasar la oportunidad de tocar sus pies. En cuanto agarre uno con mis manos me quedé mirando fijamente sus dedos, me vino la imagen de esta tarde en la piscina y se me puso morcillona. Mientras pintaba las uñas de ese pie, Almudena "sin querer" posó su otro pie en mis partes provocando un pequeño sobresalto en mí. Ella seguía mirando la tele al igual que mí madre, como me gustaba no dije nada, terminé y la indiqué para cambiar, lo cual hizo sin mirarme y posando el ya pintado donde estaba el anterior. Esta vez lo movía poco a poco, con la suela masajeaba mi paquete que ya estaba bien duro. Cuando terminé, como no quería que ella parase, no dije nada, agarre el pie y le di un masaje intentando acompasar sus meneos con mis caricias, apretaba más su pie y ella ejercía la misma presión sobre mí, era como guiar un mando para hacerme una paja, al final me corrí probando un fuerte apretón con mis pulgares en su planta, ahí sí me miró y me guiño un ojo. Estaba deseoso de besarlo, lamerlo, meterlo en mi boca... pero sería demasiado, mi madre no ve lo que pasa porque estoy de espaldas a ella pero ese gesto no pasaría desapercibido. Terminada la película nos fuimos a la cama, me tumbé completamente desnudo y con la puerta abierta, me masturbe fantaseando con que me volviera a pillar mi madre y pensando en Almudena. Llevaba tres pajas y solo era el primer día.


Al día siguiente mi madre y yo bajamos solos a la cala, Almudena tenía trabajo, ahora también hacía de modelo para marcas de todo tipo. La verdad que estaba muy bien, era pequeña, de piedra y no había nadie. Colocamos las toallas y nos fuimos a bañar. Para la ocasión Ane llevaba un bikini negro y afortunado de mi, al parecer todos los que tenía eran de tanga. Estuvimos nadando un poco y con el roce se me puso morcillona. Mi madre salió del agua y yo me quedé un rato más para "relajarme" hasta que me llamó desde la toalla.


-Dime.

-Echa crema en la espalda que me voy a quemar.

-Vale. -contesté.


Ella estaba tumbada boca abajo, no sé si fue un acto reflejo pero sin pensarlo me subí encima de ella. Eché crema en mis manos y la comencé a esparcir por su espalda.


-Te suelto el nudo para echar crema.


-Si si claro.


Aparte para los lados el bikini y seguí con la tarea, me di cuenta de que carecía de marcas de sol. Me recreé en sus lumbares, se podría decir que le estaba dando un masaje, por supuesto se me puso dura y rozaba tímidamente mi paquete con su trasero por lo que decidí bajar para abajo y aunque no me lo pidiera eche crema por sus piernas. Evite en la medida de lo posible no tocar su culo así como meter las manos por dentro de los muslos. Por supuesto sus pies los deje bien embadurnados de crema. Terminé y me tumbé a tomar el sol boca abajo, no quería que mi madre viera la tienda de campaña de su hijo. Desde mi posición podía ver la mitad de su pecho, acción que tuve que dejar de hacer o de lo contrario me iba a quedar boca abajo toda la mañana. Media hora después, Ane se levantó y dejó la parte de arriba del bikini en la toalla.


-Mierda, no me acordaba de que no estaba atado. ¿Me lo pasas?.


-Toma, pero tampoco te lo tienes que poner. Aquí solo estamos nosotros. -respondí estirando la mano.


-Tienes razón, además para ver tetas bonitas ya tienes las de Almudena.


-Bueno a ver, si que las miro pero tampoco creas que lo hago todo el rato. Y ahora que lo dices, las tuyas no están nada mal.


-Gracias, lo mío me ha costado. ¿Entonces no te importa que haga topless?. -preguntó.


-Mamá soy tu hijo coño, ya sé que haces topless, no tienes marcas. Si así estás a gusto por mi no hay problema.


La mañana prosiguió entre algún baño más y un rato que jugamos a las palas, para mi desgracia ahí sí se puso el bikini. Volvimos a casa, Almudena volvía a comer con nosotros. La tarde fue como la anterior, mi madre revisando correos, mi tía en el jardín y yo, por supuesto, siesta y paja viendo sus tetas desde mi ventana. Por la noche salimos a cenar a un restaurante de un amigo de Almudena y volvimos a dormir.


Cuando me desperté, mi tía y mi madre estaban haciendo yoga en el jardín. No hace falta que os diga como les quedaban las mallas, siempre pienso que de lo ajustadas que van, es imposible llevar ropa interior, ni siquiera un tanga de hilo. Me quedé un rato mirando y me fui a la ducha. Como estaba solo me empecé a pajear, de repente se abrió la cortina de la ducha, era mi madre completamente desnuda que se iba a meter.


-Perdona, perdona, no sabía que estabas dentro. -dijo Ane sin dejar de mirar mi entrepierna.


No sabía qué decir, tenía mi pene completamente erecto en mi mano y la otra apoyada en la pared. Me quedé mirando a mi madre de arriba abajo, comprobando que estaba completamente depilada y un cuerpo de infarto.


-Te dejo que acabes, luego me ducho. -añadió, cerrando la cortina ruborizada.


Por supuesto terminé mi paja, me duche y salí. Estaba tan avergonzado que decidí salir a correr y volver más tarde. Durante la comida tanto mi madre como yo permanecimos bastante callados pero Almudena soltaba indirectas. Me olí que algo le había contado Ane. Me fui a la siesta y ellas a lo suyo. Cuando me desperté y me asomé por la ventana no vi a Almudena y mi madre que se iba con un capazo a la cala. Pensé que estarían allí y me prepare para ir. Antes de empezar a bajar las vi, salían del agua, Almudena completamente desnuda y mi madre en tanga, cogieron las toallas y se secaron. Empezaron a echarse crema, mi tía cogió el bote y echo un buen chorro en sus manos, se puso detrás de mi madre y empezó a untar su espalda, bajó sus manos a las lumbares y una empezó a subir por sus costillas hasta el pecho que agarró con fuerza mientras la hablaba al oído.


-Entonces ahora si que le has visto la polla a tu hijo, ¡he zorra! ¡Seguro que te has puesto cachonda! ¿Y él? ¿Ha visto lo buena que estás?. -preguntó Almudena pellizcando el pezón.


-¿Qué coño haces, Almudena? Esto no está bien, ¡para!. -exclamó Ane haciendo un tímido amago de zafarse.


-¿Ahora vas de mojigata? ¿Qué te creés, que no se que te follas a tus pasantes? Y no solo a los masculinos... -añadió agarrando fuerte su culo.


De repente Almudena se puso de rodillas y le bajó el tanga a Ane.


-¡Para!. Va a venir Sergio y nos va a pillar. -exclamó Ane.


-¿Seguro que quieres que pare?. -susurro Almudena mientras metía su mano en la entrepierna de mi madre y empezó a meter sus dedos.

Siguieron así como cinco minutos sin oponer Ane ninguna resistencia hasta que tuvo un orgasmo, sus piernas temblaron y se tumbaron cada una en su respectiva toalla.


-Sabía que eras una buena puta. -sentenció Almudena.


Ane no dijo nada. Después de hacerme la mejor paja de mi vida dejé pasar como diez minutos y bajé con ellas.


-Hola chicas, ya veo que hoy habéis cambiado de plan.


-Joder que vergüenza, ¡estoy desnuda Sergio!. -dijo mi madre.


-Tranquila hermana, no va a ver nada que no haya visto. -dijo Almudena.


Me quité la camiseta y me tumbé al lado de mi tía.


-Te puedes quitar esto si quieres, aquí no hay nadie, total somos familia. -exclamó Almudena agarrando mi bañador.


-No sé, me da vergüenza.


-Anda anda, ¡quítatelo!. Así no te quedan marcas de bañador.


Me puse de pie y observé que mi madre no miraba, me dispuse a quitarme el bañador cuando Almudena se incorporó, lo agarró con las dos manos y mirándome fijamente me lo bajó. Se me puso dura de golpe.


-Así estás mejor, anda túmbate a tomar el sol. -ordenó mi tía.


Pasaron diez minutos sin que nadie dijera nada hasta que de repente mi madre se sobresaltó.


-¡Mierda!. Me voy a casa, tengo que mirar un mail del trabajo urgentemente.


Se levantó y se vistió procurando darme la espalda en todo momento. Por supuesto yo no perdía detalle del proceso hasta que la perdí de vista subiendo las escaleras.


-Me voy a bañar, ¿vienes?. -preguntó Almudena.


-Si claro, hace mucho calor aquí a pleno sol.


Ya me daba igual que me viera empalmado, estaba desatado. Estuvimos un rato jugando con las olas y hacernos aguadillas hasta que se tumbó boca arriba y con el pie rozó mi entrepierna.


-No hace falta que disimules, sé cual es tu fetiche, te encantan los pies. He observado como los miras y el otro día bien que lo chupaste. -me confesó sin dejar de tocarme.


Se incorporó, me dio dos sacudidas con la mano y me indicó para volver nuevamente a la toalla donde sacó el bote de crema.


-Ven que te voy a dar crema, no sea que te quemes.


Por supuesto yo me imaginaba lo que iba a pasar y enseguida me puse delante de ella dándole la espalda. Empezó por mi espalda y esta vez no se ando con titubeos, directamente bajó a mi culo.


-Aquí voy a tener que insistir, estás bastante blanco y por aquí... también. -dijo agarrando mi polla y empezando a hacerme una paja.


Yo no quería correrme sin antes tocar su cuerpo, por lo que le aparté la mano, me giré y besándonos le ordené que se tumbara. Me incruste entre sus piernas y le empecé a hacer sexo oral. Después subí y mientras nos besabamos ella agarró mi miembro y aboco mi capullo, el resto es historia. Introduje mi polla entera sin miramientos, de golpe y empecé a penetrar con todas mi fuerzas su estrecho agujero. La verdad que estaba totalmente ido, loco, alentado por lo que me decía.


-Si joder, ¡Fóllame!, Esto es mejor que pajearte desde la ventana, ¡he cabron!.


Levante sus piernas y agarrando los tobillos empecé a chupar sus pies, en ese momento se empezó a acariciar el clítoris y convulsionamos los dos a la vez. Nos fuimos al agua a bañarnos y subimos a casa. Ahí estaba Ane con la maleta preparada, no entendíamos nada.


-¿Ha pasado algo mamá?


-Tengo que marcharme a Madrid, hay un problema de muchos millones y requieren mi presencia de inmediato. Tu tranquilo, te quedas con Almu (la llama así de manera cariñosa). ¿No hay problema, verdad?. -pregunto a Almudena.


-No tranquila, ya cuido yo de él.


Se despidió y salió por la puerta montando en un taxi. Desde esa noche ya no volví a dormir más en mi cama. Los días siguientes los pasamos tomando el sol y follando, follando en todas partes, la ducha, la piscina, la playa y por supuesto en la cama.


Era sábado y solo me quedaba este fin de semana de vacaciones. Almudena llegó de hacer deporte, empapada de sudor se dirigía a la ducha.


-¿Ya estás despierto?. Ven que tengo una sorpresa para ti.


Le quité la ropa menos los calcetines, se puso de rodillas y me la empezó a chupar mirando fijamente a mis ojos. Ninguna mujer con la que había estado antes lo hacía como ella, era de suponer que muchos hombres habían pasado por ella. No tenía prisa y combinaba su boca con la mano, algo que me volvía loco era cuando absorbía mis huevos mientras me pajeaba o cuando se la metía hasta la campanilla dejando un rastro de babas. Después se tumbó en la cama. Ahora era mi turno, levante sus pies y quite los calcetines, olía bastante a sudor pero me daba igual, diría que me excitaba más.


-Esta es tu sorpresa, quiero que los lamas y los dejes bien limpios. -ordenó.


La verdad que era algo nuevo para mi, el sabor era amargo pero no desagradable. Me metía en la boca los dedos y les daba pequeños mordiscos, ella me acompañaba estirando sus pezones. En un alarde de agilidad, junto sus pies y los junto por detrás se su cabeza dejando totalmente expuesto su sexo. Por primera vez podía ver perfectamente su rosado agujero anal y aproveche la ocasión. Comencé a lamerlo, besarlo e introducir la punta de mi lengua.


-Con cuidado que ése apenas a disfrutado. -indicó Almudena.


Y así lo hice, introduje mi dedo índice hasta la mitad mientras que con la lengua recogía sus fluidos y los iba depositando abajo dejando caer por el dedo. Lo metí entero con relativa facilidad y lo dejé reposar mientras ella suspiraba. Comencé a sacar y meter despacio añadiendo saliva, introduje la punta de mi dedo corazón provocando en ella un gemido de ligero dolor. Cuando su ano se amoldo, metí completamente los dedos mientras ella acariciaba el clítoris con las puntas de sus dedos para aumentar su excitación.


-Ya estoy lista, ¡revientame el culo!.


Saque mis dedos, agarre mi pene y después de frotar por sus labios vaginales apoyé el glande en el orificio ejerciendo presión hasta que entró. Me mantuve unos segundos y con algo de fuerza entró completamente mi polla. Se notaba la estrechez de sus paredes, la presión. Lo sacaba y metía despacio hasta la mitad mientras jugaba con mi pulgar en su vagina.


-¡Follame fuerte, vamos, hazme chillar de placer!.


Sus palabras eran órdenes para mí, agarré sus caderas y comencé a meterla y sacarla con todas mis fuerzas y rapidez que podía. Ella por su parte se acariciaba y metía los dedos, los chupaba saboreando sus jugos y volvía a introducirlos, los gemidos iban en aumento a partes iguales hasta que se puso a gritar y convulsionar como una loca acompañado de una lluvia que pensaba que se estaba meando, nunca había vivido nada igual, estaba empapado completamente y apunto de correrme, la saque y se la introduje en la boca, dos chupadas fueron suficientes para descargar cinco chorros en su garganta hasta el punto de provocar una arcada en ella.


El resto del día lo pasamos en la cala y por la noche salimos a pasear. De vuelta, atravesando un puente me volvió a demostrar su agilidad e imaginación. Vestida con un vestido por encima de las rodillas y medias, se subió a la barandilla de piedra y se abrió completamente de piernas.


-Ven. -me dijo acompañando su palabra del gesto con el dedo.


-Me vas a follar aquí mismo. -susurro en mi oído sobando mi paquete.


-¡Estás loca!. Puede aparecer alguien en cualquier momento. -respondí.


-Ahí radica el morbo, además con la ropa no se vería nada.


Cuando me quise dar cuenta, había bajado mi bragueta y estaba poniendo a punto mi polla. Baje mi mano con intención de apartar sus bragas...


-¡No llevas nada!, que guarra estás hecha.


-Y como te gusta cabrón. ¡Follame!


Se la metí de golpe y ella gritó.


-¡Joder que bueno!. -exclamó en mi oído.


Agarre la valla con fuerza y me la folle ahí mismo como si no hubiera un mañana, incluso en alguna ocasión noté como mis huevos rozaron con la barandilla. De repente apareció una mujer de unos sesenta años paseando un perro, me iba a quitar pero ella lo impidió, agarro mi cintura pegando nuestros cuerpos todo lo posible.


-Ni te muevas, quédate así que estás muy bien. -dijo Almudena.


Yo por mi parte me moría de vergüenza, no quería ni mirar y me dediqué a besar sus labios hasta que pasó de largo la señora.


-¿Te gusta que te miren?. -pregunté.


-Sí, me excita que me puedan pillar, que me vean mientras lo hago.


-Pues vamos a subir la apuesta. -añadí.


La baje de la barandilla, obligue que se diera la vuelta y apoyará en ella dejando su culo en pompa. Mire a un lado y a otro, no vi a nadie, subí su vestido hasta la espalda dejando la parte inferior de su cuerpo completamente desnudo a la vista y la metí de golpe. Mis embestidas hacían que su cabeza saliera fuera de la barandilla, agarre su vestido aprovechando que no tenía mangas y se lo baje, desabroche el sujetador cayendo este al suelo por efecto de la gravedad y sus pechos quedaron colgando.


-¿Que haces?, ¡se me ve todo!


-¿No querías morbo?


-Menudo cabron estás hecho, vamos revientame y acaba.


Y así fue, cuando la saque pude comprobar cómo bajaba mi semen por sus piernas, se limpió con un pañuelo y después de vestirse nos fuimos a casa.


El domingo era mi último día, el plan era dar un paseo prontito y después comeremos en el aeropuerto (mi avión salía a las 17h). Nos despertamos y fuimos a la ducha, como os he contado era muy grande con mampara transparente. Me encanta hacerlo ahí cayendo agua y penetrar desde atrás para poder tocar sus pechos mientras muerdo su cuello.


Con los primeros rayos de sol iniciamos el paseo y después de un rato llegamos a un banco. Hablamos de lo bien que lo habíamos pasado, que era bienvenido y podía volver cuando quisiera. Por supuesto, lo acaecido aquí se quedaba entre ella y yo. Ella iba vestida con un jersey largo que hace las veces de vestido y botines negros. Nos estábamos besando, posó su mano en mi pierna, subió para arriba y comenzó a acariciar mi paquete.


-Almudena, puede venir alguien y ahora no es de noche precisamente.


-¿Acaso no te gusto la sensación de que te puedan pillar?


-Me encanto pero... es que es de día y van a aparecer los domingueros.


-Calla y disfruta. Será mi regalo de despedida -sentenció.


Se agacho, quito mi cinturón y los botones del pantalón, sacó mi polla y comenzó a chuparla. Yo no podía hacer otra cosa que acariciar su pelo. Se levantó y dijo:


-Ahora viene el regalo, quédate quieto.


Me dio la espalda y se quitó el tanga, se acercó y colocó una pierna en cada apoyabrazos abriéndose completamente y dejando todos sus agujeros a mi alcance.


-Abre el bolso, coge el lubricante y ponlo en mi culo y en tu polla. -ordenó.


Cogí una buena cantidad, primero me la eche en mi polla y luego le di en su culo metiendo un dedo. Apoyó una mano en mi pecho y con la otra dirigió mi miembro a su agujero, apoyo y se la insertó de golpe. Es increíble la fuerza que tenía en sus piernas para mantener esa posición y además subir y bajar, yo la ayudaba agarrando su cintura. Salía y entraba completamente, la avise de que me iba a correr, se bajó y me la chupo tragándose todo.


-Ahora no me puedes dejar sucia que vamos al aeropuerto.


De camino, en el coche me confesé con ella.


-Almudena, quiero que sepas que han sido las mejores vacaciones de mi vida. Me lo he pasado genial y el sexo ha sido increíble. También me gustaría decirte que os vi a mi madre y a ti en la playa, el día que luego ella se fue.


-Sergio, para mí también han sido dos semanas muy bonitas y me lo he pasado genial. En cuanto a lo de tu madre... si conmigo te ha parecido increíble... de tu mano queda averiguar hasta dónde eres capaz de soportar y querer saber.


Comimos y nos despedimos. Yo sabía que algún día volvería a saber de ella, espero que más pronto que tarde. Llegué a Madrid y estaba esperando a mi madre en el aeropuerto. Nos dimos dos besos y aproveche para tocar su culo sin ningún reparo. Estaba dispuesto a saber más de ella, otra cosa es que sea capaz de soportarlo.
 
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