Arena y sal

3

###38150###

Invitado
Hola a todos/as.
Publico una historia que escribí hace tiempo. Me encanta escribir, y de hecho he autopublicado un libro erótico enfocado al público femenino. Esta historia forma parte de él. Me gustaría saber si os gusta, y además si gusta a público masculino también, aunque (espero que no os importe), me gustaría saber si sobre todo pone a las chicas.
Todas las historias que escribo surgen de una conversación con amigas acerca de cosas que les han pasado o fantasías que tienen, y mi imaginación hace el resto. Mi objetivo es que lean el libro con sólo una mano, y que anime su vida sexual. Espero vuestras opiniones. Tengo historias para todos los gustos, sobre todo femeninos, creo. Ahí va:


Arena y sal


-¿Te vas a tomar un café a esta hora? Si lo hago yo, no duermo hasta las tres de la madrugada.

-Bueno, es que me apetece. Aunque quizás tengas razón. ¡Perdona! ¿Te importa cambiarme el café por una caña? -se dirigió al camarero.

Rosa y Ana se ven poco, pero es lo normal con esta vida de locos. Da igual el tiempo que pasen sin verse: comienzan a hablar como si vivieran juntas, retomando una conversación de un rato antes. Eso es lo que dicen que distingue a las verdaderas amistades. A las dos les vienen bien estos momentos de complicidad. Sin parejas. Sin niños. Sin compañía hipócrita. Solo ellas dos.

-Mira ese. Mira sus brazos. Ese tiene que empotrarte en la lavadora -las dos se partieron de risa.

-Pues el tío está buenísimo. No me importaría añadirlo a la decoración de mi habitación (risas)

-Ana, lo mismo deberías preguntar a tu marido si le parece bien (risas)

-Seguro que sí. ¿A qué tío no le pone un trío? (más risas)

-Eso es verdad. Todos son iguales. Cuando se ponen cerdos, siempre te piden lo mismo. Que si lo hacemos en un probador, que si nos vamos a una playa nudista, que si grabamos un vídeo, que si por detrás... Todos piden lo mismo. Yo creo que es lo que ven en las porno. Todos mis novios eran iguales.

-Ya, es verdad. Pero una cosa es lo que dices en un calentón y otra lo que haces de verdad.

-Ya te digo. A ellos les gusta decir cosas cerdas y a nosotras pensarlas (risas)

-Tía, como nos escuche el camarero va a flipar. Córtate un poco.

-(Risas) Es verdad, Vámonos a la terraza.

Las dos cogieron sus bebidas y le hicieron un gesto al camarero.

-Aquí se está muy bien al solecito.

-Exacto. Eso sí; no vemos al camarero. Oye, pídele otra cerveza y así le vemos el culo (risas)

Esos momentos son los que necesitaban exactamente. Hablar como cuando tenían 18 años, sin tapujos ni preocupaciones. Diciendo barbaridad tras barbaridad partiéndose de risa. Aunque, en realidad, no se contaban sus intimidades. Como mucho, tal o cual tío me hace feliz en la cama, pero sin entrar en detalles. Era curiosa su timidez hablando de sus parejas, teniendo en cuenta que se contaban todos los pequeños detalles de sus vidas. Pero, después de veinte años de amistad, eso cambió un minuto después.

-Pues, a veces, eso que se dice, puede llegar a hacerse -dijo Rosa

-¿A qué te refieres? -exclamó sorprendida su amiga.

Rosa se ruborizó un poco. Era casi imposible notarlo, pero si se le notaba cierto atropello al hablar.

-Bueno, tonterías, pero una vez hicimos realidad una de sus fantasías...

- Uy Uy Uy, ¡eso tienes que contarlo! ¡Suena interesante!

-Jajaja, no, es algo personal. Te dejo con tu imaginación, jajajaja.

-¡Y una mierda! ¡Eso me lo cuentas ahora mismo! Necesito escuchar algo interesante de verdad (risas).

-Lo acabo de decir y ya estoy arrepentida.

-Venga, no te hagas de rogar.

-En serio.

-Yo también hablo en serio.

-Bueno, creo que me voy a pedir un cubata. Lo voy a necesitar (risas). Pero me invitas tú.

-Eso está hecho. ¡Pero empieza ya!

-Tú lo has querido. ¿Lo quieres por encima o con detalles?

-¡Con MUCHOS detalles! (risas)

-Bueno, pues allá voy -carraspeó un poco aclarándose la voz - Hace un par de veranos estuvimos en Gran Canaria, como sabes. Nos fuimos a desconectar. Hotelito cerca de la playa, comida, bebida y playa. Nada de visitas culturales, nada de coche. Nos llevábamos la comida en una neverita y todo el día en la playa. Genial. Pero, al tercer día todo era muy rutinario, así que nos dábamos grandes paseos, para endurecer el culo (risas). Bueno, pues un día, después de caminar media hora, llegamos a una zona de dunas. No había viviendas cerca, y la playa era rocosa, así que no había nadie. O eso creíamos. Entonces le dije a Marcos: “Voy a hacer pipí. Espera que voy detrás de ese matorral”. Subí la pequeña duna, me bajé el bañador y oriné. Me puse de pie y estaba a punto de regresar cuando escuché un gemido, como de un gato. Ya sabes como soy con los gatos. Pensé que quizás habría uno abandonado. Pero lo que vi detrás de esa duna no eran gatos...

-¡Ostia! ¿Qué coño había? ¡Qué susto, cuenta!

-¿Con detalles? -dijo Rosa.

-Joder, ¡QUE SÍ! -gritó Ana.

-Vale, sigo. Pues cuando me asomo detrás de la duna, prepárate, veo a una chica rubia haciéndole una mamada a un tío, mientras dos o tres tíos más se estaban masturbando. Tenían pinta de alemanes. Ellos no me vieron. La escena era de película porno, Ana, te lo juro. Me quedé de piedra. No podía irme, estaba como hipnotizada. Y, después...

-¿Qué pasó?- dijo Ana.

-Es que me da vergüenza contarlo...

-Venga, joder, ¡no pares ahora!

-Bueno, la escena era muy fuerte. La tía le estaba haciendo la mamada a uno -yo creo que era su pareja- y parecía que no hacía caso a los otros tíos. Pero entonces uno se acercó y empezó a acariciarle un pezón. Muy suave, mientras, se tocaba. Y no lo pude evitar: yo empecé también...

-¿Cómo? ¿Te uniste a ellos? ¡No me lo creo! -exclamó Ana.

-Jajaja, ¡que va! ¿Estás loca? Quiero decir que me puse caliente. Bueno, muy cachonda. Bueno, cachondísima...

Rosa paró. No podía creer que estuviera contando esto. Y Ana no podía creer lo que estaba escuchando. Nunca habían hablado de temas sexuales de esta forma. Es como si estuviera escuchando un relato erótico de boca de una desconocida. Pero lo que no podía negar era que le gustaba escucharlo. Sus bragas lo delataban. Y Rosa supo que ya no podía parar. Ella misma quería recordar aquel momento.

-Bueno, me puse tan caliente que empecé a tocarme. Me retiré el bañador y empecé a masturbarme. Mira, me noto que me estoy poniendo colorada y todo (risas). La escena se tornó más y más porno. La chica le chupaba tan fuerte que el tío le dijo algo en alemán y se corrió en sus tetas, mientras el otro le estaba comiendo el coño. Y varios tíos alrededor mirando. Entonces, de repente, me acordé de Marcos...

-¡Es verdad, Marcos estaba en la playa esperando que mearas! -las dos se partieron de risa.

-Bueno, pues entonces regresé a la orilla. Pensé que había pasado mucho tiempo, pero no era así. Cuando llegué, Marcos estaba en el agua, y le dije que me había retrasado porque había estado acariciando un gato abandonado (risas)

-¿Pero, no le dijiste nada? ¿No se lo contaste? ¡No me lo creo!

-No, no se lo conté. Bueno, en ese momento...

-Ostia, ¿después sí?

-Espera, que te estás emocionando (risas). La verdad es que me quedé en shock, y casi no hablé en el camino de vuelta. Subimos a la habitación, nos duchamos y nos fuimos a cenar. Le pedí a Marcos que cogiéramos una mesa apartada...

-¡Ahhhh, y entonces se lo contaste, bruja!

-Noooo, impaciente, esperé a terminar la cena. Y le dije:

-¿No te extrañaste que tardara tanto detrás de las dunas? Y él me dijo: ¿Tanto tardaste? No me di cuenta. ¿Por lo del gato, dices?

-Marcos, no había ningún gato -Ana escuchaba con los ojos abiertos de par en par.

-Le conté todo, con detalles. Usando palabras que yo no suelo usar. Muy sucias. Y, ¡si pudieras haber visto a Marcos!

-¿Ostia, ¿cómo se lo tomó?

-Pues muy sencillo. Cogiéndome la mano y subiéndome a toda prisa a la habitación. ¡Vaya polvazo! Hacía tiempo que no lo hacíamos tan animal. Fue brutal. !Y genial!

-No me lo puedo creer. ¿Se lo tomó tan bien? No sé, podría haberse enfadado.

-¿Enfadado? ¿Por qué?

-No sé, estuviste allí sin él. En cierta forma es como si se la hubieras pegado (risas)

-Pues no. No se enfadó. De hecho, al día siguiente, al levantarnos, me dijo: “Hoy cambiamos de playa”.

-Jajajajaja, no me lo puedo creer. ¿Fuisteis a las dunas?

-Cuando estábamos desayunando en la cafetería, Marcos me dijo que estaba un poco enfadado por lo que le conté. Yo me sorprendí, y él me dijo que el enfado se le pasaría pronto: “Solo tienes que hacer lo que yo te diga. Hoy al menos”. Tía, ¡aquello sonó MUY Grey! Era una mezcla de miedo y sensualidad. Le pregunté que qué quería decir con aquello y me dijo que me lo contaría en el paseo. Y así fue. Y aquí empieza la verdadera historia...



Mientras caminábamos me dijo que nunca lo habíamos hecho en la playa, y que le apetecía mucho. Y que, además, nadie nos podía reconocer, con lo que no teníamos que cortarnos nada. Y me dijo:

-Quiero follarte en la arena, entre las dunas, y si alguien nos ve, mejor. Y si alguien quiere participar, no puedes decir que no. Hoy mando yo. Me lo debes.

Me quedé sin saber cómo reaccionar. Una cosa es tener una fantasía y otra llevarla a la práctica. Pero me dejé llevar. Lo que no sabía es que ese día se iba a convertir en uno de los más eróticos de mi vida.

Llegamos a las dunas, y no había nadie. Bajonazo. Entonces Marcos me dijo que no importaba. Y que me quedara completamente desnuda. Él se quitó el bañador y me dijo que me acercara. No pusimos ni la toalla. Empezó a besarme y a chuparme suavemente los pezones, como él sabe hacer. Primero sólo la punta, y después en movimientos circulares. Eso me pone muuuuy burra. Y después me metió un dedo en la boca para lubricarlo y empezó a acariciarme el clítoris. Siempre empieza muy suave, y me encanta. Siempre me corro así y después follamos. Pero hoy, además, se trajo la crema lubricante. Y, además de masajearme el clítoris, me introdujo suavemente la punta del dedo en el culo. Di un respingo, porque era la primera vez que hacía eso a la vez, pero me relajé y la verdad, tía, me encantó. Solo imaginar la escena que vi el día anterior y pensar que me iban a follar allí mismo me puso a cien. Me corrí como nunca. Pero lo mejor estaba por llegar. Marcos se tumbó y empecé a chuparle la polla. Despacito, como le gusta, alternando la boca y la mano, haciéndole una paja. Eso le vuelve loco. Bueno, eso y correrse en mi cara, pero eso es otra historia.

Ana no se podía creer lo que estaba escuchando. Esa no era su amiga Rosa. Pero las bragas las tenía completamente empapadas.

-Bueno, pues estaba a punto de correrse y le dije que no, que quería follar. Y, entonces, notamos un arbusto moverse... Detrás salió un hombre de mediana edad, totalmente desnudo. Nos vio pero no nos dijo nada. Simplemente se quedó a una distancia prudencial, acariciándose la polla. Y después llegó otro. Tampoco estaba mal. Pero lo mejor estaba por llegar. Justo detrás de nosotros había un chico negro. Joven y delgado, pero de fuertes espaldas. Musculoso pero fibroso. Tenía una polla enorme, pero no estaba empalmado. Imaginé cómo sería en erección, y me puse todavía más cachonda. Lo bueno es que Marcos tenía los ojos cerrados y no se había enterado de nada, pero abrió los ojos y se encontró el panorama... Me miró y no vi sorpresa. Vi otra cosa. Nunca lo he visto así. Me dijo: “tú decides”. Me quedé atónita. No sabía que hacer. Y le dije: “Lo único que sé es que no he estado tan cachonda en mi vida”. Y me dijo: “ya has respondido”.

-Le hizo un gesto al chico negro para que se acercara, y así lo hizo. Se puso a mi lado y me acarició las tetas. Yo le cogí la polla y empecé a masturbarle, y aquello empezó a crecer. Entonces Marcos le explicó por señas al chico que se tumbara. Marcos me susurró al oído que se la mamara al chico. Me puse a cuatro patas y lo hice, y entonces Marcos me empezó a chupar el coño por detrás, el culo y a dilatármelo con la crema lubricante: metía su dedo índice cada vez más. Nunca me había hecho esto, y la verdad, me gustó. Entonces no pude más y me subí encima del negrito. La tenía dura como una piedra, y era tan grande que no entraba completamente, así que la saqué y le eché crema lubricante. Esa fue la solución. La sensación de esa inmensa polla negra follándome al aire libre en la playa, con mi marido tocándome y varios hombres mirando y masturbándose me hizo sentir muy deseada, y muy caliente.

-Empecé a cabalgar su polla y a gritar. No eran gemidos, pero el grito de verdad vino cuando Marcos me metió la polla por detrás. La sensación fue indescriptible. Primero sorpresa; no me lo esperaba, pero después fue como sentir que estaba en otro cuerpo, y que veía la situación desde arriba. Las dos pollas se turnaban en entrar y salir, mientras yo gritaba y gritaba de placer. Uno de los hombres que nos veían se corrió, y otro se acercó. Le cogí la polla y empecé a chupársela. Nunca me había sentido tan cerda, y me gustaba. Otro se acercó también y empecé a masturbarle. Me turnaba con los dos. Boca y manos. No daba abasto. Y me encantaba. Uno de ellos me hizo un gesto, se sacó la polla de la boca y se corrió en mi cuerpo. Marcos, al verlo, se corrió en mi culo con unas tremendas embestidas. El dolor y el placer unidos fueron sublimes. Nunca había disfrutado tanto de un polvo. El otro hombre dio un grito y el orgasmo le hizo temblar. Entonces el chico negro no pudo más y las embestidas finales fueron brutales. Fue el orgasmo más intenso de mi vida. Me levanté como pude y me fui a la playa. Se deslizaba por mi cuerpo el resultado de tanta lujuria. Me bañé. Me encantó sentir el agua fresca. Todo el mundo se fue y me quedé a solas con Marcos. Nos quedamos dormidos, bajo los arbustos.

Su amiga la miró. Sus ojos tenían un brillo especial.

-Rosa, perdóname, tengo que ir al baño. ¿Vienes conmigo?

-Claro.

-Te necesito. No sé si me entiendes.





Pero eso es ya otra historia.
 
Hola a todos/as.
Publico una historia que escribí hace tiempo. Me encanta escribir, y de hecho he autopublicado un libro erótico enfocado al público femenino. Esta historia forma parte de él. Me gustaría saber si os gusta, y además si gusta a público masculino también, aunque (espero que no os importe), me gustaría saber si sobre todo pone a las chicas.
Todas las historias que escribo surgen de una conversación con amigas acerca de cosas que les han pasado o fantasías que tienen, y mi imaginación hace el resto. Mi objetivo es que lean el libro con sólo una mano, y que anime su vida sexual. Espero vuestras opiniones. Tengo historias para todos los gustos, sobre todo femeninos, creo. Ahí va:


Arena y sal


-¿Te vas a tomar un café a esta hora? Si lo hago yo, no duermo hasta las tres de la madrugada.

-Bueno, es que me apetece. Aunque quizás tengas razón. ¡Perdona! ¿Te importa cambiarme el café por una caña? -se dirigió al camarero.

Rosa y Ana se ven poco, pero es lo normal con esta vida de locos. Da igual el tiempo que pasen sin verse: comienzan a hablar como si vivieran juntas, retomando una conversación de un rato antes. Eso es lo que dicen que distingue a las verdaderas amistades. A las dos les vienen bien estos momentos de complicidad. Sin parejas. Sin niños. Sin compañía hipócrita. Solo ellas dos.

-Mira ese. Mira sus brazos. Ese tiene que empotrarte en la lavadora -las dos se partieron de risa.

-Pues el tío está buenísimo. No me importaría añadirlo a la decoración de mi habitación (risas)

-Ana, lo mismo deberías preguntar a tu marido si le parece bien (risas)

-Seguro que sí. ¿A qué tío no le pone un trío? (más risas)

-Eso es verdad. Todos son iguales. Cuando se ponen cerdos, siempre te piden lo mismo. Que si lo hacemos en un probador, que si nos vamos a una playa nudista, que si grabamos un vídeo, que si por detrás... Todos piden lo mismo. Yo creo que es lo que ven en las porno. Todos mis novios eran iguales.

-Ya, es verdad. Pero una cosa es lo que dices en un calentón y otra lo que haces de verdad.

-Ya te digo. A ellos les gusta decir cosas cerdas y a nosotras pensarlas (risas)

-Tía, como nos escuche el camarero va a flipar. Córtate un poco.

-(Risas) Es verdad, Vámonos a la terraza.

Las dos cogieron sus bebidas y le hicieron un gesto al camarero.

-Aquí se está muy bien al solecito.

-Exacto. Eso sí; no vemos al camarero. Oye, pídele otra cerveza y así le vemos el culo (risas)

Esos momentos son los que necesitaban exactamente. Hablar como cuando tenían 18 años, sin tapujos ni preocupaciones. Diciendo barbaridad tras barbaridad partiéndose de risa. Aunque, en realidad, no se contaban sus intimidades. Como mucho, tal o cual tío me hace feliz en la cama, pero sin entrar en detalles. Era curiosa su timidez hablando de sus parejas, teniendo en cuenta que se contaban todos los pequeños detalles de sus vidas. Pero, después de veinte años de amistad, eso cambió un minuto después.

-Pues, a veces, eso que se dice, puede llegar a hacerse -dijo Rosa

-¿A qué te refieres? -exclamó sorprendida su amiga.

Rosa se ruborizó un poco. Era casi imposible notarlo, pero si se le notaba cierto atropello al hablar.

-Bueno, tonterías, pero una vez hicimos realidad una de sus fantasías...

- Uy Uy Uy, ¡eso tienes que contarlo! ¡Suena interesante!

-Jajaja, no, es algo personal. Te dejo con tu imaginación, jajajaja.

-¡Y una mierda! ¡Eso me lo cuentas ahora mismo! Necesito escuchar algo interesante de verdad (risas).

-Lo acabo de decir y ya estoy arrepentida.

-Venga, no te hagas de rogar.

-En serio.

-Yo también hablo en serio.

-Bueno, creo que me voy a pedir un cubata. Lo voy a necesitar (risas). Pero me invitas tú.

-Eso está hecho. ¡Pero empieza ya!

-Tú lo has querido. ¿Lo quieres por encima o con detalles?

-¡Con MUCHOS detalles! (risas)

-Bueno, pues allá voy -carraspeó un poco aclarándose la voz - Hace un par de veranos estuvimos en Gran Canaria, como sabes. Nos fuimos a desconectar. Hotelito cerca de la playa, comida, bebida y playa. Nada de visitas culturales, nada de coche. Nos llevábamos la comida en una neverita y todo el día en la playa. Genial. Pero, al tercer día todo era muy rutinario, así que nos dábamos grandes paseos, para endurecer el culo (risas). Bueno, pues un día, después de caminar media hora, llegamos a una zona de dunas. No había viviendas cerca, y la playa era rocosa, así que no había nadie. O eso creíamos. Entonces le dije a Marcos: “Voy a hacer pipí. Espera que voy detrás de ese matorral”. Subí la pequeña duna, me bajé el bañador y oriné. Me puse de pie y estaba a punto de regresar cuando escuché un gemido, como de un gato. Ya sabes como soy con los gatos. Pensé que quizás habría uno abandonado. Pero lo que vi detrás de esa duna no eran gatos...

-¡Ostia! ¿Qué coño había? ¡Qué susto, cuenta!

-¿Con detalles? -dijo Rosa.

-Joder, ¡QUE SÍ! -gritó Ana.

-Vale, sigo. Pues cuando me asomo detrás de la duna, prepárate, veo a una chica rubia haciéndole una mamada a un tío, mientras dos o tres tíos más se estaban masturbando. Tenían pinta de alemanes. Ellos no me vieron. La escena era de película porno, Ana, te lo juro. Me quedé de piedra. No podía irme, estaba como hipnotizada. Y, después...

-¿Qué pasó?- dijo Ana.

-Es que me da vergüenza contarlo...

-Venga, joder, ¡no pares ahora!

-Bueno, la escena era muy fuerte. La tía le estaba haciendo la mamada a uno -yo creo que era su pareja- y parecía que no hacía caso a los otros tíos. Pero entonces uno se acercó y empezó a acariciarle un pezón. Muy suave, mientras, se tocaba. Y no lo pude evitar: yo empecé también...

-¿Cómo? ¿Te uniste a ellos? ¡No me lo creo! -exclamó Ana.

-Jajaja, ¡que va! ¿Estás loca? Quiero decir que me puse caliente. Bueno, muy cachonda. Bueno, cachondísima...

Rosa paró. No podía creer que estuviera contando esto. Y Ana no podía creer lo que estaba escuchando. Nunca habían hablado de temas sexuales de esta forma. Es como si estuviera escuchando un relato erótico de boca de una desconocida. Pero lo que no podía negar era que le gustaba escucharlo. Sus bragas lo delataban. Y Rosa supo que ya no podía parar. Ella misma quería recordar aquel momento.

-Bueno, me puse tan caliente que empecé a tocarme. Me retiré el bañador y empecé a masturbarme. Mira, me noto que me estoy poniendo colorada y todo (risas). La escena se tornó más y más porno. La chica le chupaba tan fuerte que el tío le dijo algo en alemán y se corrió en sus tetas, mientras el otro le estaba comiendo el coño. Y varios tíos alrededor mirando. Entonces, de repente, me acordé de Marcos...

-¡Es verdad, Marcos estaba en la playa esperando que mearas! -las dos se partieron de risa.

-Bueno, pues entonces regresé a la orilla. Pensé que había pasado mucho tiempo, pero no era así. Cuando llegué, Marcos estaba en el agua, y le dije que me había retrasado porque había estado acariciando un gato abandonado (risas)

-¿Pero, no le dijiste nada? ¿No se lo contaste? ¡No me lo creo!

-No, no se lo conté. Bueno, en ese momento...

-Ostia, ¿después sí?

-Espera, que te estás emocionando (risas). La verdad es que me quedé en shock, y casi no hablé en el camino de vuelta. Subimos a la habitación, nos duchamos y nos fuimos a cenar. Le pedí a Marcos que cogiéramos una mesa apartada...

-¡Ahhhh, y entonces se lo contaste, bruja!

-Noooo, impaciente, esperé a terminar la cena. Y le dije:

-¿No te extrañaste que tardara tanto detrás de las dunas? Y él me dijo: ¿Tanto tardaste? No me di cuenta. ¿Por lo del gato, dices?

-Marcos, no había ningún gato -Ana escuchaba con los ojos abiertos de par en par.

-Le conté todo, con detalles. Usando palabras que yo no suelo usar. Muy sucias. Y, ¡si pudieras haber visto a Marcos!

-¿Ostia, ¿cómo se lo tomó?

-Pues muy sencillo. Cogiéndome la mano y subiéndome a toda prisa a la habitación. ¡Vaya polvazo! Hacía tiempo que no lo hacíamos tan animal. Fue brutal. !Y genial!

-No me lo puedo creer. ¿Se lo tomó tan bien? No sé, podría haberse enfadado.

-¿Enfadado? ¿Por qué?

-No sé, estuviste allí sin él. En cierta forma es como si se la hubieras pegado (risas)

-Pues no. No se enfadó. De hecho, al día siguiente, al levantarnos, me dijo: “Hoy cambiamos de playa”.

-Jajajajaja, no me lo puedo creer. ¿Fuisteis a las dunas?

-Cuando estábamos desayunando en la cafetería, Marcos me dijo que estaba un poco enfadado por lo que le conté. Yo me sorprendí, y él me dijo que el enfado se le pasaría pronto: “Solo tienes que hacer lo que yo te diga. Hoy al menos”. Tía, ¡aquello sonó MUY Grey! Era una mezcla de miedo y sensualidad. Le pregunté que qué quería decir con aquello y me dijo que me lo contaría en el paseo. Y así fue. Y aquí empieza la verdadera historia...



Mientras caminábamos me dijo que nunca lo habíamos hecho en la playa, y que le apetecía mucho. Y que, además, nadie nos podía reconocer, con lo que no teníamos que cortarnos nada. Y me dijo:

-Quiero follarte en la arena, entre las dunas, y si alguien nos ve, mejor. Y si alguien quiere participar, no puedes decir que no. Hoy mando yo. Me lo debes.

Me quedé sin saber cómo reaccionar. Una cosa es tener una fantasía y otra llevarla a la práctica. Pero me dejé llevar. Lo que no sabía es que ese día se iba a convertir en uno de los más eróticos de mi vida.

Llegamos a las dunas, y no había nadie. Bajonazo. Entonces Marcos me dijo que no importaba. Y que me quedara completamente desnuda. Él se quitó el bañador y me dijo que me acercara. No pusimos ni la toalla. Empezó a besarme y a chuparme suavemente los pezones, como él sabe hacer. Primero sólo la punta, y después en movimientos circulares. Eso me pone muuuuy burra. Y después me metió un dedo en la boca para lubricarlo y empezó a acariciarme el clítoris. Siempre empieza muy suave, y me encanta. Siempre me corro así y después follamos. Pero hoy, además, se trajo la crema lubricante. Y, además de masajearme el clítoris, me introdujo suavemente la punta del dedo en el culo. Di un respingo, porque era la primera vez que hacía eso a la vez, pero me relajé y la verdad, tía, me encantó. Solo imaginar la escena que vi el día anterior y pensar que me iban a follar allí mismo me puso a cien. Me corrí como nunca. Pero lo mejor estaba por llegar. Marcos se tumbó y empecé a chuparle la polla. Despacito, como le gusta, alternando la boca y la mano, haciéndole una paja. Eso le vuelve loco. Bueno, eso y correrse en mi cara, pero eso es otra historia.

Ana no se podía creer lo que estaba escuchando. Esa no era su amiga Rosa. Pero las bragas las tenía completamente empapadas.

-Bueno, pues estaba a punto de correrse y le dije que no, que quería follar. Y, entonces, notamos un arbusto moverse... Detrás salió un hombre de mediana edad, totalmente desnudo. Nos vio pero no nos dijo nada. Simplemente se quedó a una distancia prudencial, acariciándose la polla. Y después llegó otro. Tampoco estaba mal. Pero lo mejor estaba por llegar. Justo detrás de nosotros había un chico negro. Joven y delgado, pero de fuertes espaldas. Musculoso pero fibroso. Tenía una polla enorme, pero no estaba empalmado. Imaginé cómo sería en erección, y me puse todavía más cachonda. Lo bueno es que Marcos tenía los ojos cerrados y no se había enterado de nada, pero abrió los ojos y se encontró el panorama... Me miró y no vi sorpresa. Vi otra cosa. Nunca lo he visto así. Me dijo: “tú decides”. Me quedé atónita. No sabía que hacer. Y le dije: “Lo único que sé es que no he estado tan cachonda en mi vida”. Y me dijo: “ya has respondido”.

-Le hizo un gesto al chico negro para que se acercara, y así lo hizo. Se puso a mi lado y me acarició las tetas. Yo le cogí la polla y empecé a masturbarle, y aquello empezó a crecer. Entonces Marcos le explicó por señas al chico que se tumbara. Marcos me susurró al oído que se la mamara al chico. Me puse a cuatro patas y lo hice, y entonces Marcos me empezó a chupar el coño por detrás, el culo y a dilatármelo con la crema lubricante: metía su dedo índice cada vez más. Nunca me había hecho esto, y la verdad, me gustó. Entonces no pude más y me subí encima del negrito. La tenía dura como una piedra, y era tan grande que no entraba completamente, así que la saqué y le eché crema lubricante. Esa fue la solución. La sensación de esa inmensa polla negra follándome al aire libre en la playa, con mi marido tocándome y varios hombres mirando y masturbándose me hizo sentir muy deseada, y muy caliente.

-Empecé a cabalgar su polla y a gritar. No eran gemidos, pero el grito de verdad vino cuando Marcos me metió la polla por detrás. La sensación fue indescriptible. Primero sorpresa; no me lo esperaba, pero después fue como sentir que estaba en otro cuerpo, y que veía la situación desde arriba. Las dos pollas se turnaban en entrar y salir, mientras yo gritaba y gritaba de placer. Uno de los hombres que nos veían se corrió, y otro se acercó. Le cogí la polla y empecé a chupársela. Nunca me había sentido tan cerda, y me gustaba. Otro se acercó también y empecé a masturbarle. Me turnaba con los dos. Boca y manos. No daba abasto. Y me encantaba. Uno de ellos me hizo un gesto, se sacó la polla de la boca y se corrió en mi cuerpo. Marcos, al verlo, se corrió en mi culo con unas tremendas embestidas. El dolor y el placer unidos fueron sublimes. Nunca había disfrutado tanto de un polvo. El otro hombre dio un grito y el orgasmo le hizo temblar. Entonces el chico negro no pudo más y las embestidas finales fueron brutales. Fue el orgasmo más intenso de mi vida. Me levanté como pude y me fui a la playa. Se deslizaba por mi cuerpo el resultado de tanta lujuria. Me bañé. Me encantó sentir el agua fresca. Todo el mundo se fue y me quedé a solas con Marcos. Nos quedamos dormidos, bajo los arbustos.

Su amiga la miró. Sus ojos tenían un brillo especial.

-Rosa, perdóname, tengo que ir al baño. ¿Vienes conmigo?

-Claro.

-Te necesito. No sé si me entiendes.





Pero eso es ya otra historia.
Hola, buenas noches.

Me ha gustado bastante. Se me hace un poco raro como la gente se "abre" a nuevas experiencias tan de golpe, pero el relato está muy bien.

Saludos y gracias

Hotam
 
Hola, buenas noches.

Me ha gustado bastante. Se me hace un poco raro como la gente se "abre" a nuevas experiencias tan de golpe, pero el relato está muy bien.

Saludos y gracias

Hotam
Tienes razón, pero si esta historia fuera un libro, iría todo mucho más lento. Pero hoy la gente, con el tiempo que tiene, prefiere leer historias cortas. Por eso todo se precipita tan rápido.
 
Tienes razón, pero si esta historia fuera un libro, iría todo mucho más lento. Pero hoy la gente, con el tiempo que tiene, prefiere leer historias cortas. Por eso todo se precipita tan rápido.
Hola, buenas tardes.

Toda la razón.

Saludos.

Hotam
 
Atrás
Top Abajo