Capítulo uno.
Lo primero presentarnos, yo me llamo Toni y mi mujer Elsa, un matrimonio de 39 años yo y ella 34. Mi mujer y yo llevamos 7 años casados y toda la vida de novios. Como en todas las parejas que llevan mucho tiempo juntas caemos en la monotonía, pero no siempre ha sido así y a veces le ponemos algo de picante. Ella es una mujer muy guapa, con unos preciosos ojos verdes y una bonita sonrisa, 1.65 de estatura y siempre ha tenido muy buen cuerpo, con unas caderas anchas y un culo de esos que se contonean de lado a lado al andar. Su pecho es pequeño y natural. Es de esas mujeres que aunque sean discretas en su forma de ser y de vestir, llaman la atención.
Que por qué me atrae la idea de ver a otro hombre teniendo sexo con ella? Muy fácil: por su culpa. Comentarios y hechos ante los que a otras personas les despertarían celos, en mí despiertan excitación y morbo. Algunos sutiles, como observar que otros hombres le dirigen la mirada en sitios como en la playa... y no les culpo, ya que mi mujer acostumbra a hacer topless y usar tanga, dejando a la vista de todos su espectacular cuerpo. También ver como a ella a veces le traiciona el subconsciente y se muerde los labios mientras mira a otro hombre.
Ya siendo novios, en una ocasión, me comentó que estando sentada en el tren se sentó un chico delante de ella, en pantalón corto y con unas buenas piernas. Pues me confesó que no pudo evitar fantasear durante el trayecto que este chico le ponía a 4 patas y que ella miraba sus musculadas piernas alejarse y acercarse entre las suyas, mientras la embestía. Otra de sus confesiones fue que yendo en el coche a la Universidad, en esa época quedaban entre otros dos chicos y ella para turnarse un día el coche cada uno, resulta que cuando ella viajaba detrás y veía los ojos de uno de ellos por el retrovisor, que debían de ser azules iba excitada todo el camino.
La gota que colmó el vaso de mi excitación y curiosidad fue un día que salió de fiesta con sus amigos. Ella solía salir con un grupo grande de chicas y chicos y a mi entonces novia le gustaba bailar y pasarselo bien, como es natural. Resulta que una noche mientras bailaban, uno de sus amigos se acercó mucho a ella por detrás. Tanto que notó el miembro del chico bien duro rozando su trasero y que al girar la cabeza comprobó como los pantalones de él tenían un bulto que cada vez crecía más. Al preguntar si se apartó de él o si le dijo algo me contestó que no, que siguieron bailando y que incluso él puso sus manos en sus caderas acercando sus cuerpos y que a ella no le molestó. Todo lo contrario, se dejó llevar, disfrutó del momento y le gustó sentir ese miembro bien erecto rozando su trasero. A mi tampoco me molestó, no soy una persona celosa, todo lo contrario. Además que me cuente esas cosas hacía volar mi imaginación. Es más, a partir de ahí le animaba a que cada vez que saliera hiciese lo mismo, que buscara a ese chico y le calentara pero que la cosa no fuera a más y que tuviera que aliviarse el calentón en casa pensando en mi chica.
Asique por aquel entonces empecé los sondeos. Ella ya sabía que me excitaban todos estos comentarios y que fantaseaba con que tenía sexo con otro. Asique le propuse hacer un trío con otro chico, que yo estaba dispuesto y tenía claro que sólo iba a ser sexo, nada más. La respuesta fue no. Pero yo no me rindo tan fácilmente y cada cierto tiempo le volvía a insistir con la misma pregunta( ella tenía 20 años por aquel entonces y yo unos pocos más). La respuesta siempre era la misma : NO. No obstante, un día tanta insistencia dio sus frutos. Me dijo que ella sólo quería tener sexo conmigo, que no le parece mal que tuviese esa fantasía, pero que a ella también le ponía la idea, aunque no iba a pasar de ahí. Una de las cosas que le atraía era ser penetrada a la vez por dos hombres. Yo ahí vi brotes verdes.
Desde entonces, cada vez que teníamos sexo, intentaba picarla. Cuando estaba cerca del orgasmo acercaba un dedo a su boca y ella lo mordía y chupaba. Al hacerlo estando yo detrás, jugaba con mi dedo en la entrada de su ano, introduciéndolo y coincidiendo esto con unos orgasmos muy intensos por su parte. A ella le gustaba que la tumbase y la follase la boca. Yo aprovechaba para masturbarla con mis dedos metiendoselos dentro. Cuando se corría no sacaba mi polla de su boca. Yo al imaginarme en éstas situaciones que mi dedo era el miembro de otro hombre también descargaba irremediablemente. Pero me tenía que conformar con eso. Pasó el tiempo, y un verano se fue de viaje unas semanas.
Lo primero presentarnos, yo me llamo Toni y mi mujer Elsa, un matrimonio de 39 años yo y ella 34. Mi mujer y yo llevamos 7 años casados y toda la vida de novios. Como en todas las parejas que llevan mucho tiempo juntas caemos en la monotonía, pero no siempre ha sido así y a veces le ponemos algo de picante. Ella es una mujer muy guapa, con unos preciosos ojos verdes y una bonita sonrisa, 1.65 de estatura y siempre ha tenido muy buen cuerpo, con unas caderas anchas y un culo de esos que se contonean de lado a lado al andar. Su pecho es pequeño y natural. Es de esas mujeres que aunque sean discretas en su forma de ser y de vestir, llaman la atención.
Que por qué me atrae la idea de ver a otro hombre teniendo sexo con ella? Muy fácil: por su culpa. Comentarios y hechos ante los que a otras personas les despertarían celos, en mí despiertan excitación y morbo. Algunos sutiles, como observar que otros hombres le dirigen la mirada en sitios como en la playa... y no les culpo, ya que mi mujer acostumbra a hacer topless y usar tanga, dejando a la vista de todos su espectacular cuerpo. También ver como a ella a veces le traiciona el subconsciente y se muerde los labios mientras mira a otro hombre.
Ya siendo novios, en una ocasión, me comentó que estando sentada en el tren se sentó un chico delante de ella, en pantalón corto y con unas buenas piernas. Pues me confesó que no pudo evitar fantasear durante el trayecto que este chico le ponía a 4 patas y que ella miraba sus musculadas piernas alejarse y acercarse entre las suyas, mientras la embestía. Otra de sus confesiones fue que yendo en el coche a la Universidad, en esa época quedaban entre otros dos chicos y ella para turnarse un día el coche cada uno, resulta que cuando ella viajaba detrás y veía los ojos de uno de ellos por el retrovisor, que debían de ser azules iba excitada todo el camino.
La gota que colmó el vaso de mi excitación y curiosidad fue un día que salió de fiesta con sus amigos. Ella solía salir con un grupo grande de chicas y chicos y a mi entonces novia le gustaba bailar y pasarselo bien, como es natural. Resulta que una noche mientras bailaban, uno de sus amigos se acercó mucho a ella por detrás. Tanto que notó el miembro del chico bien duro rozando su trasero y que al girar la cabeza comprobó como los pantalones de él tenían un bulto que cada vez crecía más. Al preguntar si se apartó de él o si le dijo algo me contestó que no, que siguieron bailando y que incluso él puso sus manos en sus caderas acercando sus cuerpos y que a ella no le molestó. Todo lo contrario, se dejó llevar, disfrutó del momento y le gustó sentir ese miembro bien erecto rozando su trasero. A mi tampoco me molestó, no soy una persona celosa, todo lo contrario. Además que me cuente esas cosas hacía volar mi imaginación. Es más, a partir de ahí le animaba a que cada vez que saliera hiciese lo mismo, que buscara a ese chico y le calentara pero que la cosa no fuera a más y que tuviera que aliviarse el calentón en casa pensando en mi chica.
Asique por aquel entonces empecé los sondeos. Ella ya sabía que me excitaban todos estos comentarios y que fantaseaba con que tenía sexo con otro. Asique le propuse hacer un trío con otro chico, que yo estaba dispuesto y tenía claro que sólo iba a ser sexo, nada más. La respuesta fue no. Pero yo no me rindo tan fácilmente y cada cierto tiempo le volvía a insistir con la misma pregunta( ella tenía 20 años por aquel entonces y yo unos pocos más). La respuesta siempre era la misma : NO. No obstante, un día tanta insistencia dio sus frutos. Me dijo que ella sólo quería tener sexo conmigo, que no le parece mal que tuviese esa fantasía, pero que a ella también le ponía la idea, aunque no iba a pasar de ahí. Una de las cosas que le atraía era ser penetrada a la vez por dos hombres. Yo ahí vi brotes verdes.
Desde entonces, cada vez que teníamos sexo, intentaba picarla. Cuando estaba cerca del orgasmo acercaba un dedo a su boca y ella lo mordía y chupaba. Al hacerlo estando yo detrás, jugaba con mi dedo en la entrada de su ano, introduciéndolo y coincidiendo esto con unos orgasmos muy intensos por su parte. A ella le gustaba que la tumbase y la follase la boca. Yo aprovechaba para masturbarla con mis dedos metiendoselos dentro. Cuando se corría no sacaba mi polla de su boca. Yo al imaginarme en éstas situaciones que mi dedo era el miembro de otro hombre también descargaba irremediablemente. Pero me tenía que conformar con eso. Pasó el tiempo, y un verano se fue de viaje unas semanas.