Capricho Incestuoso

Tiravallas

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13 Jul 2024
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Pasaba de la una de la madrugada. Alberto, un cuarentón moreno, apuesto y con sus sienes nevadas, estaba en un sofá de la sala de estar de su chalet, en bata de casa y zapatillas y con una copa de brandy en la mano esperando por su hija Alicia, a la que no veía desde la noche anterior porque esa mañana había tenido que levantarse muy temprano para ir a hacer inventario en su joyería.


Alicia era una joven delgada, sin llegar a flaca, tan morena que parecía mulata, debido a la exposición solar de casi todo el verano. Tenía los ojos azules y grandes, el cabello negro, rizado y largo, las tetas pequeñas y redondas, unas piernas largas, cintura estrecha, lindas caderas y un culo redondito. En ese momento estaba en un callejón, en el asiento del copiloto del Bentley Continental GT convertible de su amiga Rita. Se había quitado la blusa banca, el sujetador, los jeans, las bragas y las zapatillas de deporte. Le dijo Rita:


-Lo que pretendes hacer es una barbaridad.


Poniéndose unos vaqueros recortados, que iban a enseñar partes de sus bonitas nalgas, le dijo:


-Porque tú lo digas.


Rita, que era una joven rubia, de ojos color avellana, fuerte, con tremendas tetas y fenomenal culo, tres años mayor que Alicia y un poco más baja, le dijo:


-Para ti echar ese polvo es solo un capricho, y para tu madre, Alberto, lo es todo.


Poniéndose un top negro muy corto, le dijo:


-No le voy a quitar un trozo de polla.


-¿Tú te oyes? Estás hablado de tu padre.


-A ti también te gustaría follarlo, veo como lo miras.


-No te lo voy a negar, pero no es mi padre, es el tuyo.


-Es ni padrastro, mi padre se divorció de mi madre.


-Ya, pero en el mes que lleva casado con tu madre te ha tratado cómo si fueras su hija.


-¿No estará celosa, Rita?


-Para nada, no somos más que amigas.


Le tocó la punta de la nariz con la yema del dedo medio de su mano derecha.


-¿Ni un poquito?


Rita agachó la cabeza para decirle:


-Bueno, un poquito, sí.


Poniéndose unos zapatos de color marrón con unas tremendas plataformas, le dijo:


-Lleva mi ropa para tu apartamento que si las cosas me salen mal, esta noche voy a dormir contigo.


-Eres mala, Alicia, eres muy mala. Sabes que ocurra lo que ocurra, no vendrás.


-Si no es esta noche, algún día iré, tú también me gustas a mi.


-Sí, como amiga.


-Como amiga y para hacer cochinadas.


La linda cara de Rita se iluminó.


-¿De verdad?


-Puedes apostar lo que quieras a que sí.


Alicia le dio un pico a su amiga. Salió del coche y se fue caminando hasta su chalet, que estaba a unos cien metros del callejón.


Cuando llegó a la sala, antes de que le dijera nada su padre, le dijo ella:


-No quiero sermones.


Alberto estaba de mal humor y encima se cabreó al verla.


-Me importa un bledo lo que tú quieras, lo que me importa es cómo vienes vestida, pareces una furcia.


-¡¿Qué es lo que parezco?! -dijo con una cara de enfadada que tiraba para atrás- ¿He oído bien? ¿Te parezco una furcia?


-Has oído bien. ¡Si vienes desnuda, coño!


Alicia se quitó el top, el pantalón corto y los zapatos, fue a su lado y le espetó:


-Esto es estar desnuda.


Alberto vio sus pequeñas tetas y su coño totalmente depilado, y le dijo:


-¡No te permito semejante insolencia!


Se le puso chula.


-¿Y qué vas a hacer, pegarme?


La cogió por la cintura, la puso en sus rodillas y con la palma de la mano derecha le dio con fuerza.


-¡¡Plassss, plassss, plassss, plassss, plassss, plassss....!!


Cuando la puso en pie, la cara de Alicia estaba tan roja como sus nalgas.


-¿A eso le llamas tú pegar?


Se agachó, le sacó una zapatilla y le dio con ella en toda la cara.


-Esto es pegar.


Alberto, al recibir el trallazo de aquella zapatilla marrón con el piso de goma, se enfureció:


-¡Me cago en tu madre!


La madre de Alicia, era doctora, y que en aquel momento estaba trabajando en el turno de noche en un hospital y se pondría cómo una fiera si viese a su hija desnuda y a su marido quitándole la zapatilla de la mano, poniéndola en sus rodillas y dándole las del pulpo y una de propina.


-¡Plassss -¡Ayyyy!- ¡Plassss, plassss! -¡Ayyyyy, cabron!- ¡Plassss, plassss, plasssss! -¡Ayyyy, duele! - ¡Plasssss, plasssss, plasssss, plassss! ¡Ayyyy, duele mucho!


Al tirar la zapatilla al piso, Alberto, ya tenía un empalme brutal. La bata se le había abierto y Alicia, al ponerse en pie, vio la polla levantando el calzoncillo hacia arriba. Le dijo:


-¡Sádico, que eres un sádico! Cuando le cuente a mi madre lo que me has hecho no duras ni cinco minutos en esta casa.


-¿Le vas a decir también por qué te pegué?


-Le voy a decir que me violaste. Que llegaste de noche a mi habitación cómo un ladrón y que me violaste, eso es o que le voy a decir.


Con las mejillas llenas de lágrimas se dio la vuelta para ir para su habitación .Alberto sacó la polla y luego cogió a su hija por la cintura, la sentó en su regazo y la polla le entró hasta el fondo del coño.


-¡¡¿Qué has hecho, depravado?!


-Forzarte. Así no tendrás que mentir.


Le echó las manos a las tetas. Alicia quiso incorporarse, dejo que sacara la mitad de la polla y luego, se la clavó.


-¡Esto lo vas a pagar muy caro!


-Ya lo iba a pagar muy caro sin haberte follado.


Alberto se incorporó y con él se incorporó Alicia, lo hizo con la polla dentro del coño. La inclinó hasta que hizo con su cuerpo un ángulo de noventa grados y después con una mano en su nuca y la otra tirando de su cabello, le metió una serie de chupinazos que la llevaron a uno de los mejores orgasmos de su vida.


Aún le estaban temblándole las piernas y las nalgas cuando sintió la leche caliente de Alberto derramarse dentro de su coño. Le dijo:


-Esa será la prueba definitiva para la policía.


-Creí que se lo ibas a decir a tu madre.


-Eso fue antes de forzarme.


-En ese caso, esa no será la prueba definitiva.


La echó sobre un sofá de cuatro plazas, se quitó la bata y los calzoncillos, le limpió el coño con ellos y luego metió la cabeza entre sus piernas y olió el coño profundamente.


-Huele a sexo de ángel.


Alicia, tapando el coño con las manos, le dijo:


-Eres un indeseable.


-No lo puedo remediar.


Le quitó las manos del coño y se lo lamió.


-Eres un cerdo.


-Un cerdo que lleva seis meses suspirando por ti.


Alicia dejó que le separara la piernas y dejó que le le comiera el coño. Se ve que se quería enterar de lo que se había estado cociendo en la cabeza de su padre.


-Ese es el tiempo que hace que conoces a mi madre.


Entre lamida y lamida, le dijo:


-Y a ti.


Lo cogió por los pelos, le levantó la cabeza, y mirándolo a lo ojos, le preguntó:


-¿Me quieres decir que te has casado con mi madre para estar cerca de mí?


-No me culpes, eres la belleza personificada.


-¡¿Cómo has podido engañarla así?!


Le comió el coño con lujuria, luego dijo:


-Este ya se muere por una polla.


Se echó encima de ella, le metió la polla en el coño, le cerró las piernas, puso las suya por fuera de las de su hija, y haciendo palanca con el culo, empezó a follarla.


-No me has respondido.


Alberto, como buen gallego que era, le respondió con otra pregunta.


-¿Cómo puedes estar engañándola tu?


-Forzada a hacerlo.


-¿Forzada? No jodas. ¿Por que me has buscado, Alicia?


-Yo no...


-Un hombre sabe cuando lo busca una mujer, y lo tuyo fue descarado.


Al verse sin argumentos para rebatir sus palabras le dijo:


-Fóllame y calla la boca.


-No te estoy follando, te estoy haciendo el amor.


-Eso de puede arreglar.


Alicia ya se tiró al monte. Le echó las manos al culo a su padre, lo giró, se puso encima de el y lo folló a su aire, lento, a medio gas, rápido, lento de nuevo... Alberto miraba a su hija a los ojos y a Alicia le gustaba que la mirara. Le preguntó:


-¿Te gusta cómo follo?


-Sí, pero...


-¿Pero, qué?


-Con tus labios casi rozando mis labios...


-Quieres que te bese.


-No quiero, lo deseo con toda mi alma.


-Si te beso ya me corro.


-Y yo.


Alicia, follándolo despacito, le dio un pico, luego le pasó la punta de la lenga entre los labios y después se la metió entera en la boca, Alberto se la chupó... El beso fue tan largo y tan apasionado que los llevó al orgasmo.


-¡Me corro, papa! ¡¡Lléname el pastelito con tu crema !!


Le había llamado papá, inconscientemente, pero se lo había llamado.


-¡Te lo lleno, hija, te lo lleno!


Alberto, corriéndose dentro del coño de su hija, no podía dejar de mirar su cara de gozo, ni de acariciar su cabello


Al acabar de correrse, Alicia se quitó de encima de su padre, y boca arriba sobre la cama le dijo:


-Lo que ha pasado esta noche no se volverá a repetir.


-Eres muy cruel. Ni siquiera me ha dado tiempo a catar tus tetas


-Te dejaría catarlas, pero si eso hiciera, luego querrías mi pastelito de nuevo.


-Tu pastelito, tus tetas y tu culo. Sería un buen modo de acabar la mejor noche de mi vida.


-Una mujer solo le da el culo a alguien muy especial.


-Hablaba de comértelo, no de follártelo.


-Y yo, lo de acoger una polla en mi culo no está en mis planes presentes, ni estará en los futuros.


Alberto le magreó la teta izquierda. Alicia se la retiró y le dijo:


-Estate quieto.


La mano tenía vida propia, pues volvió a magrear la teta... Se la quiso volver a retirar, pero la mano era terca y no se retiró.


-Eres un pesado.


Alberto retiró la mano y besó el pequeño pezón.


Alicia ya estaba lista para el siguiente polvo.


-Me voy a dejar, pero recuerda que será la última vez.


La teta derecha desapareció bajo la mano izquierda y la teta izquierda dentro de la boca de Alberto, que lamió el pezón y luego mamó toda la teta. Al rato desapareció la teta izquierda bajo una mano y la derecha dentro de la boca, boca que luego buscó la de Alicia y que halló dispuesta a besar. Luego de comerle bien comidas la boca y las tetas, lo que despareció dentro de la boca de Alberto fue el pequeño coño de Alicia... Cinco o seis minutos más tarde, Alicia, sintiendo como la lengua entraba y salía de su vagina. tuvo un delicioso orgasmo.


-¡Me fundo!


Al acabar de gemir y de convulsionarse. La puso a cuatro patas. Le lamio el coño para disfrutar del sabor a ostra de sus jugos y después le hizo un lavado y una comida de ojete que le puso el coño presto para lo que fuera. Lo que fue es que le clavó la polla de un trallazo, y luego, acariciando sus tetas y sus pezones fue de trallazo en trallazo hasta que Alicia le dijo:


-Nalguéame con fuerza mientras me follas.


La nalgueó mientras le daba trallazos y azotes, o sea, trallazo y azote en una nalga . "¡Plassss!" Trallazo y azote en la otra nalga." !Plassss!" Así estuvo hasta que se corrieron juntos.


Al acabar, Alicia le puso los puntos sobre las íes.


-Eres muy bueno follando, pero reitero lo dicho, lo que ha pasado esta noche no se volverá a repetir.


-Lo llevaré lo mejor que pueda. Lo cierto es que has hecho realidad mi sueño más preciado y más no te puedo pedir.


Alicia le había puesto los puntos sobre las íes, pero sabía, que se había metido en un lío gordo, pues por un lado, el polvo que empezó siendo un capricho le había gustado tanto que el cuerpo le pedía volver a follar con su padre, y por el otro lado, sabía lo que sentía su padre por ella, y a aunque le había dicho que no le pediría nada más, sabía que se lo acabaría pidiendo. Le dio vueltas a la cabeza hasta que dio con lo que creyó que era la solución al problema.


Eran poco más de las nueve de la mañana. Alicia estaba en cama, su padre se había ido a trabajar y su madre aún no había vuelto del hospital. Le sonó el teléfono móvil que tenía encima de la mesilla de noche, lo cogió y vio que era Rita.


-Dime, Rita.


-No, dime tú a mí. ¿Cómo te fue anoche?


-Es muy largo de contar. ¿Dónde estás?


-Tomado un Cola Cao en mi cocina.


-¿Por qué no vienes a mi casa y te lo cuento?


-Vale. ¿Te llevo la ropa?


-No, déjala, un día me la pondré para que luego me la quites.


-Tramposa. ¿Tú dónde estás?


-En cama.


-¿Qué llevas puesto?


-Un pijama.


-Podías hacer dicho que no llevabas nada puesto.


-Siempre pensando en lo mismo.


-Sí, siempre pensando en ti.


-No sé si será buena idea que vengas. El servicio libra hoy y estoy sola en casa.


-¿Me tienes miedo?


-No, me tengo miedo a mí misma.


-Ojalá fuera así, pero sé que no lo es. ¿Voy?


-Ven.


-¿Quién me va a abrir si no hay nadie en casa?


-Cuando llegues, toca el claxon y te tiro la llave de la puerta por la ventana.


Unos quince minutos más tarde, Rita, subía las escaleras que llevan al piso de arriba del chalet. La llamó.


-¡Alicia!


Alicia le respondió desde la cama.


-La cuarta puerta.


Cuando Rita abrió la cuarta puerta del pasillo vio a Alicia sobre la cama vestida con un pijama de seda de morera. La chaqueta era azul y el pantalón blanco.


-Estás muy mona con ese pijama.


Dando con la palma de la mano en la cama, le dijo:


-Ven y siéntate a mi lado.


Rita se quitó los zapatos y se metió en cama vistiendo un mono vaquero. Se sentó a su lado y le dijo:


-Cuenta.


Le contó como se desudó delante de su padre, como la azotó con las manos y con la zapatilla, como la folló, y hasta le dio detalles. Rita, que ya estaba mojada, le dijo:


-Fue una noche increíble. ¿Y ahora, qué?


-Ahora estoy metida en un lío.


-¿Con tu madre?


-No, con Alberto ,y es por algo que no te conté.


-¿Qué es eso que no me has contado?


-Que Alberto está enamorado de mí.


Aquella confesión pilló a Rita con el paso cambiado.


-¡No!


-Sí, y eso puede traerme problemas.


-¿Y qué vas a hacer?


-Había pensado en hacer un trío. Así, al follar con otra delante de mí, ya no podría darme la matraca con eso de que soy un sueño..., ya sabes, ya no me rompería cabeza con todas esas tonterías que dicen los enamorados.


Rita le iba a hacer una pregunta a pesar de saber la respuesta.


-¿Y en quién has pensado para completar el trío?


-En ti. A ti te gusto yo y te gusta Alberto.


-Una cosa es fantasear con tu padre y otra, completamente distinta, es follar con él.


-¿Entonces no me ayudarás?


Rita apretó el dorso del dedo medio de su mano derecha en el pantalón del pijama y acariciando la pierna, le dijo:


-Tendrás que darme algo a cambio.


-¿Mi pastelito?


-Sí, tu pastelito.


-¡Qué aprovechada eres! Estoy segura de que te mueres por hacer el trío


-No me muero por hacerlo, pero sí, me gustaría que me azotarais y que me hicierais de todo, pero antes quiero tenerte para mí sola.


Alicia lo tenía huevo para llevar a cabo una de sus fantasías. Le dijo:


-Tú ganas. Soy temporalmente tuya.


Rita le cogió una mano, se la llevó al coño, hizo que lo frotara con ella y le dijo:


-Quiero ver ver cómo te tocas.


Alicia se frotó el coño con cuatro dedos por encima del pantalón del pijama. Rita le acarició la mano mientras subía y bajaba y le dio un pico. Después le metió mano en las tetas por encima de la chaqueta del pijama.


-Mete la mano dentro de las bragas.


-No llevo bragas.


-Mejor.


Metió la mano dentro del pantalón y siguió acariciando el coño con cuatro dedos. Rita besándola con lengua, fue desabotonando la chaqueta del pijama. Al quedar las tetas al descubierto las miró, las acarició y luego se las mamó.


-Están muy duras. Te las magrearon poco.


Alicia, con la mano izquierda, que era la que tenía libre, le bajó la cremallera frontal del mono vaquero y las grandes tetas de Rita quedaron en libertad.


-Las tuyas son inmensas.


Le puso una teta en la boca. Alicia lamió el gordo pezón, lamió la rosada areola y después mamó la teta. Le dio la otra teta y le hizo lo mismo. Después se volvieron a besar. Luego, Rita, le quitó la mano del coño, la miró y vio que tenía la palma y los dedos mojados. Lamió la palma y chupó los dedos. La volvió a besar y a continuación le quitó el pantalón del pijama. Mirando para su coño le pasó la yema del dedo medio de arriba a abajo por el capuchón del clítoris. Luego le pasó la punta de la lengua entre los labios, lo hizo de abajo a arriba y despacito. La lengua arrastró jugos que cubrieron el glande del clítoris cuando llegó a él. Lo chupó con delicadeza. Alicia comenzó a gemir. Después lamió de abajo a arriba y al llegar al clítoris, además de chuparlo, lo lamió de modo transversal. Así estuvo unos cinco minutos. A continuación le metió el dedo medio de la mano derecha dentro de la vagina... Se lo metió y se lo sacó varias veces. Después se lo metió y se lo sacó, al tiempo que le volvía a lamer el coño y a chupar el clítoris. Los gemidos de Alicia se hicieron escandalosos. Rita dejó de lamer para que no se corriera. Le quitó lentamente el dedo del coño, sintiendo cómo la vagina lo apretaba. Luego le frotó la yema en el ojete y acto seguido le metió el dedo dentro de culo y se lo folló con él. Alicia se volvió loca.


-¡Ay que me voy a correr, ay que me voy a correr!


Rita apenas podía creérselo. Por primera iba a hacer correr a una chica follándole el culo con un dedo. Mirándola a los ojos, le dijo:


-Córrete, cariño, córrete.


Le folló el culo más rápido.


-¡Me corro!


Se corrió chillando cómo una loca.


Al acabar de correrse Alicia, Rita, le lamió el coño y le chupó el clítoris, y en nada, lo que se dice en nada, volvió a correrse y a chillar como una loca.


Los gritos de placer los oyó la madre de Alicia, que acababa de llegar del hospital. Fue a la habitación de su hija y al ver el percal, les dijo:


-Esta es una casa decente, si queréis hacer esas cosas buscar un motel.


Después de irse la mujer, le dijo Rita a Alicia:


-Tienes una madre muy comprensiva.


-No la conoces cómo yo. En cuanto te marches me va a poner de puta para arriba.


Así fue, y luego se lo contó a Alberto para que le pusiera las peras a cuarto, pero Alicia, cuando su padre habló con ella, le puso las peras al cuarto a él.


Alberto llegó al chalet pasadas las diez de la noche. Pasó al salón y llamó a su hija. Al no recibir respuesta pensó que aún no había llegado a casa. Se fue al cuarto de baño y se dio una ducha. Después de ducharse salió cubierto con un albornoz blanco. Iba por el pasillo cuando oyó un ruido en la habitación de su hija. O acababa de llegar, o a saber porque no le había respondido.


Al abrir la puerta vio a Rita. Estaba desnuda sobre la cama.


-Hola, Rita.


-Hola, Alberto.


-¿Y Alicia?


-Va en el baño.


Alberto se acercó a la cama. Vio las gordas tetas de Rita, con sus areolas rosadas y con sus prominentes pezones, vio su coño de Barbie y su polla se le puso morcillona.


-¿Has venido a hacer un trío o a follar con Alicia?


Alicia salió desnuda del baño.


-Ha venido por las dos cosas. Quítate el albornoz que desentonas


Alberto se quitó el albornoz y quedó en pelotas. Alicia se metió en la cama y le dijo a Rita:


-Siéntate y pon las manos en la espalda.


Hizo lo que le dijo. Alicia sacó un cordón largo y dos vendas de debajo de la almohada. Con el cordón, le ató las manos a la espalda, y con las vendas le vendó los ojos y le tapó la boca. Después la echó boca abajo sobre la cama.


-¿Preparada para descubrir que se siente?


Rita asintió con la cabeza, Alicia cogió dos chinelas de color rosa debajo de la cama, le dio una a Alberto y usó la suya.


-Plassss, plassss!


-¿Fue así como me diste, Alberto?


-No, te di así:


-¡Plassss, plasssss!


Rita chilló, pero la mordaza atenuó sus gritos.


-Sí, fue así, pero me diste muchas veces.


-Sí, te di unas cuantas, más o menos, estas:


-¡Plasssss, plassssss, plassss, plasssss, plasssss!


-Déjalo ya que una cosa es calentarle el culo, y otra muy distinta, es ensañarte con ella.


Alberto, mordió la lengua, y luego dijo:


-Es que sabiendo que es la que te folla me caliento y...!


Le volvió a dar.


-¡Plasssss, plassss!


Alicia le quitó la chinela de la mano.


-¡¿Estás celoso de Rita?!


-¡Cómo para no estarlo!


-Es guapa. ¿A qué si?


-Es casi tan guapa como tú.


-¿Te excitó pegarle?


-¿Acaso no ves lo tiesa que tengo la polla?


Alicia le miró para la polla y vio que la tenía bien tiesa.


-Vamos a ver si le gustó a ella.


Puso a Rita boca arriba, le separó las piernas y vio sus mulos mojados junto al coño. Se lo abrió con dos dedos y vio que lo tenía tan encharcado de jugos blanquecinos que no se le veía la entrada de la vagina.


-Mira, le gustó.


Alberto miró y le dijo:


-¡Joder si le gustó!


Alicia se puso a cuatro patas y lamió los jugos que tenía en el coño Rita. Alberto le dijo:


-¿Te ayudo?


-Ayuda.


Le lamieron el coño al mismo tiempo. Se besaron, lamieron por separado, se volvieron a besar... Cuando ya Rita echaba por fuera, Alberto le lamió el clítoris y Alicia le lamió el resto del coño, el resultado fue que Rita se corrió entre fuertes convulsiones y ahogados gemidos.


A acabar de correrse Rita, Alicia le quitó la venda de los ojos y la mordaza de la boca, le dio un pico y le pregunto:


-¿Qué te pareció la comida de pastelito a dos lenguas?


-Maravillosa.


-¿Y la azotaina?


-Me dolió, pero me puso más cachonda de lo que esperaba.


-Eres masoquista, cómo yo.


-Y cómo tu padre. Desátame las manos para poder abrazarte.


Le desató las manos. Rita rodeó su cuello con los brazos y le metió un beso a nivel que no le cayeron las bragas a plomo porque no las llevaba puestas. Al acabar de comerle la boca, se echó sobre la cama y le dijo:


-¿Por qué en vez de hacerlo que habéis dicho, no gozáis los dos de mi boca, de mis tetas, de mi pastelito y de mi culo?


-Yo ya gocé antes de todo eso.


-Pero tu padre, no.


-¡Qué puta eres!


-Cuéntame algo que no sepa.


Alicia miró para su padre, vio que seguía empalmado, y le dijo:


-Métele unos trancazos y déjala mirando para Padrón.


Alberto le tomó la palabra. Se arrodilló entre sus piernas, la agarró por la cintura, la levantó hasta ponerle el coño a tiro, luego se la enterró en el coño y le dio a mazo. Alicia gozaba viendo como la clavaba.


-Así, hostias, rómpeselo.


Alicia, luego de hablar, le magreó las tetas, después se las mamó, y tiempo después, cuando comenzó a correrse, le apretó la garganta y no la dejó respirar hasta que acabó de correrse. Rita tuvo otro orgasmo brutal.


Nada más acabar de correrse su amiga, Alicia se echó sobre la cama, flexionó las rodillas, se abrió de piernas y le dijo a Alberto:


-Estoy que no puedo más. Necesito correrme.


Alberto sacó la polla del coño de Rita, y con ella pringada de jugos, la metió en el coño de su hija. Luego, con los brazos estirados y las manos apoyadas en la cama, comenzó a darle cera. Alicia le echó las manos al culo y le fue marcando el ritmo.


Rita, besándola, le echó las manos a las tetas y se las magreó. Poco después decía Alicia:


-¡Me voy a correr, cabrones, me voy a correr y no quería correrme tan pronto!


Alberto la cogió por la cintura, se dio la vuelta y la puso encima de él.


Alicia, besado a su padre, lo folló despacito para tardar en correrse, pero Rita se puso detrás de ella y le lamió el ojete.


-¡Noooo, cabrona, noooo!


Rita le enterró la lengua en el ojete.


-¡Sí, sí, sí, sí, sí! ¡¡Me corro, papá, me corro!!


Al correrse Alicia, Alberto, le lleno el coño de leche.


Estaba Alicia recuperándose del tremendo placer que había sentido cuando vio que Rita besaba a su padre y que él le correspondía. Sintió un repentino ataque de celos, y les dijo:


-Yo me voy a duchar. Seguir vosotros, si queréis.


Rita le dijo:


-Sin ti no sería lo mismo.


-Pues yo no voy a seguir, ya me corrí dos veces contigo y una con ese.


-¿Con ese? Denoto cierta pelusilla en tus palabras.


-¿Pelusilla yo? ¡Anda y que os den!


Se marchó al baño y cuando volvió, Rita ya se había ido a su apartamento y Alberto a su habitación.


Un mes después Alberto había vendido la joyería y se había comprado dos billetes para un país sudamericano, uno para él y otro para Alicia.
 
Alicia y Alberto se van a poner las botas a follar con mulatos y mulatas, no tengo pruebas pero tampoco dudas!!!!

Muy excitante!!!
 
Pasaba de la una de la madrugada. Alberto, un cuarentón moreno, apuesto y con sus sienes nevadas, estaba en un sofá de la sala de estar de su chalet, en bata de casa y zapatillas y con una copa de brandy en la mano esperando por su hija Alicia, a la que no veía desde la noche anterior porque esa mañana había tenido que levantarse muy temprano para ir a hacer inventario en su joyería.


Alicia era una joven delgada, sin llegar a flaca, tan morena que parecía mulata, debido a la exposición solar de casi todo el verano. Tenía los ojos azules y grandes, el cabello negro, rizado y largo, las tetas pequeñas y redondas, unas piernas largas, cintura estrecha, lindas caderas y un culo redondito. En ese momento estaba en un callejón, en el asiento del copiloto del Bentley Continental GT convertible de su amiga Rita. Se había quitado la blusa banca, el sujetador, los jeans, las bragas y las zapatillas de deporte. Le dijo Rita:


-Lo que pretendes hacer es una barbaridad.


Poniéndose unos vaqueros recortados, que iban a enseñar partes de sus bonitas nalgas, le dijo:


-Porque tú lo digas.


Rita, que era una joven rubia, de ojos color avellana, fuerte, con tremendas tetas y fenomenal culo, tres años mayor que Alicia y un poco más baja, le dijo:


-Para ti echar ese polvo es solo un capricho, y para tu madre, Alberto, lo es todo.


Poniéndose un top negro muy corto, le dijo:


-No le voy a quitar un trozo de polla.


-¿Tú te oyes? Estás hablado de tu padre.


-A ti también te gustaría follarlo, veo como lo miras.


-No te lo voy a negar, pero no es mi padre, es el tuyo.


-Es ni padrastro, mi padre se divorció de mi madre.


-Ya, pero en el mes que lleva casado con tu madre te ha tratado cómo si fueras su hija.


-¿No estará celosa, Rita?


-Para nada, no somos más que amigas.


Le tocó la punta de la nariz con la yema del dedo medio de su mano derecha.


-¿Ni un poquito?


Rita agachó la cabeza para decirle:


-Bueno, un poquito, sí.


Poniéndose unos zapatos de color marrón con unas tremendas plataformas, le dijo:


-Lleva mi ropa para tu apartamento que si las cosas me salen mal, esta noche voy a dormir contigo.


-Eres mala, Alicia, eres muy mala. Sabes que ocurra lo que ocurra, no vendrás.


-Si no es esta noche, algún día iré, tú también me gustas a mi.


-Sí, como amiga.


-Como amiga y para hacer cochinadas.


La linda cara de Rita se iluminó.


-¿De verdad?


-Puedes apostar lo que quieras a que sí.


Alicia le dio un pico a su amiga. Salió del coche y se fue caminando hasta su chalet, que estaba a unos cien metros del callejón.


Cuando llegó a la sala, antes de que le dijera nada su padre, le dijo ella:


-No quiero sermones.


Alberto estaba de mal humor y encima se cabreó al verla.


-Me importa un bledo lo que tú quieras, lo que me importa es cómo vienes vestida, pareces una furcia.


-¡¿Qué es lo que parezco?! -dijo con una cara de enfadada que tiraba para atrás- ¿He oído bien? ¿Te parezco una furcia?


-Has oído bien. ¡Si vienes desnuda, coño!


Alicia se quitó el top, el pantalón corto y los zapatos, fue a su lado y le espetó:


-Esto es estar desnuda.


Alberto vio sus pequeñas tetas y su coño totalmente depilado, y le dijo:


-¡No te permito semejante insolencia!


Se le puso chula.


-¿Y qué vas a hacer, pegarme?


La cogió por la cintura, la puso en sus rodillas y con la palma de la mano derecha le dio con fuerza.


-¡¡Plassss, plassss, plassss, plassss, plassss, plassss....!!


Cuando la puso en pie, la cara de Alicia estaba tan roja como sus nalgas.


-¿A eso le llamas tú pegar?


Se agachó, le sacó una zapatilla y le dio con ella en toda la cara.


-Esto es pegar.


Alberto, al recibir el trallazo de aquella zapatilla marrón con el piso de goma, se enfureció:


-¡Me cago en tu madre!


La madre de Alicia, era doctora, y que en aquel momento estaba trabajando en el turno de noche en un hospital y se pondría cómo una fiera si viese a su hija desnuda y a su marido quitándole la zapatilla de la mano, poniéndola en sus rodillas y dándole las del pulpo y una de propina.


-¡Plassss -¡Ayyyy!- ¡Plassss, plassss! -¡Ayyyyy, cabron!- ¡Plassss, plassss, plasssss! -¡Ayyyy, duele! - ¡Plasssss, plasssss, plasssss, plassss! ¡Ayyyy, duele mucho!


Al tirar la zapatilla al piso, Alberto, ya tenía un empalme brutal. La bata se le había abierto y Alicia, al ponerse en pie, vio la polla levantando el calzoncillo hacia arriba. Le dijo:


-¡Sádico, que eres un sádico! Cuando le cuente a mi madre lo que me has hecho no duras ni cinco minutos en esta casa.


-¿Le vas a decir también por qué te pegué?


-Le voy a decir que me violaste. Que llegaste de noche a mi habitación cómo un ladrón y que me violaste, eso es o que le voy a decir.


Con las mejillas llenas de lágrimas se dio la vuelta para ir para su habitación .Alberto sacó la polla y luego cogió a su hija por la cintura, la sentó en su regazo y la polla le entró hasta el fondo del coño.


-¡¡¿Qué has hecho, depravado?!


-Forzarte. Así no tendrás que mentir.


Le echó las manos a las tetas. Alicia quiso incorporarse, dejo que sacara la mitad de la polla y luego, se la clavó.


-¡Esto lo vas a pagar muy caro!


-Ya lo iba a pagar muy caro sin haberte follado.


Alberto se incorporó y con él se incorporó Alicia, lo hizo con la polla dentro del coño. La inclinó hasta que hizo con su cuerpo un ángulo de noventa grados y después con una mano en su nuca y la otra tirando de su cabello, le metió una serie de chupinazos que la llevaron a uno de los mejores orgasmos de su vida.


Aún le estaban temblándole las piernas y las nalgas cuando sintió la leche caliente de Alberto derramarse dentro de su coño. Le dijo:


-Esa será la prueba definitiva para la policía.


-Creí que se lo ibas a decir a tu madre.


-Eso fue antes de forzarme.


-En ese caso, esa no será la prueba definitiva.


La echó sobre un sofá de cuatro plazas, se quitó la bata y los calzoncillos, le limpió el coño con ellos y luego metió la cabeza entre sus piernas y olió el coño profundamente.


-Huele a sexo de ángel.


Alicia, tapando el coño con las manos, le dijo:


-Eres un indeseable.


-No lo puedo remediar.


Le quitó las manos del coño y se lo lamió.


-Eres un cerdo.


-Un cerdo que lleva seis meses suspirando por ti.


Alicia dejó que le separara la piernas y dejó que le le comiera el coño. Se ve que se quería enterar de lo que se había estado cociendo en la cabeza de su padre.


-Ese es el tiempo que hace que conoces a mi madre.


Entre lamida y lamida, le dijo:


-Y a ti.


Lo cogió por los pelos, le levantó la cabeza, y mirándolo a lo ojos, le preguntó:


-¿Me quieres decir que te has casado con mi madre para estar cerca de mí?


-No me culpes, eres la belleza personificada.


-¡¿Cómo has podido engañarla así?!


Le comió el coño con lujuria, luego dijo:


-Este ya se muere por una polla.


Se echó encima de ella, le metió la polla en el coño, le cerró las piernas, puso las suya por fuera de las de su hija, y haciendo palanca con el culo, empezó a follarla.


-No me has respondido.


Alberto, como buen gallego que era, le respondió con otra pregunta.


-¿Cómo puedes estar engañándola tu?


-Forzada a hacerlo.


-¿Forzada? No jodas. ¿Por que me has buscado, Alicia?


-Yo no...


-Un hombre sabe cuando lo busca una mujer, y lo tuyo fue descarado.


Al verse sin argumentos para rebatir sus palabras le dijo:


-Fóllame y calla la boca.


-No te estoy follando, te estoy haciendo el amor.


-Eso de puede arreglar.


Alicia ya se tiró al monte. Le echó las manos al culo a su padre, lo giró, se puso encima de el y lo folló a su aire, lento, a medio gas, rápido, lento de nuevo... Alberto miraba a su hija a los ojos y a Alicia le gustaba que la mirara. Le preguntó:


-¿Te gusta cómo follo?


-Sí, pero...


-¿Pero, qué?


-Con tus labios casi rozando mis labios...


-Quieres que te bese.


-No quiero, lo deseo con toda mi alma.


-Si te beso ya me corro.


-Y yo.


Alicia, follándolo despacito, le dio un pico, luego le pasó la punta de la lenga entre los labios y después se la metió entera en la boca, Alberto se la chupó... El beso fue tan largo y tan apasionado que los llevó al orgasmo.


-¡Me corro, papa! ¡¡Lléname el pastelito con tu crema !!


Le había llamado papá, inconscientemente, pero se lo había llamado.


-¡Te lo lleno, hija, te lo lleno!


Alberto, corriéndose dentro del coño de su hija, no podía dejar de mirar su cara de gozo, ni de acariciar su cabello


Al acabar de correrse, Alicia se quitó de encima de su padre, y boca arriba sobre la cama le dijo:


-Lo que ha pasado esta noche no se volverá a repetir.


-Eres muy cruel. Ni siquiera me ha dado tiempo a catar tus tetas


-Te dejaría catarlas, pero si eso hiciera, luego querrías mi pastelito de nuevo.


-Tu pastelito, tus tetas y tu culo. Sería un buen modo de acabar la mejor noche de mi vida.


-Una mujer solo le da el culo a alguien muy especial.


-Hablaba de comértelo, no de follártelo.


-Y yo, lo de acoger una polla en mi culo no está en mis planes presentes, ni estará en los futuros.


Alberto le magreó la teta izquierda. Alicia se la retiró y le dijo:


-Estate quieto.


La mano tenía vida propia, pues volvió a magrear la teta... Se la quiso volver a retirar, pero la mano era terca y no se retiró.


-Eres un pesado.


Alberto retiró la mano y besó el pequeño pezón.


Alicia ya estaba lista para el siguiente polvo.


-Me voy a dejar, pero recuerda que será la última vez.


La teta derecha desapareció bajo la mano izquierda y la teta izquierda dentro de la boca de Alberto, que lamió el pezón y luego mamó toda la teta. Al rato desapareció la teta izquierda bajo una mano y la derecha dentro de la boca, boca que luego buscó la de Alicia y que halló dispuesta a besar. Luego de comerle bien comidas la boca y las tetas, lo que despareció dentro de la boca de Alberto fue el pequeño coño de Alicia... Cinco o seis minutos más tarde, Alicia, sintiendo como la lengua entraba y salía de su vagina. tuvo un delicioso orgasmo.


-¡Me fundo!


Al acabar de gemir y de convulsionarse. La puso a cuatro patas. Le lamio el coño para disfrutar del sabor a ostra de sus jugos y después le hizo un lavado y una comida de ojete que le puso el coño presto para lo que fuera. Lo que fue es que le clavó la polla de un trallazo, y luego, acariciando sus tetas y sus pezones fue de trallazo en trallazo hasta que Alicia le dijo:


-Nalguéame con fuerza mientras me follas.


La nalgueó mientras le daba trallazos y azotes, o sea, trallazo y azote en una nalga . "¡Plassss!" Trallazo y azote en la otra nalga." !Plassss!" Así estuvo hasta que se corrieron juntos.


Al acabar, Alicia le puso los puntos sobre las íes.


-Eres muy bueno follando, pero reitero lo dicho, lo que ha pasado esta noche no se volverá a repetir.


-Lo llevaré lo mejor que pueda. Lo cierto es que has hecho realidad mi sueño más preciado y más no te puedo pedir.


Alicia le había puesto los puntos sobre las íes, pero sabía, que se había metido en un lío gordo, pues por un lado, el polvo que empezó siendo un capricho le había gustado tanto que el cuerpo le pedía volver a follar con su padre, y por el otro lado, sabía lo que sentía su padre por ella, y a aunque le había dicho que no le pediría nada más, sabía que se lo acabaría pidiendo. Le dio vueltas a la cabeza hasta que dio con lo que creyó que era la solución al problema.


Eran poco más de las nueve de la mañana. Alicia estaba en cama, su padre se había ido a trabajar y su madre aún no había vuelto del hospital. Le sonó el teléfono móvil que tenía encima de la mesilla de noche, lo cogió y vio que era Rita.


-Dime, Rita.


-No, dime tú a mí. ¿Cómo te fue anoche?


-Es muy largo de contar. ¿Dónde estás?


-Tomado un Cola Cao en mi cocina.


-¿Por qué no vienes a mi casa y te lo cuento?


-Vale. ¿Te llevo la ropa?


-No, déjala, un día me la pondré para que luego me la quites.


-Tramposa. ¿Tú dónde estás?


-En cama.


-¿Qué llevas puesto?


-Un pijama.


-Podías hacer dicho que no llevabas nada puesto.


-Siempre pensando en lo mismo.


-Sí, siempre pensando en ti.


-No sé si será buena idea que vengas. El servicio libra hoy y estoy sola en casa.


-¿Me tienes miedo?


-No, me tengo miedo a mí misma.


-Ojalá fuera así, pero sé que no lo es. ¿Voy?


-Ven.


-¿Quién me va a abrir si no hay nadie en casa?


-Cuando llegues, toca el claxon y te tiro la llave de la puerta por la ventana.


Unos quince minutos más tarde, Rita, subía las escaleras que llevan al piso de arriba del chalet. La llamó.


-¡Alicia!


Alicia le respondió desde la cama.


-La cuarta puerta.


Cuando Rita abrió la cuarta puerta del pasillo vio a Alicia sobre la cama vestida con un pijama de seda de morera. La chaqueta era azul y el pantalón blanco.


-Estás muy mona con ese pijama.


Dando con la palma de la mano en la cama, le dijo:


-Ven y siéntate a mi lado.


Rita se quitó los zapatos y se metió en cama vistiendo un mono vaquero. Se sentó a su lado y le dijo:


-Cuenta.


Le contó como se desudó delante de su padre, como la azotó con las manos y con la zapatilla, como la folló, y hasta le dio detalles. Rita, que ya estaba mojada, le dijo:


-Fue una noche increíble. ¿Y ahora, qué?


-Ahora estoy metida en un lío.


-¿Con tu madre?


-No, con Alberto ,y es por algo que no te conté.


-¿Qué es eso que no me has contado?


-Que Alberto está enamorado de mí.


Aquella confesión pilló a Rita con el paso cambiado.


-¡No!


-Sí, y eso puede traerme problemas.


-¿Y qué vas a hacer?


-Había pensado en hacer un trío. Así, al follar con otra delante de mí, ya no podría darme la matraca con eso de que soy un sueño..., ya sabes, ya no me rompería cabeza con todas esas tonterías que dicen los enamorados.


Rita le iba a hacer una pregunta a pesar de saber la respuesta.


-¿Y en quién has pensado para completar el trío?


-En ti. A ti te gusto yo y te gusta Alberto.


-Una cosa es fantasear con tu padre y otra, completamente distinta, es follar con él.


-¿Entonces no me ayudarás?


Rita apretó el dorso del dedo medio de su mano derecha en el pantalón del pijama y acariciando la pierna, le dijo:


-Tendrás que darme algo a cambio.


-¿Mi pastelito?


-Sí, tu pastelito.


-¡Qué aprovechada eres! Estoy segura de que te mueres por hacer el trío


-No me muero por hacerlo, pero sí, me gustaría que me azotarais y que me hicierais de todo, pero antes quiero tenerte para mí sola.


Alicia lo tenía huevo para llevar a cabo una de sus fantasías. Le dijo:


-Tú ganas. Soy temporalmente tuya.


Rita le cogió una mano, se la llevó al coño, hizo que lo frotara con ella y le dijo:


-Quiero ver ver cómo te tocas.


Alicia se frotó el coño con cuatro dedos por encima del pantalón del pijama. Rita le acarició la mano mientras subía y bajaba y le dio un pico. Después le metió mano en las tetas por encima de la chaqueta del pijama.


-Mete la mano dentro de las bragas.


-No llevo bragas.


-Mejor.


Metió la mano dentro del pantalón y siguió acariciando el coño con cuatro dedos. Rita besándola con lengua, fue desabotonando la chaqueta del pijama. Al quedar las tetas al descubierto las miró, las acarició y luego se las mamó.


-Están muy duras. Te las magrearon poco.


Alicia, con la mano izquierda, que era la que tenía libre, le bajó la cremallera frontal del mono vaquero y las grandes tetas de Rita quedaron en libertad.


-Las tuyas son inmensas.


Le puso una teta en la boca. Alicia lamió el gordo pezón, lamió la rosada areola y después mamó la teta. Le dio la otra teta y le hizo lo mismo. Después se volvieron a besar. Luego, Rita, le quitó la mano del coño, la miró y vio que tenía la palma y los dedos mojados. Lamió la palma y chupó los dedos. La volvió a besar y a continuación le quitó el pantalón del pijama. Mirando para su coño le pasó la yema del dedo medio de arriba a abajo por el capuchón del clítoris. Luego le pasó la punta de la lengua entre los labios, lo hizo de abajo a arriba y despacito. La lengua arrastró jugos que cubrieron el glande del clítoris cuando llegó a él. Lo chupó con delicadeza. Alicia comenzó a gemir. Después lamió de abajo a arriba y al llegar al clítoris, además de chuparlo, lo lamió de modo transversal. Así estuvo unos cinco minutos. A continuación le metió el dedo medio de la mano derecha dentro de la vagina... Se lo metió y se lo sacó varias veces. Después se lo metió y se lo sacó, al tiempo que le volvía a lamer el coño y a chupar el clítoris. Los gemidos de Alicia se hicieron escandalosos. Rita dejó de lamer para que no se corriera. Le quitó lentamente el dedo del coño, sintiendo cómo la vagina lo apretaba. Luego le frotó la yema en el ojete y acto seguido le metió el dedo dentro de culo y se lo folló con él. Alicia se volvió loca.


-¡Ay que me voy a correr, ay que me voy a correr!


Rita apenas podía creérselo. Por primera iba a hacer correr a una chica follándole el culo con un dedo. Mirándola a los ojos, le dijo:


-Córrete, cariño, córrete.


Le folló el culo más rápido.


-¡Me corro!


Se corrió chillando cómo una loca.


Al acabar de correrse Alicia, Rita, le lamió el coño y le chupó el clítoris, y en nada, lo que se dice en nada, volvió a correrse y a chillar como una loca.


Los gritos de placer los oyó la madre de Alicia, que acababa de llegar del hospital. Fue a la habitación de su hija y al ver el percal, les dijo:


-Esta es una casa decente, si queréis hacer esas cosas buscar un motel.


Después de irse la mujer, le dijo Rita a Alicia:


-Tienes una madre muy comprensiva.


-No la conoces cómo yo. En cuanto te marches me va a poner de puta para arriba.


Así fue, y luego se lo contó a Alberto para que le pusiera las peras a cuarto, pero Alicia, cuando su padre habló con ella, le puso las peras al cuarto a él.


Alberto llegó al chalet pasadas las diez de la noche. Pasó al salón y llamó a su hija. Al no recibir respuesta pensó que aún no había llegado a casa. Se fue al cuarto de baño y se dio una ducha. Después de ducharse salió cubierto con un albornoz blanco. Iba por el pasillo cuando oyó un ruido en la habitación de su hija. O acababa de llegar, o a saber porque no le había respondido.


Al abrir la puerta vio a Rita. Estaba desnuda sobre la cama.


-Hola, Rita.


-Hola, Alberto.


-¿Y Alicia?


-Va en el baño.


Alberto se acercó a la cama. Vio las gordas tetas de Rita, con sus areolas rosadas y con sus prominentes pezones, vio su coño de Barbie y su polla se le puso morcillona.


-¿Has venido a hacer un trío o a follar con Alicia?


Alicia salió desnuda del baño.


-Ha venido por las dos cosas. Quítate el albornoz que desentonas


Alberto se quitó el albornoz y quedó en pelotas. Alicia se metió en la cama y le dijo a Rita:


-Siéntate y pon las manos en la espalda.


Hizo lo que le dijo. Alicia sacó un cordón largo y dos vendas de debajo de la almohada. Con el cordón, le ató las manos a la espalda, y con las vendas le vendó los ojos y le tapó la boca. Después la echó boca abajo sobre la cama.


-¿Preparada para descubrir que se siente?


Rita asintió con la cabeza, Alicia cogió dos chinelas de color rosa debajo de la cama, le dio una a Alberto y usó la suya.


-Plassss, plassss!


-¿Fue así como me diste, Alberto?


-No, te di así:


-¡Plassss, plasssss!


Rita chilló, pero la mordaza atenuó sus gritos.


-Sí, fue así, pero me diste muchas veces.


-Sí, te di unas cuantas, más o menos, estas:


-¡Plasssss, plassssss, plassss, plasssss, plasssss!


-Déjalo ya que una cosa es calentarle el culo, y otra muy distinta, es ensañarte con ella.


Alberto, mordió la lengua, y luego dijo:


-Es que sabiendo que es la que te folla me caliento y...!


Le volvió a dar.


-¡Plasssss, plassss!


Alicia le quitó la chinela de la mano.


-¡¿Estás celoso de Rita?!


-¡Cómo para no estarlo!


-Es guapa. ¿A qué si?


-Es casi tan guapa como tú.


-¿Te excitó pegarle?


-¿Acaso no ves lo tiesa que tengo la polla?


Alicia le miró para la polla y vio que la tenía bien tiesa.


-Vamos a ver si le gustó a ella.


Puso a Rita boca arriba, le separó las piernas y vio sus mulos mojados junto al coño. Se lo abrió con dos dedos y vio que lo tenía tan encharcado de jugos blanquecinos que no se le veía la entrada de la vagina.


-Mira, le gustó.


Alberto miró y le dijo:


-¡Joder si le gustó!


Alicia se puso a cuatro patas y lamió los jugos que tenía en el coño Rita. Alberto le dijo:


-¿Te ayudo?


-Ayuda.


Le lamieron el coño al mismo tiempo. Se besaron, lamieron por separado, se volvieron a besar... Cuando ya Rita echaba por fuera, Alberto le lamió el clítoris y Alicia le lamió el resto del coño, el resultado fue que Rita se corrió entre fuertes convulsiones y ahogados gemidos.


A acabar de correrse Rita, Alicia le quitó la venda de los ojos y la mordaza de la boca, le dio un pico y le pregunto:


-¿Qué te pareció la comida de pastelito a dos lenguas?


-Maravillosa.


-¿Y la azotaina?


-Me dolió, pero me puso más cachonda de lo que esperaba.


-Eres masoquista, cómo yo.


-Y cómo tu padre. Desátame las manos para poder abrazarte.


Le desató las manos. Rita rodeó su cuello con los brazos y le metió un beso a nivel que no le cayeron las bragas a plomo porque no las llevaba puestas. Al acabar de comerle la boca, se echó sobre la cama y le dijo:


-¿Por qué en vez de hacerlo que habéis dicho, no gozáis los dos de mi boca, de mis tetas, de mi pastelito y de mi culo?


-Yo ya gocé antes de todo eso.


-Pero tu padre, no.


-¡Qué puta eres!


-Cuéntame algo que no sepa.


Alicia miró para su padre, vio que seguía empalmado, y le dijo:


-Métele unos trancazos y déjala mirando para Padrón.


Alberto le tomó la palabra. Se arrodilló entre sus piernas, la agarró por la cintura, la levantó hasta ponerle el coño a tiro, luego se la enterró en el coño y le dio a mazo. Alicia gozaba viendo como la clavaba.


-Así, hostias, rómpeselo.


Alicia, luego de hablar, le magreó las tetas, después se las mamó, y tiempo después, cuando comenzó a correrse, le apretó la garganta y no la dejó respirar hasta que acabó de correrse. Rita tuvo otro orgasmo brutal.


Nada más acabar de correrse su amiga, Alicia se echó sobre la cama, flexionó las rodillas, se abrió de piernas y le dijo a Alberto:


-Estoy que no puedo más. Necesito correrme.


Alberto sacó la polla del coño de Rita, y con ella pringada de jugos, la metió en el coño de su hija. Luego, con los brazos estirados y las manos apoyadas en la cama, comenzó a darle cera. Alicia le echó las manos al culo y le fue marcando el ritmo.


Rita, besándola, le echó las manos a las tetas y se las magreó. Poco después decía Alicia:


-¡Me voy a correr, cabrones, me voy a correr y no quería correrme tan pronto!


Alberto la cogió por la cintura, se dio la vuelta y la puso encima de él.


Alicia, besado a su padre, lo folló despacito para tardar en correrse, pero Rita se puso detrás de ella y le lamió el ojete.


-¡Noooo, cabrona, noooo!


Rita le enterró la lengua en el ojete.


-¡Sí, sí, sí, sí, sí! ¡¡Me corro, papá, me corro!!


Al correrse Alicia, Alberto, le lleno el coño de leche.


Estaba Alicia recuperándose del tremendo placer que había sentido cuando vio que Rita besaba a su padre y que él le correspondía. Sintió un repentino ataque de celos, y les dijo:


-Yo me voy a duchar. Seguir vosotros, si queréis.


Rita le dijo:


-Sin ti no sería lo mismo.


-Pues yo no voy a seguir, ya me corrí dos veces contigo y una con ese.


-¿Con ese? Denoto cierta pelusilla en tus palabras.


-¿Pelusilla yo? ¡Anda y que os den!


Se marchó al baño y cuando volvió, Rita ya se había ido a su apartamento y Alberto a su habitación.


Un mes después Alberto había vendido la joyería y se había comprado dos billetes para un país sudamericano, uno para él y otro para Alicia.
Tremendo y ejemplar relato. Enhorabuena!!!
 

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