Con el médico de cabecera

Gina

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Cuando nos mudamos a esa zona, como es habitual, te asignan un centro de salud cercano y un médico de cabecera. Un día, necesitaba una receta para un antibiótico, así que pedí una cita. Cuando entré en el consultorio Vestida con una falda de traje negra ajustada, medias con liguero, una blusa azul oscuro y zapatos negros de charol con tacón de aguja, me senté en la silla explicándole al doctor qué problemas tenía, mientras él no apartaba los ojos de mis pechos. Después de escuchar mi historia, me pidió que me sentara en la camilla, la misma que hay en cualquier consulta, y sacó el estetoscopio para escucharme el corazón. Tras varios intentos de escuchar mis latidos, apartando mi blusa para tener mejor acceso, me dijo:

  • —Por favor, quítese la blusa para que pueda acceder donde es necesario y diagnosticarla correctamente.
  • En ese momento, miré instintivamente hacia sus pantalones, justo donde estaba su miembro, para ver si el doctor se había excitado, y para mi sorpresa, el doctor tenía un paquete muy interesante. Entonces lo miré a los ojos y vi que era un hombre casi en edad de jubilarse, y pensé: “Este no ha visto unos pechos tan grandes en su vida, veamos qué quiere hacer.”
  • —¿Es realmente necesario, doctor? No llevo nada debajo —le respondí, aunque él ya lo sabía después de sus intentos por escucharme el corazón.
Él asintió con la cabeza, así que me levanté, me desabroché la blusa y me la quité, quedándome con el pecho desnudo. Lo miré a los ojos para ver su reacción; era como si hubiera ganado la lotería al ver su expresión. Colgué la blusa y me dispuse a sentarme de nuevo en la camilla.

Pero él me dijo que me quedara de pie y se acercó, primero con la mano derecha, rodeando mi pecho izquierdo mientras activaba un cronómetro en un reloj antiguo que llevaba en la muñeca.

En ese momento me venía a reír pero pensé que dejarle un poco tocar esas tetas grandes no le haría mucho daño.

Después de cronometrar mi tetas me dijo:

-El pulso esta bien

“Menos mal “ pensé yo casi riéndome

Me pidió que me diera la vuelta para escuchar mis pulmones, y sentí cómo presionaba su pene (aún en los pantalones) contra mi trasero mientras me escuchaba con el estetoscopio, pidiéndome que inhalara profundamente y luego exhalara. Debido a la presión que ejercía sobre mi trasero, perdí el equilibrio y, para no caer, me apoyé con las manos en la cama, es decir, estaba en la posición perfecta para que me penetrara por detrás. Sin embargo, curiosamente, a pesar de estar en esa posición inclinada y con las manos apoyadas en la cama, él no se apartó con su pene de mi trasero y continuó escuchando mis pulmones.

Entonces le dije:

•Doctor, disculpe, no sé qué estetoscopio usa, pero siento uno frío en la espalda y uno caliente en el trasero, ¿es normal?

Al darse cuenta de lo que estaba haciendo, me ayudó a incorporarme, por supuesto, agarrándome de los senos y retrocediendo para mantener cierta distancia, mientras miraba mis pechos. Luego dijo:

•¿Quiere que le haga un examen para ver si tiene ganglios en los senos que podrían causar cáncer?

•No, gracias, respondí, como si le hubiera dado permiso para que me manoseara los pechos.

Mientras me vestía, escribió la receta, y una vez que la tuve, me fui, pudiendo ver su reacción al verme vestida.

En casa, mientras hablaba con mi esposo, le conté lo que pasó en el consultorio, y él, riéndose, me dijo:

•¿Por qué no lo provocaste más? Podrías haberlo provocado.

•¿Para qué? ¿Para que me cogiera en el consultorio? Le respondí.

•Qué interesante, me gustaría ver eso, me dijo él, mirándome con perversión.

Terminé la conversación, pero como un mes después, a insistencia de mi esposo…Empecé a pensar en cómo sería y cada vez me imaginaba la situación de una manera más perversa, hasta que la idea comenzó a volverse realmente excitante. Una noche, mientras le estaba haciendo una felación a mi esposo, saqué su pene de mi boca y le pregunté:

•¿Qué te parecería si pidiera una cita con el médico de cabecera para que me revisara los senos en busca de ganglios?

Mirándolo a los ojos, sentí cómo su pene se endurecía en mi mano, y él, sonriendo, me respondió:

•Suena bien, me encantaría ver qué haces.

Al día siguiente, me vestí con un vestido ajustado y corto, con cuello alto, de tal manera que me obligara a quitármelo para que él pudiera masajearme los senos y buscar los ganglios. Llevaba unos zapatos de tacón elegantes, medias con liguero y un par de bragas azules a juego con el vestido.

Junto con mi esposo, quien estaba vestido de manera deliberadamente ridícula, con gafas de gran grosor y ropa anticuada como parte de nuestro plan, nos presentamos en el centro de salud para pedir una cita con el médico de cabecera, con la esperanza de tener suerte y obtener una para ese mismo día. En la recepción, me dijeron que la última cita disponible para ese día era a las 13:45, porque a las 14:00 se iban todos los médicos.

En mi mente, la hora era perfecta; siendo la última paciente, tendría el tiempo necesario para llevar a cabo mi plan perverso. Al llegar la hora, nos presentamos frente al consultorio y, después de unos cinco minutos, salió una paciente y, de inmediato, el doctor llamó mi nombre.

Entré al consultorio junto con mi esposo y, en ese instante, el doctor, al verme, comenzó a sudar. Parecía nervioso, probablemente porque me acompañaba un hombre y, además, estaba vestida de manera tan sexy. Su desconcierto era evidente, como si no supiera exactamente cómo manejar la situación.

•Buenos días, ¿en qué puedo ayudarles? - tartamudeó el doctor.

•Buenos días, él es mi esposo y hoy hemos venido porque en mi última visita me ofreció hacerme un examen de ganglios, el cual rechacé en su momento. Pero, al llegar a casa, comencé a palparme (dije mientras empezaba a acariciarme los senos) y creo que noté algo extraño, tal vez un ganglio.

Entonces, el doctor, mirando a mi esposo, respondió:

•La examinación en sí implica que yo te masajee los senos hasta encontrar los ganglios, lo cual, teniendo en cuenta el tamaño de tus senos, podría tomar bastante tiempo. Eso es lo que supone el examen en sí, pero en este caso también surge un tema ético: no sé si tu esposo está de acuerdo con que yo, como médico, te toque los senos para descubrir si tienes ganglios o no.

  • Doctor aprecio la forma de respeto que me brindas. Debes entender que, por lo general, no puedo estar de acuerdo en que otro hombre toque a mi esposa. Sin embargo, veo que eres un verdadero profesional y seguirás los procedimientos médicos necesarios para determinar si mi esposa tiene riesgo de cáncer. Ahora bien, no estoy seguro de qué más implica el examen, ya que no soy médico. Prefiero cerrar la puerta para que no entre un extraño y vea a mi esposa siendo tocada por el doctor - respondió mi esposo.
El doctor quedó sorprendido por la respuesta, y me miró en estado de shock, esperando obtener más información. Luego, se levantó, cerró la puerta con llave y se dirigió hacia la cama, indicándome que lo siguiera. Me levanté, y una vez que llegamos, él tiró de la cortina que separaba la cama de mi esposo.

Entonces le dije que no la moviera, ya que era normal que mi marido viera los “procedimientos médicos”. Después le pregunté:

•¿Puede examinarme a través del vestido o necesito quitármelo? Entiendo que necesita acceso completo, ¿verdad? - le dije, mirándolo con inocencia.

Hay que quitarte la ropa”, me dijo, mirándome de arriba abajo.

Mirando a mi esposo, me quité el vestido, quedándome solo en bikini, ligas, y tacones. Le dije al doctor:

•Me da vergüenza mostrarle mi trasero grande, pero no tengo otro.

El doctor emitió un gemido al verme sin ropa y se acercó por detrás, agarrándome ambos glúteos con sus manos. Luego dijo:

•No tienes celulitis y se nota que haces mucho ejercicio; estás saludable. Mientras decía esto, me dio una palmada en ambos glúteos al mismo tiempo.

•Me alegra escuchar eso, doctor; me quita un peso de encima - respondió mi esposo.

El doctor, cada vez más sorprendido por la situación, me invitó a acostarme en la cama para poder examinar mis senos en busca de ganglios. Sin embargo, le pregunté:

•¿No sería mejor que me quedara de pie, con la cara hacia mi esposo, y tú vinieras por detrás para abrazarme y examinar mis senos? Creo que tendrías mejor acceso a ellos y mi esposo podría ver el procedimiento correctamente.

Después de mirarme unos segundos, sorprendido por la propuesta, aceptó y se colocó detrás de mí. Su cuerpo se pegó al mío mientras me abrazaba, comenzando a tocar mis senos lentamente, intentando abarcar ambos senos con una sola mano. Se notaba que le excitaba el hecho de que fueran tan grandes que no podía cubrirlos con sus manos. Sentía cómo su pene me deseaba y me empujaba en el trasero. Entonces dije:

•Doctor, algo me está lastimando en la espalda. Sali del abrazo y giré hacia él.

El doctor, sorprendido por mi reacción, no sabía cómo reaccionar; me miraba como si estuviera paralizado. Luego continué:

•Me molesta el cinturón de los pantalones, no puedo estar así. Si quieres seguir con la examina, deberías quitarte los pantalones y la camisa.

El doctor, completamente sorprendido por lo que había dicho, me miraba con excitación y luego miraba asustado a mi esposo, sin saber qué hacer. Su rostro mostraba tanto el deseo de continuar y acercarse a mi cuerpo como el miedo a la reacción de mi esposo.

•Doctor, desde mi parte no me siento cómodo con este tipo de examen, pero como esposo y persona que la ama, es claro que no quiero que mi esposa sufra. Entiendo que tu deber como médico es evitar el sufrimiento del paciente. Digo esto sin dejar de lado que la idea de que te acerques a mi esposa desnudo no me agrada en absoluto, pero considerando que necesitamos terminar el examen y salir de aquí, creo que lo mejor sería que te desnudases completamente y continuases con la exploración desde el punto donde te detuviste.

El doctor, atónito, me miraba a mí y luego a mi esposo, desconcertado. Parecía dividido entre la “inocencia” de mi esposo y el instinto primario de continuar. Finalmente dijo, mirando a mi esposo:

•Señor, me gustaría aclarar muy bien de qué estamos hablando. Entienda que, además de ser médico, soy una persona, y no debería desvestirme y acercarme a su esposa desnuda.

Hizo una pausa, esperando la reacción de mi esposo, quien asintió con la cabeza. El doctor continuó:

•Sin embargo, la situación médica me obliga a hacer este sacrificio. Espero que aprecie mi sacrificio.

Se dirigió hacia la cortina y comenzó a desvestirse. Mientras tanto, aproveché para observar a mi esposo con deseo. Él me miraba con perversidad, como si estuviera loco. Luego apareció el doctor desnudo, y me sorprendió el tamaño de su pene erecto. Antes de poder reaccionar, escuché la voz de mi esposo diciendo:

•¡Para, para! Aquí hay un problema - dijo, levantándose de la silla y acercándose a nosotros. Tanto el doctor como yo estábamos sorprendidos, mirándonos sin entender qué pasaba. Mi esposo continuó diciendo:

•Doctor, colócate detrás de ella y acércate lo más posible. El doctor se acercó hasta que su pene estuvo pegado a mi trasero, manteniendo el resto del cuerpo a una distancia. Mi esposo me indicó que me abrazara y que el doctor tocara mis senos en busca de ganglios. El doctor lo hizo, y luego mi esposo agregó:

•Tu pene en este momento no te permite llegar correctamente a las tetas así que tendrás que reducir la distancia entre tú y ella de alguna manera.

Estaba sorprendida por el giro de la situación, sinceramente no me esperaba esto y no sabía qué tenía en mente mi esposo. Sospechaba que algo morboso estaba pasando por su cabeza. Luego mi esposo continuó:

•Ven aquí, amor - me dijo, y me acerqué al escritorio del doctor, apoyando mis manos en él, inclinándome un poco. El doctor se acercó desde atrás, y cuando mi esposo le dijo que se detuviera, fue en ese momento cuando sentí la cabeza del pene del doctor presionando contra mi vagina.

•Este el problema que tenemos y que tú, como médico, debes resolver. Para que estés en la posición óptima para examinar a mi esposa, tendrás que introducir tu pene en su vagina al máximo. Así podrás alcanzar mejor sus senos para la exploración. Sin embargo, surge otra cuestión: no estoy seguro de si mi esposa está dispuesta a continuar con el examen sabiendo que tu pene estará dentro de ella - dijo mientras nos miraba a ambos.

  • •Desde mi punto de vista, tu idea es excelente y solo así podemos hacer el examen correctamente - respondió el doctor, sonriendo y añadiendo - eres una persona muy inteligente le dijo a mi marido
  • •Amor, no puedo permitir que él introduzca su pene en mi vagina. Eso sería como si te estuviera engañando. ¿Entiendes lo que sucederá? Te amo demasiado como para permitir algo así - le dije sinceramente, mientras el doctor notaba el líquido de excitación comenzando a escurrirse por mis piernas.
  • •Sabes que no estaba completamente de acuerdo con el examen, pero ya hemos avanzado bastante. Si esta es la única forma en la que podemos terminar el examen, estoy dispuesta. Si quieres, para apoyarte emocionalmente, me puedo sentar aquí en el escritorio y tú puedes apoyarte en mis piernas mientras el doctor realiza el examen. Mientras él te penetra, yo te puedo besar, y así el sufrimiento no será tan grande.
  • Será un inconveniente doctor?preguntó mi marido
  • No para nada, contestó el
Entonces, con un gesto de cabeza le indiqué a mi esposo que aceptaba, y mientras él estaba sentado en el escritorio, puse mis manos en sus piernas, agachándome , abriendo las piernas para darle espacio al doctor para acercarse a mi vagina. No tardó mucho en penetrarme mientras me apretaba los senos con sus manos. Me encantaba cómo se sentía su pene dentro de mí, y empecé a gemir de placer, lo que lo incitó a penetrarme aún más profundo.

Mientras el doctor me lo hacía por detrás, noté que el pene de mi esposo estaba erecto, y le pregunté gimiendo de placer:

•Amor, ¿me dejas por favor chuparte el pene? Me ayudaría mucho - dije, mientras el doctor me empujaba hacia el abdomen de mi esposo.

•Cariño, ¿cómo vas a hacer eso frente al doctor? Es un extraño - respondió mi esposo con tono inocente, mirando al doctor, quien contestó:

•En este caso, no creo que sea un problema. Si ella lo quiere, es por el bienestar de la paciente.

Sin esperar más, saqué el pene de mi esposo y empecé a chupárselo con ganas. Estaba ardiendo de excitación, mi vagina estaba hinchada y húmeda, y al ver cómo le chupaba el pene a mi esposo, el doctor comenzó a follarme más rápido, agarrándome de las caderas y empujándome con fuerza. Sentía cómo sus testículos golpeaban violentamente mi clítoris cada vez que empujaba. Mi esposo estaba tan excitado que, después de unos minutos, sentí un potente chorro de semen golpeando mi paladar y garganta mientras gemía de placer. Traté de tragar todo, pero los movimientos bruscos del doctor mientras me follaba no me permitían mantener la estabilidad, así que bajé la cabeza y jalé el pene de mi esposo hacia mí, paralelo a sus piernas. De esta forma, cuando el doctor empujaba, mis labios se hundían hasta los testículos de mi esposo, tragando todo su pene, y luego el doctor me empujaba contra el abdomen de mi esposo para sacar su pene de mi boca. Cuando volvía a penetrarme, me empujaba nuevamente hasta que volvía a tragar todo el pene de mi esposo.

No pasó mucho tiempo antes de que sintiera el semen caliente del doctor llenando mi vagina mientras me apretaba con fuerza las caderas, con su pene enterrado por completo en mí. Yo apreté mis músculos vaginales para sujetar su pene, aumentando aún más la sensación de placer.

Me levanté, saliendo del pene del médico, y después de besar a mi esposo en los labios, me volví hacia el doctor y le pregunté mientras acariciaba su pene:

•¿Crees que has descubierto lo que buscabas o necesitas más tiempo?

En ese momento, me senté en su escritorio, al lado de mi esposo, abriendo mis piernas a 180 grados, permitiéndole ver cómo el líquido fluía de mi vagina. Mientras con dos dedos empecé a masturbarme, con la otra mano le hice un gesto para que se acercara. Cuando estuvo entre mis piernas, tomé sus manos y las coloqué sobre mis senos, luego los dedos llenos de semen de mi vagina los introduje entre mis labios, chupando la esperma de manera muy lasciva, mientras con la otra mano acariciaba su pene y lo pasaba suavemente por mi vagina.

Sentía en mi mano cómo el pene del médico se ponía duro y crecía, y me encantaba lo que estaba sintiendo, mientras él, con ambas manos en mis pechos, chupaba mis pezones como un loco, pasando de uno al otro. Cuando lo sentí bien erecto, le coloqué su pene en la entrada de mi vagina y le susurré:

•Empuja sin miedo.

El doctor, ansioso, comenzó a penetrarme con fuerza, agarrándome por las caderas y empujando con toda su energía, mientras yo sentía que el orgasmo se acercaba, pero prefería esperar hasta que él también estuviera listo. No pasó mucho tiempo hasta que sentí que su pene se ponía aún más duro. Dejó que la oleada de placer recorriera mi cuerpo mientras él me llenaba la vagina de semen por segunda vez, apretándome con fuerza de las caderas y embistiéndome violentamente. No pude contenerme y empecé a gritar de placer mientras él orgasmul que tenía me hacía temblar con fuerza . La situación era tan intensa que me quedé sin aliento.

No sé cuánto tiempo pasó, pero después de unos segundos, el médico se retiró de mí, observó mi cuerpo una vez más y me ofreció un poco de papel para limpiar el líquido que goteaba de mi vagina y mis piernas. Luego, me dirigí a vestirme.

•Doctor, ¿cuál es el veredicto? ¿Cree que deberíamos preocuparnos? - preguntó mi esposo, con una voz inocente mientras bajaba también del escritorio del doctor.

•No sé qué decir, aún no estoy seguro. Creo que deberían pasar unas dos semanas más - respondió el médico rápidamente, lanzándome una mirada llena de deseo.

•Doctor, por favor, otra revisión?! Esperaba que hoy obtuviéramos un diagnóstico claro. Si quiere, podemos hacer otra revisión en dos semanas, pero para obtener un veredicto claro. Y si usted no es capaz de darnos uno, quizás podría traer a otro colega. Tal vez, con cuatro manos, se pueda obtener una respuesta más rápida - le dije, mirando a mi esposo.

En ese momento, mi esposo me miró sorprendido y un poco asustado, manteniendo su papel de inocente. No era solo yo quien lo miraba; el doctor también esperaba su respuesta.

•Entonces, déjame entender bien… ¿Lo que él palpó durante una hora hoy no fue suficiente para darse cuenta y debería repetirse en dos semanas? ¿Y tú dices que si dos manos no son suficientes, tal vez con cuatro manos podrías estar más segura del diagnóstico ? ¿Entendí bien? - preguntó mi esposo.

•Sí, cariño, estaba pensando que cono tengo los pechos tan grandes que es posible que un par de manos no sea suficiente para cubrir toda la superficie necesaria para determinar si estoy en peligro o no. Pensé que si fueran cuatro manos, se podría explorar una mayor área y entonces sería más eficaz, o eso creo - respondí.

•Si os interesa, tengo otros dos colegas que son expertos en la detección de problemas en los senos. Dependiendo de su preferencia, podríamos hacer la exploración con cuatro o seis manos dentro de 2 semanas , considerando el tamaño y la superficie de sus senos. Dado que hoy ha sido muy complicado diagnosticar creo que lo mejor sería intentarlo con seis manos para resolver el problema más rápido, dijo el médico, mirando a mi esposo, quien, tras un momento de vacilación, respondió:

  • •Si crees que así obtendrás un diagnóstico claro, no tengo ningún inconveniente.
  • Mientras te entregan los resultados de las pruebas de hoy, saldré un momento al baño, así que te esperaré afuera, me dijo mi esposo, acercándose al doctor antes de salir del consultorio. Luego añadió:
  • •Le pido encarecidamente que mantenga en secreto que mi esposa me hizo sexo oral frente a usted. Me siento avergonzado de haberlo permitido, no estoy acostumbrado a hacer este tipo de cosas. Espero que pueda confiar en su discreción. Tras recibir la confirmación atónita del médico, mi esposo salió del consultorio.
  • Me quedé sola en el consultorio con el doctor, ya vestida esta vez. Me senté en la silla, apoyando las manos en el escritorio y evitando las miradas lascivas del médico.
  • •¿Podría darme el justificante con el diagnóstico que considere? Pregunté, intentando parecer inocente.
  • El médico, sorprendido, me miró y respondió:
  • •¿Qué prueba? Me preguntó desconcertado.
  • •La exploración de ganglios. Pero le agradecería que no mencionara en el informe lo cerca que tuvo que estar de mis senos.
  • •¿Te refieres a…? Dijo, haciendo un gesto con los dedos, insinuando una penetración.
  • Entonces, bajando la cabeza “avergonzada”, le respondí:

  • •Sí, a eso me refiero. Pero le pido que escriba en el informe que realizó una exploración médica sin más detalles. Se lo agradecería mucho.
  • •Disculpa, pero estoy confundido. Pensé que te había gustado la penetración y que era lo que buscabas.
  • Aparentando sorpresa y ofensa al mismo tiempo, le respondí:
  • •Doctor, si recuerda, acepté que tocara mis senos para la búsqueda de ganglios. La penetración ocurrió porque no podía acercarse lo suficiente a mi cuerpo debido a que tenía una erección. Fue idea de mi esposo, aunque no estaba completamente de acuerdo. Admito que la sensación fue placentera, pero como es algo nuevo, no puedo describir exactamente cómo me sentí. Sin embargo, espero que la próxima vez, cuando me vea con otros dos médicos, la prueba sea más sencilla y no tengamos que llegar a la misma situación de cercanía.
Salí del cabinete con el informe y cita dentro de 2 semanas a las 14 horas, me encontré con mi marido que me llevó de la mano y una vez pasado la clínica para que no seamos vistos desde sus ventanas me dijo

  • Qué zorra fuiste, amor. Me encantó cómo lo dejaste penetrarte en la vagina, pero lo que más me gustó fue cuando te subiste a su escritorio, abriste las piernas en un ángulo de 180° y lo dejaste penetrarte.
  • Te mereces un Oscar por la actuación de inocente que hiciste. ¿Te gustó verme mientras la penetraba?
  • Tenemos que planear muy bien la cita con los tres médicos; tiene que ser algo extremadamente excitante. Suena bien que te acaricien los pechos con seis manos.
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