Cornudo huele bragas

Pichulin

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20 Feb 2025
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Basado en hechos reales
Pasó este fin de año, concretamente después de las uvas, cuando ya estábamos de copas y bailando.
Mi esposa, una madura con curvas bien puestas en parte gracias al gimnasio y a sus clases de baile, se ve hermosa y deseable para cualquier hombre, de cualquier edad. Y eso, a mí, me gusta.
No me gusta bailar y prefiero mirar, pero ella se anima rápido.
Se le unió un amigo divorciado, que también practica baile.
Se fueron calentando cada vez más con la bachata y la salsa, o como se llamen esos bailes donde se frotan las parejas de forma obscena.
Yo miraba con disimulo, porque me estaba poniendo malo viendo como ese tío metía la pierna entre los muslos de mi señora y ella se restregaba. Como la cogía por detrás y frotaba su paquete en su culo y ella se retorcía. Como se agarraban, casi boca con boca, clavando sus pezones en el pecho de ese hombre, riéndose con la boca abierta, disfrutando. Ellos estaban calientes, sin duda, pero yo también.
A la mañana siguiente me levanté antes que ella. Y mientras me tomaba un café las imágenes de mi mujer bailando con ese hombre me calentaron.
Al tercer sorbo no aguanté más y fui a buscar las bragas que se había quitado al acostarse. Aunque oler sus bragas sucias es un vicio que tengo hace tiempo, esta vez era especialmente morboso.
Allí estaban, junto al sujetador. Unas bragas negras de satén y encaje de blonda en cintura y piernas, retorcidas por el movimiento al quitárselas.
Las deslié y clave la mirada en la zona del refuerzo que había estado en contacto con su coño toda la noche.
Sentí el mareo del morbo al comprobar que había sustancia.
Hacía mucho tiempo que no veía unas bragas suyas tan manchadas de jugo íntimo.
Sin duda se había puesto cachonda, muy cachonda, bailando con ese macho.
Me temblaban las piernas, sentía mi cabeza revuelta y mi pollita, flácida e impotente destilaba líquido pre seminal, cayéndome un hilo constante por el prepucio.
Ese cabronazo había despertado los ovarios de mi mujer haciéndola lubricar como hacía tiempo que yo no lo conseguía.
Me lleve ese trofeo de satén negro a la nariz y esnifé su aroma…uggghhh, olía a hembra en celo…arrrggg. Mi pollita se endureció descapullando ligeramente y la agarre entre mis dedos.
Lamí esa costra blanquecina para disolverla y sacar todo su potencial oloroso…mmm estaba saladito y ácido.
Me las volví a llevar a la nariz y aspire profundamente...arrrggg.
Berreaba como un ciervo salvaje mientras me machacaba la colilla semirrígida y húmeda.
Esas bragas eran una bomba química sexual y al lamerlas habían renacido los olores a coño, sudor, perfume y meados…arrrggg… uggghhh.
Me vacié hasta quedar rendido, de rodillas con las bragas en la cara, sintiendo el cálido fluir manso del abundante semen entre mis dedos.
Durante ese mismo día imaginé a ese machote, pajeándose también con el recuerdo de mi mujer frotándose en sus piernas, en su pecho y entre sus brazos, con el olor de mi hembra aún en su ropa.
Lo imaginé sacándose el rabo, un cipote que yo suponía gordo y largo como el de un mulo. Se lo habrá machacado con la imagen de mi señora en su mente, pensando lo zorra que es y lo mal follada que debe estar, hasta descargar unos buenos chorros potentes de leche que debieron salpicar hasta su pecho.
Lo que no sabe aún es lo acertado que está pensando en lo mal follada que está y en lo cornudo que deseo ser yo. Pero espero que lo descubra.
 

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Basado en hechos reales
Pasó este fin de año, concretamente después de las uvas, cuando ya estábamos de copas y bailando.
Mi esposa, una madura con curvas bien puestas en parte gracias al gimnasio y a sus clases de baile, se ve hermosa y deseable para cualquier hombre, de cualquier edad. Y eso, a mí, me gusta.
No me gusta bailar y prefiero mirar, pero ella se anima rápido.
Se le unió un amigo divorciado, que también practica baile.
Se fueron calentando cada vez más con la bachata y la salsa, o como se llamen esos bailes donde se frotan las parejas de forma obscena.
Yo miraba con disimulo, porque me estaba poniendo malo viendo como ese tío metía la pierna entre los muslos de mi señora y ella se restregaba. Como la cogía por detrás y frotaba su paquete en su culo y ella se retorcía. Como se agarraban, casi boca con boca, clavando sus pezones en el pecho de ese hombre, riéndose con la boca abierta, disfrutando. Ellos estaban calientes, sin duda, pero yo también.
A la mañana siguiente me levanté antes que ella. Y mientras me tomaba un café las imágenes de mi mujer bailando con ese hombre me calentaron.
Al tercer sorbo no aguanté más y fui a buscar las bragas que se había quitado al acostarse. Aunque oler sus bragas sucias es un vicio que tengo hace tiempo, esta vez era especialmente morboso.
Allí estaban, junto al sujetador. Unas bragas negras de satén y encaje de blonda en cintura y piernas, retorcidas por el movimiento al quitárselas.
Las deslié y clave la mirada en la zona del refuerzo que había estado en contacto con su coño toda la noche.
Sentí el mareo del morbo al comprobar que había sustancia.
Hacía mucho tiempo que no veía unas bragas suyas tan manchadas de jugo íntimo.
Sin duda se había puesto cachonda, muy cachonda, bailando con ese macho.
Me temblaban las piernas, sentía mi cabeza revuelta y mi pollita, flácida e impotente destilaba líquido pre seminal, cayéndome un hilo constante por el prepucio.
Ese cabronazo había despertado los ovarios de mi mujer haciéndola lubricar como hacía tiempo que yo no lo conseguía.
Me lleve ese trofeo de satén negro a la nariz y esnifé su aroma…uggghhh, olía a hembra en celo…arrrggg. Mi pollita se endureció descapullando ligeramente y la agarre entre mis dedos.
Lamí esa costra blanquecina para disolverla y sacar todo su potencial oloroso…mmm estaba saladito y ácido.
Me las volví a llevar a la nariz y aspire profundamente...arrrggg.
Berreaba como un ciervo salvaje mientras me machacaba la colilla semirrígida y húmeda.
Esas bragas eran una bomba química sexual y al lamerlas habían renacido los olores a coño, sudor, perfume y meados…arrrggg… uggghhh.
Me vacié hasta quedar rendido, de rodillas con las bragas en la cara, sintiendo el cálido fluir manso del abundante semen entre mis dedos.
Durante ese mismo día imaginé a ese machote, pajeándose también con el recuerdo de mi mujer frotándose en sus piernas, en su pecho y entre sus brazos, con el olor de mi hembra aún en su ropa.
Lo imaginé sacándose el rabo, un cipote que yo suponía gordo y largo como el de un mulo. Se lo habrá machacado con la imagen de mi señora en su mente, pensando lo zorra que es y lo mal follada que debe estar, hasta descargar unos buenos chorros potentes de leche que debieron salpicar hasta su pecho.
Lo que no sabe aún es lo acertado que está pensando en lo mal follada que está y en lo cornudo que deseo ser yo. Pero espero que lo descubra.
Bien escrito. Morboso a tope.
 
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