Nota aclaratoria: Si bien las historias son reales algunas de las localizaciones y por supuesto todos los nombres (y nicks) o algún otro dato que pueda ser relevante están cambiados, ya que ni es importante ni se sabe quien pueda estar registrado aquí
La primera real
Estábamos en los principios del 2000 y aunque el internet ya estaba bastante asentado en nuestras vidas, podríamos decir que eran los albores del internet tal y como lo conocemos, con las páginas de chat en su máxima expresión, un par de redes sociales conocidas, sin plataformas de vídeo aún pero sobre todo contábamos con el legendario MSN Messenger y el mIRC. He de decir que soy una persona extremadamente tímida, me cuesta mucho socializar en persona. En estos tiempos me dedicaba a jugar mucho a juegos online, que se jugaban directamente en el navegador. Uno de estos juegos que tenía cierta popularidad era el OGame (mientras escribo esto he ido a mirar por curiosidad y... sigue existiendo!). Era bastante activo en ese juego así como en otros de la misma empresa, hasta el punto de llegar a ser parte del staff operador en alguno de ellos. En este entorno era más amigable para mi personalidad para poder socializar, lo cual hacía bastante. Las chicas no eran muchas, pero las había.
Como era de esperar muchos de los operadores del juego éramos de las grandes ciudades, sobre todo Madrid y Barcelona. Empezamos a hablar de hacer alguna quedada, cenar y salir a tomar algo. Empecé a desinhibirme un poco, no era el más hablador pero al menos ya salía de mi zona de confort y me divertía de otra manera que no fuera a juegos online o la Play Station. Estas quedadas llegaron a ser relativamente frecuentes, 2 ó 3 veces al mes, y digamos que ya tenía bastante confianza con ellos. Mientras tanto a parte de vernos en directo seguíamos hablando online cada día, además de interactuar con los jugadores con los que vas haciendo nuevos amigos virtuales (eso sí, muchos de ellos al otro lado del charco).
Empecé a hablar un poco más con una chica, realmente no sabía quién estaba al otro lado del ordenador, podría haber sido un abuelete (como tantas veces pasaba), pero yo elegí creer. Le respondía a todos los post del foro del juego, muchos de ellos hilos de spam sin mucho sentido, lo típico que se hace en los foros. En una de esas ya veo el simbolito del "mensaje privado" encendido, lo cuál supuse que sería cualquier jugador con alguna duda, pero no, era ella, para comentar alguna jugada de algún hilo de aquellos. Obviamente le respondí, seguían siendo unas risas inocentes sin mayor profundidad en ningún tema. La invité a unirse al mIRC a los canales donde estábamos los jugadores y operadores para tener una charla más directa, al fin y al cabo era un chat (y donde surgían nuestras quedadas).
Os podéis imaginar que nuestras conversaciones cada vez eran más serias, conociéndonos más el uno al otro, hablando de nuestras vidas, estudios, que queríamos "ser de mayores"... lo típico de personas que se están conociendo. Le comenté también nuestras juntanzas del staff, ella conocía a todos igualmente del juego y el foro, y que le hacía ilusión también poder quedar. Mientras tanto seguíamos hablando por el chat, alguna conversación llegó incluso a subir un poco de tono, supongo que es inevitable sobre todo en dos chiquillos de 18 recién cumplidos, del estilo "cuando vaya a una kdd a lo mejor en un momento dado podríamos irnos a dar un paseo, me enseñas un poco la ciudad, estamos solitos..." o al menos mi mente calenturienta y pirula virgen se imaginaban las cosas más deliciosas de lo que no había probado aún. Aunque ya teníamos teléfono móvil, eran de prepago y hablar costaba dinero (y mandar los SMS!) y éramos aún estudiantes, no os voy a contar nada que no sepáis, así que decidimos darnos también el teléfono fijo de casa, que ya tenía tarifa plana, por el que comenzamos a hablar.
Ahí me quité un peso de encima, pues aunque creía ciegamente que al otro lado había una chica (un pivonazo por supuesto), en el fondo de mi ser siempre tenía ese retintin de que podría no serlo. Con la primera llamada pude disipar mis dudas y corroborar que efectivamente había una chica joven, la cual aún no conocía nada de su físico ni se lo había preguntado (ni ella a mi). Empezamos a hablar de nuestro día a día, alguna cosilla del juego que al fin y al cabo era lo que nos unió, en fin, temas sin importancia. Llegamos a tener bastante intimidad, me contó que ella también era muy tímida y que físicamente era normalita además de entradita en carnes, lo cual nunca ha sido importante para mi (estaba yo para exigir encima).
Aquí una pequeña aclaración: nuestro piso era un dúplex y mi habitación era el piso de arriba. Mis padres pusieron un teléfono fijo arriba también para que no tuviera que bajar e ir a la carrera abajo a coger el teléfono cuando sonase. Ella, por ser la hermana mayor y tener habitación propia, también disfrutaba del "privilegio" de tener teléfono en su habitación.
Nunca nos llamábamos así porque sí, antes lo acordábamos por el chat, más que nada para cerciorarnos de que estábamos en casa y sin hacer otra cosa. Esas primeras llamadas nuestras coincidieron con los últimos compases de los módem 56k que interrumpían internet, lo cual ocasionaba alguna molestia en casa (todos seguís sabiendo lo que era) aunque en poco tiempo ya pasamos al adsl y esos problemas se acabaron. Nuestras conversaciones fueron tornándose más largas y sobre todo más calientes.
En nuestras llamadas empezamos a tener sexo telefónico, nos quitamos toda la vergüenza. Nos decíamos que estábamos solos, nos besábamos, metiéndonos mano pero sin quitarnos la ropa aún, imaginándonos lo que habría debajo. Describíamos todos y cada uno de los pasos. Nos quitábamos alguna prenda de arriba, se quedaba en sujetador y yo le acariciaba sus "tetitas" (aquí un detalle que me la puso como el eje de un camión: me dijo que sus pechos era muy grandes, hasta el punto que algún día se los tendría que operar para no tener problemas de espalda en el futuro). Casi me corro aquella vez solo de oírlo y de pensar que algún día podría sujetárselas de verdad. Nos entonábamos mucho y yo podía sentir que ella lo hacía de verdad, que lo disfrutaba y no era solo por calentarme la polla. Siendo los dos vírgenes a día de hoy incluso me sorprende el nivel de detalle sexual que llegábamos a tener, nuestras chupadas mutuas, posturas, incluso el lenguaje utilizado, pues pronto empezó a autodenominarse "mi putita", y así quería que la llamase. Me sorprendió (y por supuesto me excitó) que ella fuera más bien sumisa, e incluso así me lo dijo directamente.
Fuera de nuestros habituales "polvos" telefónicos nos mandábamos algún que otro SMS cuando estábamos fuera de casa, pocos ya que costaban un dinerillo (que gran ilusión ver como te llegaba un mensaje de alguien que te gustaba) y seguíamos hablando por el chat igualmente. Aunque por el chat también éramos bastante activos sexualmente hablando, lo hacíamos de manera más seria, algo así como que por teléfono a viva voz teníamos el sexo placentero y por chat después comentábamos la jugada más seriamente. Yo he de decir que no soy muy fan del sexo telefónico o escrito, prefiero real, pero me hacía buenas pajas en nuestras llamadas o chateando. Yo creía que para ella era un juego, pero me insistió que cuando hablaba por teléfono cerraba la puerta de su habitación con el cerrojo y que se masturbaba de verdad completamente desnuda y que dejaba empapada la cama, además de sus pechos algo enrojecidos de tanto apretárselos.
Como os imaginaréis esto estaba muy bien pero al final uno quiere más, a estas alturas de la película el sexo "oral y escrito" ya no era suficiente. Entre tanto lo que sí hicimos fue pasarnos una foto al fin, ya que pasamos del carrete a las novedosas cámaras digitales (ninguno de los dos teníamos aún), recurriendo a la cámara de nuestros padres, hacernos una foto y borrarla rápidamente. Aquí vino otro gran momento de morbo y excitación, pues si bien no soy exquisito con el físico y además ella ya se había descrito anteriormente, resulta que yo le mandé una foto vestido y ella a mi en ropa interior. Me quedaron clara dos cosas (después del pajote instantáneo que me hice): uno, que ni estaba tan gordita como se describía ella y dos, que efectivamente ella era poseedora y acreedora de un exquisito melonar. Cuando me preguntó que tal no tardé mucho en responderla porque como ya dije la paja fue casi instantánea. Lo primero que me salió fue decirle que me tenía enamorado, que estaba deseando verla de una vez, besarla y abrazarla. Ella me respondió lo mismo pero que si quería algo más a parte de las cosas solamente cariñosas, todo esto con el típico hilito de voz bajita, calmada y sobre todo sensual... Yo le dije que sí, que somos personas y lo que me ha enseñado es muy excitante, pero que no era lo primero que quería hacer cuando nos viéramos (no quería que pensase que a partir de ahora solo la quería como objeto sexual y realmente si que sentía algo muy fuerte por ella, aunque fuera en la distancia).
Y he aquí mi primer gran golpe de suerte. Su familia era argentina y vinieron cuando ella era muy pequeña, así pues a ella casi ni se le notaba el característico acento argentino pero a sus padres si. Resulta que su padre era ingeniero pero no tenía convalidada su titulación aquí, por eso tuvo que venir a Madrid al ministerio a hacer los trámites. Ella me lo contó y sobre todo... lo iba a acompañar! Ella iba a venir! Me puse muy nervioso, pero aún así estaba eufórico. Iban a venir un día de diario en el primer AVE del día y luego volver por la tarde. El padre estaría ocupado buena parte de la mañana y ese era mi momento, quién sabe cuando sería la próxima oportunidad. He de decir que nuestros padres sabía de nuestra existencia, porque a veces el teléfono lo cogía alguno de ellos, así que tampoco ocultábamos que hablabamos con un "amigo lejano". Total que yo, que no falto nunca a clase (estudiaba una FP en aquel momento y además ya era justo mayor de edad), ese día me lo tomé "libre" de clases. Ya acordé ir a buscarlos a la estación, acompañarlos al ministerio y mientras yo le enseñaba a su hija los "encantos de Madrid". Como es obvio esta era la versión oficial, pero nosotros ya teníamos nuestros planes hechos desde que lo supimos.
Así llegó el día, me levanté como cualquier otro para "ir al insti" y que mis padres no me viesen en casa. Su tren llegaba a las 9:30 o 10, y yo tenía la suerte de vivir muy cerca de la estación, así como relativamente cerca también del ministerio (los conocedores sabrán que la estación de Atocha y unos cuantos ministerios están muy cerca), así que pasado un rato que sabía que mis padres ya no estaban volví a casa a dejar la mochila dentro del armario y me puse rumbo a la estación. Sabíamos que no podíamos desfogarnos allí mismo puesto que venía su padre y yo solo era un amigo conocido, incluso aunque fuéramos pareja (nosotros nos lo considerábamos ya) pues los padres eso de las relaciones a distancia aún no lo veían como algo serio, así que ya dijimos que dos besicos en la mejilla, aunque nos fuera difícil mantenernos. Allí estaba yo en la salida de los andenes cuando ya pensaba en llevarla rápidamente a casa y tuve una erección, incómoda pero placentera. Llegó el tren procedente de su ciudad y empezó a salir la marabunta de gente. Me dijo que su padre era muy alto y ella bajita, así que que ahí estaba ahí buscando un señor muy alta con una chiquilla vacía y... ahí estaban. Ella ya me había visto antes que yo, pues cuando me fijé en su rostro ya estaba mirándome y sonriendo. Nos dimos los dos típicos besos en la mejilla pero muy cerca de la boca, especialmente el segundo, muy cerca es muy cerca, pero ahí estaba el padre al que le di un buen apretón de manos. Yo mido 1,80 y ciertamente él me sacaba una cabeza y yo otra a ella. Después de unas pertinentes preguntas de que tal y como ha ido el viaje, nos dispusimos a ir al ministerio andando, además la suerte era que no tenía cita y lo mismo lo atendían en 5 minutos como en 5 horas, y sabiendo como somos los españoles tenía claro que tiraría más para lo segundo. Llegamos, dejamos a su padre allí y acordó ella que la llamaría cuando acabase, y nos fuimos.
Empezamos a andar en dirección a mi casa mientras nos mirábamos e instintivamente nos agarramos la mano y a la vuelta de la primera esquina nos fundimos en un beso que no sé cuánto duró. Aún no nos habíamos dicho nada pero ya nos habíamos dado nuestro primer beso. Nos reímos e incluso ella se mordió un poco el labio inferior, muestra inequívoca de deseo puro. Continuamos a casa que solo eran unos 15 minutos, entramos y en el ascensor nos volvimos a comer la boca pero con más pasión aún, no pude resistirme y la planté una mano en una de sus magníficas ubres aún con el abrigo y todo puesto, y ella lo único que hizo fue poner su mano sobre la mía y apretar más fuerte. Tenía la pirula como el cañón de un tanque, dispuesta a abrir fuego y aniquilar al enemigo. Llegamos al piso y al entrar fuera abrigos, comernos la boca como si no hubiera un mañana. La fui guiando a mi habitación que recordemos estaba en el piso de arriba. Fuimos dejando ropa por el camino, en mitad de las escaleras ya no tenía sujetador, así que me abalance desde detrás y le agarré con cada mano una de esas esculturas esculpidas por los mismísimos dioses del Olimpo, no sé si incluso llegaría a hacerle daño, no me dijo nada pero recuerdo apretar como si me fuera la vida en ello. Al llegar a la cama no teníamos absolutamente nada de ropa, y me pasó lo que solo me pasó aquella vez: verla desnuda con ese manjar completamente depilado (y además ligeramente abierto, estaba muy cachonda), esas pedazo de tetas justo encima y que iba a ser mi primer polvo hicieron que me corriese, sin tocar y sin hacer nada más. Me quise morir, había fallado a mi chica, el mundo se me vino encima (ni siquiera disfruté esos segundos de eyaculación), pero ni de lejos tuvo un mal final.
Ella, que era novata igual que yo, me dijo que me acercase, yo le pedí perdón que no sabía como ocurrió y como frenarlo, pero ella me dijo que no pasaba nada, estamos aprendiendo y que íbamos a continuar, que había muchas cosas para hacer igualmente. Eran las primeras palabras que nos decíamos. Además había otro detalle interesante y es que no se me bajó en ningún momento (menos mal). Me fui al baño a limpiar (que también tenía en mi habitación) y al salir ella estaba tumbada en mi cama bocarriba, muy tranquila y sonriendo. Me extendió su mano como invitación para que me tumbara con ella, y así lo hice. Empezamos a besarnos otra vez, pero esta vez más calmadamente y disfrutando de nuestras lenguas entrelazadas. Le acaricié todo su cuerpo, pasando bien mis manos sobre las bombonas de butano, algo hundidas por la posición pero perfectamente tocables y disfrutables. Tenía unos pezones de tamaño intermedio y en ese momento bien duros y unas aureolas grandes pero muy claritas, casi ni se notaban y luego bajé la mano hacia abajo. Ni rastro de un solo pelo más allá de su cabello. Ni uno es ni uno. Había hecho el día antes una depilación a conciencia tal y como me dijo después. Directamente le metí un dedo por el agujerito, quizás podría haber masajeado antes su clítoris, pero ocurrió así, sin pensar. Estuvimos un buen rato así, ella bocarriba completamente y yo de medio costado mirándola. Se me empezó a dormir el brazo donde estaba apoyado así que me dejé tumbar bocarriba yo en mi minúscula cama de 90cm. Hice un amago de pasar ese brazo adormilado por debajo de ella, a lo que rápidamente arqueó la espalda para ayudarme. Notaba que quería complacerme, que no me quería poner ni una sola traba. Presioné sobre su espalda para que entendiera que quería que se pusiera sobre mi, entonces se puso de medio costado con medio cuerpo sobre mi, quedándole una teta aprisionada pero la otra completamente libre y colgado a escasos centímetros de mi cara.
No recuerdo haber mamado teta como lo hice aquel día, a la par que con la mano se la agarraba y estrujaba (en mis pensamientos guarros interiores deseaba que saliera leche aunque no estuviese embarazada). Al cabo de un rato me incorporé y dejé que volviera a tumbarse bocarriba, entonces empecé a darle besitos en las tetas (perdón, tetazas) y fui bajando lentamente pero sin pausa (pues aún estando bien metido en faena el subconsciente me recordaba que en cualquier momento le sonaría su móvil y todo se acabaría). Y aquí me hallé de repente frente a la cuna de la vida: un festín visual solo digno del mismísimo mesías. Ya había vislumbrado ligeramente su perfecta vagina, pero ahora me estaba recreando con todo entradas en primera fila. Su labios externos eran de tamaño considerable, pero nada fuera de lo común mientras que sus labios interiores eran casi inexistentes. A ningún coño se le hace ascos, pero no es que fuera mi primer coño de verdad (realmente era el segundo de mi vida) sino que realmente era bonito y bien proporcionado. Empecé a meter mi lengua allí, por mi que se acabase el mundo ya, no necesitaba nada más en la vida. A pesar del viaje y la pequeña pateada mañanera no había rastro de ningún olor desagradable y eso que no pasó por el baño previamente, sencillamente era neutra de olores. Perdí la noción del tiempo allí, no había manera de saciarme, no quería acabar, mientras ella me acariciaba el cabella y de vez en cuando me apretaba contra ella un poco más, pero nada fuerte. De repente noto que sus piernas me aprisionan la cabeza con un poco más de fuerza y empezó a jadear tímidamente (hasta entonces todo era silencio salvo los lengüetazos que le estaba dando). Vino de repente casi sin avisar, un auténtico néctar revitalizante enviado por la mismísima Afrodita a través de aquel magnífico coño. No fue una corrida de squirt ni a chorros, pero se notaba perfectamente un cambio de sabor, yo era perfectamente consciente de que se estaba corriendo y no paré en ningún momento, mi niña tenía que disfrutarlo todo. Solo hizo un gemido fuerte en pleno éxtasis, además de quedarse jadeando un poquito. Levanté la mirada y ella estaba mirándome y sonriendo, un poco sonrojada. Y me dijo algo que no me esperé, no en ese momento exacto: te quiero. Me incorporé desde esa posición hacia arriba, pasando entre sus piernas abiertas, ella me esperaba más arriba para besarme apasionadamente, sin importarle que yo estaba cubierto de su corrida (además en todo momento yo había mantenido mi erección). Empecé a hacer el amago de metérsela, no me puso impedimento alguno y ninguno de los dos ni nombramos el condón. Queríamos hacerlo a toda costa sin pensar las consecuencias. Como os podréis imaginar tenía la almeja completamente abierta lista para procrear. Una vez que atiné a donde tenía que entrar con ayuda de mi mano, entró sin miramientos, directa hasta el fondo, y así me quede unos segundos disfrutando de nuestra unión plena. Poco a poco fui bombeando más fuerte, pero tampoco quería volver a correrme porque si en pocos minutos, así que no le di rápido al misionero. Enseguida la saqué y vi un pelín de sangre, nada reseñable, pero rápidamente miré la sábana porque a ver como se lo explicaba a mi madre, pero por suerte no hubo ni una sola gota, además las sábanas eran oscuras, pero aún así fui al baño a por un poco de papel y se lo limpié. La invité a ponerse en mi postura favorita, las 20 uñas apoyadas en la cama. Aquí tuve una nueva revelación al descubrir un ojal perfectamente rosado y sin un solo pelo a la vista. No podía creer que aquella perfección estuviera a mi disposición, al menos visualmente, pues le fui a acariciar aquella obra de arte y rápidamente me apartó la mano, mientras se volteaba la cabeza y con una sonrisita negaba con la cabeza. Así pues volví a meterla desde atrás, aquello no podía estar sucediendo, pero a las pocas sacudidas ya noté que venían nuestros posibles futuros hijos en camino, así que rápidamente la saqué y me corrí en su espalda. No fue un chorro contundente en cantidad ya que me había corrido hacía muy poco tiempo aunque sí en fuerza, le llegó el primer disparo hasta su pelo, y un par de ellos más en la propia espalda. Quedé un poco temblando y me recosté sobre sus glúteos, ya que aún seguía en posición. Con un brazo extendido hacia atrás me acarició la cabeza. Esos pequeños detalles cariñosos me daban a entender que a ella le había importado y lo había sentido, que estaba satisfecha y feliz.
Este primer polvo fue un auténtico éxtasis de la vida, y además no había sonado su teléfono aún, así que magnífico. Me fui a por más papel para limpiarla, nos incorporamos en la cama y le invité a la ducha, de lo que ella renegó porque en cualquier momento tenía que coger el teléfono y tendríamos que marchar. Así que ella siguió sentada y me indicó que me tumbara con la cabeza apoyada en sus piernas, ella me empezó a acariciar el pelo nuevamente, me miraba fijamente y sonreía, yo la miraba igualmente pero sin sonreír tanto, no porque no estuviese feliz sino que no porque no me sale. Estuvimos un rato así hasta que ella me preguntó que tal estaba, yo le dije que en el paraíso, a lo que esbozó una sonrisa más grande. Alcé la mano para acariciarle la mejilla, ella volteó un momento la cara para darme un beso sobre ella, luego bajé un poco para acariciarle una teta, ella sacó un poco el torso hacia delante para que me fuera más cómodo, todo para mi disfrute. Más calmadamente me di cuenta que no la había tratado como "mi putita", ya que tantas veces me insistió por teléfono, pero aquel día no surgió ni ella me lo pidió, prácticamente no hablamos nada, solo fue goce y disfrute.
Después de un rato nos vestimos, bueno, fuimos recogiendo ropa hasta llegar a la puerta de entrada más bien y cuando se agachó a recoger el abrigo le di una cachetada en una de esas nalgas tan redonditas que tenía. Cuando se dio la vuelta lo único que hizo fue besarme la boca. Nos vestimos y nos fuimos a la calle a pasear mientras esperábamos. Al rato le llamó su padre, ya era mediodía y me dijo que me invitaba a comer con ellos. Como teníamos tiempo ahora si fuimos a Sol y la Plaza Mayor a hacer un poco de turismo y comimos por allí (le mandé un SMS a mi madre diciéndole que iba un rato a casa de un amigo a "estudiar"). En ningún momento nos dimos la mano ni nos dimos ningún beso, nos comportábamos como buenos niños, aunque nuestras miradas mutuas llenas de amor y deseo creo que nos podrían delatar igualmente. Poco después llegó la hora de marcharse, así que fuimos a la estación, un apretón de manos al míster y un abrazo (bastante fuerte) y un par de besos nuevamente muy cerca de la boca. Aunque su padre dijo que tenía que ir al baño y en ese último minuto y pico juntos nos fundimos nuevamente en un beso corto pero intenso y fuerte (y una caricia sobre el abrigo a la perfección hecha teta).
Por la noche me avisó a través del chat de que habían llegado bien, además de repetirme varias veces que ella tenía mucha suerte de tenerme a mi de novio (esto me impactó mucho también, no porque no quisiese, es que no creía que ella lo sintiera así también ni tampoco lo habíamos hablado expresamente). Nos dijimos te quiero unas cuantas veces y además me volví a poner bien duro. Nos despedimos y cada uno a su cama.
En mi caso no, fui a hacerme una de las mejores pajas que me he hecho en la vida rememorando aquella mañana única y luego, ahora si, a dormir.
Hubo un segundo y último encuentro más, esta vez en su ciudad, si alguien ha llegado hasta aquí y lo desea puedo contarlo sin problema alguno
Muchas gracias bellas personas!

La primera real
Estábamos en los principios del 2000 y aunque el internet ya estaba bastante asentado en nuestras vidas, podríamos decir que eran los albores del internet tal y como lo conocemos, con las páginas de chat en su máxima expresión, un par de redes sociales conocidas, sin plataformas de vídeo aún pero sobre todo contábamos con el legendario MSN Messenger y el mIRC. He de decir que soy una persona extremadamente tímida, me cuesta mucho socializar en persona. En estos tiempos me dedicaba a jugar mucho a juegos online, que se jugaban directamente en el navegador. Uno de estos juegos que tenía cierta popularidad era el OGame (mientras escribo esto he ido a mirar por curiosidad y... sigue existiendo!). Era bastante activo en ese juego así como en otros de la misma empresa, hasta el punto de llegar a ser parte del staff operador en alguno de ellos. En este entorno era más amigable para mi personalidad para poder socializar, lo cual hacía bastante. Las chicas no eran muchas, pero las había.
Como era de esperar muchos de los operadores del juego éramos de las grandes ciudades, sobre todo Madrid y Barcelona. Empezamos a hablar de hacer alguna quedada, cenar y salir a tomar algo. Empecé a desinhibirme un poco, no era el más hablador pero al menos ya salía de mi zona de confort y me divertía de otra manera que no fuera a juegos online o la Play Station. Estas quedadas llegaron a ser relativamente frecuentes, 2 ó 3 veces al mes, y digamos que ya tenía bastante confianza con ellos. Mientras tanto a parte de vernos en directo seguíamos hablando online cada día, además de interactuar con los jugadores con los que vas haciendo nuevos amigos virtuales (eso sí, muchos de ellos al otro lado del charco).
Empecé a hablar un poco más con una chica, realmente no sabía quién estaba al otro lado del ordenador, podría haber sido un abuelete (como tantas veces pasaba), pero yo elegí creer. Le respondía a todos los post del foro del juego, muchos de ellos hilos de spam sin mucho sentido, lo típico que se hace en los foros. En una de esas ya veo el simbolito del "mensaje privado" encendido, lo cuál supuse que sería cualquier jugador con alguna duda, pero no, era ella, para comentar alguna jugada de algún hilo de aquellos. Obviamente le respondí, seguían siendo unas risas inocentes sin mayor profundidad en ningún tema. La invité a unirse al mIRC a los canales donde estábamos los jugadores y operadores para tener una charla más directa, al fin y al cabo era un chat (y donde surgían nuestras quedadas).
Os podéis imaginar que nuestras conversaciones cada vez eran más serias, conociéndonos más el uno al otro, hablando de nuestras vidas, estudios, que queríamos "ser de mayores"... lo típico de personas que se están conociendo. Le comenté también nuestras juntanzas del staff, ella conocía a todos igualmente del juego y el foro, y que le hacía ilusión también poder quedar. Mientras tanto seguíamos hablando por el chat, alguna conversación llegó incluso a subir un poco de tono, supongo que es inevitable sobre todo en dos chiquillos de 18 recién cumplidos, del estilo "cuando vaya a una kdd a lo mejor en un momento dado podríamos irnos a dar un paseo, me enseñas un poco la ciudad, estamos solitos..." o al menos mi mente calenturienta y pirula virgen se imaginaban las cosas más deliciosas de lo que no había probado aún. Aunque ya teníamos teléfono móvil, eran de prepago y hablar costaba dinero (y mandar los SMS!) y éramos aún estudiantes, no os voy a contar nada que no sepáis, así que decidimos darnos también el teléfono fijo de casa, que ya tenía tarifa plana, por el que comenzamos a hablar.
Ahí me quité un peso de encima, pues aunque creía ciegamente que al otro lado había una chica (un pivonazo por supuesto), en el fondo de mi ser siempre tenía ese retintin de que podría no serlo. Con la primera llamada pude disipar mis dudas y corroborar que efectivamente había una chica joven, la cual aún no conocía nada de su físico ni se lo había preguntado (ni ella a mi). Empezamos a hablar de nuestro día a día, alguna cosilla del juego que al fin y al cabo era lo que nos unió, en fin, temas sin importancia. Llegamos a tener bastante intimidad, me contó que ella también era muy tímida y que físicamente era normalita además de entradita en carnes, lo cual nunca ha sido importante para mi (estaba yo para exigir encima).
Aquí una pequeña aclaración: nuestro piso era un dúplex y mi habitación era el piso de arriba. Mis padres pusieron un teléfono fijo arriba también para que no tuviera que bajar e ir a la carrera abajo a coger el teléfono cuando sonase. Ella, por ser la hermana mayor y tener habitación propia, también disfrutaba del "privilegio" de tener teléfono en su habitación.
Nunca nos llamábamos así porque sí, antes lo acordábamos por el chat, más que nada para cerciorarnos de que estábamos en casa y sin hacer otra cosa. Esas primeras llamadas nuestras coincidieron con los últimos compases de los módem 56k que interrumpían internet, lo cual ocasionaba alguna molestia en casa (todos seguís sabiendo lo que era) aunque en poco tiempo ya pasamos al adsl y esos problemas se acabaron. Nuestras conversaciones fueron tornándose más largas y sobre todo más calientes.
En nuestras llamadas empezamos a tener sexo telefónico, nos quitamos toda la vergüenza. Nos decíamos que estábamos solos, nos besábamos, metiéndonos mano pero sin quitarnos la ropa aún, imaginándonos lo que habría debajo. Describíamos todos y cada uno de los pasos. Nos quitábamos alguna prenda de arriba, se quedaba en sujetador y yo le acariciaba sus "tetitas" (aquí un detalle que me la puso como el eje de un camión: me dijo que sus pechos era muy grandes, hasta el punto que algún día se los tendría que operar para no tener problemas de espalda en el futuro). Casi me corro aquella vez solo de oírlo y de pensar que algún día podría sujetárselas de verdad. Nos entonábamos mucho y yo podía sentir que ella lo hacía de verdad, que lo disfrutaba y no era solo por calentarme la polla. Siendo los dos vírgenes a día de hoy incluso me sorprende el nivel de detalle sexual que llegábamos a tener, nuestras chupadas mutuas, posturas, incluso el lenguaje utilizado, pues pronto empezó a autodenominarse "mi putita", y así quería que la llamase. Me sorprendió (y por supuesto me excitó) que ella fuera más bien sumisa, e incluso así me lo dijo directamente.
Fuera de nuestros habituales "polvos" telefónicos nos mandábamos algún que otro SMS cuando estábamos fuera de casa, pocos ya que costaban un dinerillo (que gran ilusión ver como te llegaba un mensaje de alguien que te gustaba) y seguíamos hablando por el chat igualmente. Aunque por el chat también éramos bastante activos sexualmente hablando, lo hacíamos de manera más seria, algo así como que por teléfono a viva voz teníamos el sexo placentero y por chat después comentábamos la jugada más seriamente. Yo he de decir que no soy muy fan del sexo telefónico o escrito, prefiero real, pero me hacía buenas pajas en nuestras llamadas o chateando. Yo creía que para ella era un juego, pero me insistió que cuando hablaba por teléfono cerraba la puerta de su habitación con el cerrojo y que se masturbaba de verdad completamente desnuda y que dejaba empapada la cama, además de sus pechos algo enrojecidos de tanto apretárselos.
Como os imaginaréis esto estaba muy bien pero al final uno quiere más, a estas alturas de la película el sexo "oral y escrito" ya no era suficiente. Entre tanto lo que sí hicimos fue pasarnos una foto al fin, ya que pasamos del carrete a las novedosas cámaras digitales (ninguno de los dos teníamos aún), recurriendo a la cámara de nuestros padres, hacernos una foto y borrarla rápidamente. Aquí vino otro gran momento de morbo y excitación, pues si bien no soy exquisito con el físico y además ella ya se había descrito anteriormente, resulta que yo le mandé una foto vestido y ella a mi en ropa interior. Me quedaron clara dos cosas (después del pajote instantáneo que me hice): uno, que ni estaba tan gordita como se describía ella y dos, que efectivamente ella era poseedora y acreedora de un exquisito melonar. Cuando me preguntó que tal no tardé mucho en responderla porque como ya dije la paja fue casi instantánea. Lo primero que me salió fue decirle que me tenía enamorado, que estaba deseando verla de una vez, besarla y abrazarla. Ella me respondió lo mismo pero que si quería algo más a parte de las cosas solamente cariñosas, todo esto con el típico hilito de voz bajita, calmada y sobre todo sensual... Yo le dije que sí, que somos personas y lo que me ha enseñado es muy excitante, pero que no era lo primero que quería hacer cuando nos viéramos (no quería que pensase que a partir de ahora solo la quería como objeto sexual y realmente si que sentía algo muy fuerte por ella, aunque fuera en la distancia).
Y he aquí mi primer gran golpe de suerte. Su familia era argentina y vinieron cuando ella era muy pequeña, así pues a ella casi ni se le notaba el característico acento argentino pero a sus padres si. Resulta que su padre era ingeniero pero no tenía convalidada su titulación aquí, por eso tuvo que venir a Madrid al ministerio a hacer los trámites. Ella me lo contó y sobre todo... lo iba a acompañar! Ella iba a venir! Me puse muy nervioso, pero aún así estaba eufórico. Iban a venir un día de diario en el primer AVE del día y luego volver por la tarde. El padre estaría ocupado buena parte de la mañana y ese era mi momento, quién sabe cuando sería la próxima oportunidad. He de decir que nuestros padres sabía de nuestra existencia, porque a veces el teléfono lo cogía alguno de ellos, así que tampoco ocultábamos que hablabamos con un "amigo lejano". Total que yo, que no falto nunca a clase (estudiaba una FP en aquel momento y además ya era justo mayor de edad), ese día me lo tomé "libre" de clases. Ya acordé ir a buscarlos a la estación, acompañarlos al ministerio y mientras yo le enseñaba a su hija los "encantos de Madrid". Como es obvio esta era la versión oficial, pero nosotros ya teníamos nuestros planes hechos desde que lo supimos.
Así llegó el día, me levanté como cualquier otro para "ir al insti" y que mis padres no me viesen en casa. Su tren llegaba a las 9:30 o 10, y yo tenía la suerte de vivir muy cerca de la estación, así como relativamente cerca también del ministerio (los conocedores sabrán que la estación de Atocha y unos cuantos ministerios están muy cerca), así que pasado un rato que sabía que mis padres ya no estaban volví a casa a dejar la mochila dentro del armario y me puse rumbo a la estación. Sabíamos que no podíamos desfogarnos allí mismo puesto que venía su padre y yo solo era un amigo conocido, incluso aunque fuéramos pareja (nosotros nos lo considerábamos ya) pues los padres eso de las relaciones a distancia aún no lo veían como algo serio, así que ya dijimos que dos besicos en la mejilla, aunque nos fuera difícil mantenernos. Allí estaba yo en la salida de los andenes cuando ya pensaba en llevarla rápidamente a casa y tuve una erección, incómoda pero placentera. Llegó el tren procedente de su ciudad y empezó a salir la marabunta de gente. Me dijo que su padre era muy alto y ella bajita, así que que ahí estaba ahí buscando un señor muy alta con una chiquilla vacía y... ahí estaban. Ella ya me había visto antes que yo, pues cuando me fijé en su rostro ya estaba mirándome y sonriendo. Nos dimos los dos típicos besos en la mejilla pero muy cerca de la boca, especialmente el segundo, muy cerca es muy cerca, pero ahí estaba el padre al que le di un buen apretón de manos. Yo mido 1,80 y ciertamente él me sacaba una cabeza y yo otra a ella. Después de unas pertinentes preguntas de que tal y como ha ido el viaje, nos dispusimos a ir al ministerio andando, además la suerte era que no tenía cita y lo mismo lo atendían en 5 minutos como en 5 horas, y sabiendo como somos los españoles tenía claro que tiraría más para lo segundo. Llegamos, dejamos a su padre allí y acordó ella que la llamaría cuando acabase, y nos fuimos.
Empezamos a andar en dirección a mi casa mientras nos mirábamos e instintivamente nos agarramos la mano y a la vuelta de la primera esquina nos fundimos en un beso que no sé cuánto duró. Aún no nos habíamos dicho nada pero ya nos habíamos dado nuestro primer beso. Nos reímos e incluso ella se mordió un poco el labio inferior, muestra inequívoca de deseo puro. Continuamos a casa que solo eran unos 15 minutos, entramos y en el ascensor nos volvimos a comer la boca pero con más pasión aún, no pude resistirme y la planté una mano en una de sus magníficas ubres aún con el abrigo y todo puesto, y ella lo único que hizo fue poner su mano sobre la mía y apretar más fuerte. Tenía la pirula como el cañón de un tanque, dispuesta a abrir fuego y aniquilar al enemigo. Llegamos al piso y al entrar fuera abrigos, comernos la boca como si no hubiera un mañana. La fui guiando a mi habitación que recordemos estaba en el piso de arriba. Fuimos dejando ropa por el camino, en mitad de las escaleras ya no tenía sujetador, así que me abalance desde detrás y le agarré con cada mano una de esas esculturas esculpidas por los mismísimos dioses del Olimpo, no sé si incluso llegaría a hacerle daño, no me dijo nada pero recuerdo apretar como si me fuera la vida en ello. Al llegar a la cama no teníamos absolutamente nada de ropa, y me pasó lo que solo me pasó aquella vez: verla desnuda con ese manjar completamente depilado (y además ligeramente abierto, estaba muy cachonda), esas pedazo de tetas justo encima y que iba a ser mi primer polvo hicieron que me corriese, sin tocar y sin hacer nada más. Me quise morir, había fallado a mi chica, el mundo se me vino encima (ni siquiera disfruté esos segundos de eyaculación), pero ni de lejos tuvo un mal final.
Ella, que era novata igual que yo, me dijo que me acercase, yo le pedí perdón que no sabía como ocurrió y como frenarlo, pero ella me dijo que no pasaba nada, estamos aprendiendo y que íbamos a continuar, que había muchas cosas para hacer igualmente. Eran las primeras palabras que nos decíamos. Además había otro detalle interesante y es que no se me bajó en ningún momento (menos mal). Me fui al baño a limpiar (que también tenía en mi habitación) y al salir ella estaba tumbada en mi cama bocarriba, muy tranquila y sonriendo. Me extendió su mano como invitación para que me tumbara con ella, y así lo hice. Empezamos a besarnos otra vez, pero esta vez más calmadamente y disfrutando de nuestras lenguas entrelazadas. Le acaricié todo su cuerpo, pasando bien mis manos sobre las bombonas de butano, algo hundidas por la posición pero perfectamente tocables y disfrutables. Tenía unos pezones de tamaño intermedio y en ese momento bien duros y unas aureolas grandes pero muy claritas, casi ni se notaban y luego bajé la mano hacia abajo. Ni rastro de un solo pelo más allá de su cabello. Ni uno es ni uno. Había hecho el día antes una depilación a conciencia tal y como me dijo después. Directamente le metí un dedo por el agujerito, quizás podría haber masajeado antes su clítoris, pero ocurrió así, sin pensar. Estuvimos un buen rato así, ella bocarriba completamente y yo de medio costado mirándola. Se me empezó a dormir el brazo donde estaba apoyado así que me dejé tumbar bocarriba yo en mi minúscula cama de 90cm. Hice un amago de pasar ese brazo adormilado por debajo de ella, a lo que rápidamente arqueó la espalda para ayudarme. Notaba que quería complacerme, que no me quería poner ni una sola traba. Presioné sobre su espalda para que entendiera que quería que se pusiera sobre mi, entonces se puso de medio costado con medio cuerpo sobre mi, quedándole una teta aprisionada pero la otra completamente libre y colgado a escasos centímetros de mi cara.
No recuerdo haber mamado teta como lo hice aquel día, a la par que con la mano se la agarraba y estrujaba (en mis pensamientos guarros interiores deseaba que saliera leche aunque no estuviese embarazada). Al cabo de un rato me incorporé y dejé que volviera a tumbarse bocarriba, entonces empecé a darle besitos en las tetas (perdón, tetazas) y fui bajando lentamente pero sin pausa (pues aún estando bien metido en faena el subconsciente me recordaba que en cualquier momento le sonaría su móvil y todo se acabaría). Y aquí me hallé de repente frente a la cuna de la vida: un festín visual solo digno del mismísimo mesías. Ya había vislumbrado ligeramente su perfecta vagina, pero ahora me estaba recreando con todo entradas en primera fila. Su labios externos eran de tamaño considerable, pero nada fuera de lo común mientras que sus labios interiores eran casi inexistentes. A ningún coño se le hace ascos, pero no es que fuera mi primer coño de verdad (realmente era el segundo de mi vida) sino que realmente era bonito y bien proporcionado. Empecé a meter mi lengua allí, por mi que se acabase el mundo ya, no necesitaba nada más en la vida. A pesar del viaje y la pequeña pateada mañanera no había rastro de ningún olor desagradable y eso que no pasó por el baño previamente, sencillamente era neutra de olores. Perdí la noción del tiempo allí, no había manera de saciarme, no quería acabar, mientras ella me acariciaba el cabella y de vez en cuando me apretaba contra ella un poco más, pero nada fuerte. De repente noto que sus piernas me aprisionan la cabeza con un poco más de fuerza y empezó a jadear tímidamente (hasta entonces todo era silencio salvo los lengüetazos que le estaba dando). Vino de repente casi sin avisar, un auténtico néctar revitalizante enviado por la mismísima Afrodita a través de aquel magnífico coño. No fue una corrida de squirt ni a chorros, pero se notaba perfectamente un cambio de sabor, yo era perfectamente consciente de que se estaba corriendo y no paré en ningún momento, mi niña tenía que disfrutarlo todo. Solo hizo un gemido fuerte en pleno éxtasis, además de quedarse jadeando un poquito. Levanté la mirada y ella estaba mirándome y sonriendo, un poco sonrojada. Y me dijo algo que no me esperé, no en ese momento exacto: te quiero. Me incorporé desde esa posición hacia arriba, pasando entre sus piernas abiertas, ella me esperaba más arriba para besarme apasionadamente, sin importarle que yo estaba cubierto de su corrida (además en todo momento yo había mantenido mi erección). Empecé a hacer el amago de metérsela, no me puso impedimento alguno y ninguno de los dos ni nombramos el condón. Queríamos hacerlo a toda costa sin pensar las consecuencias. Como os podréis imaginar tenía la almeja completamente abierta lista para procrear. Una vez que atiné a donde tenía que entrar con ayuda de mi mano, entró sin miramientos, directa hasta el fondo, y así me quede unos segundos disfrutando de nuestra unión plena. Poco a poco fui bombeando más fuerte, pero tampoco quería volver a correrme porque si en pocos minutos, así que no le di rápido al misionero. Enseguida la saqué y vi un pelín de sangre, nada reseñable, pero rápidamente miré la sábana porque a ver como se lo explicaba a mi madre, pero por suerte no hubo ni una sola gota, además las sábanas eran oscuras, pero aún así fui al baño a por un poco de papel y se lo limpié. La invité a ponerse en mi postura favorita, las 20 uñas apoyadas en la cama. Aquí tuve una nueva revelación al descubrir un ojal perfectamente rosado y sin un solo pelo a la vista. No podía creer que aquella perfección estuviera a mi disposición, al menos visualmente, pues le fui a acariciar aquella obra de arte y rápidamente me apartó la mano, mientras se volteaba la cabeza y con una sonrisita negaba con la cabeza. Así pues volví a meterla desde atrás, aquello no podía estar sucediendo, pero a las pocas sacudidas ya noté que venían nuestros posibles futuros hijos en camino, así que rápidamente la saqué y me corrí en su espalda. No fue un chorro contundente en cantidad ya que me había corrido hacía muy poco tiempo aunque sí en fuerza, le llegó el primer disparo hasta su pelo, y un par de ellos más en la propia espalda. Quedé un poco temblando y me recosté sobre sus glúteos, ya que aún seguía en posición. Con un brazo extendido hacia atrás me acarició la cabeza. Esos pequeños detalles cariñosos me daban a entender que a ella le había importado y lo había sentido, que estaba satisfecha y feliz.
Este primer polvo fue un auténtico éxtasis de la vida, y además no había sonado su teléfono aún, así que magnífico. Me fui a por más papel para limpiarla, nos incorporamos en la cama y le invité a la ducha, de lo que ella renegó porque en cualquier momento tenía que coger el teléfono y tendríamos que marchar. Así que ella siguió sentada y me indicó que me tumbara con la cabeza apoyada en sus piernas, ella me empezó a acariciar el pelo nuevamente, me miraba fijamente y sonreía, yo la miraba igualmente pero sin sonreír tanto, no porque no estuviese feliz sino que no porque no me sale. Estuvimos un rato así hasta que ella me preguntó que tal estaba, yo le dije que en el paraíso, a lo que esbozó una sonrisa más grande. Alcé la mano para acariciarle la mejilla, ella volteó un momento la cara para darme un beso sobre ella, luego bajé un poco para acariciarle una teta, ella sacó un poco el torso hacia delante para que me fuera más cómodo, todo para mi disfrute. Más calmadamente me di cuenta que no la había tratado como "mi putita", ya que tantas veces me insistió por teléfono, pero aquel día no surgió ni ella me lo pidió, prácticamente no hablamos nada, solo fue goce y disfrute.
Después de un rato nos vestimos, bueno, fuimos recogiendo ropa hasta llegar a la puerta de entrada más bien y cuando se agachó a recoger el abrigo le di una cachetada en una de esas nalgas tan redonditas que tenía. Cuando se dio la vuelta lo único que hizo fue besarme la boca. Nos vestimos y nos fuimos a la calle a pasear mientras esperábamos. Al rato le llamó su padre, ya era mediodía y me dijo que me invitaba a comer con ellos. Como teníamos tiempo ahora si fuimos a Sol y la Plaza Mayor a hacer un poco de turismo y comimos por allí (le mandé un SMS a mi madre diciéndole que iba un rato a casa de un amigo a "estudiar"). En ningún momento nos dimos la mano ni nos dimos ningún beso, nos comportábamos como buenos niños, aunque nuestras miradas mutuas llenas de amor y deseo creo que nos podrían delatar igualmente. Poco después llegó la hora de marcharse, así que fuimos a la estación, un apretón de manos al míster y un abrazo (bastante fuerte) y un par de besos nuevamente muy cerca de la boca. Aunque su padre dijo que tenía que ir al baño y en ese último minuto y pico juntos nos fundimos nuevamente en un beso corto pero intenso y fuerte (y una caricia sobre el abrigo a la perfección hecha teta).
Por la noche me avisó a través del chat de que habían llegado bien, además de repetirme varias veces que ella tenía mucha suerte de tenerme a mi de novio (esto me impactó mucho también, no porque no quisiese, es que no creía que ella lo sintiera así también ni tampoco lo habíamos hablado expresamente). Nos dijimos te quiero unas cuantas veces y además me volví a poner bien duro. Nos despedimos y cada uno a su cama.
En mi caso no, fui a hacerme una de las mejores pajas que me he hecho en la vida rememorando aquella mañana única y luego, ahora si, a dormir.
Hubo un segundo y último encuentro más, esta vez en su ciudad, si alguien ha llegado hasta aquí y lo desea puedo contarlo sin problema alguno

Muchas gracias bellas personas!
