Tiverio
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Buenos días, os dejo este relato como mi primera aportación al foro.
Llevaba un rato en aquel aparcamiento frente al mar apoyado en el capó de su coche. Había llegado hasta allí buscando tranquilidad, huir del ruido, de la gente, quería pensar en nada durante un rato y escabullirse de la ciudad por un rato. Se encendió un cigarro y comenzó a darle caladas casi sin tener consciencia de estar haciéndolo mientras observaba los barcos mercantes que esperaban fondeados entrar en el puerto mientras algún otro salía y ponía rumbo quien sabe a donde, cuando junto al suyo paró un coche. Allí no había nadie más y precisamente por eso estaba allí, quería estar solo y en esa época del año ese es el lugar más tranquilo que conocía. Lo miró de soslayo y le llamó la atención lo que vio, era un Mercedes negro, con asientos de cuero beige, elegante y moderno, en su interior había una pareja, un hombre al volante y una mujer sentada a su lado, ambos entrados en los cuarenta, le parecieron atractivos y los encontró elegantemente vestidos, estos intercambiaron unas cuantas frases mientras ella le miraba casi tímidamente, con ojos traviesos, queriendo aparentar una inocencia de la que en realidad carecía. Sin apartar su vista de él hasta que quedó fuera de su alcance se inclinó entre el volante y su acompañante, sacó la polla de este y se la metió en la boca, comenzando a mamarla con lentitud, como quien saborea un helado de sabor desconocido.
No sabía bien cómo interpretar aquello, quizá aquella pareja consideraba ese aparcamiento su picadero privado y lo estaban intimidando para que se marchase o quizá el juego era dejarse ver por un desconocido, los pensamientos tratando de descifrar el sentido de lo que estaba sucediendo le volaban en la cabeza como estrellas fugaces que se suceden una a otra a toda velocidad.
El acompañante aún no le había mirado, como si él no estuviera allí, sin embargo ella levantaba la mirada regularmente invitándolo a ser espectador de excepción de aquel pase privado, a sentirse más cómodo, cómo indicándole que no estaba de sobra allí. De pronto la ventanilla bajó unos centímetros y el hombre, por fin le miró y le dijo con una voz grave y suave "si quieres, ve a la puerta de ella, lo está deseando". Así lo hizo sin decir nada. El silencio era parte integrante del juego, como un cuarto participante y eso él lo había percibido enseguida.
Cuando estuvo frente a la ventanilla pudo observar con detalle a aquella mujer morena, de pelo largo ondulado, que no mediría más de 1,60 la cual se encontraba de rodillas sobre el asiento y que no había cesado en su labor feladora y le ofrecía un magnífico y redondo culo, que se adivinaba bajo la pequeña y ligera falda granate con volantes que apenas le cubría las nalgas.
La ventanilla bajó completamente, accionada por el hombre, que marcaba los tiempos de aquel juego como quien dirige una orquesta, pero esta vez siendo también un instrumentista más. Con un sutil movimiento de caderas ella levantó las nalgas dejándolas al alcance del observador que al subirla tímidamente comprobó que bajo ella no había más que un apretadísimo culo y se deleitó con la vista de la más hermosa sonrisa vertical que jamás había visto y que estaba evidentemente húmeda y se intuía deliciosa. Introdujo su mano derecha en el interior del vehículo y comenzó a acariciar el culo de la mujer, que trataba de estirarse hacia él, impaciente y generosa mientras continuaba mamando la explosiva polla de su marido, tremendamente excitado viendo como el invitado acariciaba el coño de su mujer con una mano y se agarraba una más que respetable polla ,que ya había liberado del interior de su pantalón, con la otra.
Liberó el seguro de la puerta y el invitado, tímidamente, la abrió y se arrodilló tras aquella mujer que a él le parecía en ese instante una diosa a la que ofrecer sus plegarias y su sacrificio si así se lo pedía. Asiendo aquel perfecto culo con ambas manos hundió su lengua en el coño mientras su olfato recogía el inconfundible olor a hembra que lo excitaba hasta casi hacerle estallar la polla, que se erguía como una lanza y parecía iba a ser arrojada en cualquier momento.
Ella gemía ahogadamente mientras chupaba y empapaba en saliva la ya pétrea polla de su marido, el cual estaba gozando aún más que ella viendo cómo en breve su mujer se correría irremediablemente en la cara del invitado, que le estaba regalando una húmeda comida de coño y dándole atención a su dilatado ano pasándole y hundiéndole la lengua hasta penetrarlo, lo que la hacía casi enloquecer cada vez que sentía como la introducía. Ella no pudo más y gritó, aulló como una loba, mientras se corría con la boca del invitado pegada a su coño. Su marido le agarró la cabeza y le hundió nuevamente la polla en la boca obligándola a mamar sin descanso mientras, mirando al invitado, le dijo un directo "fóllatela, si quieres, ella lo está deseando".
El invitado se puso en pie y casi introduciéndose completamente en el coche clavó su polla en el humedal en que se había convertido aquel coño como si quisiera atravesarla y comenzó a embestirla mientras ella ya no podía sofocar sus propios gemidos que ya tenían categoría de grito. El cornudo la había cogido del pelo y levantándole la cabeza la miraba a los ojos mientras le decía lo puta que era y lo mucho que le iba a dar por el culo cuando llegasen a casa, "porque te lo mereces, puta" le dijo justo antes de ella le escupiese en la cara y le nombrase lo cabrón que era y la impaciencia que tenía por recibir una buena corrida suya.
El invitado no sabía bien si aquello le estaba pasando a él o era un sueño que jamás se habría atrevido a tener, pero de cualquier modo lo estaba disfrutando gemido a gemido y aquella conversación lo había excitado aún más si cabe. Con un movimiento de caderas ella se sacó de su interior la polla del invitado que se sorprendió de la agilidad con que lo había hecho y salió del coche, se puso en cuclillas y agarrándole la polla la mamó con lujuria, estaba claro que había decidido que quería hacer que se corriese ya. El marido salió del coche y se situó junto él ,sintió cómo la presión en la boca de aquella diosa aumentó al introducir en ella la polla de su marido. Jamás había experimentado una mamada compartida y creyó que era inminente descargar un latigazo de semen en la boca de aquella mamona cuando ella misma se sacó las dos pollas de la boca y le ordenó que se tumbase en el asiento trasero. Aquello era mucho más de lo que él habría podido pedir... obedeció, ya era su esclavo y haría lo que esa mujer quisiera, fuese lo que fuese, y ella se sentó sobre su durísima polla poniéndole las tetas en la cara y ofreciendo el culo al exterior donde su marido no tardó en encularla, lo que la puso tan cachonda que cogió la cara del invitado y comenzó a besarlo del modo más cerdo que se lo habían hecho jamás, inundándole la cara de saliva y recorriéndosela por con la lengua poro a poro. Ella podía sentir las dos pollas basculando en su interior y la lengua de aquel chico revolverse en su boca con la intensidad de dos amantes reencontrados.
La mujer cogió la cabeza del invitado y se la acerco a las tetas para que se las devorase, y al levantar el cuello pudo ver en el exterior a un tercer hombre de pie, observándolos inmóvil mientras se masturbaba recreándose con aquel espectáculo, sin decir nada, aquello era mucho más que una buena follada, era la gran follada y aquellos dos pervertidos la estaban manejando con maestría. Un enorme grito de placer lo sacó de su ensimismamiento y un caudaloso squirting le empapó el vientre y la ingle mientras sentía como el hombre se tensaba y dando sacudidas más profundas descargaba una buena corrida en el culo de aquella perra en celo. Esta lo miró y tras liberarse de ambas pollas agarró la suya y con apenas treinta segundos de magistral succión le hizo eyacular un latigazo de semen caliente en su boca que inmediatamente compartió con su marido en un prolongado beso que lo dejó completamente sorprendido, jamás había visto a ninguna pareja compartir el sexo hasta ese extremo.
Se quedó un momento tumbado en el asiento trasero, recuperando el aliento y mirando las magníficas tetas de aquella mujer mientras se ponía nuevamente la blusa. Se despidió de ellos amablemente con un ha sido un placer, ellos le correspondieron con un también para nosotros y subió a su coche. Se puso en marcha hacia la ciudad mientras trataba de ubicar en algún lugar de su cerebro aquello que acababa de vivir. Pensó que en adelante, ese sería el lugar donde debía de acudir para escapar de los ruidos de la ciudad.
Llevaba un rato en aquel aparcamiento frente al mar apoyado en el capó de su coche. Había llegado hasta allí buscando tranquilidad, huir del ruido, de la gente, quería pensar en nada durante un rato y escabullirse de la ciudad por un rato. Se encendió un cigarro y comenzó a darle caladas casi sin tener consciencia de estar haciéndolo mientras observaba los barcos mercantes que esperaban fondeados entrar en el puerto mientras algún otro salía y ponía rumbo quien sabe a donde, cuando junto al suyo paró un coche. Allí no había nadie más y precisamente por eso estaba allí, quería estar solo y en esa época del año ese es el lugar más tranquilo que conocía. Lo miró de soslayo y le llamó la atención lo que vio, era un Mercedes negro, con asientos de cuero beige, elegante y moderno, en su interior había una pareja, un hombre al volante y una mujer sentada a su lado, ambos entrados en los cuarenta, le parecieron atractivos y los encontró elegantemente vestidos, estos intercambiaron unas cuantas frases mientras ella le miraba casi tímidamente, con ojos traviesos, queriendo aparentar una inocencia de la que en realidad carecía. Sin apartar su vista de él hasta que quedó fuera de su alcance se inclinó entre el volante y su acompañante, sacó la polla de este y se la metió en la boca, comenzando a mamarla con lentitud, como quien saborea un helado de sabor desconocido.
No sabía bien cómo interpretar aquello, quizá aquella pareja consideraba ese aparcamiento su picadero privado y lo estaban intimidando para que se marchase o quizá el juego era dejarse ver por un desconocido, los pensamientos tratando de descifrar el sentido de lo que estaba sucediendo le volaban en la cabeza como estrellas fugaces que se suceden una a otra a toda velocidad.
El acompañante aún no le había mirado, como si él no estuviera allí, sin embargo ella levantaba la mirada regularmente invitándolo a ser espectador de excepción de aquel pase privado, a sentirse más cómodo, cómo indicándole que no estaba de sobra allí. De pronto la ventanilla bajó unos centímetros y el hombre, por fin le miró y le dijo con una voz grave y suave "si quieres, ve a la puerta de ella, lo está deseando". Así lo hizo sin decir nada. El silencio era parte integrante del juego, como un cuarto participante y eso él lo había percibido enseguida.
Cuando estuvo frente a la ventanilla pudo observar con detalle a aquella mujer morena, de pelo largo ondulado, que no mediría más de 1,60 la cual se encontraba de rodillas sobre el asiento y que no había cesado en su labor feladora y le ofrecía un magnífico y redondo culo, que se adivinaba bajo la pequeña y ligera falda granate con volantes que apenas le cubría las nalgas.
La ventanilla bajó completamente, accionada por el hombre, que marcaba los tiempos de aquel juego como quien dirige una orquesta, pero esta vez siendo también un instrumentista más. Con un sutil movimiento de caderas ella levantó las nalgas dejándolas al alcance del observador que al subirla tímidamente comprobó que bajo ella no había más que un apretadísimo culo y se deleitó con la vista de la más hermosa sonrisa vertical que jamás había visto y que estaba evidentemente húmeda y se intuía deliciosa. Introdujo su mano derecha en el interior del vehículo y comenzó a acariciar el culo de la mujer, que trataba de estirarse hacia él, impaciente y generosa mientras continuaba mamando la explosiva polla de su marido, tremendamente excitado viendo como el invitado acariciaba el coño de su mujer con una mano y se agarraba una más que respetable polla ,que ya había liberado del interior de su pantalón, con la otra.
Liberó el seguro de la puerta y el invitado, tímidamente, la abrió y se arrodilló tras aquella mujer que a él le parecía en ese instante una diosa a la que ofrecer sus plegarias y su sacrificio si así se lo pedía. Asiendo aquel perfecto culo con ambas manos hundió su lengua en el coño mientras su olfato recogía el inconfundible olor a hembra que lo excitaba hasta casi hacerle estallar la polla, que se erguía como una lanza y parecía iba a ser arrojada en cualquier momento.
Ella gemía ahogadamente mientras chupaba y empapaba en saliva la ya pétrea polla de su marido, el cual estaba gozando aún más que ella viendo cómo en breve su mujer se correría irremediablemente en la cara del invitado, que le estaba regalando una húmeda comida de coño y dándole atención a su dilatado ano pasándole y hundiéndole la lengua hasta penetrarlo, lo que la hacía casi enloquecer cada vez que sentía como la introducía. Ella no pudo más y gritó, aulló como una loba, mientras se corría con la boca del invitado pegada a su coño. Su marido le agarró la cabeza y le hundió nuevamente la polla en la boca obligándola a mamar sin descanso mientras, mirando al invitado, le dijo un directo "fóllatela, si quieres, ella lo está deseando".
El invitado se puso en pie y casi introduciéndose completamente en el coche clavó su polla en el humedal en que se había convertido aquel coño como si quisiera atravesarla y comenzó a embestirla mientras ella ya no podía sofocar sus propios gemidos que ya tenían categoría de grito. El cornudo la había cogido del pelo y levantándole la cabeza la miraba a los ojos mientras le decía lo puta que era y lo mucho que le iba a dar por el culo cuando llegasen a casa, "porque te lo mereces, puta" le dijo justo antes de ella le escupiese en la cara y le nombrase lo cabrón que era y la impaciencia que tenía por recibir una buena corrida suya.
El invitado no sabía bien si aquello le estaba pasando a él o era un sueño que jamás se habría atrevido a tener, pero de cualquier modo lo estaba disfrutando gemido a gemido y aquella conversación lo había excitado aún más si cabe. Con un movimiento de caderas ella se sacó de su interior la polla del invitado que se sorprendió de la agilidad con que lo había hecho y salió del coche, se puso en cuclillas y agarrándole la polla la mamó con lujuria, estaba claro que había decidido que quería hacer que se corriese ya. El marido salió del coche y se situó junto él ,sintió cómo la presión en la boca de aquella diosa aumentó al introducir en ella la polla de su marido. Jamás había experimentado una mamada compartida y creyó que era inminente descargar un latigazo de semen en la boca de aquella mamona cuando ella misma se sacó las dos pollas de la boca y le ordenó que se tumbase en el asiento trasero. Aquello era mucho más de lo que él habría podido pedir... obedeció, ya era su esclavo y haría lo que esa mujer quisiera, fuese lo que fuese, y ella se sentó sobre su durísima polla poniéndole las tetas en la cara y ofreciendo el culo al exterior donde su marido no tardó en encularla, lo que la puso tan cachonda que cogió la cara del invitado y comenzó a besarlo del modo más cerdo que se lo habían hecho jamás, inundándole la cara de saliva y recorriéndosela por con la lengua poro a poro. Ella podía sentir las dos pollas basculando en su interior y la lengua de aquel chico revolverse en su boca con la intensidad de dos amantes reencontrados.
La mujer cogió la cabeza del invitado y se la acerco a las tetas para que se las devorase, y al levantar el cuello pudo ver en el exterior a un tercer hombre de pie, observándolos inmóvil mientras se masturbaba recreándose con aquel espectáculo, sin decir nada, aquello era mucho más que una buena follada, era la gran follada y aquellos dos pervertidos la estaban manejando con maestría. Un enorme grito de placer lo sacó de su ensimismamiento y un caudaloso squirting le empapó el vientre y la ingle mientras sentía como el hombre se tensaba y dando sacudidas más profundas descargaba una buena corrida en el culo de aquella perra en celo. Esta lo miró y tras liberarse de ambas pollas agarró la suya y con apenas treinta segundos de magistral succión le hizo eyacular un latigazo de semen caliente en su boca que inmediatamente compartió con su marido en un prolongado beso que lo dejó completamente sorprendido, jamás había visto a ninguna pareja compartir el sexo hasta ese extremo.
Se quedó un momento tumbado en el asiento trasero, recuperando el aliento y mirando las magníficas tetas de aquella mujer mientras se ponía nuevamente la blusa. Se despidió de ellos amablemente con un ha sido un placer, ellos le correspondieron con un también para nosotros y subió a su coche. Se puso en marcha hacia la ciudad mientras trataba de ubicar en algún lugar de su cerebro aquello que acababa de vivir. Pensó que en adelante, ese sería el lugar donde debía de acudir para escapar de los ruidos de la ciudad.