El inquilino universitario 2: El reencuentro

David Lovia

Miembro muy activo
Desde
27 Jul 2023
Mensajes
150
Reputación
1,534
¡Hola!
Pues vamos a comenzar un nuevo hilo en el foro, la segunda parte de El inquilino universitario. Espero vuestra participación, como siempre.

¡Un saludo!
 

Archivos adjuntos

  • 20240527_213133.jpg
PARTE 1

1



Mayo, 2022


―Enhorabuena, chicos, que la disfrutéis… ―me felicitó el jefe estrechándome la mano y dándole dos besos a Sofía.

Acabábamos de firmar la hipoteca de nuestra casa en la notaría en la que llevaba trabajando desde que salí de la universidad. Recibimos el juego de llaves y nos faltó tiempo para coger el coche e ir hasta allí.

Sientes una emoción especial cuando metes la llave por la cerradura y entras en tu nuevo hogar. Ya la habíamos visto varias veces durante la construcción, pero así terminada y bien rematada era la primera. Estuvimos dando una vuelta por todas las estancias. Sofía ya tenía en la cabeza cómo quería decorar el salón, cada habitación, los baños y sobre todo la inmensa terraza de cuarenta metros cuadrados, que había sido la culpable de comprar aquel piso de doscientos cincuenta mil euros.

Salimos a la terraza y Sofía me estuvo explicando la mesa que iba a poner y la situación, las tumbonas para tomar el sol, las plantas que quería comprar. Ya lo tenía todo pensado. Así era mi novia, le encantaba tener planificado hasta el más mínimo detalle.

De repente, escuchamos ruido en el piso de al lado.

―Creo que está mi hermano ―dijo Sofi cogiendo el teléfono―. ¿Estáis en casa?, ah, vale, ahora nos pasamos… Sí que están…
―Vaya, ¡qué suerte! ―exclamé sin mucho énfasis, pues no me apetecía nada hacer la visita de turno.

No solo nos había gustado a nosotros esa promoción de pisos, los dos hermanos pensaron que era buena idea comprarse la casa uno enfrente del otro, y yo, como Sergio es mi mejor amigo, además de mi cuñado, no le puse ninguna pega.

Llamamos a la puerta y salió a recibirnos Laura. Diez años habían pasado desde que empezaron a salir, lo recordaba como el primer día, aquella chica bajita y extrovertida se había convertido ya en una atractiva mujer, y nos dio dos besos a modo de saludo.

Ellos habían firmado un par de meses antes, apremiados por su inminente boda a mediados de junio, y ya tenían el piso casi montado. Al menos para entrar a vivir. Con la cocina, el salón y un par de habitaciones era más que suficiente.

―Ey, Adrián ―me saludó Sergio con un choque de manos―, qué guay que seáis nuestros vecinos, ¿os apetece tomar algo? ―nos preguntó dándole un solitario beso a su hermana.
―No, gracias, tranquilo, nos vamos a ir ya… ―le contestó Sofía.
―Uf, ¿qué tal estáis?, yo todavía tengo resaca del pasado finde, ya nos hacemos mayores, eh… Me vais a matar con tanta despedida. Y todavía me quedan dos; la de Elvira y Pablo, dentro de dos semanas, y la de los chicos. No sé si voy a llegar a la boda, cabrones… ―dijo Sergio.
―Más te vale ―le advirtió su futura mujer.
―Aunque Laura está como si nada.
―Bueno, que también tuve mal cuerpo hasta el martes ―afirmó pasándose el pelo por detrás de la oreja―. Venid, que os enseñamos el piso. ―Y rápidamente cambió de tema como si no quisiera seguir hablando de la despedida de soltero conjunta que habíamos organizado unos días atrás.

Nos dio una vuelta por todas las estancias, de momento les estaba quedando muy moderna y sofisticada (Laura tenía muy buen gusto para la decoración de interiores), y luego nos dijeron que la semana que viene se iban a instalar definitivamente. Tampoco quisimos molestarles mucho más tiempo y nos despedimos de ellos.

Antes de irnos del edificio volvimos a entrar en nuestra casa y recorrimos otra vez todas las habitaciones. Al llegar a la que se suponía que iba a ser nuestro dormitorio puse a Sofi contra la pared y le pregunté si le apetecía «estrenar» el piso.

―Ay, no, quita, idiota, que manchamos la pared ―protestó apartándome con un sutil empujón―. No sé si es cosa mía, pero Laura parecía un poco seria, ¿no?, ¿le habrá molestado que hayamos ido sin avisar?
―Sí que hemos avisado, les hemos llamado por teléfono.
―Ya, me refiero a que ha sido de sopetón, no nos esperaban, y ya sabes cómo es Laura…
―Olvida a Laura, venga, vamos a echar uno rapidito, esto es como la noche de bodas, me encantaría follarte el día que nos han dado las llaves… ―Y me acerqué a ella para meter la mano por debajo de su blusa.

Me encontré con sus grandes pechos y, en cuanto se los apreté un poco, a Sofía se le cambió la cara. Ya eran muchos años con ella y conocía sus puntos débiles. Comenzamos a salir cuando yo estaba en tercero de Empresariales y la hermana de Sergio empezaba la carrera, por lo que era dos años menor que yo.

Y es que a sus veintisiete años Sofía era una mujer imponente. De armas tomar. Me gustó desde el primer día que la vi, morenaza, con su preciosa melena rizada, ojos grandes, generosos pechos y amplias caderas. Era de complexión fuerte, por así decirlo, brazos anchos, muslos potentes, culo más bien plano y una cintura estrecha que dibujaba su morboso contorno.

―No hemos venido aquí para esto… ―gimoteó a la vez que me desabrochaba ansiosa el pantalón.

Nos fundimos en un beso justo cuando Sofi me agarraba la polla y yo tiraba de sus pantalones hacia abajo lo justo para desnudar su culo. La puse contra la pared y de una sola embestida la penetré desde atrás haciéndola gritar. Y ella dejó que me la follara así mientras le manoseaba las tetazas hasta que me corrí dentro.

Luego se dio la vuelta y nos dimos un beso, celebrando que acabábamos de inaugurar nuestro nuevo piso.

―Oye, no he gritado mucho, ¿no?, a ver si nos van a haber escuchado mi hermano y Laura…
―Lo mismo no ha sido muy buena idea lo de comprarnos la casa justo enfrente de ellos ― bromee, aunque era verdad que Sofía era bastante ruidosa en la cama.
―Idiota, que te lo digo en serio.
―¿Y qué más da si nos han escuchado?, ¿o te crees que ellos no follan?
―Ya, pero… ―murmuró Sofía subiéndose los pantalones.
―Si te hubieras venido a vivir conmigo, no me tendrías tan cachondo todo el día.
―Tendrás queja, si me paso todo el finde contigo y duermo allí casi siempre… ―protestó Sofi colocándose el sujetador bajo su suéter.
―Solo los fines de semana.
―Además, ya lo hemos hablado, este año con calma vamos amueblando el piso y para el año que viene, cuando nos casemos, ya nos venimos aquí a vivir.
―¡Madre mía!, otro año más…
―¿Y qué más te da?, ¿es que no estamos bien así?
―Tú sobre todo, se está de maravilla viviendo en casa de los papis…
―Idiota.
―Mira tú hermano que rápido se alquiló un pisito con Laura.
―Ya sabes cómo son los padres para estas cosas, no es lo mismo un chico que una chica, a él no le dijeron nada…
―Anda, súbete ya esos pantalones, que todavía te follo otra vez…
―Mmmm, lo primero que vamos a hacer es poner una cama.
―Eso sí me parece muy buena idea.
―Y hoy me llevarás a cenar, ¿no?, que me ha hecho mucha ilusión tener por fin nuestra casita…
―Claro, vamos donde quieras.

Unos minutos más tarde, mientras Sofía me llevaba a casa en el coche para cambiarnos e ir luego a celebrar que por fin éramos propietarios, me llegó un whatsapp de su hermano.

Sergio 19:43
Ey, cabronazo
A ver si os cortáis un poco, jajaja, que menuda escandalera habéis montado.
Que no me apetece escuchar cómo te lo montas con mi hermanita…


Adrián 19:44
Pues vete acostumbrando, que las paredes de las dos habitaciones de matrimonio están pegadas, capullo.

Sergio 19:44
Si ya sabía yo que algo malo tenía que tener que mi mejor amigo viva al lado, jajaja

Adrián 19:45
Jajaja


―¿De qué te ríes? ―me preguntó Sofi.
―Mejor no te lo digo…
―Venga, suéltalo.
―El memo de tu hermano, que me ha mandado un mensaje diciendo que nos ha escuchado por la tarde mientras…, ya sabes.
―¿En serio?
―Sí.
―¿Y te manda un mensaje para eso?, ¡menudo imbécil!, ya se lo diré mañana en el trabajo.
―No te enfades, que ha sido solo una broma entre amigos…

Esa era una de las cosas que menos me gustaba de mi novia: su poco sentido del humor. Y es que Sofía era muy directa, extrovertida, trabajadora, lista, educada, le encantaba el sexo…, tenía mil virtudes, pero la ironía y las bromas entre su hermano y yo no las entendía muy bien. A pesar de eso me enamoré de ella en muy poquito tiempo. Por aquel entonces, lo mío con Elvira ya era agua pasada, lo habíamos intentado, y no funcionó y, aunque nos seguíamos llevando muy bien y follábamos de vez en cuando, enseguida conecté con Sofía y comenzamos a salir, con el visto bueno de su hermano, por supuesto.

Y hasta hoy. Ocho años después.

Me dejó en mi piso de alquiler unos minutos más tarde y quedamos en que la pasaría a recoger a las nueve para ir a cenar. Le había prometido invitarla, y yo siempre cumplo mis promesas…



Al día siguiente, tenía cita en la Seguridad Social, me había cogido el día libre en el trabajo para estirar el fin de semana y aquella mañana me tocó hacer unos cuantos recados, entre ellos ir a la Seguridad Social a gestionarle unos papeles de la jubilación a mi padre.

Apenas había gente, me quedé sentado esperando mi turno, y entonces la vi. Aunque estaba de espaldas hablando con el que parecía uno de sus superiores, la reconocí a primera vista.

¡Ese culo era inconfundible!

Con unos pantalones vaqueros blancos y zapatos de cuña, su culazo redondo seguía igual que hacía diez años. Mónica se giró, echó a andar en paralelo a mí y unos segundos más tarde se perdió por una de las oficinas interiores. Enseguida me tocó pasar a una de las mesas y en apenas diez minutos ya había terminado.

Antes de levantarme de la silla me armé de valor y le pregunté al eficiente funcionario que me había atendido si podía llamar a Mónica, le dije que yo era un conocido y me gustaría saludarla. Entró a buscarla y no tardó ni un minuto en aparecer. No supe interpretar la cara de sorpresa que puso al verme, si era de alegría, de enfado, de indiferencia; aun así, se acercó y se plantó delante de mí con los brazos cruzados.

―Adrián, ¿qué haces aquí?
―Lo mismo te iba a preguntar, pero me supongo que estás en tu trabajo…
―Sí, tuve suerte y como saqué buen número en la oposición, pude entrar aquí como primer destino. Y hasta ahora.
―Yo he venido a arreglar unos papeles a mi padre.
―Si te puedo ayudar en algo…
―No, tu compañero me ha atendido muy bien.
―Ah, estupendo, ¿y qué tal todo?, ya te vi en la notaría, me alegra que tengas un buen trabajo; por cierto, nos llamasteis hace unas semanas para ir a recoger la documentación y todavía lo tenemos pendiente, se nos pasó y luego…
―No te preocupes, si quieres, lo miro y te digo algo.
―De acuerdo. Y por lo demás, ¿todo bien?
―Sí, sí, muy bien, no me puedo quejar, mira, ayer firmamos las escrituras de nuestro nuevo piso y bueno, poca cosa más, para el año que viene me caso, estoy saliendo con la hermana de Sergio, no sé si te acuerdas de él…
―Sí, claro, ¡cómo no me voy a acordar!, menudo era, ¡cómo le gustaba organizar todo!
―Sigue igual.
―Me imagino. Bueno, Adrián, pues me alegra haberte saludado.
―¿Y tú estás bien?
―Sí, ya sabes, con mis cosas, sigo con el yoga, hace años me saqué un curso y estoy dando clases en un centro cívico.
―Se nota que te cuidas, me alegra verte tan estupenda, Mónica…
―Tengo que irme ―me cortó rápido―, cuando tengas eso, dame un toque… y me paso a recogerlo.
―De acuerdo.
―Adiós, Adrián ―se despidió fríamente sin tan siquiera darme un par de besos.

Me quedé mirando el movimiento de su culo, no lo pude evitar, era algo hipnótico ese vaivén de sus glúteos, y me vinieron las instantáneas de cuando fui su inquilino. Mónica ya debía tener cincuenta y tres años, y no sé cómo lo hacía la muy cabrona, pero todavía estaba más imponente que en la época en la que tuvimos el affaire. Tenía el pelo castaño muy largo, quizás había perdido algún kilo, los brazos parecían más definidos, trabajados, su cara apenas había notado el paso de los años y su culo rellenaba los pantalones de la misma manera y debía estar igual de duro que cuando se lo sodomicé por primera vez.

Sentí un cosquilleo morboso en el estómago al recordar ese momento sublime. Sí, yo había sido el que se lo estrené y posiblemente el único que había entrado en ese culazo que ahora se perdía por el fondo del pasillo.

Salí del edificio de la Seguridad Social con una sensación muy extraña. Me había sido imposible, en todos estos años, olvidar esos tres meses en los que me estuve acostando con Mónica y al volverla a ver todos esos sentimientos afloraron de nuevo.

Me hubiera gustado despedirme de otra manera, saber qué es lo que pasó entre ella y su marido, mantener el contacto con Mónica, pero la ruptura fue muy abrupta y de un día para otro perdimos el contacto. En aquella época, a mis diecinueve años no era más que un niñato y todavía seguía sintiendo que le debía al menos una disculpa. A los dos. Mónica y Fernando eran muy buena gente, y yo me comporté con ellos como un estúpido malcriado, aunque ya no podía cambiar lo que hice.

Lo que hicimos, más bien, porque Mónica también tuvo su parte de culpa; al fin y al cabo, aunque yo traicioné la confianza de Fernando, no le fui infiel a nadie.

Y al montar en el coche me derrumbé. ¿A quién quería engañar? Me sentí como una jodida mierda, pues comprendí que seguía siendo aquel estúpido malcriado que iba todo el día con la polla tiesa, y es que no había cambiado nada con el paso de los años. No mido las consecuencias de mis actos, como si no me importara hacer daño a la gente que más quiero, solo por echar un puto polvo. Y ahora no estoy hablando de Mónica.

Me refiero a unos días atrás, en la despedida conjunta que celebramos en la casa rural. Y es que otra vez la había jodido, pero bien…
 
Me parece a mí que con Mónica no está dicho la última palabra, pero espero que no caiga en la tentación ahora que tiene novia y parece una buena chica, además de que se van a casar.
 
Pero si eso es lo que estamos esperando 😠

Además, parece que es un pija loca (Como el de mi cuñadita Laurita)
Pero ese al final terminó bien casándose con su novia.
Aquí el problema es que según cuenta al final del capítulo, tuvo un lío con alguna chica en la fiesta de despedida de solteros del amigo que se va a casar. Quiero pensar que no será con Laura, la que precisamente se va a casar con el hermano de su novio, que además es su amigo.
El lío sería tremendo.
 
"incluso a veces llegué a pensar que Fernando sabía que Mónica y yo estábamos juntos y lo que pasó el último día con la bronca que tuvieron, no fue más que una especie de teatro que habían montado"

Creo que esto va a ser crucial aclararlo cuando hablen.
 
Pero ese al final terminó bien casándose con su novia.
Aquí el problema es que según cuenta al final del capítulo, tuvo un lío con alguna chica en la fiesta de despedida de solteros del amigo que se va a casar. Quiero pensar que no será con Laura, la que precisamente se va a casar con el hermano de su novio, que además es su amigo.
El lío sería tremendo.
Ostras, eso explicaría la actitud de Laura. De todos modos creo que él tampoco habría estado tan tranquilo y "expansivo" con Sofía.
 
"incluso a veces llegué a pensar que Fernando sabía que Mónica y yo estábamos juntos y lo que pasó el último día con la bronca que tuvieron, no fue más que una especie de teatro que habían montado"

Creo que esto va a ser crucial aclararlo cuando hablen.
Yo creo que es bastante probable que Fernando lo sabia todo y lo utilizaron para concebir un hijo, que está claro que es de Adrián y cuando se lo diga Mónica, se va a liar todo.
Es posible hasta que Mónica ya no esté con Fernando.
 
Pienso lo mismo... Mónica se vino arriba, y quiso ser preñada por donde se debe, y por la puerta de atrás. Y eso no era lo acordado.

Y sobre la despedida... Pues nuestro amigo a alguna de las carrera le hizo las prácticas de nuevo
 
Me parece a mí que con Mónica no está dicho la última palabra, pero espero que no caiga en la tentación ahora que tiene novia y parece una buena chica, además de que se van a casar.
Que por cierto, el bombazo va a ser cuando Mónica le diga que el niño que vio el en el final del relato anterior es de él.
Pero si eso es lo que estamos esperando 😠

Además, parece que es un pija loca (Como el de mi cuñadita Laurita)


Pero mira que sois mamonazos... 👹👹👹👹 No destripeis el relato... Cooooooooooooooño....!!!! Que hay quienes no lo han leído... 👺👺👺👺👺👺 Os mereceis unos latigazos... :bdsm1::bdsm1::bdsm1::bdsm1::ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO:🍻🍻🍻🍻🍻🍻🍻
 
Pero mira que sois mamonazos... 👹👹👹👹 No destripeis el relato... Cooooooooooooooño....!!!! Que hay quienes no lo han leído... 👺👺👺👺👺👺 Os mereceis unos latigazos... :bdsm1::bdsm1::bdsm1::bdsm1::ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO:🍻🍻🍻🍻🍻🍻🍻
Yo se lo mismo que tú, Charon. No he dicho nada que no se sepa ya.
Lo que he dicho es lo que yo creo no que sea así seguro.
Esto que he dicho yo, es lo que salia al final de la primera parte del relato.
 
Pues empieza fuerte! Todo apunta a que se cepilló a su futura cuñada en la despedida, jajajaja. Este Adrián se mete de lío en lío.

Excelente comienzo David Lovia!
 
2



Fuimos a la estación a recoger a Elvira. ¡Qué alegría me dio verla! Nos bajamos los tres del coche, Pablo, Sergio y yo, e hicimos una piña, como en los viejos tiempos. Lo de Iván todavía estaba muy reciente, y aunque el motivo del encuentro era celebrar la despedida de soltero de Sergio, aquel fin de semana también nos serviría para intentar cerrar la herida del fallecimiento de nuestro amigo y brindarle un homenaje.

Elvira se había desplazado desde Barcelona en tren y nos montamos en el coche con destino Gijón. Decidimos hacer el viaje así para pasar más tiempo juntos y hablar de nuestras cosas, pues tampoco eran muchas las oportunidades que teníamos de reunirnos los cuatro.

Cada uno teníamos nuestros trabajos y al final la vida va separando tus caminos. Pablo era cabo del ejército y vivía en Zaragoza con una chica que era su pareja desde hacía un par de años. Elvira se había convertido en toda una empresaria de éxito. Fue una visionaria y montó una empresa de mensajería que en poquito tiempo se convirtió en un referente en el modelo de negocio actual.

Ya no era la joven desgarbada y gótica de la universidad, se había refinado en los gustos, vestía de manera más formal, con pantalones de vestir negros, zapatillas, camiseta blanca y americanas de colores. El pelo lo llevaba liso a la altura de los hombros, se maquillaba distinto, mucho más natural, aunque seguía teniendo un toque salvaje con los piercings de las orejas y ese tatuaje que ocupaba todo su brazo izquierdo. Era una mujerona imponente con su 1,78 de altura y llevaba una temporada saliendo con una exquisita modelo italiana llamada Fiorella.

Lo mío con Elvira en la universidad fue un quiero y no puedo, yo solo la veía como una chica fácil a la que le gustaba follar. Nunca estuve enamorado de ella. Salimos formalmente unos meses en el segundo año de carrera, aunque decidimos que era mejor ser amigos o íbamos a terminar tirándonos los trastos a la cabeza. Aun así, seguimos follando con bastante frecuencia hasta que empecé a salir con Sofía. Y Elvira, tras varios rollos fallidos, decidió probar con las chicas y hasta hoy.

Siempre he pensado qué habría pasado si hubiera seguido con ella. Ahora me gustaba mucho más que en aquellos años, la percibía de una manera muy distinta, no sé si era el dinero, que tenía mucha más clase, pero de esta Elvira sí podría enamorarme con facilidad. Eso sí, a pesar de los años y la distancia, nunca perdimos el contacto y seguíamos manteniendo esa complicidad especial entre nosotros.

Pablo conducía y Sergio iba de copiloto, por lo que yo me puse en los asientos de atrás con Elvira. Nos estuvimos poniendo al día de nuestros asuntos personales, trabajo, bodas, pisos… hasta que salió el tema de la despedida de soltero conjunta que habíamos organizado un par de semanas atrás.

―Me hubiera gustado ir, pero ese fin de semana me fue imposible, mucho trabajo y tuve que viajar a Londres, pero os prometo que lo intenté hasta el último momento ―nos dijo Elvira.
―Ya, ya, pues no sabes la fiesta que te perdiste. La del viernes creo que ha sido una de las mejores fiestas que hemos montado, ¿verdad, Adrián?
―Sí, estuvimos jodidos toda la semana, porque el sábado tampoco es que nos lo tomáramos de tranqui…
―¡Qué pena!, pero ya me dije que este finde era para vosotros, mis chicos, de hecho, en cuanto me he bajado del tren, he apagado el móvil hasta el domingo; así que tenemos que pasárnoslo de puta madre…
―No lo dudes ―dijo Pablo―, yo me voy a pillar un ciego tremendo, ya os lo aviso.
―Ja, ja, ja, no esperábamos menos de ti, Pablito ―bromeó Elvira haciéndole una caricia en el hombro.

Habíamos reservado tres habitaciones, al no tener triples en el hotel eran dos individuales y una doble. Una de las individuales, obviamente, era para Elvira y por sorteo les tocó juntos a Pablo y Sergio, por lo que yo estaría solo también.

Lo primero que hicimos fue prepararnos e ir a cenar, Elvira había reservado en uno de los mejores restaurantes de Gijón y nos dimos un buen homenaje. Salimos ya bastante calentitos con la sidra y tres copas que nos tomamos y nos recomendaron un par de sitios muy majos para tomarnos un cóctel, el Varsovia y el Utopía, o algo así.

Era impresionante cómo se había vestido Elvira, dejando a un lado su imagen de empresaria y recordándonos a la antigua compañera de universidad, pero con mucha más clase. Pantalones de vestir ajustados azul marino, zapatos de tacón y una blusa blanca sin mangas y cuello de pico, con un poco de escote para lucir sus tremendas tetas.

Y es que Elvira seguía teniendo una delantera de diez, ya no estaba tan delgada como en aquella época y ahora se veía mucho más proporcionada; también se notaba que había trabajado bastante la parte inferior, piernas y glúteos, con una entrenadora personal y el cambio era abismal. La cabrona tenía un señor culo y con esos pantalones dejaba poco a la imaginación.

Con varias copas y los cócteles encima, llegamos ya bastante perjudicados a un discobar que nos indicaron, que se llamaba el Buddha. Nos lo estábamos pasando fenomenal, sin parar de beber, de reír, contando anécdotas de Iván. Parecía que se había detenido la máquina del tiempo y Pablo y Elvira se pegaron unos buenos bailes mientras Sergio y yo los mirábamos desde la barra.

―Joder, tío, Elvira cada vez está más buenorra, se ha puesto como un puto cañón ―comentó Sergio con la lengua trabada y serias dificultades para seguir de pie―. No me importaría terminar esta despedida de soltero con ella, ja, ja, ja…
―Ya lo creo. Sí, está muy guapa, pero me parece a mí que hoy vas a terminar durmiendo en un banco como sigas así…
―Pablo ha bebido más que yo y mírale, está ahí como si nada.
―También lleva lo suyo, no te creas…
―¡Qué suerte tuviste de follarte a Elvira!, ¿era buena en la cama?, tiene pinta de ser una fiera…, uffff, y pensar que en la universidad no me ponía nada al principio; luego sí, ¿eh?, es que esas tetas siempre me han gustado mucho.

Sin darme cuenta, Elvira se acercó hasta nosotros y me sacó a la fuerza a la pista de baile mientras Pablo se pedía otro copazo. Con lo grande que era se los bebía de un par de tragos y, aunque lo disimulaba mejor que Sergio, también llevaba una cogorza importante.

―Me lo estoy pasando increíble ―me dijo Elvira visiblemente emocionada―, las fiestas a las que voy ahora no tienen nada que ver con esto.
―Es que ya estás en otra liga…, seguro que vas a fiestas de pijos, en sitios privados y con gente de mucha pasta.
―¡No seas tonto!
―¿Pero tengo razón o no?
―Sí, sí, tienes razón…, y cállate y mueve los pies, que veo que sigues teniendo dos pies izquierdos, ja, ja, ja…
―Hay cosas que no cambian nunca, aunque no puedo decir lo mismo de ti, no sé cómo lo haces, pero cada vez que nos vemos se te nota una evolución tremenda en tu físico, mira, sin ir más lejos, Sergio me ha dicho antes que estás buenísima, ¡y aunque esté borracho, tengo que darle la razón!
―Mis horas de gimnasio me está costando…
―Tienes que estar guapa para la supermodelo italiana, hacéis muy buena pareja.
―Lo suyo es genético, apenas se cuida, aunque es verdad que come poco y con veintidós años tampoco lo necesita…
―Uf, veintidós añitos, quién los pillara.
―¿Y tú qué tal todo?, ya veo que te va de maravilla, con Sofía, con piso nuevo, boda… Y también estás muy bien…, has ganado con el tiempo, como el buen vino.
―No tan bien como tú, pero no me quejo…
―Echo de menos nuestras charlas, me hubiera gustado estar un ratito contigo a solas.
―Y a mí… ¿Tú todo bien en Barcelona?

No le dio tiempo a responderme porque enseguida se acercaron Pablo y Sergio con otras dos copas para nosotros, nos rodearon y terminamos dando brincos los cuatro al ritmo de la música.

Llegamos al hotel a las cinco de la mañana, tuvimos que llevar a Sergio a hombros entre Pablo y yo, porque el pobre era una piltrafa con patas. Lo dejamos caer en su cama y acto seguido fue Pablo el que se recostó en la suya sin tan siquiera cambiarse de ropa. Cerramos la puerta de su habitación y Elvira y yo salimos al pasillo del hotel.

―Anda, que vaya dos…
―Ya te digo, aunque yo también voy bastante perjudicada, hacía muchos años que no me cogía una borrachera así, ¡si se entera mi entrenadora me mata!, no me deja probar ni una gota de alcohol, pero por vosotros lo que sea, un día es un día… y encima ahora no me apetece nada dormir, ¡estoy acelerada! ―dijo Elvira.
―A mí tampoco, la verdad, ¿quieres dar una vuelta?, tenemos la playa aquí al lado.
―Pues mira, me encantaría sentarme en la arena y quedarnos mirando el mar.
―Eso está hecho.
―Espera que cojo algo de abrigo en la habitación, que ya empieza a refrescar…
―Sí, yo también…

No tardamos en llegar a la playa con un par de sudaderas puestas. Me encantó que Elvira se agarrara a mi brazo y nos sentamos en la arena a diez metros de donde rompían las olas. Aunque hacía fresquito, se estaba de maravilla allí, alejados por unos minutos del mundanal ruido y en compañía de mi mejor amiga.

―Todavía me zumban los oídos ―protestó Elvira apoyándose en mi hombro―, creo que voy a tardar en recuperarme de esta.
―Siempre has tenido un aguante de la hostia, ya en la uni nos tumbabas a todos y sigues igual… Entonces, ¿todo bien en Barcelona?, que antes no pudimos seguir hablando.
―Sí, genial, aunque bueno, me gustaría estar más cerca de mi madre, dice que está muy bien en su casa y que no se muda, pero no me quejo, viene a visitarme más veces que yo a ella.
―¿Y con Fio…?, nunca me sale el nombre, y eso que la sigo en *********…
―Fiorella, ja, ja, ja…, bien, muy bien, es muy suya, independiente, se pasa el día viajando por su trabajo, y tiene la residencia fijada en Roma, aunque estamos hablando a ver si para el año que viene se muda conmigo.
―Está muy buena, eh…
―Ya lo sé, a mí me lo vas a decir.
―¿Y con ella eres tan agresiva en la cama?, ja, ja, ja…
―Con ella más todavía, aunque no lo parece, a Fiorella le gusta el sexo duro, si yo te contara…
―Cuenta, cuenta, no me importa.
―Otro día, que hoy estoy borracha y podría dar más datos de los necesarios, ja, ja, ja…
―¡Oh, qué pena!, me acuerdo mucho de nuestras primeras veces, ¿sabes?, nunca había estado con una chica como tú…
―Les suele pasar a todos ―bromeó Elvira.
―No, te lo digo en serio…
―Sí, follábamos a lo bestia en el chalet ese en el que vivías; por cierto, la casera estaba muy buena, Mónica se llamaba, ¿verdad?
―Sí, ¿sabes que hace poco me la volví a encontrar?
―Ah, ¿sí?, ¿y qué tal?, fue una pena que no siguieras viviendo allí en segundo, seguro que pasó algo que no nos quisiste contar…, porque fue muy extraño lo que pasó, no recuerdo que excusa nos diste, pero no sonó muy creíble.
―Me la follé…, follábamos juntos, eso es lo que pasó…
―¡¿Quééééé?!
―Que me la follé, te lo digo ahora porque ya ha pasado mucho tiempo.
―¡Lo sabía!, se notaba mucho que entre vosotros había tensión sexual…, ¿y por qué no me lo dijiste?
―Ella estaba casada, quería ser discreto, y tampoco fue todo el año, solo durante el último trimestre.
―Mmmmm, ¡eso suena muy morboso!, los dos solitos en ese chalet con piscina, joder, te la follarías bien…, me lo podías haber comentado, por aquel entonces no me hubiera importado hacer un trío con vosotros, ja, ja, ja…
―Me lo creo.
―¿Y qué pasó?, ¿te pidió ella que te buscaras otro sitio?
―No, exactamente, uno de los últimos días, ya había terminado el curso, nos pilló el marido en mi habitación.
―¡¡Hostia!!, ¿en serio?
―Sí, no se me olvidará en la vida, la estaba enculando a cuatro patas y de repente… ¡apareció!
―¿Te la estabas jodiendo por el culo?, ¡qué cabrón!
―Ja, ja, ja, sí, yo fui el primero que…, bueno, ya sabes…
―¿Y luego?
―Nada, no dijo nada, nos dejó solos y Mónica bajó con él; luego ella se encerró en su habitación, no quiso hablar conmigo y yo me tuve que ir al día siguiente, ¡menuda movida!, no pude volver a verla con ella hasta que me la encontré hace poquito, diez años después.
―Bufff, vaya historia.
―¿Sabes que ahora tienen un hijo?
―Ah, ¿sí?, a ver si va a ser tuyo, ja, ja, ja…
―No, idiota, ¿cómo va a ser mío?
―¿Y por qué no?, ¿cuántos años tiene?
―Pues porque no, esas cosas no pasan en la vida real…
―¿Cuántos años tendrá el chico?, lo mismo tienes un hijo por ahí y tú sin enterarte…
―Que no, eso no puede ser… Sofía me corta los huevos…, no sé, tendrá ocho o nueve años…
―¿Follabais con protección?
―No, pero…
―¿Y, entonces, puedes afirmar con seguridad que no es tuyo…?, porque ellos no podían tener hijos o algo así… si no recuerdo mal…, si supieras con exactitud qué años tiene quizás…
―Joder, Elvira, cállate ya, que al final… me estás haciendo dudar.
―¿Y qué harías si te enteraras de que es tuyo?
―Pues no lo sé, posiblemente nada, para el año que viene me voy a casar con Sofía, no creo que le hiciera mucha gracia saber que tengo por ahí un hijo de diez años.
―No, creo que no, conociendo a Sofía…
»Lo mismo tienes más de uno, ja, ja, ja, porque te recuerdo que en esa época te follabas a todo lo que se movía…
―Tampoco era para tanto…
―¿Con cuántas estuviste desde que cortamos hasta que empezaste a salir con Sofía?
―Con muchas, sí, pero… utilizaba condón, tampoco iba por ahí follando a lo loco.
―¿Y tú qué tal con Sofía?, para el año que viene ya sientas la cabeza.
―La cabeza la senté hace mucho…, solo lo vamos a formalizar, aunque estamos casados ya por el banco, con la hipoteca que firmamos el otro día…
―Me alegro mucho por ti, hacéis muy buena pareja…, y si te digo la verdad, en aquella época me daba un poco de envidia cuando estabas con ella, sobre todo me jodía cómo la mirabas, se notaba que estabas encoñado con ella, a mí nunca me miraste así…
―Eso no es cierto, tú me gustabas mucho también, lo intentamos, y no salió bien.
―Porque no estabas enamorado de mí…
―Bueno, y por más cosas, no solo yo tuve la culpa.
―Te gustaba follar conmigo y ya está, lo pasábamos bien en la cama.
―Sí, uf…, eras igual de morbosa que yo. O incluso más, me encantaba la mente esa tan sucia que tenías, ja, ja, ja, y bueno…, será mejor que dejemos de hablar de esas cosas, que a lo tonto me voy a pillar un calentón…
―Sí, mejor lo dejamos, que ahora te has convertido en un chico responsable y fiel, ja, ja, ja.
―Sí, como tú, hemos sentado la cabeza…
―Tampoco te creas, Fiorella me gusta mucho, pero…
―¿Pero…?
―Paso mucho tiempo sola y claro, ¿no pretenderá que esté un mes sin follar?, además, sé que ella tiene por ahí sus rollos también, ha estado liada con varias modelos.
―¿Y no te importa?
―No.
―¿Sois una pareja abierta de esas?
―No, nunca lo hemos hablado, no le damos más vueltas, quizás, si viviéramos juntas, no nos pondríamos los cuernos, pero no estaríamos tan bien en pareja como ahora, nunca se sabe…
―Entiendo.
―Y ya que estamos hablando de esto, ¿te puedo hacer una pregunta personal?, si no quieres, no la contestes, ¿eh?…
―Claro.
―Que no te moleste, pero… ¿alguna vez le has sido infiel a Sofía en todos estos años?
―¿Me estás proponiendo algo?, ¿o es que quieres que follemos aquí? ―le dije de bromas.
―No, idiota, ¡ya te gustaría!, aunque creo que lo harías si te lo pidiera.
―Puede ser…
―No me has contestado a la pregunta.
―¿Tú qué crees?
―Yo diría que sí, no muchas veces, pero conociéndote…, alguna canita al aire has echado en todos estos años. Seguro. ¿Tengo razón?

Parecía que Elvira tenía un sexto sentido. Quizás, al estar tan cerca de mí era como que podía percibir lo que sentía, aquella horrible sensación que me llevaba persiguiendo desde hacía un par de semanas. Ella seguía agarrada a mi brazo, con la cabeza apoyada en el hombro, me encantaba esa complicidad especial que teníamos y que se mantenía intacta a pesar de la distancia y el paso de los años. Y envalentonado por el alcohol, Elvira pegada a mí, la brisa del mar y la conversación tan sincera que estábamos teniendo, me abrí a ella y le solté lo que me llevaba atormentando desde la despedida de soltero.

Necesitaba contárselo a alguien, sacarlo fuera y Elvira era la única persona con la que podía hacer eso. Entonces comencé a hablar.

―Nunca le había sido infiel, pero en la despedida que hicimos en mayo pasó algo…
 
Elvira le está haciendo ya dudar sobre el hijo de Mónica.
Que conste que yo no lo sé,eh, pero yo también creo que el hijo es de él y que eso va a complicar mucho las cosas.
Por otra parte, miedo me da con quién se pudo liar en la despedida de la que habla.
 
Atrás
Top Abajo