El reto de la gabardina, una fantasía realizable

capinemo

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Todo empezó como empiezan siempre estas cosas, le propuse un juego reto a Rosa que lógicamente se tomó como tal.

La propuesta consistía en llevar puesta solo una gabardina y esperar en un lugar apartado. Yo tenía que buscar algún chico y convencerle de que había hecho una apuesta con Rosa que consistía en que si yo conseguía convencerle para que fuera conmigo hasta donde ella estaba, ella tendría que abrir la gabardina y mostrar su cuerpo al voluntario. Si ella se atrevía yo perdía, si en el último momento ella se echaba para atrás y no abría la gabardina, perdería ella la apuesta.

Después, al pensar en cómo llevarla a cabo, surgieron algunos cambios. Como íbamos a ir a realizar el juego a otra ciudad, la mejor manera de sentirnos seguros era hacerlo en la habitación de un hotel. El segundo cambio consistió en que Rosa abriría su gabardina teniendo los ojos vendados y mostrándose ante un desconocido sin verle, si quería que le quitara la venda, ella debería despojarse completamente de la gabardina al ver al invitado y permitir que la viera completamente. Si al destaparle los ojos, ella cerraba la gabardina o no se la quitaba completamente, también perdía la apuesta.

Unos meses después planeamos un fin de semana en Santander, buscamos un hotel cómodo y céntrico. Una parte interesante del fin de semana sería el reto de la gabardina, pero también disfrutar de la ciudad.

Llegamos a Santander cerca de las doce de la mañana, perdimos un poco de tiempo buscando la manera de acceder al hotel con el coche porque estaba en una zona peatonal y aunque tenía un aparcamiento público justo al lado, en ese momento no sabíamos que era así.

La habitación era amplia y tenía unas vistas estupendas de la bahía, teníamos justo en frente el Centro Botín y a continuación el embarcadero de las famosas golondrinas, más allá un grupito de pequeños veleros se adentraban en la bahía, como era sábado el Paseo de Pereda estaba muy concurrido, el día estaba despejado y la temperatura, sin hacer calor era agradable.

Decidimos que haríamos nuestro reto por la tarde, ese rato de la siesta después de comer en el que todo parece estar más tranquilo.

Mi mujer se puso unos zapatos negros de tacón con unas medias también negras que tenían una cenefa de encaje en la parte superior y por supuesto la gabardina beige que disimulaba completamente su desnudez. También preparó el antifaz que se debía poner para no poder ver al visitante que le pudiera traer.

Rosa bajó conmigo hasta la calle, paseamos un poco alrededor del hotel y luego ella se volvió a la habitación y yo me encaminé en dirección a la plaza porticada buscando a algún muchacho al que proponer que me acompañara al hotel.

En ese momento había poca gente por la calle y los pocos que veía no me convencían, yo quería que Rosa disfrutara del momento, así que tenía que ser muy cuidadoso con la elección de la persona.

Pensé que era todavía pronto y se me ocurrió darle un pequeño nuevo toque al juego, así que me encaminé hacia el hotel y llamé a Rosa para que se preparara y se pusiera el antifaz.

Di unos golpecitos con los nudillos en la puerta para no pillar a Rosa desprevenida y cuando me dijo adelante abría la puerta. Me encontré a Rosa sentada en el sillón que estaba junto al ventanal, tenía una postura elegante, con las piernas cruzadas, los brazos apoyados en los reposabrazos y con el antifaz tapando sus ojos.

Cerré la puerta, me acerque a ella y le dije.

- Cariño aquí traigo a Alberto que tiene muchas ganas de contemplarte, así que cuando tú quieras puedes complacerle.

Rosa se puso en pie y dijo.

- Hola Alberto, supongo que ya te habrá contado Mario que hemos hecho una apuesta.

En ese momento yo respondí.

- Si Alberto ya está al rato de todo, se lo he explicado mientras venía. Yo suponía que Rosa estaba extrañada de no escuchar hablar a Alberto, pero no podía saber si realmente había alguien o no. En ese momento se me ocurrió decir, le he pedido a Alberto que no diga nada hasta que te quite el antifaz para que sea mas emocionante. Rosa dijo un ah y en su rostro noté una expresión de sorpresa.

Rosa comenzó a desatarse el cinturón y se dio la vuelta fue desabrochando los botones, después sujetó la gabardina por los bordes manteniéndola cerrada, se dio la vuelta y con un movimiento decidido se la abrió mostrándose completamente y simplemente dijo.

- Pues ya está.

Yo en ese momento comenté.

- Vamos a dejar que Alberto se recree un poco y luego te quito el antifaz.

- Vale.

- Y después no puedes cerrar la gabardina, debes quitártela del todo, sino pierdes tú.

- Si, si, me la quito del todo.

Me puse detrás de ella y le fui quitando el antifaz hacia arriba. Al no ver a nadie miró hacia atrás y me dijo con extrañeza, no hay nadie. Luego yo le expliqué que no encontraba a nadie adecuado y que era pronto, así que se me había ocurrido ir a verla y hacer un preámbulo en el juego. Rosa estaba decepcionada por una parte y excitada por otra, así que no le sentó del todo mal.

Me despedí de ella de nuevo con el convencimiento de no volver solo la próxima vez.

Ahora ya había alguna gente más paseando, la tarde era agradable y me animé a acercarme a dos muchachos de unos veinticinco años que estaban sentados en un banco delante del templete del jardín. Me dieron buena impresión por su aspecto y aparentemente estaban teniendo una conversación tranquila y divertida.

Les conté nuestra apuesta, yo estaba bastante nervioso al principio y ellos bastante reacios, pero como no tenían prisa fuimos alargando la conversación, les di más detalles y ellos empezaron a pensar que no era tan peligroso subir a la habitación del hotel. Por supuesto, no les expliqué lo que había sucedido justo antes con el falso invitado para que tuvieran la duda de si iban a ver algo interesante o si mi mujer se iba a rajar en el último momento. Finalmente los chicos abandonaron sus recelos porque realmente no era posible que fuera ningún tipo de trampa, estando registrados en la habitación del hotel y no llevando ellos encima ninguna cantidad de dinero importante. Por otra parte si lo que yo les había contado era cierto y mi mujer se atrevía, tendrían un espectáculo memorable.

Los chicos se llamaban Iván uno y Antonio el otro, durante la charla me convencí de que eran las personas adecuadas porque se les notaba educados y respetuosos, en ningún momento me preguntaron si podían hacer nada diferente a lo que yo les había comentado y por otra parte físicamente imaginaba que a Rosa le gustarían.

Nos dirigimos al hotel y llamé a Rosa para que estuviera preparada de nuevo, en esta ocasión ya me dijo en un tono jocoso.

- ¿Seguro que vienes con alguien?

- Ya lo verás, tu prepárate que ya estamos aquí al lado.

Les pedí a los chicos que estuvieran en silencio total hasta que le quitase el antifaz a mi mujer para que mantuviera la duda de si había alguien o no porque ella albergaba la sospecha de que no llevaría realmente a nadie, pero sobre todo porque lo que no suponía es que serían dos y no quería que lo supiera hasta que les viera.

Como la vez anterior llamé a la puerta antes de entrar y cuando ella me contestó, abrí y les invité a pasar, haciéndoles un gesto para que recordaran que debían mantener absoluto silencio.

- Ya estamos aquí Rosa.

- A muy bien, le has dicho al muchacho en que consiste nuestra apuesta.

- Si, sabe que tienes que abrirte la gabardina y que no llevas nada de ropa debajo.

- Vale, pues vamos a ello.

Se puso en pie, de nuevo se dio la vuelta y se desabrochó la gabardina sujetándola bien cerrada con las manos. Se volvió a dar la vuelta, pero dudó un momento y preguntó.

- ¿Aquí estoy de frente?, como no veo no estoy segura.

Yo le dije que sí que estaba justo delante de él, así que esta vez de una manera menos enérgica, pero decidida abrió la gabardina completamente y la mantuvo bien abierta, como ya sabéis solo llevaba puestas unas medias y los zapatos, así que ofrecía una vista generosa de su cuerpo desnudo a Iván y Antonio que se quedaron completamente embelesados.

- ¿Rosa, entonces quieres que te quite ya la venda?.

- Si, claro.

- Ya sabes que para ganar tienes que quitarte la gabardina del todo, si la cierras pierdes a pesar de haberte dejado ver ya.

- Si, si hay alguien me la quito del todo.

Dijo con cierto tono de guasa.

- Bueno vamos a dejarle que se recree un poquito más.

- Para que si luego me voy a quitar la gabardina y me va a ver mejor.

Sus sospechas de que no había nadie habían aumentado ante mi sugerencia y eso me gustaba, así que le dije que el chico la podía mirar de una manera más directa al no estar viéndole ella. Ante lo cual ella dijo que si se iba a quitar la gabardina del todo y permanecer completamente desnuda en la presencia del chico no iba a ser para que mirase los cuadros, que eso le mosquearía.

Me puse detrás de Rosa y metí las manos entre la goma del antifaz y su cabeza para poder quitárselo de un movimiento rápido.

- ¿Estás lista?.

-Sí.

Yo de nuevo le recordé que no debía cerrar la gabardina, ella asintió. Le quité el antifaz hacia arriba rápidamente y se le escapó un ah.

- Ves como sí que hay y además dos.

En ese momento ella reaccionó y echó los brazos hacia atrás para quitarse la gabardina y la colocó encima de la cama.

Me acerque y les presenté, este es Iván, ella es Rosa. Rosa se acercó y se dieron dos besos, luego le presenté también a Antonio y se dieron también los dos besos de rigor. Después Rosa les preguntó si querían que se quitase también las medias y los zapatos o así les parecía mejor. Ellos dijeron que estaba muy bien así.

Después les comentó que tenían una ciudad muy bonita y que desde ahí había unas vistas muy chulas de la bahía, así comenzó una pequeña charla sobre algunos lugares que debíamos visitar al día siguiente. En un momento dado Rosa por fin se animó a hacer un comentario que yo le había sugerido cuando planeábamos el juego, pero que ella no estaba muy convencida de hacer. Rosa les dijo.

- Chicos no tengáis apuro en mirarme que para eso me he quedado desnuda.

Tras lo cual Antonio que era un poco más decidido que Iván le dijo a Rosa.

- ¿No te importaría pasearte un poco por la habitación?.

- Ah sí, sentaros ahí.

Indicando las dos sillas que había junto a una pequeña mesa en un rincón y en cuanto los chicos se acomodaron, ella se dio la vuelta y fue caminado despacio hacia la puerta, allí se dio la vuelta otra vez y vino hacia donde ellos estaban, mientras volvía a girarse dio unos toquecitos con sus dedos en la mesa y de nuevo fue hacia la puerta, hizo este recorrido cinco veces y al final se paró delante de ellos. Iván estaba tan alucinado que simplemente se dejaba llevar por el espectáculo, sin acertar a pronunciar palabra, obnubilado pero Antonio era un poco más atrevido y en uno de los paseos que dio Rosa por la habitación le dijo.

- ¿Llevas depilación láser o no es permanente?.

A lo que ella, divertida por su atrevimiento, acercó su sexo a la cara del chico, que permanecía sentado y comenzó a explicarle cómo le hacían el depilado parcial de las ingles.

- ¿A vosotros os gusta así?.

- Bueno, yo creo que ya me tenéis bien vista, no chicos, ¿me puedo volver a vestir?.

Ellos que estaban alucinados simplemente asintieron, pero yo le dije a Rosa.

- ¿Por qué no te pones la gabardina solamente y les acompañamos un poco?.

A Rosa le pareció divertido, así que cogió la gabardina que había dejado sobre la cama y se la puso. Salimos de la habitación y fuimos caminando tranquilamente por el Paseo Pereda, era muy excitante que Rosa solo llevase la gabardina y todos lo supiéramos, pero más aún lo fue el cauce que tomo la conversación porque debido a la curiosidad de mi mujer. Comenzamos a hablar tranquilamente sobre lo que les había parecido en cuerpo de Rosa, era una conversación muy natural y directa. Rosa pudo constatar que los chicos habían reparado en muchos pequeños detalles y que se habían fijado muy bien en cada rincón de su cuerpo. Hablamos de todo sin tapujos, las piernas, la espalda, de su cuello incluso, pero también de su culo, de sus pechos y pos supuesto también de su vientre, su vello púbico, incluso de lo que alcanzaron a ver de sus labios, además de que les había gustado mucho la actitud de Rosa porque les había hecho no sentirse nada cortados mirándola. Rosa también les dijo que le había gustado mucho su actitud respetuosa y que había disfrutado ella también dejando que la mirasen.

Pero en el momento de despedirnos llegó para mí la mayor sorpresa porque Rosa por su propia iniciativa les preguntó a los chicos si querían echarle un último vistazo antes de irse. Los chicos por supuesto que quisieron, ella en un principio pensaba abrir la gabardina un par de segundos y cerrarla, me dijo después, pero para eso había que buscar un sitio aun poco apartado. Estábamos delante de la escuela de Náutica y caminamos un poco más ya buscando entre todos un sitio mejor. Iván nos propuso el aparcamiento que hay al lado del Palacio de Festivales y decidimos ir hacia allí pero al pasar por delante de la escalinata vimos que las rampas laterales eran un sitio perfecto.

Subimos por la rampa hasta arriba y vimos que no había gente, Rosa bajo con Iván y Antonio al rellano anterior para estar más resguardada y yo me quede arriba vigilando que no apareciera nadie, yo estaba unos tres metros por encima de ellos y podía ver a mucha distancia si se acercaba alguien, así que Rosa al notarse segura, no solo abrió la gabardina, sino que se la quitó completamente y se la dio a los chicos, Iván se la cogió. Rosa se puso de espaldas a ellos y miró hacia arriba para saludarme con la mano, luego se puso de perfil ya que en la conversación que tuvieron durante el paseo había comentado que le gustaba su perfil y finalmente se puso de frente a ellos. Después les dijo a los chicos.

- Cuando queráis me das la gabardina.

A lo que Iván respondió que si fuera por querer no se la daban nunca y Rosa se rió y les dijo que cuando estuviera congelada les iba a gustar un poco menos, entonces los chicos se dieron cuenta de que realmente ella estaba haciendo un esfuerzo porque aunque no hacía frío tampoco hacía una temperatura veraniega precisamente. Iván se acercó para darle la gabardina, se la sujetó por el cuello y Rosa se dio la vuelta para meter las manos por las mangas, después se puso de frente a ellos y sujetándola abierta les dijo a los chicos.

- ¿Bueno la cierro ya?.

En un tono como si esperase la aprobación de los chicos. Ellos asintieron y Rosa cerró la gabardina y se la abrochó, nos despedimos definitivamente.

- Bueno chicos, ha sido un placer conoceros.

- El placer ha sido nuestro, muchas gracias por el regalo que nos habéis hecho.

- Me alegro de que os haya gustado porque soy muy normalita.

- A mí lo que más me ha gustado es precisamente eso que se ve que sois personas normales, es mucho mejor que ver a una modelo.

- Y a mí también, aunque tu creas que no tienes un cuerpo perfecto, estas muy bien y además te pareces a una vecina que tengo, así que ha sido un pedazo de regalo que nos hayas dejado verte desnuda.

Luego regresamos al hotel y por supuesto nos desahogamos en la habitación, después ya más calmados salimos a buscar un sitio para cenar mientras dábamos un paseo. El día siguiente fue una jornada de turismo en la que disfrutamos mucho porque Santander es una ciudad preciosa.
 
Yo también lo leí, pero no he podido evitar volver a leerlo. Me encanta el morbo que lleva
 
Todo empezó como empiezan siempre estas cosas, le propuse un juego reto a Rosa que lógicamente se tomó como tal.

La propuesta consistía en llevar puesta solo una gabardina y esperar en un lugar apartado. Yo tenía que buscar algún chico y convencerle de que había hecho una apuesta con Rosa que consistía en que si yo conseguía convencerle para que fuera conmigo hasta donde ella estaba, ella tendría que abrir la gabardina y mostrar su cuerpo al voluntario. Si ella se atrevía yo perdía, si en el último momento ella se echaba para atrás y no abría la gabardina, perdería ella la apuesta.

Después, al pensar en cómo llevarla a cabo, surgieron algunos cambios. Como íbamos a ir a realizar el juego a otra ciudad, la mejor manera de sentirnos seguros era hacerlo en la habitación de un hotel. El segundo cambio consistió en que Rosa abriría su gabardina teniendo los ojos vendados y mostrándose ante un desconocido sin verle, si quería que le quitara la venda, ella debería despojarse completamente de la gabardina al ver al invitado y permitir que la viera completamente. Si al destaparle los ojos, ella cerraba la gabardina o no se la quitaba completamente, también perdía la apuesta.

Unos meses después planeamos un fin de semana en Santander, buscamos un hotel cómodo y céntrico. Una parte interesante del fin de semana sería el reto de la gabardina, pero también disfrutar de la ciudad.

Llegamos a Santander cerca de las doce de la mañana, perdimos un poco de tiempo buscando la manera de acceder al hotel con el coche porque estaba en una zona peatonal y aunque tenía un aparcamiento público justo al lado, en ese momento no sabíamos que era así.

La habitación era amplia y tenía unas vistas estupendas de la bahía, teníamos justo en frente el Centro Botín y a continuación el embarcadero de las famosas golondrinas, más allá un grupito de pequeños veleros se adentraban en la bahía, como era sábado el Paseo de Pereda estaba muy concurrido, el día estaba despejado y la temperatura, sin hacer calor era agradable.

Decidimos que haríamos nuestro reto por la tarde, ese rato de la siesta después de comer en el que todo parece estar más tranquilo.

Mi mujer se puso unos zapatos negros de tacón con unas medias también negras que tenían una cenefa de encaje en la parte superior y por supuesto la gabardina beige que disimulaba completamente su desnudez. También preparó el antifaz que se debía poner para no poder ver al visitante que le pudiera traer.

Rosa bajó conmigo hasta la calle, paseamos un poco alrededor del hotel y luego ella se volvió a la habitación y yo me encaminé en dirección a la plaza porticada buscando a algún muchacho al que proponer que me acompañara al hotel.

En ese momento había poca gente por la calle y los pocos que veía no me convencían, yo quería que Rosa disfrutara del momento, así que tenía que ser muy cuidadoso con la elección de la persona.

Pensé que era todavía pronto y se me ocurrió darle un pequeño nuevo toque al juego, así que me encaminé hacia el hotel y llamé a Rosa para que se preparara y se pusiera el antifaz.

Di unos golpecitos con los nudillos en la puerta para no pillar a Rosa desprevenida y cuando me dijo adelante abría la puerta. Me encontré a Rosa sentada en el sillón que estaba junto al ventanal, tenía una postura elegante, con las piernas cruzadas, los brazos apoyados en los reposabrazos y con el antifaz tapando sus ojos.

Cerré la puerta, me acerque a ella y le dije.

- Cariño aquí traigo a Alberto que tiene muchas ganas de contemplarte, así que cuando tú quieras puedes complacerle.

Rosa se puso en pie y dijo.

- Hola Alberto, supongo que ya te habrá contado Mario que hemos hecho una apuesta.

En ese momento yo respondí.

- Si Alberto ya está al rato de todo, se lo he explicado mientras venía. Yo suponía que Rosa estaba extrañada de no escuchar hablar a Alberto, pero no podía saber si realmente había alguien o no. En ese momento se me ocurrió decir, le he pedido a Alberto que no diga nada hasta que te quite el antifaz para que sea mas emocionante. Rosa dijo un ah y en su rostro noté una expresión de sorpresa.

Rosa comenzó a desatarse el cinturón y se dio la vuelta fue desabrochando los botones, después sujetó la gabardina por los bordes manteniéndola cerrada, se dio la vuelta y con un movimiento decidido se la abrió mostrándose completamente y simplemente dijo.

- Pues ya está.

Yo en ese momento comenté.

- Vamos a dejar que Alberto se recree un poco y luego te quito el antifaz.

- Vale.

- Y después no puedes cerrar la gabardina, debes quitártela del todo, sino pierdes tú.

- Si, si, me la quito del todo.

Me puse detrás de ella y le fui quitando el antifaz hacia arriba. Al no ver a nadie miró hacia atrás y me dijo con extrañeza, no hay nadie. Luego yo le expliqué que no encontraba a nadie adecuado y que era pronto, así que se me había ocurrido ir a verla y hacer un preámbulo en el juego. Rosa estaba decepcionada por una parte y excitada por otra, así que no le sentó del todo mal.

Me despedí de ella de nuevo con el convencimiento de no volver solo la próxima vez.

Ahora ya había alguna gente más paseando, la tarde era agradable y me animé a acercarme a dos muchachos de unos veinticinco años que estaban sentados en un banco delante del templete del jardín. Me dieron buena impresión por su aspecto y aparentemente estaban teniendo una conversación tranquila y divertida.

Les conté nuestra apuesta, yo estaba bastante nervioso al principio y ellos bastante reacios, pero como no tenían prisa fuimos alargando la conversación, les di más detalles y ellos empezaron a pensar que no era tan peligroso subir a la habitación del hotel. Por supuesto, no les expliqué lo que había sucedido justo antes con el falso invitado para que tuvieran la duda de si iban a ver algo interesante o si mi mujer se iba a rajar en el último momento. Finalmente los chicos abandonaron sus recelos porque realmente no era posible que fuera ningún tipo de trampa, estando registrados en la habitación del hotel y no llevando ellos encima ninguna cantidad de dinero importante. Por otra parte si lo que yo les había contado era cierto y mi mujer se atrevía, tendrían un espectáculo memorable.

Los chicos se llamaban Iván uno y Antonio el otro, durante la charla me convencí de que eran las personas adecuadas porque se les notaba educados y respetuosos, en ningún momento me preguntaron si podían hacer nada diferente a lo que yo les había comentado y por otra parte físicamente imaginaba que a Rosa le gustarían.

Nos dirigimos al hotel y llamé a Rosa para que estuviera preparada de nuevo, en esta ocasión ya me dijo en un tono jocoso.

- ¿Seguro que vienes con alguien?

- Ya lo verás, tu prepárate que ya estamos aquí al lado.

Les pedí a los chicos que estuvieran en silencio total hasta que le quitase el antifaz a mi mujer para que mantuviera la duda de si había alguien o no porque ella albergaba la sospecha de que no llevaría realmente a nadie, pero sobre todo porque lo que no suponía es que serían dos y no quería que lo supiera hasta que les viera.

Como la vez anterior llamé a la puerta antes de entrar y cuando ella me contestó, abrí y les invité a pasar, haciéndoles un gesto para que recordaran que debían mantener absoluto silencio.

- Ya estamos aquí Rosa.

- A muy bien, le has dicho al muchacho en que consiste nuestra apuesta.

- Si, sabe que tienes que abrirte la gabardina y que no llevas nada de ropa debajo.

- Vale, pues vamos a ello.

Se puso en pie, de nuevo se dio la vuelta y se desabrochó la gabardina sujetándola bien cerrada con las manos. Se volvió a dar la vuelta, pero dudó un momento y preguntó.

- ¿Aquí estoy de frente?, como no veo no estoy segura.

Yo le dije que sí que estaba justo delante de él, así que esta vez de una manera menos enérgica, pero decidida abrió la gabardina completamente y la mantuvo bien abierta, como ya sabéis solo llevaba puestas unas medias y los zapatos, así que ofrecía una vista generosa de su cuerpo desnudo a Iván y Antonio que se quedaron completamente embelesados.

- ¿Rosa, entonces quieres que te quite ya la venda?.

- Si, claro.

- Ya sabes que para ganar tienes que quitarte la gabardina del todo, si la cierras pierdes a pesar de haberte dejado ver ya.

- Si, si hay alguien me la quito del todo.

Dijo con cierto tono de guasa.

- Bueno vamos a dejarle que se recree un poquito más.

- Para que si luego me voy a quitar la gabardina y me va a ver mejor.

Sus sospechas de que no había nadie habían aumentado ante mi sugerencia y eso me gustaba, así que le dije que el chico la podía mirar de una manera más directa al no estar viéndole ella. Ante lo cual ella dijo que si se iba a quitar la gabardina del todo y permanecer completamente desnuda en la presencia del chico no iba a ser para que mirase los cuadros, que eso le mosquearía.

Me puse detrás de Rosa y metí las manos entre la goma del antifaz y su cabeza para poder quitárselo de un movimiento rápido.

- ¿Estás lista?.

-Sí.

Yo de nuevo le recordé que no debía cerrar la gabardina, ella asintió. Le quité el antifaz hacia arriba rápidamente y se le escapó un ah.

- Ves como sí que hay y además dos.

En ese momento ella reaccionó y echó los brazos hacia atrás para quitarse la gabardina y la colocó encima de la cama.

Me acerque y les presenté, este es Iván, ella es Rosa. Rosa se acercó y se dieron dos besos, luego le presenté también a Antonio y se dieron también los dos besos de rigor. Después Rosa les preguntó si querían que se quitase también las medias y los zapatos o así les parecía mejor. Ellos dijeron que estaba muy bien así.

Después les comentó que tenían una ciudad muy bonita y que desde ahí había unas vistas muy chulas de la bahía, así comenzó una pequeña charla sobre algunos lugares que debíamos visitar al día siguiente. En un momento dado Rosa por fin se animó a hacer un comentario que yo le había sugerido cuando planeábamos el juego, pero que ella no estaba muy convencida de hacer. Rosa les dijo.

- Chicos no tengáis apuro en mirarme que para eso me he quedado desnuda.

Tras lo cual Antonio que era un poco más decidido que Iván le dijo a Rosa.

- ¿No te importaría pasearte un poco por la habitación?.

- Ah sí, sentaros ahí.

Indicando las dos sillas que había junto a una pequeña mesa en un rincón y en cuanto los chicos se acomodaron, ella se dio la vuelta y fue caminado despacio hacia la puerta, allí se dio la vuelta otra vez y vino hacia donde ellos estaban, mientras volvía a girarse dio unos toquecitos con sus dedos en la mesa y de nuevo fue hacia la puerta, hizo este recorrido cinco veces y al final se paró delante de ellos. Iván estaba tan alucinado que simplemente se dejaba llevar por el espectáculo, sin acertar a pronunciar palabra, obnubilado pero Antonio era un poco más atrevido y en uno de los paseos que dio Rosa por la habitación le dijo.

- ¿Llevas depilación láser o no es permanente?.

A lo que ella, divertida por su atrevimiento, acercó su sexo a la cara del chico, que permanecía sentado y comenzó a explicarle cómo le hacían el depilado parcial de las ingles.

- ¿A vosotros os gusta así?.

- Bueno, yo creo que ya me tenéis bien vista, no chicos, ¿me puedo volver a vestir?.

Ellos que estaban alucinados simplemente asintieron, pero yo le dije a Rosa.

- ¿Por qué no te pones la gabardina solamente y les acompañamos un poco?.

A Rosa le pareció divertido, así que cogió la gabardina que había dejado sobre la cama y se la puso. Salimos de la habitación y fuimos caminando tranquilamente por el Paseo Pereda, era muy excitante que Rosa solo llevase la gabardina y todos lo supiéramos, pero más aún lo fue el cauce que tomo la conversación porque debido a la curiosidad de mi mujer. Comenzamos a hablar tranquilamente sobre lo que les había parecido en cuerpo de Rosa, era una conversación muy natural y directa. Rosa pudo constatar que los chicos habían reparado en muchos pequeños detalles y que se habían fijado muy bien en cada rincón de su cuerpo. Hablamos de todo sin tapujos, las piernas, la espalda, de su cuello incluso, pero también de su culo, de sus pechos y pos supuesto también de su vientre, su vello púbico, incluso de lo que alcanzaron a ver de sus labios, además de que les había gustado mucho la actitud de Rosa porque les había hecho no sentirse nada cortados mirándola. Rosa también les dijo que le había gustado mucho su actitud respetuosa y que había disfrutado ella también dejando que la mirasen.

Pero en el momento de despedirnos llegó para mí la mayor sorpresa porque Rosa por su propia iniciativa les preguntó a los chicos si querían echarle un último vistazo antes de irse. Los chicos por supuesto que quisieron, ella en un principio pensaba abrir la gabardina un par de segundos y cerrarla, me dijo después, pero para eso había que buscar un sitio aun poco apartado. Estábamos delante de la escuela de Náutica y caminamos un poco más ya buscando entre todos un sitio mejor. Iván nos propuso el aparcamiento que hay al lado del Palacio de Festivales y decidimos ir hacia allí pero al pasar por delante de la escalinata vimos que las rampas laterales eran un sitio perfecto.

Subimos por la rampa hasta arriba y vimos que no había gente, Rosa bajo con Iván y Antonio al rellano anterior para estar más resguardada y yo me quede arriba vigilando que no apareciera nadie, yo estaba unos tres metros por encima de ellos y podía ver a mucha distancia si se acercaba alguien, así que Rosa al notarse segura, no solo abrió la gabardina, sino que se la quitó completamente y se la dio a los chicos, Iván se la cogió. Rosa se puso de espaldas a ellos y miró hacia arriba para saludarme con la mano, luego se puso de perfil ya que en la conversación que tuvieron durante el paseo había comentado que le gustaba su perfil y finalmente se puso de frente a ellos. Después les dijo a los chicos.

- Cuando queráis me das la gabardina.

A lo que Iván respondió que si fuera por querer no se la daban nunca y Rosa se rió y les dijo que cuando estuviera congelada les iba a gustar un poco menos, entonces los chicos se dieron cuenta de que realmente ella estaba haciendo un esfuerzo porque aunque no hacía frío tampoco hacía una temperatura veraniega precisamente. Iván se acercó para darle la gabardina, se la sujetó por el cuello y Rosa se dio la vuelta para meter las manos por las mangas, después se puso de frente a ellos y sujetándola abierta les dijo a los chicos.

- ¿Bueno la cierro ya?.

En un tono como si esperase la aprobación de los chicos. Ellos asintieron y Rosa cerró la gabardina y se la abrochó, nos despedimos definitivamente.

- Bueno chicos, ha sido un placer conoceros.

- El placer ha sido nuestro, muchas gracias por el regalo que nos habéis hecho.

- Me alegro de que os haya gustado porque soy muy normalita.

- A mí lo que más me ha gustado es precisamente eso que se ve que sois personas normales, es mucho mejor que ver a una modelo.

- Y a mí también, aunque tu creas que no tienes un cuerpo perfecto, estas muy bien y además te pareces a una vecina que tengo, así que ha sido un pedazo de regalo que nos hayas dejado verte desnuda.

Luego regresamos al hotel y por supuesto nos desahogamos en la habitación, después ya más calmados salimos a buscar un sitio para cenar mientras dábamos un paseo. El día siguiente fue una jornada de turismo en la que disfrutamos mucho porque Santander es una ciudad preciosa.
Me ha encantado el relato, muy morboso
 
Todo empezó como empiezan siempre estas cosas, le propuse un juego reto a Rosa que lógicamente se tomó como tal.

La propuesta consistía en llevar puesta solo una gabardina y esperar en un lugar apartado. Yo tenía que buscar algún chico y convencerle de que había hecho una apuesta con Rosa que consistía en que si yo conseguía convencerle para que fuera conmigo hasta donde ella estaba, ella tendría que abrir la gabardina y mostrar su cuerpo al voluntario. Si ella se atrevía yo perdía, si en el último momento ella se echaba para atrás y no abría la gabardina, perdería ella la apuesta.

Después, al pensar en cómo llevarla a cabo, surgieron algunos cambios. Como íbamos a ir a realizar el juego a otra ciudad, la mejor manera de sentirnos seguros era hacerlo en la habitación de un hotel. El segundo cambio consistió en que Rosa abriría su gabardina teniendo los ojos vendados y mostrándose ante un desconocido sin verle, si quería que le quitara la venda, ella debería despojarse completamente de la gabardina al ver al invitado y permitir que la viera completamente. Si al destaparle los ojos, ella cerraba la gabardina o no se la quitaba completamente, también perdía la apuesta.

Unos meses después planeamos un fin de semana en Santander, buscamos un hotel cómodo y céntrico. Una parte interesante del fin de semana sería el reto de la gabardina, pero también disfrutar de la ciudad.

Llegamos a Santander cerca de las doce de la mañana, perdimos un poco de tiempo buscando la manera de acceder al hotel con el coche porque estaba en una zona peatonal y aunque tenía un aparcamiento público justo al lado, en ese momento no sabíamos que era así.

La habitación era amplia y tenía unas vistas estupendas de la bahía, teníamos justo en frente el Centro Botín y a continuación el embarcadero de las famosas golondrinas, más allá un grupito de pequeños veleros se adentraban en la bahía, como era sábado el Paseo de Pereda estaba muy concurrido, el día estaba despejado y la temperatura, sin hacer calor era agradable.

Decidimos que haríamos nuestro reto por la tarde, ese rato de la siesta después de comer en el que todo parece estar más tranquilo.

Mi mujer se puso unos zapatos negros de tacón con unas medias también negras que tenían una cenefa de encaje en la parte superior y por supuesto la gabardina beige que disimulaba completamente su desnudez. También preparó el antifaz que se debía poner para no poder ver al visitante que le pudiera traer.

Rosa bajó conmigo hasta la calle, paseamos un poco alrededor del hotel y luego ella se volvió a la habitación y yo me encaminé en dirección a la plaza porticada buscando a algún muchacho al que proponer que me acompañara al hotel.

En ese momento había poca gente por la calle y los pocos que veía no me convencían, yo quería que Rosa disfrutara del momento, así que tenía que ser muy cuidadoso con la elección de la persona.

Pensé que era todavía pronto y se me ocurrió darle un pequeño nuevo toque al juego, así que me encaminé hacia el hotel y llamé a Rosa para que se preparara y se pusiera el antifaz.

Di unos golpecitos con los nudillos en la puerta para no pillar a Rosa desprevenida y cuando me dijo adelante abría la puerta. Me encontré a Rosa sentada en el sillón que estaba junto al ventanal, tenía una postura elegante, con las piernas cruzadas, los brazos apoyados en los reposabrazos y con el antifaz tapando sus ojos.

Cerré la puerta, me acerque a ella y le dije.

- Cariño aquí traigo a Alberto que tiene muchas ganas de contemplarte, así que cuando tú quieras puedes complacerle.

Rosa se puso en pie y dijo.

- Hola Alberto, supongo que ya te habrá contado Mario que hemos hecho una apuesta.

En ese momento yo respondí.

- Si Alberto ya está al rato de todo, se lo he explicado mientras venía. Yo suponía que Rosa estaba extrañada de no escuchar hablar a Alberto, pero no podía saber si realmente había alguien o no. En ese momento se me ocurrió decir, le he pedido a Alberto que no diga nada hasta que te quite el antifaz para que sea mas emocionante. Rosa dijo un ah y en su rostro noté una expresión de sorpresa.

Rosa comenzó a desatarse el cinturón y se dio la vuelta fue desabrochando los botones, después sujetó la gabardina por los bordes manteniéndola cerrada, se dio la vuelta y con un movimiento decidido se la abrió mostrándose completamente y simplemente dijo.

- Pues ya está.

Yo en ese momento comenté.

- Vamos a dejar que Alberto se recree un poco y luego te quito el antifaz.

- Vale.

- Y después no puedes cerrar la gabardina, debes quitártela del todo, sino pierdes tú.

- Si, si, me la quito del todo.

Me puse detrás de ella y le fui quitando el antifaz hacia arriba. Al no ver a nadie miró hacia atrás y me dijo con extrañeza, no hay nadie. Luego yo le expliqué que no encontraba a nadie adecuado y que era pronto, así que se me había ocurrido ir a verla y hacer un preámbulo en el juego. Rosa estaba decepcionada por una parte y excitada por otra, así que no le sentó del todo mal.

Me despedí de ella de nuevo con el convencimiento de no volver solo la próxima vez.

Ahora ya había alguna gente más paseando, la tarde era agradable y me animé a acercarme a dos muchachos de unos veinticinco años que estaban sentados en un banco delante del templete del jardín. Me dieron buena impresión por su aspecto y aparentemente estaban teniendo una conversación tranquila y divertida.

Les conté nuestra apuesta, yo estaba bastante nervioso al principio y ellos bastante reacios, pero como no tenían prisa fuimos alargando la conversación, les di más detalles y ellos empezaron a pensar que no era tan peligroso subir a la habitación del hotel. Por supuesto, no les expliqué lo que había sucedido justo antes con el falso invitado para que tuvieran la duda de si iban a ver algo interesante o si mi mujer se iba a rajar en el último momento. Finalmente los chicos abandonaron sus recelos porque realmente no era posible que fuera ningún tipo de trampa, estando registrados en la habitación del hotel y no llevando ellos encima ninguna cantidad de dinero importante. Por otra parte si lo que yo les había contado era cierto y mi mujer se atrevía, tendrían un espectáculo memorable.

Los chicos se llamaban Iván uno y Antonio el otro, durante la charla me convencí de que eran las personas adecuadas porque se les notaba educados y respetuosos, en ningún momento me preguntaron si podían hacer nada diferente a lo que yo les había comentado y por otra parte físicamente imaginaba que a Rosa le gustarían.

Nos dirigimos al hotel y llamé a Rosa para que estuviera preparada de nuevo, en esta ocasión ya me dijo en un tono jocoso.

- ¿Seguro que vienes con alguien?

- Ya lo verás, tu prepárate que ya estamos aquí al lado.

Les pedí a los chicos que estuvieran en silencio total hasta que le quitase el antifaz a mi mujer para que mantuviera la duda de si había alguien o no porque ella albergaba la sospecha de que no llevaría realmente a nadie, pero sobre todo porque lo que no suponía es que serían dos y no quería que lo supiera hasta que les viera.

Como la vez anterior llamé a la puerta antes de entrar y cuando ella me contestó, abrí y les invité a pasar, haciéndoles un gesto para que recordaran que debían mantener absoluto silencio.

- Ya estamos aquí Rosa.

- A muy bien, le has dicho al muchacho en que consiste nuestra apuesta.

- Si, sabe que tienes que abrirte la gabardina y que no llevas nada de ropa debajo.

- Vale, pues vamos a ello.

Se puso en pie, de nuevo se dio la vuelta y se desabrochó la gabardina sujetándola bien cerrada con las manos. Se volvió a dar la vuelta, pero dudó un momento y preguntó.

- ¿Aquí estoy de frente?, como no veo no estoy segura.

Yo le dije que sí que estaba justo delante de él, así que esta vez de una manera menos enérgica, pero decidida abrió la gabardina completamente y la mantuvo bien abierta, como ya sabéis solo llevaba puestas unas medias y los zapatos, así que ofrecía una vista generosa de su cuerpo desnudo a Iván y Antonio que se quedaron completamente embelesados.

- ¿Rosa, entonces quieres que te quite ya la venda?.

- Si, claro.

- Ya sabes que para ganar tienes que quitarte la gabardina del todo, si la cierras pierdes a pesar de haberte dejado ver ya.

- Si, si hay alguien me la quito del todo.

Dijo con cierto tono de guasa.

- Bueno vamos a dejarle que se recree un poquito más.

- Para que si luego me voy a quitar la gabardina y me va a ver mejor.

Sus sospechas de que no había nadie habían aumentado ante mi sugerencia y eso me gustaba, así que le dije que el chico la podía mirar de una manera más directa al no estar viéndole ella. Ante lo cual ella dijo que si se iba a quitar la gabardina del todo y permanecer completamente desnuda en la presencia del chico no iba a ser para que mirase los cuadros, que eso le mosquearía.

Me puse detrás de Rosa y metí las manos entre la goma del antifaz y su cabeza para poder quitárselo de un movimiento rápido.

- ¿Estás lista?.

-Sí.

Yo de nuevo le recordé que no debía cerrar la gabardina, ella asintió. Le quité el antifaz hacia arriba rápidamente y se le escapó un ah.

- Ves como sí que hay y además dos.

En ese momento ella reaccionó y echó los brazos hacia atrás para quitarse la gabardina y la colocó encima de la cama.

Me acerque y les presenté, este es Iván, ella es Rosa. Rosa se acercó y se dieron dos besos, luego le presenté también a Antonio y se dieron también los dos besos de rigor. Después Rosa les preguntó si querían que se quitase también las medias y los zapatos o así les parecía mejor. Ellos dijeron que estaba muy bien así.

Después les comentó que tenían una ciudad muy bonita y que desde ahí había unas vistas muy chulas de la bahía, así comenzó una pequeña charla sobre algunos lugares que debíamos visitar al día siguiente. En un momento dado Rosa por fin se animó a hacer un comentario que yo le había sugerido cuando planeábamos el juego, pero que ella no estaba muy convencida de hacer. Rosa les dijo.

- Chicos no tengáis apuro en mirarme que para eso me he quedado desnuda.

Tras lo cual Antonio que era un poco más decidido que Iván le dijo a Rosa.

- ¿No te importaría pasearte un poco por la habitación?.

- Ah sí, sentaros ahí.

Indicando las dos sillas que había junto a una pequeña mesa en un rincón y en cuanto los chicos se acomodaron, ella se dio la vuelta y fue caminado despacio hacia la puerta, allí se dio la vuelta otra vez y vino hacia donde ellos estaban, mientras volvía a girarse dio unos toquecitos con sus dedos en la mesa y de nuevo fue hacia la puerta, hizo este recorrido cinco veces y al final se paró delante de ellos. Iván estaba tan alucinado que simplemente se dejaba llevar por el espectáculo, sin acertar a pronunciar palabra, obnubilado pero Antonio era un poco más atrevido y en uno de los paseos que dio Rosa por la habitación le dijo.

- ¿Llevas depilación láser o no es permanente?.

A lo que ella, divertida por su atrevimiento, acercó su sexo a la cara del chico, que permanecía sentado y comenzó a explicarle cómo le hacían el depilado parcial de las ingles.

- ¿A vosotros os gusta así?.

- Bueno, yo creo que ya me tenéis bien vista, no chicos, ¿me puedo volver a vestir?.

Ellos que estaban alucinados simplemente asintieron, pero yo le dije a Rosa.

- ¿Por qué no te pones la gabardina solamente y les acompañamos un poco?.

A Rosa le pareció divertido, así que cogió la gabardina que había dejado sobre la cama y se la puso. Salimos de la habitación y fuimos caminando tranquilamente por el Paseo Pereda, era muy excitante que Rosa solo llevase la gabardina y todos lo supiéramos, pero más aún lo fue el cauce que tomo la conversación porque debido a la curiosidad de mi mujer. Comenzamos a hablar tranquilamente sobre lo que les había parecido en cuerpo de Rosa, era una conversación muy natural y directa. Rosa pudo constatar que los chicos habían reparado en muchos pequeños detalles y que se habían fijado muy bien en cada rincón de su cuerpo. Hablamos de todo sin tapujos, las piernas, la espalda, de su cuello incluso, pero también de su culo, de sus pechos y pos supuesto también de su vientre, su vello púbico, incluso de lo que alcanzaron a ver de sus labios, además de que les había gustado mucho la actitud de Rosa porque les había hecho no sentirse nada cortados mirándola. Rosa también les dijo que le había gustado mucho su actitud respetuosa y que había disfrutado ella también dejando que la mirasen.

Pero en el momento de despedirnos llegó para mí la mayor sorpresa porque Rosa por su propia iniciativa les preguntó a los chicos si querían echarle un último vistazo antes de irse. Los chicos por supuesto que quisieron, ella en un principio pensaba abrir la gabardina un par de segundos y cerrarla, me dijo después, pero para eso había que buscar un sitio aun poco apartado. Estábamos delante de la escuela de Náutica y caminamos un poco más ya buscando entre todos un sitio mejor. Iván nos propuso el aparcamiento que hay al lado del Palacio de Festivales y decidimos ir hacia allí pero al pasar por delante de la escalinata vimos que las rampas laterales eran un sitio perfecto.

Subimos por la rampa hasta arriba y vimos que no había gente, Rosa bajo con Iván y Antonio al rellano anterior para estar más resguardada y yo me quede arriba vigilando que no apareciera nadie, yo estaba unos tres metros por encima de ellos y podía ver a mucha distancia si se acercaba alguien, así que Rosa al notarse segura, no solo abrió la gabardina, sino que se la quitó completamente y se la dio a los chicos, Iván se la cogió. Rosa se puso de espaldas a ellos y miró hacia arriba para saludarme con la mano, luego se puso de perfil ya que en la conversación que tuvieron durante el paseo había comentado que le gustaba su perfil y finalmente se puso de frente a ellos. Después les dijo a los chicos.

- Cuando queráis me das la gabardina.

A lo que Iván respondió que si fuera por querer no se la daban nunca y Rosa se rió y les dijo que cuando estuviera congelada les iba a gustar un poco menos, entonces los chicos se dieron cuenta de que realmente ella estaba haciendo un esfuerzo porque aunque no hacía frío tampoco hacía una temperatura veraniega precisamente. Iván se acercó para darle la gabardina, se la sujetó por el cuello y Rosa se dio la vuelta para meter las manos por las mangas, después se puso de frente a ellos y sujetándola abierta les dijo a los chicos.

- ¿Bueno la cierro ya?.

En un tono como si esperase la aprobación de los chicos. Ellos asintieron y Rosa cerró la gabardina y se la abrochó, nos despedimos definitivamente.

- Bueno chicos, ha sido un placer conoceros.

- El placer ha sido nuestro, muchas gracias por el regalo que nos habéis hecho.

- Me alegro de que os haya gustado porque soy muy normalita.

- A mí lo que más me ha gustado es precisamente eso que se ve que sois personas normales, es mucho mejor que ver a una modelo.

- Y a mí también, aunque tu creas que no tienes un cuerpo perfecto, estas muy bien y además te pareces a una vecina que tengo, así que ha sido un pedazo de regalo que nos hayas dejado verte desnuda.

Luego regresamos al hotel y por supuesto nos desahogamos en la habitación, después ya más calmados salimos a buscar un sitio para cenar mientras dábamos un paseo. El día siguiente fue una jornada de turismo en la que disfrutamos mucho porque Santander es una ciudad preciosa.
Gracias, muy morboso y bien relatado. Un placer leerlo
 
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