Empresa de Mantenimiento 06

Vantheway

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La comida fue todo un festín, las doradas salieron realmente exquisitas, añadiendo además, que las comimos con tres botellas de “Finca Lobeira 2019” de la bodega Mar de Frades, un albariño realmente espectacular que entraba de una forma maravillosa. Nos quedamos charlando una vez acabada las doradas, y terminando la tercera botella de vino. Pensándolo bien después, cabíamos a una botella por cabeza, pero estando fresquito y el calor que hacía…entraba mejor que el agua. Seguíamos desnudos y, con el efecto del alcohol estuvimos hablando y lógicamente las lenguas se soltaron…

Alejandro me contaba lo que le excitaba el ser un cornudo, incluso desde novios ya le había dejado caer a Susana que le excitaba pensar que otro se la follaba delante de él, y ella al principio pensaba que él no estaba bien mentalmente…pero seguía insistiendo y, una vez casados, no llevaban ni un año cuando se produjo el primer encuentro que lo convirtió en cornudo. Fue en la feria de la localidad, se encontraron con un amigo de Susana de cuando hacían bachillerato y que por varios motivos se mudó al norte del país. Había regresado para pasar unos días en la feria y recordar años pasados. Se vieron y se abrazaron, hacía años que no se veían. Al rato Susana se lo presentó a Alejandro, el amigo en cuestión se llama Víctor. Estuvieron bebiendo bastante festejando el encuentro, y al cabo de las horas decidieron tomarse la última copa en la casa. Cuando llegaron a la casa ya los vinos y las copas tomadas en la feria estaban haciendo su efecto, se pusieron cómodos y se prepararon la copa, estuvieron charlando mientras la tomaban. Susana se había cambiado y llevaba una camiseta grande como pijama, sin nada debajo. Alejandro y Víctor estaban sentados frente a Susana. Una de las veces que ella se movió, la camiseta se le subió por encima del muslo, dejando ver, desde el asiento de enfrente el coño abierto. En ese momento, Alejandro le dio con el codo a Víctor para que mirase la entrepierna de Susana, él ya se había dado cuenta y se quedó embobado, eso hizo que Susana se excitara y se subió algo más la camiseta, sentándose más al borde del asiento. Víctor estaba extasiado mirando aquello y, según me contó Alejandro le dijo a Susana delante de él, que siempre había estado colado por ella, que le encantaba el cuerpazo que siempre había tenido. Susana abría y cerraba las piernas mientras una mano bajaba hasta su coño… Alejandro se sacó la polla e invitó a Víctor a hacer lo mismo. Por lo visto, el tal Víctor estaba alucinando y con la polla fuera se sentó junto a Susana mirando a Alejandro como pidiéndole permiso, cosa que al parecer él le dio. En ese momento Víctor le quitó la camiseta a Susana dejándola totalmente desnuda. Ella hizo como que le daba mucha vergüenza y se tapó con una mano sus pechos y con la otra su coño, sabiendo que eso excitaría más a Alejandro, cosa que así fue pero que a Víctor lo dejó descolocado, no quería seguir, pero en ese momento Alejandro se levantó y cogió a cada uno de la mano y los tres subieron al dormitorio.

Conforme contaba aquello, nuestras pollas comenzaron a subir y a engordar. A Susana se le notaba la excitación porque tenía los pezones de punta como los cuernos de un toro. Él prosiguió con la historia.

Cuando llegaron al dormitorio, Susana comenzó a desnudar a Víctor mientras Alejandro se bajaba los pantalones y el slip y se sentaba en la silla del escritorio que tenía junto a la cama. Susana besó a Víctor mientras lo desnudaba, él ya tenía la polla fuera de antes, y se arrodilló ante él para comerle la polla. No sabe si fue la excitación que tenía Víctor o como le comió la polla Susana, lo cierto es que Víctor se corrió en la cara y en la boca de Susana cuando ésta llevaba un ratillo saboreando su polla. Él se disculpó y se quiso marchar, pero no lo dejaron, le dijeron que se acostara con ellos para dormir. Según Alejandro, cuando se metieron los tres en la cama, le echó uno de los mejores polvos que nunca antes le había echado a Susana, con Víctor como “voyeur”.

Al acabar de contarme aquello, ambos teníamos las pollas con los capullos al ras de la mesa, Alejandro estaba a mi izquierda y Susana estaba a mi derecha. Observé como Alejandro miraba mi nabo al igual que Susana.

- Qué, te gusta mi polla, ¿no, putita? -le pregunté a Alejandro- no paras de mirarla.

- Por supuesto Señor -me contestó- sueño con verla entrando en el coño o en el culo de mi mujer.

- ¿y notarla entrando en tu culo no? -le pregunté-

- Claro que sí Señor -me respondió- también lo deseo.

- Venga, recoged la mesa y dejar limpio el salón y la cocina -les dije- cuando acabéis, subid al dormitorio y me ayudáis a dar una cabezadita…

Me levanté con la polla mirando al techo, y me dirigí al dormitorio. Tenía algo de sueño, pero también tenía un calentón impresionante. Al llegar al dormitorio, me dejé caer en la cama totalmente desnudo, oía como en el salón recogían la mesa y alguien arreglaba la cocina. Fue lo todo lo que oí antes de quedarme dormido, desperté notando como alguien me chupaba el capullo y me acariciaba las pelotas, abrí los ojos y vi a Alejandro metiéndose mi nabo en la boca mientras Susana le estaba comiendo el culo. Le agarré la cabeza y la apreté contra mi polla, haciendo que la punta de mi nabo llegase a su campanilla con las consiguientes arcadas que aquello le provocaba.

- Bueno putita -le dije a Alejandro- ahora empieza otra clase práctica de como follarse a tu mujer. Siéntate en un lado de la cama y observa lo muy puta que es “tu querida esposa”.

Hice que Susana se tumbara boca arriba, con las piernas abiertas, tenía el coño muy mojado, se le veía brillante, incluso la parte interna de los muslos estaban mojadas de su flujo. Me metí entre sus piernas, me incliné sobre ella dejando mi capullo a las puertas de su coño mojado, comencé a refregarle el capullo por el clítoris, por la entrada del coño…mientras le comía los pezones. Observé como Alejandro comenzaba a meneársela con la polla goteando de precum y muy dura. Susana gemía y abría más las piernas, las dobló pegando sus talones a sus nalgas todo lo que podía, dejando para mí ese coño medio abierto, rosado y mojado, con los labios superiores oscuros. Sin pensarlo y con un golpe de cadera le metí mi verga hasta el fondo, notando la humedad y los pliegues del interior de su vagina en mi cipote duro. Comencé el movimiento despacio mientras veía como Alejandro se excitaba más por momentos y la carencia del movimiento de su mano en su polla aumentaba. De las tetas de Susana pasé a su boca, besaba los labios repasándolos con mi lengua, ella dejaba su boca entreabierta mientras posaba sus manos en mis nalgas y las acariciaba. Aumenté el movimiento de penetración notando como se mojaba más aún, notaba su flujo salir de su coño mojando las sábanas.

- Ahora vas a comerme el nabo, zorra -le dije a Susana- y las pelotas. Me la dejas bien ensalivada para darte por el culo, que seguro que lo deseas.

- Ummm, por supuesto Señor -me dijo- Me muero de notar su polla llenado mi culo…y si me lo llena de leche….

- ¿Me vas a decir qué tengo que hacer contigo, puta? -le dije dándole una pequeña torta en la cara- Ni te atrevas a decirme lo que debo hacer, que sea la primera y última vez. Y ahora salte y siéntate junto a la putita de tu marido, me has hecho enfadar y ya no tengo ganas de follar. Os vais a quedar las dos ahí sentadas mientras yo doy una cabezada, y no se os ocurra levantaros.

Susana me obedeció, se sentó junto a Alejandro, mientras ambos observaban como me iba quedando dormido…me desperté a los 40 minutos y ambos seguían allí mirándome, con cara de aburridos, pero contentos cuando se dieron cuenta de que abrí los ojos.

- Señor, quisiera disculparme por lo de antes -me dijo Susana- no volverá a pasar.

- Bien, eso espero. Pero estás castigada, hasta que se me olvidé -le dije a Susana-

Estaba empalmado y muy caliente, pero no podía dejar que Susana se saliera con la suya.

- A ver putita -le dije a Alejandro- quiero darte por el culo, la zorra de tu mujer me ha dejado con las ganas antes. Siéntate sobre mi polla y cabálgame.

Le faltó tiempo para saltar sobre mí, sacó su lengua y la embadurnó de saliva que se puso en el ojal y, repitiendo el gesto, embadurnó mi polla. Se sentó sobre ella despacio, su polla comenzó a levantarse bastante rápido, todos sabemos la rapidez con que se levanta una polla cuando, estando calientes, nos la tocan. Notaba como el culo se le iba abriendo al paso de mi polla, se paraba unos segundos y volvía a clavársela mientras me miraba fijamente a los ojos. Su polla comenzó a mojarse, las gotas de precum salían de su nabo bajando por todo el tronco, hasta caer en mi vientre. Cuando ya la tenía toda dentro, esperó unos segundos y comenzó a moverse arriba y abajo, notaba su culo caliente y cerrado oprimiendo mi polla, con lo que me estaba dando más placer. Le agarré la polla y comencé a pajearlo, con la otra mano le acariciaba las pelotas. Siempre me causaba una impresión el tocar una polla que no era la mía, la notaba muy dura, notaba sus venas saltadas en mi mano, me gusta esa sensación de tener una polla distinta a la mía en mi mano, me excita mucho. Alejandro gemía como una novia la noche de bodas, sus manos apoyadas en mi pecho y moviéndose arriba y abajo, me tenía totalmente excitado, además con su polla en mi mano…Susana se estaba masturbando, se metía dos dedos de una mano, mientras que con la otra se acariciaba el clítoris. Alejandro empezó a botar más rápido mientras me arañaba el pecho y gemía como una loca, notaba en mi polla como su culo comenzaba a palpitar, señal que se iba a correr pronto. Aceleré el movimiento de mi mano y, aquello no eran gemidos gritaba de placer. Notaba en mi polla las contracciones de su ojal mientras se corría, el primer trallazo me cayó en el cuello, los siguientes en el pecho…. En ese momento noté como me subía esa sensación desde los huevos hasta el vientre. Agarré las caderas de Alejandro y lo bajaba más hacia mi polla con ganas de meterle mis pelotas, hasta que comencé a correrme, lo llené de leche en unos cinco trallazos, él se inclinó hacia mí y con su lengua, recogía las gotas de su semen de mi cara. Por último, me dio un beso largo en la boca enredando nuestras lenguas. Susana comenzó a botar y gemir, con tres dedos dentro de su coño hasta acabar corriéndose, se sacó los dedos y los metió en su boca hasta sacarlos sin gota del flujo de su corrida. Al cabo de los segundos, Alejandro se levantó de mí, y mi leche comenzó a salir levemente, con una mano tapándose el ojal, salió disparado al baño. Miré a Susana y, dando unos golpes con la palma de mi mano en la cama junto a mí, la invité a que se tumbara a mi lado.

- ¿Qué, te ha gustado? -le pregunté- si no me hubieses dicho como tenía que follarte…

- Si, ya lo sé y le pido disculpas, Señor. No volverá a pasar -me respondió-Y respondiendo a su pregunta, claro que me ha gustado, y el ver como se ha follado a mi marido, me ha puesto a mil…

Me giré y la besé en la boca, ella me dio lengua. Mi mano se acercó a su coño y suspiró. Con dos dedos se lo abrí y comencé a frotarle el clítoris, ella abría las piernas más mientras gemía, se iba mojando cada vez más, no paraba de comerme la boca, mientras sus manos agarraban mi nabo, que estaba flácido, recién soltado una buena cantidad de leche. Seguí acelerando mis dedos hasta que comenzó a gritar de placer, cerró las piernas atrapando mi mano entre ellas, y noté como se corría, mis dedos se mojaron como si los hubiese metido en agua.

Una vez que Alejandro salió del baño, nos quedamos un ratillo tumbados en la cama, daba gusto quedarse adormilado mientras te soban la polla y los huevos, y tú tocas tetas, coño…jejeje.



Nos espabilamos a la media hora, hacía bastante calor y propuse meternos en la piscina. Alejandro preparó unos refrescos, que le dije que hiciese, y unos trozos de fruta fresca, y nos fuimos a la piscina. Me puse en la parte del jacuzzi después de zambullirme un par de veces para quitarme el calor. Ya en el jacuzzi, me senté y Susana accionó las burbujas. Se sentó junto a mí y Alejandro al otro lado.

- Bueno, vamos a olvidarnos por un momento del “señor” y de hablarme de usted y vamos a conversar un rato -les indiqué- Quiero que me contéis como habéis llegado a esto. Quiero decir, a tú ser tan zorra -dije señalando a Susana- y tú tan cornudo -dije señalando a Alejandro-

- Bien, por mi parte siempre me ha gustado el sexo -me dijo Susana- pero ya sabes, por el tipo de educación que hemos recibido, la educación de aquella época, siempre tenías que aparentar que eras una mujer de tu casa, la típica educación para prepararte para ser el ama de casa y cuidar de tu marido. Y, por si lo piensas, no estaba en un colegio de monjas, estuve en un colegio público y esa era la educación de antes, mis padres eran de religiosos lo normal en aquel tiempo, pero es lo que les habían enseñado a ellos, y ellos me lo inculcaron a mí. Después de varios novietes, conocí a Alejandro, y bueno del rollo de una noche pasamos a salir, de ahí pasamos a una relación más formal y al final…boda. Y ya de novios siempre me decía de hacer un trío, pero no le hacía mucho caso, hasta que pasó lo de la feria una vez casados, y ya conoces el resto.

- Y por mi parte -siguió Alejandro- desde muy joven me excitaba la idea de que alguien follara a algún conocido o a alguna pareja delante de mí, conforme iba creciendo, ese sentimiento se fue inclinando hacia una pareja mía. Desde adolescente me pajeaba imaginando que alguien se follaba a la que por entonces fuese mi novia, pero estando yo presente. Ya con el tiempo, me ponía la idea de participar también, pero actuando como sumiso, eso me excitaba más aún…y ya en la feria…ya lo sabes. Después se fue repitiendo muy de vez en cuando, hasta que ya lo hablamos claramente, porque a los dos nos ponía muchísimo, y hasta llegar a este momento…contigo ha sido con el corneador que más veces lo hemos hecho, y el único que ha dormido con nosotros.



La tarde fue pasando y comenzaba el sol a bajar. Estar en Zahora y no ver la puesta de sol desde la playa se podría considerar como un pecado capital. - Bueno, está bajando el sol. ¿Os parece que paseemos por la playa para ver la puesta de sol? -pregunté- Yo iré de la mano de Susana, como si fuésemos pareja, y tú Alejandro, irás como si vinieses de carabina como buen cornudo…Me gusta esa idea.

- Por mi perfecto -respondió Alejandro-

- Y yo encantada -dejo Susana-



Bajamos hasta la playa, Susana de mi mano y Alejandro un paso por detrás. El mar totalmente liso, como un plato, sin viento alguno ni nubes, el sol bajando ya sin tocar aún la línea del horizonte. Nos pusimos a andar hacia el Cabo de Trafalgar, y una vez pasado la zona del Sajorami nos sentamos en la playa, con el faro de Trafalgar a nuestra espalda y mirando hacia la puesta de sol. Éste ya naranja y tocando la línea del mar en el horizonte, una auténtica postal.

- Recuerdo que una vez leí que los antiguos vikingos decían que si al ver la puesta de sol prestas atención, oirás el sonido que hace el sol cuando entra en contacto con el mar, como si fuese un hierro al rojo vivo que lo metes en el agua -dije extasiado contemplando la magnífica puesta de sol-

Nos quedamos en silencio, como la mayoría de la gente que se encontraba sentada en la playa como nosotros, observando como el sol se ocultaba detrás del horizonte…pero sin oír el sonido al mojarse. Una vez que terminó de ocultarse, la gente de la playa comenzó a aplaudir, como si hubiesen presenciado una obra de teatro y no un ciclo natural, cosa que me llamó la atención bastante. Nos levantamos y decidimos pedirnos unas cervezas en el Sajorami y sentarnos en una de sus mesas, por encima de la playa. Estuvimos charlando de varios temas, de cosas banales mientras notábamos como nos íbamos relajando no sé si por la compañía, el momento, el lugar o por todo en conjunto, lo cierto es que estábamos bastante relajados.

- Bueno, ¿qué cenaremos esta noche? -pregunté porque empezaba a tener hambre-

- Podríamos hacer una barbacoa -me dijo Alejandro- como hemos comido pescado, podríamos hacer una barbacoa de carne y verduras ¿te parece? Unas verduras a la parrilla quedan de lujo para acompañar la carne.

- Por mí no tengo problema, me apetece la parrillada de verduras -le contesté-

- De carne podíamos hacer secreto ibérico, costillar y algunas chuletas -dijo Susana- Me está entrando bastante hambre después de la tarde de sexo, jajaja

Acabamos las cervezas y nos dirigimos a la casa, entramos por la puerta que da del jardín a la playa. Alejandro fue a preparar el carbón para la barbacoa y encenderlo para que, llegado el momento estuviese con la temperatura ideal para cocinar. Susana se metió en la cocina a preparar las verduras mientras yo me fui a la ducha.

Al salir de la ducha, el carbón de la barbacoa estaba encendido, pero aún le quedaba algunos minutos para estar como les gusta a los argentinos, que realmente de barbacoas saben bastante. La verdura ya estaba lavada y cortada, y de la carne ya estaban aliñados el costillar y las chuletas. Acompañaríamos la cena con un tinto de Rioja, un Torre Muga 2016, un vino que prometía muchísimo y que realmente cumplió todas las expectativas. Hacía una noche espectacular, sin gota de viento, y parecía que todas las estrellas del firmamento querían participar en la barbacoa. Me senté en una hamaca con una copa de vino, llevaba un pantalón corto nada más. Se acercó Susana con un delantal puesto sin nada más, igual que Alejandro…se entiende que el delantal era obligatorio, las chispas que saltan de la barbacoa tienen la mala costumbre de caer en las zonas más delicadas del cuerpo humano…

- ¿Necesita algo el Señor? -me preguntó Susana- estoy aquí para lo que necesite.

- Lo sé Susana, lo sé -le dije- pero ahora mismo estoy tan relajado oyendo el crepitar del carbón de la barbacoa y el murmullo de las olas del mar rompiendo en la orilla de fondo, que me doy cuenta que esto es el mismo paraíso, y como tal… voy a desnudarme.

Me quité el pantalón y se lo di a Susana para que lo llevara a la habitación. Me quedé en bolas, tumbado sobre la hamaca y con la copa de vino en la mano.

Al poco tiempo, Alejandro se acercó a la barbacoa y, viendo que ya estaba en un estado óptimo, cogió el costillar y lo colocó sobre los hierros. El costillar en nada de tiempo comenzó a segregar jugo, que, al caer sobre el carbón encendido, desprendía un olor que te hacía salivar. Me acerqué a Alejandro que estaba junto a la barbacoa, se notaba bastante calor a esa distancia, agarró su copa de vino y, mirándome a los ojos, acercó su copa a la mía para brindar.

- Porque este no sea el último fin de semana que pasamos juntos -me dijo sonriendo y chocando las copas-



- Que así sea, amen -le contesté con una sonrisa- creo que el paraíso debe ser muy similar a esto, si es que existe, claro.

- Jajaja, eso pensamos nosotros -me dijo mientras Susana se acercaba y lo abrazaba- Esta casa nos relaja muchísimo, fue todo un acierto hacernos con ella. Por cierto, me ha llamado Óscar, me ha dicho que han quedado con el conserje de tu bloque, que igual mañana se pasan por aquí, si nos apetece verlos. Tienen una casita entre Trafalgar y Los Caños de Meca.

- Hombre, yo por mi parte prefiero que no -le contesté- Quique, es el conserje de mi bloque y la verdad, no le veo sentido a tener que tener otro tipo de relación con él más allá de la que teníamos antes, no pertenece a mi círculo de amistades. Creo que sería mejor mantener las distancias con él, me refiero por mí, mis distancias…

- No te preocupes, pienso lo mismo -me contestó mientras levantaba el costillar un poco- además considero que ya seríamos muchos para tener sexo, retocando un poco el dicho: “Más de tres es multitud” Mañana le digo que no hace falta que se pasen, además en cuanto Óscar conozca las cualidades que tiene el conserje, según me comentó Susana…creo que se lo quedará para disfrutarlo ellos.

Le dio la vuelta al costillar ayudado por unas pinzas y un pincho, aquello olía a gloria. Susana apareció con las verduras cortadas y lavadas, esperando el momento justo para ponerlas en la barbacoa. Alejandro las colocó un piso por encima de la rejilla del costillar, se harían lentamente mientras al costillar ya no le quedaba mucho. Mejor que esté en su punto que demasiado hecho.

Fui a la bodega de la casa, una habitación contigua al garaje, y elegí un vino tinto de Toro, Paydos Crianza del 2018, un vino muy bueno y que acompaña muy bien con carnes para cenar. No fallé con mi elección, realmente estaba muy bueno. Le entregué a Susana un par de botellas para que les diera un golpe de frío. Al girarse con las botellas en las manos, la agarré de la cintura y la atraje hacia mí, le coloqué mi nabo entre sus nalgas y suspiró, mis dedos buscaron su entrepierna y la encontraron mojada y caliente, sus labios verticales los tenía algo hinchados. Le besé el cuello mientras dos de mis dedos buscaban entrar en su interior, ella abría las piernas y frotaba su culo contra mi nabo, tuvo que poner las botellas sobre la mesa para no tirarlas, al hacerlo se inclinó sobre la mesa dejando su coño y su culo para mi polla. Me arrodillé y metí mi nariz en su sexo, aspirando sus olores, percibiendo su calor interior y su humedad cada vez más acentuada, sus gemidos indicaban que lo estaba haciendo bastante bien, mis dedos se pusieron a jugar con su clítoris, ya hinchado que parecía un pene diminuto. Mi lengua recogía esa humedad mientras uno de mis dedos entraba por su culo, caliente y algo humedecido. Su respiración se aceleró, me puse en pie y coloqué mi nabo en la entrada de su coño, con lo mojada que estaba se coló con mucha facilidad dentro de ella. Comencé a moverme agarrándola bien de las caderas, mis huevos golpeaban su entrepierna con ese ruido tan característico y a la vez tan excitante. Ella gemía cada vez más excitada, cuando, a mis espaldas oigo a Alejandro:

- ¿Dónde os metéis? La comida ya está lis….coño -dijo sorprendido- vaya movimiento de caderas…y como suena eso…

Se colocó a mi espalda y comenzó a besarme el cuello mientras me acariciaba las pelotas. Saqué mi polla de Susana y le dije:

- Venga cornudo, a ver si has aprendido como se folla a tu hembra -le dije muy excitado-

Se colocó detrás de Susana y le metió la verga de un tirón, Susana gimió a la par que él. Yo veía ese culo moverse, esos huevos balancearse…mi polla se ponía más dura, así que me coloqué detrás de él y apoyando mi mano en su espalda, lo obligué a recostarse un poco sobre la espalda de su mujer. La entrada a su culo quedaba a la altura de mi polla, la coloqué en su ojal y apreté un poco, se deslizó sin apenas resistencia, él se paró mientras yo entraba despacio, pero sin descanso dentro de él. Una vez totalmente dentro, esperé a que su culo se relajara con mi polla dentro, y empecé un “mete y saca” sin parar. Susana gemía al igual que Alejandro, notaba como él estaba muy excitado. De repente noté como su ojal se contraía y se expandía rápidamente, señal que comenzaba a correrse, sus gemidos eran bastante fuertes, sus rodillas se doblaban…Susana gemía también, se corría a la par que su marido. Alejandro se salió de ella, y tal y como estaba, la penetré por el culo, mi polla llegó al final, la agarré de las caderas y comencé el movimiento con mucha energía, estaba a punto de correrme, aceleraba mis movimientos mientras mis gemidos y jadeos crecían de forma exponencial al placer que sentía. Susana se corrió de nuevo, sus rodillas no la tenían en pie, aceleré el movimiento de pelvis hasta que ya no podía más, le llené el ojal de leche, mucha cantidad mientras me recostaba sobre ella y Alejandro me acariciaba los cojones.

Nos quedamos unos minutos recuperándonos hasta que me incorporé.

- Bueno, vamos a comer que tengo un hambre…-dije agotado- me apetece comer esas costillas que huelen para morirse.

Susana se incorporó, y con sus manos tapando sus agujeros inundados por nuestra leche, se dirigió al wc mientras Alejandro y yo salimos hacia la zona de la barbacoa.



Y hasta aquí este sexto relato.

¡¡¡Ahh, y no olviden supervitaminarse y mineralizarseeee!!!

Para cualquier comentario, crítica o sugerencia, mi email: vantheway@hotmail.com



Saludos, Vantheway
 
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