En el cine

Pedromiguel

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24 Jun 2023
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Ayer estaba solo en una pequeña sala, donde solo se muestran filmes de mujeres, lesbianas.

Me estaba masturbando, despacio, sentado en el borde del pasillo de la última fila.

Entra un hombre. Unos 45 años, fuerte, con barriga. No muy alto, feo de cara. Nariz grande, aguileña, mentón chico, pelo corto, con muchos rulos y una boca de labios gruesos. Mal afeitado, con barba de varios días. Vestía un pantalón corto y una camiseta con algún dibujo de colores, no sé de qué, todo fondo negro.

Me mira y se para en el pasillo, lejos. Saca su polla del pantalón, ya en erección y se pajea mirando a las mujeres en la pantalla.

Lo miro a la cara y luego miro su verga. Se ve buena, desde lejos, al menos. Siento que me mira y vuelve a la pantalla.

Me relamo y le miro insistentemente la polla.

Se da cuenta y hace como que me la muestra, pero sin mirarme. Después sí me mira. Paso mi lengua por mis labios y dejo mis labios entreabiertos, mirando su pija.

Se sube el pantalón y creo que se va a ir, por su actitud. ¡Pero no!

Camina hacia el fondo y se para a mi lado, bajándose otra vez el pantalón y poniendo su polla apuntando hacia mí, que no dejo de mirarlo.

Sin dudarlo se la agarro y lo pajeo. No está dura del todo, ¡y qué gruesa que es! ¡apenas la abarco con mi mano! Se siente suave y caliente.

Se separa, ¡pienso otra vez que se va!

Pero me equivoco, se cambia de lado, sentándose del otro lado mío.

Antes de sentarse se baja del todo el pantalón.

Me mira, sentado, me agarra de la nuca y me baja a su polla. Abro la boca y me la meto, es tan gorda que me cuesta comérmela, tengo que abrir mucho la boca. ¡Mmmm[J1] ! ¡Qué rica está!

Apenas se la trago empieza a gemir, bajito. Le pongo mucha saliva y le doy calor en mi boca.

Le paso la lengua por la cabeza, muy suave y jugosa, por arriba y por abajo. Vuelve a gemir y empuja, haciendo que se meta más en mi boca. La dejo entrar y el comienza un mete y saca, follándome la boca, primero despacio y luego fuerte y rápido. Siento que se pone muy dura y me llega a la garganta. Mete su mano dentro de mi pantalón y busca mi culo. Lo encuentra ya lubricado, me mete un dedo y luego dos. Me folla con los dedos el culo mientras sigue follándome la boca. Creo que está a punto de venirse en mi boca, porque entonces se detiene.

Me la saca y me hace chuparle los huevos, que no son muy grandes, pero que se nota que le gusta mucho, lo que expresa en gemidos más fuertes y variados.

Seguimos solos en la sala.

Se para y se saca la camiseta.

Se pone frente a mí, desnudo, sin pelos en el cuerpo, su polla dura, a mi altura. La vuelvo a tragar yo y él vuelve a follarme la boca. Le agarro el culo, muy duro y acompaño su movimiento. Con la otra mano le agarro un pezón, largo y firme. Tiene buenas tetas, cómo muchos gorditos. Se lo aprieto y le gusta.

Así seguimos un rato.

En un momento la saca y se para a mi lado. Me hace inclinar la cabeza, poniéndomela de costado y se pajea furiosamente. En

nada empieza a largar la leche sobre mi cara. La siento caer, espesa, caliente y abundante en mi mejilla, frente y sobre mis labios, que abro para tragar.

¡que manjar!

No me contengo y tomándola con mi mano me la llevo a la boca, para limpiar los restos que aún quedan.

Él no dice una palabra. Se sube el pantalón y sin despedirse se va.

Quedo con la cara llena de lefa. La junto con mis dedos y la llevo a mi boca. Mas tarde, en casa, recordando lo que pasó, voy a lamentar que no pensé en sacarme una selfie de mi cara chorreada.

Hubiera sido un lindo recuerdo.




[J1]
 
Una historia distinta.

A veces iba a cines xxx cuando tenía que esperar o hacer tiempo para algo, o tenía ganas.

Ese día entré al cine temprano en la tarde, un domingo. Había muy poca gente.

Recorrí las distintas salas y sólo vi a un hombre, sentado, solo.

Frente a la pantalla, pantalones bajos, mostraba pija desnuda, bien parada, y se hacía la paja. Vestido con una remera sin mangas, pantalón en las rodillas. De unos 60 años, canoso, con barba completa, prolija, cortada.

Acariciaba una linda pija, larga y gorda, con la cabeza desnuda, roja oscura, brillante de jugos.

Entré y me paré a mirarlo. No me miró.

Me agaché y la agarré. Soltó su mano y me la entregó, lo masturbé un poco y luego me arrodillé en el suelo y me agaché a chuparlo. Suspiró al sentir mi boca caliente y húmeda. Sé que lo hago muy bien y en pocos minutos estaba respirando fuerte y gimiendo bajito.

Cerrá la puerta, - me ordenó.

Me levanté y cerré, corriendo el pasador.

Me saqué la camisa y el pantalón, y volví a mi posición anterior. Él se había sacado la remera, mostrando un tórax sorprendentemente muy bien formado, con relieves musculares muy bien formados. Lo acaricié y al tocar sus tetas gimió más fuerte y me pidió que le apretara fuerte. Lo chupé y lo mordí suavemente, provocándole algo de dolor, como me gusta a mí que me las chupen.

Gimió más fuerte y me agarró la cabeza, repitiendo, “si, así, así, fuerte, mordeme fuerte”. Mientras tanto yo seguía agarrando su verga y pajeándolo, la sentí ponerse más dura, más grande cuando mordí sus tetas.

En eso estábamos cuando alguien trata de abrir la puerta. Al no poder, golpea suavemente. Yo quiero ignorarlo, él se disculpa, se levanta, va a la puerta y pregunta quien es. No distingo bien que dice, pero el hombre se viste y sale del cuarto, sin explicarme nada.

Me visto y salgo yo también.

No veo a nadie.

Camino un poco y lo veo salir de otra sala. Se dirige en mi dirección.

Lo sigue una pareja, jóven. Ella es normal, ni gorda ni flaca, bastante bien formada, pelo oscuro, cortado a la altura de los hombros, lacio. Como con vergüenza, mira al suelo y no puedo verle bien la cara. Su pareja va adelante y la lleva de la mano. Ella tiene una falda corta y un buzo de algodón.

Él es delgado, de la edad aproximada de la chica, un poco más alto que ella, lleva barba y el pelo bien corto.

Se cruzan conmigo, y me doy vuelta a mirarlos. Ella tiene un lindo culo, bien formado, redondito.

El hombre los hace pasar al cuarto en que estábamos juntos cuando golpearon. Me mira y me hace señas que entre yo también.

Encantado voy, aunque sea a mirar.

Cuando ella me ve entrar, me mira, dice que no con la cabeza. Llama a su pareja y le dice algo en la oreja. Él habla con el hombre. Éste insiste, y veo que discuten en voz baja.

Sé que me juego la presencia para poder ver el trío. Me quedo parado contra un rincón, sin participar.





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Finalmente llegan a algún acuerdo, el hombre habla con la chica, se ve que ésta asiente, no del todo convencida, pero me mira y acepta.

El hombre se acerca y me dice que puedo mirar, pero no puedo hacer nada con ella, y que puedo hacerme la paja, si quiero. Me hace una guiñada y se va con ellos.

Quiero interpretar ese gesto como que eso es por ahora, que después voy a poder participar.

El chico y la mujer se están besando, abrazados, sentados en el sofá doble que hay en el cuarto. El hombre se sienta en el otro sofá, individual, frente a ellos. Yo me quedo parado en el rincón, donde estaba.

Me bajo los pantalones y acaricio mi verga que está algo crecida.

El hombre mira a la pareja y se desnuda, de a poco, despacio. Primero se saca la remera, mostrando su excelente musculatura, luego se baja los pantalones y queda desnudo, solo con zapatillas. No tiene ropa interior.

Su hermosa verga sigue dura, apuntando hacia arriba. La acaricia despacio mirándolos.

Los chicos se siguen besando y metiendo mano. La falda está bien recogida, mostrando una tanga blanca, transparente. No tiene sostén y el chico tiene las manos bajo la ropa, manoseando las tetas. La otra teta muestra su pezón, levantando la tela. Son tetas grandes, lindas, algo caídas por su tamaño.

El hombre acerca su asiento y empieza a acariciar a la chica. Pone sus manos sobre las rodillas y con movimientos suaves, lentos, va tocando la piel del muslo, separando las piernas a medida que sube, acercándose a la concha.

Fuerza a la chica a separar bien las rodillas metiendo las suyas entre ellas. Ella al principio se resiste, pero luego de sacarlos dos o tres veces, cede. Se deja abrir y tocar los muslos.

Cuando está bien abierta, le corre la tanga exponiendo los labios de la concha totalmente depilados, hinchados y húmedos. Arriba de la concha se vislumbra un tatuaje, pero no se ve bien, aún lo cubre en parte la tanga.

Ella se deja hacer. El hombre se dedica a atender su concha mientras su novio le saca la ropa y deja sus tetas totalmente expuestas, lo que aprovecha para comérselas con mucha saliva y lengua. Los pezones están largos y duros.

Como parecían, son lindas tetas, grandes y firmes.

Ella está sentada con la cabeza apoyada en el respaldo, ojos cerrados, las manos cuelgan a los costados, quietas y las piernas están estiradas, rectas, bien abiertas, con el hombre metido entre sus rodillas.

Yo aprovecho para acercarme a ver mejor mientras me masturbo, con la verga bien dura ya.
Le sacan toda la ropa a la chica entre los dos.

Su pareja se para detrás del sillón y le pone la pija en la cara, ella entiende y girando la cabeza se la mete en la boca. Tiene una polla más bien chica y fina.

El viejo se agacha y le chupa la concha mientras ella chupa al otro. Gime con la boca llena de pija, acariciando la cabeza que le chupa la concha.

Dobla las rodillas, apoyando los pies en el sillón, con lo que se abre más, exponiendo y avanzando más con la concha.

Al sacarle la tanga, se ve el tatuaje que tiene sobre los labios del coño. Es una rosa negra. Me acuerdo de mi mujer, Fernanda, que tenía uno similar, -si me ven el tatuaje me follaron,- decía siempre. Era también una flor negra.

El hombre se baja del sillón y se arrodilla entre las piernas de la chica. Toma su verga bien dura, la acerca y la apoya y frota contra los labios. De a poco la va metiendo, esconde la cabeza y la frota hacia arriba y abajo, sin meterla más pero sin sacarla.

Ella suelta al novio y dirigiéndose al viejo, le exige: “por favor, métemela de una vez, cógeme bien, dale no aguanto más las ganas”

-Si, dale, viejo, dale fuerte a Laura, le gusta fuerte, duro, quiero verla cogiendo con otro. - Interviene Marcelo, deseando verla gozar.

El hombre se ríe y se la clava de un solo golpe, violento, duro, que la sacude y le entra a fondo, sin resistencia alguna. Me parece mentira como esa gruesa verga se hundió con esa facilidad.

El veterano empieza a follársela violentamente, en un fuerte mete y saca a fondo, ¡es como una puta máquina de follar!

La chica tiene un orgasmo en seguida, abraza a su novio gritando y llorando, y lo besa mientras el hombre se la coge.

Nunca vi a ninguna mujer que fuera tan expresiva cuando acaba. Grita, llora, se sacude. Es muy demostrativa, muy natural y espontánea.

El veterano, al lado del cual estoy parado, me agarra la pija y me pajea al ritmo al que se está cogiendo a la chica. El novio, parado del otro lado mío, pone su mano en mi culo y me lo acaricia, suavemente.

El viejo gira su cabeza, se me acerca y mete mi pija en su boca, mientras sigue dándole bomba a la chica, que sigue encadenando orgasmo tras orgasmo, la boca abierta, los ojos cerrados en un gozar continuo, sin fin. Después de varios minutos así, termina, abre los ojos y sonríe. Satisfecha.

Nos mira.

El viejo la sigue follando, más suave ahora, mientras juega con mi polla en su boca.

Ella mira a su novio y le ordena: -“cógetelo”,-dice, señalándome con un gesto de su mano que sujeta su pija –“ya que quiso venir, que salga con el culo roto, ¡hahaha!” y le escupe en la verga, lamiéndola.

El novio no me pregunta nada y se pone detrás de mí, me apoya la verga bien ensalivada por su novia en el culo. Empuja suavemente y, sin mayor resistencia, me penetra.

Era una linda verga para un culo, porque no era grande ni gruesa. Yo estaba muy caliente. Me agaché, sacando el culo para atrás y acercándome a la chica.

Ella estiró un brazo, me acarició la mejilla y me metió un dedo en la boca. Se lo chupé, como si fuera una verga.

-¿Te coge bien mi marido? Le gusta coger culos, ¿sabés?. Prefiere los culos de hombre, ¿no sé por qué?. ¡Le gusta más el culo de un macho que el mío!
-Está muy bien, si, me coge muy bien ¡Ammmmmm! Pero tú tienes un culo divino – le digo a la mujer, que ahora sé que se llama Laura, - Yo te lo cogería con mucho gusto. - agrego.

Yo ya estaba muy cerca de venirme, con la verga del chico en mi culo, la mía en la boca del veterano que la chupaba muy bien y la chica acariciándome y diciéndome chanchadas

-¿A sí?... ¿te gusta mi culo?... ¿me lo cogerías?... Yo no sé si te dejaría, tienes la verga muy gorda, pero puede ser interesante, jijijiji, mientras Marce te la mete a vos… si, me gusta… ¡buena idea, ¡dale!.

Y se movió, sacándose al viejo de adentro y se dio vuelta, poniéndose en 4 en el sillón. Se la saqué de la boca al viejo, separé los cachetes, mirando el agujero, lo escupí y con la mano traje jugos de la concha, que estaba empapada.
-Despacito, por favor, no me hagas doler, -me dijo

Y se la metí en el culo, a la que no quería que yo entrara al cuarto.

Era divino, apretadito, muy caliente. ¡Y nada de condón!, a pelo. Un goce, no le dolió nada, entró apretada, pero sin dolor.

El viejo dio la vuelta al sillón y le puso su pija en la cara a la chica, que se la tragó sin ningún asco, le gustaba hacer el concha boca. ¡Si le gusta el culo boca va a tener dos pijas más para chupar!

Y así nos acabamos los 3, Marce, el marido, en mi culo, el viejo en la boca y la cara de Laura y yo en el culo de Laura.

Laura sacó una botella de vino de su mochila y tres vasos descartables. Para mí no tenía vaso, pero me dio el de ella y ella bebía con su marido. Me hizo gracia, ¡le metimos pijas, lenguas y leche por todos lados, pero no quería compartir vasos!

La segunda ronda empezó poco después.

Al que le gustaba el culo boca fue al marido, que nos chupó las pijas al viejo y a mí, cuando las sacamos de los culos.

Después me cogí a Laura. Una concha sensacional, ¡ajustada, caliente y tan suave!

Mientras lo hacía, el viejo me cogía el culo. Un goce esa pija adentro. Por suerte ya estaba dilatado. Me abrió todo. Era una máquina de follar, entraba y salía sin llegar a sacarla del todo.

Sentir el roce y la dilatación que me producía era increíble y su empuje me metía en Laura.

Yo aprovechaba cuando se retiraba para sacarla yo también de Laura, donde se enterraba profundamente cuando el viejo me la empotraba a mí.

Laura también quería que me cogiera a su marido, para “cerrar el círculo”, decía.

Quería que el mismo que la cogía a ella se lo cogiera a él. Le gustaba recordar que ambos habían tenido adentro al mismo macho, la misma pija.

Como vi que me iba a acabar si seguía follando así a Laura, le dije que, si quería eso, saliera y que se colocara Marce en posición, antes de que me fuera dentro de ella.

Eso hicieron y lo clavé sin dificultad, de lubricada que estaba mi polla con los jugos de su mujer.

Su culo se me abrió, recibiéndome el marido con un resoplido y un gemido de tímida protesta cuando lo clavé de un saque, fuerte y a fondo.

El viejo me seguía empotrando sin piedad. No se que me llevó al orgasmo, si la cogida que me daba el viejo o el culo de Marce, pero no demoré en descargarme, echándole toda la leche que me quedaba dentro de su culo.

El viejo seguía sin parar, pero yo ya había terminado, lo saqué y le puse a Marce en mí lugar. Sin dudarlo le entró de un golpe. Ya estaba dilatado y lubricado por mi descarga.

Laura nos miraba y se tocaba, despacio, gozando. Se metía varios dedos en el coño, los sacaba y se frotaba el clítoris, despacio, en pequeños círculos. Con la otra mano se acariciaba las tetas. También se apretaba y tironeaba de los pezones. Gemía bajito, conteniendo un nuevo orgasmo.

Me senté a su lado, me serví un vaso de vino y encendí un cigarrillo. Todavía me quedaba un “tiro”, pero debía descansar un poco. Ya no era tan joven.

El espectáculo era muy excitante.

El viejo se cogía al joven mientras su esposa se masturbaba mirando, disfrutando de ver a su marido emputecido.

Laura soltó sus tetas y me agarró la pija.

Mientras se seguía masturbando me la acariciaba. Estaba aún algo gorda, con restos de semen. Me agarraba la verga y los huevos, despacio, como mimándola, con cariño.

No me miraba, tenía la vista clavada, fija, casi sin parpadear, concentrada totalmente en su marido siendo follado por el viejo.

Laura los miraba, inmóvil, la boca medio abierta, respiraba agitada, callada, se pasaba la lengua por los labios de vez en cuando, humedeciéndolos.

-Vení, cogeme, - me pidió de pronto, cuando sintió que mi polla respondía.

Se arrodilló al lado de su marido, que estaba de pie y me dijo que se la pusiera por atrás, que se la metiera en 21, como llamábamos esa posición. Eso hice, sin demora, ¡qué placer estar otra vez dentro de esa concha tan suave y caliente!

Ella buscaba a su marido. Éste doblaba la cintura, exponiendo más su cola al hombre que lo penetraba. Laura le agarró la cara, atrayéndolo y besándolo, bocas abiertas, mucha lengua.

-¡Cómo me gusta esto!, me besas y te beso, los dos con una pija ajena adentro, ¡ummmmm! ¡qué morbo!, ¡qué pervertidos somos! cómo me calienta, mi vida… Marce, mi amor…me voy a acabar de nuevo, ¡siiiiisiiiiiisiiiiii!, me viene… uffff qué fuerte, ayayay, me muero…síii, así…qué fuerte, vos dame más, más, más, ¡pijaaaaaa! Sììììì!!!! Pedro, más. ¡Ahhhhhiiiiiiaaaaa!

Y claro que le di mucha, mucha pija, fuerte mientras sentía cómo le latía la concha en su orgasmo. No pude ni quise contenerme más y finalmente la llené de leche. Un goce, ¡ojalá y la preñe!

Yo ya estaba cumplido. Me retiré, mi polla blanda y chorreando jugos varios.

Ella entró cómo en un orgasmo largo, se acostó boca arriba en el suelo, los ojos en blanco, y se hizo chupar el coño por su marido. Él le comía el coño lleno de la leche que yo acababa de descargar.

Laura entró entonces en una especie de trance, y siguió acabando varios minutos, gritando, llorando, sacudiéndose.

El viejo y yo la mirábamos, los dos nos pusimos algo nerviosos, ¿no le habría dado algo?

Nos mirábamos… preocupados… pero Laura se aflojó de golpe, se quedó quieta, su boca fue de a poco cambiando a una gran sonrisa y soltó una carcajada.

-Mi Dios… ¡la puta que los parió, qué polvo me echaron guachos…! Jesús, María y José! ¡qué polvo! Hacía tiempo que no acababa así. ¡Qué divino!, ¡qué maravilla!, son unos genios.

Con el viejo nos miramos, más tranquilos.

La chica y su marido se vistieron tranquilos. Callados, los dos.

Llamaron al viejo y hablaron en voz baja con él. Se dieron la mano, la chica le dio un beso, me saludaron a mí de lejos y se fueron.

Nos quedamos sentados con el viejo, cansados los dos. Aun totalmente desnudos.



¿Te gustó?, - me preguntó

¿Qué te parece? Me encantó, estuvo excelente. Nunca me imaginé esto.

Y esto te lo imaginas menos, - dijo mientras abría la mano y me mostraba dos billetes de 100 euros. – uno para ti y otro para mí. Pero hoy me vas a perdonar, me voy a quedar con los dos, me los gané. Otra vez será.

¿Eso hablabas con el marido antes de empezar? –pregunté, curioso.

Jajajaj, te diste cuenta? Si, le dije que, si quería que vos participaras, era el doble. No quería al principio, pero creo que cuando pensó en ver a la mujer simultáneamente con dos desconocidos, aceptó.

Y no me dijiste nada.

No te iba a decir nada. Pero estuviste bien. Me parece mejor que sepas que hago yo. Si te interesa, esta es la tarifa.

Te agradezco, pero prefiero que sea solo diversión, - le contesté. Le ofrecí la mano, la tomó con la derecha mientras me sujetaba la nuca con la izquierda y me daba un beso en la boca, con labios y lengua.

No te vayas todavía, tengo más trabajo y me gustaría que me ayudaras.

Le agradecí y le dije que me tenía que ir, que era tarde. Su beso me había puesto con la pija algo dura de nuevo. Me hubiera gustado quedarme.

Nos saludamos otra vez y me fui.
 
Mi mujer estaba en casa cuando llegué. No le conté nada. No la ví de humor.

Dejé pasar unos días y le conté una versión algo editada. Había cosas que me daba vergüenza confesárselas.

Le conté del viejo y de su oferta, le pregunté si le gustaría hacer un trío un día con él.

Como siempre, me dijo que trío no.

Al poco rato me preguntó si el viejo me había cogido. Le dije que sí, y que lo hacía muy bien.

Dejame pensarlo, me contestó. Tal vez me gustaría conocerlo, me dijo, ya que yo hablaba tantas maravillas de él.

Y, si le gustaba, tal vez se lo follaba.

Sería también una experiencia nueva para ella, ¡pagar para que la follen! Eso le molestaba, como si fuera una vieja fea a la que nadie quisiera coger, y que tuviera que pagar para sacarse las ganas.

No creía que ella debiera pagar para que alguien la folle. Cobrar, si, eso era otra cosa.

Dio unas vueltas en la casa, salió a hacer no sé qué, y se ve que le quedó dando vueltas la idea.

Después de cenar, retomó el tema.

Me dijo que lo que le molestaba era pagar, ¡ella pagar a un macho! Le parecía vergonzoso.
Entonces le sugerí que arreglara para pagarle follando con otros, trabajando de puta y entonces le conté lo sucedido con los 100 euros que no cobré yo, pero el viejo sí.

Ahí se enojó conmigo, que siempre el mismo, cómo no le saqué el dinero. Si era tuyo, te lo había cobrado para ti, etc. etc.
La ignoré.

Igual, se tranquilizó, porque al final, pensó, tratando de justificarse, que no sería ella la que pagara: ¡sería yo!
El cornudo le pagaría el macho a su mujer.
Eso sí estaba bien. Eso le gustaba.

-No sé, me dijo finalmente. Veremos.

Nunca fuimos. Tampoco volví a ver al viejo en el cine.
 
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