Entre Penumbras

ASyOC

Miembro activo
Desde
13 Sep 2023
Mensajes
38
Reputación
226
La tarde promete, quieres que todo salga bien y lo demuestras con el tiempo que ya llevas en el baño.
Yo vuelvo a mirar el reloj una vez más pensando que aún tenemos tiempo y no hay de que preocuparse.

El vapor de agua sale a través de la puerta del baño, situado en la entrada de una acogedora habitación de hotel. Uno de tus caprichos en nuestro viaje a Puerto de la Cruz.
En su interior puedo imaginarte desnuda, apoyada en el poyete frente al espejo y con un sinfín de productos de maquillaje esparcidos por doquier. Hoy quieres estar sexy, quieres ser la fuente de atención de todas las miradas, y a mí eso me encanta.

“Una miradita no me hará daño” pienso mientras me levanto, y con extremo cuidado me asomo al quicio de la puerta. Y ahí estás tal y como me imaginaba, completamente desnuda, reclinada frente a un enorme espejo y exponiendo tus maravillosos senos al reflejo silencioso que los admira. Con el pintalabios aún en las manos veo un surco en la comisura de tus labios dibujando un atisbo de sonrisa, señal de que ya eres consciente de que estoy allí, y de que mi experiencia en el arte del espionaje ha sido totalmente infructuoso.

- Aún no estoy lista, espera en la cama. - Tus palabras son someras, pero denotan que lo que me espera va a gustarme.

Una vez más me tumbo en la cama algo decepcionado por no poder tener mi aperitivo en el baño, pero son sus normas, y hay que cumplirlas. Con impaciencia compruebo una vez más que todo esté en orden, cortinas y persianas bajadas, velas, y bebida en la nevera. Mis dedos se desplazan por la pantalla del móvil creando una lista rápida de canciones que concuerden con un ambiente romántico, y sin darme cuenta, al alzar la mirada, te encuentro a los pies de la cama cubierta únicamente por una toalla blanca que deja apreciar tu silueta.

El surco se ha vuelto ahora una picara sonrisa y tus ojos felinos se centran en mi.

Sin mediar palabra la toalla cae al suelo y te lanzas cual pantera. Tus manos me sujetan, ahora prisionero de la mujer que amo, sin ejercer resistencia. Tus labios me tientan, se acercan al lóbulo de mi oreja, siento el calor del aire exhalado, y me susurras.

- Pase lo que pase, no te muevas, y déjate llevar – Tus palabras me pillan de improviso, no me he dado cuenta de que en tus manos sostienes un antifaz, y pronto todo se vuelve oscuridad.

Tus dedos descienden por mi pecho, muy lentamente, juguetean ansiosos al llegar a mi abdomen, y agarran con fuerza el enorme falo que ya has provocado en mi con tus juegos. Escucho un suave golpe en la puerta, alguien llama. Escucho una ligera risa antes de sentir la humedad de tus labios en mi glande, depositando un pequeño beso de cortesía antes de alejarte para responder a la puerta.

Escucho pasos junto a la cama, el abrir de la nevera, y como se descorcha una botella. Escucho el liquido verterse en una copa, dos copas. Y siento que alguien regresa a la cama. Noto unos dedos recorrer una vez más mi cuerpo, y a lo lejos al otro lado del muro a media altura, alguien más iniciando sus propios juegos. Los dedos se posan en mis labios forzándome a abrir la boca, a saborear en mi paladar un ligero aroma afrutado. Los dedos se intercambian por unos carnosos labios, y estos comienzan a jugar una vez más allí donde mi mujer los había dejado. Vuelven a agarrar mi pene, comienzan a moverse arriba y abajo, incitándome, mientras mi oído intenta con desesperación identificar que ocurre en la habitación, identificar si esas manos son tuyas o de otra persona, y si los labios que ahora muerdo y me muerden con tanta pasión son tuyos o beso a una completa desconocida.

Los labios se separan, mi aliento ahora desesperado quiere más, pide más. Noto como la figura desconocida se posiciona sobre mi, noto como agarra mi polla, y el calor húmedo al situarla con un grácil movimiento, arriba y abajo, acariciando con mi miembro unos labios aún más tentadores entre sus piernas. Se me escapa un gemido al notar como mi glande comienza una ambiciosa exploración en terreno desconocido.
La habitación se queda en silencio por un segundo. Siento como la cama se mueve a mi lado, sinónimo de que aquellos que hasta ahora aguardaban en el espacio compartido se han unido al juego. Siento el impulso de extender mi mano, de palpar, buscándote a oscuras, entre figuras desconocidas, y una mano femenina se aferra a la mía a mi lado.
Los juegos continúan, siento como los músculos vaginales de esa desconocida se contraen al verme entrelazar con fuerza esa mano femenina y sus movimientos se hacen aún más violentos, obligándome a centrarme en los placeres que solo ella me produce.
La mano me aprieta con fuerza, sus músculos se tensan, y un gemido que no logro identificar vuela en el ambiente enmascarados por una canción de Fonsi. Puedo notar el vaivén de las embestidas ya iniciadas por ese otro hombre reflejadas en el movimiento incesante de esa mano desconocida y por un momento me viene a la cabeza que puedas ser tú y quien me monta cual podenco es otra mujer. Que otro hombre te está follando, y sin darme cuenta mi polla se endurece aún más.

Con una sensación amarga, pero extremadamente erótica, mis pensamientos se desvanecen al volver a ver la luz. Ante mi, vislumbro el contoneo sensual de tus preciosos pechos al son de los movimientos de cintura. Tus manos bloquean mis movimientos, obligándome a mirarte, presa de tus deseos, y de la intención de conocer a nuestros acompañantes únicamente y según tus designios, cómo y cuando tu decidas. Mi corazón que por un segundo había perdido el ritmo, vuelve a latir, y palpitar con más fuerza que nunca. Tus mejillas sonrojadas me indican que has alcanzado ya un estado de furor digno de afrodita. Tu boca entreabierta deja escapar el resquicio de una lengua que acaricia suavemente tu dentadura, y unos labios color fuego que desata todas mis pasiones. Tus ojos brillan con malevolencia, y tras un último gemido liberas tu atadura, y diriges mi mirada hacia la pareja y la chica cuya mano aún sin darme cuenta sigo apretando con firmeza.

Ella también yace boca arriba, completamente desnuda, con un antifaz rosa muy parecido al mío. El hombre sigue embistiendo con firmeza, sin inmutarse ante nuestras miradas indiscretas. De echo parece que el morbo de la situación parece incluso darle fuerzas para golpear con más fuerza, y el sonido sordo se acentúa con cada incursión al llegar a lo más profundo. La chica intenta aplacar sus gemidos mordiendo con firmeza sus labios pero cualquier intento es fútil, su embriagador sonido se mezcla con el sonido masculino con cada envite.

Sin apartar mi mirada de ella noto los movimientos de mi mujer separándose de mi. Sus brazos envuelven por un momento el cuello del hombre, dejando reposar sus enormes tetas sobre su espalda, susurrándole cosas al oído. Él sonríe, penetrando una última vez a la chica, y sin mediar más palabra se aparta.
Al liberar su unión la cara de la mujer se desconcierta, entra en pánico, pero al igual que yo tiene prohibido moverse. Permanece inmóvil, con las piernas abiertas y exponiendo su sexo aún palpitante por la erótica de la situación. Pequeñas gotas perladas se escurren por una vagina ahora abierta, goteante por la excitación, y escurriéndose entre sus cachas para acabar en las sabanas.
Mi mujer en silencio, acaricia sus muslos, se sitúa cual estratega entre ellos, y su boca se precipita rápidamente a saborear ese flujo con ansia. Su lengua la roza, la acaricia, busca con deseo ese punto que desata tantas pasiones llamado clítoris. Y lo encuentra, vaya si lo encuentra. Las uñas de ella se clavan en mis carnes presa de esta nueva sensación, identificando que el objetivo ha sido hallado con atino, y yo trato de acompasarla, decirle que no está sola y que no debe temer.
El chico, ahora liberado, ha decidido tantear el terreno con sus manos. Veo como se deslizan entre las nalgas de mi mujer, veo como se hunden, y escucho el suspiro entrecortado entre las piernas de la mujer que me sujeta con fuerza. El juego está lejos de terminar. Mi mujer continúa saboreando ese exótico manjar. Noto como una nueva erección emerge dentro de mi, y veo como la de mi contraparte también está en su máximo esplendor. La mujer arquea la espalda, aprieta las sabanas, abre la boca en busca de un oxígeno que no termina de inundar sus pulmones, su corazón bombea sangre a cada uno de los puntos erógenos que puede recordar, sus pezones se endurecen, el capilar de sus mejillas pasa a dibujarse en un rojo intenso, y mi mujer para.

No quiere que sea ella, sino yo quien termine el trabajo. Aún en un silencio sepulcral, roto solo por la respiración agitada de la chica apunto del orgasmo, separa su mano de la mía, tira de mi para situarme, y es ella la que agarrando mi miembro lo sitúa en la entrada hacia ese jardín secreto.

No lo dudo, quiero disfrutar del momento, mi pene lentamente va deslizándose hacia su interior, sintiendo como lo envuelve un calor nuevo con una humedad muy distinta a la que ya conozco.
Mi cuerpo se acerca al de la chica enmascarada, nuestros torsos se unen, y noto la punzada de unos pezones erectos arañándome. Noto sus contracciones al sentir esta nueva penetración. Mi mujer me abraza, tal y como hizo con el desconocido momentos antes, pero noto también su movimiento a mi espalda, el impacto seco al encontrar el confortable colchón que conforman tus nalgas. Sin duda no soy el único jugando, pero me da igual, ahora nada importa, empezamos esto juntos, y lo vamos a terminar también juntos. Noto que estoy apunto de explotar, noto el aliento cálido de mi mujer, con su cara posada tras mis hombros, y un último susurro.

- Déjate llevar.

Mi pene está apunto de explotar al oír esas palabras, me llama a ser más duro, a bombear con más fuerza. Sujeto las piernas de la mujer, elevándola, dejándome unos centímetros más para alcanzar lo más profundo de su ser, y entre gemidos, con ella ahora sujetando mis brazos, me dejo llevar.



Es curioso pensar que, ahora con los cuatro liberados de ataduras, sentados desnudos en la penumbra de una habitación iluminada únicamente por velas y una copa en las manos, hemos forjado una amistad grabada a fuego por una pasión entre desconocidos.
 
Atrás
Top Abajo