Escenas: La fotografía

Perdition

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Esta mañana, después de hablar contigo, me fui de nuevo a la cama. Mi mujer dormía, rendida después de un día de trabajo maratoniano. Estaba muy excitado. Aparte de la rutina mañanera de actualizar mi galería erótica, el charlar brevemente contigo y tus fotos del día anterior me tenían en "ese" estado de ánimo. A pesar de ser relativamente tarde, mi mujer todavía permanecía en un profundo sueño. Me saqué la polla y empecé a masturbarme.

Cerré los ojos e imaginé que yo estaba acostado en una playa y te veía sobre mí, como en la foto. Imaginé que eras tú la que me estaba haciendo una paja. Una paja lenta y delicada. Y me pajeabas mientras me decías:"Te voy a contar lo que va a pasar. Te la voy a menear hasta que te corras en tu barriga y en tu pecho. Después voy a recoger toda tu corrida con mis dedos y la voy a llevar a tu boca. No te la tragues. Quiero que la mantengas en tu boca. A continuación me sentaré sobre tu cara y me comerás el coño. Quiero que con tu lengua me metas tu corrida todo lo hondo que puedas en mi coño, hasta que me corra."

Con esta mezcla de flash/escena me estaba masturbando. Mi mujer parecía estar despertándosé. Dudé y paré. Pero estaba demasiado cachondo. La rodeé con un brazo y le di los buenos días. Sonriendo, le dije que si no le molestaba iba a terminar lo que estaba haciendo. No hizo ningún gesto de disgusto, así que lo interpreté en sentido favorable. Me quedaba poco. Seguía con la misma imagen en mi cabeza.

Entonces, en un momento de perversión, le dije si no quería echarme una mano. Quería cerrar los ojos e imaginar que su mano era la tuya. No, no soy precisamente un santo. Ella, todavía grogui, me dijo que no, que siguiera yo. Eso me cabreó por un instante; yo nunca rechazaría un ofrecimiento así de su parte. Solo fue un momento de calentón egoista, comprendí que no tenía precisamente derecho a estar ofendido.

En cualquier caso, decidí seguir. Cerré los ojos. Sabía que ella me estaba observando, pero intenté transportarme de nuevo a esa fotografía: a esa playa, a esa mano, a esa boca, a esa voz. Y lo conseguí. Y me corrí en mi pecho. Y hubiera recogido mi corrida con la mano y me la habría llevado a la boca de no haber estado ella mirando. Abrí los ojos. Ella se acercó a mí y nos dimos un pico, como para asegurarnos mutuamente de que tanto ella como yo estábamos bien. Y lo estábamos.
 
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