Escuchando preñar a mis vecinas

Barnana38

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Esta es un historia real, totalmente verídica, que me ha pasado en primera persona.

Antes de nada, diré que una de mis mayores fantasías sexuales es el sexo sin protección, el riesgo de poder dejar a una mujer embarazada, que una mujer se exponga a un riesgo tan grande solo por placer... o amor... He tenido muchas experiencias de ese tipo, pero eso es otra historia. Por cierto, yo soy bisexual, así que no os sorprenda que describa con detalle a los tíos. Al tema...

Hace un tiempo me cambié de casa y me vine a vivir a la actual. En esta casa tengo dos parejas que son mis vecinos, unos a la izquierda y otros a la derecha. Al principio no conocía a los vecinos, pero con el paso de las semanas nos presentamos.

En el lado derecho vive una pareja joven, de unos 30 y poco años. Él es muy deportista, pelo moreno, 1.70 aproximadamente. Es buena gente, pero no muy hablador. En verano suele ir sin camiseta por su jardín, y está muy musculado. Ella es una chica maja, pero no un bellezón, atractiva y agradable, 1.60 pelo moreno, delgada pero con curvas, media melena. Al poco tiempo de estar viviendo en la casa me di cuenta de que las paredes son de papel y se oye TODO. La cuestión es que las casas tienen muchas habitaciones pegadas, tanto a la derecha como a la izquierda, con lo que... se pueden oír muchas cosas. A esta pareja los he oído sobre todo discutir y pelear (aunque luego se quieren mucho y se llevan bien). Los he escuchado follar, pero son muy silenciosos. Solo se la oye a ella gemir flojito. Nunca le he oído a él. Pegando un vaso a la pared y escuchando los he oído follar varias veces, de manera bastante apasionada. Ella gime cada vez que recibe un pollazo y algo más intensamente cuando (supongo) que él se está corriendo. Sus polvos son lentos, tranquilos, largos y amorosos, sin violencia. El caso es que un año después de estar viviendo en la casa, la vi a ella salir de casa y era evidente que se había quedado embarazada. Mi excitación fue brutal al pensar que quizás los había escuchado concebir a su hijo. Pero de esto no estoy seguro en absoluto.

La otra pareja, la que vive a la izquierda, son aún más jóvenes. Deben tener unos 27 o 28 años, máximo. Él mide alrededor de 1.85. Es también muy deportista. Suele llevar el pelo muy corto, rubio. Está fibrado, musculado, pero no de una manera exagerada sino bien definido. También lo he visto sin camiseta en su jardín y tiene abdominales y bíceps muy marcados. Es muy simpático y siempre habla con todo el mundo. Es muy tranquilo y amable. Al practicar deporte suele utilizar mallas y le he visto el paquete marcado muchas veces. Se nota claramente que tiene unos testículos grandes, en un escroto hinchado, y una polla enorme. Se la he visto marcada, morcillona, gruesa y con el glande bien grande. Su chica es muy delgada y más bajita, medirá 1.60 máximo. Pechos pequeños y firmes. Suele llevar el pelo largo, negro. La situación con esta pareja es completamente diferente a la anterior, y es en la que me voy a centrar.

Al poco de estar viviendo en la casa, estando en el comedor, empecé a escuchar ruidos. Al principio no le di importancia. Luego, cuando presté más atención, me di cuenta de que eran gemidos. Estaban follando. Cuando follan los oigo perfectamente, como si estuviese a su lado. El caso es que él, que es tan amable y tranquilo, se convierte en un animal cuando follan. Es muy dominante y la folla con violencia. Esto me sorprendió. La primera vez que los escuché, como digo, empezaron en el sofá. Oía perfectamente como su pubis golpeaba el culo de ella (por los sonidos, estaban en la postura del perrito, seguro). Luego la hizo levantar y la apoyó sobre la mesa del comedor. Lo sé porque oí como apartaba las sillas, arrastrando por el suelo. Ahí se la estuvo follando hasta que los dos se corrieron. La folló con fuerza, con violencia, golpeándola con su cuerpo. No follaban lento, amorosamente, sino que la dominaba, la sometía, la doblegaba y la reventaba a pollazos. Ella no paraba de gemir todo el tiempo. Él soltaba bufidos de vez en cuando, pero solo comenzó a gemir cuando estaba a punto de correrse. Cuando se corre suele gemir muy fuerte y ella también. Es indescriptible la excitación que sentí... Solo las personas a las que os excita escuchar lo sabréis. Creía que se me salía el corazón por la boca. Pero esta solo fue la primera vez de muchas otras.
 
En otra ocasión, los escuché de nuevo follar en el comedor. Empezaron despacio. Creo que él le estaba comiendo el coño, porque no oía el chof-chof de cuando follan, y ella gemía sin parar. Al cabo de unos minutos la puso en el sofá a cuatro patas y empezó a follarla así, él detrás y ella de cara a la pared, sobre el sofá. Yo escuchaba con el vaso en la pared. Sé que estaban así porque la escuchaba a ella muy cerca y a él más alejado. Él la follaba con mucha violencia y muy rápido, con un mete-saca frenético. En un momento dado, oí un golpe brutal contra la pared. La había estampado de un pollazo y la cabeza de ella había golpeado la pared. Escuché como él le dijo "lo siento, ¿estás bien?". Su única respuesta fue "Sigue". Y él retomó la follada, sometiéndola a las embestidas de su rabo. Yo oía perfectamente el golpeteo de sus cuerpos y el chapoteo de su polla enorme en su coño. Al cabo de unos minutos ella empezó a gemir muy fuerte, él aceleró aún más sus puñaladas de carne, y terminó gimiendo y bufando. Luego, silencio. Al cabo de un par de minutos, escuché el estirón de la goma del condón al golpear cuando él se lo quitó. Lo imaginaba bien lleno de semen. Brutal.

Otra vez, los vi llegar de las fiestas locales. Son muy activos en ellas y están siempre de fiesta. Volvían a casa a ducharse, cambiarse y volver a la fiesta. Tras ducharse escuché como empezaban a follar en el dormitorio. Él la tiró contra la cama (oí la cama crujir con violencia y risitas de ella). Luego él le saltó encima y empezó a follarla sin piedad durante 15 minutos. No cambiaron de postura y creo que estaban en misionero. Ella gemía sin parar y él la penetraba con un ritmo constante. No suelen hablar cuando follan, pero esta vez la escuché decirle "sigue, sigue". Al final ella empezó a gemir más fuerte y él a gemir al principio flojo y luego cada vez más fuerte hasta que se corrió bufando y gimiendo. Luego se rieron y se levantaron. Los vi cuando se marchaban de su casa. Se habían cambiado de ropa. Imaginé que estando de fiesta él la habría visto hablar con otros chicos, y al llegar a casa le quiso demostrar que el macho alfa es él, y que ella está sometida a su rabo cuando él quiera. La folló con fuerza, con violencia, para marcar su territorio, para decirle que es suya. Y luego siguieron de fiesta.

Siempre me sorprendo cuando lo veo, tan amable, tan tranquilo, tan risueño, incluso algo tímido. Y luego lo imagino desnudo, con su polla enorme y venosa, penetrando a su novia delgadita y pequeña, llenándola por completo, dominándola, haciéndola sentir que es suya, que puede hacer con ella lo que quiera... que puede follarla cuando desee, y que ella es un mero instrumento de sus instintos más primarios. Es un animal, un empotrador, una bestia que la folla con un deseo brutal, apuñalándola con su verga, llevando su glande hasta lo más profundo de su vagina, para luego vaciarse de placer. Por cierto, alguna vez le he oído quitarse el condón antes de correrse y correrse sobre ella. Debe correrse en gran cantidad, porque luego suelo oírla a ella decirle "corre, trae papel".

Polvos de este tipo he escuchado decenas. Muchos, de verdad. Pero hace unos meses algo cambió. Al principio no sabía exactamente qué pasaba, pero luego comprendí.
 
Como decía, hace unos meses noté que algo había cambiado cuando follaban. Era todo mucho más intenso (aún). Me explico.

Él es muy dominante, como he dicho. No hacen el amor, sino que la folla como un animal. Tras unos tres años en la casa, escuchándolos muuuuuchas veces, algo cambió en cómo lo hacían. Ahora él era todavía más animal.

Noté el cambio un fin de semana. Un sábado a mediodía, hará unos seis meses, los escuché que empezaban a follar en el dormitorio. Suelo escucharla a ella con risitas al principio. Al principio la hace reír bastante, risa floja. Ella a veces le dice que no y se resiste. En ocasiones la he oído decirle "ahora no, te he dicho que no", con voz firme. Luego suele haber un silencio de unos dos o tres minutos (supongo que la está besando). Y siempre oigo un primer gemido fuerte, de repente, con sorpresa y placer: la ha empalado. Y luego ella ya empieza a gemir. Esta vez no escuché el golpe del cajón, de cuando él lo habré, rasga el plástico y coge un condón.

Me sorprendió que él gemía desde el principio. Además, lo hacía de un modo diferente. No gemía, era casi un gruñido, un rugido sordo. Las primeras veces no entendía qué había cambiado, pero luego comprendí que se la había empezado a follar a pelo, sin protección. Eso sacaba aún más su parte animal, y sus sonidos eran atávicos, instintivos... Ahora él ya tenía una misión clara, que era preñarla. Se notaba. Oí como cambiaban varias veces de posición y él rugía cada vez más y más fuerte. Ella no paraba de gemir, aún más intensamente de como lo hacía antes. Él no habló, pero hacia la mitad del polvo escuché como ella le decía "dámelo, dámelo"... Él la penetraba con violencia, muy fuerte. Podía escuchar claramente los golpes de sus cuerpos chocando y el chapoteo de su enorme polla entrando y saliendo de su chica. Al cabo de unos minutos oí que ella le decía "por favor, córrete dentro" y él empezó a rugir como un animal, de verdad, y siguió rugiendo muy fuerte durante unos treinta segundos, mientras la llenaba completamente de su lefa de macho alfa. Luego se quedaron un rato en silencio.

A partir de entonces, sus polvos empezaron a ser siempre así, muy violentos y sonoros, especialmente por parte de él.
 
Mi vecino practica mucho deporte y suelo encontrármelo por el barrio, corriendo. Un día, nos vimos y se paró a charlar. Llevaba una camiseta de color y una malla negra de running que no dejaba mucho espacio a la imaginación. Se le marcaba claramente el escroto, enorme, hinchado, con los dos cojones bien marcados... y su polla grande, morcillona, descansando hacia la izquierda, con el glande bien marcado. Es un tío muy seguro de sí mismo, y se nota. No se avergüenza de su cuerpo, ni tiene ningún problema en que se le marque el paquete. No le da importancia.

Por esta época, yo ya los había escuchado follar como animales. Sabía que, al menos algunas veces, había empezado a follarse a su novia a pelo, sin protección, por lo que había un riesgo real de que la dejara embarazada. Como he dicho al principio del relato, esta es una de mis mayores fantasías sexuales, por lo que yo estaba excitadísimo solo de hablar con él y saber lo que estaba haciendo.

Nos pusimos a charlar como vecinos, distendidamente. Él de pie, con las manos en las caderas, bien erguido, marcando su rabo frente a mí, sudado y atlético, alto y fuerte. Es muy simpático y amable, como digo. Me resulta sorprendente lo pausado y tranquilo que es hablando, y cómo se transforma cuando se folla a su novia. Nos pusimos a charlar de todo y de nada. La conversación fue saltando de un tema a otro. Como es una pareja muy joven, le pregunté si le gustaría tener hijos algún día. Me dijo que sí, que él se veía como padre, y que más adelante quizás se lo plantearían. Supongo que no quiso meterse en detalles, ya que no tenemos tanta confianza. Pero yo tenía claro que puede que no estuvieran buscando tener hijos a cortísimo plazo, pero también era consciente de que seguramente habían dejado de hacer todo lo posible para evitarlo. Seguimos charlando un rato más y finalmente nos despedimos. Lo vi alejarse de espaldas, corriendo. Solo podía pensar en sus cojones, recargando esperma para llenar a su chica con él. La de pajas que me he hecho pensando en ellos son incontables.

Ese mismo día, por la noche, yo ya estaba en la cama. Nuestros dormitorios están pegados, pared con pared. Serían las 11 de la noche. Escuché ruidos de que la pareja llegaba al dormitorio, agua en el baño, ruidos de puertas y armarios, y luego el crujir de cuando se metían en la cama. Supuse que se iban a dormir. Pero no...

Al cabo de unos minutos, escuché risitas de ella y eso me alertó. Cogí el vaso y lo pegué contra la pared para empezar a escuchar. Más risitas. Ruidos de besos. Oí el golpe del cajón típico de cuando él cogía los condones. Entonces escuché como ella le dijo "un poquito sin y luego te lo pones". Entonces empezaron a follar. Como la otra vez, él empezó a gemir y gruñir como un animal desde el principio. Creo que follar sin protección despertaba en él un instinto de dominación aún mayor: saber que una mujer asume el riesgo de que la penetres sin protección, de poder recibir tu esperma en ella, de quedar embarazada... creo que es el summum de la dominación (y de la sumisión), y para él estaba claro que hacía del sexo una experiencia a otro nivel. Era mucho más intenso, más salvaje. Lo escuche follarla sin piedad, golpeando su cuerpo contra el colchón. Un par de veces le oí a él decir "para, para". Y luego seguían. Llevaban como 15 minutos cuando él le dijo: "voy a ponérmelo, para". Y ella le respondió algo como "un poco más y ya te lo pones". El cedió y siguieron como unos 5 minutos más, ella gimiendo sin parar y el rugiendo de placer, introduciendo su rabo en su novia indefensa, que se le ofrecía, se inmolaba a cambio de placer. Los gemidos de él empezaron a ser más intensos y le dijo "para que me voy a correr" a lo que ella respondió "sigue, córrete dentro". Ya no hablaron más. Él empezó a follarla como un puto animal, a un ritmo brutal, entrando y saliendo de su coño sin parar, hasta que de repente empezó a gritar rugiendo "ah ah ah", como unos treinta segundos, mientras ella gemía muy fuerte.

Se la había follado a pelo, él había querido ser responsable y usar protección a mitad del coito, pero ella le había pedido que continuara. Ahora estaba llena de su semen, con un riesgo real de quedar embarazada. Él la había dominado finalmente, había actuado como el macho alfa que era, llenando a su hembra fértil de su potente esperma. Supongo que estarían muy excitados y asustados a la vez por el riesgo, pero la verdad es que fue un polvazo. Yo me hice una paja para liberar la excitación (se me salía el corazón por la boca).

A la mañana siguiente lo vi en su coche, que se iba a trabajar. Me saludó sonriendo, agitando la mano al pasar por mi lado. Yo solo podía pensar en sus enormes cojones, apoyados en el asiento del coche, y en su organismo generando nuevos espermatozoides que, quizás, irían a parar a la vagina de su novia bien pronto.
 
Por entonces, decidí apuntarme a la piscina municipal para practicar algo de deporte. Yo estoy delgado y no tengo mal cuerpo, pero no soy muy deportista. Practico deporte de vez en cuanto, sobre todo para liberar estrés y sentirme bien. Bueno, el caso es que empecé a acudir a nadar. Suelo ir a deshoras (muy pronto o muy tarde) para que no haya tanta gente y así nadar más a gusto.

Cuando llevaba unas dos o tres semanas yendo, un día bien temprano terminé mi sesión de 45 minutos de natación y me dirigí al vestuario para ducharme y ya marchar a casa. Entré, me desnudé, cogí la toalla, el gel y el champú y me dirigí hacia las duchas, que están a la derecha del vestuario, pero separadas por una pared. Y al entrar... allí estaba él, mi vecino. Debí haber supuesto que era más que probable que mi vecino, con lo deportista que es, frecuentara la zona deportiva local, pero la verdad es que no caí en la cuenta.

Yo me sorprendí y supongo que se me notó en la cara, ya que no esperaba encontrármelo justo en esa situación. Pero allí estaba él, completamente desnudo, de cara hacia mí y enjabonándose el pelo. Como he contado antes, mis fantasías se ampliaron y ya no solo me excitaba realizar prácticas de riesgo yo mismo, sino conocer o escuchar las que hacían otros. Cuando me contaban algo o escuchaba algo al respecto, me obsesionaba con ese hombre y con lo que estaba haciendo a su novia. En esa época estaba totalmente obsesionado con mis vecinos jóvenes, especialmente con él. Cada vez que nos encontrábamos yo escrutaba todo su cuerpo y especialmente su paquete, pues me obsesionaba pensar que junto a mí estaba el rabo con el que producía tanto placer y los cojones que, al menos algunas veces, eyaculaban su potente esperma en la vagina de su novia.

Él me reconoció en seguida y me ofreció una sincera y amplia sonrisa. Me acerqué a saludarlo y apoyó su mano en mi hombro diciéndome "hombre, qué bien, me alegro mucho de verte". Su reacción era pasmosamente natural. En ningún momento se cohibió, ni se giró para ocultar su desnudez, ni agachó la mirada... nada. Como decía, es un chico muy seguro de sí mismo, pero no en un sentido peyorativo. Es una persona muy natural y sencilla, que no intenta resaltar por encima de nadie, ni pretender ser lo que no es... No sé. Es buena gente y se le nota. Además, no se avergüenza en absoluto de su cuerpo, pero tampoco presume de él. No es el típico musculitos que se pasea por el gimnasio sin camiseta para que todo el mundo lo admire... ni chorradas de esas. Él se cuida, le encanta el deporte, y eso ha producido que tenga un cuerpo muy bonito y atlético, además de la belleza que ya de por sí posee.

Nos pusimos a hablar de la piscina, del deporte, de todo y de nada, vaya. Yo aprovechaba cualquier momento en que él no miraba para observar todo su cuerpo.

Estaba impresionante. Ahí estaba, con su pelo rubio corto, su barba de una semana, su sonrisa encantadora. Además de sus 1.85 (aprox.) de altura, tenía la espalda ancha, los pectorales marcados, abdominales, bíceps... No es peludo, pero tiene algo de pelo castaño claro en el pecho y un caminito de bello que le va del ombligo y hasta el pubis, que lleva recortado pero no rasurado. Como yo ya había intuido sus formas por las mallas de deporte que utiliza, estaba loco por poder observarlo en detalle. Y vaya si lo observé. Entre charla y charla y mientras él se enjabonaba le hice un repaso general.

Yo no voy mal de calibre en mi armamento, pero él... Tenía una polla enorme, de verdad. PENE En estado de reposo, que es como yo la vi, debía medirle unos 15 centímetros. Estoy convencido de que este tío empalmado tiene una tranca de 20 centímetros fijo. Su pene es grueso y completamente recto. No está operado de fimosis así que conserva su prepucio. Me llamó la atención que su prepucio no le cubre totalmente el glande, dejando la punta al aire. Sin embargo, no me extraña porque, por una parte, tiene un glande enorme y, por otra, con los viajes que oigo que le pega a su novia no me extraña que lo tenga ya dado de sí. Su rabo caía recto sobre su escroto, que a mí me pareció enorme también. En él se insinuaban dos cojones gigantescos, os lo juro. Era impresionante. Pensé que si las lefadas que pegaba iban en proporción al tamaño de su escroto, la tenía que inundar por dentro cada vez. Qué barbaridad.

Nos duchamos y pasamos al vestuario para vestirnos. Él se puso unos slips negros, un vaquero y una camisa blanca, cogió su abrigo y se despidió rápido ya que tenía prisa por el trabajo.

Al llegar a casa me puse a pensar en él y en lo que había visto. Entonces comprendí por qué su novia gime desde el primer momento que la penetra, por qué le suplica que le suelte el grumo dentro, por qué lo desea con tanta fuerza. La verdad es que es un macho alfa, la quintaesencia del tío dominante. Y no por su actitud, sino por su estatus. No necesita imponerse, porque está claro que es el alfa. Si la selección natural darwinista se aplicara estrictamente en los humanos, tengo muy claro que Raúl sería el macho alfa que fecundaría a todas las hembras de la zona. Está muy claro que su cuerpo ha sido diseñado para dominar y poseer hembras, y que aunque de normal se comporta de forma encantadora, cuando se baja los pantalones para follar se despierta el animal que hay en él. Yo lo he escuchado follarse a su novia muchas veces, y no parece la misma persona: la doblega, la posee, la golpea con su cuerpo, la hace gritar, la empala con sus 20 cm no dejándola escapar hasta que llega al orgasmo y la llena de su lefa, que si todo lo que yo vi produce, debe ser a manguerazos.

Ahora comprendo...
 
Vaya con el bloque del amor que tienes en la vecindad @Barnana38 👏👏👏 !!!
Y el ahorro de GB en ******* 😅!!!

Pero oye ,sí sigues así con la obsesión hacia ese vecinito empotrador creo que el amor está en el aire .......😉

Fuera bromas ...

Un buen relato sin duda y una gran reflexión sobre el atractivo que nos puede llegar a provocar a los heteros otros hombres ......
O admiración tal vez ...


En mí caso por ejemplo sí estoy con una chica o amiga y veo un tío que a mí me parece atractivo
no me corto en decirle .

" Mira ese ,,, guapetón no?? Yo si fuese chica me lo tiraba"

Y no se porqué creo que tengo el gusto atrofiado porque de 10 veces que lo abre podido decir ....en 8 me han dicho
"Qué dices !!!! Ni con un palo me acerco a ese , en serio?? "

Salu2 y gracias por la complicidad de los relatos orgásmicos vecinales ✌️🍻
 
Por entonces, decidí apuntarme a la piscina municipal para practicar algo de deporte. Yo estoy delgado y no tengo mal cuerpo, pero no soy muy deportista. Practico deporte de vez en cuanto, sobre todo para liberar estrés y sentirme bien. Bueno, el caso es que empecé a acudir a nadar. Suelo ir a deshoras (muy pronto o muy tarde) para que no haya tanta gente y así nadar más a gusto.

Cuando llevaba unas dos o tres semanas yendo, un día bien temprano terminé mi sesión de 45 minutos de natación y me dirigí al vestuario para ducharme y ya marchar a casa. Entré, me desnudé, cogí la toalla, el gel y el champú y me dirigí hacia las duchas, que están a la derecha del vestuario, pero separadas por una pared. Y al entrar... allí estaba él, mi vecino. Debí haber supuesto que era más que probable que mi vecino, con lo deportista que es, frecuentara la zona deportiva local, pero la verdad es que no caí en la cuenta.

Yo me sorprendí y supongo que se me notó en la cara, ya que no esperaba encontrármelo justo en esa situación. Pero allí estaba él, completamente desnudo, de cara hacia mí y enjabonándose el pelo. Como he contado antes, mis fantasías se ampliaron y ya no solo me excitaba realizar prácticas de riesgo yo mismo, sino conocer o escuchar las que hacían otros. Cuando me contaban algo o escuchaba algo al respecto, me obsesionaba con ese hombre y con lo que estaba haciendo a su novia. En esa época estaba totalmente obsesionado con mis vecinos jóvenes, especialmente con él. Cada vez que nos encontrábamos yo escrutaba todo su cuerpo y especialmente su paquete, pues me obsesionaba pensar que junto a mí estaba el rabo con el que producía tanto placer y los cojones que, al menos algunas veces, eyaculaban su potente esperma en la vagina de su novia.

Él me reconoció en seguida y me ofreció una sincera y amplia sonrisa. Me acerqué a saludarlo y apoyó su mano en mi hombro diciéndome "hombre, qué bien, me alegro mucho de verte". Su reacción era pasmosamente natural. En ningún momento se cohibió, ni se giró para ocultar su desnudez, ni agachó la mirada... nada. Como decía, es un chico muy seguro de sí mismo, pero no en un sentido peyorativo. Es una persona muy natural y sencilla, que no intenta resaltar por encima de nadie, ni pretender ser lo que no es... No sé. Es buena gente y se le nota. Además, no se avergüenza en absoluto de su cuerpo, pero tampoco presume de él. No es el típico musculitos que se pasea por el gimnasio sin camiseta para que todo el mundo lo admire... ni chorradas de esas. Él se cuida, le encanta el deporte, y eso ha producido que tenga un cuerpo muy bonito y atlético, además de la belleza que ya de por sí posee.

Nos pusimos a hablar de la piscina, del deporte, de todo y de nada, vaya. Yo aprovechaba cualquier momento en que él no miraba para observar todo su cuerpo.

Estaba impresionante. Ahí estaba, con su pelo rubio corto, su barba de una semana, su sonrisa encantadora. Además de sus 1.85 (aprox.) de altura, tenía la espalda ancha, los pectorales marcados, abdominales, bíceps... No es peludo, pero tiene algo de pelo castaño claro en el pecho y un caminito de bello que le va del ombligo y hasta el pubis, que lleva recortado pero no rasurado. Como yo ya había intuido sus formas por las mallas de deporte que utiliza, estaba loco por poder observarlo en detalle. Y vaya si lo observé. Entre charla y charla y mientras él se enjabonaba le hice un repaso general.

Yo no voy mal de calibre en mi armamento, pero él... Tenía una polla enorme, de verdad. PENE En estado de reposo, que es como yo la vi, debía medirle unos 15 centímetros. Estoy convencido de que este tío empalmado tiene una tranca de 20 centímetros fijo. Su pene es grueso y completamente recto. No está operado de fimosis así que conserva su prepucio. Me llamó la atención que su prepucio no le cubre totalmente el glande, dejando la punta al aire. Sin embargo, no me extraña porque, por una parte, tiene un glande enorme y, por otra, con los viajes que oigo que le pega a su novia no me extraña que lo tenga ya dado de sí. Su rabo caía recto sobre su escroto, que a mí me pareció enorme también. En él se insinuaban dos cojones gigantescos, os lo juro. Era impresionante. Pensé que si las lefadas que pegaba iban en proporción al tamaño de su escroto, la tenía que inundar por dentro cada vez. Qué barbaridad.

Nos duchamos y pasamos al vestuario para vestirnos. Él se puso unos slips negros, un vaquero y una camisa blanca, cogió su abrigo y se despidió rápido ya que tenía prisa por el trabajo.

Al llegar a casa me puse a pensar en él y en lo que había visto. Entonces comprendí por qué su novia gime desde el primer momento que la penetra, por qué le suplica que le suelte el grumo dentro, por qué lo desea con tanta fuerza. La verdad es que es un macho alfa, la quintaesencia del tío dominante. Y no por su actitud, sino por su estatus. No necesita imponerse, porque está claro que es el alfa. Si la selección natural darwinista se aplicara estrictamente en los humanos, tengo muy claro que Raúl sería el macho alfa que fecundaría a todas las hembras de la zona. Está muy claro que su cuerpo ha sido diseñado para dominar y poseer hembras, y que aunque de normal se comporta de forma encantadora, cuando se baja los pantalones para follar se despierta el animal que hay en él. Yo lo he escuchado follarse a su novia muchas veces, y no parece la misma persona: la doblega, la posee, la golpea con su cuerpo, la hace gritar, la empala con sus 20 cm no dejándola escapar hasta que llega al orgasmo y la llena de su lefa, que si todo lo que yo vi produce, debe ser a manguerazos.

Ahora comprendo...
Continúa? Está muy excitante
 
El otoño pasado (octubre, creo) recuerdo que mis vecinos jóvenes tuvieron un fin de semana glorioso. O eso me pareció a mí.

Esta pareja es muy social, así que siempre están con familia, amigos, charlando... Los fines de semana suelen levantarse temprano (8:00) y enseguida se ponen a hacer cosas: deporte, van a comprar, limpian la casa, reciben invitados... En particular, me dio morbo lo que os voy a contar.

Polvo 1. Viernes por la noche.

El viernes por la noche llegaron tarde, sobre las 23 o 23:30 h, supongo que tras haber estado con amigos. Yo ya estaba en la cama. Oí lo típico que suelen hacer cada noche... agua en el baño, cisterna del váter, puertas que se abren y se cierran, ruido de uno de ellos entrado en la cama, más ruidos de armarios, y el ruido del segundo entrando en la cama... Siempre que se meten en la cama suelen charlar un rato. Yo los oígo hablar, aunque sin el vaso en la pared no distingo las conversaciones. Normalmente, se hacen bromas y los oigo reír. Al cabo de unos minutos suelen ir apagándose las conversaciones y se duermen.

Pero no fue así este día. Charlaban y se reían. De repente ella empezó con la risita floja que le entra cuando Raúl le hace carantoñas antes de empalarla horizontalmente. Eso me puso en guardia, di un salto y cogí en seguida el vaso. Lo pegué a la pared y empecé a escuchar. Como sabéis, el cabezal de mi cama está pegado al cabezal de la suya (son dormitorios contiguos) así que, con el vaso, los oigo perfectamente. De hecho, he aprendido a ponerlo a la altura perfecta (a la altura de sus cabezas) para que me llegue el sonido con más intensidad.

Lo primero que escuché fueron ruidos de besos. Poco tiempo después ella empezó a emitir pequeños gemidos y yo escuché el chof-chof que tantas otras veces había escuchado y ya reconocía de cuando Raúl le está haciendo un dedo a su chica. La tuvo unos cinco minutos haciéndole una exploración vaginal completa... y ella gimiendo sin parar. Entonces escuché risas de ella y cómo caía un cuerpo sobre la cama. Creo que la cogió en brazos y la tiró bocabajo. Después escuche el ruido del cajón de su mesita de noche que se abría y se cerraba. Y luego ruido de cartón y plástico. Estaba cogiendo un condón. Un momento de silencio... y luego escuche un suspiro fuerte de él y un gemido fuerte de ella. Acababa de arponearla.

Lo siguiente que ocurrió fue uno de los polvos más salvajes que les he oído pegar. Ahí ya Raúl se puso en modo dominación de su hembra, en modo animal salvaje, como suele hacer. Oí que él empezaba a golpearla muy fuerte con su cuerpo. Oía claramente el plac plac plac plac... de cuando se la está follando bocabajo (con el tiempo he aprendido a distinguir los golpes de misionero respecto a cuando se la folla a perrito o tumbada. Realmente suena diferente). Ella empezó a gemir sin parar, muy fuerte. Él la estaba poseyendo de forma feroz, como un soldado que vuelve de la guerra y vuelca toda su ira en doblegar a su hembra.

El empezó a gemir progresivamente con mayor intensidad cuando se acercaba su orgasmo, y llegado éste empezó a rugir, como suele hacer. Estoy seguro de que la pone bizca a pollazos. Yo no he visto la polla armada de Raúl, pero si hago una regla de tres respecto de lo que vi en las duchas de la piscina, le tiene que hacer un buen centrifugado de órganos.

Luego hubo un minuto o dos de silencio. Lo siguiente que escuche fue el "plas" de cuando él se quita el condón estirando, el cual imaginaba absolutamente repleto de su engrudo fresco.

Entonces, ruido de la puerta del baño, agua, ruido de cama... y a dormir... ¡Y esto era solo el comienzo del fin de semana!
 
Polvo 2. Sábado por la mañana.

Tras el calentón y la paja correspondiente al escuchar el polvo de mis vecinos, me quedé durmiendo. Me desperté sobre las 7:30 pero decidí quedarme un poco más remoloneando en la cama.

Hacia las 7:50, más o menos, oí cómo se desperezaban y un sonoro bostezo de ella. Ruido de cama. Sonido de puerta. Silencio. Oigo que ella le dice no-sé-qué desde la cama. Ruido de cisterna. Raúl se había levantado para mear. Ruido de muelles en la cama y risitas de ella. ¿Otra vez? No puede ser... Doy un brinco de la cama y saco el vaso de mi mesita de noche. Lo pego a la pared con mucho cuidado para que no se oiga. Ruido de besos. Allá van otra vez. Vaya pedazo de semental.

La noche anterior su esperma había quedado atrapado a menos de un milímetro de su primera parada, el cérvix de su chica, que pudo divisar justo enfrente. Imagino que sus cojones habían pasado la madrugada trabajando a toda máquina para recargar la lechada, y así estar en perfecto orden de revista en la esperanza de fluir hacia el útero de una mujer. Su testosterona hizo el resto decidiendo probablemente no desperdiciar el mástil correspondiente a su erección matutina. Y allá que fue él, dispuesto a darle a su chica una segunda ración de rabo de toro.

Ella siguió con las risitas. Oí que él le dijo "ven aquí". Ruidos de besos y (creo) ropa cayendo en el suelo. Silencio. Ruido de besos por algunos minutos más. Pequeños gemidos de ella. De nuevo el ruido del cajón de la mesilla de noche para coger un condón. Y un gemido fuerte de ella al recibir el primer empellón, seguido por un bufido de él.

Y a partir de ahí, se manifestó de nuevo el macho alfa, cubriendo a su hembra. Plac plac plac plac. Podía oír perfectamente como su pubis golpeaba violentamente contra el culo de ella a un ritmo frenético mientras su polla pistoneaba en su vagina. Plac plac plac... "Ven", le dijo. Y de nuevo plac plac plac... Ella gemía muy fuerte, todo el tiempo, pero no decía nada. De repente él empezó a bufir y luego a gemir. Entonces oí perfectamente como el cuerpo de ella cayó sobre la cama y se golpeó la cabeza contra el cabezal, seguido de los gruñidos fortísimos, seguidos de nuevos bufidos de Raúl. Luego unos segundos de silencio y tres embestidas repentinas de él, separadas entre sí por varios segundos, para marcar bien su territorio. Suspiró y oí su cuerpo caer también sobre la cama.

Al cabo de una hora, más o menos, vino la madre de ella a visitarlos. La vi entrar a su casa desde mi dormitorio. De lejos oí como charlaban en el salón. Yo no podía parar de pensar en el morbo que me daba que su propia madre fuera desconocedora (¡pero yo no!) de que su hija llevaba ya ese fin de semana dos porciones de rabo que le había propinado su chico, que allí estaba, tan encantador, amable y simpático, dándole conversación a la suegra, mientras sus testículos se afanaban en rellenarse para poder proveer a su hija de otro chute de fluido vital en cuanto él decidiera.

Y, señoras y señores, aún estábamos ¡a sábado por la mañana!
 
Polvo 3. Sábado por la tarde

Después de comer, sobre las 14:00 h me tumbé un rato en el sofá, como suelo hacer los fines de semana para relajarme y descansar un poco. Puse la TV, pero flojita para estar atento por si escuchaba movimientos en los vecinos.

Como siempre que me tumbo en el sofá, irremediablemente me quedé dormido con la TV puesta Yo estaba en el limbo, meciéndome en los brazos de Oniros. Poco a poco fui recuperando la consciencia. Unos sonidos me habían despertado. Al principio, con el aturdimiento propio de un recién despertado, no identificaba nada con claridad Supuse que serían mis vecinos jóvenes, que habían puesto una película y la TV sonaba muy fuerte. Como son casas pareadas en imagen especular, su salón da a mi salón (como su dormitorio a mi dormitorio)... y su sofá está pegado al mío, solo separado por un fino tabique (gracias, constructor, gracias).

Entonces, de repente, identifiqué claramente un gemido de ella. Di un salto y fui corriendo a la cocina a coger un vaso. Me descalcé para que no pudieran oír pisadas y volví corriendo al sofá. Me apoyé contra la pared y acerqué lentamente el vaso para escuchar. Ahí estaba ella, gimiendo flojito, a intervalos regulares Creo que Raúl estaba saboreando su vulva, como postre tras su almuerzo. Así estuvieron un rato (4-6 minutos).

- Espera que voy a por uno -dijo Raúl refiriéndose al preservativo.

- No, sigue -objetó ella.

- Alba... -oí que murmuraba en tono de reproche.

Este tipo de conversaciones las había escuchado de varios modos ya bastantes veces. Él era el que SIEMPRE se comportaba de manera responsable y quería usar protección. Y ella era la que le inducía al juego, al riesgo. Estaba deseando sentir a su macho dentro, experimentar el modo en que la naturaleza ha diseñado el proceso de concepción, sin cortapisas.

- Raúl, , ven... venga ven aquí...

Supongo que ella lo atrajo y poco a poco fue aproximando el tornillo hacia su tuerca. Silencio y de repente un gemido sordo de Alba y un bufido de Raúl. Acababa de atravesarla con su pene desnudo. Ninguna barrera se interponía entre ellos. Piel con piel. Ella lo había conseguido, al fin volvía a tener la enorme polla de Raúl descapullada y bien adentro, en la cálida cueva de su pasión, que iba a cumplir su misión de masajear lentamente su falo, animándolo a dejarse llevar... animándolo a dejarse ordeñar y liberar su simiente bien profunda en la vagina de su novia.

Y a partir de ahí, Raúl tomó las riendas, como siempre ocurre. Empezó a penetrarla con fuerza, creo que en misionero por los golpes secos que escuchaba.

- Plac plac plac plac -sonaba mientras yo imaginaba sus pubis chocando, mientras ella gemía rítmicamente coincidiendo con cada estocada de su chico.

En esta época ya llevaban un tiempo realizando prácticas de riesgo. Al principio yo no lo sabía, pero sí había notado que algunas veces Raúl sonaba diferente cuando follaban. Parecía más excitado, más salvaje bufaba y rugía desde el principio. Tras escuchar una primera conversación en que ella lo indujo a metérsela a pelo, até cabos y entendí qué estaba pasando. Él solía mostrarse reticente, pero SIEMPRE cedía cuando ella se lo pedía. El resto de ocasiones, yo oía el cajón de la mesita de noche abrirse y golpear al cerrarse, mientras él cogía un condón. En su caso, era ella la que estaba infectando a Raúl del morbo del sexo sin protección, y no faltaban muchas semanas para que él se rindiera ya definitivamente

- Plac plac plac plac

- PLAC PLAC PLAC PLAC -estaba acelerando.

- Alba... -le oí suplicar.

- ¡Sigue! -exigió ella.

- Alba... -imploraba.

Y ya no hablaron más. Él continuó acelerando y gimiendo cada vez más fuerte, hasta que empezó a emitir rugidos secos uno tras otro, como una fiera atrapando a su víctima, señal inequívoca de que estaba erupcionando en lo más profundo de Alba, colmándola de oleadas de su potente y fértil lava, una tras otra, una tras otra...

Los sonidos de ambos se fueron apagando hasta que fueron meros suspiros. Debieron estar un tiempo abrazados, en silencio, ya que no escuché nada. Y luego se levantaron y fueron al baño a asearse, como suelen hacer siempre.

Tenían una libido increíble. Llevaban tres polvos en menos de 24 horas. Este chico debía tener algo de sangre corriendo entre su testosterona, y no al revés.

Una hora más tarde, vinieron unos amigos suyos a recogerlos. Estuvieron charlando un rato en el salón y luego marcharon. Yo no podía parar de pensar en que, mientras charlaban, una riada de esperma avanzaba lentamente por las entrañas de Alba, mi vecina, tratando de fecundarla. Sus amigos no lo sabían, pero yo sí porque lo había escuchado, que su macho le había suministrado una dosis más de ADN, como últimamente solía hacer esporádicamente.

Y me hice una paja, aliviando a mis testículos del dolor.
 
Polvo 4. Domingo por la noche

Tras llegar a casa después de pasar el día fuera, me duché y me metí en la cama. Estaba leyendo un rato cuando escuché el para mí ya inconfundible sonido de un gemido de Alba. Estaban follando de nuevo. Alargué la mano hacia mi mesita de noche y cogí de nuevo el vaso para escuchar, excitado instantáneamente por la situación.

Se la estaba follando despacio pero con mucha fuerza. Como ya conté, en ocasiones no la folla a un ritmo frenético y con violencia, como suele hacer habitualmente, sino que lo hace lentamente, pero golpeando con vigor su cuerpo.

- PLAC... .... .... .... PLAC ... PLAC... .... .... PLAC.... .... PLAC...

La penetraba con mucho ímpetu y profundidad, buscando que el glande golpease su cuello uterino. Y entonces ella cada vez emitía un fuerte gemido. Raúl la estaba follando demostrándole que era suya, que la poseía una vez más.

- PLAC ... PLAC... .... .... PLAC.... .... PLAC...

- Alba... -escuché que decía.

- Sigue...

- Me voy a correr -le advirtió él.

- Sigue -exigió ella buscando que la llenara una vez más de toda la lefa que había podido recargar en unas horas.

- Alba...

Ella lo estaba incitando a no utilizar protección. En varias ocasiones yo ya había escuchado como ella le pedía que no se lo pusiese, o que empezase sin, o directamente que se corriera dentro. Era ella la que estaba intentando despertar el morbo en él, que intentaba ser responsable y proteger a su chica de los millones de espermatozoides que aguardaban su oportunidad de fluir hacia su interior y alcanzar su óvulo, preñándola. Ella quería sentir a su hombre derramándose en su interior, haciéndola sentir mujer, cerrando los círculos de la biología que la harían sentir completa. Él intentaba resistirse, pero cada vez cedía con más facilidad. Poco restaba de su responsabilidad y su sentido común. El morbo lo estaba dominando.

- PLAC ... PLAC... .... .... PLAC.... .... PLAC...

- Córrete dentro -dijo Alba con voz suplicante.

Y ya no hablaron más. En esta ocasión él aceleró, aumentando sus gemidos, que pasaron a ser rugidos roncos, cada vez más fuertes.

- Ah, ah, aaaaah, aaaaaaah... -rugía Raúl, mientras Alba gemía, consciente de que lo había conseguido de nuevo y una nueva lefada se vertía en sus entrañas, oleada tras oleada de esperma, oleada... tras... oleada... oleada...

Sus gemidos se fueron apagando y pasaron a ser respiraciones agitadas... y después silencio. Al cabo de unos minutos oí cómo se levantaban y aseaban en el baño, para luego volver a la cama y, tras una breve conversación a la que ya no presté atención, adormecerse y finalmente dormir.

Creo que fue alrededor de esta época que Raúl finalmente se rindió y dejó de volver a nombrar los preservativos.

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Polvo 4. Domingo por la noche

Tras llegar a casa después de pasar el día fuera, me duché y me metí en la cama. Estaba leyendo un rato cuando escuché el para mí ya inconfundible sonido de un gemido de Alba. Estaban follando de nuevo. Alargué la mano hacia mi mesita de noche y cogí de nuevo el vaso para escuchar, excitado instantáneamente por la situación.

Se la estaba follando despacio pero con mucha fuerza. Como ya conté, en ocasiones no la folla a un ritmo frenético y con violencia, como suele hacer habitualmente, sino que lo hace lentamente, pero golpeando con vigor su cuerpo.

- PLAC... .... .... .... PLAC ... PLAC... .... .... PLAC.... .... PLAC...

La penetraba con mucho ímpetu y profundidad, buscando que el glande golpease su cuello uterino. Y entonces ella cada vez emitía un fuerte gemido. Raúl la estaba follando demostrándole que era suya, que la poseía una vez más.

- PLAC ... PLAC... .... .... PLAC.... .... PLAC...

- Alba... -escuché que decía.

- Sigue...

- Me voy a correr -le advirtió él.

- Sigue -exigió ella buscando que la llenara una vez más de toda la lefa que había podido recargar en unas horas.

- Alba...

Ella lo estaba incitando a no utilizar protección. En varias ocasiones yo ya había escuchado como ella le pedía que no se lo pusiese, o que empezase sin, o directamente que se corriera dentro. Era ella la que estaba intentando despertar el morbo en él, que intentaba ser responsable y proteger a su chica de los millones de espermatozoides que aguardaban su oportunidad de fluir hacia su interior y alcanzar su óvulo, preñándola. Ella quería sentir a su hombre derramándose en su interior, haciéndola sentir mujer, cerrando los círculos de la biología que la harían sentir completa. Él intentaba resistirse, pero cada vez cedía con más facilidad. Poco restaba de su responsabilidad y su sentido común. El morbo lo estaba dominando.

- PLAC ... PLAC... .... .... PLAC.... .... PLAC...

- Córrete dentro -dijo Alba con voz suplicante.

Y ya no hablaron más. En esta ocasión él aceleró, aumentando sus gemidos, que pasaron a ser rugidos roncos, cada vez más fuertes.

- Ah, ah, aaaaah, aaaaaaah... -rugía Raúl, mientras Alba gemía, consciente de que lo había conseguido de nuevo y una nueva lefada se vertía en sus entrañas, oleada tras oleada de esperma, oleada... tras... oleada... oleada...

Sus gemidos se fueron apagando y pasaron a ser respiraciones agitadas... y después silencio. Al cabo de unos minutos oí cómo se levantaban y aseaban en el baño, para luego volver a la cama y, tras una breve conversación a la que ya no presté atención, adormecerse y finalmente dormir.

Creo que fue alrededor de esta época que Raúl finalmente se rindió y dejó de volver a nombrar los preservativos.

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Que bien contado!👏🏻👏🏻👏🏻 A mi cuando me cambió el chip ya no podía parar tampoco🥴
 
Polvo 4. Domingo por la noche

Tras llegar a casa después de pasar el día fuera, me duché y me metí en la cama. Estaba leyendo un rato cuando escuché el para mí ya inconfundible sonido de un gemido de Alba. Estaban follando de nuevo. Alargué la mano hacia mi mesita de noche y cogí de nuevo el vaso para escuchar, excitado instantáneamente por la situación.

Se la estaba follando despacio pero con mucha fuerza. Como ya conté, en ocasiones no la folla a un ritmo frenético y con violencia, como suele hacer habitualmente, sino que lo hace lentamente, pero golpeando con vigor su cuerpo.

- PLAC... .... .... .... PLAC ... PLAC... .... .... PLAC.... .... PLAC...

La penetraba con mucho ímpetu y profundidad, buscando que el glande golpease su cuello uterino. Y entonces ella cada vez emitía un fuerte gemido. Raúl la estaba follando demostrándole que era suya, que la poseía una vez más.

- PLAC ... PLAC... .... .... PLAC.... .... PLAC...

- Alba... -escuché que decía.

- Sigue...

- Me voy a correr -le advirtió él.

- Sigue -exigió ella buscando que la llenara una vez más de toda la lefa que había podido recargar en unas horas.

- Alba...

Ella lo estaba incitando a no utilizar protección. En varias ocasiones yo ya había escuchado como ella le pedía que no se lo pusiese, o que empezase sin, o directamente que se corriera dentro. Era ella la que estaba intentando despertar el morbo en él, que intentaba ser responsable y proteger a su chica de los millones de espermatozoides que aguardaban su oportunidad de fluir hacia su interior y alcanzar su óvulo, preñándola. Ella quería sentir a su hombre derramándose en su interior, haciéndola sentir mujer, cerrando los círculos de la biología que la harían sentir completa. Él intentaba resistirse, pero cada vez cedía con más facilidad. Poco restaba de su responsabilidad y su sentido común. El morbo lo estaba dominando.

- PLAC ... PLAC... .... .... PLAC.... .... PLAC...

- Córrete dentro -dijo Alba con voz suplicante.

Y ya no hablaron más. En esta ocasión él aceleró, aumentando sus gemidos, que pasaron a ser rugidos roncos, cada vez más fuertes.

- Ah, ah, aaaaah, aaaaaaah... -rugía Raúl, mientras Alba gemía, consciente de que lo había conseguido de nuevo y una nueva lefada se vertía en sus entrañas, oleada tras oleada de esperma, oleada... tras... oleada... oleada...

Sus gemidos se fueron apagando y pasaron a ser respiraciones agitadas... y después silencio. Al cabo de unos minutos oí cómo se levantaban y aseaban en el baño, para luego volver a la cama y, tras una breve conversación a la que ya no presté atención, adormecerse y finalmente dormir.

Creo que fue alrededor de esta época que Raúl finalmente se rindió y dejó de volver a nombrar los preservativos.

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Cuando se animan a quedar preñadas no nada que las detenga.,que morbo ella debió indicarle que la dejara preñada de seguro así fue
 
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