Hans
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1 LA PRIMA EMILIA
Hola, soy Genia, diminutivo familiar de Eugenia. Prácticamente desde que tengo uso de razón el sexo es para mí una prioridad, una necesidad. Es algo casi vital en mi vida. Algunos me consideran una ninfómana, otros (y otras) directamente una puta. A mi me da igual. Estoy muy por encima de esas opiniones de mentes acomplejadas y obsoletas. El sexo es un disfrute y como tal me lo tomo.
Podría decir que todo empezó un verano siendo una niña en la casa del pueblo donde pasaba las vacaciones. Era la casa de mis abuelos (padres de mi madre) y donde vivía una prima 8 años mayor que yo.
Una noche que todos los adultos se habían marchado a cenar y divertirse en una terraza, mi prima Emilia se quedó a cargo de mí y de mi primo José Miguel.
Estábamos en la habitación los dos, uno en cada cama cuando oímos un ruido en la planta baja. Allí que nos fuimos los dos a ver que estaba pasando. Escondidos en la escalera vimos a nuestra prima tumbada en el sofá, abierta de piernas mientras un hombre que no conocíamos le comía el coño. El tipo era bastante mayor.
Los dos nos quedamos sorprendidos y paralizados ante el espectáculo pornográfico que teníamos ante nosotros. Nos quedamos todo el tiempo que tuvieron sexo. Después de comerle el coño, nuestra prima se sentó en el sofá mientras le comía la polla al hombre. Luego se colocó a cuatro patas en el sofá y el tipo se la folló sin compasión mientras le agarraba las caderas. Ella mordía un cojín para no gritar.
A mi lado, mi primo José Miguel, casi de manera inconsciente, comenzó a hacerse una paja sin perder detalle de lo que veíamos. Yo sentí que mi coño virgen latía y palpitaba mientras un calor húmedo inundaba mis braguitas. Cerré las piernas fuertes y comencé a moverlas buscando un roce sobre mi clítoris que no terminaba de conseguir.
Cuando terminaron de follar, el hombre se fue y nosotros corrimos hasta nuestra habitación para evitar ser descubiertos. Al día siguiente, acompañábamos a Emilia al mercado y nos cruzamos con el hombre que se la había follado por la noche. Era un policía local del pueblo. Tendría unos 30 años, 12 más que nuestra prima, y al parecer estaba casado con la alcaldesa del pueblo. Amiga de la madre de Emilia.
Hola, soy Genia, diminutivo familiar de Eugenia. Prácticamente desde que tengo uso de razón el sexo es para mí una prioridad, una necesidad. Es algo casi vital en mi vida. Algunos me consideran una ninfómana, otros (y otras) directamente una puta. A mi me da igual. Estoy muy por encima de esas opiniones de mentes acomplejadas y obsoletas. El sexo es un disfrute y como tal me lo tomo.
Podría decir que todo empezó un verano siendo una niña en la casa del pueblo donde pasaba las vacaciones. Era la casa de mis abuelos (padres de mi madre) y donde vivía una prima 8 años mayor que yo.
Una noche que todos los adultos se habían marchado a cenar y divertirse en una terraza, mi prima Emilia se quedó a cargo de mí y de mi primo José Miguel.
Estábamos en la habitación los dos, uno en cada cama cuando oímos un ruido en la planta baja. Allí que nos fuimos los dos a ver que estaba pasando. Escondidos en la escalera vimos a nuestra prima tumbada en el sofá, abierta de piernas mientras un hombre que no conocíamos le comía el coño. El tipo era bastante mayor.
Los dos nos quedamos sorprendidos y paralizados ante el espectáculo pornográfico que teníamos ante nosotros. Nos quedamos todo el tiempo que tuvieron sexo. Después de comerle el coño, nuestra prima se sentó en el sofá mientras le comía la polla al hombre. Luego se colocó a cuatro patas en el sofá y el tipo se la folló sin compasión mientras le agarraba las caderas. Ella mordía un cojín para no gritar.
A mi lado, mi primo José Miguel, casi de manera inconsciente, comenzó a hacerse una paja sin perder detalle de lo que veíamos. Yo sentí que mi coño virgen latía y palpitaba mientras un calor húmedo inundaba mis braguitas. Cerré las piernas fuertes y comencé a moverlas buscando un roce sobre mi clítoris que no terminaba de conseguir.
Cuando terminaron de follar, el hombre se fue y nosotros corrimos hasta nuestra habitación para evitar ser descubiertos. Al día siguiente, acompañábamos a Emilia al mercado y nos cruzamos con el hombre que se la había follado por la noche. Era un policía local del pueblo. Tendría unos 30 años, 12 más que nuestra prima, y al parecer estaba casado con la alcaldesa del pueblo. Amiga de la madre de Emilia.