Historias Cuckold.

luis5acont

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Hola a todos/as.

A la espera de publicar una nueva tanda de relatos (aun estoy finalizando los últimos para mi próxima serie en TR), os dejo por aquí unos relacionados con trío HMH.

Espero que sean de vuestro agrado y os sirvan de aperitivo.

Un saludo.
 
El viento y la lluvia me obligan a bajar la velocidad. Tardaré un poco más en llegar a Pamplona, pero mejor tarde que nunca. Ya he visto dos accidentes en lo que llevo de ruta. La gente siempre con prisa, circulando sin tener en cuenta que no se conduce igual por una carretera mojada y con poca visibilidad que por una seca y con buen tiempo. En el mejor de los casos, grúa y a tomar por culo el fin de semana, en el peor, al hospital o el cementerio. Yo he preferido salir con tiempo, así que no me preocupa un retraso de una hora o dos si fuera preciso. Hasta las ocho de la noche tengo mucho margen. La cita que me espera es muy especial y por nada del mundo quiero fastidiarla.

Os preguntaréis seguramente qué tipo de cita es. Bien, os lo voy a explicar, tengo tiempo de aquí a Pamplona. Me gusta contar historias sobre todo si son las mías. A veces, cuando voy conduciendo, para mantener la concentración y mantenerme despierto voy contando mis experiencias o cosas que me han pasado como si se las relatara a alguien que fuera a mi lado. Me ayuda a estructurar el discurso, a ponerme a prueba, a saber qué cosas puedo o debo contar y cuáles no y también como narrarlas de forma que quede un relato ameno, claro, incluso excitante. Me sirve de entrenamiento porque cuando las cuentas de verdad, generalmente me dicen que soy buen narrador y consigo atrapar la atención de la gente. Eso me gusta. Así que poneros cómodos y durante las próximas horas relajaos y escuchad mi historia. Estoy seguro que os resultará interesante. Aunque no nos conozcamos vais a ser mis compañeros en este viaje.

Mi destino es la capital de Navarra, ya lo he dicho antes. Allí me espera una pareja y hemos quedado para tener sexo. Bueno, eso será si todo va bien y si una vez que nos conozcamos en persona, todas las buenas vibraciones que hemos tenido se confirman.

No es un trío al uso. No es una fantasía que quieran probar porque sí. Digamos que estamos hablando de una pareja cuckold, con lo cual todo esto entraría bajo el epígrafe de cuernos consentidos. No insistiré mucho en la explicación de estas prácticas porque os supongo bastante informados. De todas formas, cuando os hable de esta pareja entenderéis sus motivaciones y qué es lo que la lleva a intentar una experiencia de este tipo por primera vez.

Pero empezaré por presentarme yo, creo que es lo más correcto para situarnos. Me llamo Luis. Por mi parte deciros que algo que siempre me ha llamado la atención es el tema de la infidelidad. Tengo mis principios y nunca he sido infiel a mis parejas, tampoco creo que hubiera aceptado de buen grado una infidelidad por su parte, quizás sea por esto que como todas las cosas que te llaman la atención y no practicas, se te queda ese fetiche en la mente. Durante mucho tiempo pensé que la única forma de satisfacer dicho morbo sin que hubiera traiciones ni engaño de por medio, era haciendo un intercambio de parejas o participando del mundo liberal, que siempre me ha atraído y me ha parecido un recurso estupendo y muy morboso para vivir experiencias relacionadas con el sexo. El problema que he tenido es que la mayoría de mis parejas estables no han querido saber nada de este tema. Como mucho alguna aproximación, pero sin llegar demasiado lejos. Curiosamente, he tenido más éxito con algún ligue ocasional o con alguna chica con la que he contactado para este tema ex profeso. Pero eso puede ser otro relato. Lo interesante para el de hoy, es que, descartado el intercambio de parejas, ahora que vuelvo a estar soltero, lo que me quedaba era intentar un trio.

La cosa me daba morbo y me gustaba, pero pronto comprendí que era muy complicado para un hombre solo tener éxito. La competencia es muy alta y las parejas que quieren probar realmente esta variante son pocas. Entre indecisos, mentirosos, personas que buscan un interés económico, gente rara, etc… muchas veces acaba uno cabreado y con la sensación de estar perdiendo el tiempo. Solo el echarle muchas horas en los clubs liberales y en los foros permite adquirir experiencia y tener alguna posibilidad de encontrar a alguna pareja con la que puedas congeniar y llegar finalmente al encuentro físico. La mayoría no pasan de la fase de fantasear y ponerse calientes para dar un aliciente a su vida sexual, sin atreverse a dar el paso. Pero como a mi realmente me excitaba el tema, no me di por vencido y a base de mucho tiempo y de probar una y otra vez, acabe consiguiendo lo que me proponía, aunque reconozco que si uno lo que quiere es simplemente follar, hay otras alternativas más fáciles y que requieren mucho menos esfuerzo y dedicación.

Lo cierto es que, aunque con muchas decepciones e intentos fallidos, las pocas veces que la cosa ha salido bien resultan inolvidables. Eso fue lo que me paso con Rubén y Lola. Son una pareja madura (unos 45) con los que contacte en un foro. El perfil era el típico en los chats, pareja buscando mucho morbo pero deseando ir poco a poco, muy despacio. No acababan de decidirse a dar el paso. Tampoco encontraban al tío que buscaban. La mayoría iban a saco, y cuando veían que ellos solo querían chatear, pasaban. Casi nadie se interesaba realmente por lo que ellos querían y no tenían paciencia. Eran de los que no ponían foto ni ningún aliciente que no fuera la conversación, para mantener el contacto.

Lo cierto es que nos caímos bien, ya que teníamos gustos muy parecidos y yo me interesaba realmente por ellos, siguiendo sus conversaciones y aportando mi experiencia en estos temas. Esto fue determinante, ya que Rubén y Lola acabaron dándose cuenta de que los consejos que les ofrecía eran sinceros y útiles. Nuestro intercambio de mensajes duro casi tres meses hasta que nos mandamos la primera foto y tuvimos la primera sesión de *****. Si bien ya éramos amigos, me agrado saber que físicamente yo respondía al perfil que ellos buscaban.

Eran pareja desde siempre. No habían tenido otros novios y se iniciaron juntos en el sexo muy jóvenes. Lola es la típica mujer a la que le gusta sentirse deseada y llamar la atención. Eso era algo que siempre habían incorporado a sus relaciones sexuales. Desde muy joven, Lola disfrutaba sabiendo que rezumaba morbo y que todos la miraban y deseaban. Ella misma provocaba situaciones en las que excitaba a los chicos. Rubén recogía el premio de su calentura, siempre manteniendo el juego, pero sin ir más allá. Ella siempre se retiraba antes de consumar cualquier contacto físico, y luego aprovechaba el subidón para satisfacerse con total intensidad y entrega a su novio. Era un juego en el que lógicamente habían entrado poco a poco, como una forma de dar rienda suelta a sus fetiches sexuales. Con el tiempo y la práctica, lo acabaron disfrutando y asimilando de forma que ya no sentían vergüenza ni remordimientos. Lo mismo que otros utilizan juguetes sexuales o ven pelis porno, ellos se ponen de esa manera.

Pero después de tantos años de matrimonio y algún hijo de por medio, cuesta mantener la excitación. Lola ya no es la joven que era y le cuesta admitir que no es siempre el centro de la atención entre otros tíos. Igualmente, como también sucede a otras parejas, el no haber tenido más contactos sexuales antes de conocerse, les hacía dar vueltas siempre la cabeza el cómo sería follar con otros. Ellos tienen algo muy claro y es que se quieren y tienen un proyecto común que no están dispuestos a tirar por la borda. Pero también saben que el sexo juega un papel demasiado importante en sus vidas (especialmente Lola es de las que no admite bajar el listón ni sentirse por debajo de su nivel). Si en este aspecto no encuentran una motivación, que los haga estar al 100%, esto podría afectar a su relación. Por ello descartaron desde el primer momento introducir cualquier otra opción novedosa que no fuera en pareja. Lo que hicieran, lo harían juntos.

Lo primero que intentaron fue el intercambio de parejas en clubs liberales, en escapadas de fines de semana. Pero eso no funciono por varios motivos.

Ellos buscaban cosas muy específicas que es difícil hallar en un encuentro no preparado de antemano. La gente en los locales de intercambio va mucho más a saco. El ambiente y la forma de actuar que se encontraron tampoco fueron de su agrado. Pero sobre todo, el problema es que allí sobraba una chica. Lola no admite compartir, ni mucho menos ir de segunda. Ella necesita ser el centro de atención. Su forma de actuar y las fantasías desarrolladas todos estos años van en el sentido de que su tensión sexual es tan alta, que su marido solo, ya no está en condiciones de satisfacerla plenamente. Y el resto de hombres a su alrededor solo desean montarla. Ella solo tiene que abrir la puerta.

Por otro lado, Rubén también necesitaba hacer realidad el órdago que le lanzó su mujer. A nadie le amarga un dulce, así que a él no le importó morrearse y meterse mano con otras chicas cuando intentaron el intercambio. Pero descubrió que estaba mucho más pendiente de lo que hacía su mujer, que de su propio placer. Es más, lo que realmente le provocó una gran excitación, fue el ver que Lola podía liarse realmente con otro delante de ella. Mucho más que follarse a la esposa de la otra pareja. Se sorprendió pendiente de cada uno de los movimientos de su mujer, así como cuando ella mostro su enfado porque no se encontraba cómoda con la situación, vio que automáticamente su polla se desinflaba para gran disgusto de la otra chica. También reconoció, que lo que en realidad deseaba, era llegar al hotel para echarle un polvazo a Lola rememorando los instantes que estuvo metiéndole mano el otro tío.

Estaba claro que lo que había parecido un juego durante mucho tiempo, acababa descubriendo la verdadera realidad de los dos. Paco aceptaba su rol de cornudo, liberado por fin de disimulos y falsas apariencias, sabiendo que esa era la vía para recuperar e incluso superar el placer sexual que estaba en horas muy bajas. Por otro lado, Lola tenía vía libre para dar salida a su gran tensión sexual no resuelta, en la forma que siempre la había excitado. Siendo la protagonista y rompiendo los límites que ella misma se había impuesto hasta entonces. Así pues, la solución estaba en un trio. Pero esta vez no lo harían buscando en locales de intercambio. Querían seleccionar chicos que se adaptaran a sus fantasías y no deseaban sorpresas. Decidieron ir poco a poco porque una cosa es proponérselo y otra muy distinta dar el paso.

Yo entré desde el primer momento en su juego y además cumplía con su perfil, pero por temas geográficos (estábamos muy lejos y ellos tenían dificultades para desplazarse) y problemas de disponibilidad suya, era muy difícil quedar. Finalmente, y tras un par de intentos que no se llegaron a materializar, hemos quedado en una provincia limítrofe con la suya. Pero el camino para esto fue largo y requirió mucha paciencia.

Al principio solo fue chateos e intercambio de correos, con una frecuencia desigual. Cuando ya establecimos una relación más estable, probamos con el *****, lo que supuso un salto cualitativo en el nivel de excitación. Nos pudimos ver en directo y jugar un poco a través de la webcam. Ellos encontraron el siguiente paso más excitante, ya que pasaron de fantasear a los hechos. Ya no estaban imaginando un posible trio, sino que existía la posibilidad real. El tono del chat fue subiendo, y ellos me contaban al día siguiente como tras ponerse calientes con lo que hablábamos y veíamos, follaban ya vislumbrando que se iba a convertir en realidad.

El siguiente paso fue natural. Tras casi cuatro meses en los que ya habíamos establecido una rutina con conexiones en días y a horas fijas, el tema de internet ya no fue suficiente, se había agotado. Ellos querían más. Había que dar el paso.

Establecieron tres normas básicas para el encuentro:

1º Querían estar seguros de que tenían en todo momento el control. Aunque se sobreentendía, pusieron mucho énfasis en que el encuentro no necesariamente tenía que acabar en la cama. Si tenían dudas o algo no les cuadraba, no seguiríamos adelante. Asimismo, ellos propondrían el tipo de sexo que querían cada vez y yo no debería tratar de forzar nada ni insistir en ninguna practica no deseada. Solo daríamos un paso tras haber comprobado que en el anterior ellos disfrutaban, y que estaban preparados para ir más lejos. Ellos decidirían el ritmo.

2º La discreción era fundamental. Nada de fotos ni videos.

3º El respeto era primordial. No querían oír nada de cornudo, puta, zorra, etc… Asimismo, una actitud prepotente o sobrada por mi parte supondría dar carpetazo al asunto.

Ellos ya sabían que no sería así, porque llevábamos demasiado tiempo hablando, pero creo que su inseguridad e inexperiencia aun en estos temas, les hacía querer blindarse un poco frente a las situaciones que se pudieran dar. Por otro lado, también es lógico que no quisieran dejar nada al azar. Muchos de los posibles candidatos fueron rechazados por no entender sobre todo el primer y tercer punto. Me comentaban que cualquiera que se dirigiera a ellos mencionando las palabras cornudo, puta o zorra, era automáticamente descartado.



Y aquí estoy yo en un hotelito de capital de provincia esperando a mi pareja. Habíamos reservado una habitación de matrimonio ellos, y yo otra individual. El plan era presentarnos por separado y juntarnos como si fuésemos solo amigos. Siempre precavidos y recelosos, es su primera experiencia y no se fían de nadie, ni siquiera de mí a pesar de llevar tres meses hablando y conociéndonos. Pero los entiendo, una cosa es el sexo virtual, a medio camino entre las fantasías y la realidad, y otra cosa distinta el verse tu a tu. Aquí ya no hay botón de apagado ni de desconexión. Es todo o nada y no se perdonan los fallos. Ellos quieren tener su puerta de emergencia por si en persona no soy lo que esperaban o por si algo sale mal. O simplemente por si no se ven capaces de llegar al final. Si toda mi paciencia y saber entenderlos respetando sus tiempos y manías me ha traído aquí, no voy a echarlo todo a perder siendo impaciente en el último momento.

Yo los esperaba en la cafetería del hotel y al verlos entrar no me decepcioné. Eran tal y como había previsto. Lola alta, casi igual que yo y sacándole a Rubén al menos una cuarta. De rasgos un poco angulosos, duros y como algunas modelos de pasarela, con expresión adusta. Sin embargo, es una mujer guapa que con veinte años seguro que hacía ruido por donde pasaba. Piernas largas y delgadas hasta los muslos que, sin dar sensación de anchura, se percibían generosos en los vaqueros que llevaba muy ajustados. Culito muy bonito aunque no generoso, perfectamente enmarcado por la tela vaquera. Y por último un pecho pequeño en un torso y hombros algo huesudos. No obstante, se sacaba partido con una camiseta top que resaltaba su piel morena y dejaba a la vista más de lo que tapaba. La apariencia seria y calculadora, aparentando mostrar seguridad y control de la situación. Sin embargo, el nerviosismo y la excesiva rigidez la delataban como novata en estos temas.

Rubén es algo más bajito y en su día debió ser la pareja ideal de Lola, porque por las fotos que en una ocasión me enviaron, era un chico guapo, elegante y bien proporcionado. Ahora presentaba un aspecto algo cambiado (como todos, si nos comparamos de jóvenes a ahora). Algunas canas y unos kilos de más pero simpático, con ganas de agradar, conservando parte de su atractivo y visiblemente enamorado aun de su mujer. Constantemente intercambiaba miradas con ella, buscando evaluar en cada momento su grado de satisfacción por cómo se estaban desarrollando las cosas, o algún signo de enfado o desaprobación.

El inicio es poco prometedor, todos estamos demasiado tensos. Conversación de circunstancias (el tiempo y esas cosas) y mucho mantener las distancias. Ellos me habían dicho que esperaban mucho de este encuentro. Yo creo que idealizar cualquier cosa es un error, así que les comento que la mejor actitud era no esperar nada e ir alegrándonos con cada cosa buena que nos encontremos. Si ponen tan alto el nivel es fácil desilusionarse nada más empezar si todo no se desarrolla exactamente como hemos soñado. Hay que ir de menos a más y si no, tampoco pasa nada. Se aprende y hasta la próxima experiencia.

No obstante, no pueden evitar sentirse nerviosos, así que pienso en como desbloquear la situación. Lo que hago es pedir unas copas (el alcohol ayuda a desinhibirse) y dirigir la conversación a aquello que ya estábamos acostumbrados, como si fuera una de nuestras habituales sesiones de chat. En poco tiempo el hielo se rompe al reconocer lugares comunes y al compartir por fin cara a cara nuestras experiencias y deseos. Las primeras risas de Lola me indican que vamos por el camino correcto. Salimos a dar un paseo y cenar, cosa que hacemos disfrutando de un par de botellas de vino que nos ponen aún más contentos. El buen rollo aumenta y cada vez nos encontramos más cómodos.
 
Disponemos de una sola noche, ya que Rubén y Lola solo pueden faltar de su casa este día, así que decido tomar la iniciativa. Como no los veo aun listos para subir a la habitación, propongo un juego para tratar de animarnos. Nos tomaremos la última copa en un pub de la zona. Allí nadie nos conoce, estamos libres de toda atadura, así que podemos jugar interpretando los papeles que nuestra imaginación nos dicte. Cuanto más morbo mejor. De manera que hago la siguiente propuesta: entraremos por separado los tres. Tanto Rubén como yo cortejaremos a Lola, que se dejará querer, jugando con los dos y sin acabar de decidirse por ninguno. A partir de ahí, continuar como nos apetezca.

Les sorprende el juego, no se lo esperaban y puedo ver como intercambiaban miradas que dicen: “Esto se pone interesante”. No habían previsto que yo pudiera proponer esa iniciativa, pero les gusta. La comunicación no verbal de Lola hacia mí, dice: “Sigue así, no nos estas defraudando. Has cogido el timón y me gusta como pilotas…

Elegimos un local cercano, una mezcla entre pub y cafetería bastante animada donde Lola entra pisando fuerte, segura de sí misma y acomodándose perfectamente al papel. Consigue que un par de parroquianos se fijen en ella, mirándola con interés. Se sitúa en la barra que esta desocupada, sentándose en un taburete donde sitúa su culo casi al borde. Deja la chaqueta al lado y pone recto el dorso, marcando pecho. Sus cachetes se marcan al aplastarse en el asiento. El vaquero de talle bajo deja ver parte del tanga en la cintura y su espalda desnuda desde los hombros hasta el culo, solo cruzada por el top negro resulta de lo más sugerente.

Rubén entra mientras yo me hago el disimulado frente al ventanal del pub, como si esperara a alguien. Lo veo pedir una copa y entablar conversación con su mujer como si fuera una desconocida. Ella se ríe. Su marido esta muy desentrenado, hace muchísimo que no intenta ligar. El se ríe también, consciente de su torpeza. Sabe dios con que patética formula le habrá entrado. Parecen despertar el interés a su alrededor, especialmente de los dos hombres solos que observaron a Lola entrar. Es bueno que Rubén haya entrado inmediatamente, si no alguno podría haberse adelantado. No tengo muy claro que eso hubiese resultado manejable o que nuestra chica no se hubiese puesto demasiado nerviosa. Ahora están pendientes y siguen con interés los intentos del hombre por acercarse. Poco después me añado yo, sentándome también en la barra y tratando de establecer conversación con ella ignorando al supuesto pretendiente que ya está en faena, lo que llama la atención de todos y parece complacer a Lola, que se da aires de mujer fatal, respondiendo a nuestras bromas y comentarios con doble sentido. Sabe cómo hacer valer sus encantos, adoptando posturas provocativas y, sobre todo, desprendiendo esa sensación de morbo que acompaña a las chicas que se saben “malas”.

Su marido y yo revoloteábamos en torno suya, intentando el contacto físico, robarle un beso, o simplemente que nos dedique alguna sonrisa pícara. Ella juega con nosotros permitiendo alternativamente el acercamiento, repartiendo algún beso en la mejilla o consintiendo que nuestra boca se acerque a su cuello u hombros. En una ocasión me premia y en otra me da la espalda, favoreciendo a Rubén y castigándome. Lo cierto es que Lola se pone súper cachonda al ver que vamos creando cierta expectación y la gente del local empieza a estar pendiente de nosotros, pensando que efectivamente ella es soltera y está decidiendo a cuál de los dos se va a follar esta noche. Nadie en el pub lo sabe pero nosotros ya de antemano conocemos el resultado. Todos ganábamos y Lola se va con ambos…

En un momento dado, Rubén va al servicio y nos quedamos solos. Lola tiene su brazo sobre mi cuello y siento su aliento en la cara. Nuestras bocas muy cerca, jugando a buscarse pero sin llegar a establecer contacto. Mi mano sube por su muslo sin que ella ponga reparos. Tiene las piernas cruzadas y con los vaqueros ya sé que no puedo llegar muy lejos. Entonces le pregunto:

- ¿Estás bien? ¿Va transcurriendo todo a tu agrado?

- Estoy muy bien gracias. Y todo va genial. Mejor de lo que esperaba.

- ¿Y tu marido? Yo lo veo a gusto con la situación, pero tú lo conoces mejor que nadie.

- Rubén está también contento, lo sé. Te agradezco mucho como te estas portando y la paciencia que estas teniendo con nosotros. Te estas ganando a pulso tu premio…

- ¿Y no me puedes dar un adelanto?

- Jajjaja…

Lola ríe y con la sonrisa aun en los labios acerca su boca a la mía.

Nada más rozarnos ya noto la punta de su lengua que asoma en busca de la mía. Con todo el deseo acumulado, solo puedo sellar nuestros labios y comérsela hasta casi asfixiarme.

Cuando vuelve Rubén pregunta:

- ¿Otra copa?

- Yo ya no bebo más, no quiero dolores de cabeza ni ganas de vomitar esta noche. Mejor nos vamos - contestó Lola.

Para sorpresa de “nuestro público”, que ya daba por decantado el tema a mi favor después del beso, salimos los tres juntos, cogiendo ambos a Lola por el talle y ella con los brazos en nuestros hombros. Era consciente del interés despertado y no cabía en sí de gozo.

Cuando llegamos al hotel, recogemos nuestras tarjetas de la habitación y nos metemos en el ascensor. Ellos pulsan su planta y yo no hago nada para bajarme en la mía. Llegamos hasta la puerta y una vez entran me quedo en el umbral, pidiendo permiso para entrar con mi mirada. Tras una breve conversación entre los dos en voz baja que no llego a entender, Rubén me invita a pasar. Ya está todo decidido y sin embargo entiendo que es una situación que hay que gestionar muy bien. No quiero meter la pata haciendo algo que incomode a alguno de los dos. Hay que comenzar con buen pie para que, a última hora, justo al pasar a la acción, no se fastidie la cosa.

Como nadie reacciona, tomo yo una vez más la iniciativa.

- Bien, un par de chicos han conocido a una chavala en un pub y están locos por estar con ella. La chica quiere estar con los dos, no se conforma con uno solo ¿Y sabéis lo mejor de todo?

- No - contestan a dúo.

- Que todo esto no es una fantasía, sino una realidad. Ahora y aquí, ya no hay marido, mujer, ni amante. Solo hay tres personas que han decidido montar un trio y pasárselo de miedo. Lola, tu mandas. Di que quieres que hagamos y los dos chicos que te has ligado te obedeceremos sin rechistar. Piensa por donde te apetece empezar y danos la orden.

Ella cierra los ojos un momento. Pare que se encuentre aquí sola. Luego los abre y mirándonos fijamente nos dice:

- Desnudaos los dos. Quitaos todo.

Rubén se quita la ropa más rápido, quedando enseguida desnudo. Lola apenas le dedica una mirada. Ya lo ha visto infinidad de veces, así que tengo claro que me toca actuar para ella. Me quito la ropa poco a poco, empezando por arriba y hasta quedarme en bóxer. Hago una breve pausa, como si dudara, pero solo para ver cómo reacciona. Lola tiene los ojos brillantes y no retira ni un momento su mirada del bulto que forma mi polla. Cuando la dejo libre, ella se recrea la vista. Luego me mira con aprobación. Le gusta todo lo que ve.

- Ahora me toca a mí. Desnudadme entre los dos.

Nos acercamos y Rubén se sitúa en su espalda, mientras que yo me arrodillo frente a ella. Mis manos desabrochan su pantalón mientras Rubén le quita la camiseta. Poco a poco se lo bajo hasta los tobillos. Con mi cara rozando su monte de venus, puedo percibir el olor a flujo, mezcla de excitación y sudor de su coñito, que ya empapaba las bragas. Me pone burrísimo y mi polla se tensa al máximo. Rubén no pierde el tiempo y le baja las braguitas, dejando a la vista su sexo con solo una raspita de pelo, al estilo brasileño. Hacemos un sándwich entre él y yo, siendo Lola la comida. Rubén le masajea el culo mientras yo empiezo por besar y lamer su vientre, y de ahí ir bajando hacia el premio de su coño. Pero yo me doy cuenta que aún queda su sujetador, de modo que subo mis manos hacia arriba, acariciando sus pechos por encima de la tela de encaje. Su marido parece pensar lo mismo que yo, desea tenerla totalmente desnuda y expuesta, así que desabrocha el sostén dejando caer las tetas de Lola. En ese momento pasa algo extraño, que puedo percibir, atento como estoy a las reacciones de la mujer. Lola se lleva los brazos al pecho, como tratando de sostener u ocultar sus tetitas. Lanzo algo parecido a un gruñido de desaprobación hacia su marido por ir tan rápido.

Mas tarde pude saber que tenía un complejo con sus pechos. En general había llevado bastante bien el paso a la madurez de su cuerpo, pero sus tetas, a pesar de no ser muy grandes, ahora estaban bastante caídas. Por un momento pareció romperse la magia, pero yo le aparto suavemente los brazos y cierro mis manos sobre las puntas de sus pechos, aprovechando para pellizcarle los pezones. Luego los introduzco alternativamente en mi boca, succionándolos y chupándolos hasta que se ponen duros. Lola gime levemente y deposita sus manos en mi cabeza. Entonces sé que puedo continuar.

Bajo por el canal de sus pechos repartiendo besos y lengüetazos hasta llegar a su ombligo, parada obligatoria de mi lengua. Cuando acerco mi boca a su monte de venus, Lola contiene la respiración esperando lo que va a venir, mientras su marido le refriega el pene por el culo y le soba las tetas. Me separo un momento, lo justo para admirar su raja depilada y mojada. Algún hilillo brillante y pegajoso, demuestra ya su excitación y además percibo de nuevo el olor de sus fluidos, esta vez directamente, sin bragas de por medio. Mi lengua empieza a trabajar, pasándola lentamente por su rajita de abajo arriba, acabando en su clítoris, que chupo igual que antes sus pezones. Lola ya no gime, sino que jadeaba ostensiblemente. Le gusta que le metiera la lengua, la siento temblar al tocarle su punto sensible. Por eso la hago esperar un poco regodeándome en sus labios vaginales, antes de subir a su clítoris. Allí se lo trabajo con mi boca justo hasta que se acelera su placer y luego, para su disgusto, retiro de nuevo mis labios y lengua.

Dada la postura, es difícil satisfacerla, además con Rubén forzando una posición erguida desde atrás. Así pues, Lola se harta pronto de este juego y se mueve hacia la cama. Ella sigue mandando así que nos distribuye tal y como desea. Se tumba boca arriba y pide a su marido que se ponga a su izquierda para poder cogerle la polla con su mano izquierda y dejar su diestra libre para acariciarse el coño. Se abre de piernas y me ofrece su raja, esta vez poniéndose cómoda y abriéndose completamente. El mensaje está claro, pero ella no duda en recalcármelo:

- Chúpamelo otra vez. Ahora hasta el final.

Me arrastro por la cama entre sus muslos, besando su cara interna mientras alcanzo su coñito y comienzo de nuevo a comérselo. Ahora noto sus jugos en mi boca mezclados con mi saliva, resbalándome por la barbilla. Está muy mojada. Cuando subo a su clítoris lo atrapo con mis labios mientras lo castigo con mi lengua, esta vez ya no lo dejo escapar.

Lola se estremece y percibo contracciones de placer. Su mano derecha intenta acercarse a su coño, por si necesita masturbarse para llegar al orgasmo, pero pronto se da cuenta que eso no será necesario. En un momento que me paro para poder recuperar el aliento, veo que gira un poco la cabeza y se mete en la boca la polla de Rubén, chupándosela a la vez que trata de masturbarlo con su mano izquierda. Esta es una faceta de Lola que yo conocía por nuestras conversaciones y que os voy a adelantar para que entendáis mejor lo que pasa. A Lola le pone especialmente el sentir una verga en la boca mientras se corre. Cuando ya tomamos confianza en nuestras citas online, hablando ya sin reservas de lo que nos gustaba a cada uno y explorando placeres para próximos encuentros, ella me comento que no sabía por qué, pero si tenía un pene en la boca se excitaba aún más. De jóvenes, descubrió que cuando se la chupaba a su novio, se ponía cachonda aun incluso si se acababa de correr. Así que se convirtió en un juego habitual, reservar su orgasmo para cuando Rubén se corría en su boca. Ella se masturbaba procurando hacer coincidir los dos placeres. En otras ocasiones, usaba un consolador para chupar mientras su marido la follaba o al revés. Así que no era nada extraña la fantasía de que algún día una polla de verdad sustituyera a la de mentira, de forma que bastó que me centrara de nuevo en su botoncito del placer con mi lengua, para que Lola tuviese una corrida monumental. Con la polla de su marido llenándole la boca, apenas si podía hablar. Ella le pedía:

- ¡¡Ahora, ahora!!

Pretende que él se corra en sus labios a la vez que llega al orgasmo. Pero no pudieron sincronizarse, Lola está desatada pero Rubén tiene un postura incomoda que le impide concentrarse.

Tras correrse, ella sufre un pequeño bajón, seguramente por la intensidad del placer y la tensión soltada. Pero eso no le impide, aun con los ojos cerrados, abrirse de nuevo de piernas y ofrecer su rajita a Rubén, para que él también llegue. Le restriega el pene por su coñito empapado, introduciendo la punta primero, y luego todo el falo sin dificultad ninguna. Aumenta poco a poco el ritmo de bombeo hasta convertirse en una follada con un mete y saca rápido pero hasta el fondo. En apenas un par de minutos, Rubén se corre dentro, empujando y haciendo resbalar su polla mientras aun escupe semen.

Lola no parece ahora muy excitada, más bien un poco amodorrada, pero atrae hacia sí a su marido, abrazándose fuerte a él. Cuando Rubén saca la verga, un goterón de semen sale con ella, quedándose en su coño y parte de su culito. Ahora están los dos tumbados y satisfechos, uno junto al otro. Yo era el único que aún no había recibido ninguna caricia ni placer, así que me echo junto a Lola. Ella, adivinando lo que estaba pensando, me dice:

- Dame solo unos minutos. Ahora tendrás tu premio.

Yo asiento, limitándome solo a acariciarle un pecho y a pegar mi verga contra su muslo. Creo que he leído muy bien sus intenciones. Ella podía haberme hecho lo mismo que a su marido, abrirse y dejarse follar simplemente. Pero quería seguir disfrutando y solo necesitaba unos momentos para recuperarse. Aun no me había probado y me quería caliente. Cuando ya se considera preparada, se gira hacia mí, dándole el culo a su marido. Me toma el pene y me masturba muy lentamente. Mi boca busca la suya y nuestras lenguas se enganchan a la vez que frota su sexo con la punta de mi verga. Yo ya estoy a cien así que le digo;

- Cabálgame. Súbete y métetela entera. Fóllame.

Ella entreabre los labios con placer para emitir un gemido de aprobación.

- Ponte el condón por favor.

Me giro hacia la mesita y rápidamente me enfundo una goma. Apenas lo hago, ella se sienta a horcajadas sobre mí, dirigiendo mi polla hacia su coño. Se la introduce, bizqueando un poco de placer. Se regodea en el momento. La lengua humedeciendo sus labios es un aviso de puro y simple vicio. Por fin otra verga en su vagina. Rubén la mira con gesto de aprobación, mientras se acariciaba la polla, aun morcillona. Muy lentamente se mete la punta e inicia la follada. El semen de su marido, aun lubricaba su vagina, aunque por fuera se había limpiado, así que, a pesar de que noté un coñito estrecho que se cerraba sobre mi falo, no hubo ninguna dificultad en que entrara hasta el final. Lola lanza algo que no se calificar (gruñido, suspiro, gemido) cuando deja caer su peso sobre mí, empalándose entera y hasta el fondo.

Mi polla es más grande que la de su marido y aunque desde un punto de vista físico eso no tiene ninguna importancia para disfrutar, desde el psicológico sí que le influía a Lola, como más tarde supe. No lo decían expresamente en sus intentos de contacto, pero ella quería chicos más dotados que su hombre. Formaba parte de sus fantasías.

Me cabalga muy lentamente. Tratando de mover su cintura y culo para sentir totalmente mi falo dentro, empujando las paredes de su vagina, intentando llegar al fondo, notando su grosor. Su cara de vicio y placer, mordiéndose los labios y luego pasándose la lengua para humedecerlos, lo dice todo. Juega con mi polla hasta que yo ya no puedo aguantar más y aferro su cintura con mis dos manos empujando hacia abajo. Entonces lleva los dedos a su sexo y se masturba. Yo me corro entre espasmos, soltando todo el semen acumulado, casi mareándome del placer. Lola sigue moviéndose lentamente, sin importarle que yo haya llegado. Mi pene continúa aun tieso y eso le basta. Unos cinco minutos después, alcanza su segundo orgasmo, volcando en mi entrepierna todo su calor, humedad y contracciones. Se echa hacia delante cayendo sobre mi pecho, con la respiración entrecortada.

Está satisfecha. Ha tenido dos orgasmos, pero no se olvida de su marido. Sabe que gracias a él puede tener esta experiencia, así que se asegura de complacerlo. Rubén se ha empalmado de nuevo al verla follar conmigo y, sobre todo, cuando ella se corrió encima de mí. Lola se hace un hueco entre sus piernas y le chupa el rabo de arriba abajo sin muchas contemplaciones. Se la mete en la boca hasta el fondo, ensalivándosela completamente a la vez que lo pajea. Cuando considera que ya está a punto, le ofrece su culo, esperando que se la meta desde atrás. La estrategia clara, Lola quiere que su hombre se corra rápido. Tiene expresión fatigada (el viaje, l alcohol, las tres folladas que le hemos metido, los dos orgasmos...) pero desea dejar satisfecho a Rubén antes de irse a descansar.

El, bombea un rato, casi con furia. Yo tengo la cara de Lola a escasos centímetros de mí, y puedo observar cada gesto que hace cuando su marido se la mete de golpe hasta el fondo. No se va a correr de nuevo, pero se muerde el labio y pone cara de estar más que satisfecha con el morbo de la situación. Rubén no tarda en vaciarse otra vez, apretándola contra él, mientras ella baja la cabeza a ras de almohada, aguantando la embestida. Luego, se lleva la mano al sexo cuando su marido la saca, recibiendo en su palma la corrida que se escurre fuera de su coño. Con la mano entre sus piernas, se marcha al baño a asearse. Al volver, se tumba en la cama y se gira para dormir de costado. Me dirige una última mirada antes de cerrar los ojos que no sé cómo interpretar. Creo reconocer interés y a la vez cansancio. Parece una vaga promesa de continuidad para cuando el cuerpo y la mente descansen que yo recojo con una sonrisa. Voy a mear y aprovecho también para lavarme un poco. A la vuelta están los dos dormidos, o al menos eso parece. Considero que debo quedarme, y como lo que toca por el momento es dormir (yo también estoy exhausto), me acoplo en el sofá de la habitación, a la espera de ver que me depara el amanecer.
 
Me despierto aun de noche. Se oye ruido en el aseo y la luz del mismo baña tenuemente la habitación. Es Lola que se había levantado a mear. Escucho perfectamente el chorro que me desvela y me llama a volver a la realidad desde el oscuro sueño. Me siento en el sofá aun medio dormido, dándome cuenta que estoy empalmado. No lo recuerdo pero he debido tener sueños húmedos. Cuando apaga la lámpara y sale, me ve incorporado y entonces se acerca, sentándose a mi lado. Ninguno decimos nada. En silencio, como dos novios en un portal, Lola me toma la polla y empieza a masturbarme. Yo le acaricio las tetas mientras le como el cuello. Voy dejando un rastro de saliva mientras con pequeños bocados me voy deleitando en el sabor salado de su piel, haciéndola estremecerse con cada mordisco. Mi mano llega a su sexo y noto que se ha mojado de nuevo. Su vagina segrega flujo pegajoso que se adhiere a mis dedos. Ahora nos empezamos a masturbar mutuamente, despacio, explorando cada centímetro de su coño y ella de mi polla. Comenzamos a acelerarnos. Me pongo de rodillas y abriendo sus muslos, me dedico a lamerle su rajita intentando introducir la lengua. El efecto es que hace subió su excitación y el chocho se empapa más aún. Me incorporo y paso mi rabo por la entrada a su coño. Mi verga, que ya tenía también la punta húmeda de líquido preseminal, va resbalando sobre su clítoris, poniéndola súper cachonda. Lola jadea en la oscuridad. No puedo verle bien la cara pero oigo su respiración agitada. En un momento dado, no aguanto más y se la introduzco. Ella no dice en ese instante nada, solo corrige la posición de su culo para acercarlo al borde del sofá, abriéndose más y facilitando que mi verga penetre hasta el fondo. Cuando entro a pelo y toco con mis huevos en su culo, siento que me muero de gusto, y algo parecido debe sentir ella, porque se agarra a mis caderas y me clava los dedos atrayendo mi cintura, buscando sin duda que la penetre hasta el fondo. Ya no me puedo contener. La embisto casi con desesperación, cosa que la hace reaccionar. De repente se la saca y abrazándose a mí, mientras mi polla se aplasta por fuera contra su raja, me recrimina:

- No podemos así. Se nos está yendo la olla. Para por favor.

- Tengo la vasectomía, ya sabes que no te puedo dejar embarazada.

- Pero no es lo que hemos acordado, tengo que hablarlo con Rubén.

- Voy por un condón - concedo. No es cuestión de discutir, sino de respetar sus normas y ponernos a follar.

Con la funda ya puesta, vuelvo a apuntarla a su agujero húmedo. Esta vez ya no hay motivo de preocupación así que nos abandonamos a una follada dura y larga. La bombeo mientras ella me abraza y con los ojos cerrados siente cada embestida. Mi cara esta junto a la suya y me recreo en su éxtasis. Los jadeos, la boca abierta con gesto obsceno, el aliento húmedo en mi rosto, el movimiento de su pelvis cuando la dejo bien metida y empujo hasta el fondo como si quisiera atravesarla, la piel de gallina que recorren mis dedos, los pezones duros. Ya llego al orgasmo, la aviso y Lola se separa de mí solo lo justo para introducir la mano y ayudarse de sus dedos para llegar al clímax. Prácticamente coincidimos en el clímax, sintiendo como de nuevo me atrae hacia ella y sus tetas sudorosas se restregaban contra mi pecho, también bañado en transpiración. Poco a poco y sin sacarla, nuestros alientos se fueron normalizando, aunque el corazón seguía latiendo con fuerza. La extraigo de su coñito todavía dura. El condón está mojado y pegajoso de sus fluidos. Ella lo nota cuando le restriego mi polla por su vientre al ir de nuevo a besarla en la boca. Entonces hace algo que yo no esperaba. Agarra el preservativo por la punta y me lo quita con un par de tirones. Al sacármelo de esa forma, parte de mi semen queda esparcido por el pene. Lola cierra su mano sobre mi miembro y al sentir el contacto con mi esperma, empieza a restregármelo por todo el falo. Es como una suave masturbación, esparciendo mi leche y llenándose la palma de la mano y sus dedos, mientras me come la boca. Entonces no intuí muy bien el sentido de esta acción, pero luego lo comprendí, al cabo de unos días. Si seguís leyendo obtendréis la respuesta.

Tras un rato de caricias y besos, se impone el cansancio y la incomodidad del sofá. Lola se marcha a la cama y se tumba al lado de Rubén. Yo me tapo con una sábana y me vuelvo a quedar dormido. Tampoco esta vez recuerdo con qué sueño, solo que duermo profundamente hasta que la luz del sol a través de la ventana y la conversación de Rubén y Lola me despiertan. Conversan en la cama. Me acerco desperezándome y me siento junto a ellos.

- ¿Desayunamos? ¿No hay hambre después de lo de anoche?

Lola contesta:

- Le contaba a Rubén el polvo que echamos cuando me levante a mear. Me estaba riñendo por no haberle despertado.

- Surgió sin más Rubén, no tiene importancia. Si quieres lo repetimos ahora incluyéndote a ti.

- Pues algo habrá que hacer, porque mira como esta mi amor…

Afirma Lola mientras señala la polla tiesa de su marido.

Ahora, recién levantado y cansado, me cuesta encontrar el deseo. Pero al ver como Lola se inclina sobre Rubén y empieza a chupársela a fondo, el morbo me puede de nuevo. Se pone de rodillas de nalgas hacia mí y continua con la mamada a la vez que mueve su culo como incitándome a metérsela. Me enfundo un preservativo y no tardo en penetrar a su mujer. Como aún estaba algo dormido, puedo aguantar un tiempo largo dándole fuerte y hasta el fondo. Lola, de vez en cuando, deja de chupar para poder emitir algunos gemidos que poco a poco se transforman en gritos de placer. Rubén se desespera y agarrándola de la cabeza, la lleva de nuevo hacia su rabo para que no rompa el ritmo. Yo recuerdo que, en una de nuestras conversaciones de chat, Rubén había confesado que la imagen que más le ponía sobre lo que quería, era correrse en la boca de su mujer, mientras ella a cuatro patas, recibía por detrás los empellones de su amante. Sentir como acompasaba sus chupadas con los empujones y embestidas en su coño de otra polla. Entendí que así era como se quería correr Rubén y no tuve problema para aguantar un rato hasta que lo consiguió. Todo el tiempo que soporto sin bajar el ritmo sirve para que Lola se ponga a cien por hora. Cuando siente el semen de su marido dispararse en su boca, trata de mantener la polla dentro para que la regara hasta la última gota. Pero yo le doy con fuerza y al final se le escurre entre los labios. Al seguir dándole empellones con mi miembro, provoco que parte de la leche mezclada con baba se le resbale por la barbilla. Puedo apreciarlo cuando ella gira la cabeza hacia mí para observar cómo me la follo. Ya no aguanto más, así que vuelvo a vaciarme dentro de ella. En cuanto Lola lo nota, pega su coño a mi sexo para sentir todos mis espasmos. Luego se tumbó boca abajo y metiendo su mano entre las piernas comenzó a masturbarse. Rápidamente me cambio el condón y aprovechando antes de que se me baje, se la vuelvo a meter en esa posición. Lola ahoga un grito de placer y sorpresa y rápidamente se corre.

Los tres nos quedamos de nuevo satisfechos y tirados sobre la cama. Luego tocó ducha y desayuno. En la despedida, les pedí que me dijeran si se lo habían pasado bien y se habían sentido satisfechos. Ambos me dijeron que sí y se interesaron también por mí. Era la primera vez que me preguntaban. Les dije que lo había pasado muy bien y que teníamos que repetir. Todavía existían muchas fantasías que cumplir.

Al decir esto Lola comento que ella y Rubén tenían que hablar. Había sido satisfactorio, pero ella quería resolver una cuestión porque quería llegar más lejos. Quería relaciones “completas y hasta el final”. Yo no entendí muy bien esto hasta que más adelante me lo aclaró por el chat.

Pero eso es la segunda parte de nuestra historia. Y será otro día si interesa. Por hoy ya está bien.
 
Disponemos de una sola noche, ya que Rubén y Lola solo pueden faltar de su casa este día, así que decido tomar la iniciativa. Como no los veo aun listos para subir a la habitación, propongo un juego para tratar de animarnos. Nos tomaremos la última copa en un pub de la zona. Allí nadie nos conoce, estamos libres de toda atadura, así que podemos jugar interpretando los papeles que nuestra imaginación nos dicte. Cuanto más morbo mejor. De manera que hago la siguiente propuesta: entraremos por separado los tres. Tanto Rubén como yo cortejaremos a Lola, que se dejará querer, jugando con los dos y sin acabar de decidirse por ninguno. A partir de ahí, continuar como nos apetezca.

Les sorprende el juego, no se lo esperaban y puedo ver como intercambiaban miradas que dicen: “Esto se pone interesante”. No habían previsto que yo pudiera proponer esa iniciativa, pero les gusta. La comunicación no verbal de Lola hacia mí, dice: “Sigue así, no nos estas defraudando. Has cogido el timón y me gusta como pilotas…

Elegimos un local cercano, una mezcla entre pub y cafetería bastante animada donde Lola entra pisando fuerte, segura de sí misma y acomodándose perfectamente al papel. Consigue que un par de parroquianos se fijen en ella, mirándola con interés. Se sitúa en la barra que esta desocupada, sentándose en un taburete donde sitúa su culo casi al borde. Deja la chaqueta al lado y pone recto el dorso, marcando pecho. Sus cachetes se marcan al aplastarse en el asiento. El vaquero de talle bajo deja ver parte del tanga en la cintura y su espalda desnuda desde los hombros hasta el culo, solo cruzada por el top negro resulta de lo más sugerente.

Rubén entra mientras yo me hago el disimulado frente al ventanal del pub, como si esperara a alguien. Lo veo pedir una copa y entablar conversación con su mujer como si fuera una desconocida. Ella se ríe. Su marido esta muy desentrenado, hace muchísimo que no intenta ligar. El se ríe también, consciente de su torpeza. Sabe dios con que patética formula le habrá entrado. Parecen despertar el interés a su alrededor, especialmente de los dos hombres solos que observaron a Lola entrar. Es bueno que Rubén haya entrado inmediatamente, si no alguno podría haberse adelantado. No tengo muy claro que eso hubiese resultado manejable o que nuestra chica no se hubiese puesto demasiado nerviosa. Ahora están pendientes y siguen con interés los intentos del hombre por acercarse. Poco después me añado yo, sentándome también en la barra y tratando de establecer conversación con ella ignorando al supuesto pretendiente que ya está en faena, lo que llama la atención de todos y parece complacer a Lola, que se da aires de mujer fatal, respondiendo a nuestras bromas y comentarios con doble sentido. Sabe cómo hacer valer sus encantos, adoptando posturas provocativas y, sobre todo, desprendiendo esa sensación de morbo que acompaña a las chicas que se saben “malas”.

Su marido y yo revoloteábamos en torno suya, intentando el contacto físico, robarle un beso, o simplemente que nos dedique alguna sonrisa pícara. Ella juega con nosotros permitiendo alternativamente el acercamiento, repartiendo algún beso en la mejilla o consintiendo que nuestra boca se acerque a su cuello u hombros. En una ocasión me premia y en otra me da la espalda, favoreciendo a Rubén y castigándome. Lo cierto es que Lola se pone súper cachonda al ver que vamos creando cierta expectación y la gente del local empieza a estar pendiente de nosotros, pensando que efectivamente ella es soltera y está decidiendo a cuál de los dos se va a follar esta noche. Nadie en el pub lo sabe pero nosotros ya de antemano conocemos el resultado. Todos ganábamos y Lola se va con ambos…

En un momento dado, Rubén va al servicio y nos quedamos solos. Lola tiene su brazo sobre mi cuello y siento su aliento en la cara. Nuestras bocas muy cerca, jugando a buscarse pero sin llegar a establecer contacto. Mi mano sube por su muslo sin que ella ponga reparos. Tiene las piernas cruzadas y con los vaqueros ya sé que no puedo llegar muy lejos. Entonces le pregunto:

- ¿Estás bien? ¿Va transcurriendo todo a tu agrado?

- Estoy muy bien gracias. Y todo va genial. Mejor de lo que esperaba.

- ¿Y tu marido? Yo lo veo a gusto con la situación, pero tú lo conoces mejor que nadie.

- Rubén está también contento, lo sé. Te agradezco mucho como te estas portando y la paciencia que estas teniendo con nosotros. Te estas ganando a pulso tu premio…

- ¿Y no me puedes dar un adelanto?

- Jajjaja…

Lola ríe y con la sonrisa aun en los labios acerca su boca a la mía.

Nada más rozarnos ya noto la punta de su lengua que asoma en busca de la mía. Con todo el deseo acumulado, solo puedo sellar nuestros labios y comérsela hasta casi asfixiarme.

Cuando vuelve Rubén pregunta:

- ¿Otra copa?

- Yo ya no bebo más, no quiero dolores de cabeza ni ganas de vomitar esta noche. Mejor nos vamos - contestó Lola.

Para sorpresa de “nuestro público”, que ya daba por decantado el tema a mi favor después del beso, salimos los tres juntos, cogiendo ambos a Lola por el talle y ella con los brazos en nuestros hombros. Era consciente del interés despertado y no cabía en sí de gozo.

Cuando llegamos al hotel, recogemos nuestras tarjetas de la habitación y nos metemos en el ascensor. Ellos pulsan su planta y yo no hago nada para bajarme en la mía. Llegamos hasta la puerta y una vez entran me quedo en el umbral, pidiendo permiso para entrar con mi mirada. Tras una breve conversación entre los dos en voz baja que no llego a entender, Rubén me invita a pasar. Ya está todo decidido y sin embargo entiendo que es una situación que hay que gestionar muy bien. No quiero meter la pata haciendo algo que incomode a alguno de los dos. Hay que comenzar con buen pie para que, a última hora, justo al pasar a la acción, no se fastidie la cosa.

Como nadie reacciona, tomo yo una vez más la iniciativa.

- Bien, un par de chicos han conocido a una chavala en un pub y están locos por estar con ella. La chica quiere estar con los dos, no se conforma con uno solo ¿Y sabéis lo mejor de todo?

- No - contestan a dúo.

- Que todo esto no es una fantasía, sino una realidad. Ahora y aquí, ya no hay marido, mujer, ni amante. Solo hay tres personas que han decidido montar un trio y pasárselo de miedo. Lola, tu mandas. Di que quieres que hagamos y los dos chicos que te has ligado te obedeceremos sin rechistar. Piensa por donde te apetece empezar y danos la orden.

Ella cierra los ojos un momento. Pare que se encuentre aquí sola. Luego los abre y mirándonos fijamente nos dice:

- Desnudaos los dos. Quitaos todo.

Rubén se quita la ropa más rápido, quedando enseguida desnudo. Lola apenas le dedica una mirada. Ya lo ha visto infinidad de veces, así que tengo claro que me toca actuar para ella. Me quito la ropa poco a poco, empezando por arriba y hasta quedarme en bóxer. Hago una breve pausa, como si dudara, pero solo para ver cómo reacciona. Lola tiene los ojos brillantes y no retira ni un momento su mirada del bulto que forma mi polla. Cuando la dejo libre, ella se recrea la vista. Luego me mira con aprobación. Le gusta todo lo que ve.

- Ahora me toca a mí. Desnudadme entre los dos.

Nos acercamos y Rubén se sitúa en su espalda, mientras que yo me arrodillo frente a ella. Mis manos desabrochan su pantalón mientras Rubén le quita la camiseta. Poco a poco se lo bajo hasta los tobillos. Con mi cara rozando su monte de venus, puedo percibir el olor a flujo, mezcla de excitación y sudor de su coñito, que ya empapaba las bragas. Me pone burrísimo y mi polla se tensa al máximo. Rubén no pierde el tiempo y le baja las braguitas, dejando a la vista su sexo con solo una raspita de pelo, al estilo brasileño. Hacemos un sándwich entre él y yo, siendo Lola la comida. Rubén le masajea el culo mientras yo empiezo por besar y lamer su vientre, y de ahí ir bajando hacia el premio de su coño. Pero yo me doy cuenta que aún queda su sujetador, de modo que subo mis manos hacia arriba, acariciando sus pechos por encima de la tela de encaje. Su marido parece pensar lo mismo que yo, desea tenerla totalmente desnuda y expuesta, así que desabrocha el sostén dejando caer las tetas de Lola. En ese momento pasa algo extraño, que puedo percibir, atento como estoy a las reacciones de la mujer. Lola se lleva los brazos al pecho, como tratando de sostener u ocultar sus tetitas. Lanzo algo parecido a un gruñido de desaprobación hacia su marido por ir tan rápido.

Mas tarde pude saber que tenía un complejo con sus pechos. En general había llevado bastante bien el paso a la madurez de su cuerpo, pero sus tetas, a pesar de no ser muy grandes, ahora estaban bastante caídas. Por un momento pareció romperse la magia, pero yo le aparto suavemente los brazos y cierro mis manos sobre las puntas de sus pechos, aprovechando para pellizcarle los pezones. Luego los introduzco alternativamente en mi boca, succionándolos y chupándolos hasta que se ponen duros. Lola gime levemente y deposita sus manos en mi cabeza. Entonces sé que puedo continuar.

Bajo por el canal de sus pechos repartiendo besos y lengüetazos hasta llegar a su ombligo, parada obligatoria de mi lengua. Cuando acerco mi boca a su monte de venus, Lola contiene la respiración esperando lo que va a venir, mientras su marido le refriega el pene por el culo y le soba las tetas. Me separo un momento, lo justo para admirar su raja depilada y mojada. Algún hilillo brillante y pegajoso, demuestra ya su excitación y además percibo de nuevo el olor de sus fluidos, esta vez directamente, sin bragas de por medio. Mi lengua empieza a trabajar, pasándola lentamente por su rajita de abajo arriba, acabando en su clítoris, que chupo igual que antes sus pezones. Lola ya no gime, sino que jadeaba ostensiblemente. Le gusta que le metiera la lengua, la siento temblar al tocarle su punto sensible. Por eso la hago esperar un poco regodeándome en sus labios vaginales, antes de subir a su clítoris. Allí se lo trabajo con mi boca justo hasta que se acelera su placer y luego, para su disgusto, retiro de nuevo mis labios y lengua.

Dada la postura, es difícil satisfacerla, además con Rubén forzando una posición erguida desde atrás. Así pues, Lola se harta pronto de este juego y se mueve hacia la cama. Ella sigue mandando así que nos distribuye tal y como desea. Se tumba boca arriba y pide a su marido que se ponga a su izquierda para poder cogerle la polla con su mano izquierda y dejar su diestra libre para acariciarse el coño. Se abre de piernas y me ofrece su raja, esta vez poniéndose cómoda y abriéndose completamente. El mensaje está claro, pero ella no duda en recalcármelo:

- Chúpamelo otra vez. Ahora hasta el final.

Me arrastro por la cama entre sus muslos, besando su cara interna mientras alcanzo su coñito y comienzo de nuevo a comérselo. Ahora noto sus jugos en mi boca mezclados con mi saliva, resbalándome por la barbilla. Está muy mojada. Cuando subo a su clítoris lo atrapo con mis labios mientras lo castigo con mi lengua, esta vez ya no lo dejo escapar.

Lola se estremece y percibo contracciones de placer. Su mano derecha intenta acercarse a su coño, por si necesita masturbarse para llegar al orgasmo, pero pronto se da cuenta que eso no será necesario. En un momento que me paro para poder recuperar el aliento, veo que gira un poco la cabeza y se mete en la boca la polla de Rubén, chupándosela a la vez que trata de masturbarlo con su mano izquierda. Esta es una faceta de Lola que yo conocía por nuestras conversaciones y que os voy a adelantar para que entendáis mejor lo que pasa. A Lola le pone especialmente el sentir una verga en la boca mientras se corre. Cuando ya tomamos confianza en nuestras citas online, hablando ya sin reservas de lo que nos gustaba a cada uno y explorando placeres para próximos encuentros, ella me comento que no sabía por qué, pero si tenía un pene en la boca se excitaba aún más. De jóvenes, descubrió que cuando se la chupaba a su novio, se ponía cachonda aun incluso si se acababa de correr. Así que se convirtió en un juego habitual, reservar su orgasmo para cuando Rubén se corría en su boca. Ella se masturbaba procurando hacer coincidir los dos placeres. En otras ocasiones, usaba un consolador para chupar mientras su marido la follaba o al revés. Así que no era nada extraña la fantasía de que algún día una polla de verdad sustituyera a la de mentira, de forma que bastó que me centrara de nuevo en su botoncito del placer con mi lengua, para que Lola tuviese una corrida monumental. Con la polla de su marido llenándole la boca, apenas si podía hablar. Ella le pedía:

- ¡¡Ahora, ahora!!

Pretende que él se corra en sus labios a la vez que llega al orgasmo. Pero no pudieron sincronizarse, Lola está desatada pero Rubén tiene un postura incomoda que le impide concentrarse.

Tras correrse, ella sufre un pequeño bajón, seguramente por la intensidad del placer y la tensión soltada. Pero eso no le impide, aun con los ojos cerrados, abrirse de nuevo de piernas y ofrecer su rajita a Rubén, para que él también llegue. Le restriega el pene por su coñito empapado, introduciendo la punta primero, y luego todo el falo sin dificultad ninguna. Aumenta poco a poco el ritmo de bombeo hasta convertirse en una follada con un mete y saca rápido pero hasta el fondo. En apenas un par de minutos, Rubén se corre dentro, empujando y haciendo resbalar su polla mientras aun escupe semen.

Lola no parece ahora muy excitada, más bien un poco amodorrada, pero atrae hacia sí a su marido, abrazándose fuerte a él. Cuando Rubén saca la verga, un goterón de semen sale con ella, quedándose en su coño y parte de su culito. Ahora están los dos tumbados y satisfechos, uno junto al otro. Yo era el único que aún no había recibido ninguna caricia ni placer, así que me echo junto a Lola. Ella, adivinando lo que estaba pensando, me dice:

- Dame solo unos minutos. Ahora tendrás tu premio.

Yo asiento, limitándome solo a acariciarle un pecho y a pegar mi verga contra su muslo. Creo que he leído muy bien sus intenciones. Ella podía haberme hecho lo mismo que a su marido, abrirse y dejarse follar simplemente. Pero quería seguir disfrutando y solo necesitaba unos momentos para recuperarse. Aun no me había probado y me quería caliente. Cuando ya se considera preparada, se gira hacia mí, dándole el culo a su marido. Me toma el pene y me masturba muy lentamente. Mi boca busca la suya y nuestras lenguas se enganchan a la vez que frota su sexo con la punta de mi verga. Yo ya estoy a cien así que le digo;

- Cabálgame. Súbete y métetela entera. Fóllame.

Ella entreabre los labios con placer para emitir un gemido de aprobación.

- Ponte el condón por favor.

Me giro hacia la mesita y rápidamente me enfundo una goma. Apenas lo hago, ella se sienta a horcajadas sobre mí, dirigiendo mi polla hacia su coño. Se la introduce, bizqueando un poco de placer. Se regodea en el momento. La lengua humedeciendo sus labios es un aviso de puro y simple vicio. Por fin otra verga en su vagina. Rubén la mira con gesto de aprobación, mientras se acariciaba la polla, aun morcillona. Muy lentamente se mete la punta e inicia la follada. El semen de su marido, aun lubricaba su vagina, aunque por fuera se había limpiado, así que, a pesar de que noté un coñito estrecho que se cerraba sobre mi falo, no hubo ninguna dificultad en que entrara hasta el final. Lola lanza algo que no se calificar (gruñido, suspiro, gemido) cuando deja caer su peso sobre mí, empalándose entera y hasta el fondo.

Mi polla es más grande que la de su marido y aunque desde un punto de vista físico eso no tiene ninguna importancia para disfrutar, desde el psicológico sí que le influía a Lola, como más tarde supe. No lo decían expresamente en sus intentos de contacto, pero ella quería chicos más dotados que su hombre. Formaba parte de sus fantasías.

Me cabalga muy lentamente. Tratando de mover su cintura y culo para sentir totalmente mi falo dentro, empujando las paredes de su vagina, intentando llegar al fondo, notando su grosor. Su cara de vicio y placer, mordiéndose los labios y luego pasándose la lengua para humedecerlos, lo dice todo. Juega con mi polla hasta que yo ya no puedo aguantar más y aferro su cintura con mis dos manos empujando hacia abajo. Entonces lleva los dedos a su sexo y se masturba. Yo me corro entre espasmos, soltando todo el semen acumulado, casi mareándome del placer. Lola sigue moviéndose lentamente, sin importarle que yo haya llegado. Mi pene continúa aun tieso y eso le basta. Unos cinco minutos después, alcanza su segundo orgasmo, volcando en mi entrepierna todo su calor, humedad y contracciones. Se echa hacia delante cayendo sobre mi pecho, con la respiración entrecortada.

Está satisfecha. Ha tenido dos orgasmos, pero no se olvida de su marido. Sabe que gracias a él puede tener esta experiencia, así que se asegura de complacerlo. Rubén se ha empalmado de nuevo al verla follar conmigo y, sobre todo, cuando ella se corrió encima de mí. Lola se hace un hueco entre sus piernas y le chupa el rabo de arriba abajo sin muchas contemplaciones. Se la mete en la boca hasta el fondo, ensalivándosela completamente a la vez que lo pajea. Cuando considera que ya está a punto, le ofrece su culo, esperando que se la meta desde atrás. La estrategia clara, Lola quiere que su hombre se corra rápido. Tiene expresión fatigada (el viaje, l alcohol, las tres folladas que le hemos metido, los dos orgasmos...) pero desea dejar satisfecho a Rubén antes de irse a descansar.

El, bombea un rato, casi con furia. Yo tengo la cara de Lola a escasos centímetros de mí, y puedo observar cada gesto que hace cuando su marido se la mete de golpe hasta el fondo. No se va a correr de nuevo, pero se muerde el labio y pone cara de estar más que satisfecha con el morbo de la situación. Rubén no tarda en vaciarse otra vez, apretándola contra él, mientras ella baja la cabeza a ras de almohada, aguantando la embestida. Luego, se lleva la mano al sexo cuando su marido la saca, recibiendo en su palma la corrida que se escurre fuera de su coño. Con la mano entre sus piernas, se marcha al baño a asearse. Al volver, se tumba en la cama y se gira para dormir de costado. Me dirige una última mirada antes de cerrar los ojos que no sé cómo interpretar. Creo reconocer interés y a la vez cansancio. Parece una vaga promesa de continuidad para cuando el cuerpo y la mente descansen que yo recojo con una sonrisa. Voy a mear y aprovecho también para lavarme un poco. A la vuelta están los dos dormidos, o al menos eso parece. Considero que debo quedarme, y como lo que toca por el momento es dormir (yo también estoy exhausto), me acoplo en el sofá de la habitación, a la espera de ver que me depara el amanecer.
Menuda historia
 
Habían pasado ya unos diez días desde nuestro encuentro. En tres ocasiones habíamos podido chatear, y tanto Lola como Rubén, me decían lo satisfechos que habían quedado, pero yo intuía que era solo el principio. Se había abierto una espita a su morbo y deseo y ya no la cerrarían, llegando más lejos de lo que yo hubiese podido creer. No obstante, me había quedado preocupado por las palabras de Lola a su marido (tenemos que hablar) y porque percibía que había cosas que se me escapaban. Temía que alguna cosa no estuviese bien y no volvieran a querer quedar, aunque no se me ocurría que podría ser.

La respuesta fue en este caso de Lola. Aprovechando una sesión muy caliente, donde recordábamos el encuentro, yo les pedí que dijéramos que es lo que más nos había excitado a cada uno. Ella me sorprendió al decir:

- ¿Te acuerdas cuando te cogí con la mano tu polla llena de semen? Todavía me mojo cuando me acuerdo como te lo restregué por toda la verga y como me dejaste el vientre pegajoso.

Lo cierto es que ahora entiendo porque lo hizo. Sabía que se pondría cachonda al recordarlo en los días siguientes. Y lo cierto es que ahora que lo decía, yo también me acorde de ese detalle entre otros.

- ¿Y tú Rubén?

- Yo recuerdo el momento en que lola me la chupaba mientras tú la cabalgabas por detrás. Me corrí con la visión de su cara mientras me la mamaba y recibía tus cachetazos. He pasado mucho tiempo imaginando esa escena.

- Sin embargo, tengo la sensación de que algo no os debió de gustar. ¿Fue algo que yo hice o dije?

- Todo está bien, para ser el primer encuentro estuvo genial. Además, hemos disipado todas nuestras dudas. Ya iremos avanzando un poco mas en las siguientes citas.

No quise insistir, pero más adelante, tras un par más de citas y una vez rotas todas las barreras, Lola me confeso de qué se trataba.

- ¿Lola, a que te referías en nuestra primera cita, cuando decías que Rubén y tu teníais que hablar? ¿Era por algo que yo hice?

- No, lo que pasa es que hay cosas que me ponen muy cachonda y que me hubiese gustado hacer esa noche.

- ¿Cómo qué?

- Como follar a pelo y sentir tu semen dentro de mí. Cuando lo hicimos en el sofá casi me corro al sentirla sin el preservativo. Todo el rato que después estuvimos follando no paraba de desear que te lo quitaras. Y cuando se la mamaba a Rubén, también quería poder meterme tu polla en la boca y chupártela hasta el final. Mira, una cosa que no te dijimos entonces, es que también tenía fantasías con el esperma. Me pone mucho restregármelo, sentirlo dentro y fuera de mí, todo caliente. Y otras cosas que aún no habíamos hablado porque no sabíamos si íbamos a pasar del primer movimiento. Pensábamos que si contábamos esto, el chico que eligiéramos iba a ir a saco y no nos respetaría, ni nos dejaría marcar los tiempos a nosotros.

- Ya sabes que yo no soy así.

- Por eso te lo cuento ahora. Pero además es que queríamos ir sobre seguro. No te lo tomes a mal Luis, pero sabes que en este mundo hay de todo y no nos atrevemos a jugar con fuego.

- Lola, no me enfado en absoluto. Yo confío en vosotros por mi experiencia y porque veo claro que estáis empezando, pero tampoco lo haría a pelo con cualquiera.

Así que de eso se trataba. Yo aún no podía saberlo en nuestra segunda cita, pero Lola y Rubén habían hablado del tema. Una vez dado el primer paso y habiendo disfrutado, Lola quería poner la directa. Con otro no lo hubiesen hecho, pero yo les inspiraba la máxima confianza y ella no quería dejar pasar la ocasión. No sabían si encontrarían más adelante otra persona de su agrado y que les permitiera llevar la batuta como yo lo hacía. Incluso en una ocasión, hablando por internet del tema de las enfermedades de transmisión sexual, yo todo serio, le ofrecí mandarle a Rubén una analítica que demostraba que estaba limpio. Ellos declinaron la idea riéndose, pero estoy seguro que mi disposición radical a disipar cualquier duda al respecto, también influyo en su decisión. El caso es que habían decidido, que ya que estaba vasectomizado podrían permitirse los placeres que antes relataba Lola. Todo iba tan rápido, que ellos mismos se sorprendían y se mostraban inseguros de sus propias decisiones, por lo menos hasta que las ponían en práctica. Esa inseguridad era la que yo percibía sin saber de qué se trataba.

Lo cierto es que cuando fijamos la segunda cita, yo no estaba al corriente de nada de esto, aunque algo me olía. Pero ellos ya sabían lo que íbamos a hacer. Esta vez podían quedarse un día y medio, con lo que disponíamos de algo más que una noche. Ya no había hielo que romper así que cuando nos vimos la duda era irnos directamente a la habitación o salir antes a cenar. La otra vez nos habían dado muy buen resultado los preliminares, así que les propuse salir a comer algo y a “Jugar”. A Rubén le pareció bien y Lola me dio la impresión que se aguantaba las ganas. Aunque dijo que ok, creo que estaba muy caliente y no le hubiese importado echar un primer polvo. Pero creo que se dio cuenta de que, si nos metíamos en la habitación, ya no salíamos hasta el día siguiente, así que acepto que nos fuésemos a la calle.

Tras cenar en un italiano, bien contentos después de bebernos un par de jarras de sangría, propuse repetir el jueguecito de ir a un pub y escandalizar un poco al personal. Pero esta vez ya no era necesario según Lola, esta vez eran ellos los que ya tenían algún juego previsto para sorprenderme. Prefería ir al hotel. Y Rubén la secundaba, así que no era yo el que iba a poner pegas.

Nos habíamos desplazado en coche al restaurante, así que lo tomamos para volver. Yo no renunciaba a poner un poco de pique antes de meternos en la habitación, así que cuando Lola se fue a subir al lado de su marido, que era quien conducía, le dije:

- Lola, ¿Por qué no te subes atrás conmigo? Apuesto lo que sea a Rubén a que es incapaz de llegar al hotel conduciendo sin haber mirado ni una vez al asiento trasero.

- ¡! Venga¡! - Animó su marido.

No hubo que volver a repetir la petición, ella se escurrió en el asiento trasero junto a mí. Mi idea era ir caldeando el ambiente por el camino. Lo que pasa es que Lola ya venía a tope, así que la cosa se nos fue un poco de las manos.

Esa noche llevaba un vestido de punto muy ceñido y bastante corto. No fue problema meterle la mano por entre los muslos mientras le comía la boca. Ella los mantenía aun cerrados, como queriendo que yo me ganara el derecho a que me los abriera de par en par. Volví mis dedos a sus pechos, metiendo la mano por el escote e introduciéndolos entre el sujetador y sus pezones, para poder acariciarlos. Ella puso la mano sobre mi paquete, intentando recorrer por encima de la tela del pantalón mi polla ya tiesa. En ese momento, comencé a recorrer su cuello con mi boca e intenté de nuevo el asalto a su entrepierna, esta vez con éxito. Pude notar su sexo caliente tocando sus braguitas ya húmedas. Separe un poco la tela de las braguitas y mis dedos acariciaron su rajita, paseándose por ella hasta concentrarse en su clítoris. Tras un rato de masaje dejé deslizar hacia abajo mi dedo corazón, pasándolo por sus labios mojados, dejando que se empapara de sus flujos para lubricarlo e introduciéndolo después hasta los nudillos en su vagina.

El grito de placer de lola llego hasta su marido que pregunto:

- ¿Qué hacéis ahí detrás? Contádmelo.

- Luis me está comiendo con la lengua. Además, me está pajeando el coño ahora mismo. Que placer. Si sigue así, meneando sus dedos de esa manera, me corro antes de llegar al hotel.

- Tienes que reservarte, queda mucha noche.

- Pero es que me gusta mucho.

No obstante, pareció que Lola hacia caso a su marido. Me retiró la mano de su vagina y comenzó a desabrocharme el pantalón.

- Quiero volver a verla - me dijo.

Cuando pudo sacármela, vio que la punta estaba húmeda. Esta vez me lleve una sorpresa porque no dudo en metérsela en la boca sin preservativo. Algo efectivamente estaba cambiando desde la cita anterior. Su boca caliente y húmeda me la ensalivó completamente en apenas unos segundos. Se la metió hasta la campanilla. La zona por la que íbamos estaba bastante desierta y era por la noche, pero eso no parecía importar a Lola, que parecía que igual le hubiese dado circular por el centro de la ciudad. Ella solo veía esa polla que le iba a reventar en la boca de lo excitado que me tenía. En ese momento llegamos al parking del hotel. Rubén estacionó en una zona discreta y tal y como detuvo el coche, Lola se subió sobre mí. Empezó a restregar su coño contra mi verga mientras su marido se volvía y miraba ya a placer, sin tener que estar pendiente de la conducción. Se separó un poco las bragas para que su sexo contactara con el mío directamente. El frote de mi capullo contra su clítoris fue demasiado para ella, que condujo mi pene hasta su agujero y se metió la punta.

Yo no me lo creía e hice un gesto como diciéndole

- ¿Dónde vas loca? Que nos mira tu marido.

Y ella me dijo entonces:

- No pasa nada está todo bien. Lo hemos hablado.

En ese instante, empujo hacia abajo metiéndose del todo mi verga en su coño. Aquello era un volcán. La note muy caliente y empapada. Tanto que tuve que decirle que parara. En apenas un par de culetazos ya estaba a punto de correrme y os aseguro que yo soy de los que aguanto. Lola se la saco y comenzó a restregar sus labios vaginales y su clítoris contra mi verga, que ya estaba más que pegajosa de líquidos suyos y míos.

Entonces fue Rubén quien se impacientó. Desde su posición solo veía el culo de su mujer y apenas podía intervenir.

- Dejaos de jugar y subamos a la habitación que allí disfrutaremos todos mejor.

Lola metió sus bragas en el bolso y desnuda debajo del vestido se encamino a la entrada. Yo no dejaba de pensar en su coño caliente y mojado, así como en sus muslos que habían quedado también pegajosos por la follada y el restriegue con mi polla. Estaba tan empalmado y caliente que pensé que todo el mundo se daría cuenta, pero lo cierto es que nadie nos prestó atención cuando cruzamos el vestíbulo y nos dirigimos a los ascensores.

En la planta, Lola iba por delante nuestra en el pasillo, deleitándonos a Rubén y a mí con sus movimientos de cadera y culo al andar. Sabía que el no llevar nada debajo le añadía morbo al asunto y que tenía a su marido y a otro semental locos por montarla. En la habitación, ellos siguieron sorprendiéndome. Aprendían a la velocidad del rayo y habían preparado su propia propuesta para esa noche. Esta vez no fue Lola la que empezó a dirigir, sino su marido.

- Quítate todo, te queremos desnuda completamente.

Ella obedeció, dejando caer el vestido a sus pies y sacándose el sujetador. Nos miraba desnuda, desafiante, quieta en el sitio pero a la vez moviendo un poco su cintura, como si fuera necesario para atraer nuestras miradas a su sexo depilado y con los labios un poco abultados de la excitación.

Rubén le dijo:

- Súbete a la cama que esto no ha hecho nada más que empezar. Tiéndete y extiende los brazos.

Yo no sabía de qué iba a ir la cosa, pero estaba claro que Rubén no actuaba por iniciativa propia, al menos completamente. Estaba desarrollando una coreografía que previamente habían diseñado, casi seguro que inspirada por Lola. En ese momento, saco una cadenita que paso por la barra de forja que estaba en el cabecero de la cama y unas esposas que le puso a su mujer, a la vez que pasaba por ellas la cadena. Lola quedaba así atada a la cama, aunque con capacidad de movimiento suficiente.

El, empezó a desnudarse, así que yo hice lo propio y en unos segundos los dos estábamos en pelotas, completamente empalmados a los pies de la cama.

- Ábrete de piernas que te veamos bien – ordenó Rubén.

El sexo de Lola quedo expuesto completamente a nosotros. Su rajita se entreabrió, mostrando el brillo de un poco de su flujo, lo que, junto a los movimientos suaves de su pelvis, demostraba que estaba caliente y quería polla. Nos tumbamos uno a cada lado, comenzando a recorrer su cuerpo a cuatro manos. Primero con suaves caricias, luego frotando pezones y coño más fuerte, masturbando su clítoris y después, metiendo los dedos por donde podíamos. Había momentos en que mis dedos y los de Rubén coincidían en su coño, uno metiendo un par de ellos y otro pajeándole el clítoris, al encontrar el agujero ocupado. En otro momento, Rubén le comía un pezón mientras le trabajaba el coño y yo le trataba de meter la mano por debajo para agarrar sus glúteos y pasar mis dedos por su raja del culo, ya sudorosa. No me detuve ahí. Note ciertos espasmos de placer cuando llegue con mi dedo a la entrada de su ano, y empecé a frotársela. Poco a poco le fui introduciendo mi dedo que ella acepto sin rechistar, mientras su marido la penetraba vaginalmente con dos de los suyos. Lola temblaba de gusto y trataba de mover su culo para acompasar nuestras caricias y obtener mayor placer. Cuando ya parecía que se iba a correr, Rubén se detuvo y sacando los dedos le pregunto:

- ¿Te gusta eh? ¿Te gustaría aún más que sustituyéramos los dedos por nuestras pollas?

¿Quieres que esta noche empecemos fuerte o suave?

- Fuerte, fuerte, ya no puedo más, quiero correrme, llevo esperando esto muchos días.

Me quedó claro que Lola lo quería todo esa noche y de golpe además. Nos estaba pidiendo una doble penetración y en el coche me había dejado claro, que había vía libre para llenarla de leche. Quería tener el orgasmo del siglo y nosotros se lo íbamos a dar. Rubén saco de la mesita un bote con gel lubricante y girándola hacia él, le puso un poco en el culo. Como lo tenía hacia mí, yo no me pude contener y le pasé mi polla por la raja, embadurnándola entera. Luego la detuve al llegar la punta a su entrada trasera y empujé hacia dentro. Lola sofocó un grito, pero me dejo que le metiera la punta.

Cuando muy despacio intenté apretar hacia dentro me pidió:

- Tu no, la tienes más grande y no estoy preparada todavía, Rubén, fóllame tu por detrás.

Luis quiero tu polla en mi coño.

Estaba claro que las esposas y la cadena solo eran parte del escenario, allí seguía mandando ella. Me tuve que escurrir debajo suyo y ponerme bocarriba, ya que de costado era muy complicada la jugada que queríamos hacer. Lola se subió encima y trató de meterse mi polla, pero esta resbalaba. Como tenía las esposas le costaba llegar a ella para dirigirla, así que lo hice yo. La apunté a su agujero y ella solo tuvo que dejarse caer encima. Mientras, Rubén le soltaba los grilletes.

Nos mantuvimos unos momentos quietos para que su chico pudiera penetrarla por detrás. Sentí en un par de ocasiones como su pene resbalaba y chocaba con el mío, pero a la tercera le metió la punta, y luego, poco a poco el resto. Lola se agarró a la barra del cabecero con las dos manos, dejando colgar sus dos tetas hacia mi boca. Le dolía la penetración anal y parece que le costaba acomodarse a tener dos pollas a la vez dentro. Pero la cara de vicio que puso no tenía precio. Estaba supercachonda y poco a poco se fue lubricando aún más y empezó a moverse con cuidado para sincronizarse con Rubén, y que no se le saliera ninguna de las dos vergas. Yo no hacia ningún movimiento.
 
Al rato sus movimientos me indicaron, que más allá del morbo, era mi polla la que le procuraba placer, la que tenía en el coño. Se movía para sentirla más y su hombre apretaba contra su culo para que no se le saliera la suya. Cuando Lola empezó a sentir que le llegaba el gusto, aumentó el ritmo de la cabalgada que me estaba pegando y eso excito todavía más a Rubén, que tomó la iniciativa desentendiéndose ya del placer de su mujer. Empezó a culearla y a follarle duro el ano buscando correrse. Ella se puso más cachonda pero esta desincronización hizo que no pudiera llegar al orgasmo, no podía imponer su ritmo. Cuando Rubén se corrió, yo casi notaba las pulsaciones de su miembro soltando toda la leche en el culo de Lola. Ella se agarró a sus muslos y lo mantuvo pegado hasta que supo que se había vaciado por completo. Luego, empezó a moverse sin soltar las caderas de su marido, que seguía pegado a ella. Quería correrse también con las dos pollas dentro. Como siempre, buscaba sentir al máximo mi miembro en su interior, así que con movimientos de rotación y adelante y atrás, iba cambiando el ángulo de penetración para sentir mi pene presionar sobre las paredes de su vagina. Se tocó el clítoris lo justo para llegar al punto de clímax y pidiéndole a su marido que mantuviera la presión en su culo, emprendió una serie de movimientos más rápidos que la llevaron al orgasmo. Esta vez prácticamente sin necesidad de tocarse, se corrió soltando gritos durante casi una eternidad. Quizá por no usar sus dedos y por el morbo de la situación, el orgasmo fue mucho más prolongado, sintiendo yo como se contraía una y otra vez su vagina contra mi pene. En medio de esos espasmos me llego a mí también el momento. Había conseguido aguantar hasta ese instante, pero me abandone completamente. Mi verga parecía una fuente y era tanto el calor del roce, que no sabía dónde acababa mi rabo y donde empezaba su coño. Solo sentía mi semen caliente compartiendo espacio en su coñito con mi polla y mucha humedad en mis huevos, no sabría decir si de Lola, de mi leche que se le salía o la de Rubén.

El primero en retirarse fue su marido. Lola quedo sobre mí, exhausta, llena de sudor, echándome su aliento entrecortado en el cuello. Yo apenas podía calmar las palpitaciones de mi corazón. No sé cuánto rato paso hasta que ella se sacó mi verga y se recostó entre nosotros dos.

Tampoco sé cuánto tiempo transcurrió hasta que se intentó levantar para ir a lavarse un poco a la ducha. Yo la agarre por el brazo.

- ¿Dónde vas? – pregunté.

- A lavarme un poco. Querréis que este limpita para seguir luego ¿No?

- Quédate aquí con nosotros. Ya habrá tiempo de lavarse.

La atraje hacia mí y la besé en la boca. Después la tumbé boca arriba y le metí de nuevo la lengua entre sus labios mientras le apretaba un pezón. Luego recorrí su barbilla, su cuello, y el canal de sus pechos dejándole un rastro de saliva. Lola me miro con cara de vicio, se llevó una mano al sexo y con la otra agarró la polla de su chico, ahora morcillona igual que la mía jugueteando con sus labios vaginales y con el semen que salía de ellos, restregándoselo por el clítoris y su pubis. Todavía había leche en su interior y supongo que en su culo también.

- No tengas tanta prisa por limpiarte, que nos ha costado mucho llenarte entre los dos - le dijo Rubén.

Este comentario la puso otra vez caliente y cerró la mano todavía más sobre la polla de su marido. Habíamos empezado súper fuerte, así que yo sabía que iba a ser muy complicado mantener el listón toda la noche, y más, una vez calmados por un primer orgasmo. Así pues, pensé que lo mejor era ir de nuevo poco a poco. Mantener un ambiente relajado, placentero y progresivamente ya iríamos recuperando el deseo. Prolongamos la situación media hora larga, usando caricias, masajes, recorriendo y explorando despacio nuestros cuerpos. Fue ella quien nos demandó más acción. Se recuperó mucho antes que nosotros, y con dificultad, la calmábamos como he dicho antes. Solo la promesa de que merecía la pena esperar a que los dos estuviésemos listos, porque así la follada sería mucho más intensa, la sujetaba.

- No me habéis dejado lavarme, así que ahora os toca follarme de nuevo tal y como estoy - exclamó humedeciéndose los labios con la lengua. Sabía lo que tenía que decir para ponernos a mil y que gestos debía hacer para acompañar sus palabras.

- Te follamos pero antes tienes que comernos la polla a los dos - le contesté levantándome y tomando asiento en uno de los dos butacones que había. Rubén se sentó en el otro.

Su mujer se acercó andando a cuatro patas por la moqueta, como si fuera una gata en celo. Miró alternativamente una polla y otra y finalmente se decidió por la de su marido. De rodillas y entre sus piernas, comenzó a lamer sus huevos con lengüetazos muy lentos. Luego, continuó trabajándole la base del pene. Tras un rato, Lola observó que, aunque tenía una erección, no alcanzaba el nivel de dureza que ella estimaba necesario para darle placer. Buscó una toallita húmeda y le limpio bien la verga (me acorde de la follada anal que le había metido y que aún no se había lavado). Luego lo intentó de nuevo, pero Rubén todavía no estaba al cien por cien.

Se pasó a mi lado y repitió la operación conmigo. Estuvo chupándomela un buen rato, ensalivándola por todas partes. Cuando Rubén vio como se la metía hasta la campañilla y que casi le daban arcadas, empezó a ponerse de verdad a tono.

Yo por mi parte, estaba ya listo. Dándole la vuelta, hice que se sentara sobre mí. Lola restregó su culo por mi polla y cuando comprobó que estaba dura como un hierro, se levantó un poquito y metiéndose la mano entre las piernas, la condujo hacia su agujero. Mi verga encontró su vagina caliente y húmeda. Ella se empaló hasta apoyar con su culo en mis muslos. Yo los cerré para facilitar sus movimientos y equilibrio. Lola comenzó a menear su pelvis a la vez que se trabajaba el clítoris con los dedos. En esa posición la sentía toda dentro. Su marido se levantó y de pie ante ella, le paso el pene por los labios. Ahora sí estaba a tope y Lola no se lo pensó dos veces. Se la trago entera y mientras continuaba su cabalgada empezó a chupársela. Debió notar las pulsaciones de su marido, porque abandonó por el momento su propio placer (yo creía que iba a llegar así) y retiró su mano del coño para pajear a Rubén, escupiéndole sobre la verga y restregándole la saliva con la mano mientras lo masturbaba. No lo necesitaba porque lo había mojado suficiente con su lengua pero esto lo puso cachondísimo, que era el efecto que ella quería causar. Sin dejar de pajearlo, se metió de nuevo la punta en la boca y empezó a succionar muy fuerte.

La corrida fue inevitable y Rubén se vació en su boca con un gruñido. Se tambaleó un poco mientras eyaculaba, pero ella no se perdió ni una gota. Cuando se retiró, dejándose caer en el sillón, ella se levantó sacándose de golpe mi polla y provocando un bufido de enfado por mi parte. Deje de sentir el peso de su cuerpo y el contacto con sus glúteos. Mi verga quedo de repente huérfana de ese coño caliente y húmedo, del cual no hubiese querido salir nunca. Lola fue al aseo a escupir el semen, volviendo en segundos que a mí me parecieron eternos. Se plantó frente a mí y cogiéndome de las manos me dijo:

- Ven. Ahora nos toca a nosotros.

Ya no quería más malabarismos ni posiciones imposibles. Solo quería follar duro y correrse de una vez. Se tiró al suelo y se abrió se piernas, invitándome a que la tomara, esta vez hasta el final. Me introduje entre sus muslos, calientes y pegajosos, y sin ningún preámbulo le metí el miembro hasta el fondo. Empecé a bombear y pasé de un ritmo inicial lento a otro más contundente y frenético. Con cada embestida hasta el fondo, Lola gemía clavándome las uñas en la espalda. Busque el roce de mi pelvis con su monte de venus, tratando de estimularle el clítoris. De nuevo se ayudó un poco con la mano, pero estaba tan caliente que cuando noto que le llegaba el placer, la retiró y me abrazó contra ella. Yo la seguía penetrando una y otra vez mientras se corría, sin aflojar el ritmo. Lola se deshacía de placer con cada espasmo y justo cuando ya parecía que acababa, me vacié yo. De nuevo llenaba sus entrañas con mi semen caliente. Creo que llegue a perder un momento el conocimiento. Cuando abrí los ojos, apenas debía de haber pasado un instante, pero parecía que veníamos de un pasado muy lejano de sexo y placer. Los dos pechos palpitaban juntos y nuestros pulmones trataban de insuflar oxígeno a nuestros cuerpos.

Tardamos en recuperarnos, pero no teníamos prisa. Seguíamos enganchados y yo aún apretaba hacia dentro el falo. Cuando trate de retirarme por fin, Lola sintió que mi pene abandonaba despacio su vagina. Durante un momento me retuvo contra ella y solo dijo una palabra a mi oído

- Gracias.

- Gracias a ti - le susurré, antes de sentarme en el suelo, esperando que se me pasara el mareo que aun notaba.

Luego nos lavamos los tres. Rubén fue el primero en ducharse. Cuando se dirigía al aseo, vi que por la cara interna de los muslos de Lola había un par de goterones de semen. Ahora me pone mucho ese recuerdo, pero en ese instante, yo no estaba ya para nada. Tras esperar mi turno, me duche con agua caliente, relajando mi cuerpo y apreciando como el cansancio me invadía. Esta vez no me fui al sofá, sino que me hice un hueco en la cama y junto con ellos, me quedé dormido. En esta ocasión no nos despertamos ni para mear. Dormimos lo que quedaba de noche de un tirón y yo fui el último en despertarme. Notaba un movimiento en la cama y oía unos gemidos justo a mi lado. Antes de abrir los ojos ya noté en mi rostro el aliento de Lola. A escasos centímetros de mi cara se encontraba la suya mirándome con los ojos entrecerrados. Estaba de costado y la mano de Rubén agarraba una de sus tetas pellizcándole el pezón. Su cuerpo se estremecía coincidiendo con los golpes de cintura de su marido, que se la estaba metiendo desde atrás. No sé cuánto rato llevarían follando, supongo que no mucho. Debían haber comenzado y me despertaron con el movimiento.

El caso es que una vez descansado, yo me empalme de momento viendo la situación. Se habían despertado calientes y sin más se habían puesto a follar. Yo no estaba dispuesto a perderme la fiesta, así que me arrimé a Lola y le comí la boca mientras le agarraba la teta libre. Su expresión de medio adormilada mutó al instante por otra de loba hambrienta. Mi lengua en su boca y la polla de su marido en el coño, por separado, la excitaban, pero las dos juntas y a la vez la ponían directamente a mil. Llevé mi mano a su entrepierna y pude acariciar sus labios que se abrían una y otra vez para recibir la verga de Rubén. Masajeé su clítoris hasta que se empezó a retorcer de gusto. No obstante, la postura no le permitía llegar bien, así que volvió a un tema recurrente, si os acordáis. Tras sacársela, se puso a cuatro patas y comenzó a chupármela mientras le ofrecía el culo a su chico. Quería que le dieran fuerte mientras tenía mi polla en la boca. Rubén aceptó el regalo al instante ¡Como para negarse! Lola estaba agachada sobre mi miembro, de rodillas y con el culo elevado hacia él. Cuando se la metió, ella no hizo ningún gesto que delatara que la estaban penetrando de nuevo, pero cuando su marido inició de nuevo la follada, note perfectamente como los golpes secos cada vez que se la metía se transmitían a mi verga.

La calentura de Lola iba en aumento y pronto arribó a un punto de no retorno. Deseó correrse y para ello tomó la iniciativa una vez más.

- Espera - le dijo a su chico. Y sacándose la polla gateó hasta ponerse a horcajadas sobre mí.

Rozó su coñito mojado por mi polla un par de veces y luego, sin más preámbulo, se la metió hasta el fondo. Así, empalada, mantuvo la presión sobre mi pene, masturbándose mientras se movía pero sin sacarla y meterla. Volvió a correrse llenándome los huevos de flujo y dejándome caliente a más no poder. Cuando intenté tomarla de la cintura para que me cabalgara y poder llegar, ella se levantó y para mi desesperación volvió a ponerle el culo a su hombre. Ahora era yo el que se quedaba a dos velas mientras Rubén retomaba la tarea donde la había dejado.

Lola le permitió culearla a gusto hasta que estuvo a punto de orgasmo, y solo entonces, cuando ya la corrida de su marido era inevitable, volvió a meterse mi polla en la boca y se puso a chupar como si la vida le fuera en ello.

Rubén se vacío completamente en su vagina mientras Lola aguantaba las acometidas a la vez que me succionaba. Daba la impresión de estar ya con el coño dolorido (muchas folladas en tan poco tiempo), pero aguantó el tipo, aunque sin poder reprimir algún quejido y gesto dolorido. La situación se me antojó tan morbosa que sentí como una punzada me empezaba a recorrer desde los huevos hasta el glande. Aun no le había sacado la polla su marido cuando mi pene estalló en sus labios, que se cerraron para recibir mi semen caliente dentro de la boca. Hubo un momento en que la teníamos emparedada, con el esperma de cada uno dentro de dos de sus agujeros. Su chico seguía aferrado a su culo y apretando hacia dentro y yo, que me había corrido solo con media polla en su boca, empuje también y mi verga recorrió sus labios suavemente introduciéndosela hasta que mis testículos dieron en su barbilla. Los dos estábamos tan a gusto que tuvo que ser Lola la que pusiera fin al espectáculo que ofrecía, ensartada entre los dos. Al sacarse mi polla escupió el semen y la saliva acumulada directamente sobre las sábanas. Se tendió exhausta sin intentar siquiera limpiarse la boca ni el coño, también pringoso de la eyaculación de su marido. Tardamos un rato en recuperarnos. Tras pasar por la ducha decidimos salir a desayunar y pasear un poco para despejarnos. Lola dijo que no aguantaría otra sesión seguida. Tenía el coño escocido e hinchado del roce y la follada que le habíamos metido.

El desayuno se acabó convirtiendo en almuerzo. No fuimos conscientes de la hora a la que nos habíamos levantado y terminado de follar hasta que no salimos a la calle. Tuvimos que dejar las habitaciones y aunque yo me ofrecí a pagar un día más para aprovechar la tarde, ellos decidieron que tenían que marcharse. No podían volver a última hora a su casa. Eso y que Lola decidió que había tenido ya bastante por ese día. Se llevaba la experiencia que había querido y eso le bastaba por el momento. Tenía que darle descanso a su entrepierna. Otra vez nos despedimos con las sensaciones encontradas del placer obtenido en una nueva cita exitosa y la pena por no poder continuar, nuestras vidas nos llamaban tras ese morboso paréntesis de sexo.
 
Al rato sus movimientos me indicaron, que más allá del morbo, era mi polla la que le procuraba placer, la que tenía en el coño. Se movía para sentirla más y su hombre apretaba contra su culo para que no se le saliera la suya. Cuando Lola empezó a sentir que le llegaba el gusto, aumentó el ritmo de la cabalgada que me estaba pegando y eso excito todavía más a Rubén, que tomó la iniciativa desentendiéndose ya del placer de su mujer. Empezó a culearla y a follarle duro el ano buscando correrse. Ella se puso más cachonda pero esta desincronización hizo que no pudiera llegar al orgasmo, no podía imponer su ritmo. Cuando Rubén se corrió, yo casi notaba las pulsaciones de su miembro soltando toda la leche en el culo de Lola. Ella se agarró a sus muslos y lo mantuvo pegado hasta que supo que se había vaciado por completo. Luego, empezó a moverse sin soltar las caderas de su marido, que seguía pegado a ella. Quería correrse también con las dos pollas dentro. Como siempre, buscaba sentir al máximo mi miembro en su interior, así que con movimientos de rotación y adelante y atrás, iba cambiando el ángulo de penetración para sentir mi pene presionar sobre las paredes de su vagina. Se tocó el clítoris lo justo para llegar al punto de clímax y pidiéndole a su marido que mantuviera la presión en su culo, emprendió una serie de movimientos más rápidos que la llevaron al orgasmo. Esta vez prácticamente sin necesidad de tocarse, se corrió soltando gritos durante casi una eternidad. Quizá por no usar sus dedos y por el morbo de la situación, el orgasmo fue mucho más prolongado, sintiendo yo como se contraía una y otra vez su vagina contra mi pene. En medio de esos espasmos me llego a mí también el momento. Había conseguido aguantar hasta ese instante, pero me abandone completamente. Mi verga parecía una fuente y era tanto el calor del roce, que no sabía dónde acababa mi rabo y donde empezaba su coño. Solo sentía mi semen caliente compartiendo espacio en su coñito con mi polla y mucha humedad en mis huevos, no sabría decir si de Lola, de mi leche que se le salía o la de Rubén.

El primero en retirarse fue su marido. Lola quedo sobre mí, exhausta, llena de sudor, echándome su aliento entrecortado en el cuello. Yo apenas podía calmar las palpitaciones de mi corazón. No sé cuánto rato paso hasta que ella se sacó mi verga y se recostó entre nosotros dos.

Tampoco sé cuánto tiempo transcurrió hasta que se intentó levantar para ir a lavarse un poco a la ducha. Yo la agarre por el brazo.

- ¿Dónde vas? – pregunté.

- A lavarme un poco. Querréis que este limpita para seguir luego ¿No?

- Quédate aquí con nosotros. Ya habrá tiempo de lavarse.

La atraje hacia mí y la besé en la boca. Después la tumbé boca arriba y le metí de nuevo la lengua entre sus labios mientras le apretaba un pezón. Luego recorrí su barbilla, su cuello, y el canal de sus pechos dejándole un rastro de saliva. Lola me miro con cara de vicio, se llevó una mano al sexo y con la otra agarró la polla de su chico, ahora morcillona igual que la mía jugueteando con sus labios vaginales y con el semen que salía de ellos, restregándoselo por el clítoris y su pubis. Todavía había leche en su interior y supongo que en su culo también.

- No tengas tanta prisa por limpiarte, que nos ha costado mucho llenarte entre los dos - le dijo Rubén.

Este comentario la puso otra vez caliente y cerró la mano todavía más sobre la polla de su marido. Habíamos empezado súper fuerte, así que yo sabía que iba a ser muy complicado mantener el listón toda la noche, y más, una vez calmados por un primer orgasmo. Así pues, pensé que lo mejor era ir de nuevo poco a poco. Mantener un ambiente relajado, placentero y progresivamente ya iríamos recuperando el deseo. Prolongamos la situación media hora larga, usando caricias, masajes, recorriendo y explorando despacio nuestros cuerpos. Fue ella quien nos demandó más acción. Se recuperó mucho antes que nosotros, y con dificultad, la calmábamos como he dicho antes. Solo la promesa de que merecía la pena esperar a que los dos estuviésemos listos, porque así la follada sería mucho más intensa, la sujetaba.

- No me habéis dejado lavarme, así que ahora os toca follarme de nuevo tal y como estoy - exclamó humedeciéndose los labios con la lengua. Sabía lo que tenía que decir para ponernos a mil y que gestos debía hacer para acompañar sus palabras.

- Te follamos pero antes tienes que comernos la polla a los dos - le contesté levantándome y tomando asiento en uno de los dos butacones que había. Rubén se sentó en el otro.

Su mujer se acercó andando a cuatro patas por la moqueta, como si fuera una gata en celo. Miró alternativamente una polla y otra y finalmente se decidió por la de su marido. De rodillas y entre sus piernas, comenzó a lamer sus huevos con lengüetazos muy lentos. Luego, continuó trabajándole la base del pene. Tras un rato, Lola observó que, aunque tenía una erección, no alcanzaba el nivel de dureza que ella estimaba necesario para darle placer. Buscó una toallita húmeda y le limpio bien la verga (me acorde de la follada anal que le había metido y que aún no se había lavado). Luego lo intentó de nuevo, pero Rubén todavía no estaba al cien por cien.

Se pasó a mi lado y repitió la operación conmigo. Estuvo chupándomela un buen rato, ensalivándola por todas partes. Cuando Rubén vio como se la metía hasta la campañilla y que casi le daban arcadas, empezó a ponerse de verdad a tono.

Yo por mi parte, estaba ya listo. Dándole la vuelta, hice que se sentara sobre mí. Lola restregó su culo por mi polla y cuando comprobó que estaba dura como un hierro, se levantó un poquito y metiéndose la mano entre las piernas, la condujo hacia su agujero. Mi verga encontró su vagina caliente y húmeda. Ella se empaló hasta apoyar con su culo en mis muslos. Yo los cerré para facilitar sus movimientos y equilibrio. Lola comenzó a menear su pelvis a la vez que se trabajaba el clítoris con los dedos. En esa posición la sentía toda dentro. Su marido se levantó y de pie ante ella, le paso el pene por los labios. Ahora sí estaba a tope y Lola no se lo pensó dos veces. Se la trago entera y mientras continuaba su cabalgada empezó a chupársela. Debió notar las pulsaciones de su marido, porque abandonó por el momento su propio placer (yo creía que iba a llegar así) y retiró su mano del coño para pajear a Rubén, escupiéndole sobre la verga y restregándole la saliva con la mano mientras lo masturbaba. No lo necesitaba porque lo había mojado suficiente con su lengua pero esto lo puso cachondísimo, que era el efecto que ella quería causar. Sin dejar de pajearlo, se metió de nuevo la punta en la boca y empezó a succionar muy fuerte.

La corrida fue inevitable y Rubén se vació en su boca con un gruñido. Se tambaleó un poco mientras eyaculaba, pero ella no se perdió ni una gota. Cuando se retiró, dejándose caer en el sillón, ella se levantó sacándose de golpe mi polla y provocando un bufido de enfado por mi parte. Deje de sentir el peso de su cuerpo y el contacto con sus glúteos. Mi verga quedo de repente huérfana de ese coño caliente y húmedo, del cual no hubiese querido salir nunca. Lola fue al aseo a escupir el semen, volviendo en segundos que a mí me parecieron eternos. Se plantó frente a mí y cogiéndome de las manos me dijo:

- Ven. Ahora nos toca a nosotros.

Ya no quería más malabarismos ni posiciones imposibles. Solo quería follar duro y correrse de una vez. Se tiró al suelo y se abrió se piernas, invitándome a que la tomara, esta vez hasta el final. Me introduje entre sus muslos, calientes y pegajosos, y sin ningún preámbulo le metí el miembro hasta el fondo. Empecé a bombear y pasé de un ritmo inicial lento a otro más contundente y frenético. Con cada embestida hasta el fondo, Lola gemía clavándome las uñas en la espalda. Busque el roce de mi pelvis con su monte de venus, tratando de estimularle el clítoris. De nuevo se ayudó un poco con la mano, pero estaba tan caliente que cuando noto que le llegaba el placer, la retiró y me abrazó contra ella. Yo la seguía penetrando una y otra vez mientras se corría, sin aflojar el ritmo. Lola se deshacía de placer con cada espasmo y justo cuando ya parecía que acababa, me vacié yo. De nuevo llenaba sus entrañas con mi semen caliente. Creo que llegue a perder un momento el conocimiento. Cuando abrí los ojos, apenas debía de haber pasado un instante, pero parecía que veníamos de un pasado muy lejano de sexo y placer. Los dos pechos palpitaban juntos y nuestros pulmones trataban de insuflar oxígeno a nuestros cuerpos.

Tardamos en recuperarnos, pero no teníamos prisa. Seguíamos enganchados y yo aún apretaba hacia dentro el falo. Cuando trate de retirarme por fin, Lola sintió que mi pene abandonaba despacio su vagina. Durante un momento me retuvo contra ella y solo dijo una palabra a mi oído

- Gracias.

- Gracias a ti - le susurré, antes de sentarme en el suelo, esperando que se me pasara el mareo que aun notaba.

Luego nos lavamos los tres. Rubén fue el primero en ducharse. Cuando se dirigía al aseo, vi que por la cara interna de los muslos de Lola había un par de goterones de semen. Ahora me pone mucho ese recuerdo, pero en ese instante, yo no estaba ya para nada. Tras esperar mi turno, me duche con agua caliente, relajando mi cuerpo y apreciando como el cansancio me invadía. Esta vez no me fui al sofá, sino que me hice un hueco en la cama y junto con ellos, me quedé dormido. En esta ocasión no nos despertamos ni para mear. Dormimos lo que quedaba de noche de un tirón y yo fui el último en despertarme. Notaba un movimiento en la cama y oía unos gemidos justo a mi lado. Antes de abrir los ojos ya noté en mi rostro el aliento de Lola. A escasos centímetros de mi cara se encontraba la suya mirándome con los ojos entrecerrados. Estaba de costado y la mano de Rubén agarraba una de sus tetas pellizcándole el pezón. Su cuerpo se estremecía coincidiendo con los golpes de cintura de su marido, que se la estaba metiendo desde atrás. No sé cuánto rato llevarían follando, supongo que no mucho. Debían haber comenzado y me despertaron con el movimiento.

El caso es que una vez descansado, yo me empalme de momento viendo la situación. Se habían despertado calientes y sin más se habían puesto a follar. Yo no estaba dispuesto a perderme la fiesta, así que me arrimé a Lola y le comí la boca mientras le agarraba la teta libre. Su expresión de medio adormilada mutó al instante por otra de loba hambrienta. Mi lengua en su boca y la polla de su marido en el coño, por separado, la excitaban, pero las dos juntas y a la vez la ponían directamente a mil. Llevé mi mano a su entrepierna y pude acariciar sus labios que se abrían una y otra vez para recibir la verga de Rubén. Masajeé su clítoris hasta que se empezó a retorcer de gusto. No obstante, la postura no le permitía llegar bien, así que volvió a un tema recurrente, si os acordáis. Tras sacársela, se puso a cuatro patas y comenzó a chupármela mientras le ofrecía el culo a su chico. Quería que le dieran fuerte mientras tenía mi polla en la boca. Rubén aceptó el regalo al instante ¡Como para negarse! Lola estaba agachada sobre mi miembro, de rodillas y con el culo elevado hacia él. Cuando se la metió, ella no hizo ningún gesto que delatara que la estaban penetrando de nuevo, pero cuando su marido inició de nuevo la follada, note perfectamente como los golpes secos cada vez que se la metía se transmitían a mi verga.

La calentura de Lola iba en aumento y pronto arribó a un punto de no retorno. Deseó correrse y para ello tomó la iniciativa una vez más.

- Espera - le dijo a su chico. Y sacándose la polla gateó hasta ponerse a horcajadas sobre mí.

Rozó su coñito mojado por mi polla un par de veces y luego, sin más preámbulo, se la metió hasta el fondo. Así, empalada, mantuvo la presión sobre mi pene, masturbándose mientras se movía pero sin sacarla y meterla. Volvió a correrse llenándome los huevos de flujo y dejándome caliente a más no poder. Cuando intenté tomarla de la cintura para que me cabalgara y poder llegar, ella se levantó y para mi desesperación volvió a ponerle el culo a su hombre. Ahora era yo el que se quedaba a dos velas mientras Rubén retomaba la tarea donde la había dejado.

Lola le permitió culearla a gusto hasta que estuvo a punto de orgasmo, y solo entonces, cuando ya la corrida de su marido era inevitable, volvió a meterse mi polla en la boca y se puso a chupar como si la vida le fuera en ello.

Rubén se vacío completamente en su vagina mientras Lola aguantaba las acometidas a la vez que me succionaba. Daba la impresión de estar ya con el coño dolorido (muchas folladas en tan poco tiempo), pero aguantó el tipo, aunque sin poder reprimir algún quejido y gesto dolorido. La situación se me antojó tan morbosa que sentí como una punzada me empezaba a recorrer desde los huevos hasta el glande. Aun no le había sacado la polla su marido cuando mi pene estalló en sus labios, que se cerraron para recibir mi semen caliente dentro de la boca. Hubo un momento en que la teníamos emparedada, con el esperma de cada uno dentro de dos de sus agujeros. Su chico seguía aferrado a su culo y apretando hacia dentro y yo, que me había corrido solo con media polla en su boca, empuje también y mi verga recorrió sus labios suavemente introduciéndosela hasta que mis testículos dieron en su barbilla. Los dos estábamos tan a gusto que tuvo que ser Lola la que pusiera fin al espectáculo que ofrecía, ensartada entre los dos. Al sacarse mi polla escupió el semen y la saliva acumulada directamente sobre las sábanas. Se tendió exhausta sin intentar siquiera limpiarse la boca ni el coño, también pringoso de la eyaculación de su marido. Tardamos un rato en recuperarnos. Tras pasar por la ducha decidimos salir a desayunar y pasear un poco para despejarnos. Lola dijo que no aguantaría otra sesión seguida. Tenía el coño escocido e hinchado del roce y la follada que le habíamos metido.

El desayuno se acabó convirtiendo en almuerzo. No fuimos conscientes de la hora a la que nos habíamos levantado y terminado de follar hasta que no salimos a la calle. Tuvimos que dejar las habitaciones y aunque yo me ofrecí a pagar un día más para aprovechar la tarde, ellos decidieron que tenían que marcharse. No podían volver a última hora a su casa. Eso y que Lola decidió que había tenido ya bastante por ese día. Se llevaba la experiencia que había querido y eso le bastaba por el momento. Tenía que darle descanso a su entrepierna. Otra vez nos despedimos con las sensaciones encontradas del placer obtenido en una nueva cita exitosa y la pena por no poder continuar, nuestras vidas nos llamaban tras ese morboso paréntesis de sexo.
Bienvenido de vuelta, Luís. 😜 Aunque el tema a priori me da repelús, pero siendo tú el autor, le daré una oportunidad y es que últimamente ya no me apetecen mucho relatos que me hagan pasar mal ratos, he llegado a una edad en que prefiero relatos que no me indignen ni alteren con tramas disparatadas ni me cabreen porque algún autor listillo intente pensar que somos tontos y nos tragamos todo de repente se saca de la manga un giro absurdo.

Por cierto, aprovecho que el Pisuerga pasa por..., para recordarte que muchos nos quedamos esperando una 2da parte de alguno de tus relatos de la serie de sexo y la finalizacion de, ¿cómo se llamaba, ¿Sexting? Tan bueno que aún muchos seguimos acordándonos y echando de menos que terminase de verdad. A no ser que los publicaras en algún otro sitio y no me he enterado, también es últimamente me paso muy poco por la "página amiga", me cansé de tanta basura, se echan de menos a los buenos autores como tú.

Un abrazo
 
Última edición:
Bienvenido de vuelta, Luís. 😜 Aunque el tema a priori me da repelús, pero siendo tú el autor, le daré una oportunidad y es que últimamente ya no me apetecen mucho relatos que me hagan pasar mal ratos, he llegado a una edad en que prefiero relatos que no me indignen ni alteren con tramas disparatadas ni me cabreen porque algún autor listillo intente pensar que somos tontos y nos tragamos todo de repente se saca de la manga un giro absurdo.

Por cierto, aprovecho que el Pisuerga pasa por..., para recordarte que muchos nos quedamos esperando una 2da parte de alguno de tus relatos de la serie de sexo y la finalizacion de, ¿cómo se llamaba, ¿Sexting? Tan bueno que aún muchos seguimos acordándonos y echando de menos que terminase de verdad. A no ser que los publicaras en algún otro sitio y no me he enterado, también es últimamente me paso muy poco por la "página amiga", me cansé de tanta basura, se echan de menos a los buenos autores como tú.

Un abrazo

Hola Salamandra!!!!!

Que placer volver a reencontrarme con antiguos compañeros de foro y lectores.

Bueno, este no es un relato al uso, mas bien es una historia recuperada del antiguo foro a la que le he dado forma como manera de entrenarme y desconectar un poco del trabajo que ahora me ocupa. Así que no me lo tengáis muy en cuenta. Temas personales me tienen un poco alejado de la labor de escribir, pero sigo con un proyecto que espero poder compartir pronto. Es bastante extenso, unos 15 relatos, alguno de ellos por separado casi un libro, así que voy lento.

Lo de Sexting formaba parte de la serie de relatos relacionados con la infidelidad no consentida. Están basados en hechos reales que fueron contados por sus propios protagonistas y tienen un denominador común: cómo se enteraron que su pareja les estaba siendo infiel. Lógicamente, un momento doloroso y frustrante. Eran relatos cortos, por su propia naturaleza se centraban en un momento particular, la forma en que estas personas se habían enterado de la infidelidad, pero la gente se quedaba con ganas de mas, de manera que como no podía escribir 20 continuaciones, acordamos que el relato que tuviera mas votos tendría continuación y ganó el de Un poco de sexting. Escribí la continuación que llamé Sexting II (bastante poco original, lo sé) y que también está disponible en la pagina amiga junto con todos mis demás relatos. No se si te refieres a ese o a una tercera parte que muchos me pidieron pero que no he escrito. Tengo demasiadas cosas en el tintero y poco tiempo.

Si tienes problemas para encontrarlo me escribes un mensaje y por privado te paso el enlace.

Un abrazo.
 
No voy a continuar relatando citas que se parecen bastante unas a otras. Habíamos dado con la formula buena que nos permitía disfrutar a los tres vértices del triángulo que formábamos Lola, Rubén y yo, de manera que tampoco hicimos demasiados experimentos y nuestros encuentros seguían patrones muy similares. No quiero volverme repetitivo, la experiencia era siempre gozosa pero la historia puede llegar a cansar, y esa no es mi intención. Sin embargo, os relataré como compensación una anécdota muy excitante con Lola.

Si recordáis, ella sentía un morbo especial con el esperma. Poco la ponía tanto como todo lo relacionado con verse llena de leche, jugar con el semen, etc…Otra de las características de esta relación, es que nos veíamos con poca frecuencia. Era difícil conciliar agendas y distancia. Quizás por ello, cuando nos encontrábamos teníamos sesiones de sexo intenso, frenético y fuerte. Nos cogíamos con muchas ganas. Poco tiempo para hartarnos y discutir, así que tal vez eso influía en la relación tan especial que manteníamos. Bien, el caso es que en esta ocasión se nos puso la cosa muy complicada. Yo tenía que impartir un curso en una ciudad del norte y ellos pudieron desplazarse, dejando a los niños con la familia. Era verano, época de vacaciones y la excusa de hacer una escapada de dos días romántica les evito tener que dar demasiadas explicaciones a la familia. De todas formas, era cierto, además que querían visitar esa capital que aún no conocían bien.



El problema es que yo apenas tenía tiempo libre. Podía adelantar un día la llegada pero ellos no. Durante la primera jornada solo conseguí tiempo por la noche. Quedamos en el mismo hotel, y como otras veces, salimos a cenar. Lo nuestro es ya amistad, así que se nos fueron las horas comiendo, bebiendo y contándonos nuestras cosas. Estábamos tan a gusto juntos que cuando llegamos a la habitación, ya era madrugada.

El sexo fue bueno e intenso, como siempre, pero el cansancio, el sueño, el alcohol y lo tarde que era, hicieron que, tras un par de horas, quedáramos profundamente dormidos. Los cuerpos entrelazados en la misma cama de matrimonio. Agotados. Al día siguiente, sonó el despertador. Tocaba currar. Lola estaba encogida en la cama. Rubén dormía profundamente también. Me pareció mal despertarlos. A mí me daba vueltas la cabeza y el estómago, pero hubiese follado a esa mujer que tanto me atrae. En fin, que opté por dejarlos descansar. Cuando podía no lo hice y cuando ellos pudieron yo ya no estaba. Se contentaron con un polvo rápido antes de salir de turismo y tratar de aprovechar la mañana. Pero no estaban muy satisfechos. Fue rápido y aún estaban medio mareados al levantarse.

Por la tarde, era yo el que no podía atrasar la vuelta a casa. A las 16:00 en punto tenía tren y no podía perderlo. Hice lo imposible para quedarme allí esa noche, pero estábamos bajo mínimos y al día siguiente tenía que estar sí o sí en mi puesto de trabajo. Solo disponía de apenas un rato para almorzar, tras cerrar el curso, pero decidí pasar por el hotel para comer allí un bocadillo y poder despedirme al menos de ellos.

Rubén y Lola agradecieron el gesto. Bueno, Lola lo agradeció y algo más…

Se empeñaba en que subiera a la habitación para un rapidín, pero yo sabía que sería incapaz de marchar si entraba con ellos. Simplemente no podía estar solo quince minutos e irme. Rubén lo entendía, pero Lola no paraba de maquinar, a ver cómo podía sacar algo excitante de todo esto. Llevábamos tanto sin vernos…y yo contándole como la observé esa mañana, desnuda en la cama, dudando si abrirla de piernas todavía en sueños y que fuera mi polla quien la despertara con sus embestidas.

- Pues podrías haberlo hecho, que yo no me hubiera enfadado. Te pasas de caballero algunas veces Luis…

- Bueno, tampoco estaba yo al cien por cien, no creas…

- Coño, con lo caliente que estoy ahora…

- Lola, no me digas eso que me muero. En fin, ahora podéis echar un polvo a mi salud. Follad como si yo estuviera.

- Luis tiene razón cariño. Si sube ya no podrá irse.

Lola puso cara de haber pensado una solución.

- Oye, se me ha ocurrido algo.

- ¿Qué?

- Rubén, sube a la habitación y espérame desnudo. No tardo nada. Luis, tu sígueme a los servicios.



¿Los servicios? Era arriesgado, pero yo estaba dispuesto a lo que fuera. Lola demostró ser muy lista y observadora. Los servicios estaban en un sitio muy discreto de la recepción. Al girar un pasillo y fuera de la vista. Pero había más. Y no había caído. Entre los aseos de señoras y caballeros, había uno de minusválidos. Una puerta con su pestillo y una habitación amplia, sin que aparentemente fuera a entrar nadie. El sitio ideal. No había visto ninguna persona con problemas de movilidad en el hotel, así que la posibilidad de interrupción parecía mínima. Entramos, cerramos y se colgó de mi cuello, buscando mi boca con la suya.

- Bien jugado Lola…

- Vamos, que ya es tarde…

Me bajó los pantalones y mi falo desapareció en su boca antes incluso de haberse puesto erecta del todo. Nunca me la habían chupado tan intensamente en tan poco tiempo. La polla fue creciendo hasta no caberle apenas. Las babas le caían por la barbilla, empapándome los testículos a mí también. Se puso de pie y se bajó las mallas, agachándose sobre el lavabo y ofreciéndome su culito. Con las manos se separó las nalgas dejándome ver un chochito húmedo por la excitación. Restregué mi verga, humedecida por su boca contra su rajita. Estaba chorreada por dentro sin duda. Pero no había mucho tiempo, así que con un poco de saliva empapé sus labios exteriores y apreté mi glande contra ellos. Se abrió paso sin dificultad, enterrándose en su vagina. Apreté hasta el final arrancándole un jadeo y haciendo que se tensara su espalda. Luego vino una follada dura e intensa del chochito.

Pronto Lola empezó a excitarse de verdad. Su mano desapareció entre sus ingles. Sentía como se pajeaba mientras yo la follaba. A veces la había hecho llegar en esa postura. Mi falo le empujaba por dentro de la vagina mientras por fuera ella se estimulaba el clítoris. Presionando en el sitio adecuado, con la postura idónea, Lola sintió que el placer de dentro se conjugaba con el de fuera, envolviendo su sexo en una pinza de gusto que le subía por oleadas hacia el vientre. Se corrió con la cara vuelta hacia mí. La vi congestionada por el placer, mordiéndose los labios para no gritar. Esa imagen me aceleró el corazón. Se la sacó y dándose la vuelta enfrentó mi cuerpo al suyo. Me abrazo y me mordisqueó el cuello mientras con su mano libre dirigía mi verga a su vulva, masturbándome con ella. Yo notaba sus ingles mojadas por el flujo que salía de su vagina y por los míos propios. Aupándose y abriendo un poco los muslos, consiguió metérsela dentro. Por la postura le rozaba mucho, pero eso aumentó el gusto que sentíamos. Follamos de esa manera un poco forzada un poquito más, hasta que yo estuve a punto de correrme. Entonces, Lola se la sacó justo a tiempo de que mi primer chorro de semen le cayera en la entrada de su coñito. Luego lo restregó contra sus pubis y por sus muslos, mientras mi verga seguía escupiendo leche. Al separarnos tenía goterones y restos de semen por su vientre, coñito y piernas. Cuando recuperé el aliento, vi cómo se subía las bragas, sin limpiarse, dejando todo donde estaba. Me dio un prolongado beso en la boca, juntando su lengua con la mía, a modo de despedida.

- Buen viaje cariño.

Y salió del aseo, dirigiéndose con prisas a la habitación. Yo me recompuse como pude y salí a buscar un taxi. Cuando me monté en el tren (por los pelos) iba acelerado, viviendo todavía el momento que habíamos protagonizado. Como epilogo, deciros que no pude resistir pedir a Lola que me contara como acabó la cosa. Esa misma noche hablamos por teléfono y me confirmó que a pesar de haberse corrido, llegó a la habitación otra vez muy caliente. Rubén La esperaba ya desnudo y empalmado, suponiendo lo que acabábamos de hacer. Lo que no esperaba era el “regalo” que le traía su mujer. Se quitó todo, excepto sus braguitas.

- Bájamelas tú - le pidió.

Rubén pegó su cara a la entrepierna de su chica, oliendo y viendo el semen aún fresco que las bragas no tapaban. Cuando se las quitó, la leche aún no se había secado sobre la piel de Lola. Las braguitas se llevaron pegada una parte, pero su piel continuaba pegajosa. Rubén tumbó en la cama a su mujer y abriéndola de piernas, restregó su pene por aquellos sitios donde yo la había regado. Usando el esperma como lubricante, penetró sin contemplaciones a Lola, que otra vez caliente por la situación, comenzó a jadear de placer.

Me narró que fue un polvo sin florituras ni preliminares. Aprovecharon el calentón y el morbo de la situación, follando duro y rápido. Rubén se fue antes, mientras Lola apretaba sus muslos en torno a su cintura, atrayéndolo hacia lo más hondo de su vagina, para no perder ni gota de su leche. Él, intento retirarse para masturbarla o comerle su coñito empapado, pero Lola se lo impidió. Lo quería dentro. Se masturbó hasta que se corrió de nuevo, en un orgasmo que la dejó (esta vez sí) agotada y satisfecha para todo lo que quedaba de jornada. Cuando su marido se volteó y quedó boca arriba en la cama, Lola me contó que aun estuvo un rato jugando con sus dedos con el semen que salía de su sexo, usándolo como crema para acariciar y masajear su vulva. Despacio, recreándose mientras los últimos restos de gusto, la iban abandonando. Resistiéndose a ir a la ducha, cosa que solo hizo tras una breve siesta.

Actualmente Rubén y Lola han despegado totalmente como pareja liberal, y ya casi pueden darme clases a mí. Aunque mantenemos una buena amistad y de vez en cuando aún hablamos, no hemos vuelto a vernos en los dos últimos años. Quizás haya pasado nuestro momento y ahora estén en otra fase. Quizás si no hubiésemos tenido esa distancia física o las circunstancias nos hubieran favorecido aun nos veríamos, aunque fuera de tarde en tarde. Quien sabe. Lo cierto es que una vez rompieron con sus dudas y encontraron el camino, ya han puesto la directa. Han conocido gente nueva y no paran de planear experiencias buscando sensaciones un poco al límite. A veces demasiado para mí.
 
A mi me gusta la reflexión final. El sexo por el sexo siempre tiene un corto recorrido vital. Es casi imposible mantener una pareja solo con tríos, intercambios , dominación , bdsm y candaulismo... se que el foro va de sex0 ... pero las historias siempre son tan cortoplacistas que pierden mucho.

Todas las parejas que he conocido que les gusta este modo de vida han terminado separados. No han sido muchas.... por que da mucha pena ver como se destrozan.

Besitos
 
A mi me gusta la reflexión final. El sexo por el sexo siempre tiene un corto recorrido vital. Es casi imposible mantener una pareja solo con tríos, intercambios , dominación , bdsm y candaulismo... se que el foro va de sex0 ... pero las historias siempre son tan cortoplacistas que pierden mucho.

Todas las parejas que he conocido que les gusta este modo de vida han terminado separados. No han sido muchas.... por que da mucha pena ver como se destrozan.

Besitos
Como siempre el autor... sublime.
 
A mi me gusta la reflexión final. El sexo por el sexo siempre tiene un corto recorrido vital. Es casi imposible mantener una pareja solo con tríos, intercambios , dominación , bdsm y candaulismo... se que el foro va de sex0 ... pero las historias siempre son tan cortoplacistas que pierden mucho.

Todas las parejas que he conocido que les gusta este modo de vida han terminado separados. No han sido muchas.... por que da mucha pena ver como se destrozan.

Besitos
Hola canto del cisne. Otra alegría más que me das al encontrar a gente conocida.

Como ya dije anteriormente estoy trabajando en un proyecto de quince relatos que responden a la segunda parte de fantasías sexuales de las españolas. Dos de ellos son continuación de las historias de Paloma y de Elena, que yo creo que fueron de las que más gustaron. Así cierro el proyecto que inicie en 2022. Como corresponde al artículo en el que está basado el proyecto y donde treinta mujeres españolas cuestan cuáles son su fantasía sexuales, las temáticas son muy diversas. Desde la infidelidad hasta el lesbianismo pasando por el voyerismo, la dominación, etcétera. Estoy seguro que entre todas ellas encontrarás alguna que te guste.

No sé si este es el sitio adecuado para abrir debate pero en parte coincido contigo respecto a que las prácticas liberales conducen en general a relaciones que tienen poco recorrido, pero es que precisamente eso es lo que buscan muchas parejas. Cumplir su fantasías, un incentivo sexual, salir de la rutina, explorar aquellos fetiches sexuales o prácticas que les atraen, etc... Conozco personalmente un par de casos de gente que sí ha encontrado una relación estable en este mundo liberal, pero no es la norma. Lo habitual es que esto solo suponga una escapada de su rutina, una incursión en el placer rompiendo tabúes para luego volver a su vida normal. El hecho de que la mayoría mantenga en secreto estas prácticas deja bien claro que establecen una separación entre ellas y su vida habitual, tratando de que no se crucen. A veces solo es por evitar verse señalados, pero yo creo que sobre todo es por evitar que de una forma u otra puedan influir negativamente en su relación.

Ya de por sí hacer un trío, un intercambio de parejas o participar en una orgía te pone a prueba como pareja. Aunque en tu cabeza suene muy morboso en la realidad tus sentimientos se ponen a prueba. Solo las parejas que de verdad tienen una mente liberal, en las que hay mucha comunicación y respeto mutuo, y que van despacio y estableciendo reglas que ambos respetan, tienen posibilidades de salir de estas experiencias sin que se erosione la relación.

Incluso así, estamos hablando de practicar sexo, por lo cual aunque la tentación puede estar presente en cualquier sitio (trabajo, amigos, deportes, etc), el contacto íntimo con otras personas puede suponer una mayor facilidad para que uno de los miembros de la pareja acabe enamorándose o encaprichándose con otro/a.

La forma que muchas parejas que se inician en el mundo liberal tienen de defenderse de esto, es reduciendo la exposición al mínimo tiempo posible. Una visita a un local liberal, participar en una fiesta, o un contacto buscado para solo una noche. Y evitar en la medida de lo posible repetir con las mismas personas.

Y aún así el riesgo sigue estando.

Si además hablamos ya de parejas que llegan al mundo liberal por otros motivos, la posibilidad de una experiencia negativa aumenta.

Por ejemplo aquellas parejas que se aburren en la cama. Que no encuentran motivación ni placer en compartir colchón y deciden introducir a terceros.

Por muy placentera y muy exitosa que resulte la experiencia, si en una pareja no son capaces de darse placer mutuo sin introducir a terceros en medio es que tienen un problema y el acceso al mundo liberal solo enmascara este. Si no eres capaz de recuperar la magia con la persona que compartes tu vida, el recurso artificial de buscar experiencias más allá, en el mejor de los casos solo mantendrá el problema cuando vuelvan a estar solos. En el peor de los casos lo agravará.

En el caso de aquellas parejas que actúan por puro vicio, también se puede producir una situación complicada si pierdes el control.

Si tienes una dependencia del sexo, si eres un adicto o si simplemente te gustan las emociones fuertes, suele pasar que como pasa en otras dependencias como la droga o el alcohol, necesites continuamente experimentar y consumir. Esto hace que no es seas capaz de elegir con quién, cómo o qué prácticas. Simplemente lo necesitas y eso hace que acabes por quitar los filtros y la seguridad. Puedes acabar haciendo cosas que no deseas o arriesgándote a tener un problema serio de salud o de otro tipo, porque no controlas la adicción.

Además quizás necesites cada vez emociones más fuertes con lo cual acabes por aceptar prácticas cada vez más arriesgadas o que no harías en condiciones normales, como sexo sin protección con desconocidos, en lugares expuestos o con gente peligrosa, etc...

En fin, el mundo liberal no es para cualquiera. Resulta atrayente porque promete emociones fuertes pero también supone un riesgo grande para la pareja.

Un saludo.
 
La experiencia con Rubén y Lola no fue la primera, pero yo sí la considero el inicio de mi devenir en el mundo de los cuernos consentidos porque fue la mas completa y satisfactoria desde que empecé en este mundo. La práctica me dice que cada pareja es distinta y que, además, si ambos no se sincronizan y/o complementan, la cosa casi seguro que acaba en fracaso. Cada uno debe aceptar su rol y para eso es básico que disfrute con él. Algunos de mis conocidos, en el ambiente de tríos y liberal, me decían que ellos preferían siempre a parejas consolidadas en este ambiente porque así iban sobre seguro. Sin neuras ni rollos raros, síndrome de culpabilidad, etc…

Algo de razón no les falta, pero yo siempre pienso que esto hay que currárselo, y si hay que llevarse algunos desengaños y decepciones, bueno, pues adelante que para eso algunos ya somos veteranos. Porque la recompensa es grande. Cuando das con una pareja que se inicia y consigues conectar bien, acompañándolos a descubrir este mundo de sensaciones extremas y nuevas, el placer es mucho mayor que el que ofrece una sesión de sexo sin más…

Algunos de mis mejores tríos los he vivido con pajeras inexpertas (aunque he de decir que también hacen perder más tiempo y deparan más intentos fallidos). Hay varias situaciones que se pueden producir, pero yo con las dos que más me he encontrado (en lo que a desacuerdo entre la pareja se refiere), es cuando ella no está del todo convencida y se ve empujada por el marido, y cuando son ambos los que dudan.

El primer caso se suele notar a la legua, porque a poco que hables con la chica, se nota que está incomoda y que dicha incomodidad, además, no es por la situación o porque tú no le gustes. Su pareja suele tirar en una dirección y ella en otra. Él va por delante proponiendo y a ella siempre le parece que van muy deprisa. En esta situación casi siempre tocan retirada y cuando no lo hacen, no es ni mucho menos garantía de disfrute. Los problemas pueden surgir durante el encuentro o a posteriori.

En el otro caso es diferente. Ambos comparten dudas y si son capaces de ponerse de acuerdo para decidir (si siguen o lo dejan) la toma de decisión conjunta les refuerza. En estas situaciones, la mayoría de las veces no continúan. Las dudas suelen ser un indicador de que no están preparados para la acción.

Son muchas las parejas con las que he tonteado por internet o en vivo y en directo, que realmente no buscan unos cuernos, sino tan solo una experiencia que los excite y ponga a tono para rematar luego ellos la faena. Buscan salir de la rutina, sensaciones nuevas (aunque sin llegar a las realmente fuertes). En estas circunstancias, les basta con jugar a flirtear, imaginar la situación, pedirte que les cuentes como te las follarías o las más atrevidas, dejase morrear, acariciar e incluso masturbar. Solo quieren usarte para encender la llama y luego retirarse a disfrutar ellos. Yo lo acepto, me parece juguetón y, en todo caso, las reglas las pone cada pareja. Según mi estado de ánimo y situación, decido si entro al juego o no.

A veces, pasa también que la cosa se acelera, que con el calentón y ya desinhibidos ponen la directa y se saltan todos los pasos. Unas veces sale bien, y otras, al no estar preparados ni haberlo pensado antes, el atajo sale caro.

Os cuento un caso curioso que me paso, precisamente con una pareja “en prácticas”. Los conocí por internet y poco a poco fuimos intimando. Yo creía que solo con las sesiones de Webcam y los correos, ya estaban satisfechos y no pasarían de ahí, pero como me caían bien y eran divertidos, seguía con paciencia cultivando su amistad y entrando a su juego. Siempre con fantasías de cuernos, de que les dijera lo que me ponía ella, de cómo me la follaría, imaginando encuentros…

Un día, por sorpresa, me propusieron un encuentro en un local liberal. Son extrañas las justificaciones que cada uno se busca, como tratamos de buscar coartadas para el placer sin sentirnos mal, pero lo curioso es que ellos (digamos Yolanda y Pedro), llegaron a la conclusión de que si no sabíamos nada de nosotros, eso no era infidelidad. La infidelidad para ellos era acostarse con alguien conocido o con quien pudiesen tener una relación estable. Lo otro, era una “cana al aire”, que no implicaba conexión, ni remordimiento, ni ponía en peligro su relación de pareja. Por eso, querían que nos hiciéramos los encontradizos en el local y que nos tratáramos como extraños, aunque yo sabía bien de sus deseos y costumbres sexuales. Si al final la cosa se calentaba, recurriríamos al cuarto oscuro o al Glory Hole.

Así fue. Nos citamos y pude verlos en persona. Ella bajita y regordeta, muy guapa para mi gusto. El físico no me importa demasiado, sino más bien la actitud y las ganas que se le pongan al sexo. Pero yo ya los había visto por web y ellos a mí, de modo que en ese sentido no hubo sorpresas. La hora fue un poco rara, por la tarde y recién abierto el local, en un día entre semana, lo que propició que estuviésemos prácticamente solos. De todas formas, formamos el trio casi de inmediato y ellos solo se interesaron por mí, dando de lado a cualquier otra propuesta. En eso traían las ideas claras. Costó un poco romper el hielo, pero al fin, las rodillas juntas, las caras muy cerca, hablándonos en susurros, conseguimos crear el ambiente adecuado y confiar unos en otros.

El primer paso, fue sacar a bailar a Yolanda. La diferencia de estatura y la música no acompañaban mucho, así que desistimos. El cuarto oscuro fue la siguiente opción. Pero allí las cosas tampoco prosperaron. Pedro quería ver con nitidez y ella igual, querían recrearse con imágenes, casi más que con el contacto físico, para el que parecían aun no estar preparados.

Bueno, con tranquilidad. Paramos y hacemos balance, qué nos está gustando y qué no. Como redirigimos el tema. Otra copa para animarnos. Decidimos probar con el Glory Hole. Si la fantasía es estar con un extraño, lo mejor era poner una mampara de por medio.

- Solo tenéis que saber que con seguridad os voy a dar lo que queréis. Olvidaos de que hemos hablado mucho. Ahora soy un desconocido.

Algo parecido me pasó cuando conocí personalmente a Lola Y Rubén, con los que pudimos liberar una situación de bloqueo. Pensé que aquí podía funcionar de nuevo, y vaya si lo hizo…

Yolanda se acercó al agujero más grande, permitiéndome palpar con mi mano por encima de la tela. No tarde mucho en bucear más profundo y ella comenzó a excitarse a marchas forzadas. Ahora sí que se estaba poniendo. Pronto se subió la falda hasta la cintura y sus bragas cayeron al suelo. El sujetador descendió liberando sus pechos y su blusa abierta me permitió, con la dificultad añadida de tantear a través del hueco, sobar sus tetazas y acariciar sus pezones, duros como piedras. Yolanda pegó el gran culazo que tiene a la madera. Mis dedos recorrieron con dificultad su raja y agarraron los cachetes, tratando de llegar a su coño.

Por sus suspiros y temblores supe que iba ya muy caliente, así que no me extrañó que fuese directa a la acción, girándose y ofreciéndome su vagina. Se encontraba ya húmeda y pegajosa. Pude separarle los labios e introducir sin dificultad un dedo y luego un segundo. Empecé a pajearla y Yolanda buscó la inclinación adecuada para que entre mete y saca, mis dedos rozaran su clítoris. Cuando el nivel de gemidos me indico que estaba ya a punto, me saqué la polla y la hice pasar al otro lado a través del agujero. Yolanda la tomó con la mano y me la estrujó desde la base hasta el glande, que dejó caer una gota pegajosa entre sus dedos.

Al poco de estar masturbándome, sentí su aliento en mi verga. Se había arrodillado y acercando sus labios los cerró sobre la punta de mi pene, chupándolo como si fuera un caramelo, introduciéndoselo después hasta la base de mi polla y dejando un rastro de saliva en mi falo al sacársela. Yo no oía a Pedro, pero sé que estaba allí mirando y excitándose. Yoli unió su culo a la pared, restregándose mi verga. Se agachó hasta que mi punta pudo pasear entre sus nalgas. Mi glande resbalando por entre la raja de su trasero y sus muslos ardientes, hizo que nos pusiéramos más calientes todavía. Un empellón de mi polla, hizo que esta apuntara directamente a su coño, intentando abrirse paso.

Yolanda modificó la postura para que resbalara por su coñito, sin llegar a entrar. Con la mano apretó mi verga contra su clítoris y labios, restregándosela a modo de masturbación. Cuando ya estuvo mojada del todo y empezaba a jadear, vi que me corría solo con el masaje que me estaba dando. Trate de retirarla, pero ella la asió con la mano tirando hacia su culo.

- Yolanda que me corro…

- Espera un poquito por favor…

De nuevo acarició mis huevos y pego su culo contra mi rabo. Si lo que pretendía era prolongar el juego el efecto fue el contrario, porque no tuvo otra cosa que detener mí pene en la entrada de su ano y empujar tratando de metérselo. Eso me puso aún más burro. Solo consiguió meterse la punta y luego la saco entre dolorida y cachonda por lo lejos que se estaba atreviendo a ir.

Se giró y presentándome su monte de venus y vagina. Mi polla apuntaba directamente a su clítoris. Ella la guio con la mano hasta él, y comenzó a frotárselo con mi punta. Yo sentía muchas cosquillas pero aguanté, mientras Yoli se ponía cada vez más cachonda. Estaba toda húmeda y mi verga resbalaba sin ninguna dificultad por sus labios y su botoncito del placer, dejándole restos de líquido preseminal. Estaba tan caliente que en un momento dado me aferró la verga con la mano y empujó hasta el fondo, metiéndosela entera. Parecía que tenía fuego en el coño. Con mi pene dentro, comenzó una serie de movimientos pélvicos, para notarla más. Sus dedos iniciaron una frenética paja, mientras pegaba su monte de venus a la tabla para sentirla aún más adentro. En apenas un minuto llegó al orgasmo. Yo sentía como se mojaba aún más, mientras las contracciones de su vagina aumentaban.

Yo estaba ya a punto de correrme y en ese momento, note que bruscamente se la sacaba del coño. Oí unas palabras al otro lado. Parecía que Pedro reñía a Yoli por metérsela a pelo. Se le había ido un poco la olla. Yo suponía que tomaba anticonceptivos, pero por si acaso, allí estaba su chico para recordarle que no hiciera locuras llevada por el calentón. Pero ahora el que estaba caliente era yo. Mi polla la buscó de nuevo y la encontró. De nuevo se deslizó por su coñito perdiéndose entre sus muslos, que ella cerró sobre mi falo. La parte de arriba de mi pene rozaba sus labios vaginales, y alrededor, sus muslos húmedos y pegajosos de flujos y semen me hacían una paja perfecta. Pronto me corrí entre sus piernas, salpicando a su coñito y llenándole de leche la cara interna de sus muslos. Ella no aflojó la presión hasta que me sacó la última gota. Luego se separó y comencé a oír otro tipo de jadeos. Por lo poco que pude ver a través del agujero, estaba dándole placer con la mano y la boca a Pedro. Y cuando este llegó al orgasmo, ella se masturbo otra vez, todavía salpicada de mi esperma y el suyo. Se hizo una paja monumental, más por lo que oí que por lo que pude ver.

Luego, caras de satisfacción de nuevo en la sala. Al final la cosa acabó bien. Todo fue tan rápido que casi no pude regodearme en el placer, pero el recuerdo y el morbo de lo sucedido me acompañaron muchos días, igual que les pasó a ellos. Mas tarde me comentaron que esa semana no pararon de follar, recordando “la aventurilla”.
 
No voy a continuar relatando citas que se parecen bastante unas a otras. Habíamos dado con la formula buena que nos permitía disfrutar a los tres vértices del triángulo que formábamos Lola, Rubén y yo, de manera que tampoco hicimos demasiados experimentos y nuestros encuentros seguían patrones muy similares. No quiero volverme repetitivo, la experiencia era siempre gozosa pero la historia puede llegar a cansar, y esa no es mi intención. Sin embargo, os relataré como compensación una anécdota muy excitante con Lola.

Si recordáis, ella sentía un morbo especial con el esperma. Poco la ponía tanto como todo lo relacionado con verse llena de leche, jugar con el semen, etc…Otra de las características de esta relación, es que nos veíamos con poca frecuencia. Era difícil conciliar agendas y distancia. Quizás por ello, cuando nos encontrábamos teníamos sesiones de sexo intenso, frenético y fuerte. Nos cogíamos con muchas ganas. Poco tiempo para hartarnos y discutir, así que tal vez eso influía en la relación tan especial que manteníamos. Bien, el caso es que en esta ocasión se nos puso la cosa muy complicada. Yo tenía que impartir un curso en una ciudad del norte y ellos pudieron desplazarse, dejando a los niños con la familia. Era verano, época de vacaciones y la excusa de hacer una escapada de dos días romántica les evito tener que dar demasiadas explicaciones a la familia. De todas formas, era cierto, además que querían visitar esa capital que aún no conocían bien.



El problema es que yo apenas tenía tiempo libre. Podía adelantar un día la llegada pero ellos no. Durante la primera jornada solo conseguí tiempo por la noche. Quedamos en el mismo hotel, y como otras veces, salimos a cenar. Lo nuestro es ya amistad, así que se nos fueron las horas comiendo, bebiendo y contándonos nuestras cosas. Estábamos tan a gusto juntos que cuando llegamos a la habitación, ya era madrugada.

El sexo fue bueno e intenso, como siempre, pero el cansancio, el sueño, el alcohol y lo tarde que era, hicieron que, tras un par de horas, quedáramos profundamente dormidos. Los cuerpos entrelazados en la misma cama de matrimonio. Agotados. Al día siguiente, sonó el despertador. Tocaba currar. Lola estaba encogida en la cama. Rubén dormía profundamente también. Me pareció mal despertarlos. A mí me daba vueltas la cabeza y el estómago, pero hubiese follado a esa mujer que tanto me atrae. En fin, que opté por dejarlos descansar. Cuando podía no lo hice y cuando ellos pudieron yo ya no estaba. Se contentaron con un polvo rápido antes de salir de turismo y tratar de aprovechar la mañana. Pero no estaban muy satisfechos. Fue rápido y aún estaban medio mareados al levantarse.

Por la tarde, era yo el que no podía atrasar la vuelta a casa. A las 16:00 en punto tenía tren y no podía perderlo. Hice lo imposible para quedarme allí esa noche, pero estábamos bajo mínimos y al día siguiente tenía que estar sí o sí en mi puesto de trabajo. Solo disponía de apenas un rato para almorzar, tras cerrar el curso, pero decidí pasar por el hotel para comer allí un bocadillo y poder despedirme al menos de ellos.

Rubén y Lola agradecieron el gesto. Bueno, Lola lo agradeció y algo más…

Se empeñaba en que subiera a la habitación para un rapidín, pero yo sabía que sería incapaz de marchar si entraba con ellos. Simplemente no podía estar solo quince minutos e irme. Rubén lo entendía, pero Lola no paraba de maquinar, a ver cómo podía sacar algo excitante de todo esto. Llevábamos tanto sin vernos…y yo contándole como la observé esa mañana, desnuda en la cama, dudando si abrirla de piernas todavía en sueños y que fuera mi polla quien la despertara con sus embestidas.

- Pues podrías haberlo hecho, que yo no me hubiera enfadado. Te pasas de caballero algunas veces Luis…

- Bueno, tampoco estaba yo al cien por cien, no creas…

- Coño, con lo caliente que estoy ahora…

- Lola, no me digas eso que me muero. En fin, ahora podéis echar un polvo a mi salud. Follad como si yo estuviera.

- Luis tiene razón cariño. Si sube ya no podrá irse.

Lola puso cara de haber pensado una solución.

- Oye, se me ha ocurrido algo.

- ¿Qué?

- Rubén, sube a la habitación y espérame desnudo. No tardo nada. Luis, tu sígueme a los servicios.



¿Los servicios? Era arriesgado, pero yo estaba dispuesto a lo que fuera. Lola demostró ser muy lista y observadora. Los servicios estaban en un sitio muy discreto de la recepción. Al girar un pasillo y fuera de la vista. Pero había más. Y no había caído. Entre los aseos de señoras y caballeros, había uno de minusválidos. Una puerta con su pestillo y una habitación amplia, sin que aparentemente fuera a entrar nadie. El sitio ideal. No había visto ninguna persona con problemas de movilidad en el hotel, así que la posibilidad de interrupción parecía mínima. Entramos, cerramos y se colgó de mi cuello, buscando mi boca con la suya.

- Bien jugado Lola…

- Vamos, que ya es tarde…

Me bajó los pantalones y mi falo desapareció en su boca antes incluso de haberse puesto erecta del todo. Nunca me la habían chupado tan intensamente en tan poco tiempo. La polla fue creciendo hasta no caberle apenas. Las babas le caían por la barbilla, empapándome los testículos a mí también. Se puso de pie y se bajó las mallas, agachándose sobre el lavabo y ofreciéndome su culito. Con las manos se separó las nalgas dejándome ver un chochito húmedo por la excitación. Restregué mi verga, humedecida por su boca contra su rajita. Estaba chorreada por dentro sin duda. Pero no había mucho tiempo, así que con un poco de saliva empapé sus labios exteriores y apreté mi glande contra ellos. Se abrió paso sin dificultad, enterrándose en su vagina. Apreté hasta el final arrancándole un jadeo y haciendo que se tensara su espalda. Luego vino una follada dura e intensa del chochito.

Pronto Lola empezó a excitarse de verdad. Su mano desapareció entre sus ingles. Sentía como se pajeaba mientras yo la follaba. A veces la había hecho llegar en esa postura. Mi falo le empujaba por dentro de la vagina mientras por fuera ella se estimulaba el clítoris. Presionando en el sitio adecuado, con la postura idónea, Lola sintió que el placer de dentro se conjugaba con el de fuera, envolviendo su sexo en una pinza de gusto que le subía por oleadas hacia el vientre. Se corrió con la cara vuelta hacia mí. La vi congestionada por el placer, mordiéndose los labios para no gritar. Esa imagen me aceleró el corazón. Se la sacó y dándose la vuelta enfrentó mi cuerpo al suyo. Me abrazo y me mordisqueó el cuello mientras con su mano libre dirigía mi verga a su vulva, masturbándome con ella. Yo notaba sus ingles mojadas por el flujo que salía de su vagina y por los míos propios. Aupándose y abriendo un poco los muslos, consiguió metérsela dentro. Por la postura le rozaba mucho, pero eso aumentó el gusto que sentíamos. Follamos de esa manera un poco forzada un poquito más, hasta que yo estuve a punto de correrme. Entonces, Lola se la sacó justo a tiempo de que mi primer chorro de semen le cayera en la entrada de su coñito. Luego lo restregó contra sus pubis y por sus muslos, mientras mi verga seguía escupiendo leche. Al separarnos tenía goterones y restos de semen por su vientre, coñito y piernas. Cuando recuperé el aliento, vi cómo se subía las bragas, sin limpiarse, dejando todo donde estaba. Me dio un prolongado beso en la boca, juntando su lengua con la mía, a modo de despedida.

- Buen viaje cariño.

Y salió del aseo, dirigiéndose con prisas a la habitación. Yo me recompuse como pude y salí a buscar un taxi. Cuando me monté en el tren (por los pelos) iba acelerado, viviendo todavía el momento que habíamos protagonizado. Como epilogo, deciros que no pude resistir pedir a Lola que me contara como acabó la cosa. Esa misma noche hablamos por teléfono y me confirmó que a pesar de haberse corrido, llegó a la habitación otra vez muy caliente. Rubén La esperaba ya desnudo y empalmado, suponiendo lo que acabábamos de hacer. Lo que no esperaba era el “regalo” que le traía su mujer. Se quitó todo, excepto sus braguitas.

- Bájamelas tú - le pidió.

Rubén pegó su cara a la entrepierna de su chica, oliendo y viendo el semen aún fresco que las bragas no tapaban. Cuando se las quitó, la leche aún no se había secado sobre la piel de Lola. Las braguitas se llevaron pegada una parte, pero su piel continuaba pegajosa. Rubén tumbó en la cama a su mujer y abriéndola de piernas, restregó su pene por aquellos sitios donde yo la había regado. Usando el esperma como lubricante, penetró sin contemplaciones a Lola, que otra vez caliente por la situación, comenzó a jadear de placer.

Me narró que fue un polvo sin florituras ni preliminares. Aprovecharon el calentón y el morbo de la situación, follando duro y rápido. Rubén se fue antes, mientras Lola apretaba sus muslos en torno a su cintura, atrayéndolo hacia lo más hondo de su vagina, para no perder ni gota de su leche. Él, intento retirarse para masturbarla o comerle su coñito empapado, pero Lola se lo impidió. Lo quería dentro. Se masturbó hasta que se corrió de nuevo, en un orgasmo que la dejó (esta vez sí) agotada y satisfecha para todo lo que quedaba de jornada. Cuando su marido se volteó y quedó boca arriba en la cama, Lola me contó que aun estuvo un rato jugando con sus dedos con el semen que salía de su sexo, usándolo como crema para acariciar y masajear su vulva. Despacio, recreándose mientras los últimos restos de gusto, la iban abandonando. Resistiéndose a ir a la ducha, cosa que solo hizo tras una breve siesta.

Actualmente Rubén y Lola han despegado totalmente como pareja liberal, y ya casi pueden darme clases a mí. Aunque mantenemos una buena amistad y de vez en cuando aún hablamos, no hemos vuelto a vernos en los dos últimos años. Quizás haya pasado nuestro momento y ahora estén en otra fase. Quizás si no hubiésemos tenido esa distancia física o las circunstancias nos hubieran favorecido aun nos veríamos, aunque fuera de tarde en tarde. Quien sabe. Lo cierto es que una vez rompieron con sus dudas y encontraron el camino, ya han puesto la directa. Han conocido gente nueva y no paran de planear experiencias buscando sensaciones un poco al límite. A veces demasiado para mí.
Grandioso relato, como siempre. Suerte tenerte de nuevo por aquí.
 

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