Juegos Prohibidos
Me presentare como Iván. Soy un tío normal, más cerca ya de los 50 que de los 40, policía de oficio, deportista, pero amante de los placeres mundanos, como el buen vino, o la comida. Mido 1,85, y en mi mejor época, ando por los 82 Kg de peso, sin llegar a estar “seco” ni definido, pero con bastante buen tono muscular. Llevo el pelo muy corto, exigencia de mi trabajo, en parte, y por gusto propio. Mi mujer, segundo matrimonio, Alba, 42, menuda, 1,65, rubia de melena sobre los hombros, 44 Kg, pecho pequeño, duro, erguido, y con unos pezones que incitan a mordisquearlos sin parar. Vientre liso, y culo redondo, duro y torneado. Enfermera de un centro de salud de la ciudad, amante del yoga y el fitness. Somos una pareja corriente, 15 años de convivencia, monotonía, y salvo alguna ocasión especial, tipo escapada o vacaciones, bastante conservadores y “aburridos” sexualmente hablando. Las navidades pasadas, quise innovar un poco y pedí en una conocida página de internet, varios “juguetes” para adultos, y un juego de cartas tipo verdad o riesgo, para darle esa chispa de cuando éramos más jóvenes, a nuestra vida. La verdad, que lo desenvolvimos, los miramos, bromeamos sobre su uso, y acabó todo en un cajón. Hasta las vacaciones de semana santa. Buscando otras cosas, aparecieron los juguetes, y los sacamos. Hablamos sobre ellos, tonteando, y le propuse, para encender la llama, un pequeño juego. Íbamos a ir a un centro comercial y le pregunte si se atrevía a ponerse un pequeño vibrador que se controlaba con un mando, que yo llevaría. Se mostro reticente al principio, pero la acabe convenciendo. Me dejó ponérselo yo, lo cual nos excitó tanto, que casi acabamos sin salir. Al final nos compusimos, vestimos y nos fuimos. Llevaba un conjunto de lencería negro, compuesto por un tanga y un sujetador Bra tipo balconet, que realzaba sus tetas de una manera asombrosa. Blusa negra también, bastante transparente, que insinuaba mucho, pero enseñaba poco. Una minifalda y medias de ligero, con botas de tacón plano y un abrigo completaban el atuendo elegido. Como siempre, preciosa. Salimos de casa y ya en el coche, le dije:
No probamos el juguete, cariño, y presioné uno de los botones
Ella dio un pequeño respingo, y se mordió sensualmente el labio inferior, mientras me miraba
Funciona, jode si funciona, dijo mientras se retorcía en el asiento del coche. Con una sonrisa de satisfacción apague el aparato, y nos reímos los dos
Llegamos al centro comercial, hicimos varias compras para las vacaciones, y yo de vez en cuando, le daba al botón, para verla contonearse y aguantarse las ganas de gemir, pero siempre lo hacía cuando nadie nos veía. Decidimos ir a comer algo rápido, a un burguer, antes de volver a casa. Alba se dirigió al mostrador a pagar, tras haber pedido la comanda en el quiosco digital. Me fije como el chico, que apenas debía tener los 20 años la miraba, y no pude contenerme en apretar el botón, preguntándome si alcanzaría esa distancia, y lo hizo. Mi mujer, arqueo la espalda, levantando el culo sinuosamente, y volviéndolo a contraer. Agachaba la cabeza, cerraba los ojos y volvía a recomponerse cuando paraba el ciclo. Me miro, con una mezcla de rabia, lujuria y vergüenza, mientras el chico se interesaba en saber si estaba bien. Cuando por fin, consiguió pagar, se dirigió a la mesa y lo apague.
CONTINUARÁ…………………………………………….
Me presentare como Iván. Soy un tío normal, más cerca ya de los 50 que de los 40, policía de oficio, deportista, pero amante de los placeres mundanos, como el buen vino, o la comida. Mido 1,85, y en mi mejor época, ando por los 82 Kg de peso, sin llegar a estar “seco” ni definido, pero con bastante buen tono muscular. Llevo el pelo muy corto, exigencia de mi trabajo, en parte, y por gusto propio. Mi mujer, segundo matrimonio, Alba, 42, menuda, 1,65, rubia de melena sobre los hombros, 44 Kg, pecho pequeño, duro, erguido, y con unos pezones que incitan a mordisquearlos sin parar. Vientre liso, y culo redondo, duro y torneado. Enfermera de un centro de salud de la ciudad, amante del yoga y el fitness. Somos una pareja corriente, 15 años de convivencia, monotonía, y salvo alguna ocasión especial, tipo escapada o vacaciones, bastante conservadores y “aburridos” sexualmente hablando. Las navidades pasadas, quise innovar un poco y pedí en una conocida página de internet, varios “juguetes” para adultos, y un juego de cartas tipo verdad o riesgo, para darle esa chispa de cuando éramos más jóvenes, a nuestra vida. La verdad, que lo desenvolvimos, los miramos, bromeamos sobre su uso, y acabó todo en un cajón. Hasta las vacaciones de semana santa. Buscando otras cosas, aparecieron los juguetes, y los sacamos. Hablamos sobre ellos, tonteando, y le propuse, para encender la llama, un pequeño juego. Íbamos a ir a un centro comercial y le pregunte si se atrevía a ponerse un pequeño vibrador que se controlaba con un mando, que yo llevaría. Se mostro reticente al principio, pero la acabe convenciendo. Me dejó ponérselo yo, lo cual nos excitó tanto, que casi acabamos sin salir. Al final nos compusimos, vestimos y nos fuimos. Llevaba un conjunto de lencería negro, compuesto por un tanga y un sujetador Bra tipo balconet, que realzaba sus tetas de una manera asombrosa. Blusa negra también, bastante transparente, que insinuaba mucho, pero enseñaba poco. Una minifalda y medias de ligero, con botas de tacón plano y un abrigo completaban el atuendo elegido. Como siempre, preciosa. Salimos de casa y ya en el coche, le dije:
No probamos el juguete, cariño, y presioné uno de los botones
Ella dio un pequeño respingo, y se mordió sensualmente el labio inferior, mientras me miraba
Funciona, jode si funciona, dijo mientras se retorcía en el asiento del coche. Con una sonrisa de satisfacción apague el aparato, y nos reímos los dos
Llegamos al centro comercial, hicimos varias compras para las vacaciones, y yo de vez en cuando, le daba al botón, para verla contonearse y aguantarse las ganas de gemir, pero siempre lo hacía cuando nadie nos veía. Decidimos ir a comer algo rápido, a un burguer, antes de volver a casa. Alba se dirigió al mostrador a pagar, tras haber pedido la comanda en el quiosco digital. Me fije como el chico, que apenas debía tener los 20 años la miraba, y no pude contenerme en apretar el botón, preguntándome si alcanzaría esa distancia, y lo hizo. Mi mujer, arqueo la espalda, levantando el culo sinuosamente, y volviéndolo a contraer. Agachaba la cabeza, cerraba los ojos y volvía a recomponerse cuando paraba el ciclo. Me miro, con una mezcla de rabia, lujuria y vergüenza, mientras el chico se interesaba en saber si estaba bien. Cuando por fin, consiguió pagar, se dirigió a la mesa y lo apague.
- Te voy a matar cabrón, casi haces que me corra allí mismo
- No lo hiciste? Vaya habría jurado que si, dije riendo, y pulsando de nuevo el botón. Estábamos en una mesa recogida tras una pared y una mampara, bastante discreta y privada, por lo que Alba se dejó recostar un poco, y se entregó a disfrutar de su amigo vibrante, cerró los ojos y se mordía el labio de forma muy sexy, se tocaba una de sus tetas con una mano, y perdió la otra entre sus piernas, comenzó a jadear muy bajito, y a retorcerse en el sillón de skay, hasta que se relajo, momento en el que apague el juguete. Se recompuso, con un sexy rubor en la cara y un brillo en los ojos. Mi polla, pedía a gritos salir del pantalón ante aquella escena. En ese momento llegó la comida. Alba, hizo el gesto de colocarse la ropa, y para mi asombro, antes de que el chaval se hubiera ido de la mesa, me puso al lado de mi bebida, su tanga.
- Toma, está empapado por tu culpa, guárdamelo, dijo con una picara sonrisa.
- Creo que esa paja la has provocado tú, deberías de ir a ayudarlo
- Quieres que lo haga? Su pregunta me descolocó. No se si fue la situación, el vibrador, o el qué, pero estaba desconocida
- No tienes valor para ir, respondí. Ella, sorprendentemente, hizo el ademan de levantarse, pero en ese momento, el chico, colorado y descamisado, salió del baño
- Vaya, nunca sabrás si lo habría hecho, me dijo. Hice un gesto de, que se le va a hacer, y comenzamos a comer. Mi polla seguía como una piedra en mis pantalones. Si quieres, puedes ayudarme a mí, estoy a punto de estallar, le dije
- Vamos al baño, me respondió.
- Joder! Joder! Cielo, me corro! Me corro! Aaahh!. Mi primer chorro salió como un geiser hacia sus entrañas , mientras ella, entre jadeos, anunciaba también su orgasmo
- Yo también! Aahhh,ahhh!! UUmmmmm!!!. Sus contracciones, exprimían mi miembro al máximo, mientras seguía soltando borbotones de mi hombría en su cálida vagina.
- Sé que he estado muy apática e irascible esta temporada y tú has sido muy paciente y bueno conmigo. Estoy volviendo a ser yo, una versión mejorada podría decirse, y es hora de darte todo lo que te mereces, me dijo
- Cielo, si todo va a ser así ahora, ha merecido la pena esta época de sequia, dije sonriendo
- Lo de hoy solo ha sido el principio, veras las vacaciones, me dijo sonriendo, pícaramente, mientras se giraba sobre mí, y me acariciaba el paquete, que volvía a tener vida propia. Me sacó la polla de nuevo, se acurruco sobre mí, y empezó a chupármela, muy despacio. La hacía desaparecer entera en su boca, y al sacarla, su lengua recorría todo su largo, hasta terminar en mi glande, lamiéndolo como si fuera un helado, para volver otra vez a tragarla entera. Cerré los ojos, me recosté hacia atrás y me dejé hacer. En un par de minutos mas, estaba de nuevo a punto de correrme. Tome su cabeza con mis manos, y comencé a mover las caderas rítmicamente, hasta que el primer disparo, salió de mi interior, directo a su garganta. Ella siguió en su posición, chupando y lamiendo, hasta que mi pene quedó flácido y mis huevos vacios. Se incorporó y me miró a los ojos, mientras pasaba la lengua por su labio superior, golosamente.
- Ya podemos irnos, mi amor, dijo de manera pícara y sensual. Me acomodé el pantalón, arranqué el coche y le respondí:
- Lo que tu mandes, cielo, encantado de obedecerte
- Ten cuidado con lo que dices, quizás se te vaya de las manos, dijo mientras se ponía el cinturón……………………………………….
CONTINUARÁ…………………………………………….