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Invitado
Capítulo 1: La chispa inesperada
Salir con Hugo y su novia Valeria siempre había sido algo chulo: risas, hablar de cualquier cosa y buen rollo. Pero esa noche fue diferente, y no fui el único que lo notó.
Valeria estaba distinta, más cercana, más divertida. Cada vez que nos mirábamos, sentía que había algo en sus ojos que me hacía sonreír sin darme cuenta. Las risas parecían coincidir, como si tuviéramos un pequeño código secreto que nadie más entendía.
Cuando Hugo se levantó para coger el teléfono, nos quedamos solos en la mesa. Empezamos a hablar de tonterías, esas conversaciones que solo surgen cuando nadie más escucha.
En un momento, la miré un segundo más de lo debido y mi mirada se fue a su escote (porque era exhuberante, que par de atributos más sensuales). Al poco sentí un golpe bajo la mesa: me había dado un puntazo y me miraba con esa sonrisa. Nos reímos sin palabras, y de repente todo parecía más fácil, más cercano.
Después, al alcanzar la botella de agua, nuestras manos se rozaron, y no puedo decir más que me empalme un montón. Fue un instante tonto, pero nos bastó para sentir que algo estaba cambiando entre nosotros. Mientras los demás hablaban de cosas sin importancia, Valeria y yo compartíamos algo diferente. Pero claro era la novia de mi amigo..
Esa noche entendí que ya no era solo atracción física por mi parte solo y había complicidad, juego y algo que prometía volverse más intenso.
Después nos fuimos para casa y se acabó el día..
Salir con Hugo y su novia Valeria siempre había sido algo chulo: risas, hablar de cualquier cosa y buen rollo. Pero esa noche fue diferente, y no fui el único que lo notó.
Valeria estaba distinta, más cercana, más divertida. Cada vez que nos mirábamos, sentía que había algo en sus ojos que me hacía sonreír sin darme cuenta. Las risas parecían coincidir, como si tuviéramos un pequeño código secreto que nadie más entendía.
Cuando Hugo se levantó para coger el teléfono, nos quedamos solos en la mesa. Empezamos a hablar de tonterías, esas conversaciones que solo surgen cuando nadie más escucha.
En un momento, la miré un segundo más de lo debido y mi mirada se fue a su escote (porque era exhuberante, que par de atributos más sensuales). Al poco sentí un golpe bajo la mesa: me había dado un puntazo y me miraba con esa sonrisa. Nos reímos sin palabras, y de repente todo parecía más fácil, más cercano.
Después, al alcanzar la botella de agua, nuestras manos se rozaron, y no puedo decir más que me empalme un montón. Fue un instante tonto, pero nos bastó para sentir que algo estaba cambiando entre nosotros. Mientras los demás hablaban de cosas sin importancia, Valeria y yo compartíamos algo diferente. Pero claro era la novia de mi amigo..
Esa noche entendí que ya no era solo atracción física por mi parte solo y había complicidad, juego y algo que prometía volverse más intenso.
Después nos fuimos para casa y se acabó el día..