La profesora de historia

Urukkhai

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Durante el curso de 2 de bachillerato decidí sentarme en primera fila. Ya sentía que tocaba sentar la cabeza, tomarme más en serio los estudios y empezar a pensar en el futuro. Lo que no sabía era que el hecho de sentarme en primera fila iba a desencadenar algo muy diferente.

Hablemos de la profesora de historia. Tendría unos 35 años, piel bronceada y suave, pelo negro y joder, ese culo tan pegado a los pantalones que permitía distinguir perfectamente la silueta del tanga separando sus nalgas.
Recuerdo perfectamente la primera clase que nos dio. Abrió la puerta, esbozó una casi imperceptible sonrisa y con paso seguro, sin quitar esa media sonrisa de su rostro, se giró a escribir en la pizarra, enseñándonos por primera vez el tremendo culo que tantas fantasías iba a despertar en cada uno de nosotros. Era como si supiera perfectamente lo que estaba provocando en nosotros y esa sonrisa la delataba.
Nunca he visto a nadie desprender tanta sensualidad como hacía ella en cada simple gesto. No les mentiré, en cuestión de unos días, la clase de historia se había convertido en el momento de desconectar y ponerse cachondo. 60 gloriosos minutos disfrutando del espectáculo que era ver a la profesora hacer cualquier cosa, y yo, en primera fila cual espectador que hubiera pagado una entrada VIP para un show exclusivo.

Pasaron unos pocos meses en los que todos los alumnos de la clase fuimos endiosandola, hasta el punto en el que ver historia en el horario te causaba una erección. Ya no veíamos a una profesora atractiva, veíamos a una diosa. Para mí empezó a ser muy común pasarme la clase de historia con la mano en el bolsillo, acariciandome muy lentamente la punta de mi polla, mientras esta iba aumentando su tamaño a medida que yo la acariciaba. Solo tenía que levantar la vista cuando aquella diosa escribía en la pizarra y limitarme a observar el leve movimiento de sus nalgas, prestar atención a sus eróticos escotes cuando se arrimaba a mi mesa para ayudarme con algún ejercicio y disfrutar de como hacía gala de su sensualidad desmedida.

Un día como cualquier otro, la profesora comenzó a dar su clase, sentada sobre el borde de su mesa, como de costumbre, con sus piernas colgando a unos pocos metros de mí.
- Chicos, perdonad, os importa que me quite un momento los zapatos? -preguntó sonriendo -me están haciendo bastante daño.
Unos cuantos respondieron, dándole el permiso que no necesitaba, ya que nada más había terminado de formular su pregunta, había comenzado a desenganchar su zapato por el talón. Seguidamente, terminó de quitarse el zapato, dejando a la vista todo su pie, en el que contrastaban el bronceado de su piel con el blanco de sus uñas perfectamente pintadas. Por si fuera poco, acto seguido levantó el pie para comenzar a masajearselo, mostrando ahora, a un metro de mi cara, la planta de su pie, impoluta, como si por las tardes, al salir del instituto, trabajara como modelo de pies. Se veía suave, delicada y muy sexy, no eran simples pies, eran los pies de una diosa. Lo supe porque yo nunca había sentido atracción por los pies de una mujer, pero joder, las ganas que sentí en ese momento de levantarme de mi asiento, acercarme a su mesa, agacharme y con mucha delicadeza sujetar su pie, cerrar los ojos y olerlo, sentir el tacto de la planta de su pie en mi nariz al olerlo, mientras lentamente deslizo mi cara hasta que son mis labios los que entran en contacto con su pie. Me imagino poco a poco cambiando los pequeños besos por otros más grandes, en los que participa mi lengua, hasta que finalmente han dejado de ser besos y estoy lamiendo toda la planta de su pie, desde su talón firme hasta esos dedos tan cuidadosamente decorados con el blanco de las uñas.
Mientras sigo fantaseando, sentado en mi asiento de primera fila, con la mano dentro de mi bolsillo sobre mi polla empalmada y mis huevos a toda presión, ella sigue dando la clase, sentada sobre su mesa, con ambas manos frotando diferentes zonas de su dolorido pie izquierdo.
La situación se iba calentando cada vez más tanto en mi mente como en el aula. La postura que tenía la profesora en ese momento dejaba ver parte de su teta derecha y la teta izquierda casi entera. Llevaba un vestido muy suelto sin sujetador, por lo que en ese momento, mientras me tocaba a través del bolsillo del pantalón, la imagen que estaban viendo mis ojos era la de una puta diosa de 35 años con la que llevaba meses fantaseando, con el talón del pie apoyado en la mesa y el resto de la planta del pie hacia mi, en un ángulo casi vertical, exhibiendose, haciendo gala de su infinita sensualidad. Mientras se masajeaba el pie en hermosos movimientos, su postura, traicionada por su vestido, me otorgaba una visión perfecta de sus tetas, moviendose ambas al ritmo al que sus brazos se deslizaban para atender a su dolorido pie, dejando asomar tímidamente el pezón de la teta izquierda cuando sus movimientos eran algo más bruscos.
Poco a poco me voy calentando más y voy añadiendo movimiento a mi mano del bolsillo, aplicando cada vez más presión sobre mi polla ardiente.
Mientras tanto, la puta diosa suelta algún que otro gemido de alivio tras pasar sus manos por las partes mas delicadas de su sexy pie
Entonces me doy cuenta, mierda! tengo muchas ganas de correrme...
Y justo en ese momento... suena el timbre. Todos mis compañeros salen corriendo al patio, así que aprovecho mi oportunidad y espero a que todos se hayan ido.
- Que cabrones eh? - me dirijo bromeando a la profesora - Ellos corriendo y tú con el pie fatal.
- Sí, que cabrones - dice mientras me sonríe
- Yo no tengo tanta prisa, si quieres puedo ayudarte. - me iba el puto corazón a mil, pero tenía que hacerlo, me había puesto tan cachondo que era esclavo de mis deseos.
- Oye, pues ya que lo dices ... - sugiere mientras echa mano al bolso en busca de algo.
Saca un bote azul y lo pone sobre mi mano
- Podrías echarme un poco de esta crema por el pie? Me esta doliendo bastante.
-Si, si... claro - alcanzo a decir entre nerviosos tartamudeos.
Consigo abrir el tapón con mis manos temblorosas y echo un poco sobre mi mano derecha. Para mi sorpresa, la crema no es blanca, es más bien transparente y con olor a fresa industrial.
Esto es lubricante... pienso mientras mi corazón se acelera aún más.
Seguidamente, apoyo mi mano sobre su pie y extiendo bien el lubricante. Luego comienzo a realizar movimientos circulares con ambos pulgares cuando la profesora me interrumpe:
-Espera, cierra la puerta, no nos vayan a ver y pensarse que estamos aquí haciendo cosas raras - dice antes de soltar una pequeña carcajada.
Me río y obedezco, cuando, sin poder pensar en nada más, vuelvo a ejecutar los mismos movimientos con mis manos sobre su pie.
Mil cosas empiezan a pasarse por mi cabeza, qué hago masajeandole los pies con lubricante a una profesora? Y por qué esto me está poniendo tan jodidamente cachondo?
Busco aprobación en su rostro para ver si estoy haciendo bien el masaje cuando veo que tiene los ojos cerrados y se está mordiendo el labio.
-Ufff... que rico... - me susurró con la voz más sexy que he escuchado jamás.
Yo no dije nada, seguía haciendo los mismos movimientos, casi petrificado, me temblaba el cuerpo entero, y esas palabras habían pasado rápidamente de mis oídos a mis huevos cada vez más cargados. Llegados a este punto estaba ya más cachondo de lo que había estado nunca antes.
Tras ver que no reaccioné a su gemido, resignada, me soltó con seguridad:
-Sabes que lo sé perfectamente, no?
- Que sabes el qué?- respondí retomando un poco el pulso
-Que te pongo cachondo, que cada vez que me giro aprovechas para mirarme el culo, que ahora mismo tienes la polla ardiendo con solo tocar mis pies y que estas deseando sacarte la polla y continuar el masaje con ella, restregandola bien fuerte contra mis pies y mi culo.
No respondí. Me quedé de piedra.
Entonces ella, desafiante, comenzó a gemir más fuerte con cada uno de los movimientos de mis manos por sus pies, hasta que me las apartó y se levantó. Me miró como un depredador mira a una presa indefensa que no tiene escapatoria, decidida, con la misma media sonrisa que aquel primer día, me agarró del cuello de la camiseta y me tiró sobre su mesa.
Yo, boca arriba, simplemente observaba lo que estaba ocurriendo, con los huevos apunto de explotar.
Con cierta agresividad me quitó la camiseta y comenzó a bajarme los pantalones.
- Se te ha puesto así de dura solo por tocar mis pies? -me dice en tono de gemido, casi burlándose de mí.
En ese momento dejo a un lado mi timidez y me levanto, mostrando enfado, me sitúo frente a ella y le arranco el vestido.
Ella se ríe, asintiendo con la cabeza, orgullosa de haber conseguido lo que quería.
Con esa pose implacable, y sus dos preciosas tetas frente a mí, vuelve a empujarme sobre la mesa y termina de quitarme los pantalones.
La diosa hace ademán de quitarse el tanga, cuando le digo que espere, que se de la vuelta, que tenía razón y que llevo meses pajeandome con el pensamiento de como sería ese culo en tanga sin el pantalón, que la simple silueta de su tanga marcada en sus pantalones me había sacado litros de semen.
Ella sonríe, le encanta saber que la veo como una diosa y que tiene el poder absoluto sobre mi polla. Sin decir una palabra, empieza a bailar muy lentamente haciendo circulos con las caderas. Poco a poco se gira hasta que queda totalmente de espaldas, con su culo en tanga moviendose circularmente a unos centimetros de mi polla.
No aguanto más y, tras darle una fuerte cachetada en la nalga derecha, procedo a bajar ese tanga negro por su enorme culo, ayudando con mis dedos a quitar esa parte del tanga que se había quedado encajada en el ano y entre las nalgas.
Estoy fuera de mí, como un muerto de hambre ante un buffet, no puedo ni pensar.
Me agacho y comienzo a lamer, me da igual qué parte, estoy tan jodidamente cachondo que podría lamer lo que sea. Sin embargo, cuando me quiero dar cuenta, mi lengua quiere saborear el ano, asegurandose de entrar lo mas profunda que puede. Ella gime cada vez más.
Me pongo en pie, mientras ella está arrimada a la mesa boca abajo, con su culo rozandome la punta de la polla. Lentamente voy acercando mi polla a su coño y me doy cuenta de que está empapado. Entonces entiendo que debajo de ese aura de diosa inalcanzable hay una cerda cachonda que se muere de ganas de que un alumno al que le dobla la edad le meta la polla.
Lentamente deslizo mi polla por su coño hasta que sin esfuerzo, ante tanta humedad, se mete entera. Justo cuando su culo toca mi abdomen y mi polla está completamente dentro de su coño empapado, ella suelta un fuerte gemido.
Nos va a oir alguien -pensé.- pero estaba tan caliente que la verdad es que me daba absolutamente igual.
Empecé a meter y sacar mi polla del coño de mi puta profesora de historia, una y otra vez, envueltos por el sonido generado por sus gemidos y el choque de su culo con mi abdomen.
Tras varios minutos follando en diferentes posturas, le aviso de que estoy a punto de correrme.
Con su mano, saca mi polla de su coño, se levanta y me besa, sin quitar la mano de mi polla. Me susurra al oído con una voz muy sexy:
- Entonces quieres acabar en mi culo o en mis pies?
Joder, que puta decisión - pienso- llevo meses fantaseando con ese culo, pero lo caliente que me han puesto hoy sus pies... por no hablar de que con solo escucharla decir eso casi me corro al instante.
La miro a los ojos, siento toda la presión que están soportando mis huevos y dejo que mi cuerpo entero sea invadido por el deseo, pienso en lo caliente que es toda la situación y con un gesto procedo a sugerirle que se ponga de rodillas frente a mí. Coloco mi polla sobre sus labios y empiezo a pajearme fuerte, ella gime, agarrandome el culo con fuerza con sus dos manos, está deseando recibir mi corrida caliente en su cara. Miro bien su rostro que, haciendo gestos con su lengua me pide a gritos que me corra, y por fin me dejo llevar. Un impulso capaz de provocar un terremoto sacude mis huevos y empieza a salir semen de mi polla a una potencia a la que nunca había salido, chocando a gran velocidad sobre su cara. En ese momento, la muy zorra me agarra la polla y se la mete entera en la boca, justo comenzando el orgasmo, donde estás explotando, en el punto que más cachondo te pones. Me hace sentir la humedad de su boca alrededor de mi polla. En ese momento tengo los sentidos más agudos que nunca y puedo notar el calor y la humedad de su saliva junto al suave y delicado tacto de su lengua y sus labios, puedo sentir todo el interior de su boca muy caliente mientras mi corrida sale descontrolada por la punta de mi polla, llenando toda su boca.

Finalmente, como si lo hubiera hecho un millón de veces, traga, desliza su lengua una última vez por la punta de mi polla, roja y gorda como nunca había estado. Se viste, me guiña el ojo y sale por la puerta sin decir una palabra, dejando gala de su sexy andar mientras yo, quieto, me limito a observar y apreciar la deslumbrante sensualidad de la profesora de historia.
 
Increible! Todos hemos fantaseado con algo parecido!
 
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