La ventana indiscreta

LucifElche

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Elx/Elche
Recuerdo la primera vez que lo vi, fue fruto de la casualidad y del azar. Aquella tarde de mayo ya hacía el suficiente calor para tener las ventanas abiertas e ir con poca ropa, en mi caso un pantalón corto de algodón.

Al levantarme del sofá para ir a la cocina para tomarme un vaso de agua pasé por el pasillo y al mirar hacía la habitación pude ver a través de la ventana como mi vecino estaba en su casa sentado jugando online con unos auriculares como única prenda encima.

Me acerqué a la ventana y me sorprendió verlo de esa manera y qué manera, siempre lo había visto vestido y ya entonces no pasaba desapercibido. Ese cuerpo estaba trabajado de gimnasio, se podía ver claramente los brazos, pectorales y un abdomen plano pero la ventana tapaba justo aquello que más me hacía sudar.

Me olvidé de beber agua y estuve agazapado detrás de mi ventana con la esperanza de que se levantara y me enseñara su "mando de juegos". Perdí la noción del tiempo pero no pasó mucho cuando se quitó los auriculares y se levantó. En ese momento se me aceleró el corazón porque pude comprobar que ese chico treintañero y que tantas veces había visto venir con su moto escondía unos glúteos firmes, voluminosos, depilado y de piel clara.

Salió de mi campo de visión pero me quedé esperando la vuelta, efectivamente volvió con un vaso de zumo y al verlo de frente tuve un escalofrío que me recorrió la espalda desde la nuca. Ahí estaba, un pene flácido, sin circuncidar, muy visible y con el vello púbico recortado, deduje que era un pene de carne.

Me quedé toda la tarde hipnotizado viendo como seguía jugando online y como de vez en cuando se levantaba y me dejaba ver su apolínea figura con aquellos glúteos turgentes y aquella poya que invitaba a la lujuria.

Le sonó el móvil y tras unos segundos de conversación, apagó el ordenador, se levanto dejándome ver por última vez sus encantos. Se puso unos slips negros, un pantalón corto marcando el culo y una camiseta blanca que no dejaba nada a la imaginación. Cogió su casco y vi como salía calle abajo.

Ante lo que había visto solo tuve una opción, me tumbé sobre la cama, me bajé el pantalón y empecé a recordar aquello que había visto. Podéis imaginar como terminó la sesión. Fue una corrida de esas que se recuerdan con el tiempo.

Me aficioné a la ventana y desde entonces la llamo Ventanflix y sí contaré otras historias que me ha dado ese vecino pero mi pregunta que me hice fue, ¿sería gay, tendría pareja?

seguirá...
 
Ya no tengo dudas, mi vecino es hetero o por lo menos eso parece. Y digo que eso parece porque hay cosas que no se me ajustan a derecho. Ha continuado jugando al PC con escasa ropa o desnudo pero desde hace unas semanas trae a su casa a una chica y justamente cuando la trae cierra todas las ventas a cal y canto.

Otro comportamiento tiene cuando no está ella, se exhibe, se muestra e incluso he llegado a pensar que sabe que lo observo desde la ventana de mi habitación. Y lo sospecho porque sube la persiana cuando ve luz en mi habitación.

Debo mencionar un episodio vivido en su soledad y fue sobre las 22:00 horas de un día entre semana. Me dirigí a la cocina a llevar las sobras de la cena y vi su ventana abierta, dejé las cosas y me acerqué como gato sigiloso cuando observa un ratón, casi sin mover el aire y lo vi, desde luego que lo vi.

Estaba sentado en su silla gamer, cascos puestos y por supuesto su terso torso desnudo, hasta ahí nada me llamaba la atención hasta que pude ver un movimiento del brazo derecho con cierto tembleque. Se me aceleró el corazón porque podría estar ante una maravillosa y placentera escena.

Efectivamente se estaba haciendo una paja, no pude ver la corrida pero sí como se limpió con un pañuelo de papel pero me surgieron muchas dudas, ¿por qué llamaba "bro" a la persona que tenía online?

¿Se estaba tocando mientras jugaba online o tenía un bromance?

¿Tendré alguna posibilidad de verlo online a través de una plataforma de emisión de juegos en directo?

veremos...
 
Me has recordado a una noche de hace muchos años con un grandísimo amigo.

Fui a su pueblo de visita y por la noche salimos a dar una vuelta. Llegando a una calle concreta, mi amigo me hizo señas para que fuera en silencio. Lo siguiente que hizo, fue señalarme la ventana abierta de la planta baja de una casa.

Cuando miré, había un hombre sentado en un sofá, de espaldas a la ventana, viendo una porno en la televisión. El tío evidentemente se estaba pajeando.

No aguantamos mucho mirando por si el tío nos oía. Pero, según me contó luego mi amigo, no era la primera vez que pillaba a aquel hombre en plena paja.

Me he pajeado cientos de veces con ese recuerdo.
 
Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño: que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son”. (Pedro Calderón de la Barca, 1635)

Citando a Calderón de la Barca cuantas fantasías y sueños he tenido con él, sueños y fantasías acabadas en húmedos orgasmos. Horas pasadas mirando por el hueco de la ventana con el temor a ser pillado pero a la vez con los nervios de ver aquello que sabía que escondía.

A veces los sueños y los deseos se cumplen, y la Diosa fortuna hace su trabajo al hacer coincidir nuestro espacio y tiempo. Ese caluroso día de agosto no tenía pensado acercarme a la playa, julio y agosto son meses horribles para ir por la invasión de Capitalinos con sus libertades que como langostas africanas por donde pasan arrasan. Pero el calor húmedo y un cambio de aire del caliente Poniente a un fresco Levante me invitó a acercarme a la playa.

Elche tiene unas playas fabulosas de arena fina, aguas abiertas y dunas con un ecosistema a proteger, en parte porque de los 8 kilómetros de litoral solo uno está edificado. De sus playas tres, son nudistas y yo frecuento la que está más al norte, justo en el límite que la separa el término municipal con Alicante.

Aparco el coche, cojo los bártulos y me dirijo hacia la playa cuando veo en el descampado de tierra una moto naranja, una moto como la suya, ¿pero sería él?. Para llegar a la orilla se debe caminar un poco entre los senderos que van formando las dunas y una vez las sobrepasas te encuentras con un horizonte de agua azul, espuma blanca y cuerpos brillantes y tostados al sol.

Planté mi sombrilla, mi toalla, me quité toda la ropa y una vez sentado me empecé a esparcir la crema. Al mirar una de las veces a mi izquierda pude ver que allí estaba, tumbado boca abajo, con su moreno reluciente y un bañador slip que dejaba intuir los turgentes glúteos que tanto me gustan. A su lado una chica, la misma que ya he visto en varias ocasiones subir a su casa, pero en este caso ella sí iba completamente desnuda, su tez era más blanca pero con unos pechos firmes y una figura muy definida.

Nervios, taquicardia, emoción, excitación y desconcierto fueron las emociones que me invadieron, ¿qué debía hacer, y si me reconocía?. Me puse mis gafas de sol, cogí mi libro y me puse a leer, lectura improductiva porque mi fantasiosa mente empezó a trabajar y no me estaba enterando nada de la lectura. Recuerdo que recibí un par de llamadas y justo antes de cabar la última me dispuse a comerme un trozo de fruta porque algo de hambre tenía.

Aparté la mirada y ella se levantó dirigiéndose a la orilla mientras él seguía tumbado boca abajo como si estuviera durmiendo. Ya no tenía ningún obstáculo para poder admirar todo su cuerpo. Cuerpo que de haber coincidido habrían esculpido y pintado los artistas del renacimiento. No debió pasar mucho tiempo cuando él se despertó, levantó un poco la cabeza, vio que no estaba su novia y se incorporó para localizarla. Ella lo saludó y él en ese momento se dispuso a ir a su encuentro.

Se puso de pie, bebió agua y se quitó el bañador slip dejando ver a escasos metros de mí todo su cincelado cuerpo y en ese momento la sangre empezó a jugarme una mala pasada, se fue hacia el lugar indebido en ese momento. Todavía cierro los ojos y recuerdo aquella piel morena, depilada y un pene flácido con toda su piel como a mi me gustan. Se fue hacia la playa al encuentro de ella.

Abrazos, juegos y charlas en el mar que yo las hubiera disfrutado de otra manera más pecaminosa. Cuando salieron la visión frontal era espectacular, de postal, de revista, de sueños cumplidos. Cuando llegaron a la toalla se tumbaron dejando que la gravedad hiciera el resto, él con las piernas semiabiertas para facilitar el secado dejaba caer sus testículos mientras que su pene dormía ladeada en su recortado pubis.

Admito que no fui capaz de ir a la orilla porque mi erección no era muy púdica y no era plan de escandalizar sobre todo porque habían familias textiles invasores. Y allí estuve viendo aviones pasar sobre mi cabeza despegando del aeropuerto de Elche y entre avión y avión una mirada discreta, esta vez eso sí sin ventana a mi vecino...
 
Capítulo final:

Hace días que no veo movimiento, ni las persianas se suben, ni la moto está en la calle. Estará de vacaciones o de viaje me dije, pero no, un camión de mudanzas me hizo caer en la dura realidad. Mi vecino caramelito se va, se ha ido. Supongo que los pisos de alquiler es lo que tienen, un trasiego de habitantes temporales que por lo menos hacen que de tanto en tanto nos alegren la vista.

En mi retina quedará aquellas tardes de juegos sin camiseta, de recorrer su cuerpo con mi mirada por cada uno de los poros de su piel, esos brazos fortotes y esos glúteos turgentes que buenas corridas me han provocado.

Quizás lo vuelva a ver en la playa, en la piscina o en un gym pero desde luego siempre lo veré en mis sueños eróticos, en mis fantasías y como no, en cada corrida donde él sea el protagonista.

Fue bonito mientras duró...
 
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