Escritor45Madrid
Miembro muy activo
Había quedado con Marta a las dos y media de la tarde. El punto de encuentro era la puerta de entrada del Centro Comercial Sambil en el Barrio de La Fortuna, Leganés, Madrid. Como este lugar se encuentra cerca de la oficina donde trabajo me resultaba posible escaparme un rato en la hora de la comida. Marta trabajaba de comercial y planificó su jornada de trabajo para estar por esa zona en la hora de la comida.
Llegué cinco minutos antes de la hora acordada. Me gusta ser puntual. Me coloqué en la puerta de acceso al centro comercial y me puse a mirar a todas las mujeres que entraban. De Marta sólo había visto una foto de su cuerpo con un vestido. Nunca había visto su rostro. Su cuerpo me parecía atractivo: delgada y con unas caderas muy sexys.
El reloj avanzaba. Eran las tres menos veinte de la tarde. En ningún momento se me pasó por la cabeza que Marta no fuera a acudir a nuestra cita. Di por hecho que llegaría tarde porque la gente es cada vez menos puntual. Y debido a su trabajo era probable que su visita a un cliente se hubiera alargado más de lo previsto. Cinco minutos después sonó un mensaje en *****.
- Acabo de aparcar. Perdón por el retraso. Voy para allá.
Mi rastreo de mujeres cercanas a la puerta de entrada se intensificó. Pero ninguna tenía el aspecto físico de ella. De repente alguien me habló a mi espalda.
- Hola, escuché.
Me giré para mirar a la mujer que me había saludado.
- Eres Marcos, ¿verdad?
- Así es, respondí mientras la miraba a los ojos.
- Soy Marta, perdón por el retraso, se disculpó.
- No te preocupes. No pasa nada, le dije.
- Tenía que cerrar una venta y la reunión se alargó más de lo previsto, me explicó.
- ¿Y conseguiste la venta?, le pregunté con interés.
- Sí, me dijo con una gran sonrisa.
- ¡Estupendo!, contesté.
- Parece que hoy va a ser un gran día de ventas, me dijo mientras me guiñaba un ojo.
- Eso parece, le respondí mientras le sonreía.
- ¿Dónde vamos?, me preguntó ella.
- Podemos subir a la primera planta a una tienda de outlet de ropa.
A Marta le pareció buena idea así que nos dirigimos a las escaleras mecánicas. Mientras intercambiaba con ella nuestras primeras palabras en persona me había fijado en ella y en su ropa. Vestía un traje de chaqueta y pantalón de color fucsia con una blusa blanca. También unos zapatos de tacón de aguja de color fucsia que mientras andábamos emitían un sonido de lo más sugerente. Un conjunto muy colorido que llamaba la atención, haciendo de ella centro de miradas. Y según lo acordado llevaría puestas unas braguitas de color azul marino. Era una mujer con una cara muy guapa. Pelo largo moreno, ojos marrones muy expresivos y una voz muy agradable. Calculé que tendría una estatura aproximada de 1,70 metros, delgada, poco pecho y una cintura y cadera de lo más sugerente. De nuestras conversaciones por ***** sabía que tenía 37 años, estaba casada y tenía 2 hijos. Vivía en una zona acomodada del oeste de Madrid, el trabajo absorbía casi por completo su vida y nuestro encuentro no era por necesidad económica sino por puro morbo.
Entramos en la tienda de ropa. Era un outlet de un centro comercial muy conocido.
- Tengo que elegir una prenda, ¿verdad?, me dijo.
- Así es, coge una prenda para puedas entrar al probador, le respondí.
- Pues este vestido de aquí por ejemplo, dijo mientras cogía la prenda colgada por la percha.
Se había aprendido de memoria el modo de actuar. A continuación saqué del bolsillo trasero de mi pantalón vaquero una bolsa de color negro perfectamente doblada y se la entregué a Marta.
- Aquí tienes lo acordado, le dije.
Ella cogió la bolsa. Una vez dentro del probador ella encontraría en el interior de dicha bolsa otra bolsa con cierre hermético que contenía en su interior un billete de 50 euros.
Observé como Marta introducía sus dedos índice y pulgar de la mano derecha por dentro de su pantalón y a modo de pinza sus dedos sacaban a la vista el borde de sus braguitas. Pude ver que eran de color azul oscuro.
- Llevo puestas las del color que elegiste, me dijo Marta.
Asentí con la cabeza a modo de aprobación. Durante el periodo de negociación Marta me había dado tres braguitas para elegir. Unas de color granate, otras de color azul oscuro y otras de color verde. Me había enviado una foto de las tres bragas colocadas encima de su cama. A mí las que más me gustaron fueron las de color azul oscuro. Y ahora esas bragas estaban puestas en el cuerpo de Marta impregnándose de su olor más íntimo antes de acabar en mis manos dentro de una bolsa hermética.
Marta se dirigió a la zona de probadores. Yo me quedé fuera esperando. Mi mente empezó a recrear lo que estaría ocurriendo. Imaginé a Marta eligiendo uno de los probadores libres, entrando y echando el cerrojo. A continuación sacando de su bolso la bolsa negra que yo le había entregado. Abriría la bolsa y sacaría la bolsa de cierre hermético. Abriría la bolsa hermética y sacaría el billete de 50 euros. Guardaría el billete dentro de su bolso. Luego colgaría su bolso de un gancho que hubiera dentro del probador. A continuación se quitaría sus zapatos de tacón. Desabrocharía el botón de su pantalón. Se quitaría el pantalón. Y luego sus bragas. Las doblaría cuidadosamente antes de meterlas en la bolsa hermética. Cerraría la bolsa y la introduciría dentro de la bolsa de color negro. Y posteriormente la dejaría dentro de su bolso. Luego buscaría otras braguitas dentro del bolso. Se las pondría y a continuación el pantalón.
Mis pensamientos se vieron interrumpidos por la entrada de un mensaje en *****. Cuando entré en la aplicación pude comprobar que era de Marta. Era una foto. Lleno de curiosidad pulsé para verla. La foto estaba hecha dentro del probador. Se la veía a ella reflejada en el espejo de cintura para abajo mostrando puestas sus bragas azules oscuras. A continuación llegó un mensaje.
-"Me contaste que otras vendedoras te enviaban como prueba una foto con las bragas puestas. Aquí tienes mi foto".
No me esperaba que fuera a hacer algo así porque le dije que como me iba a hacer la entrega en persona no era necesario. Pero me encantó su regalo. Respondí a sus mensajes.
- "Muchas gracias. No sabes qué ganas tengo de tener esas bragas en mis manos".
- "Y en tu nariz, ¿no? Ya te falta poco. Las acabo de meter en la bolsa. Me visto y salgo".
Imaginé a Marta en esos momentos con el coño al aire dentro del probador mientras buscaba en su bolso otras bragas para ponerse. Volví a mirar la foto que me había enviado. Me excité enormemente y no pude evitar que algo creciera dentro de mi pantalón.
Unos minutos después Marta apareció por la zona de entrada a los probadores. Mientras caminaba hacia donde yo me encontraba me di cuenta de lo atractiva que era. Y yo estaba a punto de tener unas bragas de esa mujer.
Llegó a mi altura y metió la mano en su bolso. Sacó la bolsa de color negro y me la entregó.
- Aquí tienes tu pedido, me dijo
- Muchas gracias, respondí.
Abrí la bolsa para ver su contenido. Allí estaban las bragas de color azul oscuro dentro de la bolsa hermética.
- ¿No te fías?, me dijo mientras se reía.
- Sí, sí, perdona. Sólo es que tenía muchas ganas de verlas, respondí con apuro.
- Ahora llevo otras de un color diferente, me dijo mientras volvía a introducir sus dedos índice y pulgar por dentro del pantalón para sacar a la vista el borde de una braguita de color verde.
Marta miró su reloj. Eran las tres y cuarto de la tarde.
- A las cuatro tengo una reunión en Alcorcón. Creo que voy a comer algo rápido por aquí. ¿Me acompañas y me cuentas mientras tanto esto de tu afición por las bragas?
No tenía pensado que fuera a ocurrir algo así pero me encantó la idea.
- Me parece bien. En la segunda planta está la zona de restauración.
Subimos a la planta de arriba. Elegimos una opción donde nos atendieran de forma rápida. Ella se pidió una ensalada y una botella de agua. Yo un sándwich y un refresco de té. Intenté invitarla pero ella me dijo que pasaba el ticket a la empresa como comida con un cliente. Es cierto que no mentía aunque ese cliente era a nivel personal y no de la empresa. Nos sentimos en una mesa libre y algo apartada.
- Espero haberlo hecho bien, me dijo mientras abría la ensalada. Me puse las bragas esta mañana después de la ducha. La mañana ha sido muy ajetreada y no he podido tener un rato para humedecerlas como me habría gustado. Y antes de quitármelas las he frotado bien en mi coño, continuó explicando.
- Seguro que están muy bien. Así que tranquila por eso, le respondí.
- Cuéntame, ¿te vas a masturbar ahora con ellas en el coche?
- No, eso lo dejaré para la noche cuando esté en casa y todos se hayan acostado. Pero ahora cuando vaya al coche las oleré unos segundos.
- ¿Y cómo las vas a meter en casa sin que tu mujer se entere?
- Dentro de la mochila del trabajo. Ella no suele mirar allí.
- Me contaste un día que a algunas mujeres les enviabas luego fotos de tu polla junto a sus bragas. Me gustaría que me enviaras alguna foto así, me pidió.
- Sin ningún problema, así será. Esta noche tendrás alguna foto en tu *****, respondí.
Marta seguía con ganas de preguntar más cosas.
- Y dime, ¿tienes muchas bragas?
- De joven tenía muchas. Las compraba por Internet y me las enviaban por correo postal. Pero tuve un par de envíos un poco sospechosos de engaño y en ese momento decidí que sólo compraría bragas usadas a mujeres que hicieran entrega en mano. Fue más difícil encontrar mujeres dispuestas a ello pero poco a poco fui encontrando algunas. Después de varios años de dejar este tema de lado decidí retomarlo porque necesito morbo en mi vida. Pero ahora estando casado mi situación es diferente y es más difícil. Pero por suerte no deja de haber mujeres interesadas ya sea por necesidad o por puro morbo. Y de una u otra manera consigo quedar con ellas.
- ¿Y alguna te ha pedido algo más a parte de venderte sus bragas?, quiso saber Marta.
- Sólo he tenido dos casos. En uno ella quiso ver cómo me masturbaba en el coche con sus bragas y en otra ocasión una mujer me invitó a su casa para comerla el coño.
- ¡Qué atrevida! Yo no metería a nadie en mi casa, dijo Marta sorprendida.
- Era una mujer divorciada que vivía sola. Me vendió sus bragas usadas por morbo y sobre todo por necesidad y para ser sincero me propuso comer su coño en su casa a cambio de una ayuda extra y accedí.
- Seguro que fue un negocio placentero para ella y tú también lo disfrutaste.
- No sabes cuanto.
- ¿Sabes? Me excitas mucho cuando me cuentas lo mucho que te gusta hacerle sexo oral a una mujer y tu pasión por los coños. Eso de que te excite tanto su olor, su sabor, comerlos con deseo,... Hoy por desgracia no tengo más tiempo pero me has parecido un tío majo y morboso y creo que me gustaría que nos volviéramos a ver.
Bajamos a la planta baja para despedirnos. Ella había aparcado dentro del parking y yo fuera en la calle.
- Ha sido un placer. Espero que disfrutes de mi regalo. Quiero que me lo cuentes con detalle y con alguna foto.
- Eso está hecho. Muchas gracias por todo y por la invitación a comer.
Cuando llegué al coche saqué las braguitas de Marta de la bolsa hermética. Las llevé a mi nariz. Mmmmmm qué delicioso y excitante aroma. Las volví a guardar.
La tarde se me hizo eterna en la oficina. Quería llegar a casa cuanto antes. Y la espera hasta que toda la familia se acostó se me hizo interminable. Era casi la una de la madrugada cuando me metí en el cuarto de baño. Eché el cerrojo. Me desnudé. Estaba muy empalmado. Saqué las bragas de la bolsa hermética. Las volví a oler mientras me masturbaba. Hice algunas fotos de mi polla junto a las bragas. Se las envié a Marta por *****.
- " Lo prometido. Siento que se haya hecho tan tarde", le escribí acompañando mis fotos.
Para mi sorpresa Marta me respondió al instante.
- "Mmmmmmm qué buena polla tienes. La próxima vez seré yo quien cuelgue mis bragas de tu juguete".
Aquello me excitó aún más porque significaba que Marta seguía con ganas de volver a vernos.
- "¿Te has corrido ya?", me preguntó.
- "Aún no", respondí.
- "Me gustaría ver tu leche en mis bragas. Te voy a enviar un regalito para inspirarte".
No suelo eyacular sobre las bragas usadas que compro para que no pierdan su aroma. Pero entró una foto de Marta en ***** que me hizo cambiar de opinión por completo. Me enviaba una foto de su coño. Lo tenía con los pelitos recortados. Se lo veía realmente apetecible.
- "Así estoy ahora mismo mientras me toco mirando tus fotos", me escribió.
Agarré mi polla con fuerza y la empecé a menear sin dejar de mirar la foto del coño de Marta y mientras fantaseaba que lo tenía en mi boca y sentía su sabor. No tardé demasiado en correrme derramando toda mi leche encima de las bragas de Marta. Hice una foto y se la envié.
Unos minutos después recibí un mensaje de Marta.
-"Yo también me acabo de correr. Hablamos para ver cómo tienes la próxima semana. Quiero disfrutar con tu juguete y sentir tu lengua entre mis piernas".
Llegué cinco minutos antes de la hora acordada. Me gusta ser puntual. Me coloqué en la puerta de acceso al centro comercial y me puse a mirar a todas las mujeres que entraban. De Marta sólo había visto una foto de su cuerpo con un vestido. Nunca había visto su rostro. Su cuerpo me parecía atractivo: delgada y con unas caderas muy sexys.
El reloj avanzaba. Eran las tres menos veinte de la tarde. En ningún momento se me pasó por la cabeza que Marta no fuera a acudir a nuestra cita. Di por hecho que llegaría tarde porque la gente es cada vez menos puntual. Y debido a su trabajo era probable que su visita a un cliente se hubiera alargado más de lo previsto. Cinco minutos después sonó un mensaje en *****.
- Acabo de aparcar. Perdón por el retraso. Voy para allá.
Mi rastreo de mujeres cercanas a la puerta de entrada se intensificó. Pero ninguna tenía el aspecto físico de ella. De repente alguien me habló a mi espalda.
- Hola, escuché.
Me giré para mirar a la mujer que me había saludado.
- Eres Marcos, ¿verdad?
- Así es, respondí mientras la miraba a los ojos.
- Soy Marta, perdón por el retraso, se disculpó.
- No te preocupes. No pasa nada, le dije.
- Tenía que cerrar una venta y la reunión se alargó más de lo previsto, me explicó.
- ¿Y conseguiste la venta?, le pregunté con interés.
- Sí, me dijo con una gran sonrisa.
- ¡Estupendo!, contesté.
- Parece que hoy va a ser un gran día de ventas, me dijo mientras me guiñaba un ojo.
- Eso parece, le respondí mientras le sonreía.
- ¿Dónde vamos?, me preguntó ella.
- Podemos subir a la primera planta a una tienda de outlet de ropa.
A Marta le pareció buena idea así que nos dirigimos a las escaleras mecánicas. Mientras intercambiaba con ella nuestras primeras palabras en persona me había fijado en ella y en su ropa. Vestía un traje de chaqueta y pantalón de color fucsia con una blusa blanca. También unos zapatos de tacón de aguja de color fucsia que mientras andábamos emitían un sonido de lo más sugerente. Un conjunto muy colorido que llamaba la atención, haciendo de ella centro de miradas. Y según lo acordado llevaría puestas unas braguitas de color azul marino. Era una mujer con una cara muy guapa. Pelo largo moreno, ojos marrones muy expresivos y una voz muy agradable. Calculé que tendría una estatura aproximada de 1,70 metros, delgada, poco pecho y una cintura y cadera de lo más sugerente. De nuestras conversaciones por ***** sabía que tenía 37 años, estaba casada y tenía 2 hijos. Vivía en una zona acomodada del oeste de Madrid, el trabajo absorbía casi por completo su vida y nuestro encuentro no era por necesidad económica sino por puro morbo.
Entramos en la tienda de ropa. Era un outlet de un centro comercial muy conocido.
- Tengo que elegir una prenda, ¿verdad?, me dijo.
- Así es, coge una prenda para puedas entrar al probador, le respondí.
- Pues este vestido de aquí por ejemplo, dijo mientras cogía la prenda colgada por la percha.
Se había aprendido de memoria el modo de actuar. A continuación saqué del bolsillo trasero de mi pantalón vaquero una bolsa de color negro perfectamente doblada y se la entregué a Marta.
- Aquí tienes lo acordado, le dije.
Ella cogió la bolsa. Una vez dentro del probador ella encontraría en el interior de dicha bolsa otra bolsa con cierre hermético que contenía en su interior un billete de 50 euros.
Observé como Marta introducía sus dedos índice y pulgar de la mano derecha por dentro de su pantalón y a modo de pinza sus dedos sacaban a la vista el borde de sus braguitas. Pude ver que eran de color azul oscuro.
- Llevo puestas las del color que elegiste, me dijo Marta.
Asentí con la cabeza a modo de aprobación. Durante el periodo de negociación Marta me había dado tres braguitas para elegir. Unas de color granate, otras de color azul oscuro y otras de color verde. Me había enviado una foto de las tres bragas colocadas encima de su cama. A mí las que más me gustaron fueron las de color azul oscuro. Y ahora esas bragas estaban puestas en el cuerpo de Marta impregnándose de su olor más íntimo antes de acabar en mis manos dentro de una bolsa hermética.
Marta se dirigió a la zona de probadores. Yo me quedé fuera esperando. Mi mente empezó a recrear lo que estaría ocurriendo. Imaginé a Marta eligiendo uno de los probadores libres, entrando y echando el cerrojo. A continuación sacando de su bolso la bolsa negra que yo le había entregado. Abriría la bolsa y sacaría la bolsa de cierre hermético. Abriría la bolsa hermética y sacaría el billete de 50 euros. Guardaría el billete dentro de su bolso. Luego colgaría su bolso de un gancho que hubiera dentro del probador. A continuación se quitaría sus zapatos de tacón. Desabrocharía el botón de su pantalón. Se quitaría el pantalón. Y luego sus bragas. Las doblaría cuidadosamente antes de meterlas en la bolsa hermética. Cerraría la bolsa y la introduciría dentro de la bolsa de color negro. Y posteriormente la dejaría dentro de su bolso. Luego buscaría otras braguitas dentro del bolso. Se las pondría y a continuación el pantalón.
Mis pensamientos se vieron interrumpidos por la entrada de un mensaje en *****. Cuando entré en la aplicación pude comprobar que era de Marta. Era una foto. Lleno de curiosidad pulsé para verla. La foto estaba hecha dentro del probador. Se la veía a ella reflejada en el espejo de cintura para abajo mostrando puestas sus bragas azules oscuras. A continuación llegó un mensaje.
-"Me contaste que otras vendedoras te enviaban como prueba una foto con las bragas puestas. Aquí tienes mi foto".
No me esperaba que fuera a hacer algo así porque le dije que como me iba a hacer la entrega en persona no era necesario. Pero me encantó su regalo. Respondí a sus mensajes.
- "Muchas gracias. No sabes qué ganas tengo de tener esas bragas en mis manos".
- "Y en tu nariz, ¿no? Ya te falta poco. Las acabo de meter en la bolsa. Me visto y salgo".
Imaginé a Marta en esos momentos con el coño al aire dentro del probador mientras buscaba en su bolso otras bragas para ponerse. Volví a mirar la foto que me había enviado. Me excité enormemente y no pude evitar que algo creciera dentro de mi pantalón.
Unos minutos después Marta apareció por la zona de entrada a los probadores. Mientras caminaba hacia donde yo me encontraba me di cuenta de lo atractiva que era. Y yo estaba a punto de tener unas bragas de esa mujer.
Llegó a mi altura y metió la mano en su bolso. Sacó la bolsa de color negro y me la entregó.
- Aquí tienes tu pedido, me dijo
- Muchas gracias, respondí.
Abrí la bolsa para ver su contenido. Allí estaban las bragas de color azul oscuro dentro de la bolsa hermética.
- ¿No te fías?, me dijo mientras se reía.
- Sí, sí, perdona. Sólo es que tenía muchas ganas de verlas, respondí con apuro.
- Ahora llevo otras de un color diferente, me dijo mientras volvía a introducir sus dedos índice y pulgar por dentro del pantalón para sacar a la vista el borde de una braguita de color verde.
Marta miró su reloj. Eran las tres y cuarto de la tarde.
- A las cuatro tengo una reunión en Alcorcón. Creo que voy a comer algo rápido por aquí. ¿Me acompañas y me cuentas mientras tanto esto de tu afición por las bragas?
No tenía pensado que fuera a ocurrir algo así pero me encantó la idea.
- Me parece bien. En la segunda planta está la zona de restauración.
Subimos a la planta de arriba. Elegimos una opción donde nos atendieran de forma rápida. Ella se pidió una ensalada y una botella de agua. Yo un sándwich y un refresco de té. Intenté invitarla pero ella me dijo que pasaba el ticket a la empresa como comida con un cliente. Es cierto que no mentía aunque ese cliente era a nivel personal y no de la empresa. Nos sentimos en una mesa libre y algo apartada.
- Espero haberlo hecho bien, me dijo mientras abría la ensalada. Me puse las bragas esta mañana después de la ducha. La mañana ha sido muy ajetreada y no he podido tener un rato para humedecerlas como me habría gustado. Y antes de quitármelas las he frotado bien en mi coño, continuó explicando.
- Seguro que están muy bien. Así que tranquila por eso, le respondí.
- Cuéntame, ¿te vas a masturbar ahora con ellas en el coche?
- No, eso lo dejaré para la noche cuando esté en casa y todos se hayan acostado. Pero ahora cuando vaya al coche las oleré unos segundos.
- ¿Y cómo las vas a meter en casa sin que tu mujer se entere?
- Dentro de la mochila del trabajo. Ella no suele mirar allí.
- Me contaste un día que a algunas mujeres les enviabas luego fotos de tu polla junto a sus bragas. Me gustaría que me enviaras alguna foto así, me pidió.
- Sin ningún problema, así será. Esta noche tendrás alguna foto en tu *****, respondí.
Marta seguía con ganas de preguntar más cosas.
- Y dime, ¿tienes muchas bragas?
- De joven tenía muchas. Las compraba por Internet y me las enviaban por correo postal. Pero tuve un par de envíos un poco sospechosos de engaño y en ese momento decidí que sólo compraría bragas usadas a mujeres que hicieran entrega en mano. Fue más difícil encontrar mujeres dispuestas a ello pero poco a poco fui encontrando algunas. Después de varios años de dejar este tema de lado decidí retomarlo porque necesito morbo en mi vida. Pero ahora estando casado mi situación es diferente y es más difícil. Pero por suerte no deja de haber mujeres interesadas ya sea por necesidad o por puro morbo. Y de una u otra manera consigo quedar con ellas.
- ¿Y alguna te ha pedido algo más a parte de venderte sus bragas?, quiso saber Marta.
- Sólo he tenido dos casos. En uno ella quiso ver cómo me masturbaba en el coche con sus bragas y en otra ocasión una mujer me invitó a su casa para comerla el coño.
- ¡Qué atrevida! Yo no metería a nadie en mi casa, dijo Marta sorprendida.
- Era una mujer divorciada que vivía sola. Me vendió sus bragas usadas por morbo y sobre todo por necesidad y para ser sincero me propuso comer su coño en su casa a cambio de una ayuda extra y accedí.
- Seguro que fue un negocio placentero para ella y tú también lo disfrutaste.
- No sabes cuanto.
- ¿Sabes? Me excitas mucho cuando me cuentas lo mucho que te gusta hacerle sexo oral a una mujer y tu pasión por los coños. Eso de que te excite tanto su olor, su sabor, comerlos con deseo,... Hoy por desgracia no tengo más tiempo pero me has parecido un tío majo y morboso y creo que me gustaría que nos volviéramos a ver.
Bajamos a la planta baja para despedirnos. Ella había aparcado dentro del parking y yo fuera en la calle.
- Ha sido un placer. Espero que disfrutes de mi regalo. Quiero que me lo cuentes con detalle y con alguna foto.
- Eso está hecho. Muchas gracias por todo y por la invitación a comer.
Cuando llegué al coche saqué las braguitas de Marta de la bolsa hermética. Las llevé a mi nariz. Mmmmmm qué delicioso y excitante aroma. Las volví a guardar.
La tarde se me hizo eterna en la oficina. Quería llegar a casa cuanto antes. Y la espera hasta que toda la familia se acostó se me hizo interminable. Era casi la una de la madrugada cuando me metí en el cuarto de baño. Eché el cerrojo. Me desnudé. Estaba muy empalmado. Saqué las bragas de la bolsa hermética. Las volví a oler mientras me masturbaba. Hice algunas fotos de mi polla junto a las bragas. Se las envié a Marta por *****.
- " Lo prometido. Siento que se haya hecho tan tarde", le escribí acompañando mis fotos.
Para mi sorpresa Marta me respondió al instante.
- "Mmmmmmm qué buena polla tienes. La próxima vez seré yo quien cuelgue mis bragas de tu juguete".
Aquello me excitó aún más porque significaba que Marta seguía con ganas de volver a vernos.
- "¿Te has corrido ya?", me preguntó.
- "Aún no", respondí.
- "Me gustaría ver tu leche en mis bragas. Te voy a enviar un regalito para inspirarte".
No suelo eyacular sobre las bragas usadas que compro para que no pierdan su aroma. Pero entró una foto de Marta en ***** que me hizo cambiar de opinión por completo. Me enviaba una foto de su coño. Lo tenía con los pelitos recortados. Se lo veía realmente apetecible.
- "Así estoy ahora mismo mientras me toco mirando tus fotos", me escribió.
Agarré mi polla con fuerza y la empecé a menear sin dejar de mirar la foto del coño de Marta y mientras fantaseaba que lo tenía en mi boca y sentía su sabor. No tardé demasiado en correrme derramando toda mi leche encima de las bragas de Marta. Hice una foto y se la envié.
Unos minutos después recibí un mensaje de Marta.
-"Yo también me acabo de correr. Hablamos para ver cómo tienes la próxima semana. Quiero disfrutar con tu juguete y sentir tu lengua entre mis piernas".