Las bragas usadas de Marta

Escritor45Madrid

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19 Ago 2024
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Madrid
Había quedado con Marta a las dos y media de la tarde. El punto de encuentro era la puerta de entrada del Centro Comercial Sambil en el Barrio de La Fortuna, Leganés, Madrid. Como este lugar se encuentra cerca de la oficina donde trabajo me resultaba posible escaparme un rato en la hora de la comida. Marta trabajaba de comercial y planificó su jornada de trabajo para estar por esa zona en la hora de la comida.

Llegué cinco minutos antes de la hora acordada. Me gusta ser puntual. Me coloqué en la puerta de acceso al centro comercial y me puse a mirar a todas las mujeres que entraban. De Marta sólo había visto una foto de su cuerpo con un vestido. Nunca había visto su rostro. Su cuerpo me parecía atractivo: delgada y con unas caderas muy sexys.

El reloj avanzaba. Eran las tres menos veinte de la tarde. En ningún momento se me pasó por la cabeza que Marta no fuera a acudir a nuestra cita. Di por hecho que llegaría tarde porque la gente es cada vez menos puntual. Y debido a su trabajo era probable que su visita a un cliente se hubiera alargado más de lo previsto. Cinco minutos después sonó un mensaje en *****.

- Acabo de aparcar. Perdón por el retraso. Voy para allá.

Mi rastreo de mujeres cercanas a la puerta de entrada se intensificó. Pero ninguna tenía el aspecto físico de ella. De repente alguien me habló a mi espalda.

- Hola, escuché.

Me giré para mirar a la mujer que me había saludado.

- Eres Marcos, ¿verdad?

- Así es, respondí mientras la miraba a los ojos.

- Soy Marta, perdón por el retraso, se disculpó.

- No te preocupes. No pasa nada, le dije.

- Tenía que cerrar una venta y la reunión se alargó más de lo previsto, me explicó.

- ¿Y conseguiste la venta?, le pregunté con interés.

- Sí, me dijo con una gran sonrisa.

- ¡Estupendo!, contesté.

- Parece que hoy va a ser un gran día de ventas, me dijo mientras me guiñaba un ojo.

- Eso parece, le respondí mientras le sonreía.

- ¿Dónde vamos?, me preguntó ella.

- Podemos subir a la primera planta a una tienda de outlet de ropa.

A Marta le pareció buena idea así que nos dirigimos a las escaleras mecánicas. Mientras intercambiaba con ella nuestras primeras palabras en persona me había fijado en ella y en su ropa. Vestía un traje de chaqueta y pantalón de color fucsia con una blusa blanca. También unos zapatos de tacón de aguja de color fucsia que mientras andábamos emitían un sonido de lo más sugerente. Un conjunto muy colorido que llamaba la atención, haciendo de ella centro de miradas. Y según lo acordado llevaría puestas unas braguitas de color azul marino. Era una mujer con una cara muy guapa. Pelo largo moreno, ojos marrones muy expresivos y una voz muy agradable. Calculé que tendría una estatura aproximada de 1,70 metros, delgada, poco pecho y una cintura y cadera de lo más sugerente. De nuestras conversaciones por ***** sabía que tenía 37 años, estaba casada y tenía 2 hijos. Vivía en una zona acomodada del oeste de Madrid, el trabajo absorbía casi por completo su vida y nuestro encuentro no era por necesidad económica sino por puro morbo.

Entramos en la tienda de ropa. Era un outlet de un centro comercial muy conocido.

- Tengo que elegir una prenda, ¿verdad?, me dijo.

- Así es, coge una prenda para puedas entrar al probador, le respondí.

- Pues este vestido de aquí por ejemplo, dijo mientras cogía la prenda colgada por la percha.

Se había aprendido de memoria el modo de actuar. A continuación saqué del bolsillo trasero de mi pantalón vaquero una bolsa de color negro perfectamente doblada y se la entregué a Marta.

- Aquí tienes lo acordado, le dije.

Ella cogió la bolsa. Una vez dentro del probador ella encontraría en el interior de dicha bolsa otra bolsa con cierre hermético que contenía en su interior un billete de 50 euros.

Observé como Marta introducía sus dedos índice y pulgar de la mano derecha por dentro de su pantalón y a modo de pinza sus dedos sacaban a la vista el borde de sus braguitas. Pude ver que eran de color azul oscuro.

- Llevo puestas las del color que elegiste, me dijo Marta.

Asentí con la cabeza a modo de aprobación. Durante el periodo de negociación Marta me había dado tres braguitas para elegir. Unas de color granate, otras de color azul oscuro y otras de color verde. Me había enviado una foto de las tres bragas colocadas encima de su cama. A mí las que más me gustaron fueron las de color azul oscuro. Y ahora esas bragas estaban puestas en el cuerpo de Marta impregnándose de su olor más íntimo antes de acabar en mis manos dentro de una bolsa hermética.

Marta se dirigió a la zona de probadores. Yo me quedé fuera esperando. Mi mente empezó a recrear lo que estaría ocurriendo. Imaginé a Marta eligiendo uno de los probadores libres, entrando y echando el cerrojo. A continuación sacando de su bolso la bolsa negra que yo le había entregado. Abriría la bolsa y sacaría la bolsa de cierre hermético. Abriría la bolsa hermética y sacaría el billete de 50 euros. Guardaría el billete dentro de su bolso. Luego colgaría su bolso de un gancho que hubiera dentro del probador. A continuación se quitaría sus zapatos de tacón. Desabrocharía el botón de su pantalón. Se quitaría el pantalón. Y luego sus bragas. Las doblaría cuidadosamente antes de meterlas en la bolsa hermética. Cerraría la bolsa y la introduciría dentro de la bolsa de color negro. Y posteriormente la dejaría dentro de su bolso. Luego buscaría otras braguitas dentro del bolso. Se las pondría y a continuación el pantalón.

Mis pensamientos se vieron interrumpidos por la entrada de un mensaje en *****. Cuando entré en la aplicación pude comprobar que era de Marta. Era una foto. Lleno de curiosidad pulsé para verla. La foto estaba hecha dentro del probador. Se la veía a ella reflejada en el espejo de cintura para abajo mostrando puestas sus bragas azules oscuras. A continuación llegó un mensaje.

-"Me contaste que otras vendedoras te enviaban como prueba una foto con las bragas puestas. Aquí tienes mi foto".

No me esperaba que fuera a hacer algo así porque le dije que como me iba a hacer la entrega en persona no era necesario. Pero me encantó su regalo. Respondí a sus mensajes.

- "Muchas gracias. No sabes qué ganas tengo de tener esas bragas en mis manos".

- "Y en tu nariz, ¿no? Ya te falta poco. Las acabo de meter en la bolsa. Me visto y salgo".

Imaginé a Marta en esos momentos con el coño al aire dentro del probador mientras buscaba en su bolso otras bragas para ponerse. Volví a mirar la foto que me había enviado. Me excité enormemente y no pude evitar que algo creciera dentro de mi pantalón.

Unos minutos después Marta apareció por la zona de entrada a los probadores. Mientras caminaba hacia donde yo me encontraba me di cuenta de lo atractiva que era. Y yo estaba a punto de tener unas bragas de esa mujer.

Llegó a mi altura y metió la mano en su bolso. Sacó la bolsa de color negro y me la entregó.

- Aquí tienes tu pedido, me dijo

- Muchas gracias, respondí.

Abrí la bolsa para ver su contenido. Allí estaban las bragas de color azul oscuro dentro de la bolsa hermética.

- ¿No te fías?, me dijo mientras se reía.

- Sí, sí, perdona. Sólo es que tenía muchas ganas de verlas, respondí con apuro.

- Ahora llevo otras de un color diferente, me dijo mientras volvía a introducir sus dedos índice y pulgar por dentro del pantalón para sacar a la vista el borde de una braguita de color verde.

Marta miró su reloj. Eran las tres y cuarto de la tarde.

- A las cuatro tengo una reunión en Alcorcón. Creo que voy a comer algo rápido por aquí. ¿Me acompañas y me cuentas mientras tanto esto de tu afición por las bragas?

No tenía pensado que fuera a ocurrir algo así pero me encantó la idea.

- Me parece bien. En la segunda planta está la zona de restauración.

Subimos a la planta de arriba. Elegimos una opción donde nos atendieran de forma rápida. Ella se pidió una ensalada y una botella de agua. Yo un sándwich y un refresco de té. Intenté invitarla pero ella me dijo que pasaba el ticket a la empresa como comida con un cliente. Es cierto que no mentía aunque ese cliente era a nivel personal y no de la empresa. Nos sentimos en una mesa libre y algo apartada.

- Espero haberlo hecho bien, me dijo mientras abría la ensalada. Me puse las bragas esta mañana después de la ducha. La mañana ha sido muy ajetreada y no he podido tener un rato para humedecerlas como me habría gustado. Y antes de quitármelas las he frotado bien en mi coño, continuó explicando.

- Seguro que están muy bien. Así que tranquila por eso, le respondí.

- Cuéntame, ¿te vas a masturbar ahora con ellas en el coche?

- No, eso lo dejaré para la noche cuando esté en casa y todos se hayan acostado. Pero ahora cuando vaya al coche las oleré unos segundos.

- ¿Y cómo las vas a meter en casa sin que tu mujer se entere?

- Dentro de la mochila del trabajo. Ella no suele mirar allí.

- Me contaste un día que a algunas mujeres les enviabas luego fotos de tu polla junto a sus bragas. Me gustaría que me enviaras alguna foto así, me pidió.

- Sin ningún problema, así será. Esta noche tendrás alguna foto en tu *****, respondí.

Marta seguía con ganas de preguntar más cosas.

- Y dime, ¿tienes muchas bragas?

- De joven tenía muchas. Las compraba por Internet y me las enviaban por correo postal. Pero tuve un par de envíos un poco sospechosos de engaño y en ese momento decidí que sólo compraría bragas usadas a mujeres que hicieran entrega en mano. Fue más difícil encontrar mujeres dispuestas a ello pero poco a poco fui encontrando algunas. Después de varios años de dejar este tema de lado decidí retomarlo porque necesito morbo en mi vida. Pero ahora estando casado mi situación es diferente y es más difícil. Pero por suerte no deja de haber mujeres interesadas ya sea por necesidad o por puro morbo. Y de una u otra manera consigo quedar con ellas.

- ¿Y alguna te ha pedido algo más a parte de venderte sus bragas?, quiso saber Marta.

- Sólo he tenido dos casos. En uno ella quiso ver cómo me masturbaba en el coche con sus bragas y en otra ocasión una mujer me invitó a su casa para comerla el coño.

- ¡Qué atrevida! Yo no metería a nadie en mi casa, dijo Marta sorprendida.

- Era una mujer divorciada que vivía sola. Me vendió sus bragas usadas por morbo y sobre todo por necesidad y para ser sincero me propuso comer su coño en su casa a cambio de una ayuda extra y accedí.

- Seguro que fue un negocio placentero para ella y tú también lo disfrutaste.

- No sabes cuanto.

- ¿Sabes? Me excitas mucho cuando me cuentas lo mucho que te gusta hacerle sexo oral a una mujer y tu pasión por los coños. Eso de que te excite tanto su olor, su sabor, comerlos con deseo,... Hoy por desgracia no tengo más tiempo pero me has parecido un tío majo y morboso y creo que me gustaría que nos volviéramos a ver.

Bajamos a la planta baja para despedirnos. Ella había aparcado dentro del parking y yo fuera en la calle.

- Ha sido un placer. Espero que disfrutes de mi regalo. Quiero que me lo cuentes con detalle y con alguna foto.

- Eso está hecho. Muchas gracias por todo y por la invitación a comer.

Cuando llegué al coche saqué las braguitas de Marta de la bolsa hermética. Las llevé a mi nariz. Mmmmmm qué delicioso y excitante aroma. Las volví a guardar.

La tarde se me hizo eterna en la oficina. Quería llegar a casa cuanto antes. Y la espera hasta que toda la familia se acostó se me hizo interminable. Era casi la una de la madrugada cuando me metí en el cuarto de baño. Eché el cerrojo. Me desnudé. Estaba muy empalmado. Saqué las bragas de la bolsa hermética. Las volví a oler mientras me masturbaba. Hice algunas fotos de mi polla junto a las bragas. Se las envié a Marta por *****.

- " Lo prometido. Siento que se haya hecho tan tarde", le escribí acompañando mis fotos.

Para mi sorpresa Marta me respondió al instante.

- "Mmmmmmm qué buena polla tienes. La próxima vez seré yo quien cuelgue mis bragas de tu juguete".

Aquello me excitó aún más porque significaba que Marta seguía con ganas de volver a vernos.

- "¿Te has corrido ya?", me preguntó.

- "Aún no", respondí.

- "Me gustaría ver tu leche en mis bragas. Te voy a enviar un regalito para inspirarte".

No suelo eyacular sobre las bragas usadas que compro para que no pierdan su aroma. Pero entró una foto de Marta en ***** que me hizo cambiar de opinión por completo. Me enviaba una foto de su coño. Lo tenía con los pelitos recortados. Se lo veía realmente apetecible.

- "Así estoy ahora mismo mientras me toco mirando tus fotos", me escribió.

Agarré mi polla con fuerza y la empecé a menear sin dejar de mirar la foto del coño de Marta y mientras fantaseaba que lo tenía en mi boca y sentía su sabor. No tardé demasiado en correrme derramando toda mi leche encima de las bragas de Marta. Hice una foto y se la envié.

Unos minutos después recibí un mensaje de Marta.

-"Yo también me acabo de correr. Hablamos para ver cómo tienes la próxima semana. Quiero disfrutar con tu juguete y sentir tu lengua entre mis piernas".
 
Había quedado con Marta a las dos y media de la tarde. El punto de encuentro era la puerta de entrada del Centro Comercial Sambil en el Barrio de La Fortuna, Leganés, Madrid. Como este lugar se encuentra cerca de la oficina donde trabajo me resultaba posible escaparme un rato en la hora de la comida. Marta trabajaba de comercial y planificó su jornada de trabajo para estar por esa zona en la hora de la comida.

Llegué cinco minutos antes de la hora acordada. Me gusta ser puntual. Me coloqué en la puerta de acceso al centro comercial y me puse a mirar a todas las mujeres que entraban. De Marta sólo había visto una foto de su cuerpo con un vestido. Nunca había visto su rostro. Su cuerpo me parecía atractivo: delgada y con unas caderas muy sexys.

El reloj avanzaba. Eran las tres menos veinte de la tarde. En ningún momento se me pasó por la cabeza que Marta no fuera a acudir a nuestra cita. Di por hecho que llegaría tarde porque la gente es cada vez menos puntual. Y debido a su trabajo era probable que su visita a un cliente se hubiera alargado más de lo previsto. Cinco minutos después sonó un mensaje en *****.

- Acabo de aparcar. Perdón por el retraso. Voy para allá.

Mi rastreo de mujeres cercanas a la puerta de entrada se intensificó. Pero ninguna tenía el aspecto físico de ella. De repente alguien me habló a mi espalda.

- Hola, escuché.

Me giré para mirar a la mujer que me había saludado.

- Eres Marcos, ¿verdad?

- Así es, respondí mientras la miraba a los ojos.

- Soy Marta, perdón por el retraso, se disculpó.

- No te preocupes. No pasa nada, le dije.

- Tenía que cerrar una venta y la reunión se alargó más de lo previsto, me explicó.

- ¿Y conseguiste la venta?, le pregunté con interés.

- Sí, me dijo con una gran sonrisa.

- ¡Estupendo!, contesté.

- Parece que hoy va a ser un gran día de ventas, me dijo mientras me guiñaba un ojo.

- Eso parece, le respondí mientras le sonreía.

- ¿Dónde vamos?, me preguntó ella.

- Podemos subir a la primera planta a una tienda de outlet de ropa.

A Marta le pareció buena idea así que nos dirigimos a las escaleras mecánicas. Mientras intercambiaba con ella nuestras primeras palabras en persona me había fijado en ella y en su ropa. Vestía un traje de chaqueta y pantalón de color fucsia con una blusa blanca. También unos zapatos de tacón de aguja de color fucsia que mientras andábamos emitían un sonido de lo más sugerente. Un conjunto muy colorido que llamaba la atención, haciendo de ella centro de miradas. Y según lo acordado llevaría puestas unas braguitas de color azul marino. Era una mujer con una cara muy guapa. Pelo largo moreno, ojos marrones muy expresivos y una voz muy agradable. Calculé que tendría una estatura aproximada de 1,70 metros, delgada, poco pecho y una cintura y cadera de lo más sugerente. De nuestras conversaciones por ***** sabía que tenía 37 años, estaba casada y tenía 2 hijos. Vivía en una zona acomodada del oeste de Madrid, el trabajo absorbía casi por completo su vida y nuestro encuentro no era por necesidad económica sino por puro morbo.

Entramos en la tienda de ropa. Era un outlet de un centro comercial muy conocido.

- Tengo que elegir una prenda, ¿verdad?, me dijo.

- Así es, coge una prenda para puedas entrar al probador, le respondí.

- Pues este vestido de aquí por ejemplo, dijo mientras cogía la prenda colgada por la percha.

Se había aprendido de memoria el modo de actuar. A continuación saqué del bolsillo trasero de mi pantalón vaquero una bolsa de color negro perfectamente doblada y se la entregué a Marta.

- Aquí tienes lo acordado, le dije.

Ella cogió la bolsa. Una vez dentro del probador ella encontraría en el interior de dicha bolsa otra bolsa con cierre hermético que contenía en su interior un billete de 50 euros.

Observé como Marta introducía sus dedos índice y pulgar de la mano derecha por dentro de su pantalón y a modo de pinza sus dedos sacaban a la vista el borde de sus braguitas. Pude ver que eran de color azul oscuro.

- Llevo puestas las del color que elegiste, me dijo Marta.

Asentí con la cabeza a modo de aprobación. Durante el periodo de negociación Marta me había dado tres braguitas para elegir. Unas de color granate, otras de color azul oscuro y otras de color verde. Me había enviado una foto de las tres bragas colocadas encima de su cama. A mí las que más me gustaron fueron las de color azul oscuro. Y ahora esas bragas estaban puestas en el cuerpo de Marta impregnándose de su olor más íntimo antes de acabar en mis manos dentro de una bolsa hermética.

Marta se dirigió a la zona de probadores. Yo me quedé fuera esperando. Mi mente empezó a recrear lo que estaría ocurriendo. Imaginé a Marta eligiendo uno de los probadores libres, entrando y echando el cerrojo. A continuación sacando de su bolso la bolsa negra que yo le había entregado. Abriría la bolsa y sacaría la bolsa de cierre hermético. Abriría la bolsa hermética y sacaría el billete de 50 euros. Guardaría el billete dentro de su bolso. Luego colgaría su bolso de un gancho que hubiera dentro del probador. A continuación se quitaría sus zapatos de tacón. Desabrocharía el botón de su pantalón. Se quitaría el pantalón. Y luego sus bragas. Las doblaría cuidadosamente antes de meterlas en la bolsa hermética. Cerraría la bolsa y la introduciría dentro de la bolsa de color negro. Y posteriormente la dejaría dentro de su bolso. Luego buscaría otras braguitas dentro del bolso. Se las pondría y a continuación el pantalón.

Mis pensamientos se vieron interrumpidos por la entrada de un mensaje en *****. Cuando entré en la aplicación pude comprobar que era de Marta. Era una foto. Lleno de curiosidad pulsé para verla. La foto estaba hecha dentro del probador. Se la veía a ella reflejada en el espejo de cintura para abajo mostrando puestas sus bragas azules oscuras. A continuación llegó un mensaje.

-"Me contaste que otras vendedoras te enviaban como prueba una foto con las bragas puestas. Aquí tienes mi foto".

No me esperaba que fuera a hacer algo así porque le dije que como me iba a hacer la entrega en persona no era necesario. Pero me encantó su regalo. Respondí a sus mensajes.

- "Muchas gracias. No sabes qué ganas tengo de tener esas bragas en mis manos".

- "Y en tu nariz, ¿no? Ya te falta poco. Las acabo de meter en la bolsa. Me visto y salgo".

Imaginé a Marta en esos momentos con el coño al aire dentro del probador mientras buscaba en su bolso otras bragas para ponerse. Volví a mirar la foto que me había enviado. Me excité enormemente y no pude evitar que algo creciera dentro de mi pantalón.

Unos minutos después Marta apareció por la zona de entrada a los probadores. Mientras caminaba hacia donde yo me encontraba me di cuenta de lo atractiva que era. Y yo estaba a punto de tener unas bragas de esa mujer.

Llegó a mi altura y metió la mano en su bolso. Sacó la bolsa de color negro y me la entregó.

- Aquí tienes tu pedido, me dijo

- Muchas gracias, respondí.

Abrí la bolsa para ver su contenido. Allí estaban las bragas de color azul oscuro dentro de la bolsa hermética.

- ¿No te fías?, me dijo mientras se reía.

- Sí, sí, perdona. Sólo es que tenía muchas ganas de verlas, respondí con apuro.

- Ahora llevo otras de un color diferente, me dijo mientras volvía a introducir sus dedos índice y pulgar por dentro del pantalón para sacar a la vista el borde de una braguita de color verde.

Marta miró su reloj. Eran las tres y cuarto de la tarde.

- A las cuatro tengo una reunión en Alcorcón. Creo que voy a comer algo rápido por aquí. ¿Me acompañas y me cuentas mientras tanto esto de tu afición por las bragas?

No tenía pensado que fuera a ocurrir algo así pero me encantó la idea.

- Me parece bien. En la segunda planta está la zona de restauración.

Subimos a la planta de arriba. Elegimos una opción donde nos atendieran de forma rápida. Ella se pidió una ensalada y una botella de agua. Yo un sándwich y un refresco de té. Intenté invitarla pero ella me dijo que pasaba el ticket a la empresa como comida con un cliente. Es cierto que no mentía aunque ese cliente era a nivel personal y no de la empresa. Nos sentimos en una mesa libre y algo apartada.

- Espero haberlo hecho bien, me dijo mientras abría la ensalada. Me puse las bragas esta mañana después de la ducha. La mañana ha sido muy ajetreada y no he podido tener un rato para humedecerlas como me habría gustado. Y antes de quitármelas las he frotado bien en mi coño, continuó explicando.

- Seguro que están muy bien. Así que tranquila por eso, le respondí.

- Cuéntame, ¿te vas a masturbar ahora con ellas en el coche?

- No, eso lo dejaré para la noche cuando esté en casa y todos se hayan acostado. Pero ahora cuando vaya al coche las oleré unos segundos.

- ¿Y cómo las vas a meter en casa sin que tu mujer se entere?

- Dentro de la mochila del trabajo. Ella no suele mirar allí.

- Me contaste un día que a algunas mujeres les enviabas luego fotos de tu polla junto a sus bragas. Me gustaría que me enviaras alguna foto así, me pidió.

- Sin ningún problema, así será. Esta noche tendrás alguna foto en tu *****, respondí.

Marta seguía con ganas de preguntar más cosas.

- Y dime, ¿tienes muchas bragas?

- De joven tenía muchas. Las compraba por Internet y me las enviaban por correo postal. Pero tuve un par de envíos un poco sospechosos de engaño y en ese momento decidí que sólo compraría bragas usadas a mujeres que hicieran entrega en mano. Fue más difícil encontrar mujeres dispuestas a ello pero poco a poco fui encontrando algunas. Después de varios años de dejar este tema de lado decidí retomarlo porque necesito morbo en mi vida. Pero ahora estando casado mi situación es diferente y es más difícil. Pero por suerte no deja de haber mujeres interesadas ya sea por necesidad o por puro morbo. Y de una u otra manera consigo quedar con ellas.

- ¿Y alguna te ha pedido algo más a parte de venderte sus bragas?, quiso saber Marta.

- Sólo he tenido dos casos. En uno ella quiso ver cómo me masturbaba en el coche con sus bragas y en otra ocasión una mujer me invitó a su casa para comerla el coño.

- ¡Qué atrevida! Yo no metería a nadie en mi casa, dijo Marta sorprendida.

- Era una mujer divorciada que vivía sola. Me vendió sus bragas usadas por morbo y sobre todo por necesidad y para ser sincero me propuso comer su coño en su casa a cambio de una ayuda extra y accedí.

- Seguro que fue un negocio placentero para ella y tú también lo disfrutaste.

- No sabes cuanto.

- ¿Sabes? Me excitas mucho cuando me cuentas lo mucho que te gusta hacerle sexo oral a una mujer y tu pasión por los coños. Eso de que te excite tanto su olor, su sabor, comerlos con deseo,... Hoy por desgracia no tengo más tiempo pero me has parecido un tío majo y morboso y creo que me gustaría que nos volviéramos a ver.

Bajamos a la planta baja para despedirnos. Ella había aparcado dentro del parking y yo fuera en la calle.

- Ha sido un placer. Espero que disfrutes de mi regalo. Quiero que me lo cuentes con detalle y con alguna foto.

- Eso está hecho. Muchas gracias por todo y por la invitación a comer.

Cuando llegué al coche saqué las braguitas de Marta de la bolsa hermética. Las llevé a mi nariz. Mmmmmm qué delicioso y excitante aroma. Las volví a guardar.

La tarde se me hizo eterna en la oficina. Quería llegar a casa cuanto antes. Y la espera hasta que toda la familia se acostó se me hizo interminable. Era casi la una de la madrugada cuando me metí en el cuarto de baño. Eché el cerrojo. Me desnudé. Estaba muy empalmado. Saqué las bragas de la bolsa hermética. Las volví a oler mientras me masturbaba. Hice algunas fotos de mi polla junto a las bragas. Se las envié a Marta por *****.

- " Lo prometido. Siento que se haya hecho tan tarde", le escribí acompañando mis fotos.

Para mi sorpresa Marta me respondió al instante.

- "Mmmmmmm qué buena polla tienes. La próxima vez seré yo quien cuelgue mis bragas de tu juguete".

Aquello me excitó aún más porque significaba que Marta seguía con ganas de volver a vernos.

- "¿Te has corrido ya?", me preguntó.

- "Aún no", respondí.

- "Me gustaría ver tu leche en mis bragas. Te voy a enviar un regalito para inspirarte".

No suelo eyacular sobre las bragas usadas que compro para que no pierdan su aroma. Pero entró una foto de Marta en ***** que me hizo cambiar de opinión por completo. Me enviaba una foto de su coño. Lo tenía con los pelitos recortados. Se lo veía realmente apetecible.

- "Así estoy ahora mismo mientras me toco mirando tus fotos", me escribió.

Agarré mi polla con fuerza y la empecé a menear sin dejar de mirar la foto del coño de Marta y mientras fantaseaba que lo tenía en mi boca y sentía su sabor. No tardé demasiado en correrme derramando toda mi leche encima de las bragas de Marta. Hice una foto y se la envié.

Unos minutos después recibí un mensaje de Marta.

-"Yo también me acabo de correr. Hablamos para ver cómo tienes la próxima semana. Quiero disfrutar con tu juguete y sentir tu lengua entre mis piernas".
El intercambio de fluidos creo que va a ser completo...
 
Había quedado con Marta a las dos y media de la tarde. El punto de encuentro era la puerta de entrada del Centro Comercial Sambil en el Barrio de La Fortuna, Leganés, Madrid. Como este lugar se encuentra cerca de la oficina donde trabajo me resultaba posible escaparme un rato en la hora de la comida. Marta trabajaba de comercial y planificó su jornada de trabajo para estar por esa zona en la hora de la comida.

Llegué cinco minutos antes de la hora acordada. Me gusta ser puntual. Me coloqué en la puerta de acceso al centro comercial y me puse a mirar a todas las mujeres que entraban. De Marta sólo había visto una foto de su cuerpo con un vestido. Nunca había visto su rostro. Su cuerpo me parecía atractivo: delgada y con unas caderas muy sexys.

El reloj avanzaba. Eran las tres menos veinte de la tarde. En ningún momento se me pasó por la cabeza que Marta no fuera a acudir a nuestra cita. Di por hecho que llegaría tarde porque la gente es cada vez menos puntual. Y debido a su trabajo era probable que su visita a un cliente se hubiera alargado más de lo previsto. Cinco minutos después sonó un mensaje en *****.

- Acabo de aparcar. Perdón por el retraso. Voy para allá.

Mi rastreo de mujeres cercanas a la puerta de entrada se intensificó. Pero ninguna tenía el aspecto físico de ella. De repente alguien me habló a mi espalda.

- Hola, escuché.

Me giré para mirar a la mujer que me había saludado.

- Eres Marcos, ¿verdad?

- Así es, respondí mientras la miraba a los ojos.

- Soy Marta, perdón por el retraso, se disculpó.

- No te preocupes. No pasa nada, le dije.

- Tenía que cerrar una venta y la reunión se alargó más de lo previsto, me explicó.

- ¿Y conseguiste la venta?, le pregunté con interés.

- Sí, me dijo con una gran sonrisa.

- ¡Estupendo!, contesté.

- Parece que hoy va a ser un gran día de ventas, me dijo mientras me guiñaba un ojo.

- Eso parece, le respondí mientras le sonreía.

- ¿Dónde vamos?, me preguntó ella.

- Podemos subir a la primera planta a una tienda de outlet de ropa.

A Marta le pareció buena idea así que nos dirigimos a las escaleras mecánicas. Mientras intercambiaba con ella nuestras primeras palabras en persona me había fijado en ella y en su ropa. Vestía un traje de chaqueta y pantalón de color fucsia con una blusa blanca. También unos zapatos de tacón de aguja de color fucsia que mientras andábamos emitían un sonido de lo más sugerente. Un conjunto muy colorido que llamaba la atención, haciendo de ella centro de miradas. Y según lo acordado llevaría puestas unas braguitas de color azul marino. Era una mujer con una cara muy guapa. Pelo largo moreno, ojos marrones muy expresivos y una voz muy agradable. Calculé que tendría una estatura aproximada de 1,70 metros, delgada, poco pecho y una cintura y cadera de lo más sugerente. De nuestras conversaciones por ***** sabía que tenía 37 años, estaba casada y tenía 2 hijos. Vivía en una zona acomodada del oeste de Madrid, el trabajo absorbía casi por completo su vida y nuestro encuentro no era por necesidad económica sino por puro morbo.

Entramos en la tienda de ropa. Era un outlet de un centro comercial muy conocido.

- Tengo que elegir una prenda, ¿verdad?, me dijo.

- Así es, coge una prenda para puedas entrar al probador, le respondí.

- Pues este vestido de aquí por ejemplo, dijo mientras cogía la prenda colgada por la percha.

Se había aprendido de memoria el modo de actuar. A continuación saqué del bolsillo trasero de mi pantalón vaquero una bolsa de color negro perfectamente doblada y se la entregué a Marta.

- Aquí tienes lo acordado, le dije.

Ella cogió la bolsa. Una vez dentro del probador ella encontraría en el interior de dicha bolsa otra bolsa con cierre hermético que contenía en su interior un billete de 50 euros.

Observé como Marta introducía sus dedos índice y pulgar de la mano derecha por dentro de su pantalón y a modo de pinza sus dedos sacaban a la vista el borde de sus braguitas. Pude ver que eran de color azul oscuro.

- Llevo puestas las del color que elegiste, me dijo Marta.

Asentí con la cabeza a modo de aprobación. Durante el periodo de negociación Marta me había dado tres braguitas para elegir. Unas de color granate, otras de color azul oscuro y otras de color verde. Me había enviado una foto de las tres bragas colocadas encima de su cama. A mí las que más me gustaron fueron las de color azul oscuro. Y ahora esas bragas estaban puestas en el cuerpo de Marta impregnándose de su olor más íntimo antes de acabar en mis manos dentro de una bolsa hermética.

Marta se dirigió a la zona de probadores. Yo me quedé fuera esperando. Mi mente empezó a recrear lo que estaría ocurriendo. Imaginé a Marta eligiendo uno de los probadores libres, entrando y echando el cerrojo. A continuación sacando de su bolso la bolsa negra que yo le había entregado. Abriría la bolsa y sacaría la bolsa de cierre hermético. Abriría la bolsa hermética y sacaría el billete de 50 euros. Guardaría el billete dentro de su bolso. Luego colgaría su bolso de un gancho que hubiera dentro del probador. A continuación se quitaría sus zapatos de tacón. Desabrocharía el botón de su pantalón. Se quitaría el pantalón. Y luego sus bragas. Las doblaría cuidadosamente antes de meterlas en la bolsa hermética. Cerraría la bolsa y la introduciría dentro de la bolsa de color negro. Y posteriormente la dejaría dentro de su bolso. Luego buscaría otras braguitas dentro del bolso. Se las pondría y a continuación el pantalón.

Mis pensamientos se vieron interrumpidos por la entrada de un mensaje en *****. Cuando entré en la aplicación pude comprobar que era de Marta. Era una foto. Lleno de curiosidad pulsé para verla. La foto estaba hecha dentro del probador. Se la veía a ella reflejada en el espejo de cintura para abajo mostrando puestas sus bragas azules oscuras. A continuación llegó un mensaje.

-"Me contaste que otras vendedoras te enviaban como prueba una foto con las bragas puestas. Aquí tienes mi foto".

No me esperaba que fuera a hacer algo así porque le dije que como me iba a hacer la entrega en persona no era necesario. Pero me encantó su regalo. Respondí a sus mensajes.

- "Muchas gracias. No sabes qué ganas tengo de tener esas bragas en mis manos".

- "Y en tu nariz, ¿no? Ya te falta poco. Las acabo de meter en la bolsa. Me visto y salgo".

Imaginé a Marta en esos momentos con el coño al aire dentro del probador mientras buscaba en su bolso otras bragas para ponerse. Volví a mirar la foto que me había enviado. Me excité enormemente y no pude evitar que algo creciera dentro de mi pantalón.

Unos minutos después Marta apareció por la zona de entrada a los probadores. Mientras caminaba hacia donde yo me encontraba me di cuenta de lo atractiva que era. Y yo estaba a punto de tener unas bragas de esa mujer.

Llegó a mi altura y metió la mano en su bolso. Sacó la bolsa de color negro y me la entregó.

- Aquí tienes tu pedido, me dijo

- Muchas gracias, respondí.

Abrí la bolsa para ver su contenido. Allí estaban las bragas de color azul oscuro dentro de la bolsa hermética.

- ¿No te fías?, me dijo mientras se reía.

- Sí, sí, perdona. Sólo es que tenía muchas ganas de verlas, respondí con apuro.

- Ahora llevo otras de un color diferente, me dijo mientras volvía a introducir sus dedos índice y pulgar por dentro del pantalón para sacar a la vista el borde de una braguita de color verde.

Marta miró su reloj. Eran las tres y cuarto de la tarde.

- A las cuatro tengo una reunión en Alcorcón. Creo que voy a comer algo rápido por aquí. ¿Me acompañas y me cuentas mientras tanto esto de tu afición por las bragas?

No tenía pensado que fuera a ocurrir algo así pero me encantó la idea.

- Me parece bien. En la segunda planta está la zona de restauración.

Subimos a la planta de arriba. Elegimos una opción donde nos atendieran de forma rápida. Ella se pidió una ensalada y una botella de agua. Yo un sándwich y un refresco de té. Intenté invitarla pero ella me dijo que pasaba el ticket a la empresa como comida con un cliente. Es cierto que no mentía aunque ese cliente era a nivel personal y no de la empresa. Nos sentimos en una mesa libre y algo apartada.

- Espero haberlo hecho bien, me dijo mientras abría la ensalada. Me puse las bragas esta mañana después de la ducha. La mañana ha sido muy ajetreada y no he podido tener un rato para humedecerlas como me habría gustado. Y antes de quitármelas las he frotado bien en mi coño, continuó explicando.

- Seguro que están muy bien. Así que tranquila por eso, le respondí.

- Cuéntame, ¿te vas a masturbar ahora con ellas en el coche?

- No, eso lo dejaré para la noche cuando esté en casa y todos se hayan acostado. Pero ahora cuando vaya al coche las oleré unos segundos.

- ¿Y cómo las vas a meter en casa sin que tu mujer se entere?

- Dentro de la mochila del trabajo. Ella no suele mirar allí.

- Me contaste un día que a algunas mujeres les enviabas luego fotos de tu polla junto a sus bragas. Me gustaría que me enviaras alguna foto así, me pidió.

- Sin ningún problema, así será. Esta noche tendrás alguna foto en tu *****, respondí.

Marta seguía con ganas de preguntar más cosas.

- Y dime, ¿tienes muchas bragas?

- De joven tenía muchas. Las compraba por Internet y me las enviaban por correo postal. Pero tuve un par de envíos un poco sospechosos de engaño y en ese momento decidí que sólo compraría bragas usadas a mujeres que hicieran entrega en mano. Fue más difícil encontrar mujeres dispuestas a ello pero poco a poco fui encontrando algunas. Después de varios años de dejar este tema de lado decidí retomarlo porque necesito morbo en mi vida. Pero ahora estando casado mi situación es diferente y es más difícil. Pero por suerte no deja de haber mujeres interesadas ya sea por necesidad o por puro morbo. Y de una u otra manera consigo quedar con ellas.

- ¿Y alguna te ha pedido algo más a parte de venderte sus bragas?, quiso saber Marta.

- Sólo he tenido dos casos. En uno ella quiso ver cómo me masturbaba en el coche con sus bragas y en otra ocasión una mujer me invitó a su casa para comerla el coño.

- ¡Qué atrevida! Yo no metería a nadie en mi casa, dijo Marta sorprendida.

- Era una mujer divorciada que vivía sola. Me vendió sus bragas usadas por morbo y sobre todo por necesidad y para ser sincero me propuso comer su coño en su casa a cambio de una ayuda extra y accedí.

- Seguro que fue un negocio placentero para ella y tú también lo disfrutaste.

- No sabes cuanto.

- ¿Sabes? Me excitas mucho cuando me cuentas lo mucho que te gusta hacerle sexo oral a una mujer y tu pasión por los coños. Eso de que te excite tanto su olor, su sabor, comerlos con deseo,... Hoy por desgracia no tengo más tiempo pero me has parecido un tío majo y morboso y creo que me gustaría que nos volviéramos a ver.

Bajamos a la planta baja para despedirnos. Ella había aparcado dentro del parking y yo fuera en la calle.

- Ha sido un placer. Espero que disfrutes de mi regalo. Quiero que me lo cuentes con detalle y con alguna foto.

- Eso está hecho. Muchas gracias por todo y por la invitación a comer.

Cuando llegué al coche saqué las braguitas de Marta de la bolsa hermética. Las llevé a mi nariz. Mmmmmm qué delicioso y excitante aroma. Las volví a guardar.

La tarde se me hizo eterna en la oficina. Quería llegar a casa cuanto antes. Y la espera hasta que toda la familia se acostó se me hizo interminable. Era casi la una de la madrugada cuando me metí en el cuarto de baño. Eché el cerrojo. Me desnudé. Estaba muy empalmado. Saqué las bragas de la bolsa hermética. Las volví a oler mientras me masturbaba. Hice algunas fotos de mi polla junto a las bragas. Se las envié a Marta por *****.

- " Lo prometido. Siento que se haya hecho tan tarde", le escribí acompañando mis fotos.

Para mi sorpresa Marta me respondió al instante.

- "Mmmmmmm qué buena polla tienes. La próxima vez seré yo quien cuelgue mis bragas de tu juguete".

Aquello me excitó aún más porque significaba que Marta seguía con ganas de volver a vernos.

- "¿Te has corrido ya?", me preguntó.

- "Aún no", respondí.

- "Me gustaría ver tu leche en mis bragas. Te voy a enviar un regalito para inspirarte".

No suelo eyacular sobre las bragas usadas que compro para que no pierdan su aroma. Pero entró una foto de Marta en ***** que me hizo cambiar de opinión por completo. Me enviaba una foto de su coño. Lo tenía con los pelitos recortados. Se lo veía realmente apetecible.

- "Así estoy ahora mismo mientras me toco mirando tus fotos", me escribió.

Agarré mi polla con fuerza y la empecé a menear sin dejar de mirar la foto del coño de Marta y mientras fantaseaba que lo tenía en mi boca y sentía su sabor. No tardé demasiado en correrme derramando toda mi leche encima de las bragas de Marta. Hice una foto y se la envié.

Unos minutos después recibí un mensaje de Marta.

-"Yo también me acabo de correr. Hablamos para ver cómo tienes la próxima semana. Quiero disfrutar con tu juguete y sentir tu lengua entre mis piernas".
Excelente y excitante relato. Ojalá tenga una continuación.
 
Ignoro si es real o solo un relato. En cualquier caso, me ha parecido muy interesante
 
Ignoro si es real o solo un relato. En cualquier caso, me ha parecido muy interesante
El relato tiene parte real (mi fetichismo por las bragas usadas y mi pasado como comprador de este tipo de prendas) y una parte ficticia (el personaje de Marta y mi fantasía de que la entrega de las bragas compradas se hiciera en los probadores de una tienda de ropa).
 
Muy morboso, yo hace años tambien "compraba" por 30 o 40 euros bragas usadas de una tia q conoci en un chat, pero no ibamos a probadores, se las quitaba en el coche delante de mi, y me dejaba tocarla un poco el coño y ella me hacia una pajilla...
Pero la perdi la pista hace cosa de 7 años...
 
Voy a publicar a continuación la segunda parte del relato "Las bragas usadas de Marta". He dudado si iniciar un hilo nuevo. Pero al final he decidido incluirlo en este mismo para que vaya a continuación del anterior y estén juntos. Este nuevo relato lleva por título "Marta toma el control".
 
Título: Marta toma el control.

Al día siguiente de nuestro primer encuentro en persona Marta y yo volvimos a coincidir por ***** a altas horas de la noche. Mientras nuestras respectivas familias dormían nosotros pensábamos totalmente desvelados y excitados el uno en el otro.

- Me vuelve loca tu polla. No he parado de ver tus fotos durante todo el día, me confesó Marta.

- ¿Quieres que te envíe más fotos?, le sugerí.

- ¿Tienes más?

- No, pero puedo ir al baño y me hago alguna más para ti.

- Me parece muy interesante tu propuesta. Sorpréndeme.

- Dame unos minutos y vuelvo.

Fui al cuarto de baño. Eché el cerrojo. A continuación, me desnudé completamente. Me encanta estar desnudo. Marta desconocía mi pasión por el exhibicionismo. Pero pronto se iba a dar cuenta de ello. Coloqué el móvil encima de un mueble situado bajo el lavabo con la cámara en modo selfie y el temporizador en 10 segundos. En las fotos que le había enviado el día anterior ella sólo había visto mi polla empalmada junto a sus bragas. Pero ahora quería que ella viera algo más. Me fotografié mostrando gran parte de mi cuerpo (sin mostrar la cara) y un primer plano de mi juguete empalmado. Quería que viera como se marcan las venas de mi polla cuando está empalmada. Eso es algo que les excita enormemente a las mujeres que lo han visto. Mientras hacía la sesión de fotos yo también tenía en mente las dos fotos que ella me había enviado el día anterior: la del probador con las bragas azul marino puestas y la foto de su coño. Yo también había visto esas dos fotos montones de veces a lo largo del día. De hecho, había tenía que ir un par de veces al baño de la oficina para sacar mi polla dura del pantalón y darle unos meneos de alivio con la mano. Había sido una locura de día porque no había podido sacar a Marta de mi mente en ningún momento.

- Ya estoy, escribí por ***** cuando di por finalizada la sesión fotográfica.

- Adelante, estoy deseosa por empezar a ver.

En la primera foto que le envié pudo verme desnudo desde la zona del ombligo hasta las rodillas.

- Muy interesante. Empiezas bien. Me aburren las fotos de miembros en primer plano. Sigue.

En la siguiente foto la parte de mi cuerpo mostrada era la misma pero me coloqué de perfil de forma que ella pudiera contemplar mi polla empalmada apuntando al techo del baño.

- Increíble. Tienes un miembro muy potente y de buen tamaño.

Luego le mostré mi cuerpo desnudo casi por completo. Desde el cuello hasta las rodillas. El baño es pequeño y no me permite mostrar más ángulo de visión.

-Mmmmmm enterito desnudo para mí. He de reconocer que tienes buen cuerpo y ese vello me pone, especialmente el del pecho.

Por último, le mostré la foto de primer plano con las venas marcadas.

- Diosssss, esas venas… Las recorrería todas con la punta de mi lengua. Enhorabuena porque ha sido un buen reportaje. No me imaginaba algo así porque no es lo habitual. Como sé que te gustará saberlo he de confesarte que mi coño se ha mojado enormemente.

- Me alegra haber conseguido esa reacción en tu cuerpo.

- Mis ganas de volver a vernos en persona se han incrementado. Mañana voy a intentar cuadrar mi agenda para que nos podemos ver el lunes. Ya te conté que no es mi zona habitual pero algo me inventaré. ¿Podrías el lunes?

- Sí, me las apañaré para que nos podamos ver.

- ¿Puedo preguntarte algo?

- Sí, claro, lo que desees.

- ¿Qué fue lo que más te excitó de nuestro encuentro de ayer?

Hice un rápido recuerdo mental a todo lo ocurrido en nuestra cita del día anterior. Y la verdad es que lo tenía bastante claro.

- Lo que más me excitó fue tu forma de vestir y especialmente tus zapatos de tacón, respondí.

- Vaya, no me esperaba esa respuesta.

- Supongo que imaginabas que lo más excitante para mí fue oler tu coño en las bragas.

- Quizá no tenían demasiado olor. Como te expliqué fue una mañana complicada y no pude entregártelas como me habría gustado, explicó Marta con cierto pesar.

- No, tranquila, las bragas estaban bien. Aunque confieso que cuanto más olor tengan más me excitan y me gustan.

- Te prometo que me encargaré de que las bragas del lunes las recibas bien olorosas y espero que húmedas incluso.

- Se me va a hacer muy largo hasta que llegue el lunes.

- Créeme que a mí también. Pero no nos desviemos del tema. Quiero que me expliques por qué mi forma de vestir fue lo que más te excitó de nuestra cita, quiso saber Marta.

- Me atraen mucho las mujeres dominantes. Y tu forma de vestir con ese traje de chaqueta y los zapatos de tacón me transmitieron sensación de autoridad y poder. Además, te vi en todo momento muy decidida, sin miedos, sin titubeos. Incluso me sorprendió que quisieras que habláramos después de acabar con lo pactado en el encuentro.

- Es mi forma de ser. Soy lanzada, atrevida, me siento una diosa encima de mis tacones, me gusta sentirme deseada.

- Imagino que esas cualidades que tienes te ayudan mucho en tu trabajo, quise saber por curiosidad.

- No te imaginas cuánto, afirmó Marta confirmando mis sospechas.

- He de reconocer que eres muy atractiva. Inspiras en mí la fantasía de ponerme a tus pies. Me sentí un privilegiado por tener una de tus bragas.

- Tú también me ayudaste a cumplir una de mis fantasías en cierto modo. Quería vivir una experiencia morbosa a cambio de dinero. Es cierto que en mi trabajo también he vivido experiencias con motivaciones económicas pero quería que fuera algo real, un billete que meter en mi bolso. Y lo de venderte mis bragas me pareció algo ideal para esa fantasía: algo rápido, sencillo, morboso y sin complicaciones. Así que yo también debo agradecerte la experiencia vivida.

- ¿Se podría decir entonces que en tu caso lo más excitante de nuestro encuentro de ayer fue ver ese billete y cambiarlo por tus bragas usadas dentro de la bolsa hermética?

Marta tardó unos segundos en escribir su respuesta.

- Así es, contestó finalmente.

De repente, nos quedamos “en silencio” por unos segundos. Creo que ambos estábamos pensando de qué modo continuar con la conversación. Fue Marta la que volvió a escribir.

- Me gustaría que me contaras alguna fantasía que tengas relacionada con tu fetichismo de las bragas usadas.

Me puse a pensar durante unos segundos. Luego le escribí la respuesta.

- Me gustaría estar arrodillado delante de una mujer mientras ella permanece en pie. Luego ver como ella baja sus bragas hasta la altura de sus rodillas y separa sus piernas para hacer hueco entre ellas. Y después meter mi cabeza entre sus piernas y oler y lamer el interior de sus bragas mientras ella me mira.

- Vaya…. Lo tuyo es pasión por los coños. Tu fantasía me genera sensaciones enfrentadas.

- No te gusta, ¿no?, pregunté con desilusión.

- No exactamente. Por una parte, me parece una guarrada que desees algo así. Pero por otra parte me produce excitación que desees hacerlo. La sensación que me transmite esa fantasía es que para querer lamer mis bragas sucias tu deseo por mí tiene que ser de una gran intensidad. Y ya te conté antes que me excita sentirme deseada. He de confesarte que antes con tus fotos conseguiste mojar mi coño pero ahora has conseguido despertar el deseo en mi mente. Me gustaría que el próximo lunes me dejes a mí llevar las riendas de nuestra cita. Acaba de surgir en mi cabeza la fantasía que quiero vivir contigo.

Se hizo eterno hasta que llegó el lunes. El tiempo no avanza cuando uno lo desea y además habíamos acordado que no volveríamos a comunicarnos por ***** hasta el día de la cita, a no ser que hubiera algún cambio de planes forzoso por parte de alguno de los dos.

Llegué a la oficina sobre las nueve y media. Estaba excitado a pesar de la paja que me había hecho esa mañana antes de meterme en la ducha. Necesitaba descargar en el comienzo del día porque me esperaba una mañana de enorme calentura pensando en Marta. Pero mi polla volvía a estar empalmada. Mientras se arrancaba el ordenador accedí a *****. Por precaución no me conectaba a esta aplicación durante los findes de semana. Una vez dentro se cargaron dos mensajes de Marta. El primero era la foto de unas bragas negras colocadas encima de una cama. En el segundo había este texto:

- “Buenos días. Hoy tocan braguitas negras. Voy a disfrutar mucho viendo como las saboreas. Me encargaré de que sean de tu gusto, mi perrito faldero. Ah, por cierto, hoy me cobraré en especie”.

Según leí el mensaje me levanté de mi silla y fui al baño. Mi cuerpo sudaba de la excitación que se había disparado en mi cuerpo leyendo esas frases. Varias palabras habían hecho explotar mi mente: saboreas, de tu gusto, perrito faldero, cobraré en especie. Y muchas preguntas asaltaban mi cabeza: ¿saborear cómo? ¿tendrá en mente cumplir la fantasía que le había contado? ¿llegaría a la cita con las bragas empapadas de flujo? ¿perrito faldero? ¿significa que va a ser dominante conmigo en la cita? ¿va a ser mi Ama? ¿cobrar en especie? ¿pero cómo? ¿entonces no debo llevarle otro billete de 50 euros? Mientras chocaban en mi mente todas estas preguntas mi mano derecha meneaba mi polla. La había sacado por la bragueta nada más meterme en el baño. Habría sido capaz de correrme de nuevo pero preferí volver a mi lugar de trabajo. Tenía una mañana ajetreada, mi grado de concentración estaba por los suelos y mi intención era salir de allí a las dos de la tarde para ir a “comer”.

Quería escribir una respuesta al mensaje de Marta pero no se me ocurrían las palabras apropiadas. Finalmente escribí:

- Buenos días mi Ama. A las dos y media estaré esperando puntual en el lugar acordado para nuestra cita. A sus pies.

Cuando le di a enviar me asaltaron las dudas acerca de si había hecho bien en responder adoptando el rol de sumiso. Casi al instante salí de dudas.

- Veo que has entendido el papel que te toca desempeñar hoy. Perrito listo.

A las dos en punto salgo de la oficina en dirección al Centro Comercial Sambil. Apenas un trayecto de diez minutos. Aparco en un sitio que hay en una de las calles del exterior. Son las dos y cuarto. Un poco pronto pero tampoco quiero esperar dentro del coche. Estoy nervioso. Así que me dirijo a la puerta del centro comercial a esperar. No dejo de mirar el reloj del móvil. Dos y veinticinco. ¿Habrá llegado ya? ¿Estará en el parking? Sigo mirando hacia el exterior. En nuestra anterior cita ella llegó por mi espalda porque había accedido al centro comercial desde el parking interior. Dos y veintinueve. Falta un minuto para la hora acordada. El corazón se me sale del pecho de la mezcla de nerviosismo y excitación. Dos y media…..

De repente siento como si todo se hubiera quedado en silencio. A lo lejos se percibe débilmente un sonido que me resulta conocido. Unos zapatos de tacón. El sonido no cesa y cada vez se hace más audible. Sí, son zapatos de tacón. Es ella. Seguro que es ella. Se acerca cada vez más. ¿Debería darme la vuelta para recibirla? Mientras me debato entre mis dudas el sonido se hace cada vez más cercano, muy cercano, muy próximo,…

- Buenas tardes perro, escucho a mis espaldas.

Me giro. La miro a la cara y luego echo un vistazo a su cuerpo. De nuevo impecablemente vestida. En esta ocasión una americana de color negro, blusa de color blanca, falda de color negra, medias negras translúcidas y zapatos de tacón de color negro. Y un bolso como complemento. Me fascina el poder y autoridad que transmite.

- Buenas tardes mi Ama, respondo.

- Sígueme, no tengo mucho tiempo, dice con autoridad.

No me puedo creer que Marta se haya convertido en mi Ama. Todo me parece un sueño. Sigo a Marta por el centro comercial. Ella camina con autoridad con un movimiento de caderas muy sensual. Yo voy detrás. Realmente me siento como su perrito faldero. Subimos por las escaleras mecánicas a la primera planta y luego nos encaminamos a la entrada de la tienda de ropa outlet. Marta se detiene antes de entrar. Se gira. Me pide que me acerque. Me da instrucciones.

- Busca un pantalón y vete a los probadores. Entra en una de las dos cabinas que hay al fondo del pasillo. Desnúdate de cintura para abajo y me escribes.

- De acuerdo mi Ama, respondo mientras asiento con la cabeza en señal de respeto.

Entro en la tienda. Busco rápidamente un pantalón. Me dirijo a la zona de probadores. Sólo deseo que no haya mucha gente dentro y sobre todo que alguno de las cabinas de al fondo esté libre. En las primeras cabinas hay gente. Según avanzo por el pasillo no hay nadie. Menos mal. Entro en la del lado izquierdo. Cierro la puerta con el cerrojo.

Desabrocho los cordones de mis zapatos. Me los quito. Saco el móvil del bolsillo trasero del pantalón y lo dejo en el suelo. Desabrocho el botón de mi pantalón. Lo bajo y me lo quito. Lo doblo y lo dejo en una esquina del suelo. Me quito los calcetines y los meto dentro de los zapatos. Por último, me quito el slip. Lo doblo y lo dejo encima del pantalón.

Cojo mi móvil del suelo y accedo a *****:

- Le informo que he cumplido todas sus instrucciones, escribo.

Al instante aparece su respuesta:

- Hazte foto, quiero comprobarlo.

Accedo a la aplicación de cámara de fotos del móvil y me hago una foto en el espejo donde se me ve desnudo de cintura para abajo. Estoy empalmado también. Se la envío.

- Muy bien perro. Voy para allá. Deja la puerta abierta.

Me invade un poco de temor mientras quito el cerrojo de la puerta y la abro. ¿Y si hay alguien fuera? Pero me tranquiliza el hecho de que no he escuchado ningún ruido de gente desde que he entrado. Lo que si empiezo a percibir a lo lejos es el sonido de los tacones de Marta. Y cada vez más y más cerca. Agarro mi polla con la mano y me la empiezo a menear para calmar mis nervios. El ruido de los tacones se escucha ya por el pasillo de los probadores. De un momento a otro Marta se asomará a la puerta. De repente aparece. Me mira.

- Muy bien perrito. Me gusta que seas obediente. ¿Pero en qué momento te he dado permiso para meneártela?

Avergonzado suelto mi mano de la polla.

- Lo siento mi Ama. No volverá a ocurrir, digo cabizbajo.

Marta entra dentro de la cabina y cierra la puerta con el cerrojo. Se coloca frente a mí y agarra mi polla con su mano.

- Por fin tengo este juguete todo para mí, me susurra cerca de la oreja.

Durante unos segundos siento como su mano acaricia lentamente mi polla.

- Ahora ponte de rodillas, susurra.

No me lo puedo creer. Va a hacer realidad la fantasía que le había contado. Obedezco. Una vez arrodillado puedo ver como Marta lleva sus dedos a la cremallera de su falda. Escucho como baja. Luego deja caer la falda al suelo pero inmediatamente la coge y la cuelga en un gancho que hay en la pared. Puedo comprobar que las medias tienen un precioso encaje al final de las mismas a la altura de medio muslo. Está realmente sexy. Y por supuesto no puedo evitar fijarme en sus bragas de color negro.

- Acércate y huele, perro.

Esto si que no me lo esperaba. Acerco mi nariz cerca de sus bragas. Inspiro. Un delicioso olor a coño me invade por dentro. Es embriagador el olor que procede tanto de las bragas como del propio coño. Siento deseos de sacar la lengua y lamer esas bragas. Pero prefiero seguir cumpliendo sus órdenes. Marta me hace un gesto con el dedo para que me vuelva a sentar sobre mis talones.

A continuación, puedo ver como Marta lleva sus dedos al borde de sus braguitas y tira de ellas hacia abajo. Las baja justo hasta por debajo de sus rodillas. Luego separa un poco las piernas.

- Disfrútalas, me dice en voz baja.

Coloco mi cabeza entre sus piernas y hundo mi cara entre sus bragas. Es tan delicioso y excitante ese olor. Meto mi mano derecha entre sus piernas y la coloco por debajo de las bragas para apretar la braga contra mi nariz y aspirar su aroma más intensamente. Noto en mi mano que la braga estaba empapada. Marta había cumplido su promesa. Sus bragas serían la delicia de cualquier fetichista de bragas. Marta siempre quiere ser la mejor en todo y esto no iba a ser una excepción. Luego saco mi lengua y empiezo a lamer la parte interior de las bragas.

- Ponte a cuatro patas mientras lames, me ordena.

Obedezco al instante. Me hace sentir un perro de verdad. Me excita sentirme humillado de esa manera. Siento el sabor de su coño en mi lengua y en mi boca. Delicioso. No puedo parar de lamer esas bragas negras. Mi fantasía hecha realidad y la estoy disfrutando mucho más que cuando la recreaba en mi cabeza.

- Pero qué cerdo eres, dice buscando humillarme aún más.

Habría estado mucho más tiempo disfrutando de ese manjar pero recibo una nueva orden.

- Ponte de pie.

Luego Marta acerca su boca a mi oreja y me susurra:

- ¿Recuerdas cuando te dije que la próxima vez sería yo quien colgaría mis bragas de tu juguete?

Dicho esto, Marta saca sus bragas por entre sus zapatos de tacón y las cuelga en mi polla dura. No para de sorprenderme. Y cada sorpresa era aun mejor que la anterior.

- Y ahora me toca disfrutar a mí. Mi lengua desea recorrer tus venas, susurra de nuevo en mi oreja.

Marta se coloca en cuclillas. Coge mi polla con su mano derecha y recorre lentamente todas las venas marcadas a lo largo del tronco de mi miembro empalmado. ¿Hasta donde llegará? Al cabo de unos segundos se vuelve a poner de pie.

- Me voy a cobrar en especie tu disfrute de mis bragas. Cuando te vayas a correr avísame porque quiero ver como echas tu leche en el espejo. Abre la boca.

Su última frase no la entiendo pero obedezco. Entonces veo como quita sus bragas de mi polla y las dirige hacia mi boca. Las mete por completo dentro.

- Ya puedes cerrar la boca. Me tengo que asegurar que no vas a montar un espectáculo de gemidos. Esto es un lugar público.

Dicho esto se vuelve a colocar en cuclillas. Y sin pensárselo mete mi polla en su boca y empieza a chupar. Es increíble como la chupa de bien. Me siento muy raro y descolocado con sus bragas dentro de mi boca pero realmente me están ayudando a contener mis ganas de gemir. Y a la vez siento el sabor de su coño en mi boca. ¿En qué momento se le habrá ocurrido algo así? Marta alterna momentos en los cuales lame el tronco de mi polla con otros en los cuales la introduce en su boca y chupa con energía. Se le nota que está disfrutando. Agradezco enormemente haberme hecho una paja esa mañana porque de lo contrario me habría corrido en cuanto empezó a chupar. De vez en cuando ella me mira a los ojos y eso me excita muchísimo. Pero a pesar de mis esfuerzos por no correrme siento que no voy a poder aguantar mucho más. Nunca me habían hecho una mamada igual. Emito un sonido con mi boca a la vez que con mi mano derecha toco su hombro izquierdo. Marta se separa a un lado y yo agarro mi polla con la mano derecha mientras me acerco más al espejo. Instantes después mi leche empieza a salir mientras yo ahogo mis gemidos Mancho el espejo tal y como me ha ordenado Marta. Después el líquido blanco comienza a resbalar en dirección al suelo.

Marta saca unas bragas limpias de su bolso y se las pune. Luego se vuelve a poner la falda. Antes de salir del probador acerca una vez más su boca a mi oreja y me susurra:

- Deja limpio y reluciente el espejo antes de salir. Haz una foto antes de limpiarlo para el recuerdo. Te espero fuera. Y no saques mis bragas de tu boca hasta que yo te lo diga.

Marta sale del probador. Yo cierro la puerta cuando me quedo solo y echo el cerrojo. Escucho como su ruido de tacones se aleja primero por el pasillo de probadores y luego por la tienda. No me esperaba que me fuera a dejar con sus bragas dentro de la boca después de mi corrida. Perfectamente podría haber sacado las bragas de mi boca pero aunque ella no me esté viendo quiero obedecer sus órdenes. Hago una foto al espejo. Se la envío por *****. Después me visto. Luego saco un paquete de klinex del bolsillo de mi pantalón y me pongo a limpiar mi corrida. Lo dejo todo limpio. Guardo los klinex sucios de leche dentro del bolsillo de mi pantalón. Llega el momento de salir de allí. Ni en mis más morbosas fantasías hubiera imaginado esta situación. Saliendo de un probador con unas bragas metidas dentro de la boca y una de mis corridas dentro de mi pantalón envuelta en varios klinex.

Avanzo por el pasillo de los probadores. Llevo en la mano el pantalón que había cogido para probarme. Junto a la puerta de salida hay una chica del outlet. Que no me pregunte nada voy pensando mientras me acerco a ella. Le doy el pantalón. No me dice nada. Menos mal. Recorro la tienda en busca de la salida. No veo a Marta por ningún sitio. Salgo de la tienda. Ni rastro de Marta. Le escribo un mensaje por *****.

- Acabo de salir de la tienda pero no la veo por ninguna parte.

- Lo siento perrito. Me tengo que ir. Tengo una reunión. ¿Sigues con mis bragas dentro de la boca?

- Sí, mi Ama.

- Buen chico. Cuando llegues a tu coche puedes sacarlas de tu boca. He disfrutado mucho. Seguimos en contacto. Volveremos a vernos.
 
Título: Marta toma el control.

Al día siguiente de nuestro primer encuentro en persona Marta y yo volvimos a coincidir por ***** a altas horas de la noche. Mientras nuestras respectivas familias dormían nosotros pensábamos totalmente desvelados y excitados el uno en el otro.

- Me vuelve loca tu polla. No he parado de ver tus fotos durante todo el día, me confesó Marta.

- ¿Quieres que te envíe más fotos?, le sugerí.

- ¿Tienes más?

- No, pero puedo ir al baño y me hago alguna más para ti.

- Me parece muy interesante tu propuesta. Sorpréndeme.

- Dame unos minutos y vuelvo.

Fui al cuarto de baño. Eché el cerrojo. A continuación, me desnudé completamente. Me encanta estar desnudo. Marta desconocía mi pasión por el exhibicionismo. Pero pronto se iba a dar cuenta de ello. Coloqué el móvil encima de un mueble situado bajo el lavabo con la cámara en modo selfie y el temporizador en 10 segundos. En las fotos que le había enviado el día anterior ella sólo había visto mi polla empalmada junto a sus bragas. Pero ahora quería que ella viera algo más. Me fotografié mostrando gran parte de mi cuerpo (sin mostrar la cara) y un primer plano de mi juguete empalmado. Quería que viera como se marcan las venas de mi polla cuando está empalmada. Eso es algo que les excita enormemente a las mujeres que lo han visto. Mientras hacía la sesión de fotos yo también tenía en mente las dos fotos que ella me había enviado el día anterior: la del probador con las bragas azul marino puestas y la foto de su coño. Yo también había visto esas dos fotos montones de veces a lo largo del día. De hecho, había tenía que ir un par de veces al baño de la oficina para sacar mi polla dura del pantalón y darle unos meneos de alivio con la mano. Había sido una locura de día porque no había podido sacar a Marta de mi mente en ningún momento.

- Ya estoy, escribí por ***** cuando di por finalizada la sesión fotográfica.

- Adelante, estoy deseosa por empezar a ver.

En la primera foto que le envié pudo verme desnudo desde la zona del ombligo hasta las rodillas.

- Muy interesante. Empiezas bien. Me aburren las fotos de miembros en primer plano. Sigue.

En la siguiente foto la parte de mi cuerpo mostrada era la misma pero me coloqué de perfil de forma que ella pudiera contemplar mi polla empalmada apuntando al techo del baño.

- Increíble. Tienes un miembro muy potente y de buen tamaño.

Luego le mostré mi cuerpo desnudo casi por completo. Desde el cuello hasta las rodillas. El baño es pequeño y no me permite mostrar más ángulo de visión.

-Mmmmmm enterito desnudo para mí. He de reconocer que tienes buen cuerpo y ese vello me pone, especialmente el del pecho.

Por último, le mostré la foto de primer plano con las venas marcadas.

- Diosssss, esas venas… Las recorrería todas con la punta de mi lengua. Enhorabuena porque ha sido un buen reportaje. No me imaginaba algo así porque no es lo habitual. Como sé que te gustará saberlo he de confesarte que mi coño se ha mojado enormemente.

- Me alegra haber conseguido esa reacción en tu cuerpo.

- Mis ganas de volver a vernos en persona se han incrementado. Mañana voy a intentar cuadrar mi agenda para que nos podemos ver el lunes. Ya te conté que no es mi zona habitual pero algo me inventaré. ¿Podrías el lunes?

- Sí, me las apañaré para que nos podamos ver.

- ¿Puedo preguntarte algo?

- Sí, claro, lo que desees.

- ¿Qué fue lo que más te excitó de nuestro encuentro de ayer?

Hice un rápido recuerdo mental a todo lo ocurrido en nuestra cita del día anterior. Y la verdad es que lo tenía bastante claro.

- Lo que más me excitó fue tu forma de vestir y especialmente tus zapatos de tacón, respondí.

- Vaya, no me esperaba esa respuesta.

- Supongo que imaginabas que lo más excitante para mí fue oler tu coño en las bragas.

- Quizá no tenían demasiado olor. Como te expliqué fue una mañana complicada y no pude entregártelas como me habría gustado, explicó Marta con cierto pesar.

- No, tranquila, las bragas estaban bien. Aunque confieso que cuanto más olor tengan más me excitan y me gustan.

- Te prometo que me encargaré de que las bragas del lunes las recibas bien olorosas y espero que húmedas incluso.

- Se me va a hacer muy largo hasta que llegue el lunes.

- Créeme que a mí también. Pero no nos desviemos del tema. Quiero que me expliques por qué mi forma de vestir fue lo que más te excitó de nuestra cita, quiso saber Marta.

- Me atraen mucho las mujeres dominantes. Y tu forma de vestir con ese traje de chaqueta y los zapatos de tacón me transmitieron sensación de autoridad y poder. Además, te vi en todo momento muy decidida, sin miedos, sin titubeos. Incluso me sorprendió que quisieras que habláramos después de acabar con lo pactado en el encuentro.

- Es mi forma de ser. Soy lanzada, atrevida, me siento una diosa encima de mis tacones, me gusta sentirme deseada.

- Imagino que esas cualidades que tienes te ayudan mucho en tu trabajo, quise saber por curiosidad.

- No te imaginas cuánto, afirmó Marta confirmando mis sospechas.

- He de reconocer que eres muy atractiva. Inspiras en mí la fantasía de ponerme a tus pies. Me sentí un privilegiado por tener una de tus bragas.

- Tú también me ayudaste a cumplir una de mis fantasías en cierto modo. Quería vivir una experiencia morbosa a cambio de dinero. Es cierto que en mi trabajo también he vivido experiencias con motivaciones económicas pero quería que fuera algo real, un billete que meter en mi bolso. Y lo de venderte mis bragas me pareció algo ideal para esa fantasía: algo rápido, sencillo, morboso y sin complicaciones. Así que yo también debo agradecerte la experiencia vivida.

- ¿Se podría decir entonces que en tu caso lo más excitante de nuestro encuentro de ayer fue ver ese billete y cambiarlo por tus bragas usadas dentro de la bolsa hermética?

Marta tardó unos segundos en escribir su respuesta.

- Así es, contestó finalmente.

De repente, nos quedamos “en silencio” por unos segundos. Creo que ambos estábamos pensando de qué modo continuar con la conversación. Fue Marta la que volvió a escribir.

- Me gustaría que me contaras alguna fantasía que tengas relacionada con tu fetichismo de las bragas usadas.

Me puse a pensar durante unos segundos. Luego le escribí la respuesta.

- Me gustaría estar arrodillado delante de una mujer mientras ella permanece en pie. Luego ver como ella baja sus bragas hasta la altura de sus rodillas y separa sus piernas para hacer hueco entre ellas. Y después meter mi cabeza entre sus piernas y oler y lamer el interior de sus bragas mientras ella me mira.

- Vaya…. Lo tuyo es pasión por los coños. Tu fantasía me genera sensaciones enfrentadas.

- No te gusta, ¿no?, pregunté con desilusión.

- No exactamente. Por una parte, me parece una guarrada que desees algo así. Pero por otra parte me produce excitación que desees hacerlo. La sensación que me transmite esa fantasía es que para querer lamer mis bragas sucias tu deseo por mí tiene que ser de una gran intensidad. Y ya te conté antes que me excita sentirme deseada. He de confesarte que antes con tus fotos conseguiste mojar mi coño pero ahora has conseguido despertar el deseo en mi mente. Me gustaría que el próximo lunes me dejes a mí llevar las riendas de nuestra cita. Acaba de surgir en mi cabeza la fantasía que quiero vivir contigo.

Se hizo eterno hasta que llegó el lunes. El tiempo no avanza cuando uno lo desea y además habíamos acordado que no volveríamos a comunicarnos por ***** hasta el día de la cita, a no ser que hubiera algún cambio de planes forzoso por parte de alguno de los dos.

Llegué a la oficina sobre las nueve y media. Estaba excitado a pesar de la paja que me había hecho esa mañana antes de meterme en la ducha. Necesitaba descargar en el comienzo del día porque me esperaba una mañana de enorme calentura pensando en Marta. Pero mi polla volvía a estar empalmada. Mientras se arrancaba el ordenador accedí a *****. Por precaución no me conectaba a esta aplicación durante los findes de semana. Una vez dentro se cargaron dos mensajes de Marta. El primero era la foto de unas bragas negras colocadas encima de una cama. En el segundo había este texto:

- “Buenos días. Hoy tocan braguitas negras. Voy a disfrutar mucho viendo como las saboreas. Me encargaré de que sean de tu gusto, mi perrito faldero. Ah, por cierto, hoy me cobraré en especie”.

Según leí el mensaje me levanté de mi silla y fui al baño. Mi cuerpo sudaba de la excitación que se había disparado en mi cuerpo leyendo esas frases. Varias palabras habían hecho explotar mi mente: saboreas, de tu gusto, perrito faldero, cobraré en especie. Y muchas preguntas asaltaban mi cabeza: ¿saborear cómo? ¿tendrá en mente cumplir la fantasía que le había contado? ¿llegaría a la cita con las bragas empapadas de flujo? ¿perrito faldero? ¿significa que va a ser dominante conmigo en la cita? ¿va a ser mi Ama? ¿cobrar en especie? ¿pero cómo? ¿entonces no debo llevarle otro billete de 50 euros? Mientras chocaban en mi mente todas estas preguntas mi mano derecha meneaba mi polla. La había sacado por la bragueta nada más meterme en el baño. Habría sido capaz de correrme de nuevo pero preferí volver a mi lugar de trabajo. Tenía una mañana ajetreada, mi grado de concentración estaba por los suelos y mi intención era salir de allí a las dos de la tarde para ir a “comer”.

Quería escribir una respuesta al mensaje de Marta pero no se me ocurrían las palabras apropiadas. Finalmente escribí:

- Buenos días mi Ama. A las dos y media estaré esperando puntual en el lugar acordado para nuestra cita. A sus pies.

Cuando le di a enviar me asaltaron las dudas acerca de si había hecho bien en responder adoptando el rol de sumiso. Casi al instante salí de dudas.

- Veo que has entendido el papel que te toca desempeñar hoy. Perrito listo.

A las dos en punto salgo de la oficina en dirección al Centro Comercial Sambil. Apenas un trayecto de diez minutos. Aparco en un sitio que hay en una de las calles del exterior. Son las dos y cuarto. Un poco pronto pero tampoco quiero esperar dentro del coche. Estoy nervioso. Así que me dirijo a la puerta del centro comercial a esperar. No dejo de mirar el reloj del móvil. Dos y veinticinco. ¿Habrá llegado ya? ¿Estará en el parking? Sigo mirando hacia el exterior. En nuestra anterior cita ella llegó por mi espalda porque había accedido al centro comercial desde el parking interior. Dos y veintinueve. Falta un minuto para la hora acordada. El corazón se me sale del pecho de la mezcla de nerviosismo y excitación. Dos y media…..

De repente siento como si todo se hubiera quedado en silencio. A lo lejos se percibe débilmente un sonido que me resulta conocido. Unos zapatos de tacón. El sonido no cesa y cada vez se hace más audible. Sí, son zapatos de tacón. Es ella. Seguro que es ella. Se acerca cada vez más. ¿Debería darme la vuelta para recibirla? Mientras me debato entre mis dudas el sonido se hace cada vez más cercano, muy cercano, muy próximo,…

- Buenas tardes perro, escucho a mis espaldas.

Me giro. La miro a la cara y luego echo un vistazo a su cuerpo. De nuevo impecablemente vestida. En esta ocasión una americana de color negro, blusa de color blanca, falda de color negra, medias negras translúcidas y zapatos de tacón de color negro. Y un bolso como complemento. Me fascina el poder y autoridad que transmite.

- Buenas tardes mi Ama, respondo.

- Sígueme, no tengo mucho tiempo, dice con autoridad.

No me puedo creer que Marta se haya convertido en mi Ama. Todo me parece un sueño. Sigo a Marta por el centro comercial. Ella camina con autoridad con un movimiento de caderas muy sensual. Yo voy detrás. Realmente me siento como su perrito faldero. Subimos por las escaleras mecánicas a la primera planta y luego nos encaminamos a la entrada de la tienda de ropa outlet. Marta se detiene antes de entrar. Se gira. Me pide que me acerque. Me da instrucciones.

- Busca un pantalón y vete a los probadores. Entra en una de las dos cabinas que hay al fondo del pasillo. Desnúdate de cintura para abajo y me escribes.

- De acuerdo mi Ama, respondo mientras asiento con la cabeza en señal de respeto.

Entro en la tienda. Busco rápidamente un pantalón. Me dirijo a la zona de probadores. Sólo deseo que no haya mucha gente dentro y sobre todo que alguno de las cabinas de al fondo esté libre. En las primeras cabinas hay gente. Según avanzo por el pasillo no hay nadie. Menos mal. Entro en la del lado izquierdo. Cierro la puerta con el cerrojo.

Desabrocho los cordones de mis zapatos. Me los quito. Saco el móvil del bolsillo trasero del pantalón y lo dejo en el suelo. Desabrocho el botón de mi pantalón. Lo bajo y me lo quito. Lo doblo y lo dejo en una esquina del suelo. Me quito los calcetines y los meto dentro de los zapatos. Por último, me quito el slip. Lo doblo y lo dejo encima del pantalón.

Cojo mi móvil del suelo y accedo a *****:

- Le informo que he cumplido todas sus instrucciones, escribo.

Al instante aparece su respuesta:

- Hazte foto, quiero comprobarlo.

Accedo a la aplicación de cámara de fotos del móvil y me hago una foto en el espejo donde se me ve desnudo de cintura para abajo. Estoy empalmado también. Se la envío.

- Muy bien perro. Voy para allá. Deja la puerta abierta.

Me invade un poco de temor mientras quito el cerrojo de la puerta y la abro. ¿Y si hay alguien fuera? Pero me tranquiliza el hecho de que no he escuchado ningún ruido de gente desde que he entrado. Lo que si empiezo a percibir a lo lejos es el sonido de los tacones de Marta. Y cada vez más y más cerca. Agarro mi polla con la mano y me la empiezo a menear para calmar mis nervios. El ruido de los tacones se escucha ya por el pasillo de los probadores. De un momento a otro Marta se asomará a la puerta. De repente aparece. Me mira.

- Muy bien perrito. Me gusta que seas obediente. ¿Pero en qué momento te he dado permiso para meneártela?

Avergonzado suelto mi mano de la polla.

- Lo siento mi Ama. No volverá a ocurrir, digo cabizbajo.

Marta entra dentro de la cabina y cierra la puerta con el cerrojo. Se coloca frente a mí y agarra mi polla con su mano.

- Por fin tengo este juguete todo para mí, me susurra cerca de la oreja.

Durante unos segundos siento como su mano acaricia lentamente mi polla.

- Ahora ponte de rodillas, susurra.

No me lo puedo creer. Va a hacer realidad la fantasía que le había contado. Obedezco. Una vez arrodillado puedo ver como Marta lleva sus dedos a la cremallera de su falda. Escucho como baja. Luego deja caer la falda al suelo pero inmediatamente la coge y la cuelga en un gancho que hay en la pared. Puedo comprobar que las medias tienen un precioso encaje al final de las mismas a la altura de medio muslo. Está realmente sexy. Y por supuesto no puedo evitar fijarme en sus bragas de color negro.

- Acércate y huele, perro.

Esto si que no me lo esperaba. Acerco mi nariz cerca de sus bragas. Inspiro. Un delicioso olor a coño me invade por dentro. Es embriagador el olor que procede tanto de las bragas como del propio coño. Siento deseos de sacar la lengua y lamer esas bragas. Pero prefiero seguir cumpliendo sus órdenes. Marta me hace un gesto con el dedo para que me vuelva a sentar sobre mis talones.

A continuación, puedo ver como Marta lleva sus dedos al borde de sus braguitas y tira de ellas hacia abajo. Las baja justo hasta por debajo de sus rodillas. Luego separa un poco las piernas.

- Disfrútalas, me dice en voz baja.

Coloco mi cabeza entre sus piernas y hundo mi cara entre sus bragas. Es tan delicioso y excitante ese olor. Meto mi mano derecha entre sus piernas y la coloco por debajo de las bragas para apretar la braga contra mi nariz y aspirar su aroma más intensamente. Noto en mi mano que la braga estaba empapada. Marta había cumplido su promesa. Sus bragas serían la delicia de cualquier fetichista de bragas. Marta siempre quiere ser la mejor en todo y esto no iba a ser una excepción. Luego saco mi lengua y empiezo a lamer la parte interior de las bragas.

- Ponte a cuatro patas mientras lames, me ordena.

Obedezco al instante. Me hace sentir un perro de verdad. Me excita sentirme humillado de esa manera. Siento el sabor de su coño en mi lengua y en mi boca. Delicioso. No puedo parar de lamer esas bragas negras. Mi fantasía hecha realidad y la estoy disfrutando mucho más que cuando la recreaba en mi cabeza.

- Pero qué cerdo eres, dice buscando humillarme aún más.

Habría estado mucho más tiempo disfrutando de ese manjar pero recibo una nueva orden.

- Ponte de pie.

Luego Marta acerca su boca a mi oreja y me susurra:

- ¿Recuerdas cuando te dije que la próxima vez sería yo quien colgaría mis bragas de tu juguete?

Dicho esto, Marta saca sus bragas por entre sus zapatos de tacón y las cuelga en mi polla dura. No para de sorprenderme. Y cada sorpresa era aun mejor que la anterior.

- Y ahora me toca disfrutar a mí. Mi lengua desea recorrer tus venas, susurra de nuevo en mi oreja.

Marta se coloca en cuclillas. Coge mi polla con su mano derecha y recorre lentamente todas las venas marcadas a lo largo del tronco de mi miembro empalmado. ¿Hasta donde llegará? Al cabo de unos segundos se vuelve a poner de pie.

- Me voy a cobrar en especie tu disfrute de mis bragas. Cuando te vayas a correr avísame porque quiero ver como echas tu leche en el espejo. Abre la boca.

Su última frase no la entiendo pero obedezco. Entonces veo como quita sus bragas de mi polla y las dirige hacia mi boca. Las mete por completo dentro.

- Ya puedes cerrar la boca. Me tengo que asegurar que no vas a montar un espectáculo de gemidos. Esto es un lugar público.

Dicho esto se vuelve a colocar en cuclillas. Y sin pensárselo mete mi polla en su boca y empieza a chupar. Es increíble como la chupa de bien. Me siento muy raro y descolocado con sus bragas dentro de mi boca pero realmente me están ayudando a contener mis ganas de gemir. Y a la vez siento el sabor de su coño en mi boca. ¿En qué momento se le habrá ocurrido algo así? Marta alterna momentos en los cuales lame el tronco de mi polla con otros en los cuales la introduce en su boca y chupa con energía. Se le nota que está disfrutando. Agradezco enormemente haberme hecho una paja esa mañana porque de lo contrario me habría corrido en cuanto empezó a chupar. De vez en cuando ella me mira a los ojos y eso me excita muchísimo. Pero a pesar de mis esfuerzos por no correrme siento que no voy a poder aguantar mucho más. Nunca me habían hecho una mamada igual. Emito un sonido con mi boca a la vez que con mi mano derecha toco su hombro izquierdo. Marta se separa a un lado y yo agarro mi polla con la mano derecha mientras me acerco más al espejo. Instantes después mi leche empieza a salir mientras yo ahogo mis gemidos Mancho el espejo tal y como me ha ordenado Marta. Después el líquido blanco comienza a resbalar en dirección al suelo.

Marta saca unas bragas limpias de su bolso y se las pune. Luego se vuelve a poner la falda. Antes de salir del probador acerca una vez más su boca a mi oreja y me susurra:

- Deja limpio y reluciente el espejo antes de salir. Haz una foto antes de limpiarlo para el recuerdo. Te espero fuera. Y no saques mis bragas de tu boca hasta que yo te lo diga.

Marta sale del probador. Yo cierro la puerta cuando me quedo solo y echo el cerrojo. Escucho como su ruido de tacones se aleja primero por el pasillo de probadores y luego por la tienda. No me esperaba que me fuera a dejar con sus bragas dentro de la boca después de mi corrida. Perfectamente podría haber sacado las bragas de mi boca pero aunque ella no me esté viendo quiero obedecer sus órdenes. Hago una foto al espejo. Se la envío por *****. Después me visto. Luego saco un paquete de klinex del bolsillo de mi pantalón y me pongo a limpiar mi corrida. Lo dejo todo limpio. Guardo los klinex sucios de leche dentro del bolsillo de mi pantalón. Llega el momento de salir de allí. Ni en mis más morbosas fantasías hubiera imaginado esta situación. Saliendo de un probador con unas bragas metidas dentro de la boca y una de mis corridas dentro de mi pantalón envuelta en varios klinex.

Avanzo por el pasillo de los probadores. Llevo en la mano el pantalón que había cogido para probarme. Junto a la puerta de salida hay una chica del outlet. Que no me pregunte nada voy pensando mientras me acerco a ella. Le doy el pantalón. No me dice nada. Menos mal. Recorro la tienda en busca de la salida. No veo a Marta por ningún sitio. Salgo de la tienda. Ni rastro de Marta. Le escribo un mensaje por *****.

- Acabo de salir de la tienda pero no la veo por ninguna parte.

- Lo siento perrito. Me tengo que ir. Tengo una reunión. ¿Sigues con mis bragas dentro de la boca?

- Sí, mi Ama.

- Buen chico. Cuando llegues a tu coche puedes sacarlas de tu boca. He disfrutado mucho. Seguimos en contacto. Volveremos a vernos.
Increíble, he deseado estar en ese probador
 
Título: Marta toma el control.

Al día siguiente de nuestro primer encuentro en persona Marta y yo volvimos a coincidir por ***** a altas horas de la noche. Mientras nuestras respectivas familias dormían nosotros pensábamos totalmente desvelados y excitados el uno en el otro.

- Me vuelve loca tu polla. No he parado de ver tus fotos durante todo el día, me confesó Marta.

- ¿Quieres que te envíe más fotos?, le sugerí.

- ¿Tienes más?

- No, pero puedo ir al baño y me hago alguna más para ti.

- Me parece muy interesante tu propuesta. Sorpréndeme.

- Dame unos minutos y vuelvo.

Fui al cuarto de baño. Eché el cerrojo. A continuación, me desnudé completamente. Me encanta estar desnudo. Marta desconocía mi pasión por el exhibicionismo. Pero pronto se iba a dar cuenta de ello. Coloqué el móvil encima de un mueble situado bajo el lavabo con la cámara en modo selfie y el temporizador en 10 segundos. En las fotos que le había enviado el día anterior ella sólo había visto mi polla empalmada junto a sus bragas. Pero ahora quería que ella viera algo más. Me fotografié mostrando gran parte de mi cuerpo (sin mostrar la cara) y un primer plano de mi juguete empalmado. Quería que viera como se marcan las venas de mi polla cuando está empalmada. Eso es algo que les excita enormemente a las mujeres que lo han visto. Mientras hacía la sesión de fotos yo también tenía en mente las dos fotos que ella me había enviado el día anterior: la del probador con las bragas azul marino puestas y la foto de su coño. Yo también había visto esas dos fotos montones de veces a lo largo del día. De hecho, había tenía que ir un par de veces al baño de la oficina para sacar mi polla dura del pantalón y darle unos meneos de alivio con la mano. Había sido una locura de día porque no había podido sacar a Marta de mi mente en ningún momento.

- Ya estoy, escribí por ***** cuando di por finalizada la sesión fotográfica.

- Adelante, estoy deseosa por empezar a ver.

En la primera foto que le envié pudo verme desnudo desde la zona del ombligo hasta las rodillas.

- Muy interesante. Empiezas bien. Me aburren las fotos de miembros en primer plano. Sigue.

En la siguiente foto la parte de mi cuerpo mostrada era la misma pero me coloqué de perfil de forma que ella pudiera contemplar mi polla empalmada apuntando al techo del baño.

- Increíble. Tienes un miembro muy potente y de buen tamaño.

Luego le mostré mi cuerpo desnudo casi por completo. Desde el cuello hasta las rodillas. El baño es pequeño y no me permite mostrar más ángulo de visión.

-Mmmmmm enterito desnudo para mí. He de reconocer que tienes buen cuerpo y ese vello me pone, especialmente el del pecho.

Por último, le mostré la foto de primer plano con las venas marcadas.

- Diosssss, esas venas… Las recorrería todas con la punta de mi lengua. Enhorabuena porque ha sido un buen reportaje. No me imaginaba algo así porque no es lo habitual. Como sé que te gustará saberlo he de confesarte que mi coño se ha mojado enormemente.

- Me alegra haber conseguido esa reacción en tu cuerpo.

- Mis ganas de volver a vernos en persona se han incrementado. Mañana voy a intentar cuadrar mi agenda para que nos podemos ver el lunes. Ya te conté que no es mi zona habitual pero algo me inventaré. ¿Podrías el lunes?

- Sí, me las apañaré para que nos podamos ver.

- ¿Puedo preguntarte algo?

- Sí, claro, lo que desees.

- ¿Qué fue lo que más te excitó de nuestro encuentro de ayer?

Hice un rápido recuerdo mental a todo lo ocurrido en nuestra cita del día anterior. Y la verdad es que lo tenía bastante claro.

- Lo que más me excitó fue tu forma de vestir y especialmente tus zapatos de tacón, respondí.

- Vaya, no me esperaba esa respuesta.

- Supongo que imaginabas que lo más excitante para mí fue oler tu coño en las bragas.

- Quizá no tenían demasiado olor. Como te expliqué fue una mañana complicada y no pude entregártelas como me habría gustado, explicó Marta con cierto pesar.

- No, tranquila, las bragas estaban bien. Aunque confieso que cuanto más olor tengan más me excitan y me gustan.

- Te prometo que me encargaré de que las bragas del lunes las recibas bien olorosas y espero que húmedas incluso.

- Se me va a hacer muy largo hasta que llegue el lunes.

- Créeme que a mí también. Pero no nos desviemos del tema. Quiero que me expliques por qué mi forma de vestir fue lo que más te excitó de nuestra cita, quiso saber Marta.

- Me atraen mucho las mujeres dominantes. Y tu forma de vestir con ese traje de chaqueta y los zapatos de tacón me transmitieron sensación de autoridad y poder. Además, te vi en todo momento muy decidida, sin miedos, sin titubeos. Incluso me sorprendió que quisieras que habláramos después de acabar con lo pactado en el encuentro.

- Es mi forma de ser. Soy lanzada, atrevida, me siento una diosa encima de mis tacones, me gusta sentirme deseada.

- Imagino que esas cualidades que tienes te ayudan mucho en tu trabajo, quise saber por curiosidad.

- No te imaginas cuánto, afirmó Marta confirmando mis sospechas.

- He de reconocer que eres muy atractiva. Inspiras en mí la fantasía de ponerme a tus pies. Me sentí un privilegiado por tener una de tus bragas.

- Tú también me ayudaste a cumplir una de mis fantasías en cierto modo. Quería vivir una experiencia morbosa a cambio de dinero. Es cierto que en mi trabajo también he vivido experiencias con motivaciones económicas pero quería que fuera algo real, un billete que meter en mi bolso. Y lo de venderte mis bragas me pareció algo ideal para esa fantasía: algo rápido, sencillo, morboso y sin complicaciones. Así que yo también debo agradecerte la experiencia vivida.

- ¿Se podría decir entonces que en tu caso lo más excitante de nuestro encuentro de ayer fue ver ese billete y cambiarlo por tus bragas usadas dentro de la bolsa hermética?

Marta tardó unos segundos en escribir su respuesta.

- Así es, contestó finalmente.

De repente, nos quedamos “en silencio” por unos segundos. Creo que ambos estábamos pensando de qué modo continuar con la conversación. Fue Marta la que volvió a escribir.

- Me gustaría que me contaras alguna fantasía que tengas relacionada con tu fetichismo de las bragas usadas.

Me puse a pensar durante unos segundos. Luego le escribí la respuesta.

- Me gustaría estar arrodillado delante de una mujer mientras ella permanece en pie. Luego ver como ella baja sus bragas hasta la altura de sus rodillas y separa sus piernas para hacer hueco entre ellas. Y después meter mi cabeza entre sus piernas y oler y lamer el interior de sus bragas mientras ella me mira.

- Vaya…. Lo tuyo es pasión por los coños. Tu fantasía me genera sensaciones enfrentadas.

- No te gusta, ¿no?, pregunté con desilusión.

- No exactamente. Por una parte, me parece una guarrada que desees algo así. Pero por otra parte me produce excitación que desees hacerlo. La sensación que me transmite esa fantasía es que para querer lamer mis bragas sucias tu deseo por mí tiene que ser de una gran intensidad. Y ya te conté antes que me excita sentirme deseada. He de confesarte que antes con tus fotos conseguiste mojar mi coño pero ahora has conseguido despertar el deseo en mi mente. Me gustaría que el próximo lunes me dejes a mí llevar las riendas de nuestra cita. Acaba de surgir en mi cabeza la fantasía que quiero vivir contigo.

Se hizo eterno hasta que llegó el lunes. El tiempo no avanza cuando uno lo desea y además habíamos acordado que no volveríamos a comunicarnos por ***** hasta el día de la cita, a no ser que hubiera algún cambio de planes forzoso por parte de alguno de los dos.

Llegué a la oficina sobre las nueve y media. Estaba excitado a pesar de la paja que me había hecho esa mañana antes de meterme en la ducha. Necesitaba descargar en el comienzo del día porque me esperaba una mañana de enorme calentura pensando en Marta. Pero mi polla volvía a estar empalmada. Mientras se arrancaba el ordenador accedí a *****. Por precaución no me conectaba a esta aplicación durante los findes de semana. Una vez dentro se cargaron dos mensajes de Marta. El primero era la foto de unas bragas negras colocadas encima de una cama. En el segundo había este texto:

- “Buenos días. Hoy tocan braguitas negras. Voy a disfrutar mucho viendo como las saboreas. Me encargaré de que sean de tu gusto, mi perrito faldero. Ah, por cierto, hoy me cobraré en especie”.

Según leí el mensaje me levanté de mi silla y fui al baño. Mi cuerpo sudaba de la excitación que se había disparado en mi cuerpo leyendo esas frases. Varias palabras habían hecho explotar mi mente: saboreas, de tu gusto, perrito faldero, cobraré en especie. Y muchas preguntas asaltaban mi cabeza: ¿saborear cómo? ¿tendrá en mente cumplir la fantasía que le había contado? ¿llegaría a la cita con las bragas empapadas de flujo? ¿perrito faldero? ¿significa que va a ser dominante conmigo en la cita? ¿va a ser mi Ama? ¿cobrar en especie? ¿pero cómo? ¿entonces no debo llevarle otro billete de 50 euros? Mientras chocaban en mi mente todas estas preguntas mi mano derecha meneaba mi polla. La había sacado por la bragueta nada más meterme en el baño. Habría sido capaz de correrme de nuevo pero preferí volver a mi lugar de trabajo. Tenía una mañana ajetreada, mi grado de concentración estaba por los suelos y mi intención era salir de allí a las dos de la tarde para ir a “comer”.

Quería escribir una respuesta al mensaje de Marta pero no se me ocurrían las palabras apropiadas. Finalmente escribí:

- Buenos días mi Ama. A las dos y media estaré esperando puntual en el lugar acordado para nuestra cita. A sus pies.

Cuando le di a enviar me asaltaron las dudas acerca de si había hecho bien en responder adoptando el rol de sumiso. Casi al instante salí de dudas.

- Veo que has entendido el papel que te toca desempeñar hoy. Perrito listo.

A las dos en punto salgo de la oficina en dirección al Centro Comercial Sambil. Apenas un trayecto de diez minutos. Aparco en un sitio que hay en una de las calles del exterior. Son las dos y cuarto. Un poco pronto pero tampoco quiero esperar dentro del coche. Estoy nervioso. Así que me dirijo a la puerta del centro comercial a esperar. No dejo de mirar el reloj del móvil. Dos y veinticinco. ¿Habrá llegado ya? ¿Estará en el parking? Sigo mirando hacia el exterior. En nuestra anterior cita ella llegó por mi espalda porque había accedido al centro comercial desde el parking interior. Dos y veintinueve. Falta un minuto para la hora acordada. El corazón se me sale del pecho de la mezcla de nerviosismo y excitación. Dos y media…..

De repente siento como si todo se hubiera quedado en silencio. A lo lejos se percibe débilmente un sonido que me resulta conocido. Unos zapatos de tacón. El sonido no cesa y cada vez se hace más audible. Sí, son zapatos de tacón. Es ella. Seguro que es ella. Se acerca cada vez más. ¿Debería darme la vuelta para recibirla? Mientras me debato entre mis dudas el sonido se hace cada vez más cercano, muy cercano, muy próximo,…

- Buenas tardes perro, escucho a mis espaldas.

Me giro. La miro a la cara y luego echo un vistazo a su cuerpo. De nuevo impecablemente vestida. En esta ocasión una americana de color negro, blusa de color blanca, falda de color negra, medias negras translúcidas y zapatos de tacón de color negro. Y un bolso como complemento. Me fascina el poder y autoridad que transmite.

- Buenas tardes mi Ama, respondo.

- Sígueme, no tengo mucho tiempo, dice con autoridad.

No me puedo creer que Marta se haya convertido en mi Ama. Todo me parece un sueño. Sigo a Marta por el centro comercial. Ella camina con autoridad con un movimiento de caderas muy sensual. Yo voy detrás. Realmente me siento como su perrito faldero. Subimos por las escaleras mecánicas a la primera planta y luego nos encaminamos a la entrada de la tienda de ropa outlet. Marta se detiene antes de entrar. Se gira. Me pide que me acerque. Me da instrucciones.

- Busca un pantalón y vete a los probadores. Entra en una de las dos cabinas que hay al fondo del pasillo. Desnúdate de cintura para abajo y me escribes.

- De acuerdo mi Ama, respondo mientras asiento con la cabeza en señal de respeto.

Entro en la tienda. Busco rápidamente un pantalón. Me dirijo a la zona de probadores. Sólo deseo que no haya mucha gente dentro y sobre todo que alguno de las cabinas de al fondo esté libre. En las primeras cabinas hay gente. Según avanzo por el pasillo no hay nadie. Menos mal. Entro en la del lado izquierdo. Cierro la puerta con el cerrojo.

Desabrocho los cordones de mis zapatos. Me los quito. Saco el móvil del bolsillo trasero del pantalón y lo dejo en el suelo. Desabrocho el botón de mi pantalón. Lo bajo y me lo quito. Lo doblo y lo dejo en una esquina del suelo. Me quito los calcetines y los meto dentro de los zapatos. Por último, me quito el slip. Lo doblo y lo dejo encima del pantalón.

Cojo mi móvil del suelo y accedo a *****:

- Le informo que he cumplido todas sus instrucciones, escribo.

Al instante aparece su respuesta:

- Hazte foto, quiero comprobarlo.

Accedo a la aplicación de cámara de fotos del móvil y me hago una foto en el espejo donde se me ve desnudo de cintura para abajo. Estoy empalmado también. Se la envío.

- Muy bien perro. Voy para allá. Deja la puerta abierta.

Me invade un poco de temor mientras quito el cerrojo de la puerta y la abro. ¿Y si hay alguien fuera? Pero me tranquiliza el hecho de que no he escuchado ningún ruido de gente desde que he entrado. Lo que si empiezo a percibir a lo lejos es el sonido de los tacones de Marta. Y cada vez más y más cerca. Agarro mi polla con la mano y me la empiezo a menear para calmar mis nervios. El ruido de los tacones se escucha ya por el pasillo de los probadores. De un momento a otro Marta se asomará a la puerta. De repente aparece. Me mira.

- Muy bien perrito. Me gusta que seas obediente. ¿Pero en qué momento te he dado permiso para meneártela?

Avergonzado suelto mi mano de la polla.

- Lo siento mi Ama. No volverá a ocurrir, digo cabizbajo.

Marta entra dentro de la cabina y cierra la puerta con el cerrojo. Se coloca frente a mí y agarra mi polla con su mano.

- Por fin tengo este juguete todo para mí, me susurra cerca de la oreja.

Durante unos segundos siento como su mano acaricia lentamente mi polla.

- Ahora ponte de rodillas, susurra.

No me lo puedo creer. Va a hacer realidad la fantasía que le había contado. Obedezco. Una vez arrodillado puedo ver como Marta lleva sus dedos a la cremallera de su falda. Escucho como baja. Luego deja caer la falda al suelo pero inmediatamente la coge y la cuelga en un gancho que hay en la pared. Puedo comprobar que las medias tienen un precioso encaje al final de las mismas a la altura de medio muslo. Está realmente sexy. Y por supuesto no puedo evitar fijarme en sus bragas de color negro.

- Acércate y huele, perro.

Esto si que no me lo esperaba. Acerco mi nariz cerca de sus bragas. Inspiro. Un delicioso olor a coño me invade por dentro. Es embriagador el olor que procede tanto de las bragas como del propio coño. Siento deseos de sacar la lengua y lamer esas bragas. Pero prefiero seguir cumpliendo sus órdenes. Marta me hace un gesto con el dedo para que me vuelva a sentar sobre mis talones.

A continuación, puedo ver como Marta lleva sus dedos al borde de sus braguitas y tira de ellas hacia abajo. Las baja justo hasta por debajo de sus rodillas. Luego separa un poco las piernas.

- Disfrútalas, me dice en voz baja.

Coloco mi cabeza entre sus piernas y hundo mi cara entre sus bragas. Es tan delicioso y excitante ese olor. Meto mi mano derecha entre sus piernas y la coloco por debajo de las bragas para apretar la braga contra mi nariz y aspirar su aroma más intensamente. Noto en mi mano que la braga estaba empapada. Marta había cumplido su promesa. Sus bragas serían la delicia de cualquier fetichista de bragas. Marta siempre quiere ser la mejor en todo y esto no iba a ser una excepción. Luego saco mi lengua y empiezo a lamer la parte interior de las bragas.

- Ponte a cuatro patas mientras lames, me ordena.

Obedezco al instante. Me hace sentir un perro de verdad. Me excita sentirme humillado de esa manera. Siento el sabor de su coño en mi lengua y en mi boca. Delicioso. No puedo parar de lamer esas bragas negras. Mi fantasía hecha realidad y la estoy disfrutando mucho más que cuando la recreaba en mi cabeza.

- Pero qué cerdo eres, dice buscando humillarme aún más.

Habría estado mucho más tiempo disfrutando de ese manjar pero recibo una nueva orden.

- Ponte de pie.

Luego Marta acerca su boca a mi oreja y me susurra:

- ¿Recuerdas cuando te dije que la próxima vez sería yo quien colgaría mis bragas de tu juguete?

Dicho esto, Marta saca sus bragas por entre sus zapatos de tacón y las cuelga en mi polla dura. No para de sorprenderme. Y cada sorpresa era aun mejor que la anterior.

- Y ahora me toca disfrutar a mí. Mi lengua desea recorrer tus venas, susurra de nuevo en mi oreja.

Marta se coloca en cuclillas. Coge mi polla con su mano derecha y recorre lentamente todas las venas marcadas a lo largo del tronco de mi miembro empalmado. ¿Hasta donde llegará? Al cabo de unos segundos se vuelve a poner de pie.

- Me voy a cobrar en especie tu disfrute de mis bragas. Cuando te vayas a correr avísame porque quiero ver como echas tu leche en el espejo. Abre la boca.

Su última frase no la entiendo pero obedezco. Entonces veo como quita sus bragas de mi polla y las dirige hacia mi boca. Las mete por completo dentro.

- Ya puedes cerrar la boca. Me tengo que asegurar que no vas a montar un espectáculo de gemidos. Esto es un lugar público.

Dicho esto se vuelve a colocar en cuclillas. Y sin pensárselo mete mi polla en su boca y empieza a chupar. Es increíble como la chupa de bien. Me siento muy raro y descolocado con sus bragas dentro de mi boca pero realmente me están ayudando a contener mis ganas de gemir. Y a la vez siento el sabor de su coño en mi boca. ¿En qué momento se le habrá ocurrido algo así? Marta alterna momentos en los cuales lame el tronco de mi polla con otros en los cuales la introduce en su boca y chupa con energía. Se le nota que está disfrutando. Agradezco enormemente haberme hecho una paja esa mañana porque de lo contrario me habría corrido en cuanto empezó a chupar. De vez en cuando ella me mira a los ojos y eso me excita muchísimo. Pero a pesar de mis esfuerzos por no correrme siento que no voy a poder aguantar mucho más. Nunca me habían hecho una mamada igual. Emito un sonido con mi boca a la vez que con mi mano derecha toco su hombro izquierdo. Marta se separa a un lado y yo agarro mi polla con la mano derecha mientras me acerco más al espejo. Instantes después mi leche empieza a salir mientras yo ahogo mis gemidos Mancho el espejo tal y como me ha ordenado Marta. Después el líquido blanco comienza a resbalar en dirección al suelo.

Marta saca unas bragas limpias de su bolso y se las pune. Luego se vuelve a poner la falda. Antes de salir del probador acerca una vez más su boca a mi oreja y me susurra:

- Deja limpio y reluciente el espejo antes de salir. Haz una foto antes de limpiarlo para el recuerdo. Te espero fuera. Y no saques mis bragas de tu boca hasta que yo te lo diga.

Marta sale del probador. Yo cierro la puerta cuando me quedo solo y echo el cerrojo. Escucho como su ruido de tacones se aleja primero por el pasillo de probadores y luego por la tienda. No me esperaba que me fuera a dejar con sus bragas dentro de la boca después de mi corrida. Perfectamente podría haber sacado las bragas de mi boca pero aunque ella no me esté viendo quiero obedecer sus órdenes. Hago una foto al espejo. Se la envío por *****. Después me visto. Luego saco un paquete de klinex del bolsillo de mi pantalón y me pongo a limpiar mi corrida. Lo dejo todo limpio. Guardo los klinex sucios de leche dentro del bolsillo de mi pantalón. Llega el momento de salir de allí. Ni en mis más morbosas fantasías hubiera imaginado esta situación. Saliendo de un probador con unas bragas metidas dentro de la boca y una de mis corridas dentro de mi pantalón envuelta en varios klinex.

Avanzo por el pasillo de los probadores. Llevo en la mano el pantalón que había cogido para probarme. Junto a la puerta de salida hay una chica del outlet. Que no me pregunte nada voy pensando mientras me acerco a ella. Le doy el pantalón. No me dice nada. Menos mal. Recorro la tienda en busca de la salida. No veo a Marta por ningún sitio. Salgo de la tienda. Ni rastro de Marta. Le escribo un mensaje por *****.

- Acabo de salir de la tienda pero no la veo por ninguna parte.

- Lo siento perrito. Me tengo que ir. Tengo una reunión. ¿Sigues con mis bragas dentro de la boca?

- Sí, mi Ama.

- Buen chico. Cuando llegues a tu coche puedes sacarlas de tu boca. He disfrutado mucho. Seguimos en contacto. Volveremos a vernos.
Ojalá poder vivirlo así!
 
Había quedado con Marta a las dos y media de la tarde. El punto de encuentro era la puerta de entrada del Centro Comercial Sambil en el Barrio de La Fortuna, Leganés, Madrid. Como este lugar se encuentra cerca de la oficina donde trabajo me resultaba posible escaparme un rato en la hora de la comida. Marta trabajaba de comercial y planificó su jornada de trabajo para estar por esa zona en la hora de la comida.

Llegué cinco minutos antes de la hora acordada. Me gusta ser puntual. Me coloqué en la puerta de acceso al centro comercial y me puse a mirar a todas las mujeres que entraban. De Marta sólo había visto una foto de su cuerpo con un vestido. Nunca había visto su rostro. Su cuerpo me parecía atractivo: delgada y con unas caderas muy sexys.

El reloj avanzaba. Eran las tres menos veinte de la tarde. En ningún momento se me pasó por la cabeza que Marta no fuera a acudir a nuestra cita. Di por hecho que llegaría tarde porque la gente es cada vez menos puntual. Y debido a su trabajo era probable que su visita a un cliente se hubiera alargado más de lo previsto. Cinco minutos después sonó un mensaje en *****.

- Acabo de aparcar. Perdón por el retraso. Voy para allá.

Mi rastreo de mujeres cercanas a la puerta de entrada se intensificó. Pero ninguna tenía el aspecto físico de ella. De repente alguien me habló a mi espalda.

- Hola, escuché.

Me giré para mirar a la mujer que me había saludado.

- Eres Marcos, ¿verdad?

- Así es, respondí mientras la miraba a los ojos.

- Soy Marta, perdón por el retraso, se disculpó.

- No te preocupes. No pasa nada, le dije.

- Tenía que cerrar una venta y la reunión se alargó más de lo previsto, me explicó.

- ¿Y conseguiste la venta?, le pregunté con interés.

- Sí, me dijo con una gran sonrisa.

- ¡Estupendo!, contesté.

- Parece que hoy va a ser un gran día de ventas, me dijo mientras me guiñaba un ojo.

- Eso parece, le respondí mientras le sonreía.

- ¿Dónde vamos?, me preguntó ella.

- Podemos subir a la primera planta a una tienda de outlet de ropa.

A Marta le pareció buena idea así que nos dirigimos a las escaleras mecánicas. Mientras intercambiaba con ella nuestras primeras palabras en persona me había fijado en ella y en su ropa. Vestía un traje de chaqueta y pantalón de color fucsia con una blusa blanca. También unos zapatos de tacón de aguja de color fucsia que mientras andábamos emitían un sonido de lo más sugerente. Un conjunto muy colorido que llamaba la atención, haciendo de ella centro de miradas. Y según lo acordado llevaría puestas unas braguitas de color azul marino. Era una mujer con una cara muy guapa. Pelo largo moreno, ojos marrones muy expresivos y una voz muy agradable. Calculé que tendría una estatura aproximada de 1,70 metros, delgada, poco pecho y una cintura y cadera de lo más sugerente. De nuestras conversaciones por ***** sabía que tenía 37 años, estaba casada y tenía 2 hijos. Vivía en una zona acomodada del oeste de Madrid, el trabajo absorbía casi por completo su vida y nuestro encuentro no era por necesidad económica sino por puro morbo.

Entramos en la tienda de ropa. Era un outlet de un centro comercial muy conocido.

- Tengo que elegir una prenda, ¿verdad?, me dijo.

- Así es, coge una prenda para puedas entrar al probador, le respondí.

- Pues este vestido de aquí por ejemplo, dijo mientras cogía la prenda colgada por la percha.

Se había aprendido de memoria el modo de actuar. A continuación saqué del bolsillo trasero de mi pantalón vaquero una bolsa de color negro perfectamente doblada y se la entregué a Marta.

- Aquí tienes lo acordado, le dije.

Ella cogió la bolsa. Una vez dentro del probador ella encontraría en el interior de dicha bolsa otra bolsa con cierre hermético que contenía en su interior un billete de 50 euros.

Observé como Marta introducía sus dedos índice y pulgar de la mano derecha por dentro de su pantalón y a modo de pinza sus dedos sacaban a la vista el borde de sus braguitas. Pude ver que eran de color azul oscuro.

- Llevo puestas las del color que elegiste, me dijo Marta.

Asentí con la cabeza a modo de aprobación. Durante el periodo de negociación Marta me había dado tres braguitas para elegir. Unas de color granate, otras de color azul oscuro y otras de color verde. Me había enviado una foto de las tres bragas colocadas encima de su cama. A mí las que más me gustaron fueron las de color azul oscuro. Y ahora esas bragas estaban puestas en el cuerpo de Marta impregnándose de su olor más íntimo antes de acabar en mis manos dentro de una bolsa hermética.

Marta se dirigió a la zona de probadores. Yo me quedé fuera esperando. Mi mente empezó a recrear lo que estaría ocurriendo. Imaginé a Marta eligiendo uno de los probadores libres, entrando y echando el cerrojo. A continuación sacando de su bolso la bolsa negra que yo le había entregado. Abriría la bolsa y sacaría la bolsa de cierre hermético. Abriría la bolsa hermética y sacaría el billete de 50 euros. Guardaría el billete dentro de su bolso. Luego colgaría su bolso de un gancho que hubiera dentro del probador. A continuación se quitaría sus zapatos de tacón. Desabrocharía el botón de su pantalón. Se quitaría el pantalón. Y luego sus bragas. Las doblaría cuidadosamente antes de meterlas en la bolsa hermética. Cerraría la bolsa y la introduciría dentro de la bolsa de color negro. Y posteriormente la dejaría dentro de su bolso. Luego buscaría otras braguitas dentro del bolso. Se las pondría y a continuación el pantalón.

Mis pensamientos se vieron interrumpidos por la entrada de un mensaje en *****. Cuando entré en la aplicación pude comprobar que era de Marta. Era una foto. Lleno de curiosidad pulsé para verla. La foto estaba hecha dentro del probador. Se la veía a ella reflejada en el espejo de cintura para abajo mostrando puestas sus bragas azules oscuras. A continuación llegó un mensaje.

-"Me contaste que otras vendedoras te enviaban como prueba una foto con las bragas puestas. Aquí tienes mi foto".

No me esperaba que fuera a hacer algo así porque le dije que como me iba a hacer la entrega en persona no era necesario. Pero me encantó su regalo. Respondí a sus mensajes.

- "Muchas gracias. No sabes qué ganas tengo de tener esas bragas en mis manos".

- "Y en tu nariz, ¿no? Ya te falta poco. Las acabo de meter en la bolsa. Me visto y salgo".

Imaginé a Marta en esos momentos con el coño al aire dentro del probador mientras buscaba en su bolso otras bragas para ponerse. Volví a mirar la foto que me había enviado. Me excité enormemente y no pude evitar que algo creciera dentro de mi pantalón.

Unos minutos después Marta apareció por la zona de entrada a los probadores. Mientras caminaba hacia donde yo me encontraba me di cuenta de lo atractiva que era. Y yo estaba a punto de tener unas bragas de esa mujer.

Llegó a mi altura y metió la mano en su bolso. Sacó la bolsa de color negro y me la entregó.

- Aquí tienes tu pedido, me dijo

- Muchas gracias, respondí.

Abrí la bolsa para ver su contenido. Allí estaban las bragas de color azul oscuro dentro de la bolsa hermética.

- ¿No te fías?, me dijo mientras se reía.

- Sí, sí, perdona. Sólo es que tenía muchas ganas de verlas, respondí con apuro.

- Ahora llevo otras de un color diferente, me dijo mientras volvía a introducir sus dedos índice y pulgar por dentro del pantalón para sacar a la vista el borde de una braguita de color verde.

Marta miró su reloj. Eran las tres y cuarto de la tarde.

- A las cuatro tengo una reunión en Alcorcón. Creo que voy a comer algo rápido por aquí. ¿Me acompañas y me cuentas mientras tanto esto de tu afición por las bragas?

No tenía pensado que fuera a ocurrir algo así pero me encantó la idea.

- Me parece bien. En la segunda planta está la zona de restauración.

Subimos a la planta de arriba. Elegimos una opción donde nos atendieran de forma rápida. Ella se pidió una ensalada y una botella de agua. Yo un sándwich y un refresco de té. Intenté invitarla pero ella me dijo que pasaba el ticket a la empresa como comida con un cliente. Es cierto que no mentía aunque ese cliente era a nivel personal y no de la empresa. Nos sentimos en una mesa libre y algo apartada.

- Espero haberlo hecho bien, me dijo mientras abría la ensalada. Me puse las bragas esta mañana después de la ducha. La mañana ha sido muy ajetreada y no he podido tener un rato para humedecerlas como me habría gustado. Y antes de quitármelas las he frotado bien en mi coño, continuó explicando.

- Seguro que están muy bien. Así que tranquila por eso, le respondí.

- Cuéntame, ¿te vas a masturbar ahora con ellas en el coche?

- No, eso lo dejaré para la noche cuando esté en casa y todos se hayan acostado. Pero ahora cuando vaya al coche las oleré unos segundos.

- ¿Y cómo las vas a meter en casa sin que tu mujer se entere?

- Dentro de la mochila del trabajo. Ella no suele mirar allí.

- Me contaste un día que a algunas mujeres les enviabas luego fotos de tu polla junto a sus bragas. Me gustaría que me enviaras alguna foto así, me pidió.

- Sin ningún problema, así será. Esta noche tendrás alguna foto en tu *****, respondí.

Marta seguía con ganas de preguntar más cosas.

- Y dime, ¿tienes muchas bragas?

- De joven tenía muchas. Las compraba por Internet y me las enviaban por correo postal. Pero tuve un par de envíos un poco sospechosos de engaño y en ese momento decidí que sólo compraría bragas usadas a mujeres que hicieran entrega en mano. Fue más difícil encontrar mujeres dispuestas a ello pero poco a poco fui encontrando algunas. Después de varios años de dejar este tema de lado decidí retomarlo porque necesito morbo en mi vida. Pero ahora estando casado mi situación es diferente y es más difícil. Pero por suerte no deja de haber mujeres interesadas ya sea por necesidad o por puro morbo. Y de una u otra manera consigo quedar con ellas.

- ¿Y alguna te ha pedido algo más a parte de venderte sus bragas?, quiso saber Marta.

- Sólo he tenido dos casos. En uno ella quiso ver cómo me masturbaba en el coche con sus bragas y en otra ocasión una mujer me invitó a su casa para comerla el coño.

- ¡Qué atrevida! Yo no metería a nadie en mi casa, dijo Marta sorprendida.

- Era una mujer divorciada que vivía sola. Me vendió sus bragas usadas por morbo y sobre todo por necesidad y para ser sincero me propuso comer su coño en su casa a cambio de una ayuda extra y accedí.

- Seguro que fue un negocio placentero para ella y tú también lo disfrutaste.

- No sabes cuanto.

- ¿Sabes? Me excitas mucho cuando me cuentas lo mucho que te gusta hacerle sexo oral a una mujer y tu pasión por los coños. Eso de que te excite tanto su olor, su sabor, comerlos con deseo,... Hoy por desgracia no tengo más tiempo pero me has parecido un tío majo y morboso y creo que me gustaría que nos volviéramos a ver.

Bajamos a la planta baja para despedirnos. Ella había aparcado dentro del parking y yo fuera en la calle.

- Ha sido un placer. Espero que disfrutes de mi regalo. Quiero que me lo cuentes con detalle y con alguna foto.

- Eso está hecho. Muchas gracias por todo y por la invitación a comer.

Cuando llegué al coche saqué las braguitas de Marta de la bolsa hermética. Las llevé a mi nariz. Mmmmmm qué delicioso y excitante aroma. Las volví a guardar.

La tarde se me hizo eterna en la oficina. Quería llegar a casa cuanto antes. Y la espera hasta que toda la familia se acostó se me hizo interminable. Era casi la una de la madrugada cuando me metí en el cuarto de baño. Eché el cerrojo. Me desnudé. Estaba muy empalmado. Saqué las bragas de la bolsa hermética. Las volví a oler mientras me masturbaba. Hice algunas fotos de mi polla junto a las bragas. Se las envié a Marta por *****.

- " Lo prometido. Siento que se haya hecho tan tarde", le escribí acompañando mis fotos.

Para mi sorpresa Marta me respondió al instante.

- "Mmmmmmm qué buena polla tienes. La próxima vez seré yo quien cuelgue mis bragas de tu juguete".

Aquello me excitó aún más porque significaba que Marta seguía con ganas de volver a vernos.

- "¿Te has corrido ya?", me preguntó.

- "Aún no", respondí.

- "Me gustaría ver tu leche en mis bragas. Te voy a enviar un regalito para inspirarte".

No suelo eyacular sobre las bragas usadas que compro para que no pierdan su aroma. Pero entró una foto de Marta en ***** que me hizo cambiar de opinión por completo. Me enviaba una foto de su coño. Lo tenía con los pelitos recortados. Se lo veía realmente apetecible.

- "Así estoy ahora mismo mientras me toco mirando tus fotos", me escribió.

Agarré mi polla con fuerza y la empecé a menear sin dejar de mirar la foto del coño de Marta y mientras fantaseaba que lo tenía en mi boca y sentía su sabor. No tardé demasiado en correrme derramando toda mi leche encima de las bragas de Marta. Hice una foto y se la envié.

Unos minutos después recibí un mensaje de Marta.

-"Yo también me acabo de correr. Hablamos para ver cómo tienes la próxima semana. Quiero disfrutar con tu juguete y sentir tu lengua entre mis piernas".
UF cómo me apuesto y me ha encantado que pudiera conocer a Marta
 
Título: Marta toma el control.

Al día siguiente de nuestro primer encuentro en persona Marta y yo volvimos a coincidir por ***** a altas horas de la noche. Mientras nuestras respectivas familias dormían nosotros pensábamos totalmente desvelados y excitados el uno en el otro.

- Me vuelve loca tu polla. No he parado de ver tus fotos durante todo el día, me confesó Marta.

- ¿Quieres que te envíe más fotos?, le sugerí.

- ¿Tienes más?

- No, pero puedo ir al baño y me hago alguna más para ti.

- Me parece muy interesante tu propuesta. Sorpréndeme.

- Dame unos minutos y vuelvo.

Fui al cuarto de baño. Eché el cerrojo. A continuación, me desnudé completamente. Me encanta estar desnudo. Marta desconocía mi pasión por el exhibicionismo. Pero pronto se iba a dar cuenta de ello. Coloqué el móvil encima de un mueble situado bajo el lavabo con la cámara en modo selfie y el temporizador en 10 segundos. En las fotos que le había enviado el día anterior ella sólo había visto mi polla empalmada junto a sus bragas. Pero ahora quería que ella viera algo más. Me fotografié mostrando gran parte de mi cuerpo (sin mostrar la cara) y un primer plano de mi juguete empalmado. Quería que viera como se marcan las venas de mi polla cuando está empalmada. Eso es algo que les excita enormemente a las mujeres que lo han visto. Mientras hacía la sesión de fotos yo también tenía en mente las dos fotos que ella me había enviado el día anterior: la del probador con las bragas azul marino puestas y la foto de su coño. Yo también había visto esas dos fotos montones de veces a lo largo del día. De hecho, había tenía que ir un par de veces al baño de la oficina para sacar mi polla dura del pantalón y darle unos meneos de alivio con la mano. Había sido una locura de día porque no había podido sacar a Marta de mi mente en ningún momento.

- Ya estoy, escribí por ***** cuando di por finalizada la sesión fotográfica.

- Adelante, estoy deseosa por empezar a ver.

En la primera foto que le envié pudo verme desnudo desde la zona del ombligo hasta las rodillas.

- Muy interesante. Empiezas bien. Me aburren las fotos de miembros en primer plano. Sigue.

En la siguiente foto la parte de mi cuerpo mostrada era la misma pero me coloqué de perfil de forma que ella pudiera contemplar mi polla empalmada apuntando al techo del baño.

- Increíble. Tienes un miembro muy potente y de buen tamaño.

Luego le mostré mi cuerpo desnudo casi por completo. Desde el cuello hasta las rodillas. El baño es pequeño y no me permite mostrar más ángulo de visión.

-Mmmmmm enterito desnudo para mí. He de reconocer que tienes buen cuerpo y ese vello me pone, especialmente el del pecho.

Por último, le mostré la foto de primer plano con las venas marcadas.

- Diosssss, esas venas… Las recorrería todas con la punta de mi lengua. Enhorabuena porque ha sido un buen reportaje. No me imaginaba algo así porque no es lo habitual. Como sé que te gustará saberlo he de confesarte que mi coño se ha mojado enormemente.

- Me alegra haber conseguido esa reacción en tu cuerpo.

- Mis ganas de volver a vernos en persona se han incrementado. Mañana voy a intentar cuadrar mi agenda para que nos podemos ver el lunes. Ya te conté que no es mi zona habitual pero algo me inventaré. ¿Podrías el lunes?

- Sí, me las apañaré para que nos podamos ver.

- ¿Puedo preguntarte algo?

- Sí, claro, lo que desees.

- ¿Qué fue lo que más te excitó de nuestro encuentro de ayer?

Hice un rápido recuerdo mental a todo lo ocurrido en nuestra cita del día anterior. Y la verdad es que lo tenía bastante claro.

- Lo que más me excitó fue tu forma de vestir y especialmente tus zapatos de tacón, respondí.

- Vaya, no me esperaba esa respuesta.

- Supongo que imaginabas que lo más excitante para mí fue oler tu coño en las bragas.

- Quizá no tenían demasiado olor. Como te expliqué fue una mañana complicada y no pude entregártelas como me habría gustado, explicó Marta con cierto pesar.

- No, tranquila, las bragas estaban bien. Aunque confieso que cuanto más olor tengan más me excitan y me gustan.

- Te prometo que me encargaré de que las bragas del lunes las recibas bien olorosas y espero que húmedas incluso.

- Se me va a hacer muy largo hasta que llegue el lunes.

- Créeme que a mí también. Pero no nos desviemos del tema. Quiero que me expliques por qué mi forma de vestir fue lo que más te excitó de nuestra cita, quiso saber Marta.

- Me atraen mucho las mujeres dominantes. Y tu forma de vestir con ese traje de chaqueta y los zapatos de tacón me transmitieron sensación de autoridad y poder. Además, te vi en todo momento muy decidida, sin miedos, sin titubeos. Incluso me sorprendió que quisieras que habláramos después de acabar con lo pactado en el encuentro.

- Es mi forma de ser. Soy lanzada, atrevida, me siento una diosa encima de mis tacones, me gusta sentirme deseada.

- Imagino que esas cualidades que tienes te ayudan mucho en tu trabajo, quise saber por curiosidad.

- No te imaginas cuánto, afirmó Marta confirmando mis sospechas.

- He de reconocer que eres muy atractiva. Inspiras en mí la fantasía de ponerme a tus pies. Me sentí un privilegiado por tener una de tus bragas.

- Tú también me ayudaste a cumplir una de mis fantasías en cierto modo. Quería vivir una experiencia morbosa a cambio de dinero. Es cierto que en mi trabajo también he vivido experiencias con motivaciones económicas pero quería que fuera algo real, un billete que meter en mi bolso. Y lo de venderte mis bragas me pareció algo ideal para esa fantasía: algo rápido, sencillo, morboso y sin complicaciones. Así que yo también debo agradecerte la experiencia vivida.

- ¿Se podría decir entonces que en tu caso lo más excitante de nuestro encuentro de ayer fue ver ese billete y cambiarlo por tus bragas usadas dentro de la bolsa hermética?

Marta tardó unos segundos en escribir su respuesta.

- Así es, contestó finalmente.

De repente, nos quedamos “en silencio” por unos segundos. Creo que ambos estábamos pensando de qué modo continuar con la conversación. Fue Marta la que volvió a escribir.

- Me gustaría que me contaras alguna fantasía que tengas relacionada con tu fetichismo de las bragas usadas.

Me puse a pensar durante unos segundos. Luego le escribí la respuesta.

- Me gustaría estar arrodillado delante de una mujer mientras ella permanece en pie. Luego ver como ella baja sus bragas hasta la altura de sus rodillas y separa sus piernas para hacer hueco entre ellas. Y después meter mi cabeza entre sus piernas y oler y lamer el interior de sus bragas mientras ella me mira.

- Vaya…. Lo tuyo es pasión por los coños. Tu fantasía me genera sensaciones enfrentadas.

- No te gusta, ¿no?, pregunté con desilusión.

- No exactamente. Por una parte, me parece una guarrada que desees algo así. Pero por otra parte me produce excitación que desees hacerlo. La sensación que me transmite esa fantasía es que para querer lamer mis bragas sucias tu deseo por mí tiene que ser de una gran intensidad. Y ya te conté antes que me excita sentirme deseada. He de confesarte que antes con tus fotos conseguiste mojar mi coño pero ahora has conseguido despertar el deseo en mi mente. Me gustaría que el próximo lunes me dejes a mí llevar las riendas de nuestra cita. Acaba de surgir en mi cabeza la fantasía que quiero vivir contigo.

Se hizo eterno hasta que llegó el lunes. El tiempo no avanza cuando uno lo desea y además habíamos acordado que no volveríamos a comunicarnos por ***** hasta el día de la cita, a no ser que hubiera algún cambio de planes forzoso por parte de alguno de los dos.

Llegué a la oficina sobre las nueve y media. Estaba excitado a pesar de la paja que me había hecho esa mañana antes de meterme en la ducha. Necesitaba descargar en el comienzo del día porque me esperaba una mañana de enorme calentura pensando en Marta. Pero mi polla volvía a estar empalmada. Mientras se arrancaba el ordenador accedí a *****. Por precaución no me conectaba a esta aplicación durante los findes de semana. Una vez dentro se cargaron dos mensajes de Marta. El primero era la foto de unas bragas negras colocadas encima de una cama. En el segundo había este texto:

- “Buenos días. Hoy tocan braguitas negras. Voy a disfrutar mucho viendo como las saboreas. Me encargaré de que sean de tu gusto, mi perrito faldero. Ah, por cierto, hoy me cobraré en especie”.

Según leí el mensaje me levanté de mi silla y fui al baño. Mi cuerpo sudaba de la excitación que se había disparado en mi cuerpo leyendo esas frases. Varias palabras habían hecho explotar mi mente: saboreas, de tu gusto, perrito faldero, cobraré en especie. Y muchas preguntas asaltaban mi cabeza: ¿saborear cómo? ¿tendrá en mente cumplir la fantasía que le había contado? ¿llegaría a la cita con las bragas empapadas de flujo? ¿perrito faldero? ¿significa que va a ser dominante conmigo en la cita? ¿va a ser mi Ama? ¿cobrar en especie? ¿pero cómo? ¿entonces no debo llevarle otro billete de 50 euros? Mientras chocaban en mi mente todas estas preguntas mi mano derecha meneaba mi polla. La había sacado por la bragueta nada más meterme en el baño. Habría sido capaz de correrme de nuevo pero preferí volver a mi lugar de trabajo. Tenía una mañana ajetreada, mi grado de concentración estaba por los suelos y mi intención era salir de allí a las dos de la tarde para ir a “comer”.

Quería escribir una respuesta al mensaje de Marta pero no se me ocurrían las palabras apropiadas. Finalmente escribí:

- Buenos días mi Ama. A las dos y media estaré esperando puntual en el lugar acordado para nuestra cita. A sus pies.

Cuando le di a enviar me asaltaron las dudas acerca de si había hecho bien en responder adoptando el rol de sumiso. Casi al instante salí de dudas.

- Veo que has entendido el papel que te toca desempeñar hoy. Perrito listo.

A las dos en punto salgo de la oficina en dirección al Centro Comercial Sambil. Apenas un trayecto de diez minutos. Aparco en un sitio que hay en una de las calles del exterior. Son las dos y cuarto. Un poco pronto pero tampoco quiero esperar dentro del coche. Estoy nervioso. Así que me dirijo a la puerta del centro comercial a esperar. No dejo de mirar el reloj del móvil. Dos y veinticinco. ¿Habrá llegado ya? ¿Estará en el parking? Sigo mirando hacia el exterior. En nuestra anterior cita ella llegó por mi espalda porque había accedido al centro comercial desde el parking interior. Dos y veintinueve. Falta un minuto para la hora acordada. El corazón se me sale del pecho de la mezcla de nerviosismo y excitación. Dos y media…..

De repente siento como si todo se hubiera quedado en silencio. A lo lejos se percibe débilmente un sonido que me resulta conocido. Unos zapatos de tacón. El sonido no cesa y cada vez se hace más audible. Sí, son zapatos de tacón. Es ella. Seguro que es ella. Se acerca cada vez más. ¿Debería darme la vuelta para recibirla? Mientras me debato entre mis dudas el sonido se hace cada vez más cercano, muy cercano, muy próximo,…

- Buenas tardes perro, escucho a mis espaldas.

Me giro. La miro a la cara y luego echo un vistazo a su cuerpo. De nuevo impecablemente vestida. En esta ocasión una americana de color negro, blusa de color blanca, falda de color negra, medias negras translúcidas y zapatos de tacón de color negro. Y un bolso como complemento. Me fascina el poder y autoridad que transmite.

- Buenas tardes mi Ama, respondo.

- Sígueme, no tengo mucho tiempo, dice con autoridad.

No me puedo creer que Marta se haya convertido en mi Ama. Todo me parece un sueño. Sigo a Marta por el centro comercial. Ella camina con autoridad con un movimiento de caderas muy sensual. Yo voy detrás. Realmente me siento como su perrito faldero. Subimos por las escaleras mecánicas a la primera planta y luego nos encaminamos a la entrada de la tienda de ropa outlet. Marta se detiene antes de entrar. Se gira. Me pide que me acerque. Me da instrucciones.

- Busca un pantalón y vete a los probadores. Entra en una de las dos cabinas que hay al fondo del pasillo. Desnúdate de cintura para abajo y me escribes.

- De acuerdo mi Ama, respondo mientras asiento con la cabeza en señal de respeto.

Entro en la tienda. Busco rápidamente un pantalón. Me dirijo a la zona de probadores. Sólo deseo que no haya mucha gente dentro y sobre todo que alguno de las cabinas de al fondo esté libre. En las primeras cabinas hay gente. Según avanzo por el pasillo no hay nadie. Menos mal. Entro en la del lado izquierdo. Cierro la puerta con el cerrojo.

Desabrocho los cordones de mis zapatos. Me los quito. Saco el móvil del bolsillo trasero del pantalón y lo dejo en el suelo. Desabrocho el botón de mi pantalón. Lo bajo y me lo quito. Lo doblo y lo dejo en una esquina del suelo. Me quito los calcetines y los meto dentro de los zapatos. Por último, me quito el slip. Lo doblo y lo dejo encima del pantalón.

Cojo mi móvil del suelo y accedo a *****:

- Le informo que he cumplido todas sus instrucciones, escribo.

Al instante aparece su respuesta:

- Hazte foto, quiero comprobarlo.

Accedo a la aplicación de cámara de fotos del móvil y me hago una foto en el espejo donde se me ve desnudo de cintura para abajo. Estoy empalmado también. Se la envío.

- Muy bien perro. Voy para allá. Deja la puerta abierta.

Me invade un poco de temor mientras quito el cerrojo de la puerta y la abro. ¿Y si hay alguien fuera? Pero me tranquiliza el hecho de que no he escuchado ningún ruido de gente desde que he entrado. Lo que si empiezo a percibir a lo lejos es el sonido de los tacones de Marta. Y cada vez más y más cerca. Agarro mi polla con la mano y me la empiezo a menear para calmar mis nervios. El ruido de los tacones se escucha ya por el pasillo de los probadores. De un momento a otro Marta se asomará a la puerta. De repente aparece. Me mira.

- Muy bien perrito. Me gusta que seas obediente. ¿Pero en qué momento te he dado permiso para meneártela?

Avergonzado suelto mi mano de la polla.

- Lo siento mi Ama. No volverá a ocurrir, digo cabizbajo.

Marta entra dentro de la cabina y cierra la puerta con el cerrojo. Se coloca frente a mí y agarra mi polla con su mano.

- Por fin tengo este juguete todo para mí, me susurra cerca de la oreja.

Durante unos segundos siento como su mano acaricia lentamente mi polla.

- Ahora ponte de rodillas, susurra.

No me lo puedo creer. Va a hacer realidad la fantasía que le había contado. Obedezco. Una vez arrodillado puedo ver como Marta lleva sus dedos a la cremallera de su falda. Escucho como baja. Luego deja caer la falda al suelo pero inmediatamente la coge y la cuelga en un gancho que hay en la pared. Puedo comprobar que las medias tienen un precioso encaje al final de las mismas a la altura de medio muslo. Está realmente sexy. Y por supuesto no puedo evitar fijarme en sus bragas de color negro.

- Acércate y huele, perro.

Esto si que no me lo esperaba. Acerco mi nariz cerca de sus bragas. Inspiro. Un delicioso olor a coño me invade por dentro. Es embriagador el olor que procede tanto de las bragas como del propio coño. Siento deseos de sacar la lengua y lamer esas bragas. Pero prefiero seguir cumpliendo sus órdenes. Marta me hace un gesto con el dedo para que me vuelva a sentar sobre mis talones.

A continuación, puedo ver como Marta lleva sus dedos al borde de sus braguitas y tira de ellas hacia abajo. Las baja justo hasta por debajo de sus rodillas. Luego separa un poco las piernas.

- Disfrútalas, me dice en voz baja.

Coloco mi cabeza entre sus piernas y hundo mi cara entre sus bragas. Es tan delicioso y excitante ese olor. Meto mi mano derecha entre sus piernas y la coloco por debajo de las bragas para apretar la braga contra mi nariz y aspirar su aroma más intensamente. Noto en mi mano que la braga estaba empapada. Marta había cumplido su promesa. Sus bragas serían la delicia de cualquier fetichista de bragas. Marta siempre quiere ser la mejor en todo y esto no iba a ser una excepción. Luego saco mi lengua y empiezo a lamer la parte interior de las bragas.

- Ponte a cuatro patas mientras lames, me ordena.

Obedezco al instante. Me hace sentir un perro de verdad. Me excita sentirme humillado de esa manera. Siento el sabor de su coño en mi lengua y en mi boca. Delicioso. No puedo parar de lamer esas bragas negras. Mi fantasía hecha realidad y la estoy disfrutando mucho más que cuando la recreaba en mi cabeza.

- Pero qué cerdo eres, dice buscando humillarme aún más.

Habría estado mucho más tiempo disfrutando de ese manjar pero recibo una nueva orden.

- Ponte de pie.

Luego Marta acerca su boca a mi oreja y me susurra:

- ¿Recuerdas cuando te dije que la próxima vez sería yo quien colgaría mis bragas de tu juguete?

Dicho esto, Marta saca sus bragas por entre sus zapatos de tacón y las cuelga en mi polla dura. No para de sorprenderme. Y cada sorpresa era aun mejor que la anterior.

- Y ahora me toca disfrutar a mí. Mi lengua desea recorrer tus venas, susurra de nuevo en mi oreja.

Marta se coloca en cuclillas. Coge mi polla con su mano derecha y recorre lentamente todas las venas marcadas a lo largo del tronco de mi miembro empalmado. ¿Hasta donde llegará? Al cabo de unos segundos se vuelve a poner de pie.

- Me voy a cobrar en especie tu disfrute de mis bragas. Cuando te vayas a correr avísame porque quiero ver como echas tu leche en el espejo. Abre la boca.

Su última frase no la entiendo pero obedezco. Entonces veo como quita sus bragas de mi polla y las dirige hacia mi boca. Las mete por completo dentro.

- Ya puedes cerrar la boca. Me tengo que asegurar que no vas a montar un espectáculo de gemidos. Esto es un lugar público.

Dicho esto se vuelve a colocar en cuclillas. Y sin pensárselo mete mi polla en su boca y empieza a chupar. Es increíble como la chupa de bien. Me siento muy raro y descolocado con sus bragas dentro de mi boca pero realmente me están ayudando a contener mis ganas de gemir. Y a la vez siento el sabor de su coño en mi boca. ¿En qué momento se le habrá ocurrido algo así? Marta alterna momentos en los cuales lame el tronco de mi polla con otros en los cuales la introduce en su boca y chupa con energía. Se le nota que está disfrutando. Agradezco enormemente haberme hecho una paja esa mañana porque de lo contrario me habría corrido en cuanto empezó a chupar. De vez en cuando ella me mira a los ojos y eso me excita muchísimo. Pero a pesar de mis esfuerzos por no correrme siento que no voy a poder aguantar mucho más. Nunca me habían hecho una mamada igual. Emito un sonido con mi boca a la vez que con mi mano derecha toco su hombro izquierdo. Marta se separa a un lado y yo agarro mi polla con la mano derecha mientras me acerco más al espejo. Instantes después mi leche empieza a salir mientras yo ahogo mis gemidos Mancho el espejo tal y como me ha ordenado Marta. Después el líquido blanco comienza a resbalar en dirección al suelo.

Marta saca unas bragas limpias de su bolso y se las pune. Luego se vuelve a poner la falda. Antes de salir del probador acerca una vez más su boca a mi oreja y me susurra:

- Deja limpio y reluciente el espejo antes de salir. Haz una foto antes de limpiarlo para el recuerdo. Te espero fuera. Y no saques mis bragas de tu boca hasta que yo te lo diga.

Marta sale del probador. Yo cierro la puerta cuando me quedo solo y echo el cerrojo. Escucho como su ruido de tacones se aleja primero por el pasillo de probadores y luego por la tienda. No me esperaba que me fuera a dejar con sus bragas dentro de la boca después de mi corrida. Perfectamente podría haber sacado las bragas de mi boca pero aunque ella no me esté viendo quiero obedecer sus órdenes. Hago una foto al espejo. Se la envío por *****. Después me visto. Luego saco un paquete de klinex del bolsillo de mi pantalón y me pongo a limpiar mi corrida. Lo dejo todo limpio. Guardo los klinex sucios de leche dentro del bolsillo de mi pantalón. Llega el momento de salir de allí. Ni en mis más morbosas fantasías hubiera imaginado esta situación. Saliendo de un probador con unas bragas metidas dentro de la boca y una de mis corridas dentro de mi pantalón envuelta en varios klinex.

Avanzo por el pasillo de los probadores. Llevo en la mano el pantalón que había cogido para probarme. Junto a la puerta de salida hay una chica del outlet. Que no me pregunte nada voy pensando mientras me acerco a ella. Le doy el pantalón. No me dice nada. Menos mal. Recorro la tienda en busca de la salida. No veo a Marta por ningún sitio. Salgo de la tienda. Ni rastro de Marta. Le escribo un mensaje por *****.

- Acabo de salir de la tienda pero no la veo por ninguna parte.

- Lo siento perrito. Me tengo que ir. Tengo una reunión. ¿Sigues con mis bragas dentro de la boca?

- Sí, mi Ama.

- Buen chico. Cuando llegues a tu coche puedes sacarlas de tu boca. He disfrutado mucho. Seguimos en contacto. Volveremos a vernos.
Buahh como me ha puesto tu narración. Me imagino tanto a Marta como a ti y me gustaría estar enmedio de los dos.😋😋
 
Muy morboso. Mi ex también vendió bragas usadas un par de veces. Incluso en una ocasión llego a quedar físicamente con el comprador y permitió que se las quitara él directamente. Fue muy morboso.
 
Título: Marta toma el control.

Al día siguiente de nuestro primer encuentro en persona Marta y yo volvimos a coincidir por ***** a altas horas de la noche. Mientras nuestras respectivas familias dormían nosotros pensábamos totalmente desvelados y excitados el uno en el otro.

- Me vuelve loca tu polla. No he parado de ver tus fotos durante todo el día, me confesó Marta.

- ¿Quieres que te envíe más fotos?, le sugerí.

- ¿Tienes más?

- No, pero puedo ir al baño y me hago alguna más para ti.

- Me parece muy interesante tu propuesta. Sorpréndeme.

- Dame unos minutos y vuelvo.

Fui al cuarto de baño. Eché el cerrojo. A continuación, me desnudé completamente. Me encanta estar desnudo. Marta desconocía mi pasión por el exhibicionismo. Pero pronto se iba a dar cuenta de ello. Coloqué el móvil encima de un mueble situado bajo el lavabo con la cámara en modo selfie y el temporizador en 10 segundos. En las fotos que le había enviado el día anterior ella sólo había visto mi polla empalmada junto a sus bragas. Pero ahora quería que ella viera algo más. Me fotografié mostrando gran parte de mi cuerpo (sin mostrar la cara) y un primer plano de mi juguete empalmado. Quería que viera como se marcan las venas de mi polla cuando está empalmada. Eso es algo que les excita enormemente a las mujeres que lo han visto. Mientras hacía la sesión de fotos yo también tenía en mente las dos fotos que ella me había enviado el día anterior: la del probador con las bragas azul marino puestas y la foto de su coño. Yo también había visto esas dos fotos montones de veces a lo largo del día. De hecho, había tenía que ir un par de veces al baño de la oficina para sacar mi polla dura del pantalón y darle unos meneos de alivio con la mano. Había sido una locura de día porque no había podido sacar a Marta de mi mente en ningún momento.

- Ya estoy, escribí por ***** cuando di por finalizada la sesión fotográfica.

- Adelante, estoy deseosa por empezar a ver.

En la primera foto que le envié pudo verme desnudo desde la zona del ombligo hasta las rodillas.

- Muy interesante. Empiezas bien. Me aburren las fotos de miembros en primer plano. Sigue.

En la siguiente foto la parte de mi cuerpo mostrada era la misma pero me coloqué de perfil de forma que ella pudiera contemplar mi polla empalmada apuntando al techo del baño.

- Increíble. Tienes un miembro muy potente y de buen tamaño.

Luego le mostré mi cuerpo desnudo casi por completo. Desde el cuello hasta las rodillas. El baño es pequeño y no me permite mostrar más ángulo de visión.

-Mmmmmm enterito desnudo para mí. He de reconocer que tienes buen cuerpo y ese vello me pone, especialmente el del pecho.

Por último, le mostré la foto de primer plano con las venas marcadas.

- Diosssss, esas venas… Las recorrería todas con la punta de mi lengua. Enhorabuena porque ha sido un buen reportaje. No me imaginaba algo así porque no es lo habitual. Como sé que te gustará saberlo he de confesarte que mi coño se ha mojado enormemente.

- Me alegra haber conseguido esa reacción en tu cuerpo.

- Mis ganas de volver a vernos en persona se han incrementado. Mañana voy a intentar cuadrar mi agenda para que nos podemos ver el lunes. Ya te conté que no es mi zona habitual pero algo me inventaré. ¿Podrías el lunes?

- Sí, me las apañaré para que nos podamos ver.

- ¿Puedo preguntarte algo?

- Sí, claro, lo que desees.

- ¿Qué fue lo que más te excitó de nuestro encuentro de ayer?

Hice un rápido recuerdo mental a todo lo ocurrido en nuestra cita del día anterior. Y la verdad es que lo tenía bastante claro.

- Lo que más me excitó fue tu forma de vestir y especialmente tus zapatos de tacón, respondí.

- Vaya, no me esperaba esa respuesta.

- Supongo que imaginabas que lo más excitante para mí fue oler tu coño en las bragas.

- Quizá no tenían demasiado olor. Como te expliqué fue una mañana complicada y no pude entregártelas como me habría gustado, explicó Marta con cierto pesar.

- No, tranquila, las bragas estaban bien. Aunque confieso que cuanto más olor tengan más me excitan y me gustan.

- Te prometo que me encargaré de que las bragas del lunes las recibas bien olorosas y espero que húmedas incluso.

- Se me va a hacer muy largo hasta que llegue el lunes.

- Créeme que a mí también. Pero no nos desviemos del tema. Quiero que me expliques por qué mi forma de vestir fue lo que más te excitó de nuestra cita, quiso saber Marta.

- Me atraen mucho las mujeres dominantes. Y tu forma de vestir con ese traje de chaqueta y los zapatos de tacón me transmitieron sensación de autoridad y poder. Además, te vi en todo momento muy decidida, sin miedos, sin titubeos. Incluso me sorprendió que quisieras que habláramos después de acabar con lo pactado en el encuentro.

- Es mi forma de ser. Soy lanzada, atrevida, me siento una diosa encima de mis tacones, me gusta sentirme deseada.

- Imagino que esas cualidades que tienes te ayudan mucho en tu trabajo, quise saber por curiosidad.

- No te imaginas cuánto, afirmó Marta confirmando mis sospechas.

- He de reconocer que eres muy atractiva. Inspiras en mí la fantasía de ponerme a tus pies. Me sentí un privilegiado por tener una de tus bragas.

- Tú también me ayudaste a cumplir una de mis fantasías en cierto modo. Quería vivir una experiencia morbosa a cambio de dinero. Es cierto que en mi trabajo también he vivido experiencias con motivaciones económicas pero quería que fuera algo real, un billete que meter en mi bolso. Y lo de venderte mis bragas me pareció algo ideal para esa fantasía: algo rápido, sencillo, morboso y sin complicaciones. Así que yo también debo agradecerte la experiencia vivida.

- ¿Se podría decir entonces que en tu caso lo más excitante de nuestro encuentro de ayer fue ver ese billete y cambiarlo por tus bragas usadas dentro de la bolsa hermética?

Marta tardó unos segundos en escribir su respuesta.

- Así es, contestó finalmente.

De repente, nos quedamos “en silencio” por unos segundos. Creo que ambos estábamos pensando de qué modo continuar con la conversación. Fue Marta la que volvió a escribir.

- Me gustaría que me contaras alguna fantasía que tengas relacionada con tu fetichismo de las bragas usadas.

Me puse a pensar durante unos segundos. Luego le escribí la respuesta.

- Me gustaría estar arrodillado delante de una mujer mientras ella permanece en pie. Luego ver como ella baja sus bragas hasta la altura de sus rodillas y separa sus piernas para hacer hueco entre ellas. Y después meter mi cabeza entre sus piernas y oler y lamer el interior de sus bragas mientras ella me mira.

- Vaya…. Lo tuyo es pasión por los coños. Tu fantasía me genera sensaciones enfrentadas.

- No te gusta, ¿no?, pregunté con desilusión.

- No exactamente. Por una parte, me parece una guarrada que desees algo así. Pero por otra parte me produce excitación que desees hacerlo. La sensación que me transmite esa fantasía es que para querer lamer mis bragas sucias tu deseo por mí tiene que ser de una gran intensidad. Y ya te conté antes que me excita sentirme deseada. He de confesarte que antes con tus fotos conseguiste mojar mi coño pero ahora has conseguido despertar el deseo en mi mente. Me gustaría que el próximo lunes me dejes a mí llevar las riendas de nuestra cita. Acaba de surgir en mi cabeza la fantasía que quiero vivir contigo.

Se hizo eterno hasta que llegó el lunes. El tiempo no avanza cuando uno lo desea y además habíamos acordado que no volveríamos a comunicarnos por ***** hasta el día de la cita, a no ser que hubiera algún cambio de planes forzoso por parte de alguno de los dos.

Llegué a la oficina sobre las nueve y media. Estaba excitado a pesar de la paja que me había hecho esa mañana antes de meterme en la ducha. Necesitaba descargar en el comienzo del día porque me esperaba una mañana de enorme calentura pensando en Marta. Pero mi polla volvía a estar empalmada. Mientras se arrancaba el ordenador accedí a *****. Por precaución no me conectaba a esta aplicación durante los findes de semana. Una vez dentro se cargaron dos mensajes de Marta. El primero era la foto de unas bragas negras colocadas encima de una cama. En el segundo había este texto:

- “Buenos días. Hoy tocan braguitas negras. Voy a disfrutar mucho viendo como las saboreas. Me encargaré de que sean de tu gusto, mi perrito faldero. Ah, por cierto, hoy me cobraré en especie”.

Según leí el mensaje me levanté de mi silla y fui al baño. Mi cuerpo sudaba de la excitación que se había disparado en mi cuerpo leyendo esas frases. Varias palabras habían hecho explotar mi mente: saboreas, de tu gusto, perrito faldero, cobraré en especie. Y muchas preguntas asaltaban mi cabeza: ¿saborear cómo? ¿tendrá en mente cumplir la fantasía que le había contado? ¿llegaría a la cita con las bragas empapadas de flujo? ¿perrito faldero? ¿significa que va a ser dominante conmigo en la cita? ¿va a ser mi Ama? ¿cobrar en especie? ¿pero cómo? ¿entonces no debo llevarle otro billete de 50 euros? Mientras chocaban en mi mente todas estas preguntas mi mano derecha meneaba mi polla. La había sacado por la bragueta nada más meterme en el baño. Habría sido capaz de correrme de nuevo pero preferí volver a mi lugar de trabajo. Tenía una mañana ajetreada, mi grado de concentración estaba por los suelos y mi intención era salir de allí a las dos de la tarde para ir a “comer”.

Quería escribir una respuesta al mensaje de Marta pero no se me ocurrían las palabras apropiadas. Finalmente escribí:

- Buenos días mi Ama. A las dos y media estaré esperando puntual en el lugar acordado para nuestra cita. A sus pies.

Cuando le di a enviar me asaltaron las dudas acerca de si había hecho bien en responder adoptando el rol de sumiso. Casi al instante salí de dudas.

- Veo que has entendido el papel que te toca desempeñar hoy. Perrito listo.

A las dos en punto salgo de la oficina en dirección al Centro Comercial Sambil. Apenas un trayecto de diez minutos. Aparco en un sitio que hay en una de las calles del exterior. Son las dos y cuarto. Un poco pronto pero tampoco quiero esperar dentro del coche. Estoy nervioso. Así que me dirijo a la puerta del centro comercial a esperar. No dejo de mirar el reloj del móvil. Dos y veinticinco. ¿Habrá llegado ya? ¿Estará en el parking? Sigo mirando hacia el exterior. En nuestra anterior cita ella llegó por mi espalda porque había accedido al centro comercial desde el parking interior. Dos y veintinueve. Falta un minuto para la hora acordada. El corazón se me sale del pecho de la mezcla de nerviosismo y excitación. Dos y media…..

De repente siento como si todo se hubiera quedado en silencio. A lo lejos se percibe débilmente un sonido que me resulta conocido. Unos zapatos de tacón. El sonido no cesa y cada vez se hace más audible. Sí, son zapatos de tacón. Es ella. Seguro que es ella. Se acerca cada vez más. ¿Debería darme la vuelta para recibirla? Mientras me debato entre mis dudas el sonido se hace cada vez más cercano, muy cercano, muy próximo,…

- Buenas tardes perro, escucho a mis espaldas.

Me giro. La miro a la cara y luego echo un vistazo a su cuerpo. De nuevo impecablemente vestida. En esta ocasión una americana de color negro, blusa de color blanca, falda de color negra, medias negras translúcidas y zapatos de tacón de color negro. Y un bolso como complemento. Me fascina el poder y autoridad que transmite.

- Buenas tardes mi Ama, respondo.

- Sígueme, no tengo mucho tiempo, dice con autoridad.

No me puedo creer que Marta se haya convertido en mi Ama. Todo me parece un sueño. Sigo a Marta por el centro comercial. Ella camina con autoridad con un movimiento de caderas muy sensual. Yo voy detrás. Realmente me siento como su perrito faldero. Subimos por las escaleras mecánicas a la primera planta y luego nos encaminamos a la entrada de la tienda de ropa outlet. Marta se detiene antes de entrar. Se gira. Me pide que me acerque. Me da instrucciones.

- Busca un pantalón y vete a los probadores. Entra en una de las dos cabinas que hay al fondo del pasillo. Desnúdate de cintura para abajo y me escribes.

- De acuerdo mi Ama, respondo mientras asiento con la cabeza en señal de respeto.

Entro en la tienda. Busco rápidamente un pantalón. Me dirijo a la zona de probadores. Sólo deseo que no haya mucha gente dentro y sobre todo que alguno de las cabinas de al fondo esté libre. En las primeras cabinas hay gente. Según avanzo por el pasillo no hay nadie. Menos mal. Entro en la del lado izquierdo. Cierro la puerta con el cerrojo.

Desabrocho los cordones de mis zapatos. Me los quito. Saco el móvil del bolsillo trasero del pantalón y lo dejo en el suelo. Desabrocho el botón de mi pantalón. Lo bajo y me lo quito. Lo doblo y lo dejo en una esquina del suelo. Me quito los calcetines y los meto dentro de los zapatos. Por último, me quito el slip. Lo doblo y lo dejo encima del pantalón.

Cojo mi móvil del suelo y accedo a *****:

- Le informo que he cumplido todas sus instrucciones, escribo.

Al instante aparece su respuesta:

- Hazte foto, quiero comprobarlo.

Accedo a la aplicación de cámara de fotos del móvil y me hago una foto en el espejo donde se me ve desnudo de cintura para abajo. Estoy empalmado también. Se la envío.

- Muy bien perro. Voy para allá. Deja la puerta abierta.

Me invade un poco de temor mientras quito el cerrojo de la puerta y la abro. ¿Y si hay alguien fuera? Pero me tranquiliza el hecho de que no he escuchado ningún ruido de gente desde que he entrado. Lo que si empiezo a percibir a lo lejos es el sonido de los tacones de Marta. Y cada vez más y más cerca. Agarro mi polla con la mano y me la empiezo a menear para calmar mis nervios. El ruido de los tacones se escucha ya por el pasillo de los probadores. De un momento a otro Marta se asomará a la puerta. De repente aparece. Me mira.

- Muy bien perrito. Me gusta que seas obediente. ¿Pero en qué momento te he dado permiso para meneártela?

Avergonzado suelto mi mano de la polla.

- Lo siento mi Ama. No volverá a ocurrir, digo cabizbajo.

Marta entra dentro de la cabina y cierra la puerta con el cerrojo. Se coloca frente a mí y agarra mi polla con su mano.

- Por fin tengo este juguete todo para mí, me susurra cerca de la oreja.

Durante unos segundos siento como su mano acaricia lentamente mi polla.

- Ahora ponte de rodillas, susurra.

No me lo puedo creer. Va a hacer realidad la fantasía que le había contado. Obedezco. Una vez arrodillado puedo ver como Marta lleva sus dedos a la cremallera de su falda. Escucho como baja. Luego deja caer la falda al suelo pero inmediatamente la coge y la cuelga en un gancho que hay en la pared. Puedo comprobar que las medias tienen un precioso encaje al final de las mismas a la altura de medio muslo. Está realmente sexy. Y por supuesto no puedo evitar fijarme en sus bragas de color negro.

- Acércate y huele, perro.

Esto si que no me lo esperaba. Acerco mi nariz cerca de sus bragas. Inspiro. Un delicioso olor a coño me invade por dentro. Es embriagador el olor que procede tanto de las bragas como del propio coño. Siento deseos de sacar la lengua y lamer esas bragas. Pero prefiero seguir cumpliendo sus órdenes. Marta me hace un gesto con el dedo para que me vuelva a sentar sobre mis talones.

A continuación, puedo ver como Marta lleva sus dedos al borde de sus braguitas y tira de ellas hacia abajo. Las baja justo hasta por debajo de sus rodillas. Luego separa un poco las piernas.

- Disfrútalas, me dice en voz baja.

Coloco mi cabeza entre sus piernas y hundo mi cara entre sus bragas. Es tan delicioso y excitante ese olor. Meto mi mano derecha entre sus piernas y la coloco por debajo de las bragas para apretar la braga contra mi nariz y aspirar su aroma más intensamente. Noto en mi mano que la braga estaba empapada. Marta había cumplido su promesa. Sus bragas serían la delicia de cualquier fetichista de bragas. Marta siempre quiere ser la mejor en todo y esto no iba a ser una excepción. Luego saco mi lengua y empiezo a lamer la parte interior de las bragas.

- Ponte a cuatro patas mientras lames, me ordena.

Obedezco al instante. Me hace sentir un perro de verdad. Me excita sentirme humillado de esa manera. Siento el sabor de su coño en mi lengua y en mi boca. Delicioso. No puedo parar de lamer esas bragas negras. Mi fantasía hecha realidad y la estoy disfrutando mucho más que cuando la recreaba en mi cabeza.

- Pero qué cerdo eres, dice buscando humillarme aún más.

Habría estado mucho más tiempo disfrutando de ese manjar pero recibo una nueva orden.

- Ponte de pie.

Luego Marta acerca su boca a mi oreja y me susurra:

- ¿Recuerdas cuando te dije que la próxima vez sería yo quien colgaría mis bragas de tu juguete?

Dicho esto, Marta saca sus bragas por entre sus zapatos de tacón y las cuelga en mi polla dura. No para de sorprenderme. Y cada sorpresa era aun mejor que la anterior.

- Y ahora me toca disfrutar a mí. Mi lengua desea recorrer tus venas, susurra de nuevo en mi oreja.

Marta se coloca en cuclillas. Coge mi polla con su mano derecha y recorre lentamente todas las venas marcadas a lo largo del tronco de mi miembro empalmado. ¿Hasta donde llegará? Al cabo de unos segundos se vuelve a poner de pie.

- Me voy a cobrar en especie tu disfrute de mis bragas. Cuando te vayas a correr avísame porque quiero ver como echas tu leche en el espejo. Abre la boca.

Su última frase no la entiendo pero obedezco. Entonces veo como quita sus bragas de mi polla y las dirige hacia mi boca. Las mete por completo dentro.

- Ya puedes cerrar la boca. Me tengo que asegurar que no vas a montar un espectáculo de gemidos. Esto es un lugar público.

Dicho esto se vuelve a colocar en cuclillas. Y sin pensárselo mete mi polla en su boca y empieza a chupar. Es increíble como la chupa de bien. Me siento muy raro y descolocado con sus bragas dentro de mi boca pero realmente me están ayudando a contener mis ganas de gemir. Y a la vez siento el sabor de su coño en mi boca. ¿En qué momento se le habrá ocurrido algo así? Marta alterna momentos en los cuales lame el tronco de mi polla con otros en los cuales la introduce en su boca y chupa con energía. Se le nota que está disfrutando. Agradezco enormemente haberme hecho una paja esa mañana porque de lo contrario me habría corrido en cuanto empezó a chupar. De vez en cuando ella me mira a los ojos y eso me excita muchísimo. Pero a pesar de mis esfuerzos por no correrme siento que no voy a poder aguantar mucho más. Nunca me habían hecho una mamada igual. Emito un sonido con mi boca a la vez que con mi mano derecha toco su hombro izquierdo. Marta se separa a un lado y yo agarro mi polla con la mano derecha mientras me acerco más al espejo. Instantes después mi leche empieza a salir mientras yo ahogo mis gemidos Mancho el espejo tal y como me ha ordenado Marta. Después el líquido blanco comienza a resbalar en dirección al suelo.

Marta saca unas bragas limpias de su bolso y se las pune. Luego se vuelve a poner la falda. Antes de salir del probador acerca una vez más su boca a mi oreja y me susurra:

- Deja limpio y reluciente el espejo antes de salir. Haz una foto antes de limpiarlo para el recuerdo. Te espero fuera. Y no saques mis bragas de tu boca hasta que yo te lo diga.

Marta sale del probador. Yo cierro la puerta cuando me quedo solo y echo el cerrojo. Escucho como su ruido de tacones se aleja primero por el pasillo de probadores y luego por la tienda. No me esperaba que me fuera a dejar con sus bragas dentro de la boca después de mi corrida. Perfectamente podría haber sacado las bragas de mi boca pero aunque ella no me esté viendo quiero obedecer sus órdenes. Hago una foto al espejo. Se la envío por *****. Después me visto. Luego saco un paquete de klinex del bolsillo de mi pantalón y me pongo a limpiar mi corrida. Lo dejo todo limpio. Guardo los klinex sucios de leche dentro del bolsillo de mi pantalón. Llega el momento de salir de allí. Ni en mis más morbosas fantasías hubiera imaginado esta situación. Saliendo de un probador con unas bragas metidas dentro de la boca y una de mis corridas dentro de mi pantalón envuelta en varios klinex.

Avanzo por el pasillo de los probadores. Llevo en la mano el pantalón que había cogido para probarme. Junto a la puerta de salida hay una chica del outlet. Que no me pregunte nada voy pensando mientras me acerco a ella. Le doy el pantalón. No me dice nada. Menos mal. Recorro la tienda en busca de la salida. No veo a Marta por ningún sitio. Salgo de la tienda. Ni rastro de Marta. Le escribo un mensaje por *****.

- Acabo de salir de la tienda pero no la veo por ninguna parte.

- Lo siento perrito. Me tengo que ir. Tengo una reunión. ¿Sigues con mis bragas dentro de la boca?

- Sí, mi Ama.

- Buen chico. Cuando llegues a tu coche puedes sacarlas de tu boca. He disfrutado mucho. Seguimos en contacto. Volveremos a vernos.
La AMA Marta toma el control y no defrauda...
Marta.... quiero saber más de ella.
 
Título: Marta toma el control.

Al día siguiente de nuestro primer encuentro en persona Marta y yo volvimos a coincidir por ***** a altas horas de la noche. Mientras nuestras respectivas familias dormían nosotros pensábamos totalmente desvelados y excitados el uno en el otro.

- Me vuelve loca tu polla. No he parado de ver tus fotos durante todo el día, me confesó Marta.

- ¿Quieres que te envíe más fotos?, le sugerí.

- ¿Tienes más?

- No, pero puedo ir al baño y me hago alguna más para ti.

- Me parece muy interesante tu propuesta. Sorpréndeme.

- Dame unos minutos y vuelvo.

Fui al cuarto de baño. Eché el cerrojo. A continuación, me desnudé completamente. Me encanta estar desnudo. Marta desconocía mi pasión por el exhibicionismo. Pero pronto se iba a dar cuenta de ello. Coloqué el móvil encima de un mueble situado bajo el lavabo con la cámara en modo selfie y el temporizador en 10 segundos. En las fotos que le había enviado el día anterior ella sólo había visto mi polla empalmada junto a sus bragas. Pero ahora quería que ella viera algo más. Me fotografié mostrando gran parte de mi cuerpo (sin mostrar la cara) y un primer plano de mi juguete empalmado. Quería que viera como se marcan las venas de mi polla cuando está empalmada. Eso es algo que les excita enormemente a las mujeres que lo han visto. Mientras hacía la sesión de fotos yo también tenía en mente las dos fotos que ella me había enviado el día anterior: la del probador con las bragas azul marino puestas y la foto de su coño. Yo también había visto esas dos fotos montones de veces a lo largo del día. De hecho, había tenía que ir un par de veces al baño de la oficina para sacar mi polla dura del pantalón y darle unos meneos de alivio con la mano. Había sido una locura de día porque no había podido sacar a Marta de mi mente en ningún momento.

- Ya estoy, escribí por ***** cuando di por finalizada la sesión fotográfica.

- Adelante, estoy deseosa por empezar a ver.

En la primera foto que le envié pudo verme desnudo desde la zona del ombligo hasta las rodillas.

- Muy interesante. Empiezas bien. Me aburren las fotos de miembros en primer plano. Sigue.

En la siguiente foto la parte de mi cuerpo mostrada era la misma pero me coloqué de perfil de forma que ella pudiera contemplar mi polla empalmada apuntando al techo del baño.

- Increíble. Tienes un miembro muy potente y de buen tamaño.

Luego le mostré mi cuerpo desnudo casi por completo. Desde el cuello hasta las rodillas. El baño es pequeño y no me permite mostrar más ángulo de visión.

-Mmmmmm enterito desnudo para mí. He de reconocer que tienes buen cuerpo y ese vello me pone, especialmente el del pecho.

Por último, le mostré la foto de primer plano con las venas marcadas.

- Diosssss, esas venas… Las recorrería todas con la punta de mi lengua. Enhorabuena porque ha sido un buen reportaje. No me imaginaba algo así porque no es lo habitual. Como sé que te gustará saberlo he de confesarte que mi coño se ha mojado enormemente.

- Me alegra haber conseguido esa reacción en tu cuerpo.

- Mis ganas de volver a vernos en persona se han incrementado. Mañana voy a intentar cuadrar mi agenda para que nos podemos ver el lunes. Ya te conté que no es mi zona habitual pero algo me inventaré. ¿Podrías el lunes?

- Sí, me las apañaré para que nos podamos ver.

- ¿Puedo preguntarte algo?

- Sí, claro, lo que desees.

- ¿Qué fue lo que más te excitó de nuestro encuentro de ayer?

Hice un rápido recuerdo mental a todo lo ocurrido en nuestra cita del día anterior. Y la verdad es que lo tenía bastante claro.

- Lo que más me excitó fue tu forma de vestir y especialmente tus zapatos de tacón, respondí.

- Vaya, no me esperaba esa respuesta.

- Supongo que imaginabas que lo más excitante para mí fue oler tu coño en las bragas.

- Quizá no tenían demasiado olor. Como te expliqué fue una mañana complicada y no pude entregártelas como me habría gustado, explicó Marta con cierto pesar.

- No, tranquila, las bragas estaban bien. Aunque confieso que cuanto más olor tengan más me excitan y me gustan.

- Te prometo que me encargaré de que las bragas del lunes las recibas bien olorosas y espero que húmedas incluso.

- Se me va a hacer muy largo hasta que llegue el lunes.

- Créeme que a mí también. Pero no nos desviemos del tema. Quiero que me expliques por qué mi forma de vestir fue lo que más te excitó de nuestra cita, quiso saber Marta.

- Me atraen mucho las mujeres dominantes. Y tu forma de vestir con ese traje de chaqueta y los zapatos de tacón me transmitieron sensación de autoridad y poder. Además, te vi en todo momento muy decidida, sin miedos, sin titubeos. Incluso me sorprendió que quisieras que habláramos después de acabar con lo pactado en el encuentro.

- Es mi forma de ser. Soy lanzada, atrevida, me siento una diosa encima de mis tacones, me gusta sentirme deseada.

- Imagino que esas cualidades que tienes te ayudan mucho en tu trabajo, quise saber por curiosidad.

- No te imaginas cuánto, afirmó Marta confirmando mis sospechas.

- He de reconocer que eres muy atractiva. Inspiras en mí la fantasía de ponerme a tus pies. Me sentí un privilegiado por tener una de tus bragas.

- Tú también me ayudaste a cumplir una de mis fantasías en cierto modo. Quería vivir una experiencia morbosa a cambio de dinero. Es cierto que en mi trabajo también he vivido experiencias con motivaciones económicas pero quería que fuera algo real, un billete que meter en mi bolso. Y lo de venderte mis bragas me pareció algo ideal para esa fantasía: algo rápido, sencillo, morboso y sin complicaciones. Así que yo también debo agradecerte la experiencia vivida.

- ¿Se podría decir entonces que en tu caso lo más excitante de nuestro encuentro de ayer fue ver ese billete y cambiarlo por tus bragas usadas dentro de la bolsa hermética?

Marta tardó unos segundos en escribir su respuesta.

- Así es, contestó finalmente.

De repente, nos quedamos “en silencio” por unos segundos. Creo que ambos estábamos pensando de qué modo continuar con la conversación. Fue Marta la que volvió a escribir.

- Me gustaría que me contaras alguna fantasía que tengas relacionada con tu fetichismo de las bragas usadas.

Me puse a pensar durante unos segundos. Luego le escribí la respuesta.

- Me gustaría estar arrodillado delante de una mujer mientras ella permanece en pie. Luego ver como ella baja sus bragas hasta la altura de sus rodillas y separa sus piernas para hacer hueco entre ellas. Y después meter mi cabeza entre sus piernas y oler y lamer el interior de sus bragas mientras ella me mira.

- Vaya…. Lo tuyo es pasión por los coños. Tu fantasía me genera sensaciones enfrentadas.

- No te gusta, ¿no?, pregunté con desilusión.

- No exactamente. Por una parte, me parece una guarrada que desees algo así. Pero por otra parte me produce excitación que desees hacerlo. La sensación que me transmite esa fantasía es que para querer lamer mis bragas sucias tu deseo por mí tiene que ser de una gran intensidad. Y ya te conté antes que me excita sentirme deseada. He de confesarte que antes con tus fotos conseguiste mojar mi coño pero ahora has conseguido despertar el deseo en mi mente. Me gustaría que el próximo lunes me dejes a mí llevar las riendas de nuestra cita. Acaba de surgir en mi cabeza la fantasía que quiero vivir contigo.

Se hizo eterno hasta que llegó el lunes. El tiempo no avanza cuando uno lo desea y además habíamos acordado que no volveríamos a comunicarnos por ***** hasta el día de la cita, a no ser que hubiera algún cambio de planes forzoso por parte de alguno de los dos.

Llegué a la oficina sobre las nueve y media. Estaba excitado a pesar de la paja que me había hecho esa mañana antes de meterme en la ducha. Necesitaba descargar en el comienzo del día porque me esperaba una mañana de enorme calentura pensando en Marta. Pero mi polla volvía a estar empalmada. Mientras se arrancaba el ordenador accedí a *****. Por precaución no me conectaba a esta aplicación durante los findes de semana. Una vez dentro se cargaron dos mensajes de Marta. El primero era la foto de unas bragas negras colocadas encima de una cama. En el segundo había este texto:

- “Buenos días. Hoy tocan braguitas negras. Voy a disfrutar mucho viendo como las saboreas. Me encargaré de que sean de tu gusto, mi perrito faldero. Ah, por cierto, hoy me cobraré en especie”.

Según leí el mensaje me levanté de mi silla y fui al baño. Mi cuerpo sudaba de la excitación que se había disparado en mi cuerpo leyendo esas frases. Varias palabras habían hecho explotar mi mente: saboreas, de tu gusto, perrito faldero, cobraré en especie. Y muchas preguntas asaltaban mi cabeza: ¿saborear cómo? ¿tendrá en mente cumplir la fantasía que le había contado? ¿llegaría a la cita con las bragas empapadas de flujo? ¿perrito faldero? ¿significa que va a ser dominante conmigo en la cita? ¿va a ser mi Ama? ¿cobrar en especie? ¿pero cómo? ¿entonces no debo llevarle otro billete de 50 euros? Mientras chocaban en mi mente todas estas preguntas mi mano derecha meneaba mi polla. La había sacado por la bragueta nada más meterme en el baño. Habría sido capaz de correrme de nuevo pero preferí volver a mi lugar de trabajo. Tenía una mañana ajetreada, mi grado de concentración estaba por los suelos y mi intención era salir de allí a las dos de la tarde para ir a “comer”.

Quería escribir una respuesta al mensaje de Marta pero no se me ocurrían las palabras apropiadas. Finalmente escribí:

- Buenos días mi Ama. A las dos y media estaré esperando puntual en el lugar acordado para nuestra cita. A sus pies.

Cuando le di a enviar me asaltaron las dudas acerca de si había hecho bien en responder adoptando el rol de sumiso. Casi al instante salí de dudas.

- Veo que has entendido el papel que te toca desempeñar hoy. Perrito listo.

A las dos en punto salgo de la oficina en dirección al Centro Comercial Sambil. Apenas un trayecto de diez minutos. Aparco en un sitio que hay en una de las calles del exterior. Son las dos y cuarto. Un poco pronto pero tampoco quiero esperar dentro del coche. Estoy nervioso. Así que me dirijo a la puerta del centro comercial a esperar. No dejo de mirar el reloj del móvil. Dos y veinticinco. ¿Habrá llegado ya? ¿Estará en el parking? Sigo mirando hacia el exterior. En nuestra anterior cita ella llegó por mi espalda porque había accedido al centro comercial desde el parking interior. Dos y veintinueve. Falta un minuto para la hora acordada. El corazón se me sale del pecho de la mezcla de nerviosismo y excitación. Dos y media…..

De repente siento como si todo se hubiera quedado en silencio. A lo lejos se percibe débilmente un sonido que me resulta conocido. Unos zapatos de tacón. El sonido no cesa y cada vez se hace más audible. Sí, son zapatos de tacón. Es ella. Seguro que es ella. Se acerca cada vez más. ¿Debería darme la vuelta para recibirla? Mientras me debato entre mis dudas el sonido se hace cada vez más cercano, muy cercano, muy próximo,…

- Buenas tardes perro, escucho a mis espaldas.

Me giro. La miro a la cara y luego echo un vistazo a su cuerpo. De nuevo impecablemente vestida. En esta ocasión una americana de color negro, blusa de color blanca, falda de color negra, medias negras translúcidas y zapatos de tacón de color negro. Y un bolso como complemento. Me fascina el poder y autoridad que transmite.

- Buenas tardes mi Ama, respondo.

- Sígueme, no tengo mucho tiempo, dice con autoridad.

No me puedo creer que Marta se haya convertido en mi Ama. Todo me parece un sueño. Sigo a Marta por el centro comercial. Ella camina con autoridad con un movimiento de caderas muy sensual. Yo voy detrás. Realmente me siento como su perrito faldero. Subimos por las escaleras mecánicas a la primera planta y luego nos encaminamos a la entrada de la tienda de ropa outlet. Marta se detiene antes de entrar. Se gira. Me pide que me acerque. Me da instrucciones.

- Busca un pantalón y vete a los probadores. Entra en una de las dos cabinas que hay al fondo del pasillo. Desnúdate de cintura para abajo y me escribes.

- De acuerdo mi Ama, respondo mientras asiento con la cabeza en señal de respeto.

Entro en la tienda. Busco rápidamente un pantalón. Me dirijo a la zona de probadores. Sólo deseo que no haya mucha gente dentro y sobre todo que alguno de las cabinas de al fondo esté libre. En las primeras cabinas hay gente. Según avanzo por el pasillo no hay nadie. Menos mal. Entro en la del lado izquierdo. Cierro la puerta con el cerrojo.

Desabrocho los cordones de mis zapatos. Me los quito. Saco el móvil del bolsillo trasero del pantalón y lo dejo en el suelo. Desabrocho el botón de mi pantalón. Lo bajo y me lo quito. Lo doblo y lo dejo en una esquina del suelo. Me quito los calcetines y los meto dentro de los zapatos. Por último, me quito el slip. Lo doblo y lo dejo encima del pantalón.

Cojo mi móvil del suelo y accedo a *****:

- Le informo que he cumplido todas sus instrucciones, escribo.

Al instante aparece su respuesta:

- Hazte foto, quiero comprobarlo.

Accedo a la aplicación de cámara de fotos del móvil y me hago una foto en el espejo donde se me ve desnudo de cintura para abajo. Estoy empalmado también. Se la envío.

- Muy bien perro. Voy para allá. Deja la puerta abierta.

Me invade un poco de temor mientras quito el cerrojo de la puerta y la abro. ¿Y si hay alguien fuera? Pero me tranquiliza el hecho de que no he escuchado ningún ruido de gente desde que he entrado. Lo que si empiezo a percibir a lo lejos es el sonido de los tacones de Marta. Y cada vez más y más cerca. Agarro mi polla con la mano y me la empiezo a menear para calmar mis nervios. El ruido de los tacones se escucha ya por el pasillo de los probadores. De un momento a otro Marta se asomará a la puerta. De repente aparece. Me mira.

- Muy bien perrito. Me gusta que seas obediente. ¿Pero en qué momento te he dado permiso para meneártela?

Avergonzado suelto mi mano de la polla.

- Lo siento mi Ama. No volverá a ocurrir, digo cabizbajo.

Marta entra dentro de la cabina y cierra la puerta con el cerrojo. Se coloca frente a mí y agarra mi polla con su mano.

- Por fin tengo este juguete todo para mí, me susurra cerca de la oreja.

Durante unos segundos siento como su mano acaricia lentamente mi polla.

- Ahora ponte de rodillas, susurra.

No me lo puedo creer. Va a hacer realidad la fantasía que le había contado. Obedezco. Una vez arrodillado puedo ver como Marta lleva sus dedos a la cremallera de su falda. Escucho como baja. Luego deja caer la falda al suelo pero inmediatamente la coge y la cuelga en un gancho que hay en la pared. Puedo comprobar que las medias tienen un precioso encaje al final de las mismas a la altura de medio muslo. Está realmente sexy. Y por supuesto no puedo evitar fijarme en sus bragas de color negro.

- Acércate y huele, perro.

Esto si que no me lo esperaba. Acerco mi nariz cerca de sus bragas. Inspiro. Un delicioso olor a coño me invade por dentro. Es embriagador el olor que procede tanto de las bragas como del propio coño. Siento deseos de sacar la lengua y lamer esas bragas. Pero prefiero seguir cumpliendo sus órdenes. Marta me hace un gesto con el dedo para que me vuelva a sentar sobre mis talones.

A continuación, puedo ver como Marta lleva sus dedos al borde de sus braguitas y tira de ellas hacia abajo. Las baja justo hasta por debajo de sus rodillas. Luego separa un poco las piernas.

- Disfrútalas, me dice en voz baja.

Coloco mi cabeza entre sus piernas y hundo mi cara entre sus bragas. Es tan delicioso y excitante ese olor. Meto mi mano derecha entre sus piernas y la coloco por debajo de las bragas para apretar la braga contra mi nariz y aspirar su aroma más intensamente. Noto en mi mano que la braga estaba empapada. Marta había cumplido su promesa. Sus bragas serían la delicia de cualquier fetichista de bragas. Marta siempre quiere ser la mejor en todo y esto no iba a ser una excepción. Luego saco mi lengua y empiezo a lamer la parte interior de las bragas.

- Ponte a cuatro patas mientras lames, me ordena.

Obedezco al instante. Me hace sentir un perro de verdad. Me excita sentirme humillado de esa manera. Siento el sabor de su coño en mi lengua y en mi boca. Delicioso. No puedo parar de lamer esas bragas negras. Mi fantasía hecha realidad y la estoy disfrutando mucho más que cuando la recreaba en mi cabeza.

- Pero qué cerdo eres, dice buscando humillarme aún más.

Habría estado mucho más tiempo disfrutando de ese manjar pero recibo una nueva orden.

- Ponte de pie.

Luego Marta acerca su boca a mi oreja y me susurra:

- ¿Recuerdas cuando te dije que la próxima vez sería yo quien colgaría mis bragas de tu juguete?

Dicho esto, Marta saca sus bragas por entre sus zapatos de tacón y las cuelga en mi polla dura. No para de sorprenderme. Y cada sorpresa era aun mejor que la anterior.

- Y ahora me toca disfrutar a mí. Mi lengua desea recorrer tus venas, susurra de nuevo en mi oreja.

Marta se coloca en cuclillas. Coge mi polla con su mano derecha y recorre lentamente todas las venas marcadas a lo largo del tronco de mi miembro empalmado. ¿Hasta donde llegará? Al cabo de unos segundos se vuelve a poner de pie.

- Me voy a cobrar en especie tu disfrute de mis bragas. Cuando te vayas a correr avísame porque quiero ver como echas tu leche en el espejo. Abre la boca.

Su última frase no la entiendo pero obedezco. Entonces veo como quita sus bragas de mi polla y las dirige hacia mi boca. Las mete por completo dentro.

- Ya puedes cerrar la boca. Me tengo que asegurar que no vas a montar un espectáculo de gemidos. Esto es un lugar público.

Dicho esto se vuelve a colocar en cuclillas. Y sin pensárselo mete mi polla en su boca y empieza a chupar. Es increíble como la chupa de bien. Me siento muy raro y descolocado con sus bragas dentro de mi boca pero realmente me están ayudando a contener mis ganas de gemir. Y a la vez siento el sabor de su coño en mi boca. ¿En qué momento se le habrá ocurrido algo así? Marta alterna momentos en los cuales lame el tronco de mi polla con otros en los cuales la introduce en su boca y chupa con energía. Se le nota que está disfrutando. Agradezco enormemente haberme hecho una paja esa mañana porque de lo contrario me habría corrido en cuanto empezó a chupar. De vez en cuando ella me mira a los ojos y eso me excita muchísimo. Pero a pesar de mis esfuerzos por no correrme siento que no voy a poder aguantar mucho más. Nunca me habían hecho una mamada igual. Emito un sonido con mi boca a la vez que con mi mano derecha toco su hombro izquierdo. Marta se separa a un lado y yo agarro mi polla con la mano derecha mientras me acerco más al espejo. Instantes después mi leche empieza a salir mientras yo ahogo mis gemidos Mancho el espejo tal y como me ha ordenado Marta. Después el líquido blanco comienza a resbalar en dirección al suelo.

Marta saca unas bragas limpias de su bolso y se las pune. Luego se vuelve a poner la falda. Antes de salir del probador acerca una vez más su boca a mi oreja y me susurra:

- Deja limpio y reluciente el espejo antes de salir. Haz una foto antes de limpiarlo para el recuerdo. Te espero fuera. Y no saques mis bragas de tu boca hasta que yo te lo diga.

Marta sale del probador. Yo cierro la puerta cuando me quedo solo y echo el cerrojo. Escucho como su ruido de tacones se aleja primero por el pasillo de probadores y luego por la tienda. No me esperaba que me fuera a dejar con sus bragas dentro de la boca después de mi corrida. Perfectamente podría haber sacado las bragas de mi boca pero aunque ella no me esté viendo quiero obedecer sus órdenes. Hago una foto al espejo. Se la envío por *****. Después me visto. Luego saco un paquete de klinex del bolsillo de mi pantalón y me pongo a limpiar mi corrida. Lo dejo todo limpio. Guardo los klinex sucios de leche dentro del bolsillo de mi pantalón. Llega el momento de salir de allí. Ni en mis más morbosas fantasías hubiera imaginado esta situación. Saliendo de un probador con unas bragas metidas dentro de la boca y una de mis corridas dentro de mi pantalón envuelta en varios klinex.

Avanzo por el pasillo de los probadores. Llevo en la mano el pantalón que había cogido para probarme. Junto a la puerta de salida hay una chica del outlet. Que no me pregunte nada voy pensando mientras me acerco a ella. Le doy el pantalón. No me dice nada. Menos mal. Recorro la tienda en busca de la salida. No veo a Marta por ningún sitio. Salgo de la tienda. Ni rastro de Marta. Le escribo un mensaje por *****.

- Acabo de salir de la tienda pero no la veo por ninguna parte.

- Lo siento perrito. Me tengo que ir. Tengo una reunión. ¿Sigues con mis bragas dentro de la boca?

- Sí, mi Ama.

- Buen chico. Cuando llegues a tu coche puedes sacarlas de tu boca. He disfrutado mucho. Seguimos en contacto. Volveremos a vernos.
Ufffff yo quiero ser tu próxima inspiración con mis bragas usadas y guarrearlas .... 💋
 
Mis braguitas 💋💋💋
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