Los chicos del foro

Anapaulaxxx

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27 Dic 2023
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Vigo y Madrid
LOS CHICOS DEL FORO



Soy una asidua fan de este y de otros foros desde hace tiempo y, al fin, me he animado a contribuir con este relato, que espero que os guste.

Me llamo Ana Paula, vivo en Vigo y me encantan los foros de internet. Quiero contaros una experiencia muy picante que me ocurrió hace tiempo a raíz de un contacto en el foro.

Me había dado de alta hacía ya algunos meses y mi hilo tenía cierto éxito, más de lo que yo hubiera creído, y no me dejaban de llegar mensajes.

Al principio no quedé con los chicos que me escribían, tenía algo de miedo a dar el paso de ver físicamente a mis amigos de la red, pero poco a poco fui venciendo el miedo y me decidí a quedar con el primero. Este se llamaba Ángel y era de Madrid. Antes habíamos tenido cibersexo en el chat, y ver su enorme tranca en acción me había resultado casi irresistible. Decidimos vernos en la cafetería de la estación de tren, aprovechando que llegaba en uno. Yo me había puesto guapa. Llevaba un vestido cortito de color castaño, bastante escotado, ropa interior transparente de color negra y unos tacones no muy altos.

Cuando me encontré con él, observé que era como lo recordaba del chat, un chico muy guapo y muy agradable, que me trató con mucho cariño. No llevábamos diez minutos allí cuando empezamos a besarnos apasionadamente. Mientras lo hacía, Ángel iba subiendo su mano desde mi rodilla cada vez más y más arriba, hasta que acabó introduciéndola en mi tanga y tocándome el coño, que, por cierto, ya lo tenía superhúmedo.

Estuvimos una media hora en el local hasta que decidimos ir al cine. Hay cerca de mi casa unos a los que voy siempre, discretos y con poca gente. Era la sesión de la noche y, como era día de semana, estaba casi vacío.

Nos colocamos en la fila de atrás. Había varias filas libres hasta la zona del centro, donde se sentaba una pareja, así que podíamos hacer lo que nos diese la gana sin molestar a nadie. Angel aprovechó la situación para desabrocharme el vestido y dejar el sujetador y el tanga al aire. Luego se empeñó en sacarme la ropa interior y me quedé casi sin nada, con el vestido abierto. Pero yo no me quedé quieta y le eché mano a su enorme tranca. La verdad, casi no atendimos a la peli mientras nos comíamos a besos. Para completar la función y viendo que nadie nos miraba, me puse encima de él, de espaldas a la pantalla y me la clavó hasta el fondo. Así estuvimos un buen rato follando y besándonos.

Ángel quería desabrocharme el vestido. Yo me resistí un poco, pero al final lo consiguió. Me parecía una situación muy morbosa y sensual y estaba muy pero que muy caliente.

Ángel estaba a punto de explotar, así que me pidió que le chupase la polla porque quería correrse en mi boca. Yo me salí de encima de él y me puse en la butaca de al lado, maniobrando hasta que la tuve en la boca. Ángel se puso a menearla con fuerza, mientras yo le pasaba la lengua por el glande y por su enorme capullo. No tardó ni un minuto en soltar dentro de la boca un enorme chorro de leche. Instintivamente cerré la boca y aguanté la fuerza de la corrida con mi boca cerrada suavemente sobre su polla. Conté hasta cuatro eyaculaciones, sin que perdiese casi la fuerza de la corrida. Cuando acabó tenía la boca llena de semen. Era una leche que sabía muy dulce, como a miel. Tuve durante casi un minuto la leche en la boca, mientras seguía chupándole la polla. Al final me la tragué toda de golpe, sintiendo como su semen me inundaba la garganta.

Estaba satisfecha y rendida a la vez, allí casi desnuda a su lado, mientras él me acariciaba los senos. La película no había acabado aún, por lo que me compuse lo mejor que pude los cabellos alborotados y me vestí (aunque ya no me puse ni el sujetador ni el tanga).

Cuando la película acabó, Ángel y yo nos fuimos a una pensión que él había reservado (sin decirme nada, el picarón). Yo no pude decirle que no, ni que al día siguiente tenía que trabajar. No aceptó escusas (que la verdad sonaban poco creíbles) y me dejé llevar.

La pensión estaba cerca de la playa de Samil. No había estado nunca en ella, pero era un sitio muy discreto y limpio. Ángel había reservado una habitación doble con cama de matrimonio para los dos.

Cuando llegamos al cuarto él me volvió a desabrochar el vestido y me arrojó sobre la cama. Luego se desvistió rápidamente y quedó desnudo ante mí, mostrándome su torso musculoso y su cuerpo atlético, ya que me confesó que hacía ejercicio a menudo.

Cuando se metió en la cama, Ángel se colocó a mi lado y empezó a acariciarme el clítoris, como lo haría un experto. Luego bajó la cabeza y siguió chupándomelo un buen rato, mojándome toda. Me pidió hacer un 69, y yo acepté encantada. Así que se giró y se quedó colocado sobre mí, metiéndome la polla en la boca mientras pasaba su lengua una y otra vez por mi coño. Yo ya no lo podía resistir más, por lo que tuve un orgasmo colosal. Él, en vez de apartar la cara, hundió la lengua en mi coño y me chupó todos los jugos hasta que se sintió satisfecho.

Ángel se incorporó y me giró suavemente. Tenía la cara vuelta hacia el colchón y él me levantó el culo ligeramente. Me metió un dedito en el culo y fue agrandando el orificio poco a poco. Yo seguía muy excitada, porque el sexo anal me encanta y casi nunca me duele al ser penetrada. Esta vez la polla de Ángel entró en mi culito como un ciclón, pero no me dolió. Así fue que él se envalentonó y empezó a darle más y más fuerte, hasta que sentí sus cojones que me golpeaban el culo. Él aprovechaba para estrujarme las tetas y para pellizcarme los pezones, que los tenía durísimos.

Estuvo follándome el culo casi quince minutos. En una de sus acometidas, sentí como su polla parecía inflarse. Empezó a jadear, avisándome que se iba a correr... y en unos segundos su polla empezó a lanzar chorros de leche en mi culito..., llenándome toda de su enorme corrida. La verdad, sabiendo que hacía tan solo una hora que se había corrido en el cine, casi me extrañó la cantidad de leche que me había lanzado.

Estaba toda llena de semen, colocada de espaldas sobre la cama, y con su polla clavada aún en el culo, pero muy satisfecha, como una gata en celo, sintiéndome muy, muy mujer.

A la mañana siguiente nos levantamos tarde, sobre las diez. Yo avisé temprano a mi jefe de que me tomaba el día libre para arreglar unos papeles y él no puso muchos problemas, aunque algo debió sospechar.

Tenía el día para dedicarle a Ángel, antes de que regresase a Madrid. Esa mañana volvimos a hacer el amor, pero a él se le ocurrió la idea de hacerme algunas fotos mientras me follaba. Me folló de todas las maneras, por delante, por detrás, a cuatro patas, por la boca... Yo estaba de espaldas y él volvía a follarme la vagina, pero desde atrás, como a una perra. Cuando se corrió, en vez de hacerlo dentro, me lanzó su semen por todo el culo, mojándomelo todo y haciendo después unas fotos del resultado, para acabar.

Estaba muy contenta con la experiencia, así que estuvimos hablando un buen rato durante el desayuno. Yo tenía una fantasía desde hacía tiempo, que es la de estar al tiempo con dos o con tres chicos, así que le pedí ayuda a él. La verdad, casi no le extrañó mi petición, porque él quería pedirme también hacer un sandwich, para probar.

Ángel tiene varios amigos en el gimnasio al que acude a ejercitar la musculatura, así que le dije que escogiese los dos con los que tuviese más confianza (y que estuviesen tan buenos como él). De inmediato pensó en sus dos mejores amigos, Miguel y Juan Carlos. Me habló maravillas de ellos, por lo que no tuve ninguna duda de que serían los chicos ideales.

Cuando Ángel regresó a Madrid hablamos mucho por teléfono esa semana. Él habló con sus amigos y, por suerte, no pusieron ningún inconveniente para complacerme. Como hacía bastante calor aquel verano, decidimos ir los cuatro a la playa y después pasar el fin de semana juntos. Ángel me había mandado una foto de los tres mientras tomaban unas copas en un bar, y la verdad es que ninguno me disgustó, al contrario, parecían unos chicos encantadores. No obstante, antes de que viniesen a verme, hablé en varias ocasiones con ellos por teléfono, así que me contaron toda su vida, como les iba en sus trabajos y muchas de sus fantasías sexuales.

Durante la semana estuve mucho más nerviosa de lo común, excitada y sin poder centrarme mucho en casi nada, aunque el trabajo conseguí hacerlo más o menos bien, intentando no despistarme de mis obligaciones. Ángel, Miguel y Juan Carlos vinieron el sábado por la mañana a recogerme para ir los 4 a la playa. Nos acercamos a la zona de A Lanzada. Allí hay muchas playas encantadoras y tranquilas.

A mis tres acompañantes les encantó que a mí se me de por el naturismo. La verdad, casi nunca me pongo bañador en la playa. Como máximo un tanga y, casi siempre, sin nada.

Ángel había llevado la cámara de fotos, así que aprovechó para hacerme muchas fotos mientras tomaba el sol, bañándome o dando un pequeño paseo por las rocas. Casi no había nadie en la playa aquella mañana, por lo que casi no nos molestaron.

Antes de la hora de comer, Miguel me acompañó a dar un paseo por la playa. Iba muy excitado y cada pocos pasos me daba un beso de tornillo que me dejaba sofocada. Estaba el chico que no podía más, así que nos retiramos de la zona donde rompen las olas hacia el interior, a una zona más recogida. Allí Miguel me pidió que le hiciese una mamada, a lo que no pude negarme. Disfrutó como un enano sintiendo mi lengua por su glande y por su polla. Me confesó que el sexo oral era algo que le ponía a mil. No hacía falta, porque el tamaño de su polla lo decía todo. Cuando al fin se corrió, me llenó la boca de leche, tanta que se deslizó por la boca y me mojó las tetas. Yo no podía hacerle un feo, así que me la tragué toda.

Después de limpiarme un poco en la orilla, volvimos a donde estaban Ángel y Juan Carlos, viendo las fotos que me habían sacado con la cámara. Cuando les contó lo que habíamos hecho, los otros se pusieron un poco celosos, pero yo los tranquilicé, diciéndoles que el día no había hecho más que empezar.

Aquella tarde se nubló un poco el cielo, por lo que decidimos ir ya a la pensión. Era una que hay frente a la Lanzada, donde habíamos reservado dos habitaciones. Fue entonces que supe lo que es que te follen tres chicos, en la plenitud de su fuerza, y con todo el morbo del mundo.

Fue una de las mejores experiencias de mi vida. Solo puedo decir que, mientras me follaban una y otra vez, me sentía muy mujer, muy sexy y muy deseada. Eso me daba un morbo enorme. Y tener tres pollas levantadas ante mí, llenándome todos mis agujeros, turnándose para llenarme el culo, el coño y la boca, una y otra vez, durante casi una hora.

Me corrí tres veces durante ese tiempo. Pero estaba siempre a punto de caramelo, sintiendo que el orgasmo estaba siempre a punto de venirme. Ellos también lo disfrutaron de lo lindo. Me asombré que se corriesen varias veces y que no se les bajase la polla, pero a mí me gustaba así.

El primero que lo dejó fue Miguel. La mamada de la mañana le había dejado satisfecho, así que al final me quedé con Ángel y Juan Carlos haciéndome un sándwich final. Me dolía ya un poco la cabeza de tanto meneo, por lo que les supliqué que acabasen. Un rato después los dos ya se habían corrido por última vez, uno en el culo y el otro en el coño.

Aquella noche me propusieron ir a un local de intercambio que hay cerca de Vigo. Se llama “Noches de embrujo”. Ya os contaré esta experiencia en otra ocasión, porque lo merece. Un beso a todos.
 
Bonita histori
LOS CHICOS DEL FORO



Soy una asidua fan de este y de otros foros desde hace tiempo y, al fin, me he animado a contribuir con este relato, que espero que os guste.

Me llamo Ana Paula, vivo en Vigo y me encantan los foros de internet. Quiero contaros una experiencia muy picante que me ocurrió hace tiempo a raíz de un contacto en el foro.

Me había dado de alta hacía ya algunos meses y mi hilo tenía cierto éxito, más de lo que yo hubiera creído, y no me dejaban de llegar mensajes.

Al principio no quedé con los chicos que me escribían, tenía algo de miedo a dar el paso de ver físicamente a mis amigos de la red, pero poco a poco fui venciendo el miedo y me decidí a quedar con el primero. Este se llamaba Ángel y era de Madrid. Antes habíamos tenido cibersexo en el chat, y ver su enorme tranca en acción me había resultado casi irresistible. Decidimos vernos en la cafetería de la estación de tren, aprovechando que llegaba en uno. Yo me había puesto guapa. Llevaba un vestido cortito de color castaño, bastante escotado, ropa interior transparente de color negra y unos tacones no muy altos.

Cuando me encontré con él, observé que era como lo recordaba del chat, un chico muy guapo y muy agradable, que me trató con mucho cariño. No llevábamos diez minutos allí cuando empezamos a besarnos apasionadamente. Mientras lo hacía, Ángel iba subiendo su mano desde mi rodilla cada vez más y más arriba, hasta que acabó introduciéndola en mi tanga y tocándome el coño, que, por cierto, ya lo tenía superhúmedo.

Estuvimos una media hora en el local hasta que decidimos ir al cine. Hay cerca de mi casa unos a los que voy siempre, discretos y con poca gente. Era la sesión de la noche y, como era día de semana, estaba casi vacío.

Nos colocamos en la fila de atrás. Había varias filas libres hasta la zona del centro, donde se sentaba una pareja, así que podíamos hacer lo que nos diese la gana sin molestar a nadie. Angel aprovechó la situación para desabrocharme el vestido y dejar el sujetador y el tanga al aire. Luego se empeñó en sacarme la ropa interior y me quedé casi sin nada, con el vestido abierto. Pero yo no me quedé quieta y le eché mano a su enorme tranca. La verdad, casi no atendimos a la peli mientras nos comíamos a besos. Para completar la función y viendo que nadie nos miraba, me puse encima de él, de espaldas a la pantalla y me la clavó hasta el fondo. Así estuvimos un buen rato follando y besándonos.

Ángel quería desabrocharme el vestido. Yo me resistí un poco, pero al final lo consiguió. Me parecía una situación muy morbosa y sensual y estaba muy pero que muy caliente.

Ángel estaba a punto de explotar, así que me pidió que le chupase la polla porque quería correrse en mi boca. Yo me salí de encima de él y me puse en la butaca de al lado, maniobrando hasta que la tuve en la boca. Ángel se puso a menearla con fuerza, mientras yo le pasaba la lengua por el glande y por su enorme capullo. No tardó ni un minuto en soltar dentro de la boca un enorme chorro de leche. Instintivamente cerré la boca y aguanté la fuerza de la corrida con mi boca cerrada suavemente sobre su polla. Conté hasta cuatro eyaculaciones, sin que perdiese casi la fuerza de la corrida. Cuando acabó tenía la boca llena de semen. Era una leche que sabía muy dulce, como a miel. Tuve durante casi un minuto la leche en la boca, mientras seguía chupándole la polla. Al final me la tragué toda de golpe, sintiendo como su semen me inundaba la garganta.

Estaba satisfecha y rendida a la vez, allí casi desnuda a su lado, mientras él me acariciaba los senos. La película no había acabado aún, por lo que me compuse lo mejor que pude los cabellos alborotados y me vestí (aunque ya no me puse ni el sujetador ni el tanga).

Cuando la película acabó, Ángel y yo nos fuimos a una pensión que él había reservado (sin decirme nada, el picarón). Yo no pude decirle que no, ni que al día siguiente tenía que trabajar. No aceptó escusas (que la verdad sonaban poco creíbles) y me dejé llevar.

La pensión estaba cerca de la playa de Samil. No había estado nunca en ella, pero era un sitio muy discreto y limpio. Ángel había reservado una habitación doble con cama de matrimonio para los dos.

Cuando llegamos al cuarto él me volvió a desabrochar el vestido y me arrojó sobre la cama. Luego se desvistió rápidamente y quedó desnudo ante mí, mostrándome su torso musculoso y su cuerpo atlético, ya que me confesó que hacía ejercicio a menudo.

Cuando se metió en la cama, Ángel se colocó a mi lado y empezó a acariciarme el clítoris, como lo haría un experto. Luego bajó la cabeza y siguió chupándomelo un buen rato, mojándome toda. Me pidió hacer un 69, y yo acepté encantada. Así que se giró y se quedó colocado sobre mí, metiéndome la polla en la boca mientras pasaba su lengua una y otra vez por mi coño. Yo ya no lo podía resistir más, por lo que tuve un orgasmo colosal. Él, en vez de apartar la cara, hundió la lengua en mi coño y me chupó todos los jugos hasta que se sintió satisfecho.

Ángel se incorporó y me giró suavemente. Tenía la cara vuelta hacia el colchón y él me levantó el culo ligeramente. Me metió un dedito en el culo y fue agrandando el orificio poco a poco. Yo seguía muy excitada, porque el sexo anal me encanta y casi nunca me duele al ser penetrada. Esta vez la polla de Ángel entró en mi culito como un ciclón, pero no me dolió. Así fue que él se envalentonó y empezó a darle más y más fuerte, hasta que sentí sus cojones que me golpeaban el culo. Él aprovechaba para estrujarme las tetas y para pellizcarme los pezones, que los tenía durísimos.

Estuvo follándome el culo casi quince minutos. En una de sus acometidas, sentí como su polla parecía inflarse. Empezó a jadear, avisándome que se iba a correr... y en unos segundos su polla empezó a lanzar chorros de leche en mi culito..., llenándome toda de su enorme corrida. La verdad, sabiendo que hacía tan solo una hora que se había corrido en el cine, casi me extrañó la cantidad de leche que me había lanzado.

Estaba toda llena de semen, colocada de espaldas sobre la cama, y con su polla clavada aún en el culo, pero muy satisfecha, como una gata en celo, sintiéndome muy, muy mujer.

A la mañana siguiente nos levantamos tarde, sobre las diez. Yo avisé temprano a mi jefe de que me tomaba el día libre para arreglar unos papeles y él no puso muchos problemas, aunque algo debió sospechar.

Tenía el día para dedicarle a Ángel, antes de que regresase a Madrid. Esa mañana volvimos a hacer el amor, pero a él se le ocurrió la idea de hacerme algunas fotos mientras me follaba. Me folló de todas las maneras, por delante, por detrás, a cuatro patas, por la boca... Yo estaba de espaldas y él volvía a follarme la vagina, pero desde atrás, como a una perra. Cuando se corrió, en vez de hacerlo dentro, me lanzó su semen por todo el culo, mojándomelo todo y haciendo después unas fotos del resultado, para acabar.

Estaba muy contenta con la experiencia, así que estuvimos hablando un buen rato durante el desayuno. Yo tenía una fantasía desde hacía tiempo, que es la de estar al tiempo con dos o con tres chicos, así que le pedí ayuda a él. La verdad, casi no le extrañó mi petición, porque él quería pedirme también hacer un sandwich, para probar.

Ángel tiene varios amigos en el gimnasio al que acude a ejercitar la musculatura, así que le dije que escogiese los dos con los que tuviese más confianza (y que estuviesen tan buenos como él). De inmediato pensó en sus dos mejores amigos, Miguel y Juan Carlos. Me habló maravillas de ellos, por lo que no tuve ninguna duda de que serían los chicos ideales.

Cuando Ángel regresó a Madrid hablamos mucho por teléfono esa semana. Él habló con sus amigos y, por suerte, no pusieron ningún inconveniente para complacerme. Como hacía bastante calor aquel verano, decidimos ir los cuatro a la playa y después pasar el fin de semana juntos. Ángel me había mandado una foto de los tres mientras tomaban unas copas en un bar, y la verdad es que ninguno me disgustó, al contrario, parecían unos chicos encantadores. No obstante, antes de que viniesen a verme, hablé en varias ocasiones con ellos por teléfono, así que me contaron toda su vida, como les iba en sus trabajos y muchas de sus fantasías sexuales.

Durante la semana estuve mucho más nerviosa de lo común, excitada y sin poder centrarme mucho en casi nada, aunque el trabajo conseguí hacerlo más o menos bien, intentando no despistarme de mis obligaciones. Ángel, Miguel y Juan Carlos vinieron el sábado por la mañana a recogerme para ir los 4 a la playa. Nos acercamos a la zona de A Lanzada. Allí hay muchas playas encantadoras y tranquilas.

A mis tres acompañantes les encantó que a mí se me de por el naturismo. La verdad, casi nunca me pongo bañador en la playa. Como máximo un tanga y, casi siempre, sin nada.

Ángel había llevado la cámara de fotos, así que aprovechó para hacerme muchas fotos mientras tomaba el sol, bañándome o dando un pequeño paseo por las rocas. Casi no había nadie en la playa aquella mañana, por lo que casi no nos molestaron.

Antes de la hora de comer, Miguel me acompañó a dar un paseo por la playa. Iba muy excitado y cada pocos pasos me daba un beso de tornillo que me dejaba sofocada. Estaba el chico que no podía más, así que nos retiramos de la zona donde rompen las olas hacia el interior, a una zona más recogida. Allí Miguel me pidió que le hiciese una mamada, a lo que no pude negarme. Disfrutó como un enano sintiendo mi lengua por su glande y por su polla. Me confesó que el sexo oral era algo que le ponía a mil. No hacía falta, porque el tamaño de su polla lo decía todo. Cuando al fin se corrió, me llenó la boca de leche, tanta que se deslizó por la boca y me mojó las tetas. Yo no podía hacerle un feo, así que me la tragué toda.

Después de limpiarme un poco en la orilla, volvimos a donde estaban Ángel y Juan Carlos, viendo las fotos que me habían sacado con la cámara. Cuando les contó lo que habíamos hecho, los otros se pusieron un poco celosos, pero yo los tranquilicé, diciéndoles que el día no había hecho más que empezar.

Aquella tarde se nubló un poco el cielo, por lo que decidimos ir ya a la pensión. Era una que hay frente a la Lanzada, donde habíamos reservado dos habitaciones. Fue entonces que supe lo que es que te follen tres chicos, en la plenitud de su fuerza, y con todo el morbo del mundo.

Fue una de las mejores experiencias de mi vida. Solo puedo decir que, mientras me follaban una y otra vez, me sentía muy mujer, muy sexy y muy deseada. Eso me daba un morbo enorme. Y tener tres pollas levantadas ante mí, llenándome todos mis agujeros, turnándose para llenarme el culo, el coño y la boca, una y otra vez, durante casi una hora.

Me corrí tres veces durante ese tiempo. Pero estaba siempre a punto de caramelo, sintiendo que el orgasmo estaba siempre a punto de venirme. Ellos también lo disfrutaron de lo lindo. Me asombré que se corriesen varias veces y que no se les bajase la polla, pero a mí me gustaba así.

El primero que lo dejó fue Miguel. La mamada de la mañana le había dejado satisfecho, así que al final me quedé con Ángel y Juan Carlos haciéndome un sándwich final. Me dolía ya un poco la cabeza de tanto meneo, por lo que les supliqué que acabasen. Un rato después los dos ya se habían corrido por última vez, uno en el culo y el otro en el coño.

Aquella noche me propusieron ir a un local de intercambio que hay cerca de Vigo. Se llama “Noches de embrujo”. Ya os contaré esta experiencia en otra ocasión, porque lo merece. Un beso a todos.
Bonita historia. Eres un mujerón, hay que tener valor para echarte el guante
 
LOS CHICOS DEL FORO



Soy una asidua fan de este y de otros foros desde hace tiempo y, al fin, me he animado a contribuir con este relato, que espero que os guste.

Me llamo Ana Paula, vivo en Vigo y me encantan los foros de internet. Quiero contaros una experiencia muy picante que me ocurrió hace tiempo a raíz de un contacto en el foro.

Me había dado de alta hacía ya algunos meses y mi hilo tenía cierto éxito, más de lo que yo hubiera creído, y no me dejaban de llegar mensajes.

Al principio no quedé con los chicos que me escribían, tenía algo de miedo a dar el paso de ver físicamente a mis amigos de la red, pero poco a poco fui venciendo el miedo y me decidí a quedar con el primero. Este se llamaba Ángel y era de Madrid. Antes habíamos tenido cibersexo en el chat, y ver su enorme tranca en acción me había resultado casi irresistible. Decidimos vernos en la cafetería de la estación de tren, aprovechando que llegaba en uno. Yo me había puesto guapa. Llevaba un vestido cortito de color castaño, bastante escotado, ropa interior transparente de color negra y unos tacones no muy altos.

Cuando me encontré con él, observé que era como lo recordaba del chat, un chico muy guapo y muy agradable, que me trató con mucho cariño. No llevábamos diez minutos allí cuando empezamos a besarnos apasionadamente. Mientras lo hacía, Ángel iba subiendo su mano desde mi rodilla cada vez más y más arriba, hasta que acabó introduciéndola en mi tanga y tocándome el coño, que, por cierto, ya lo tenía superhúmedo.

Estuvimos una media hora en el local hasta que decidimos ir al cine. Hay cerca de mi casa unos a los que voy siempre, discretos y con poca gente. Era la sesión de la noche y, como era día de semana, estaba casi vacío.

Nos colocamos en la fila de atrás. Había varias filas libres hasta la zona del centro, donde se sentaba una pareja, así que podíamos hacer lo que nos diese la gana sin molestar a nadie. Angel aprovechó la situación para desabrocharme el vestido y dejar el sujetador y el tanga al aire. Luego se empeñó en sacarme la ropa interior y me quedé casi sin nada, con el vestido abierto. Pero yo no me quedé quieta y le eché mano a su enorme tranca. La verdad, casi no atendimos a la peli mientras nos comíamos a besos. Para completar la función y viendo que nadie nos miraba, me puse encima de él, de espaldas a la pantalla y me la clavó hasta el fondo. Así estuvimos un buen rato follando y besándonos.

Ángel quería desabrocharme el vestido. Yo me resistí un poco, pero al final lo consiguió. Me parecía una situación muy morbosa y sensual y estaba muy pero que muy caliente.

Ángel estaba a punto de explotar, así que me pidió que le chupase la polla porque quería correrse en mi boca. Yo me salí de encima de él y me puse en la butaca de al lado, maniobrando hasta que la tuve en la boca. Ángel se puso a menearla con fuerza, mientras yo le pasaba la lengua por el glande y por su enorme capullo. No tardó ni un minuto en soltar dentro de la boca un enorme chorro de leche. Instintivamente cerré la boca y aguanté la fuerza de la corrida con mi boca cerrada suavemente sobre su polla. Conté hasta cuatro eyaculaciones, sin que perdiese casi la fuerza de la corrida. Cuando acabó tenía la boca llena de semen. Era una leche que sabía muy dulce, como a miel. Tuve durante casi un minuto la leche en la boca, mientras seguía chupándole la polla. Al final me la tragué toda de golpe, sintiendo como su semen me inundaba la garganta.

Estaba satisfecha y rendida a la vez, allí casi desnuda a su lado, mientras él me acariciaba los senos. La película no había acabado aún, por lo que me compuse lo mejor que pude los cabellos alborotados y me vestí (aunque ya no me puse ni el sujetador ni el tanga).

Cuando la película acabó, Ángel y yo nos fuimos a una pensión que él había reservado (sin decirme nada, el picarón). Yo no pude decirle que no, ni que al día siguiente tenía que trabajar. No aceptó escusas (que la verdad sonaban poco creíbles) y me dejé llevar.

La pensión estaba cerca de la playa de Samil. No había estado nunca en ella, pero era un sitio muy discreto y limpio. Ángel había reservado una habitación doble con cama de matrimonio para los dos.

Cuando llegamos al cuarto él me volvió a desabrochar el vestido y me arrojó sobre la cama. Luego se desvistió rápidamente y quedó desnudo ante mí, mostrándome su torso musculoso y su cuerpo atlético, ya que me confesó que hacía ejercicio a menudo.

Cuando se metió en la cama, Ángel se colocó a mi lado y empezó a acariciarme el clítoris, como lo haría un experto. Luego bajó la cabeza y siguió chupándomelo un buen rato, mojándome toda. Me pidió hacer un 69, y yo acepté encantada. Así que se giró y se quedó colocado sobre mí, metiéndome la polla en la boca mientras pasaba su lengua una y otra vez por mi coño. Yo ya no lo podía resistir más, por lo que tuve un orgasmo colosal. Él, en vez de apartar la cara, hundió la lengua en mi coño y me chupó todos los jugos hasta que se sintió satisfecho.

Ángel se incorporó y me giró suavemente. Tenía la cara vuelta hacia el colchón y él me levantó el culo ligeramente. Me metió un dedito en el culo y fue agrandando el orificio poco a poco. Yo seguía muy excitada, porque el sexo anal me encanta y casi nunca me duele al ser penetrada. Esta vez la polla de Ángel entró en mi culito como un ciclón, pero no me dolió. Así fue que él se envalentonó y empezó a darle más y más fuerte, hasta que sentí sus cojones que me golpeaban el culo. Él aprovechaba para estrujarme las tetas y para pellizcarme los pezones, que los tenía durísimos.

Estuvo follándome el culo casi quince minutos. En una de sus acometidas, sentí como su polla parecía inflarse. Empezó a jadear, avisándome que se iba a correr... y en unos segundos su polla empezó a lanzar chorros de leche en mi culito..., llenándome toda de su enorme corrida. La verdad, sabiendo que hacía tan solo una hora que se había corrido en el cine, casi me extrañó la cantidad de leche que me había lanzado.

Estaba toda llena de semen, colocada de espaldas sobre la cama, y con su polla clavada aún en el culo, pero muy satisfecha, como una gata en celo, sintiéndome muy, muy mujer.

A la mañana siguiente nos levantamos tarde, sobre las diez. Yo avisé temprano a mi jefe de que me tomaba el día libre para arreglar unos papeles y él no puso muchos problemas, aunque algo debió sospechar.

Tenía el día para dedicarle a Ángel, antes de que regresase a Madrid. Esa mañana volvimos a hacer el amor, pero a él se le ocurrió la idea de hacerme algunas fotos mientras me follaba. Me folló de todas las maneras, por delante, por detrás, a cuatro patas, por la boca... Yo estaba de espaldas y él volvía a follarme la vagina, pero desde atrás, como a una perra. Cuando se corrió, en vez de hacerlo dentro, me lanzó su semen por todo el culo, mojándomelo todo y haciendo después unas fotos del resultado, para acabar.

Estaba muy contenta con la experiencia, así que estuvimos hablando un buen rato durante el desayuno. Yo tenía una fantasía desde hacía tiempo, que es la de estar al tiempo con dos o con tres chicos, así que le pedí ayuda a él. La verdad, casi no le extrañó mi petición, porque él quería pedirme también hacer un sandwich, para probar.

Ángel tiene varios amigos en el gimnasio al que acude a ejercitar la musculatura, así que le dije que escogiese los dos con los que tuviese más confianza (y que estuviesen tan buenos como él). De inmediato pensó en sus dos mejores amigos, Miguel y Juan Carlos. Me habló maravillas de ellos, por lo que no tuve ninguna duda de que serían los chicos ideales.

Cuando Ángel regresó a Madrid hablamos mucho por teléfono esa semana. Él habló con sus amigos y, por suerte, no pusieron ningún inconveniente para complacerme. Como hacía bastante calor aquel verano, decidimos ir los cuatro a la playa y después pasar el fin de semana juntos. Ángel me había mandado una foto de los tres mientras tomaban unas copas en un bar, y la verdad es que ninguno me disgustó, al contrario, parecían unos chicos encantadores. No obstante, antes de que viniesen a verme, hablé en varias ocasiones con ellos por teléfono, así que me contaron toda su vida, como les iba en sus trabajos y muchas de sus fantasías sexuales.

Durante la semana estuve mucho más nerviosa de lo común, excitada y sin poder centrarme mucho en casi nada, aunque el trabajo conseguí hacerlo más o menos bien, intentando no despistarme de mis obligaciones. Ángel, Miguel y Juan Carlos vinieron el sábado por la mañana a recogerme para ir los 4 a la playa. Nos acercamos a la zona de A Lanzada. Allí hay muchas playas encantadoras y tranquilas.

A mis tres acompañantes les encantó que a mí se me de por el naturismo. La verdad, casi nunca me pongo bañador en la playa. Como máximo un tanga y, casi siempre, sin nada.

Ángel había llevado la cámara de fotos, así que aprovechó para hacerme muchas fotos mientras tomaba el sol, bañándome o dando un pequeño paseo por las rocas. Casi no había nadie en la playa aquella mañana, por lo que casi no nos molestaron.

Antes de la hora de comer, Miguel me acompañó a dar un paseo por la playa. Iba muy excitado y cada pocos pasos me daba un beso de tornillo que me dejaba sofocada. Estaba el chico que no podía más, así que nos retiramos de la zona donde rompen las olas hacia el interior, a una zona más recogida. Allí Miguel me pidió que le hiciese una mamada, a lo que no pude negarme. Disfrutó como un enano sintiendo mi lengua por su glande y por su polla. Me confesó que el sexo oral era algo que le ponía a mil. No hacía falta, porque el tamaño de su polla lo decía todo. Cuando al fin se corrió, me llenó la boca de leche, tanta que se deslizó por la boca y me mojó las tetas. Yo no podía hacerle un feo, así que me la tragué toda.

Después de limpiarme un poco en la orilla, volvimos a donde estaban Ángel y Juan Carlos, viendo las fotos que me habían sacado con la cámara. Cuando les contó lo que habíamos hecho, los otros se pusieron un poco celosos, pero yo los tranquilicé, diciéndoles que el día no había hecho más que empezar.

Aquella tarde se nubló un poco el cielo, por lo que decidimos ir ya a la pensión. Era una que hay frente a la Lanzada, donde habíamos reservado dos habitaciones. Fue entonces que supe lo que es que te follen tres chicos, en la plenitud de su fuerza, y con todo el morbo del mundo.

Fue una de las mejores experiencias de mi vida. Solo puedo decir que, mientras me follaban una y otra vez, me sentía muy mujer, muy sexy y muy deseada. Eso me daba un morbo enorme. Y tener tres pollas levantadas ante mí, llenándome todos mis agujeros, turnándose para llenarme el culo, el coño y la boca, una y otra vez, durante casi una hora.

Me corrí tres veces durante ese tiempo. Pero estaba siempre a punto de caramelo, sintiendo que el orgasmo estaba siempre a punto de venirme. Ellos también lo disfrutaron de lo lindo. Me asombré que se corriesen varias veces y que no se les bajase la polla, pero a mí me gustaba así.

El primero que lo dejó fue Miguel. La mamada de la mañana le había dejado satisfecho, así que al final me quedé con Ángel y Juan Carlos haciéndome un sándwich final. Me dolía ya un poco la cabeza de tanto meneo, por lo que les supliqué que acabasen. Un rato después los dos ya se habían corrido por última vez, uno en el culo y el otro en el coño.

Aquella noche me propusieron ir a un local de intercambio que hay cerca de Vigo. Se llama “Noches de embrujo”. Ya os contaré esta experiencia en otra ocasión, porque lo merece. Un beso a todos.
Precioso relato y unas fotos maravillosas. Tienes un cuerpazo. Para amanecer junto a ti y admirarte.
 
Muy sexy y muy morbosa. Ahora solo falta que nos dejes disfrutar de ti a los maduros. No tendremos el mismo cuerpo,ni el mismo aguante, pero tenemos muchas ganas y mucha experiencia.
 
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