Mercado de Esclavos

xxman24

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A ver si os gusta, y pongo el resto:

Dedicado a montse, inspiradora de toda esta fantasía

Montsum había sido despojada de cualquier rastro de vello.
Era costumbre que el día de la venta de un esclavo, este fuera privado de cualquier recubrimiento capilar que pudiera ocultar cualquier marca. Además, y principalmente, servía para que el objeto de la venta padeciera un sentimiento de mayor desprotección, aun si cupiera, en la tarima en la que, hasta durante tres días, podía ser expuesto o expuesta para la venta.

Montsum, como todos los demás esclavos, lucia su magnifica desnudez desde tempranas horas de la mañana. Mediante un collar de cuero y una cadena había sido unida por el cuello a la hermosa ristra de siervos que a pie estaban sido exhibidos por las calles del pueblo, entre el alegre alborozo de sus habitantes. Su cuerpo solo era vestido por el collar, las amarras de sus muñecas y las argollas que colgaban de su cuerpo.

Como todas las esclavas de su época, Montsum lucia un bonito aro plateado en cada pezón. Además, y según establecían las leyes vigentes, por cada utilidad sexual que pudiera proporcionar un esclavo, portaba un aro en un lugar concreto, que servia de signo distintivo de la capacidad concreta. Así Montsum lucia con orgullo otro aro plateado en labio derecho de su coño. (significaba que había sido formado en todas las artes conocidas del sexo con hombres), otro en el labio izquierdo ( nuestra protagonista también había sido educada en todas las técnicas que pueden producir placer un ama). Los mercaderes habían retirado la anilla que, desde los dieciocho años portaba en la nariz y que ponía de manifiesto sus nunca bien ponderadas facultades anales Algunos potenciales compradores de esclavos rehuían en los últimos años de este tipo de adorno nasal, por que la moda de los últimos años había rehuido de este tipo de realces tan manifiestos. Pero Montsum tenia el agujero de su nariz preparado, por si el comprador desea poner de manifiesto, contra la moda estética imperante, las facultadas sexuales del culo de su esclava.

Al igual que los demás esclavos y esclavas, se sentía profundamente humillada de tener que andar entre aquellas groseras risotadas y ante los gestos de niños, mujeres y hombres, que desde la mañana habían acudido a las calles del pueblo para ver la hermosa procesión, así como la exhibición y posterior venta en el mercado.
Estaba acostumbrada a estar desnuda en presencia de sus amos y criadores. Normalmente no tenia permiso para vestir ropa alguna en la escuela de doma en la que habían transcurrido los últimos años de su joven vida. Su condición de esclava en formación no se lo permitía; pero aquello era demasiado. Tan solo le protegía, por ahora, la obligación de mirar permanentemente al suelo, salvo que se le ordenara lo contrario, ello le eximia de ver las caras de los ciudadanos que habían salido a ver la procesión.

Pero, a pesar de todo, estaba excitada. La formación recibida, así como la privación de sexo durante los últimos meses, habían transformado a la joven en una perra desbocada y necesitada. Ella y los demás esclavos como era tradición, ante la proximidad de la venta, habían sido privados de poder tener el más mínimo placer. Ello no quitaba que, hubieran podido ser sido utilizados por sus amos y educadores, o incluso entrenados en el sexo en largas jornadas practicando entre los propios esclavos, pero sin llegar en ningún momento al orgasmo.

Con ello se conseguía una magnifica disposición, del ejemplar a vender, para la satisfacción sexual propia y lo que era verdaderamente importante, ajena, lo que acrecentaba el valor de la mercancía. La última tortura padecida, en este sentido, era la propia disposición de la caravana de esclavos. Todos desnudos y próximos; ella pegada a un siervo, sintiendo sobre su coño las duras y ejercitadas nalgas del joven que la antecedía, y, lo que era peor, la dura verga del siervo situado justo detrás de ella, que, casi sin quererlo, la apretaba y aplastaba con su colosal hombría reprimida durante largo tiempo.

Sabedores de esa tradición, los espectadores y posibles compradores, no perdían ojo de los sexos depilados de esclavos y esclavas, que durante los tres días, lucían gloriosas erecciones, pezones tremendamente endurecidos, así como vaginas lubricadas sin necesidad de acción previa alguna.
Montsum había sido educada desde su captura en múltiples tareas( ello conseguía aumentar el valor del bien) pero dadas sus claras posibilidades había sido formada fundamentalmente, como esclava de placer. Por este motivo, la reacción básica de esta res, ante la mayor parte de estímulos, era la de recibir, y sobre todo, dar placer.

Así si Montsum era castigada, sabia que lo primero que tenían que hacer era buscar la polla de su amo y lamerla. Si se equivocaba, un segundo castigo le mostraría su error. Entonces sabia que tenia que agradar a su amo de otra forma, por ejemplo masturbándose en su presencia. Un tercer castigo podía ponerle de manifiesto, de nuevo, su equivocación. Y así sucesivamente hasta que la esclava encontraba la reacción que su dueño buscaba: Estaba educada para cumplimentar la exigencia del amo, sin ordenes verbales.

El espectáculo que una esclava de este tipo podía brindar era verdaderamente excitante y hermoso. Eran muy solicitadas para fiestas y espectáculos en donde un gran señor o señora deseaba poner de manifiesto, ante amigos y relaciones, su poder a través de un siervo o sierva. Naturalmente, también eran muy efectivos en lo privado. Era el caso de nuestra esclava protagonista.

La formación de este tipo de esclavos era larga y tortuosa, pero resultaban los ejemplares que mejor se cotizaban en el mercado anual. Y ella era de las mejor conseguidas. Su educación le obligaba a excitarse si era azotada, si era insultada, si era exhibida, si era ofrecida a hombres o a mujeres, si era atada..... Y no disimulaba. Para bien y para mal. Montsum no podía reprimir los ríos de humedad que en muchas ocasiones, como ahora, bajaban por sus piernas ante la mirada de todos los ciudadanos. Era admirada, entre los demás esclavos, por el automatismo de su sumisión, entre otra cosas por que ello le suponía una reducción de castigos del orden de la mitad respecto de los que otros esclavos recibían normalmente.

Pero por otra parte la delataba de esa forma tan humillante que ahora padecía. La presencia del publico era para ella, la mayor de las torturas posibles. "Ni un solo vello para proteger mi hermosa vulva, - pensaba la orgullosa esclava- "Y mi cabeza, ohhhh, si la pudiera tapar". Pero era imposible. Su expresión era de total entrega y resignación. La durísima formación recibida, la obligaba a mantener un semblante inexpresivo ante cualquier atrocidad o humillación padecida. Tan solo cuando se le ordenaba, y como parte de la diversión del amo, podía manifestar sensaciones o incluso derramar sus hermosas lagrimas. El recuerdo de largas sesiones de látigo por los errores cometidos en este sentido, le permitían mantener esa admirable entereza.

Pero el paseo terminaba ya. Cercano se vislumbraba el mercado de esclavos, con sus adornos, con su griterío, y con las alegres señales de alborozo de un pueblo que festejaba anualmente el mercado.
Montsum deseaba ser vendida cuanto antes. Experimentar las necesidades que le habían inculcado (obedecer, dar placer, sentirse plena en el castigo, disolver su ego en el del amo...), y que tan duramente habían reprimido en la escuela de doma. Además, la vuelta allí, en el improbable caso de no ser vendida, era un signo de descrédito social entre los demás esclavos, y un camino seguro al aumento de los castigos.

Pero el mercado estaba cerca ya, y la tensión de los esclavos, aumentaba a cada paso.


Se agradecen sugerencias e ideas, en general sobre este relato y sobre los del resto de la serie. En particular, puedes sugerir ideas sobre la evolución del personaje de la esclava protagonista, en el sentido que más te apetezca. Ricardo (xxman24@hotmail.com)
Mi intención es crear nuevos ciclos sobre esta esclava y sobre otros personajes secundarios.
Animo, os espero​
 
A ver si os gusta, y pongo el resto:

Dedicado a montse, inspiradora de toda esta fantasía

Montsum había sido despojada de cualquier rastro de vello.
Era costumbre que el día de la venta de un esclavo, este fuera privado de cualquier recubrimiento capilar que pudiera ocultar cualquier marca. Además, y principalmente, servía para que el objeto de la venta padeciera un sentimiento de mayor desprotección, aun si cupiera, en la tarima en la que, hasta durante tres días, podía ser expuesto o expuesta para la venta.

Montsum, como todos los demás esclavos, lucia su magnifica desnudez desde tempranas horas de la mañana. Mediante un collar de cuero y una cadena había sido unida por el cuello a la hermosa ristra de siervos que a pie estaban sido exhibidos por las calles del pueblo, entre el alegre alborozo de sus habitantes. Su cuerpo solo era vestido por el collar, las amarras de sus muñecas y las argollas que colgaban de su cuerpo.

Como todas las esclavas de su época, Montsum lucia un bonito aro plateado en cada pezón. Además, y según establecían las leyes vigentes, por cada utilidad sexual que pudiera proporcionar un esclavo, portaba un aro en un lugar concreto, que servia de signo distintivo de la capacidad concreta. Así Montsum lucia con orgullo otro aro plateado en labio derecho de su coño. (significaba que había sido formado en todas las artes conocidas del sexo con hombres), otro en el labio izquierdo ( nuestra protagonista también había sido educada en todas las técnicas que pueden producir placer un ama). Los mercaderes habían retirado la anilla que, desde los dieciocho años portaba en la nariz y que ponía de manifiesto sus nunca bien ponderadas facultades anales Algunos potenciales compradores de esclavos rehuían en los últimos años de este tipo de adorno nasal, por que la moda de los últimos años había rehuido de este tipo de realces tan manifiestos. Pero Montsum tenia el agujero de su nariz preparado, por si el comprador desea poner de manifiesto, contra la moda estética imperante, las facultadas sexuales del culo de su esclava.

Al igual que los demás esclavos y esclavas, se sentía profundamente humillada de tener que andar entre aquellas groseras risotadas y ante los gestos de niños, mujeres y hombres, que desde la mañana habían acudido a las calles del pueblo para ver la hermosa procesión, así como la exhibición y posterior venta en el mercado.
Estaba acostumbrada a estar desnuda en presencia de sus amos y criadores. Normalmente no tenia permiso para vestir ropa alguna en la escuela de doma en la que habían transcurrido los últimos años de su joven vida. Su condición de esclava en formación no se lo permitía; pero aquello era demasiado. Tan solo le protegía, por ahora, la obligación de mirar permanentemente al suelo, salvo que se le ordenara lo contrario, ello le eximia de ver las caras de los ciudadanos que habían salido a ver la procesión.

Pero, a pesar de todo, estaba excitada. La formación recibida, así como la privación de sexo durante los últimos meses, habían transformado a la joven en una perra desbocada y necesitada. Ella y los demás esclavos como era tradición, ante la proximidad de la venta, habían sido privados de poder tener el más mínimo placer. Ello no quitaba que, hubieran podido ser sido utilizados por sus amos y educadores, o incluso entrenados en el sexo en largas jornadas practicando entre los propios esclavos, pero sin llegar en ningún momento al orgasmo.

Con ello se conseguía una magnifica disposición, del ejemplar a vender, para la satisfacción sexual propia y lo que era verdaderamente importante, ajena, lo que acrecentaba el valor de la mercancía. La última tortura padecida, en este sentido, era la propia disposición de la caravana de esclavos. Todos desnudos y próximos; ella pegada a un siervo, sintiendo sobre su coño las duras y ejercitadas nalgas del joven que la antecedía, y, lo que era peor, la dura verga del siervo situado justo detrás de ella, que, casi sin quererlo, la apretaba y aplastaba con su colosal hombría reprimida durante largo tiempo.

Sabedores de esa tradición, los espectadores y posibles compradores, no perdían ojo de los sexos depilados de esclavos y esclavas, que durante los tres días, lucían gloriosas erecciones, pezones tremendamente endurecidos, así como vaginas lubricadas sin necesidad de acción previa alguna.
Montsum había sido educada desde su captura en múltiples tareas( ello conseguía aumentar el valor del bien) pero dadas sus claras posibilidades había sido formada fundamentalmente, como esclava de placer. Por este motivo, la reacción básica de esta res, ante la mayor parte de estímulos, era la de recibir, y sobre todo, dar placer.

Así si Montsum era castigada, sabia que lo primero que tenían que hacer era buscar la polla de su amo y lamerla. Si se equivocaba, un segundo castigo le mostraría su error. Entonces sabia que tenia que agradar a su amo de otra forma, por ejemplo masturbándose en su presencia. Un tercer castigo podía ponerle de manifiesto, de nuevo, su equivocación. Y así sucesivamente hasta que la esclava encontraba la reacción que su dueño buscaba: Estaba educada para cumplimentar la exigencia del amo, sin ordenes verbales.

El espectáculo que una esclava de este tipo podía brindar era verdaderamente excitante y hermoso. Eran muy solicitadas para fiestas y espectáculos en donde un gran señor o señora deseaba poner de manifiesto, ante amigos y relaciones, su poder a través de un siervo o sierva. Naturalmente, también eran muy efectivos en lo privado. Era el caso de nuestra esclava protagonista.

La formación de este tipo de esclavos era larga y tortuosa, pero resultaban los ejemplares que mejor se cotizaban en el mercado anual. Y ella era de las mejor conseguidas. Su educación le obligaba a excitarse si era azotada, si era insultada, si era exhibida, si era ofrecida a hombres o a mujeres, si era atada..... Y no disimulaba. Para bien y para mal. Montsum no podía reprimir los ríos de humedad que en muchas ocasiones, como ahora, bajaban por sus piernas ante la mirada de todos los ciudadanos. Era admirada, entre los demás esclavos, por el automatismo de su sumisión, entre otra cosas por que ello le suponía una reducción de castigos del orden de la mitad respecto de los que otros esclavos recibían normalmente.

Pero por otra parte la delataba de esa forma tan humillante que ahora padecía. La presencia del publico era para ella, la mayor de las torturas posibles. "Ni un solo vello para proteger mi hermosa vulva, - pensaba la orgullosa esclava- "Y mi cabeza, ohhhh, si la pudiera tapar". Pero era imposible. Su expresión era de total entrega y resignación. La durísima formación recibida, la obligaba a mantener un semblante inexpresivo ante cualquier atrocidad o humillación padecida. Tan solo cuando se le ordenaba, y como parte de la diversión del amo, podía manifestar sensaciones o incluso derramar sus hermosas lagrimas. El recuerdo de largas sesiones de látigo por los errores cometidos en este sentido, le permitían mantener esa admirable entereza.

Pero el paseo terminaba ya. Cercano se vislumbraba el mercado de esclavos, con sus adornos, con su griterío, y con las alegres señales de alborozo de un pueblo que festejaba anualmente el mercado.
Montsum deseaba ser vendida cuanto antes. Experimentar las necesidades que le habían inculcado (obedecer, dar placer, sentirse plena en el castigo, disolver su ego en el del amo...), y que tan duramente habían reprimido en la escuela de doma. Además, la vuelta allí, en el improbable caso de no ser vendida, era un signo de descrédito social entre los demás esclavos, y un camino seguro al aumento de los castigos.

Pero el mercado estaba cerca ya, y la tensión de los esclavos, aumentaba a cada paso.


Se agradecen sugerencias e ideas, en general sobre este relato y sobre los del resto de la serie. En particular, puedes sugerir ideas sobre la evolución del personaje de la esclava protagonista, en el sentido que más te apetezca. Ricardo (xxman24@hotmail.com)
Mi intención es crear nuevos ciclos sobre esta esclava y sobre otros personajes secundarios.
Animo, os espero​
Muy buen relato.
Espero que su futuro dueño, la alquile para orgías con muchos hombres.
 

MERCADO DE ESCLAVOS: MONTSUM EXHIBIDA (II)​


Sumisión. Montsum que era una esclava perfecta, sin voluntad, obediente y deseosa de tener un amo de forma definitiva iba a ser exhibida y vendida.

Dedicado a montse, inspiradora de toda esta fantasía

Eran las doce de la mañana, cuando la caravana de esclavos procedente de la escuela del norte hacia su entrada en el pórtico del mercado. Los diez machos y las diez hembras, eran conducidos a través de los pasillos y túneles de las oficinas del mercado. Los educadores y traficantes permanecían en la parte noble de aquel enorme recinto, con la finalidad de realizar determinadas gestiones burocráticas, necesarias para poner a la venta todo el ganado que habían depositado en el establecimiento.

Entre tanto, los soldados aprovechaban la falta de cuidado para manosear a las reses, y hacer uso de ellas, como si fueran de su propiedad. En aquellos tremendos momentos, el esclavo se jugaba, en parte su futuro. La impuesta castidad sexual del último mes, que había sido duramente soportada basándose en castigos y correctivos, podía ser desbordada por cualquier gesto o acción de cualquiera de aquellos brutos. En aquella penosa situación, Montsum estaba siendo agredida por uno de los soldados con dos dedos por el ojete de su culo, sin lubricación de cualquier clase.

Algunas de sus compañeras habían tenido aun peor suerte, y eran brutalmente azotadas ante la ignorancia de sus amos. Aquella parte de la mercancía que sufrió deterioro por la acción de los soldados o por problemas de transporte o conservación, era inmediatamente asumida en propiedad por el mercado, lo que llevaba a que aquellos siervos que resultaban marcados antes de la venta, sufrieran el peor de los futuros posibles para un esclavo ( burdeles, bestias de carga, y en el mejor de los casos objetos decorativos en hogares de clase no muy alta).

También era fácilmente detectable cuando un esclavo orgasmaba en esta delicada fase de la trata. Normalmente, la contención de meses, desaparecía de su rostro, y el valor de mercado de la res caía en picado. Ante la mínima sospecha de perdida de energía sexual, la pala se encargaba de desvelar la realidad. Estas bestias también quedaban en poder del mercado, que indemnizaba a sus legítimos dueños por las perdidas sufridas.

El tremendo esfuerzo de Montsum, y el entrenamiento recibido, permitieron que nuestra esclava aguantara los crueles envites anales del joven soldado que la tomo. Sin embargo, se sintió poco satisfecha al advertir que su necesidad y la acción del esbirro, le había llevado a emitir un pequeño jadeo a pesar de la torpeza del soldado. Montsum sabia que la escasa dignidad de una perra como ella, residía en pequeños gestos como ese: la imposibilidad de demostrar deseo , satisfacción o sentimiento si no se le ordenaba. Por ese motivo, recibió con satisfacción el guantazo que el soldado le propinó ante la libertad que se había tomado. Pensó que durante la exhibición no le ocurriría.

Por parte de los organizadores se había luchado mucho contra los desmanes de los soldados y cuidadores del mercado, pero la enorme afluencia de esclavos y publico en un mismo día, hacían imposible el control de estas situaciones. En otro orden de cosas se consideraba necesario cierto desahogo de la tropa, si era dentro de un orden.

Una vez usados someramente por los soldados, las veinte jóvenes reses fueron llevadas a los abrevaderos y lavatorios, en los que pudieron saciar su sed y vaciar sus vejigas, eso si, delante de todos los cuidadores, y a la vista de los demás esclavos que permanecían en el patio al que habían sido llevados. Los animales fueron soltados de la cadena que les unía desde el cuello a los demás esclavos. La situación, a pesar de todo lo sufrido desde su captura, resultaba insoportable para una esclava como Montsum, que ya había aceptado tener que vaciarse de esta forma ante sus compañeros de recua y escuela, pero no ante extraños, fueran personas o esclavos.

Algunos siervos, no habían terminado de orinar cuando ya estaban siendo rociados con agua. El día era caluroso, por lo que a esas horas de la mañana Montsum sitio una agradable sensación. A ella, la ducha le sorprendió aún en cuclillas y sin haber terminado de mear. Se apresuró en su ultimo chorro, y cogió la pieza de jabón próxima a

ella, a fin de dejar cada recodo de su cuerpo de sierva en perfectas condiciones de uso y exhibición. Limpio especialmente su coño, repaso su ojete, acaricio con jabón sus tetas, y procuró que los roces le provocaran la menor sensación de placer posible. Montsum estaba entrenada para que su excitación fuera en aumento conforme la humillación fuera mayor. Así que tenia que tener cuidado con aquellos roces en su cuerpo, ante aquel nutrido grupo de espectadores que, sin reparo alguno, admiraban aquel animal acuclillado y anillado. La situación reportaba en el cerebro de Montsum una extraordinaria sensación de no ser nada; de tener una vida que no le pertenecía; de ser menos que los animales que pastaban libremente en el campo. En aquello se había convertido tras su entrenamiento, y con esa sensación era feliz.

Pensaba en aquellos momentos ,en los duros meses pasados desde su captura, la voluntad de hierro que sus educadores debieron forzar para obtener los magníficos resultados obtenidos con ella, los días de ejercicio, de castigo y de entrenamiento sexual. Y allí estaba ella, convertida en una perfecta esclava, sin voluntad, deseosa de obedecer y de tener un amo de forma definitiva.

En el curso de aquellos pensamientos, ya limpia y meada, observo que su cuello era de nuevo encadenado a la ristra de esclavos. Pero esta vez eran unidos en ella, sin orden ni concierto, todos los esclavos que iban a ser objeto de la exhibición y venta, con independencia del sexo del animal o de la escuela a la que habían pertenecido.

Fue golpeada con una fusta en las nalgas una sola vez, lo que significaba que tenia que avanzara al trote como le tenían enseñado a ella y a los demás siervos. La serpiente, de unos sesenta esclavos y esclavas, avanzó rápida y dignamente por los pasillos del mercado hasta desembocar en la plaza central en donde se disponía el entarimado de exhibición: El lugar temido y deseado por cualquier animal como ella, que determinaba el futuro del esclavo o esclava.

Una vez subida la escalinata fueron de nuevo desenganchados de la argolla del cuello, para volver a ser sujetados desde el collar de cuero, a una alta horquilla que obligaba a que la res tuviera que tener el cuello incómodamente estirado pero un poco avanzado respecto del cuerpo. Esta desagradable posición permitía que la mercancía exhibiera ligeramente las nalgas y, en el caso de las hembras, las tetas cayeran de una forma atractiva para el potencial cliente. También se evitaba la incomoda sensación de ser mirados por una res, desde aquel alto entarimado. Los animales fueron esposados, y las muñecas ligeramente alzadas. Las piernas eran abiertas y los pies sujetados a través de sendas argollas fijadas al suelo.

A la plaza del mercado, la plebe no tenia acceso. Solo entraban los señores con suficiente solvencia económica como para depositar la fianza exigida a su entrada. Por este motivo, la exhibición era mucho más tranquila que la procesión que Montsum había padecido tan recientemente.

Los machos y las hembras habían sido dispuestos en aquel lugar de exhibición, todos de la misma manera y a unos veinte centímetros de distancia cada uno.. No había una queja, no había un gemido, todo era silencio y dignidad sumisa; un silencio similar al que Montsum había vivido en tantas ocasiones previas a castigos propios o ajenos. Todos lucían su excitación diríase que con orgullo, si es que un esclavo pudiera tener este sentimiento. Los hombres sus vergas, las mujeres sus pezones y sus jugosas rajas. Expuestos como auténticos animales.

Los clientes comenzaron a entrar. La plaza se lleno rápidamente. Algunos fueron primero a los puestos de bebidas antes de iniciar los tratos. Algunos compradores iban acompañados de sus parejas, aunque mujeres y hombre podían asistir en solitario. Otros, ostentaban la representación de algún gran señor que delegaba la compra en algún secretario. En media hora habría en la plaza unas seiscientas personas, que observaban con detalle la mercancía.

Debido al entrenamiento recibido, Montsum se sentía especialmente humillada ante situaciones como esta. Antes, en la procesión por el pueblo, era una autentica potranca, como ahora. Pero entonces, al menos, tenia un esclavo delante y otro detrás que le protegían, en cierta medida, de la vista de las personas. Sin embargo, ahora, no existía ninguna separación visual entre los clientes y su cuerpo. Afortunadamente no podía casi verlos

dada la postura en que le mantenían la cabeza, pero los oía, los olía, y sentía como si ya estuvieran tocándola en sus partes más sensibles.

La vergüenza y la sensación de ser un mero objeto, se agolpaban en su cabeza, siguiendo las pautas insertadas en su cerebro a través de su educación y de los castigos y humillaciones recibidas. Su reacción, como siempre, se vislumbraba plenamente: pezones duros como piedras, coño encharcado como el de una puta salida, y pequeños jadeos que reprimía a duras penas.

En esta situación de sumisión, empezaron a subir al entarimado los primeros clientes.

Se agradecen sugerencias e ideas, en general sobre este relato y sobre los del resto de la serie. En particular, puedes sugerir ideas sobre la evolución del personaje de la esclava protagonista, en el sentido que más te apetezca. Ricardo (xxman24 (arroba) hotmail.com)

Mi intención es crear nuevos ciclos sobre esta esclava y sobre otros personajes secundarios.

Animo, os espero
 

MERCADO DE ESCLAVOS: MONTSUM EXHIBIDA (II)​


Sumisión. Montsum que era una esclava perfecta, sin voluntad, obediente y deseosa de tener un amo de forma definitiva iba a ser exhibida y vendida.

Dedicado a montse, inspiradora de toda esta fantasía

Eran las doce de la mañana, cuando la caravana de esclavos procedente de la escuela del norte hacia su entrada en el pórtico del mercado. Los diez machos y las diez hembras, eran conducidos a través de los pasillos y túneles de las oficinas del mercado. Los educadores y traficantes permanecían en la parte noble de aquel enorme recinto, con la finalidad de realizar determinadas gestiones burocráticas, necesarias para poner a la venta todo el ganado que habían depositado en el establecimiento.

Entre tanto, los soldados aprovechaban la falta de cuidado para manosear a las reses, y hacer uso de ellas, como si fueran de su propiedad. En aquellos tremendos momentos, el esclavo se jugaba, en parte su futuro. La impuesta castidad sexual del último mes, que había sido duramente soportada basándose en castigos y correctivos, podía ser desbordada por cualquier gesto o acción de cualquiera de aquellos brutos. En aquella penosa situación, Montsum estaba siendo agredida por uno de los soldados con dos dedos por el ojete de su culo, sin lubricación de cualquier clase.

Algunas de sus compañeras habían tenido aun peor suerte, y eran brutalmente azotadas ante la ignorancia de sus amos. Aquella parte de la mercancía que sufrió deterioro por la acción de los soldados o por problemas de transporte o conservación, era inmediatamente asumida en propiedad por el mercado, lo que llevaba a que aquellos siervos que resultaban marcados antes de la venta, sufrieran el peor de los futuros posibles para un esclavo ( burdeles, bestias de carga, y en el mejor de los casos objetos decorativos en hogares de clase no muy alta).

También era fácilmente detectable cuando un esclavo orgasmaba en esta delicada fase de la trata. Normalmente, la contención de meses, desaparecía de su rostro, y el valor de mercado de la res caía en picado. Ante la mínima sospecha de perdida de energía sexual, la pala se encargaba de desvelar la realidad. Estas bestias también quedaban en poder del mercado, que indemnizaba a sus legítimos dueños por las perdidas sufridas.

El tremendo esfuerzo de Montsum, y el entrenamiento recibido, permitieron que nuestra esclava aguantara los crueles envites anales del joven soldado que la tomo. Sin embargo, se sintió poco satisfecha al advertir que su necesidad y la acción del esbirro, le había llevado a emitir un pequeño jadeo a pesar de la torpeza del soldado. Montsum sabia que la escasa dignidad de una perra como ella, residía en pequeños gestos como ese: la imposibilidad de demostrar deseo , satisfacción o sentimiento si no se le ordenaba. Por ese motivo, recibió con satisfacción el guantazo que el soldado le propinó ante la libertad que se había tomado. Pensó que durante la exhibición no le ocurriría.

Por parte de los organizadores se había luchado mucho contra los desmanes de los soldados y cuidadores del mercado, pero la enorme afluencia de esclavos y publico en un mismo día, hacían imposible el control de estas situaciones. En otro orden de cosas se consideraba necesario cierto desahogo de la tropa, si era dentro de un orden.

Una vez usados someramente por los soldados, las veinte jóvenes reses fueron llevadas a los abrevaderos y lavatorios, en los que pudieron saciar su sed y vaciar sus vejigas, eso si, delante de todos los cuidadores, y a la vista de los demás esclavos que permanecían en el patio al que habían sido llevados. Los animales fueron soltados de la cadena que les unía desde el cuello a los demás esclavos. La situación, a pesar de todo lo sufrido desde su captura, resultaba insoportable para una esclava como Montsum, que ya había aceptado tener que vaciarse de esta forma ante sus compañeros de recua y escuela, pero no ante extraños, fueran personas o esclavos.

Algunos siervos, no habían terminado de orinar cuando ya estaban siendo rociados con agua. El día era caluroso, por lo que a esas horas de la mañana Montsum sitio una agradable sensación. A ella, la ducha le sorprendió aún en cuclillas y sin haber terminado de mear. Se apresuró en su ultimo chorro, y cogió la pieza de jabón próxima a

ella, a fin de dejar cada recodo de su cuerpo de sierva en perfectas condiciones de uso y exhibición. Limpio especialmente su coño, repaso su ojete, acaricio con jabón sus tetas, y procuró que los roces le provocaran la menor sensación de placer posible. Montsum estaba entrenada para que su excitación fuera en aumento conforme la humillación fuera mayor. Así que tenia que tener cuidado con aquellos roces en su cuerpo, ante aquel nutrido grupo de espectadores que, sin reparo alguno, admiraban aquel animal acuclillado y anillado. La situación reportaba en el cerebro de Montsum una extraordinaria sensación de no ser nada; de tener una vida que no le pertenecía; de ser menos que los animales que pastaban libremente en el campo. En aquello se había convertido tras su entrenamiento, y con esa sensación era feliz.

Pensaba en aquellos momentos ,en los duros meses pasados desde su captura, la voluntad de hierro que sus educadores debieron forzar para obtener los magníficos resultados obtenidos con ella, los días de ejercicio, de castigo y de entrenamiento sexual. Y allí estaba ella, convertida en una perfecta esclava, sin voluntad, deseosa de obedecer y de tener un amo de forma definitiva.

En el curso de aquellos pensamientos, ya limpia y meada, observo que su cuello era de nuevo encadenado a la ristra de esclavos. Pero esta vez eran unidos en ella, sin orden ni concierto, todos los esclavos que iban a ser objeto de la exhibición y venta, con independencia del sexo del animal o de la escuela a la que habían pertenecido.

Fue golpeada con una fusta en las nalgas una sola vez, lo que significaba que tenia que avanzara al trote como le tenían enseñado a ella y a los demás siervos. La serpiente, de unos sesenta esclavos y esclavas, avanzó rápida y dignamente por los pasillos del mercado hasta desembocar en la plaza central en donde se disponía el entarimado de exhibición: El lugar temido y deseado por cualquier animal como ella, que determinaba el futuro del esclavo o esclava.

Una vez subida la escalinata fueron de nuevo desenganchados de la argolla del cuello, para volver a ser sujetados desde el collar de cuero, a una alta horquilla que obligaba a que la res tuviera que tener el cuello incómodamente estirado pero un poco avanzado respecto del cuerpo. Esta desagradable posición permitía que la mercancía exhibiera ligeramente las nalgas y, en el caso de las hembras, las tetas cayeran de una forma atractiva para el potencial cliente. También se evitaba la incomoda sensación de ser mirados por una res, desde aquel alto entarimado. Los animales fueron esposados, y las muñecas ligeramente alzadas. Las piernas eran abiertas y los pies sujetados a través de sendas argollas fijadas al suelo.

A la plaza del mercado, la plebe no tenia acceso. Solo entraban los señores con suficiente solvencia económica como para depositar la fianza exigida a su entrada. Por este motivo, la exhibición era mucho más tranquila que la procesión que Montsum había padecido tan recientemente.

Los machos y las hembras habían sido dispuestos en aquel lugar de exhibición, todos de la misma manera y a unos veinte centímetros de distancia cada uno.. No había una queja, no había un gemido, todo era silencio y dignidad sumisa; un silencio similar al que Montsum había vivido en tantas ocasiones previas a castigos propios o ajenos. Todos lucían su excitación diríase que con orgullo, si es que un esclavo pudiera tener este sentimiento. Los hombres sus vergas, las mujeres sus pezones y sus jugosas rajas. Expuestos como auténticos animales.

Los clientes comenzaron a entrar. La plaza se lleno rápidamente. Algunos fueron primero a los puestos de bebidas antes de iniciar los tratos. Algunos compradores iban acompañados de sus parejas, aunque mujeres y hombre podían asistir en solitario. Otros, ostentaban la representación de algún gran señor que delegaba la compra en algún secretario. En media hora habría en la plaza unas seiscientas personas, que observaban con detalle la mercancía.

Debido al entrenamiento recibido, Montsum se sentía especialmente humillada ante situaciones como esta. Antes, en la procesión por el pueblo, era una autentica potranca, como ahora. Pero entonces, al menos, tenia un esclavo delante y otro detrás que le protegían, en cierta medida, de la vista de las personas. Sin embargo, ahora, no existía ninguna separación visual entre los clientes y su cuerpo. Afortunadamente no podía casi verlos

dada la postura en que le mantenían la cabeza, pero los oía, los olía, y sentía como si ya estuvieran tocándola en sus partes más sensibles.

La vergüenza y la sensación de ser un mero objeto, se agolpaban en su cabeza, siguiendo las pautas insertadas en su cerebro a través de su educación y de los castigos y humillaciones recibidas. Su reacción, como siempre, se vislumbraba plenamente: pezones duros como piedras, coño encharcado como el de una puta salida, y pequeños jadeos que reprimía a duras penas.

En esta situación de sumisión, empezaron a subir al entarimado los primeros clientes.

Se agradecen sugerencias e ideas, en general sobre este relato y sobre los del resto de la serie. En particular, puedes sugerir ideas sobre la evolución del personaje de la esclava protagonista, en el sentido que más te apetezca. Ricardo (xxman24 (arroba) hotmail.com)

Mi intención es crear nuevos ciclos sobre esta esclava y sobre otros personajes secundarios.

Animo, os espero
Me encanta estas situaciones me excita, ser esclava humillada, 😘
 
Me encanta estas situaciones me excita, ser esclava humillada, 😘

MERCADO DE ESCLAVOS. CASTIGO DE ESCLAVOS (III)​

Sumisión. Los esclavos estaban siendo manoseados y recocidos por sus posibles amos y amas.

Dedicado a montse, inspiradora de toda esta fantasía

La esclava asistía como espectadora pasiva, pacientemente y desde su desnudez. Adornada, lucia con cierta satisfacción los aros que decoraban sus pezones, así como las argollas que colgaban parsimoniosamente de los labios de su vagina. El cuello, sujeto por la cadena enganchada a su collar de cuero, le limitaba en gran medida el movimiento de su cabeza. Las argollas que fijaban sus pies al suelo, definitivamente, la convertían en un bello monumento a la quietud. Sus muñecas, unidas por una cuerda atada al techo, completaban la bella escena, de la que la perra se sentía, en cierta medida, protagonista.

Los compradores fueron subiendo al entarimado para ver y reconocer a través del tacto a los esclavos en venta. Las palpaciones de la carne en venta, los pellizcos, las penetraciones con dedos empezaron. Esa forma de permanecer ante el público podía durar hasta tres días. La tortura había empezado. Los esclavos, llegado este momento, sentían la mas profunda indefensión. Ni siquiera podían ver a quienes los usaban, dada la posición de sus cabezas. A veces, si los clientes hablaban, podían saber si quien estiraba un pezón, o la argolla que lo embellecía, era un potencial amo o ama. Pero poco más.

A veces el esclavo o la esclava eran sorprendidos con una caricia tremendamente continuada y excitante; otras con un tremendo azote en cualquier parte sensible de la res. Y así podía transcurrir esos tres infames días, en los que el esclavo perdía toda conciencia de su ego, si alguna quedaba, experimentando la urgente necesidad de ser definitivamente propiedad de alguien. Era el momento en que se ponía de manifiesto la valía del siervo. Algunos, y a pesar del horrible entrenamiento a que eran sometidos, llegados a esta fase fracasaban, perdían los nervios, lloraban, se excitaban con las caricias en demasía e incluso orgasmaban en publico, como si nunca hubieran sido enseñados a controlar esas sensaciones.

Montsum permanecía impávida. Una mujer examinaba su depilado coño. Introducía un dedo y comprobaba el grado de excitación al que podía ser llevada la pobre cerda. Montsum sufría. Sufría mucho porque su rostro no podía delatar la más minina expresión de satisfacción. Las razones eran dos: primero por que había sido educada en este noble arte de la obediencia al amo; segundo por su valor de mercado caería en picado ante semejante signo de debilidad. La señora seguía torturando la profundidad de su vagina, y disfrutando de la contención facial de la esclava. De vez en cuando le susurraba en el oído: "Resistes bien puta… -a modo de provocación, que excitaba grandemente a la esclava_ Me gustas para mí. ". La potencial ama comenzó a tirar de una de las argollas de los labios vaginales, precisamente la que indicaba su condición de esclava bisexual. El dolor se hizo por momentos insoportables, pero Montsum resistió como la perra entrenada que era. "Exquisita- dijo la señora -, esta esclava resiste muy bien el dolor. Seguro que en mi poder aprendería a resistirlo aun mejor". Montsum se estremeció desde sus ataduras, al pensar el futuro que le podía esperar en mano de aquella dura mujer, pero esperanzada a la vez, por que un ama se hubiera fijado en ella, nada mas que empezar la venta. Esperanzada, pensó que el suplicio de los tres de exhibición, podría reducirse con suerte.

La potencial compradora desistió de adquirirla, al tener conocimiento del altísimo precio que se pedía por tan deliciosa chiquilla. Continuo viendo esclavos y esclavas. Montsum nunca supo la cara de su posible compradora.

A su lado, un hermoso muchacho mulato, padecía los abusos de otra mujer. El animal era uno de los más cotizados en aquella feria. Había sido objeto de dos años de entrenamiento, en la escuela a la que pertenecía Montsum. En muchas ocasiones, y como parte del entrenamiento, Montsum había sido cruzada con aquel hermoso ejemplar. Nuestra protagonista sabia de las numerosas utilidades que aquel esclavo podía proporcionar a su comprador. Lamentaba tener que dejarlo de ver. De hecho ya no lo vería nunca más. Había sido educado, como ella y como toda

s las demás reses en la mas dramática de las contenciones. El esclavo era famoso por ello.

La potencial compradora, atraída por la fama que acompañaba al mulato, y sorprendida por el tamaño de la excitada polla que exhibía el macho, decidió comprobar la realidad de los comentarios. El animal lucia soberbio y, como era habitual, se encontraba atado por el cuello al techo. Las manos atadas y las piernas abiertas. El animal solo lucia una argolla en uno de sus pezones, lo que significaba que solo había sido educado en las artes amatorias con amas.

Montsum, en ese momento, descansaba de los manoseos y reconocimientos a que había sido sometida. Escuchaba sin embargo, los comentarios de la señora que se palpaba el endurecido órgano del muchacho.

La cliente se aproximó al mulato, y dirigiéndose a una esclava que la acompañaba, dijo: "Este cabrón parece interesante. Los comentarios obedecen a la verdad. Esa polla es magnifica, hasta a ti podría hacerte daño en el agujero de tu culo"- dijo a su esclava, que asintió con humildad." La potencial compradora, parecía entusiasmada con el ejemplar. Continuó jugando con el enorme rabo, y sin ningún tipo de contemplaciones comenzó a pajearlo enérgicamente. ."¿Cómo reaccionará a una boca como la tuya?" Inquirió de nuevo al animal que la acompañaba. La esclava, supo de inmediato que tenía que arrodillarse y comenzar a aplicar su glotona boca sobre el pollón del esclavo. No le hizo ningún asco a la orden – sugerencia de su ama, eso sí, tras que su dueña soltara el miembro del prisionero. La esclava había deseado que su ama le ordenara comer esa polla. Necesitaba saber de primera mano las excelencias que hasta sus oídos habían llegado sobre las excelencias de aquel joven y bello mulato, que había sido educado, por cierto, en la escuela de doma en la que ella misma había sido formada, y en la que había aprendido sus artes bucales.

Montsum, escuchaba excitada el tejemaneje del ama y los esclavos, orgullosa de haber sido participe en el entrenamiento del excepcional animal mulato, que resistía estoicamente las habilidades linguales y bucales de aquella esclava. Mientras, la dueña de esta última, se entretenía azotando las nalgas del cerdo. La reacción era la esperada. El esclavo se mantenía incólume. Aguantó azotes, mamada, lametones en los huevos e incluso introducción de dedos en su ano, durante unos diez minutos, sin proferir ni el más mínimo quejido o suspiro. Sus entrenadores señalaban con orgullo al esclavo desde el lugar en que se encontraban. El mulato seguía con su cabeza erguida, imposibilitado de cualquier movimiento, y sin vislumbrar el rostro de la mujer y de la esclava que lo excitaban de forma tan brutal. El esclavo se sentía un autentico objeto de placer.

De pronto, sin embargo, sus fuerzas comenzaron a flaquear comenzando a derrumbarse las barreras que la cruel formación recibida le habían creado. El esclavo tuvo un estremecimiento que no pudo de dejar de apreciar la esclava que succionaba su enorme polla. Al darse cuenta de que podía subir puntos ante su ama por las habilidades puestas en practica en aquella polla, decidió aplicarse aun más. El maniatado sufrió una tremenda conmoción al darse cuenta que jadeaba de forma incontrolable, y que comenzaba a flaquear. "No puedo verter mi semen; no puedo correrme si no me es ordenado " se repetía una y otra vez, recordando el sonido de la pala, el dolor producido por el látigo, y las humillaciones padecidas cuando fallaba en la escuela de doma.

Sin embargo el fracaso fue imposible de evitar, y en pocos minutos el cachorro negro que tanto valor había llegado a alcanzar, se convirtió en una escoria a la que difícilmente se le podría buscar salida en los tres días de venta, y la lefa partió de su polla a la boca de la esclava que, no sin malicia, había buscado beber la grana cantidad de leche que se derramo en su boca de furcia. Los entrenadores del esclavo, no salían de su asombro al ver como el animal culeaba intentado ahogar con su rabo la garganta de la esclava, que se veía incapacitada para tragar tanta leche acumulada en aquellos huevos, tras tanto tiempo de abstinencia.

La esclava autora de la hazaña, miraba con orgullo la cara de su ama, desde su humillante posición.: en cuclillas, con una mano agarrando la polla del macho, intentado extraer hasta la última gota de li

quido del macho, y con la cara llena de semen. Su ama, orgullosa por la hazaña de su esclava, pero encolerizada por el poco valor demostrado finalmente por la víctima, abofeteó la sucia cara de la esclava como desahogo, a la vez que la insultaba. "Sucia puta. Me has dejado sin un capricho. Ahora no podré comprar a esa bestia que has inutilizado para toda su vida". La esclava, delante de todo el publico asistente, demostró su docilidad arrastrando su lengua por el suelo y los pies de su ama, en señal de suplica de perdón. La señora hubiera deseado llevárselo de todas maneras, pero hubiera sido el hazmerreír de toda la ciudad, al adquirir una mercancía de tan baja resistencia.

El mulato fue azotado durante quince minutos, como ejemplo para todas las bestias que permanecían en el estrado. Las lagrimas fluían a las mejillas del preso, en gran medida por el dolor de los azotes, como no, pero sobre todo por la dignidad que tan banalmente había perdido en la boca de aquella miserable esclava. Sabia que después del castigo pasaría a las celdas en donde eran exhibidos los mas infames esclavos: los que serían utilizados como bestias de carga. Su gloria había sido pasajera y su castigo de por vida.

La masa asistía entusiasmada al primer castigo publico de la jornada. El último espectáculo que el esclavo pudo brindar a tan selecto auditorio, fue la redoblada erección provocada por los crueles azotes que en aquel momento recibía.

Entretanto Montsum, que lo había oído y comprendido todo, empezaba a ser manoseada por un cliente que iba acompañado por alguien. Montsum decidió aprender la lección y no confiarse en su formada dignidad de esclava.

Se agradecen sugerencias e ideas, en general sobre este relato y sobre los del resto de la serie. En particular, puedes sugerir ideas sobre la evolución del personaje de la esclava protagonista, en el sentido que más te apetezca. Ricardo (xxman24 (arroba) hotmail.com)

Mi intención es crear nuevos ciclos sobre esta esclava y sobre otros personajes secundarios.

Animo, os espero
 

MERCADO DE ESCLAVOS. CASTIGO DE ESCLAVOS (III)​

Sumisión. Los esclavos estaban siendo manoseados y recocidos por sus posibles amos y amas.

Dedicado a montse, inspiradora de toda esta fantasía

La esclava asistía como espectadora pasiva, pacientemente y desde su desnudez. Adornada, lucia con cierta satisfacción los aros que decoraban sus pezones, así como las argollas que colgaban parsimoniosamente de los labios de su vagina. El cuello, sujeto por la cadena enganchada a su collar de cuero, le limitaba en gran medida el movimiento de su cabeza. Las argollas que fijaban sus pies al suelo, definitivamente, la convertían en un bello monumento a la quietud. Sus muñecas, unidas por una cuerda atada al techo, completaban la bella escena, de la que la perra se sentía, en cierta medida, protagonista.

Los compradores fueron subiendo al entarimado para ver y reconocer a través del tacto a los esclavos en venta. Las palpaciones de la carne en venta, los pellizcos, las penetraciones con dedos empezaron. Esa forma de permanecer ante el público podía durar hasta tres días. La tortura había empezado. Los esclavos, llegado este momento, sentían la mas profunda indefensión. Ni siquiera podían ver a quienes los usaban, dada la posición de sus cabezas. A veces, si los clientes hablaban, podían saber si quien estiraba un pezón, o la argolla que lo embellecía, era un potencial amo o ama. Pero poco más.

A veces el esclavo o la esclava eran sorprendidos con una caricia tremendamente continuada y excitante; otras con un tremendo azote en cualquier parte sensible de la res. Y así podía transcurrir esos tres infames días, en los que el esclavo perdía toda conciencia de su ego, si alguna quedaba, experimentando la urgente necesidad de ser definitivamente propiedad de alguien. Era el momento en que se ponía de manifiesto la valía del siervo. Algunos, y a pesar del horrible entrenamiento a que eran sometidos, llegados a esta fase fracasaban, perdían los nervios, lloraban, se excitaban con las caricias en demasía e incluso orgasmaban en publico, como si nunca hubieran sido enseñados a controlar esas sensaciones.

Montsum permanecía impávida. Una mujer examinaba su depilado coño. Introducía un dedo y comprobaba el grado de excitación al que podía ser llevada la pobre cerda. Montsum sufría. Sufría mucho porque su rostro no podía delatar la más minina expresión de satisfacción. Las razones eran dos: primero por que había sido educada en este noble arte de la obediencia al amo; segundo por su valor de mercado caería en picado ante semejante signo de debilidad. La señora seguía torturando la profundidad de su vagina, y disfrutando de la contención facial de la esclava. De vez en cuando le susurraba en el oído: "Resistes bien puta… -a modo de provocación, que excitaba grandemente a la esclava_ Me gustas para mí. ". La potencial ama comenzó a tirar de una de las argollas de los labios vaginales, precisamente la que indicaba su condición de esclava bisexual. El dolor se hizo por momentos insoportables, pero Montsum resistió como la perra entrenada que era. "Exquisita- dijo la señora -, esta esclava resiste muy bien el dolor. Seguro que en mi poder aprendería a resistirlo aun mejor". Montsum se estremeció desde sus ataduras, al pensar el futuro que le podía esperar en mano de aquella dura mujer, pero esperanzada a la vez, por que un ama se hubiera fijado en ella, nada mas que empezar la venta. Esperanzada, pensó que el suplicio de los tres de exhibición, podría reducirse con suerte.

La potencial compradora desistió de adquirirla, al tener conocimiento del altísimo precio que se pedía por tan deliciosa chiquilla. Continuo viendo esclavos y esclavas. Montsum nunca supo la cara de su posible compradora.

A su lado, un hermoso muchacho mulato, padecía los abusos de otra mujer. El animal era uno de los más cotizados en aquella feria. Había sido objeto de dos años de entrenamiento, en la escuela a la que pertenecía Montsum. En muchas ocasiones, y como parte del entrenamiento, Montsum había sido cruzada con aquel hermoso ejemplar. Nuestra protagonista sabia de las numerosas utilidades que aquel esclavo podía proporcionar a su comprador. Lamentaba tener que dejarlo de ver. De hecho ya no lo vería nunca más. Había sido educado, como ella y como toda

s las demás reses en la mas dramática de las contenciones. El esclavo era famoso por ello.

La potencial compradora, atraída por la fama que acompañaba al mulato, y sorprendida por el tamaño de la excitada polla que exhibía el macho, decidió comprobar la realidad de los comentarios. El animal lucia soberbio y, como era habitual, se encontraba atado por el cuello al techo. Las manos atadas y las piernas abiertas. El animal solo lucia una argolla en uno de sus pezones, lo que significaba que solo había sido educado en las artes amatorias con amas.

Montsum, en ese momento, descansaba de los manoseos y reconocimientos a que había sido sometida. Escuchaba sin embargo, los comentarios de la señora que se palpaba el endurecido órgano del muchacho.

La cliente se aproximó al mulato, y dirigiéndose a una esclava que la acompañaba, dijo: "Este cabrón parece interesante. Los comentarios obedecen a la verdad. Esa polla es magnifica, hasta a ti podría hacerte daño en el agujero de tu culo"- dijo a su esclava, que asintió con humildad." La potencial compradora, parecía entusiasmada con el ejemplar. Continuó jugando con el enorme rabo, y sin ningún tipo de contemplaciones comenzó a pajearlo enérgicamente. ."¿Cómo reaccionará a una boca como la tuya?" Inquirió de nuevo al animal que la acompañaba. La esclava, supo de inmediato que tenía que arrodillarse y comenzar a aplicar su glotona boca sobre el pollón del esclavo. No le hizo ningún asco a la orden – sugerencia de su ama, eso sí, tras que su dueña soltara el miembro del prisionero. La esclava había deseado que su ama le ordenara comer esa polla. Necesitaba saber de primera mano las excelencias que hasta sus oídos habían llegado sobre las excelencias de aquel joven y bello mulato, que había sido educado, por cierto, en la escuela de doma en la que ella misma había sido formada, y en la que había aprendido sus artes bucales.

Montsum, escuchaba excitada el tejemaneje del ama y los esclavos, orgullosa de haber sido participe en el entrenamiento del excepcional animal mulato, que resistía estoicamente las habilidades linguales y bucales de aquella esclava. Mientras, la dueña de esta última, se entretenía azotando las nalgas del cerdo. La reacción era la esperada. El esclavo se mantenía incólume. Aguantó azotes, mamada, lametones en los huevos e incluso introducción de dedos en su ano, durante unos diez minutos, sin proferir ni el más mínimo quejido o suspiro. Sus entrenadores señalaban con orgullo al esclavo desde el lugar en que se encontraban. El mulato seguía con su cabeza erguida, imposibilitado de cualquier movimiento, y sin vislumbrar el rostro de la mujer y de la esclava que lo excitaban de forma tan brutal. El esclavo se sentía un autentico objeto de placer.

De pronto, sin embargo, sus fuerzas comenzaron a flaquear comenzando a derrumbarse las barreras que la cruel formación recibida le habían creado. El esclavo tuvo un estremecimiento que no pudo de dejar de apreciar la esclava que succionaba su enorme polla. Al darse cuenta de que podía subir puntos ante su ama por las habilidades puestas en practica en aquella polla, decidió aplicarse aun más. El maniatado sufrió una tremenda conmoción al darse cuenta que jadeaba de forma incontrolable, y que comenzaba a flaquear. "No puedo verter mi semen; no puedo correrme si no me es ordenado " se repetía una y otra vez, recordando el sonido de la pala, el dolor producido por el látigo, y las humillaciones padecidas cuando fallaba en la escuela de doma.

Sin embargo el fracaso fue imposible de evitar, y en pocos minutos el cachorro negro que tanto valor había llegado a alcanzar, se convirtió en una escoria a la que difícilmente se le podría buscar salida en los tres días de venta, y la lefa partió de su polla a la boca de la esclava que, no sin malicia, había buscado beber la grana cantidad de leche que se derramo en su boca de furcia. Los entrenadores del esclavo, no salían de su asombro al ver como el animal culeaba intentado ahogar con su rabo la garganta de la esclava, que se veía incapacitada para tragar tanta leche acumulada en aquellos huevos, tras tanto tiempo de abstinencia.

La esclava autora de la hazaña, miraba con orgullo la cara de su ama, desde su humillante posición.: en cuclillas, con una mano agarrando la polla del macho, intentado extraer hasta la última gota de li

quido del macho, y con la cara llena de semen. Su ama, orgullosa por la hazaña de su esclava, pero encolerizada por el poco valor demostrado finalmente por la víctima, abofeteó la sucia cara de la esclava como desahogo, a la vez que la insultaba. "Sucia puta. Me has dejado sin un capricho. Ahora no podré comprar a esa bestia que has inutilizado para toda su vida". La esclava, delante de todo el publico asistente, demostró su docilidad arrastrando su lengua por el suelo y los pies de su ama, en señal de suplica de perdón. La señora hubiera deseado llevárselo de todas maneras, pero hubiera sido el hazmerreír de toda la ciudad, al adquirir una mercancía de tan baja resistencia.

El mulato fue azotado durante quince minutos, como ejemplo para todas las bestias que permanecían en el estrado. Las lagrimas fluían a las mejillas del preso, en gran medida por el dolor de los azotes, como no, pero sobre todo por la dignidad que tan banalmente había perdido en la boca de aquella miserable esclava. Sabia que después del castigo pasaría a las celdas en donde eran exhibidos los mas infames esclavos: los que serían utilizados como bestias de carga. Su gloria había sido pasajera y su castigo de por vida.

La masa asistía entusiasmada al primer castigo publico de la jornada. El último espectáculo que el esclavo pudo brindar a tan selecto auditorio, fue la redoblada erección provocada por los crueles azotes que en aquel momento recibía.

Entretanto Montsum, que lo había oído y comprendido todo, empezaba a ser manoseada por un cliente que iba acompañado por alguien. Montsum decidió aprender la lección y no confiarse en su formada dignidad de esclava.

Se agradecen sugerencias e ideas, en general sobre este relato y sobre los del resto de la serie. En particular, puedes sugerir ideas sobre la evolución del personaje de la esclava protagonista, en el sentido que más te apetezca. Ricardo (xxman24 (arroba) hotmail.com)

Mi intención es crear nuevos ciclos sobre esta esclava y sobre otros personajes secundarios.

Animo, os espero
Interesante, podías crear historias paralelas, sobre la Ama,porque se comporta así los orígenes de los personajes y circunstancias vitales de cada uno de los personajes y de los pueblos y ciudades de origen de cada uno,ya sea ficción o realidad y como fueron a parar allí y circunstancias vitales de cada uno de ellos.
 
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