The guarriors
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Al uber le quedaban 4min. Estaba un poco nerviosa y cachonda a la vez. La gabardina me quedaba bien de pie pero al sentarme se abría mucho en la parte de los muslos. Por un momento pensé si ponerme el vestido y el tanga que llevaba en el bolso.
Iba en el coche sin apoyarme del todo en el espaldar para que no se notase que llevaba sólo una gabardina. El del uber me miró un par de veces por el retrovisor. No se si porque se me notaban los nervios o porque asomaba mucho debajo de la gabardina. En ese momento me dio un poco de vergüenza pero la idea de que se diera cuenta de lo que estaba pasando me gustó un poco. Pensar que se podía pajear con la idea de llevarme sentada, casi desnuda, de camino a follar como una perra me puso aún más.
El trayecto eran unos 20 min que se hicieron largos. Me ponía cachondísima hacer todo aquello y que él no sospechara nada. Era noviembre y así todo sudaba un poco de los nervios, pero más chorreaba con la idea. Aproveché para mandarle una foto donde se veían mis muslos asomando. Me respondió con un:” te comía entera” Lo que no se veía en la foto era el charquito que se estaba formando en la parte pegada a mi coño. Menos mal que era oscura la gabardina.
Al llegar toqué el telefonillo y solo dejé que me viera el escote por la pantalla. Escuché un -joder- al terminar de pulsar el botón para abrirme. No quise desvelar la sorpresa hasta que pudiera verme. Subí por el ascensor mirándome al espejo mientras me soltaba el pelo y me acomodaba lo poco que llevaba puesto. Tengo buenos pechos y se me marcaban los pezones.
Me desabroché entera la gabardina. La intenté sujetar con las dos manos mientras pensaba: ¡que no entre nadie en el ascensor, por dios! Llegué a su piso y los tacones se escuchaban bastante en el rellano. Toqué el timbre y tapé la mirilla. Solté la otra mano de la gabardina en el momento justo. Cuando abrió la puerta se encontró una gabardina abierta lo suficiente como para ver mi cuerpo desnudo debajo.
Me sujetó por la cintura y me pegó a su cuerpo mientras me besaba. Todo esto sin pasar de la puerta. Pasamos a la entrada y de pie contra el armario ropero me subió a horcajadas y me mordisqueó las tetas. Yo solo quería quitarle la ropa y lamerlo hasta gastarlo. Al bajarme me quedé completamente desnuda y arrodillada ante su polla durísima. La busqué solo con mi lengua recorriéndola desde la base a la punta. Me apetecía recrearme pero no me dejó. Quiero follarte- me dijo-
Saqué el cinturón de sus pantalones y se lo di. Me apetecía probar algo con él. Nos fuimos al sofá y me puse a cuatro patas acariciando el cinturón que llevaba en la mano. Le dio dos vueltas en la mano dejando una porción sobrante y con la otra mano me sujetó con firmeza el cuello. El primer azote fue suave. Creo que para tantear. Sin soltar mi cuello, acerca mi cara a la suya y le digo bajito: -más fuerte-
Esta vez le veo en los ojos las ganas de azotarme más fuerte. Yo mojadísima, a cuatro patas esperando mi azote. Me lo da, me lo da bien, me vuelve a besar y me da otro que pica un poco más. Ese escozor me retumba en el coño y solo quiero que me de otro. Me lo da y me vuelve a retumbar el coño, a esas alturas chorreante. Me da otro más fuerte y le busco la polla y me la meto entera en la boca. Suelta el cinturón y me introduce un par de dedos. Los saca y los mete en mi boca diciéndome: -mira cómo sabe un coñito- Le sujeté la mano y se la volví a meter en mi coño, la saqué y le lamí esos dos dedos chorreando. Lo repetí un par de veces más. Me hizo sentir como si me comiese mi propio coño. En la última no pude evitar correrme. Y entonces aprovechó para meterme su polla. Arrodillada me folló dejándome sentir bien cómo entraba y salía sin prisa cada centímetro. Esta vez se me notó mucho la corrida y el al oírme tampoco pudo resistir la tentación.
Iba en el coche sin apoyarme del todo en el espaldar para que no se notase que llevaba sólo una gabardina. El del uber me miró un par de veces por el retrovisor. No se si porque se me notaban los nervios o porque asomaba mucho debajo de la gabardina. En ese momento me dio un poco de vergüenza pero la idea de que se diera cuenta de lo que estaba pasando me gustó un poco. Pensar que se podía pajear con la idea de llevarme sentada, casi desnuda, de camino a follar como una perra me puso aún más.
El trayecto eran unos 20 min que se hicieron largos. Me ponía cachondísima hacer todo aquello y que él no sospechara nada. Era noviembre y así todo sudaba un poco de los nervios, pero más chorreaba con la idea. Aproveché para mandarle una foto donde se veían mis muslos asomando. Me respondió con un:” te comía entera” Lo que no se veía en la foto era el charquito que se estaba formando en la parte pegada a mi coño. Menos mal que era oscura la gabardina.
Al llegar toqué el telefonillo y solo dejé que me viera el escote por la pantalla. Escuché un -joder- al terminar de pulsar el botón para abrirme. No quise desvelar la sorpresa hasta que pudiera verme. Subí por el ascensor mirándome al espejo mientras me soltaba el pelo y me acomodaba lo poco que llevaba puesto. Tengo buenos pechos y se me marcaban los pezones.
Me desabroché entera la gabardina. La intenté sujetar con las dos manos mientras pensaba: ¡que no entre nadie en el ascensor, por dios! Llegué a su piso y los tacones se escuchaban bastante en el rellano. Toqué el timbre y tapé la mirilla. Solté la otra mano de la gabardina en el momento justo. Cuando abrió la puerta se encontró una gabardina abierta lo suficiente como para ver mi cuerpo desnudo debajo.
Me sujetó por la cintura y me pegó a su cuerpo mientras me besaba. Todo esto sin pasar de la puerta. Pasamos a la entrada y de pie contra el armario ropero me subió a horcajadas y me mordisqueó las tetas. Yo solo quería quitarle la ropa y lamerlo hasta gastarlo. Al bajarme me quedé completamente desnuda y arrodillada ante su polla durísima. La busqué solo con mi lengua recorriéndola desde la base a la punta. Me apetecía recrearme pero no me dejó. Quiero follarte- me dijo-
Saqué el cinturón de sus pantalones y se lo di. Me apetecía probar algo con él. Nos fuimos al sofá y me puse a cuatro patas acariciando el cinturón que llevaba en la mano. Le dio dos vueltas en la mano dejando una porción sobrante y con la otra mano me sujetó con firmeza el cuello. El primer azote fue suave. Creo que para tantear. Sin soltar mi cuello, acerca mi cara a la suya y le digo bajito: -más fuerte-
Esta vez le veo en los ojos las ganas de azotarme más fuerte. Yo mojadísima, a cuatro patas esperando mi azote. Me lo da, me lo da bien, me vuelve a besar y me da otro que pica un poco más. Ese escozor me retumba en el coño y solo quiero que me de otro. Me lo da y me vuelve a retumbar el coño, a esas alturas chorreante. Me da otro más fuerte y le busco la polla y me la meto entera en la boca. Suelta el cinturón y me introduce un par de dedos. Los saca y los mete en mi boca diciéndome: -mira cómo sabe un coñito- Le sujeté la mano y se la volví a meter en mi coño, la saqué y le lamí esos dos dedos chorreando. Lo repetí un par de veces más. Me hizo sentir como si me comiese mi propio coño. En la última no pude evitar correrme. Y entonces aprovechó para meterme su polla. Arrodillada me folló dejándome sentir bien cómo entraba y salía sin prisa cada centímetro. Esta vez se me notó mucho la corrida y el al oírme tampoco pudo resistir la tentación.