Obligada a confesar 3

Victor Mancini

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27 Nov 2025
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Continuacion del relato Obligada a confesar



300

Bueno, al final me he animado a escribir.
Al principio la idea era que Elena escribiera ella sola, por motivos egoístas: yo quería que contara todos esos detalles sucios, que normalmente se corta, y de paso que otros también se pajeasen leyendo lo puta que es.
Pero luego he pensado: ¿y por qué no aporto también yo al relato? Hay cosas que a ella se le escapan, o que se calla porque le da vergüenza. Yo las veo, las huelo y las disfruto.
Soy fotógrafo y tengo gustos cambiantes. Creo que como a casi todos los tíos: que nos pone un tipo de tía y después otro tipo. A veces quieres pocas tetas y otras veces te apetecen grandes tetas. Pues Elena entra en la categoría del medio. Todo el que la vea pensará lo mismo: muy follable.
Elena tiene una altura media, no llega a alta ni a baja. Con un poco de fuerza la puedes coger en brazos y follártela de pie, dando estocadas en el coño hasta que se te cansen los bíceps (lo has adivinado, voy al gym para poder partirla en dos).
El culo de Elena… con el tiempo uno se acostumbra a lo bueno y hoy día hasta me parece pequeño, pero es porque se sostiene sobre unas buenas piernas. En el coche siempre le meto un manotazo en esos muslos duros o los agarro hasta dejarle marcas. Cuando le abres los cachetes hay dos opciones: el coño, que con dos caricias ya se pone a chorrear, o esa flor anal que con un escupitajo te deja pasar. Una vez entra la cabezota morada por el aro, es un machaque de embestidas sin piedad a la par que un concierto de gemidos y quejidos. Le duela o no, ella lo aguanta todo. A veces pienso que en el fondo disfruta más cuando paso de su placer y solo la utilizo como un juguete para echar mi lefa dentro.
Eso es Elena: tiene un coño que está hecho para follar.
Y por eso cuando sale de fiesta con sus amigas siempre tengo la duda de si se la follan. Y es que a Elena cuando bebe se le espatarran las piernas a lo «ábrete sésamo». Si la ves en la discoteca moviendo el culo de lado a lado es como si estuviera entonando un canto de sirena, pero al oído de una polla. Apuesto que si la vieras te entrarían ganas de tirártela ahí mismo.
Yo sí, soy un pajero desde la infancia. Me encanta el porno, disfruto al recrearlo y mezclarlo con la realidad. Y he encontrado a mi actriz porno perfecta: cuerpo y mente. Lo bonito de nuestra relación no es solo la compatibilidad y la atracción sexual, sino la falta de juicio y prejuicio. Supongo que somos sapiosexuales de esos, como dicen los modernos. Pero sobre todo somos dos cerdos. Yo nunca la he juzgado por nada, ni ella a mí, y eso creo que es lo que nos permite ser uno mismo frente al otro. Por eso no me molesta que se tire a otro. Lo que me fastidia realmente es no poder verlo o grabarlo.
Y yo en la cama soy un sádico. Solo con darle un tortazo al culo se me pone dura la polla. Y me da mucho morbo cuando le retuerzo los pezones a Elena y se queja como una niña chica del dolor, y ver a esa mujer fuerte romperse por placer. Creo que es eso. Me pone dominar a una hembra dominante. Tengo mucho control para no correrme rápido, por lo cual disfruto empalándola con pollazos duros y rápidos hasta que me falla el aliento. Y la bestia de Elena aguanta con las piernas abiertas recibiendo mi furia y gimiendo como una mula, y nunca se rinde. Me di cuenta desde el primer polvo. Era como una actriz porno o. mejor dicho, una atleta del porno: hiperflexible para ponerla en todas las posiciones que se te ocurran, resistente, con actitud de guarra hasta el tuétano… Pero ni soy escritor ni tengo las ganas ahora mismo de describir tanto, os podéis imaginar de lo que tengo ganas ahora mismo al hablar de ella. Es una yegua a la que hay que pegarle tortazos, morderla y tirarle de esa melena para dominarla de verdad.

Ahora viene lo bueno.
Ayer volvió de Cádiz duchada y perfumada. Pero con cara de resacosa. Raro, raro, raro…
Ni marcas ni olores raros. Cualquiera habría pensado que había sido una santa.
A mí no me la cuela.
Porque tengo al Lolo, el técnico de luces, metido en el rodaje.
El martes me escribió como quien no quiere la cosa:
«Illo illo!!! No veas la Elena la de maqui pelu. No te la habías tirado? Está pa darle fuerte y flojo 🤤. Hay apuestas a ver kién se la mete.»
Y yo haciéndome el loco: «Jajjajaja. Doy fe. Cuánto han apostado? Alguien ha pillado?»
Javi: «300 pavos. Hay 1 jipi francés q va enfilao. Llevan toda la noxe mamoneando. T voy contando.»
A las 4:23:
«Afirmativo. En la 312 se ha liao parda XD. Punto pal Cedric.»
Y yo: «Jjjjjj q cabrón! Quiero el parte. Qué morbazo.»
Y esa noche me la casqué cuatro veces imaginando lo que el zorrón de mi hembra había hecho para poner cardiaco a todo el hotel.
A la mañana siguiente tenía un mensaje de Lolo con una foto de una manaza agarrando como un trofeo el tanga de estrellas de Elena todo acartonado:
Lolo: «Dice que la ha enculado y meado en la boca. Qué joputa jajjaaja».
Cuando la vi en llegadas ya se me estaba poniendo morcillona.
En el coche empecé suave.
—¿Qué tal el rodaje, reina mora?
—Bueno, mucho curro, pero ayer por fin acabamos. Y muy guay. Me la pillé buena, ja ja. Me puse a hacer el indio con una barra en un garito y la lié parda. No sabes lo que te has perdido…
—¿Qué me he perdido exactamente? ¿No habías dicho que había un actor francés que te estaba tirando los trastos? Me han contado algo...
Se quedó pálida.
—¿Quién te lo ha dicho?
—Un pajarito. Y ahora me lo vas a contar tú . Con pelos y señales—le dije muy serio, qué buen actor se ha perdido el mundo—. Y si te saltas algo te juro que te dejo el culo morado.
Llegamos a casa. Cerré la puerta y la empujé contra la pared.
—Desnúdate. Ya.
—Frank…
—He dicho ya, zorra de apuesta.
Se quedó desnuda en la cocina, temblando en silencio.
Ni una marca. El crimen perfecto.
Pensé: «Te limpiaste bien para que yo no notara nada, cabrona. Pero yo ya sé que se han llevado 300 pavos a tu costa».
La llevé al dormitorio con las muñecas en la espalda y la tiré boca abajo sobre la cama.
—Culo en pompa. Ya.
—Cariño, jajaja…
¡PLAS! Un azote brutal que le cruzó la nalga. Se le puso rojo al instante. Se me puso la polla como un obús.
—¡Te he dicho que culo en pompa, putilla de 300 euros!
Elena obedeció en silencio. La até con las correas negras, muñecas y tobillos bien abiertos.
Le escupí en el culo y le metí el plug de acero grande sin miramientos.
Ella gritó de dolor y placer.
—Ah, joder… qué bruto, amor…
—Duele porque anoche te follaron el culo por dinero, ¿verdad?
—No…
¡PLAS! ¡PLAS! ¡PLAS! Tres seguidos.
—¡Contesta!
—¡Sí! ¡Sí, joder!
—¿Y quién era el francés ese que ganó la apuesta?
—¿Quién? ¡Ay! Joder… ¡Cédric!
¡PLAS!
—Repite, putita: «Fui la puta de la apuesta y dejé que un francés me usara toda la noche por 300 euros».
Entre lágrimas:
—Fui… la puta de la apuesta… y dejé que un francés me usara toda la noche por 300 euros…
¡PLAS!
—¡Más alto, guarrilla. Mira qué barata!
Lo gritó hasta que se le quebró la voz.
Pensé: «Eso es. Humíllate más, amor. Voy a explotar».
Me puse detrás, le arranqué el plug y le metí la polla hasta los huevos de una embestida. No podía parar de bombearle el culo.
—¿Te folló así? ¿O ibas tan pedo que no te acuerdas?
—No…
—¿Cómo entonces?
—Más despacio… me miraba…
—¿Y te gustó más que yo? ¿Sabes que eres la zorra del rodaje?
—Nunca… Frank…
—Mentirosa.
¡PLAS! ¡PLAS!
Pensé: «Seguro que sí te gustó más. Y me encanta que me mientas mientras te destrozo».
Le agarré el pelo, tiré hacia atrás y le escupí en la cara.
—Eres una puta de 300 euros. Repítelo.
—Soy… una puta de 300 euros…
¡PLAS!
—Y te meó encima como un perro, ¿verdad? ¿Te meó en la boca?
Silencio.
Diez azotes seguidos, sin parar. No paraba de gritar. Le temblaban las piernas.
—¡Verdad o mentira!
—¡Verdad! ¡Me meó, pero no en la boca! ¡Au!
Pensé: «Mi novia, premio de apuesta y orinal de lujo. Puta. Puta. Puta».
Me corrí dentro con un rugido, llenándola. Bien dentro. Ella se retorcía. Cuando acabé le saqué la polla y tenía todo el culo abierto palpitando. La desaté y la giré hacia mí. Tenía la cara roja, llena de mocos, y mis escupitajos resbalándole por la mejilla.
—Ahora empieza desde el principio. Y cada vez que te saltes algo, te doy diez azotes más. Quiero saber cómo te usaron y cómo te mearon en la boca para ganar una apuesta. Es el marujeo del rodaje… Después te voy a follar otra vez. Bien despacio, para que sientas cada centímetro mientras me confiesas lo puta barata que eres.
—Y luego te voy a follar bien esa boquita tan sucia, para que no digas tantas mentiras. ¿Vale, mi amor?
Elena tragó saliva, respiró hondo y asintió temblando. Y empezó:
—Cuando iba a entrar en mi habitación, me agarró por detrás y…
Yo sonreí y me dije: «Esto va a ser divertido».
Continuará…
 
Continuacion del relato Obligada a confesar



300

Bueno, al final me he animado a escribir.
Al principio la idea era que Elena escribiera ella sola, por motivos egoístas: yo quería que contara todos esos detalles sucios, que normalmente se corta, y de paso que otros también se pajeasen leyendo lo puta que es.
Pero luego he pensado: ¿y por qué no aporto también yo al relato? Hay cosas que a ella se le escapan, o que se calla porque le da vergüenza. Yo las veo, las huelo y las disfruto.
Soy fotógrafo y tengo gustos cambiantes. Creo que como a casi todos los tíos: que nos pone un tipo de tía y después otro tipo. A veces quieres pocas tetas y otras veces te apetecen grandes tetas. Pues Elena entra en la categoría del medio. Todo el que la vea pensará lo mismo: muy follable.
Elena tiene una altura media, no llega a alta ni a baja. Con un poco de fuerza la puedes coger en brazos y follártela de pie, dando estocadas en el coño hasta que se te cansen los bíceps (lo has adivinado, voy al gym para poder partirla en dos).
El culo de Elena… con el tiempo uno se acostumbra a lo bueno y hoy día hasta me parece pequeño, pero es porque se sostiene sobre unas buenas piernas. En el coche siempre le meto un manotazo en esos muslos duros o los agarro hasta dejarle marcas. Cuando le abres los cachetes hay dos opciones: el coño, que con dos caricias ya se pone a chorrear, o esa flor anal que con un escupitajo te deja pasar. Una vez entra la cabezota morada por el aro, es un machaque de embestidas sin piedad a la par que un concierto de gemidos y quejidos. Le duela o no, ella lo aguanta todo. A veces pienso que en el fondo disfruta más cuando paso de su placer y solo la utilizo como un juguete para echar mi lefa dentro.
Eso es Elena: tiene un coño que está hecho para follar.
Y por eso cuando sale de fiesta con sus amigas siempre tengo la duda de si se la follan. Y es que a Elena cuando bebe se le espatarran las piernas a lo «ábrete sésamo». Si la ves en la discoteca moviendo el culo de lado a lado es como si estuviera entonando un canto de sirena, pero al oído de una polla. Apuesto que si la vieras te entrarían ganas de tirártela ahí mismo.
Yo sí, soy un pajero desde la infancia. Me encanta el porno, disfruto al recrearlo y mezclarlo con la realidad. Y he encontrado a mi actriz porno perfecta: cuerpo y mente. Lo bonito de nuestra relación no es solo la compatibilidad y la atracción sexual, sino la falta de juicio y prejuicio. Supongo que somos sapiosexuales de esos, como dicen los modernos. Pero sobre todo somos dos cerdos. Yo nunca la he juzgado por nada, ni ella a mí, y eso creo que es lo que nos permite ser uno mismo frente al otro. Por eso no me molesta que se tire a otro. Lo que me fastidia realmente es no poder verlo o grabarlo.
Y yo en la cama soy un sádico. Solo con darle un tortazo al culo se me pone dura la polla. Y me da mucho morbo cuando le retuerzo los pezones a Elena y se queja como una niña chica del dolor, y ver a esa mujer fuerte romperse por placer. Creo que es eso. Me pone dominar a una hembra dominante. Tengo mucho control para no correrme rápido, por lo cual disfruto empalándola con pollazos duros y rápidos hasta que me falla el aliento. Y la bestia de Elena aguanta con las piernas abiertas recibiendo mi furia y gimiendo como una mula, y nunca se rinde. Me di cuenta desde el primer polvo. Era como una actriz porno o. mejor dicho, una atleta del porno: hiperflexible para ponerla en todas las posiciones que se te ocurran, resistente, con actitud de guarra hasta el tuétano… Pero ni soy escritor ni tengo las ganas ahora mismo de describir tanto, os podéis imaginar de lo que tengo ganas ahora mismo al hablar de ella. Es una yegua a la que hay que pegarle tortazos, morderla y tirarle de esa melena para dominarla de verdad.

Ahora viene lo bueno.
Ayer volvió de Cádiz duchada y perfumada. Pero con cara de resacosa. Raro, raro, raro…
Ni marcas ni olores raros. Cualquiera habría pensado que había sido una santa.
A mí no me la cuela.
Porque tengo al Lolo, el técnico de luces, metido en el rodaje.
El martes me escribió como quien no quiere la cosa:
«Illo illo!!! No veas la Elena la de maqui pelu. No te la habías tirado? Está pa darle fuerte y flojo 🤤. Hay apuestas a ver kién se la mete.»
Y yo haciéndome el loco: «Jajjajaja. Doy fe. Cuánto han apostado? Alguien ha pillado?»
Javi: «300 pavos. Hay 1 jipi francés q va enfilao. Llevan toda la noxe mamoneando. T voy contando.»
A las 4:23:
«Afirmativo. En la 312 se ha liao parda XD. Punto pal Cedric.»
Y yo: «Jjjjjj q cabrón! Quiero el parte. Qué morbazo.»
Y esa noche me la casqué cuatro veces imaginando lo que el zorrón de mi hembra había hecho para poner cardiaco a todo el hotel.
A la mañana siguiente tenía un mensaje de Lolo con una foto de una manaza agarrando como un trofeo el tanga de estrellas de Elena todo acartonado:
Lolo: «Dice que la ha enculado y meado en la boca. Qué joputa jajjaaja».
Cuando la vi en llegadas ya se me estaba poniendo morcillona.
En el coche empecé suave.
—¿Qué tal el rodaje, reina mora?
—Bueno, mucho curro, pero ayer por fin acabamos. Y muy guay. Me la pillé buena, ja ja. Me puse a hacer el indio con una barra en un garito y la lié parda. No sabes lo que te has perdido…
—¿Qué me he perdido exactamente? ¿No habías dicho que había un actor francés que te estaba tirando los trastos? Me han contado algo...
Se quedó pálida.
—¿Quién te lo ha dicho?
—Un pajarito. Y ahora me lo vas a contar tú . Con pelos y señales—le dije muy serio, qué buen actor se ha perdido el mundo—. Y si te saltas algo te juro que te dejo el culo morado.
Llegamos a casa. Cerré la puerta y la empujé contra la pared.
—Desnúdate. Ya.
—Frank…
—He dicho ya, zorra de apuesta.
Se quedó desnuda en la cocina, temblando en silencio.
Ni una marca. El crimen perfecto.
Pensé: «Te limpiaste bien para que yo no notara nada, cabrona. Pero yo ya sé que se han llevado 300 pavos a tu costa».
La llevé al dormitorio con las muñecas en la espalda y la tiré boca abajo sobre la cama.
—Culo en pompa. Ya.
—Cariño, jajaja…
¡PLAS! Un azote brutal que le cruzó la nalga. Se le puso rojo al instante. Se me puso la polla como un obús.
—¡Te he dicho que culo en pompa, putilla de 300 euros!
Elena obedeció en silencio. La até con las correas negras, muñecas y tobillos bien abiertos.
Le escupí en el culo y le metí el plug de acero grande sin miramientos.
Ella gritó de dolor y placer.
—Ah, joder… qué bruto, amor…
—Duele porque anoche te follaron el culo por dinero, ¿verdad?
—No…
¡PLAS! ¡PLAS! ¡PLAS! Tres seguidos.
—¡Contesta!
—¡Sí! ¡Sí, joder!
—¿Y quién era el francés ese que ganó la apuesta?
—¿Quién? ¡Ay! Joder… ¡Cédric!
¡PLAS!
—Repite, putita: «Fui la puta de la apuesta y dejé que un francés me usara toda la noche por 300 euros».
Entre lágrimas:
—Fui… la puta de la apuesta… y dejé que un francés me usara toda la noche por 300 euros…
¡PLAS!
—¡Más alto, guarrilla. Mira qué barata!
Lo gritó hasta que se le quebró la voz.
Pensé: «Eso es. Humíllate más, amor. Voy a explotar».
Me puse detrás, le arranqué el plug y le metí la polla hasta los huevos de una embestida. No podía parar de bombearle el culo.
—¿Te folló así? ¿O ibas tan pedo que no te acuerdas?
—No…
—¿Cómo entonces?
—Más despacio… me miraba…
—¿Y te gustó más que yo? ¿Sabes que eres la zorra del rodaje?
—Nunca… Frank…
—Mentirosa.
¡PLAS! ¡PLAS!
Pensé: «Seguro que sí te gustó más. Y me encanta que me mientas mientras te destrozo».
Le agarré el pelo, tiré hacia atrás y le escupí en la cara.
—Eres una puta de 300 euros. Repítelo.
—Soy… una puta de 300 euros…
¡PLAS!
—Y te meó encima como un perro, ¿verdad? ¿Te meó en la boca?
Silencio.
Diez azotes seguidos, sin parar. No paraba de gritar. Le temblaban las piernas.
—¡Verdad o mentira!
—¡Verdad! ¡Me meó, pero no en la boca! ¡Au!
Pensé: «Mi novia, premio de apuesta y orinal de lujo. Puta. Puta. Puta».
Me corrí dentro con un rugido, llenándola. Bien dentro. Ella se retorcía. Cuando acabé le saqué la polla y tenía todo el culo abierto palpitando. La desaté y la giré hacia mí. Tenía la cara roja, llena de mocos, y mis escupitajos resbalándole por la mejilla.
—Ahora empieza desde el principio. Y cada vez que te saltes algo, te doy diez azotes más. Quiero saber cómo te usaron y cómo te mearon en la boca para ganar una apuesta. Es el marujeo del rodaje… Después te voy a follar otra vez. Bien despacio, para que sientas cada centímetro mientras me confiesas lo puta barata que eres.
—Y luego te voy a follar bien esa boquita tan sucia, para que no digas tantas mentiras. ¿Vale, mi amor?
Elena tragó saliva, respiró hondo y asintió temblando. Y empezó:
—Cuando iba a entrar en mi habitación, me agarró por detrás y…
Yo sonreí y me dije: «Esto va a ser divertido».
Continuará…
Uuuuff increible ... me encanta
 
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