Oscuro secreto

En internet hay de todo.

Me tiré un buen tiempo buscando y mirando. Lo siento para los que esperabais intrigados, pero no encontré nada. Miré páginas de varios clubes que me salieron, leí reseñas, consulté foros... Pero nada. Mi amiga Inma no aparecía en ningún sitio. Ni siquiera referencias a una chica española de rasgos anglosajones.
No obstante, la historia daba el morbo justo para poder recrearme en mi masturbación. ¿Cómo se movería? ¿Que tipo de público acudiría al Club? ¿Que canciones sonarían? Por mi cabeza pasaban múltiples escenas que me aportaban momentos maravillosos. Me imaginaba sus prodigiosas caderas meneándose, como algunas noches había comprobado que se movían de fiesta, al ritmo de Maluma, Romeo Santos o Ricky Martin.

Semanas después volvimos a quedar. Esta vez me dijo que no la recogiese en ningún sitio. Aprovechando que sus compañeras no estaban, pediríamos cena y tomaríamos algo en su piso. En ningún momento pensé en tener algo o que pudiese surgir nada con ella. Seguía creyendo que todo aquello formaba parte de su terapia. Una persona ajena a la que abrirse para poder canalizar toda la vergüenza y el dolor que había podido sentir aquellos días.

Me presenté en el portal y llamé al telefonillo. Me contestó con voz dulce y me invitó a pasar. El piso estaba en la zona vieja de la ciudad, debía tener 70 años desde su construcción. Un pequeño salón con un sofá que debía haber visto demasiadas batallas y que se cubría con una sábana, una tele de tamaño mediano sobre un mueblecito y una mesa pequeña en el centro. Su cuarto se podía ver desde el propio sofá, con la puerta entornada. Cenamos chino. Reímos. Seguimos hablando de lo que nos había ido pasando esos días y... Cómo si alguien hubiese chasqueado los dedos, volvió a entrar en algo parecido a un trance.

- ¿Recuerdas lo del Club?
-Inma, de verdad, no es necesario que...

Me volvió a interrumpir. O quizá es que ni siquiera se había dado cuenta de que yo estaba hablando.

-Estuve unos meses. Tuve éxito. Hubo un par de clientes que se encapricharon y pedían bastantes bailes privados. Pagaban bien y no se solían pasar de la raya. Pero llega un punto en el que una vez cruzada una línea, el resto se vuelven mas fáciles de pasar.

Por mi cabeza pasaron las mismas imágenes que te estarán pasando a ti. ¿Que ocurría verdaderamente en esos bailes privados? No tuve tiempo de hacer conjeturas, ni tampoco preguntas. Inma se levantó del sofá y fue hacia la habitación. Volvió con un ordenador portátil que dejó sobre la mesa con la pantalla abierta. Se inclinó hacia delante y tecleó algunas cosas en la barra de direcciones antes de girarlo para ponerlo frente a mi.

De repente yo estaba viendo el perfil de OF de mi amiga. Me quedé parado. ¿Que puedes decir en una situación así? La mire de reojo y vi como ella esperaba una reacción.

-Inma, de verdad, no es necesario...

No dijo nada. Se limitó a acercarse a la mesa y empezar a bajar hacia abajo en la página.


Ante mí había un extenso catálogo de fotos y pequeños videos en los que Inma insinuaba pero no terminaba de mostrar. "Con los privados se ganaba bastante más." Me dijo.

-Pe.. pero... ¿Tú...?

-No, ya no sigo.

Y me mostró la fecha de la última publicación, bastante antigua.

A pesar de eso, no desactivó la cuenta. Y todavía le llegaban ingresos de gente que se suscribía, aunque me confesó que no respondía privados ni a encargos especiales. Lo decía con total naturalidad y tenía yo más vergüenza de mirar más allá que ella de mostrarme.

Aún así bajamos un poco. Había fotos en lencería, con batas semitransparentes y pijamas o camisones insinuantes. También todo tipo de complementos eróticos, como ligueros, medias o tacones altos. Me gustó el detalle de que no fuesen los típicos de estrella del porno, con plataforma o de aguja, sino unos también altos, que al ser tan bajita le favorecían, y con elegancia. De pronto vino una serie de publicaciones que, a pesar de estar subidas en días espaciados, parecían ser del mismo momento. Se la veía a ella, en lo que parecía la suite de un hotel lujoso, posando en la cama y un jacuzzi. Era de las pocas publicaciones en las que enseñaba algo más y podía comprobar al cien por cien que sus tetas eran tal y como las imaginaba. Estaba tan embelesado en las publicaciones que no me di cuenta de que mi polla empezaba a dar cuenta de lo mucho que me gustaba aquel material.
 

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