Escritor45Madrid
Miembro muy activo
Camino por la acera del Paseo de Delicias de Madrid con una mezcla de excitación y nerviosismo. Por muchas veces que he ido a sexshops nunca he conseguido que desaparezca ese nerviosismo inicial al entrar. Llego a la puerta y entro sin pensármelo. Saludo con un "buenas tardes" al dependiente. Hoy es una mujer la que está allí con lo que confieso que me da más morbo. Me dirijo directamente al fondo de la tienda en busca del torno de acceso. Ya llevo el dinero preparado. Lo introduzco en la máquina y el torno se desbloquea. Atravieso el torno y paso por entre las cortinas de tiras. Accedo a la oscuridad. A ese mundo paralelo de vicio.
El corazón me late a mil por hora. Mis ojos están ciegos y tardarán unos segundos en adaptarse a esa oscuridad. Es una sensación desagradable pero pronto pasará. Empiezo a pasear por los pasillos para ver qué hay hoy por allí dentro. Se escuchan gemidos de alguna de las pelis pornos que hay en las cabinas. Me encanta el porno. Me cruzo con algún hombre. Nos miramos como intentando adivinar qué es lo que buscamos cada uno de nosotros. Yo deseo ver pollas, tocarlas, pajearlas, pajearme, ver corridas, correrme antes de salir de allí. Me meto dentro de una cabina para que mis ojos se acostumbren a la poca y rojiza luz del lugar. Echo el cerrojo. Se escuchan gemidos de tío. El ultimo hombre que estuvo allí dentro dejó puesta una peli porno gay. Veo que hay otra cabina adosada a la mía con gloryhole. Miro por el agujero. No hay nadie al otro lado. Echo un vistazo a la papelera. Hay papel y restos de semen. Me pone a mil ver corridas de otros tíos que han estado de paja allí dentro. Desabrocho mi pantalón y lo bajo hasta los tobillos. Luego hago lo mismo con mi slip. Por fin tengo mi polla al aire. Qué ganas tenía de hacerlo. Estoy empalmado. Mientras me la meneo con la mano izquierda con la derecha elijo peli porno en la pantalla. Hoy me apetece ver temática bukkake. Después de un rato pulsando los botones llego a una película con una escena donde hay chica con la cara manchada de semen y arrodillada entre dos tíos pajeándose. En breve va a recibir sus dos lefazos. Me excitan mucho las corridas y el semen. Escucho ruido en la cabina de al lado. Alguien ha entrado. Suena el cerrojo. Dirijo mi mirada al agujero. Me excita que me miren. Bamboleo mi rabo tieso. Veo una boca abierta asomando por el agujero. No busco mamada. Se lo indico con un gesto con el dedo. Miro la pantalla. Una nueva corrida cae en la cara de la chica. Al chico de la película que se acaba de correr le sustituye otro chico pajeándose. Escucho el cerrojo de la cabina de al lado. El tío se está marchando al ver que no soy lo que está buscando.
Estoy muy caliente. Hoy quiero cumplir una fantasía que ronda mi cabeza desde hace tiempo. Quito el cerrojo de mi cabina. Abro por completo la puerta. Agarro mi polla con la mano y me la meneo. El corazón me late con fuerza esperando que alguien pase por el pasillo y me vea de paja. Aparece un hombre junto a mi cabina. Se queda mirando unos instantes pero sigue andando. Al poco rato aparece otro. Me ve, se queda mirando, se asoma y me pregunta si no quiero que me la chupe. Le respondo que solo busco pajas. “Una lástima” dice. Tengo la sensación de que ese hombre es el que había estado anteriormente al otro lado del gloryhole. Vuelvo a mirar la pantalla mientras me pajeo. De repente aparece otro hombre. Se queda mirando junto a la puerta. Mira mi polla. Está excitado porque se toca su polla por encima del pantalón. Tal y como se la toca se nota que está empalmado.
“¿Buscas paja?”, me pregunta.
Le respondo: “Sí, y si es mutua mejor”.
“¿Puedo pasar?”, me pregunta educadamente.
“Sí", vuelvo a responder.
El hombre se mete dentro de la cabina, cierra la puerta y echa el cerrojo. Me excita que estemos allí los dos encerrados en la cabina y bien cachondos.
“Qué buena polla tienes”, me dice.
“Gracias” le respondo. “Puedes tocarla si te apetece”, añado.
El hombre no lo duda y agarra mi polla con su mano derecha. Me la menea. Mientras con su mano izquierda pajea su polla por encima de su pantalón.
“¿Puedo ver la tuya?” le digo.
“Por supuesto”, responde.
A continuación, desabrocha su pantalón. Lo baja hasta las rodillas. Luego baja su slip y aparece a la vista una polla empalmadísima. Tiene buen tamaño también. Me la ofrece. La agarro con mi mano derecha. Me encanta esa sensación de tener otra polla dura en la mano. Él vuelve a agarrar mi polla con su mano derecha.
“La están poniendo fina”, dice el hombre comentando la peli porno que hay en pantalla.
“Ya ves. Me encanta verlas con la cara llena de leche”, respondo.
“A mí también”, dice él.
Seguimos pajeándonos mutuamente mientras vemos en la pantalla como una nueva corrida cae en la cara de la chica.
“¿Sacamos nuestra leche a su salud?”, le digo al hombre.
“Sí, tío”, responde. “Pero ¿te apetece antes juntar rabos un rato?, me pregunta.
“Claro”, le digo.
Cada uno toma el control de su polla con su mano derecha. Acercamos nuestras pollas y dejamos que se toquen. Las frotamos una contra la otra. Hacemos lucha de espadas.
“Necesito correrme, me falta poco”, le digo al hombre.
“Pues vamos a darle hasta lefar”, responde.
Agarramos cada uno nuestra polla. Empezamos a darle duro. Miro la pantalla. La chica de la película tiene una polla a escasos centímetros de su cara a punto de soltar una nueva corrida encima de ella. El tío de la película se la menea con fuerza y yo y mi acompañante de la cabina también. No aguanto más. Me corro con un gemido mientras mi leche cae dentro de la papelera. El actor de la película empieza también a soltar su leche. Qué envidia. A mí también me habría gustado soltar mi leche en la cara de la actriz. Mi acompañante de cabina empieza a gemir. Le miro justo cuando su polla empieza a soltar su leche también dentro de la papelera.
“Qué buena paja tio”, me dice el hombre mientras nos limpiamos la polla con un pañuelo de papel.
Luego él se guarda la polla dentro del slip primero y del pantalón después. Yo me quedo con la polla al aire.
“Tengo que marcharme”, me dice.
“Yo me quedaré un rato más a ver si me hago otra paja”, le respondo.
Nos despedimos. El hombre sale de la cabina. Yo cierro y echo el cerrojo. Ahora me apetece un rato de paja a solas. Aunque al otro lado del gloryhole hay otro hombre. Pero hago como que no está y voy a lo mío. Que disfrute mirando como me hago una nueva paja. Elijo una nueva película porno. Me la meneo con tranquilidad durante largo rato hasta correrme de nuevo. Me subo la ropa. Es hora de salir al mundo real y abandonar ese mundo paralelo de vicio.
Atravieso las cortinas y regreso a la tienda. La dependienta está en el mostrador. “Buenas tardes” le digo al pasar junto a ella. Me da morbo haber vaciado mis huevos en su tienda. Salgo a la calle. Durante unos segundos siento el nerviosismo de si alguien conocido me habrá visto salir de allí. Avanzo por la acera. Cuando el sexshop se queda atrás ese sentimiento va desapareciendo. Ya soy uno más en ese mundo exterior y nadie se ha dado cuenta de mi visita a ese lugar.
El corazón me late a mil por hora. Mis ojos están ciegos y tardarán unos segundos en adaptarse a esa oscuridad. Es una sensación desagradable pero pronto pasará. Empiezo a pasear por los pasillos para ver qué hay hoy por allí dentro. Se escuchan gemidos de alguna de las pelis pornos que hay en las cabinas. Me encanta el porno. Me cruzo con algún hombre. Nos miramos como intentando adivinar qué es lo que buscamos cada uno de nosotros. Yo deseo ver pollas, tocarlas, pajearlas, pajearme, ver corridas, correrme antes de salir de allí. Me meto dentro de una cabina para que mis ojos se acostumbren a la poca y rojiza luz del lugar. Echo el cerrojo. Se escuchan gemidos de tío. El ultimo hombre que estuvo allí dentro dejó puesta una peli porno gay. Veo que hay otra cabina adosada a la mía con gloryhole. Miro por el agujero. No hay nadie al otro lado. Echo un vistazo a la papelera. Hay papel y restos de semen. Me pone a mil ver corridas de otros tíos que han estado de paja allí dentro. Desabrocho mi pantalón y lo bajo hasta los tobillos. Luego hago lo mismo con mi slip. Por fin tengo mi polla al aire. Qué ganas tenía de hacerlo. Estoy empalmado. Mientras me la meneo con la mano izquierda con la derecha elijo peli porno en la pantalla. Hoy me apetece ver temática bukkake. Después de un rato pulsando los botones llego a una película con una escena donde hay chica con la cara manchada de semen y arrodillada entre dos tíos pajeándose. En breve va a recibir sus dos lefazos. Me excitan mucho las corridas y el semen. Escucho ruido en la cabina de al lado. Alguien ha entrado. Suena el cerrojo. Dirijo mi mirada al agujero. Me excita que me miren. Bamboleo mi rabo tieso. Veo una boca abierta asomando por el agujero. No busco mamada. Se lo indico con un gesto con el dedo. Miro la pantalla. Una nueva corrida cae en la cara de la chica. Al chico de la película que se acaba de correr le sustituye otro chico pajeándose. Escucho el cerrojo de la cabina de al lado. El tío se está marchando al ver que no soy lo que está buscando.
Estoy muy caliente. Hoy quiero cumplir una fantasía que ronda mi cabeza desde hace tiempo. Quito el cerrojo de mi cabina. Abro por completo la puerta. Agarro mi polla con la mano y me la meneo. El corazón me late con fuerza esperando que alguien pase por el pasillo y me vea de paja. Aparece un hombre junto a mi cabina. Se queda mirando unos instantes pero sigue andando. Al poco rato aparece otro. Me ve, se queda mirando, se asoma y me pregunta si no quiero que me la chupe. Le respondo que solo busco pajas. “Una lástima” dice. Tengo la sensación de que ese hombre es el que había estado anteriormente al otro lado del gloryhole. Vuelvo a mirar la pantalla mientras me pajeo. De repente aparece otro hombre. Se queda mirando junto a la puerta. Mira mi polla. Está excitado porque se toca su polla por encima del pantalón. Tal y como se la toca se nota que está empalmado.
“¿Buscas paja?”, me pregunta.
Le respondo: “Sí, y si es mutua mejor”.
“¿Puedo pasar?”, me pregunta educadamente.
“Sí", vuelvo a responder.
El hombre se mete dentro de la cabina, cierra la puerta y echa el cerrojo. Me excita que estemos allí los dos encerrados en la cabina y bien cachondos.
“Qué buena polla tienes”, me dice.
“Gracias” le respondo. “Puedes tocarla si te apetece”, añado.
El hombre no lo duda y agarra mi polla con su mano derecha. Me la menea. Mientras con su mano izquierda pajea su polla por encima de su pantalón.
“¿Puedo ver la tuya?” le digo.
“Por supuesto”, responde.
A continuación, desabrocha su pantalón. Lo baja hasta las rodillas. Luego baja su slip y aparece a la vista una polla empalmadísima. Tiene buen tamaño también. Me la ofrece. La agarro con mi mano derecha. Me encanta esa sensación de tener otra polla dura en la mano. Él vuelve a agarrar mi polla con su mano derecha.
“La están poniendo fina”, dice el hombre comentando la peli porno que hay en pantalla.
“Ya ves. Me encanta verlas con la cara llena de leche”, respondo.
“A mí también”, dice él.
Seguimos pajeándonos mutuamente mientras vemos en la pantalla como una nueva corrida cae en la cara de la chica.
“¿Sacamos nuestra leche a su salud?”, le digo al hombre.
“Sí, tío”, responde. “Pero ¿te apetece antes juntar rabos un rato?, me pregunta.
“Claro”, le digo.
Cada uno toma el control de su polla con su mano derecha. Acercamos nuestras pollas y dejamos que se toquen. Las frotamos una contra la otra. Hacemos lucha de espadas.
“Necesito correrme, me falta poco”, le digo al hombre.
“Pues vamos a darle hasta lefar”, responde.
Agarramos cada uno nuestra polla. Empezamos a darle duro. Miro la pantalla. La chica de la película tiene una polla a escasos centímetros de su cara a punto de soltar una nueva corrida encima de ella. El tío de la película se la menea con fuerza y yo y mi acompañante de la cabina también. No aguanto más. Me corro con un gemido mientras mi leche cae dentro de la papelera. El actor de la película empieza también a soltar su leche. Qué envidia. A mí también me habría gustado soltar mi leche en la cara de la actriz. Mi acompañante de cabina empieza a gemir. Le miro justo cuando su polla empieza a soltar su leche también dentro de la papelera.
“Qué buena paja tio”, me dice el hombre mientras nos limpiamos la polla con un pañuelo de papel.
Luego él se guarda la polla dentro del slip primero y del pantalón después. Yo me quedo con la polla al aire.
“Tengo que marcharme”, me dice.
“Yo me quedaré un rato más a ver si me hago otra paja”, le respondo.
Nos despedimos. El hombre sale de la cabina. Yo cierro y echo el cerrojo. Ahora me apetece un rato de paja a solas. Aunque al otro lado del gloryhole hay otro hombre. Pero hago como que no está y voy a lo mío. Que disfrute mirando como me hago una nueva paja. Elijo una nueva película porno. Me la meneo con tranquilidad durante largo rato hasta correrme de nuevo. Me subo la ropa. Es hora de salir al mundo real y abandonar ese mundo paralelo de vicio.
Atravieso las cortinas y regreso a la tienda. La dependienta está en el mostrador. “Buenas tardes” le digo al pasar junto a ella. Me da morbo haber vaciado mis huevos en su tienda. Salgo a la calle. Durante unos segundos siento el nerviosismo de si alguien conocido me habrá visto salir de allí. Avanzo por la acera. Cuando el sexshop se queda atrás ese sentimiento va desapareciendo. Ya soy uno más en ese mundo exterior y nadie se ha dado cuenta de mi visita a ese lugar.