Palmeras

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Invitado
Palmeras



Manu y Alicia llevaban casados diez años, y con este viaje tenían más ilusiones que con el de la luna de miel. Seguían perdídamente enamorados y lo organizaron a conciencia para disfrutar y desconectar de todo. Sus trabajos iban bien: él era ejecutivo de una empresa farmacéutica y ella jefa de recepción de un hotel. Algunas semanas casi ni se veían, por los horarios de ella o los viajes de él, pero su cariño y deseo no disminuía a pesar del paso de los años. Siempre encontraban un momento para dejarse llevar y disfrutar de sus cuerpos y sus mentes. Cada vez que hacían el amor se contaban uno a otro alguna fantasía que hacía el sexo mucho más apasionado, pero nunca pasaba de ahí.

Ella sabía que, por su trabajo, Manu pasaba muchas noches en hoteles de toda Europa. Confiaba en él, pero imaginaba noches de pasión en las que su marido se follaba a chicas que conocía durante una cena, y se lo preguntaba durante el sexo, haciendo que se pusieran los dos más calientes. Él a su vez le preguntaba a cuántos clientes o compañeros se había follado durante el turno de noche, o le hubiera gustado hacerlo. Este juego les encantaba a los dos, y hacía que su vida sexual fuera de todo menos aburrida. Pero la verdad era que nunca habían tenido relaciones con terceras personas, y su vida sexual era muy satisfactoria. Se querían intensamente, y estaban absolutamente entregados el uno al otro.

Tuvieron muchas dudas sobre el lugar de destino, pero finalmente se decantaron por algo seguro. Un destino con todo incluido, con el objetivo de descansar y disfrutar uno del otro y de la playa. El lugar seleccionado fue Cuba. Se pusieron manos a la obra y las navidades las iban a pasar en una playa con un verdadero mojito en la mano. Era el regalo mutuo por un año cargado de trabajo. Diez días de relax en un resort de lujo. Justo lo que necesitaban.

A pesar de las largas horas de vuelo, decidieron cambiarse nada más llegar al hotel e ir directamente a la piscina a comer y relajarse. Después del tercer mojito se sintieron realmente desconectados y comenzaron a disfrutar. En la piscina no pararon de salpicarse agua y bromear. A veces se daban un abrazo y un beso, y en una de esas Manu aprovechó para agarrar con las dos manos el culo de su mujer, por debajo del bañador. Sus dedos se fueron acercándose poco a poco a la zona crítica, tan despacio pero tan previsibles que Alicia estaba impaciente que encontraran el destino definitivo. Entonces ella le pasó los brazos encima de los hombros, abrazándole. Él, entonces, aprovechó para dedicarse en exclusiva a acariciar los alrededores del clítoris, sin llegar a tocarlo. Con la otra mano separaba el biquini y así poder tocar sin impedimento alguno. Alicia le mordió en una oreja y dejó escapar un gemido. Un dedo había entrado por sorpresa en la cueva del placer. Y estaba ahí para explorar. Y eso fue lo que hizo. Primero, entró y salió poco a poco. Después entró hasta el fondo, haciéndola estremecerse. Y después empezó a moverse estimulando todas las paredes interiores, haciéndola contener la respiración. Y entonces, se paró, presionando fuerte el punto G. Ella no pudo contenerse, acelerando ahora su respiración. Manu usó la punta de su índice ahora haciendo círculos en ese lugar mágico, acelerando y frenando, acelerando y frenando. Entonces, el culmen. La explosión. El hecho de haber podido ser observada hizo que se corriera tan rápido. Miró a los lados y no vio a nadie mirándoles, aunque el coctelero del bar que había dentro de la piscina observó toda la escena. Los clientes esperaban pacientemente que terminara de limpiar esa copa con la que llevaba tres minutos. Allí se dirigieron los dos.

-¿Qué va a ser? ¿Otro mojito?- Preguntó el coctelero.

-Pues sí. Y unos nachos. Tenemos hambre. -Contestó Alicia.

-Normal. Hace mucho calor, y más tan juntitos. ¡Marchando dos mojitos super fresquitos, para bajar la temperatura!

Los dos se rieron y se miraron azorados. ¿Los habría visto? De todas formas, ¿qué más daba? Entre otras cosas, a eso habían venido aquí. A miles de kilómetros de casa no iban a cortarse un pelo para disfrutar estos días con total entrega, sin pensar en los demás. Estas vacaciones iban a ser una liberación de ataduras.

Llegaron a la habitación y se ducharon. Se tendieron a dormir un rato, aunque al final fueron varias horas de siesta. Al despertarse ya era de noche, así que se vistieron y se fueron a cenar. Finalmente el jet lag y los mojitos hicieron su trabajo y se fueron a la cama. Había sido un primer día lleno de emociones fuertes. Mañana, pensaron, sería más tranquilo.

Manu se levantó antes que Alicia. Estaba sorprendentemente bien, después de la paliza del día anterior. Se fue a la terraza y la vista era espectacular. Se veían la piscina y el mar. Se sentó a fumar un cigarrillo totalmente desnudo. Eran las diez de la mañana y ya hacía mucho calor. Poco después se despertó Alicia y tanteó la cama con la mano. Abrió entonces los ojos y vio que su marido no estaba. Se levantó, fue al baño y lo buscó. Nada. Entonces lo vio en la terraza. Se acercó y al momento se paró en seco. Se dio cuenta que su marido se estaba masturbando. Nunca lo había visto hacerlo solo, y le entró mucha curiosidad. Se acercó con sigilo para verlo mejor. Su mano se movía con rapidez, y su polla estaba completamente empalmada. Se acordó que ayer ella se quedó satisfecha, pero no se ocupó de él. Así que entró en la terraza y él se sorprendió, intentando taparse.

-Buenos días, cariño. ¿Cómo has dormido? Yo muy bien. ¿Necesitas ayuda con eso? Déjame hacer a mí...

Manu la miró y vio su sonrisa pícara. Alicia se puso en cuclillas y le cogió la polla con una mano. Se la metió en la boca y la metía y la sacaba muy despacio, prestando especial atención al glande. Con los labios ensalivados y casi sin hacer presión, la punta de la polla entraba, salía y cada vez crecía más. Una vez tomó su tamaño máximo, aumentó la presión. Su lengua estrechaba el espacio con el resto de la boca y el efecto era automático: Manu cerró los ojos y solo acertó a decir:

-Así, continúa así... -Dijo con un hilillo de voz.

Alicia empezó a masajearle los testículos y a chuparle cada vez más fuerte, sacando de vez en cuando la polla y lamiéndola juguetona con la lengua mientras lo miraba con cara de vicio, gimiendo de vez en cuando. Ella sabía que eso aceleraría su orgasmo. Cuando vio en su cara que ya no había vuelta atrás, cogió la polla con la mano, lo masturbó fuertemente y le dijo:

-Córrete en mis tetas, cariño. Córrete. Quiero todo tu semen en mis tetas. Venga, venga, quiero un pedazo de corrida, quiero toda tu leche, quiero que te corras ya, quiero que veas mis tetas bañadas en tu semen..

Manu dio un grito y eyaculó en todos sitios menos en ellas, tal potencia llevaba. Ella se echó a reír.

-Parece que voy a tener que darme una ducha. Pero ha merecido la pena, ¿no? Te lo debía de ayer.

Manu la atrajo para sí y le dio un beso en la boca. El día había comenzado de la mejor manera posible.

Pasaron todo el día en la piscina, tomando cócteles. Almorzaron magnífica comida cubana, y se echaron la siesta en las tumbonas. Al día siguiente habían planificado un viaje organizado a la ciudad, pero hoy pensaban quedarse en el resort y relajarse. La tarde la pasaron en la playa, un paraíso de aguas cristalinas, con hamacas entre las palmeras y servicio de cócteles hasta la orilla. Habían bebido ya algunos cuando ella vio una camilla de masaje en una cama balinesa y una chica tendida. Un chico mulato estaba trabajando en su espalda.

-Manu, creo que me voy a dar un homenaje- Dijo Alicia

A su lado estaba tendido Manu, con un cóctel en una mano y un cigarro en la otra.

-¿A qué te refieres? -Dijo él con voz adormecida.

-A que me voy a dar un masaje- Dijo ella. Estoy viendo que te vas a dormir y acabo de ver una camilla donde los dan. Así que te voy a dejar solito un rato. -Dijo ella.

-Muy bien. Despiértame cuando vuelvas. Un besote -Dijo él, a punto de caer.

Alicia esperó a que la chica terminara, y se acercó. Había un chico doblando las toallas y cambiando una sábana. Tendría unos treinta años. Mulato. Con un pantalón blanco largo y una camiseta de tirantas también del mismo color con el logo del hotel. Sus brazos eran fornidos, bien formados. Y su espalda era muy ancha, estirando la camiseta. Tenía pelo a lo afro y cuando la vio acercarse, mostró unos dientes blancos que le hicieron ganar la primera batalla.

-Hola, buenas tardes. Quería saber cómo funciona lo del masaje- preguntó Alicia

-Buenas tardes. Muy fácil: tú te tiendes y yo te masajeo. Sencillo, ¿no?- dijo él soltando una gran risotada. Ella se rió también, contagiada.

-Me refiero al precio, duración, si tengo que reservar antes, esas cosas.-dijo ella.

-Mira, ya estaba a punto de terminar. Normalmente los masajes se cargan en la cuenta de la habitación. Pero antes de irme te voy a hacer un regalito y te voy a hacer un masaje exprés de veinte minutos. Te lo regalo. Solo lo hago con las chicas guapas que se ríen como tú- Dijo sonriendo.

-Pues a eso no le voy a decir que no. ¿Me desnudo? -Dijo algo nerviosa.

-Normalmente las chicas tardan en decirme eso cinco minutos. Pero tú tienes el record, ¡jajajaja! Pues cuando quieras. -dijo él.

-Perdona, me refería al top. Imagino que hará falta, ¿no?- Dijo ruborizándose.

-Por supuesto. Estaba de broma. Tiéndete que estoy contigo en un segundo. Si no te has duchado, hazlo ahora. No quiero que te molesten la sal y la arena. Voy a lavarme las manos y estoy de vuelta.

Alicia se tendió en la camilla boca abajo. La cama estaba envuelta en telas blancas que se mecían suavemente con la brisa marina. Estaba a la sombra de unos cocoteros, y olía a mar y a relajación. Se quitó el top y mientras esperaba, se quedó medio dormida. La despertó una mano recia que le extendió aceite por toda la espalda. Estaba cayendo la tarde y la gente estaba volviendo al hotel. Quedaban algunos bañistas tendidos en la arena, pero pocos, entre ellos su marido, profundamente dormido. El ron le había pasado factura. Pero ella no pensaba en él, sino en las dos manos que ya le estaban masajeando los hombros. Con los dedos pulgares estaba haciendo presión en los omóplatos, algo que le dolía pero le gustaba a la vez. Se le escapó alguna pequeña queja, pero él no se dio por aludido y siguió el masaje con cierta presión. Sabía lo que se hacía. Continuó masajeando los laterales de la columna y pasó a los muslos, después a los gemelos y después a los pies. Entonces dio unas palmaditas y dijo:

-Bueno, pues ya se ha acabado el masaje regalo. Si mañana quieres más, lo haremos con más tiempo- Dijo el masajista.

Alicia giró la cabeza y continuó acostada boca abajo. Y dijo:

-Ni loca me levanto ahora mismo. Es imposible que hayan pasado veinte minutos.

-Pues han sido exactamente veinticinco- Dijo él.

-No me lo creo. Como no continúes denuncio al resort por trabajo inacabado. -Dijo ella en una carcajada.

-Ok, ok, elige una parte que te masajee y estamos diez minutos más. Pero después tengo que irme. También trabajo en animación esta noche. Dijo con una sonrisa.

-Pues si puedo elegir, quiero los glúteos. Los tengo muy cargados de subir tantas veces la escalerilla de la piscina.

-Ok, pero eso necesita que te quites el bañador. Yo te pondré una toalla encima, no te preocupes- Dijo el chico.

-Por cierto, no me has dicho cómo te llamas. Yo soy Alicia.

-Yo soy Nelson. Encantado.

Alicia arqueó su espalda, y con las dos manos se bajó el bañador, no especialmente rápido. Su culo estaba en pompa, a escasos centímetros de la cara de Nelson. No era precisamente la postura de una sala de masaje. Y era totalmente intencionada. Poco a poco se tendió de nuevo, y Nelson le puso una toalla blanca doblada sobre su trasero. Entonces vertió mucho aceite en sus manos y comenzó a masajear la zona lumbar y la parte alta de los muslos, con firmeza. Poco a poco, las manos desaparecieron debajo de la toalla, hundiendo sus dedos poco a poco por la zona de sus ingles. A Alicia se le cortó la respiración momentáneamente. Después los pulgares se centraron en el coxis, apretando con fuerza. Y después bajaron lentamente por el hueco entre sus glúteos, casi rozando su ano. Alicia no pudo evitar contonearse un poco, pidiendo más. Entonces los dedos bajaron más casi rozando sus labios mayores. Su bajo vientre estaba en erupción. Entonces, de una manera suave, Nelson retiró sus manos y le dijo:

-El masaje ha terminado. Mañana tendré más tiempo para ti, si lo deseas. Ahora me esperan para un espectáculo de baile en la cena. Disculpa pero llego tarde. -¡Adiós!

Alicia se quedó quieta unos minutos. Nunca le había pasado eso. Ella era consciente que tenía un cuerpo muy apetecible para los hombres, y siempre que había querido, había hecho comer a los hombres de su mano. Pero esta vez la habían dejado tirada. Pero eso no hacía más que calentarla más. Pero ella sabía que esto no había terminado aquí.

Se levantó de la camilla y fue a buscar a su marido. Lo despertó y se fueron al hotel a arreglarse para la cena. Estaban los dos hambrientos. Se pusieron elegantes y se fueron a cenar. El restaurante estaba a tope. Ellos estaban en la terraza, al lado del escenario. Mientras comían llegó un grupo de chicos y chicas con ropa muy colorida y se prepararon para un baile. Comenzó la música salsa, y empezaron a bailar. Todos estaban entre la veintena y la treintena, con cuerpos esculturales. Se mezclaban negros, mulatos y blancos. Las chicas tenían largas coletas, piel aceitunada y grandes traseros que movían a su antojo de manera hipnótica. Los chicos dejaban ver sus abdominales y el movimiento de sus caderas dejaba imaginar como se moverían también fuera del escenario. Y, entonces, Alicia se dio cuenta que uno de los bailarines era Nelson. Estaba agarrando a una chica por la cintura y la atraía fuertemente hacia él. Alicia estaba embelesada. Después bailaron alternando una pierna entre las del otro, como una sensual lambada.

-...

-¿Qué? Preguntó Alicia.

-Que evidentemente te está gustando. Llevas dos minutos con el pescado en el tenedor mirando atontada. -Rió Manu.

-Bueno, ¿a ti no? Es espectacular como bailan. Y cómo mueven las caderas.

-Y las tetas. Y los culos. Eso también es espectacular -rio Manu

-Bueno, no me digas que no te lo harías con una de esas mulatitas. Te ríes de mí, pero los ojos se te van a salir de las órbitas, gracioso- dijo Alicia.

-Pues la verdad, no me importaría que una de esas me diera un masaje -dijo Manu.

-Qué curioso. Da la casualidad que uno de esos me lo ha dado a mí -estalló en carcajadas Alicia.

-¿Como? No entiendo.

-¿Recuerdas antes de quedarte dormido en la playa? Fui a hacerme un masaje. Pues el masajista está bailando ahí. Es ese chico de la izquierda, con los pelos a lo afro. El guapo -Dijo Alicia.

-Vaya, vaya. Por eso estás tan atenta. Primero te da un masaje y luego lo ves bailando en plan sensual. No me digas que te lo estás imaginando en otro lugar...

-Pues, si te digo la verdad, se me ha pasado fugazmente por la cabeza. Cuando estás cachondo y me dices que si me gustaría hacer algún día un trío, siempre te he dicho que sí, pero con la persona adecuada. Y ese chico se parece muuuucho a esa persona- dijo guiñándole el ojo a su marido.

-Vaya, pues sí que se anima la conversación. Se me ha pasado hasta el cansancio. ¿Te gustaría hacer un trío con ese chico? Pues se lo proponemos. Por mí bien -dijo Manu.

Alicia lo miró con la boca abierta. Se quedó sin respuesta.

-¿Eso lo dices así de fácil? ¿es por el alcohol? Es que una cosa es tener una fantasía y otra llevarla a cabo. Y esta es una fantasía heavy. No bromees con esto.

-Vamos a ver: ¿A ti te gustaría follarte un negro? ¿Te gustaría que yo participara también? ¿Dónde estamos? En Cuba. A miles de kilómetros de casa, donde nadie nos conoce. Ya te dije que en este viaje íbamos a pasárnoslo bien. Responde: ¿Te gustaría hacer un trío esta noche?

Alicia se quedó definitivamente en shock. No sabía qué responder. Las preguntas eran tan directas que no sabía como sortearlas. Y si su marido estaba hablando en serio, no sabía las posibles repercusiones que eso podría tener en su relación. Y por nada del mundo quería que un calentón pudiera fastidiar su estupenda relación de pareja.

-Es que la respuesta a esa pregunta es muy difícil -contestó ella.

-No. La respuesta a esa pregunta es muy fácil. Tienes dos posibilidades: ¿Quieres que ese chico y yo te follemos esta noche? ¿Sí o no?

Alicia se tomó un segundo y contestó mirándole fijamente a los ojos:

-Me encantaría. Estoy caliente solo de pensar que eso puede ser una realidad.

-Pues acabas de tomar una decisión. Te voy a a contar un secreto: Te lo iba a proponer yo en algún momento. Si no lo hacemos aquí, no lo haremos nunca. Así que lo único que queda te corresponde a ti: Tienes que conseguir que el chico acepte. Si no lo hace, perderás tu oportunidad.

Alicia lo miró. Sus ojos estaban brillantes. Mostraban excitación. Y determinación. Miró entonces al chico que estaba bailando y en su mente solo existía una idea. Convencerle. E iba a usar todas sus armas para ello.

La música paró y el animador gritó que iba a comenzar un espectáculo de malabares. Los bailarines fueron bajando del escenario en dirección a los vestuarios. Entonces Alicia miró a Manu y le dijo: "Voy. Nos vemos en un momento". Y se levantó como un resorte, caminando rápido para alcanzar a Nelson. Se puso detrás justo antes que desapareciera por la puerta y le tocó el hombro.

-Hola, Nelson. ¿Te acuerdas de mí? -le dijo sonriendo.

-¡Ah, hola! Claro que me acuerdo. Eres la única chica que no paga sus masajes. -Contestó entre risas.

-Mañana te pagaré. Bueno, quizás esta noche. Pero hay un pequeño problema.

-¿Qué problema?- dijo el chico con cara de preocupación.

-Que si te pago mañana, no tendremos dinero para más mojitos, y eso sería un desastre. Nos quedan cuatro días más aquí. Imagínate. No quiero ni pensarlo -dijo bajando la cara y mirando de reojo con sonrisa traviesa. Eso nunca fallaba.

-Pues no sé que decirte. No quiero fastidiarte las vacaciones, jajaja.

-Bueno, quería proponerte una cosa. Espero que no te escandalice. Habría otra forma de pagarte. Las camas en este resort son inmensas, el doble que en mi país. Allí mi marido y yo dormimos juntitos. Aquí ni nos tocamos. Caben más de dos personas. Tres es un número perfecto. Y estamos buscando a alguien. No sé si me entiendes -Dijo mirándolo con expectación.

Nelson la miró y se dio cuenta que la proposición iba en serio. Podía ver en cada centímetro de su cara que no era una broma. Sus ojos brillantes, sus labios sonrosados, sus pezones marcándose debajo del vestido. La chica tenía las ideas claras.

-Bueno, estoy un poco sorprendido, la verdad. Pero soy un profesional, y reconozco que antes dejé mi trabajo a medias. Eso no puede ser. Debo terminarlo. Mi reputación se vería manchada.

-Habitación 1973. A las 11. -respondió de un tirón Alicia.

Se dio la vuelta y se marchó en dirección a su marido.

Al llegar, él le espetó:

-¿Y?

- Vamos a ducharnos. Tenemos una hora. -Respondió Alicia, con una sonrisa resplandeciente. La misma que pone un cazador al conseguir su presa.

Llegaron a la habitación y se ducharon. Los dos estaban tan calientes que estuvieron a punto de enrollarse, pero contuvieron sus ganas y todo quedó en un beso profundo y unas caricias. Bajaron las luces y el apartamento se quedó casi en penumbras, pero pronto se acostumbraron. Estaban preparando la cama, cuando llamaron a la puerta. Manu fue a abrir.

-Hola, ¿es esta la habitación de Alicia? Me está esperando. -Dijo Nelson algo nervioso

-Te estamos esperando. Los dos. Pasa y ponte cómodo. Voy a echarme una copa. ¿Qué quieres tomar? -Dijo Manu con una tranquilidad pasmosa.

-Pues, un cuba libre. ¡Soy muy clásico! -Dijo riéndose.

Los dos se rieron. Fue un buen comienzo para romper el hielo.

Alicia había desaparecido. Pero mientras su marido servía las copas salió del baño vestida con un camisón negro de encaje muy corto. Se acercó a Nelson y le dio un beso en la mejilla.

-Gracias por venir. Ponte cómodo en el sofá. Ya veo que mi marido te está sirviendo una copa. Yo quiero otro ron, muy cargado. Me encanta. Vamos a sentarnos.

Fueron al sofá y se sentaron uno al lado del otro. Nelson iba vestido muy cómodo, con camisa y pantalón de lino blanco. Alicia no podía dejar de mirar sus brazos fornidos. Podría levantarla casi sin esfuerzo. Entonces ella se entreabrió un poco el camisón, dejando ver ligeramente la lencería de encaje negra. Sus pechos rebosaban, luchando por escapar de su prisión. Y Nelson no podía dejar de mirar el espectáculo.

-Aquí tienes. Mi mujer me ha dicho que te llamas Nelson. Yo soy Manu. Encantado.

Nelson asintió y brindó con Manu. Alicia ya le estaba rozando el pie. No había tiempo que perder. Se acercó más a él y le puso la mano en el muslo, acariciándolo. Nelson bebió un gran trago, y Manu lo secundó. Alicia se acercó más y le desabotonó la camisa. Manu se sentó detrás de ella y le acarició la nalga. Alicia siguió bajando botones hasta que llegó al final, y abrió un poco la camisa. Y vio el pecho de Nelson, oscuro, brillante, con dos pectorales espectaculares, totalmente afeitado. Entonces siguió bajando y le puso la mano encima de su polla, por encima del pantalón. Nelson la veía actuar, dejándose hacer. Manu ya se había quitado el pantalón. Su polla ya estaba erecta. Entonces tiró suavemente del camisón de su mujer hacia atrás y se lo quitó. Se quedó en ropa interior, con un sujetador mínimo, un tanga y unas ligas tan sexys que hizo tragar saliva a Nelson. Manu le cogió las tetas por detrás y le bajó un poco el sujetador, dejando ver los pezones, que acarició suavemente. Alicia entreabrió la boca de placer y siguió con su trabajo. Poco a poco consiguió quitarle el pantalón a Nelson, y también la camisa. Se quedó en slips, que a duras penas podía aguantar el tamaño que estaba empezando a cobrar esa polla. Alicia se agachó y le pasó la lengua por encima. Nelson no pudo aguantar más y él mismo se quitó el slip.

Los dos hombres estaban completamente desnudos. Manu abrió el cierre del sujetador y se lo quitó. Sus pechos respiraron tranquilos y miraron desafiantes a Nelson. Entonces el chico se acercó y le chupó uno, mordisqueándolo después. Alicia empezó a gemir. Manu le pasó una mano por el muslo y buscó su coño. Estaba completamente mojada, y empezó a masturbarla. El simple hecho de tener un hombre delante y otro detrás tocándola la colocó en las nubes. No sabía qué la ponía más; si que la tocara otro hombre que no fuera su marido o que él quisiera que eso pasase. Estaba tan caliente que se agachó y empezó a chuparle la polla a Nelson. Era enorme, negra, y con un olor diferente a lo que estaba acostumbrada. Y eso la puso aún más. Entonces se levantó, dejando a los dos hombres en el sofá, y se fue a la cama. Se puso de rodillas y sacó de la mesita de noche un antifaz.

-Me lo pongo porque quiero que grabéis lo que va a pasar. Quiero tener un bonito recuerdo de Cuba. Venid.

Los dos se levantaron como perros en celo al escuchar tal ofrecimiento. Manu puso a grabar una cámara con trípode (¿De dónde diablos había sacado eso su marido?) y los dos se pusieron de pie en la cama. Ella estaba sentada y cogió ambas pollas con sus manos. Entonces empezó a mamar una y a masturbar la otra, turnándoselas. Los dos estaban entonces tan calientes como ella. Chupaba con dedicación, mirando a las caras a través de la máscara. Ellos la observaban con lujuria, y se les ocurrían mil y una posturas que poner en práctica. Pero en esa cama mandaba ella, eso estaba claro. Ella disponía y colocaba a cada uno, y los dos obedecían. Entonces hizo que su marido se tendiera y ella se le montó en cuclillas, metiéndose la polla en el coño, cabalgándolo, mientras chupaba la polla del mulato. Su marido obtenía doble placer: follándosela y viendo su cara de placer. Entonces ella se puso a cuatro patas y dijo:

-Nelson, es tu turno. Quiero que me folles como una perra. Si te digo que pares, no me hagas caso. Manu, dame tu polla. Me la voy a comer hasta el fondo.

Entonces empezó a chuparle la polla a su marido, que estaba recostado. Y, de repente, sintió la tremenda invasión, la mezcla de placer y algo de dolor de sentir una enorme polla negra taladrándole el coño. Y esas embestidas, primero suave y luego inmisericordes, que la obligaban a sacarse la polla de su marido de la boca y gemir de puro placer primero, y gritar de gusto después. Alicia alternaba la paja con la mamada a su marido, mientras desde detrás su culo era martilleado. Manu la miraba excitado, y no pudo aguantarse más. Se corrió en su boca sin poder ni avisarla. Ella lo miró algo sorprendida por la rapidez, pero siguió gimiendo. Miró a su marido y se pasó la lengua por los labios, tragándose todo el néctar. A pesar de acabar de haberse corrido, Manu seguía excitado de ver a su mujer en una pose tan sexy y caliente. Era la protagonista de la película porno más excitante que nunca hubiera visto.

Se apartó a un lado y cogió la cámara. Y empezó a grabar de cerca. Cuando Alicia lo vio, cambió de postura. Hizo que Nelson se tumbara y se subió en su polla, pero dándole la espalda y mirando a su marido. Y pronunció estas palabras:

-Cariño, mira la polla que me estoy follando. Me encanta. Ya me he corrido dos veces. Es enorme. Me duele y me gusta a partes iguales. Grábame. Quiero que lo veamos juntos después.

Después su respiración se entrecortó. Empezó a moverse más y más rápido, y Nelson también. La polla casi había entrado completamente. Nelson le agarró las tetas por detrás y le pellizcó los pezones con fuerza. Después bajó una mano para frotarle el clítoris, y eso fue el desencadenante de la gran explosión. Alicia empezó a gritar totalmente desatada, y Nelson estaba a punto de correrse. El grito de Nelson aceleró el orgasmo de ella, y los dos llegaron juntos al paraíso. Alicia cayó derrotada hacia atrás, tumbándose de espalda encima de su nuevo amante. Su marido paró la grabación, y se acercó a besarla en la boca. Alicia le correspondió apasionadamente.

Cuando Nelson se marchó, Alicia abrazó a su marido y le dijo al oído:

-Gracias por haberme hecho esta noche tan feliz. Nunca había estado tan caliente. He disfrutado muchísimo.

-Me alegro, corazón. Tengo que reconocer que yo también, y que antes de hacerlo tenía mis dudas, pero a medida que pasaban los minutos me gustaba más y más. Sobre todo ver tu cara. Curiosamente, la parte que más me ha gustado es hacer de voyeur. Nunca te había visto tan sexy. Ha sido el polvazo más espectacular que he visto. La próxima vez te prometo que intentaré durar más- Dijo Manu.

-No te preocupes- dijo Alicia entre risas- Has tenido un buen sustituto.

Se fueron a la ducha y comentaron entre risas todo lo que había pasado. Eso de poner en práctica una de sus fantasías mutuas les iba a dar dar para mucho que hablar.

El día siguiente se levantaron tarde. Desayunaron muchísimo en el buffet del hotel, donde todo era delicioso. Después se fueron a dar una vuelta en barco. Eso mareó un poco a Alicia, que decidió dormir la siesta más tarde en la habitación. Entonces aprovechó Manu para llevar a cabo un plan que tenía en mente. Al día siguiente debían coger el avión de vuelta, y no quería dejar pasar la oportunidad de darle una sorpresa final a su mujer. Ella había experimentado una situación que había deseado durante mucho tiempo, y él había descubierto una experiencia que no sabía que le excitara tanto: ver a su mujer follando con otro. Así que se fue a la playa y buscó a Nelson. Allí estaba esperando a que alguna otra cayera en su camilla-trampa. Se saludaron. Y entonces le hizo una propuesta:

-Tenemos que agradecerte que vinieras anoche. Alicia se lo pasó muy bien. Y yo. Pero me gustaría hacerle un regalo de despedida. ¿Estás libre esta noche sobre las doce? -Le preguntó.

-Por supuesto. Estaré encantado de haceros una visita de nuevo- dijo mostrando sus dientes blanquísimos.

-Bueno, también quiero introducir algo nuevo. Esta vez yo solo voy a grabar. Y quiero ver a mi mujer disfrutar de dos hombres. Quiero que vengas con otro chico. Debe ser sexy y estar bien dotado. Seguro tienes algún amigo así. Cuando estemos allí, yo os voy a dejar hacer. Lo único que quiero es que la hagáis gritar de placer, y que no olvide esta noche. Estoy seguro que lo conseguiréis. -dijo mirándolo fijamente.

Nelson se quedó sorprendido. Evidentemente, había dado con una pareja sin prejuicios. Miró a Manu y le dijo.

-No te preocupes, tengo a la persona adecuada. Solo preocúpate de que haya lubricante a mano, porque lo va a necesitar. Y que la cámara tenga batería. No vas a querer perderte nada. -Dijo sonriendo.

Manu regresó al hotel. Pidió en recepción que subieran un par de botellas de champagne a la habitación mientras ellos estuvieran cenando en el restaurante. Entonces subió y se encontró a su mujer en la ducha. Se metió también con ella y tontearon. Se vistieron y fueron a dar un paseo por los jardines antes de cenar. Eligieron el restaurante asiático y comieron estupendamente. Después vieron un espectáculo de danza africana, y Alicia no pudo evitar mirar a su marido y sonreír. Él hizo lo mismo.

-Guapo, lo que pasó anoche no lo voy a olvidar en mucho tiempo. Muchas gracias por haber hecho nuestro sueño realidad. Y por habértelo tomado tan bien. No quiero ningún tipo de celos. Fue solo sexo, y te amo con locura. -Dijo ella cogiéndole la mano.

-Lo sé. Y yo a ti también. Yo también me lo pasé muy bien. Me encantó la experiencia. Algún día habrá que probar con otra chica, y espero que tú tampoco te pongas celosa -Y la besó en la boca.

Alicia lo miró y le dijo:

-Por supuesto, nada más decirlo has hecho que me pongas cachonda. ¿Qué te parece organizar un viaje a Brasil? -Dijo riéndose

-Una magnífica idea. -Y los dos estallaron en risas.

Después del espectáculo se fueron a bailar un rato. Los dos estaban bastante embriagados, y Manu la agarró fuerte por la cintura en medio de la pista. Alicia notó su polla dura y sonrió. Entonces Manu le dijo al oído:

-Guapísima, ¿que te parece si nos vamos ya a la habitación?

-Pues genial. Tengo ganas de ir a la cama, pero no a dormir precisamente. Ya me entiendes- dijo pícara.

-Pues vámonos ya. Son casi las once y media, y tengo una sorpresa reservada para ti- Dijo mirándola sonriente

-Uyuyuy, qué cara has puesto. ¿Qué sorpresa?

-Si te lo digo, dejaría de serlo. Simplemente vamos. -Le cogió la mano y se fueron hacia la habitación.

Una vez allí, Manu cogió una botella de champagne de la nevera y unas fresas, y sirvió unas copas. Le había dicho a Alicia que le esperara en la cama. Cuando le vio llegar con el champagne, empezó a dar palmaditas de alegría. Los dos sabían lo que le gustaba y el efecto que producía en ella. A partir de la tercera copa se deshinhibía completamente y se dejaba llevar. Bebieron una botella en muy poco tiempo, cuando escucharon llamar a la puerta. Ella se sobresaltó.

-¿Quién será? Es tardísimo, son las doce- dijo ella.

Manu la miró sonriente y le dijo: -La sorpresa no era el champagne y las fresas. La sorpresa está llamando a la puerta.

El efecto que produjeron esas palabras en Alicia fue inmediato. Soltó la copa y miró a su marido con los ojos muy abiertos, entusiasmada.

-No será quien yo pienso que es, ¿no? -Dijo con voz claramente excitada.

-Pues para descubrirlo tendrás que abrir la puerta. Yo estoy muy bien aquí tendido. -Dijo con pretendido pasotismo.

Alicia se levantó como un resorte y se fue hacia la puerta. Manu vio como se atusaba al cabello antes de abrir. Cuando lo hizo, vio su cara de sorpresa. Entró Nelson dándole un beso en la cara y le presentó a su acompañante. Era más alto que él y de piel más oscura. Se presentó como Oliver y la besó también. Alicia no sabía como reaccionar. Entonces miró hacia la cama a su marido. Él le respondió alzando la copa desde allí.

Manu se levantó y se fue hacia ellos. Los saludó y les sirvió una copa de . Los hizo pasar a la terraza. Entonces ella lo cogió de un brazo y se lo llevó a la cocina.

-¿Me puedes explicar qué está pasando aquí?-Le espetó Alicia

-Lo que está pasando es que mañana nos vamos y quería darte una sorpresa. -dijo Manu con la copa en la mano

-¿Una sorpresa?¿Y lo dices tan tranquilo? Cariño, ahí hay dos tíos negros. ¿Qué se supone que vienen a hacer? ¿Es lo que me imagino?- su voz sonaba cada vez más nerviosa.

-No creo que te imagines todo lo que va a pasar aquí. Pero eso da igual. Lo único de lo que te tienes que preocupar es de pasártelo bien. Voy a grabar un vídeo recuerdo de nuestras vacaciones, y no quiero que las olvides nunca. Hoy yo solo voy a mirar. El otro día me encantó hacerlo. No sabía que me gustara tanto.-dijo Manu con excitación creciente.

Alicia lo miró a los ojos, relajándose algo. Pero sus ojos eran dos volcanes.

-¿Estás seguro que quieres verme como me follan dos tíos?-Dijo directamente Alicia.

-La pregunta es: ¿Quieres follarte a dos morenos? ¿Quieres lamer sus pollas? Y sobre todo, ¿estás dispuesta que te follen los dos a la vez? Eso es lo que quiero ver. Y quiero saber si lo deseas- dijo Manu.

En ese momento un calor incontrolable subía por el interior de Alicia. El simple hecho de imaginar lo que tantas veces había soñado y había visto en algunas películas con su marido la había puesto tan caliente que notaba la humedad entre sus piernas. Sus labios se le pusieron más carnosos y sus pezones extremadamente sensibles.

-Me encantaría follármelos a los dos. Lo deseo. Y también deseo que tú participes. Prométemelo- Dijo totalmente cachonda ya

-Hoy mando yo. Tú simplemente harás lo que yo te diga. Déjate llevar. Todo surgirá como deba. Ahora vete al baño y vístete para la ocasión- le ordenó. Ella se sorprendió de la firmeza de su voz, y le gustó.

Cuando salió del baño, los dos negros estaban esperándola en la cama, completamente desnudos. Alicia se quedó parada, observándolos. Estaba vestida con lencería roja, con tiras finas que no hacían sino resaltar más su cuerpo. Los dos chicos la miraban con lujuria, pero ni la mitad de lo que lo hacía su marido. Ella observó el nuevo chico (¿Cómo me había dicho que se llamaba?) y se quedó ensimismada viendo su cuerpo. Si Nelson era un efebo, el otro chico era un huracán. Era guapo, con un cuerpo donde se le marcaban todos sus músculos. Y su polla. Qué polla. Y eso que todavía no estaba en erección. No podía quitar su vista de ella. Se subió a la cama y se acercó a ellos. Los dos la besaron en la boca y ella les correspondió, cogiendo sus enormes miembros con las manos y acariciándolos. Su marido comenzó la grabación.

Nelson y Oliver permanecían recostados, y se dejaban hacer. Entonces Alicia se agachó y empezó a chupar la polla de Oliver. Pensó que era lo único que podía hacer con ella, porque de ninguna de las maneras ese miembro podría entrar en ella. Con la otra mano masturbaba a Nelson, y los dos cerraron los ojos. Manu empezó a tocarse.

Las pollas de los dos tomaron su forma definitiva, y entonces ellos pasaron a la acción. Se pusieron de rodillas y mientras uno la besaba en el cuello, el otro empezó a quitarle el sujetador y el tanga. Entonces la tendieron en la cama y uno empezó a chuparle las tetas y el otro el coño, que llevaba ya bastantes minutos mojado como nunca. Le introdujo también un dedo y la masturbó. El otro le introdujo su lengua en la boca y las dos lenguas luchaban por no dejar un milímetro sin tocar. Ahí ya le llegó su primer orgasmo, aunque nada parecido con lo que estaba por llegar.

Nelson le metió la polla y empezó a follársela suavemente. Los gemidos de Alicia se hicieron más y más audibles. Mientras tanto, Oliver le acercó su enorme polla a la boca y ella la chupó con ansiedad. Nelson le levantó las piernas y la embestía cada vez más fuerte. Después de unos momentos así, Oliver se tendió y le dijo a Alicia que se subiera encima. Así lo hizo, y ayudándose con una mano se insertó la enorme polla en el coño. Poco a poco iba entrando, y a Alicia le faltaba la respiración. Ella subía y bajaba con cuidado, sintiendo algo que nunca había experimentado antes: la plenitud. Esa polla tocaba absolutamente todas las terminaciones nerviosas de su coño. Las estimulaba todas a la vez. Y era tan intenso como cuando su marido la seguía tocando después de tener un orgasmo. Ella entonces se agachó y abrazó a Oliver y controlaba el movimiento. Despacio, muy despacio. Quería que esa sensación no acabara.Entonces Nelson cogió lubricante y le empezó a dilatar el ano. Primero la punta de un dedo. Luego el dedo completo. Luego dos. Y para terminar, su polla. Cuando entró la punta Alicia dio un grito. Pero al momento continuó moviendo sus caderas, evidentemente pidiendo más. Los dos se turnaban en follársela en perfecta coordinación. Los gritos de ella iban en aumento. Se incorporó levemente arqueando el cuerpo del placer tan enorme y los dos la penetraron a la vez, llenándola por completo, con rapidez y en perfecta coordinación. Ella podía notar como se tocaban en su interior, y esa sensación hizo que se corriera de forma escandalosa, gritando desaforadamente. Esos gritos hicieron que los dos negros se corrieran dentro con unas embestidas finales brutales. Todos se tendieron exhaustos en la cama. Su marido había grabado todo de cerca. Ese material le iba a dar para muchos momentos de placer.

Su mujer se acercó a él, y empezó a chuparle la polla con gran intensidad. Manu estaba tan caliente que sacó la polla y se corrió en las tetas de su mujer. Fue exactamente el perfecto fin de fiesta.

Cuando los invitados se fueron, Alicia agarró a su marido por el cuello, completamente exhausta y satisfecha, y le dijo mirándole a los ojos:

-De nuevo me has hecho una mujer feliz. Como cada día. La próxima fantasía será tuya. Ve comprando los billetes para Brasil...
 
Cuando la complicidad llega a ese punto, es envidiable.

Yo tengo 12 años de casado, aún no he sentido necesidad de esto ni sé si lo tenga algún día, soy feliz como estoy, y a ella no la veo por esos caminos.
Pero si alguna vez se nos ocurre experimentar, espero sea de esta forma, con mucha complicidad.
 
Cuando la complicidad llega a ese punto, es envidiable.

Yo tengo 12 años de casado, aún no he sentido necesidad de esto ni sé si lo tenga algún día, soy feliz como estoy, y a ella no la veo por esos caminos.
Pero si alguna vez se nos ocurre experimentar, espero sea de esta forma, con mucha complicidad.
Pues nosotros también coincidimos con vosotros, somos muy parecidos. Pero imaginar y fantasear creo puede animar a la relación y no caer en la rutina, ¿no piensas?
 
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