Era lunes, acababa de dejar a mis chicos en el cole y pensaba: ¿qué estoy haciendo? Estaba conduciendo hacia un lugar más o menos solitario donde había quedado con ese desconocido con el que chateaba. Ni siquiera había visto una foto de su cara y yo tampoco me había atrevido a mandarle ninguna mía, aunque por las fotos del culo y la polla parecía regordete y un poco peludo... esas pocas fotos con las que me había hecho miles de pajas. Además de esas fotos, me atraía de él que decía que no era muy alto y, como yo tampoco, prefería que así fuera. Otra semejanza conmigo es que nunca había tenido una experiencia con un tío.
Los dos nos habíamos cogido el día libre en el trabajo, aunque de cara a nuestras mujeres no era así. Nos había parecido que sería más fácil si nos "feminizábamos" un poco, así que en la funda del portatil llevaba un vestido de mi mujer, unas braguitas, pintalabios, colorete... e iba camino de un chino a comprar una peluca. Escogí una rubia, y en el súper de al lado compré 6 cervezas frías.
Llegué justito a la hora en que habíamos quedado y no había ningún otro coche, así que pensé que se habría arrepentido. En el fondo, me alegraba, me estaba pareciendo muy raro todo aquello, aunque me había prometido a mí mismo no retroceder. Cogí una cerveza y me puse a beberla mientras, interiormente, me reía de mí mismo por lo que había hecho.
Pasados unos 10 minutos y cuando ya estaba pensando en irme llegó un coche. El corazón se me puso a mil... y sí... aparcó justo al lado. Salió un hombre que llevaba el polo rojo acordado, yo salí con mi polo verde.
-¿Eres Mario?- me dijo.
-Sí, tú Juan, ¿no?- respondí yo.
-Efectivamente-.
Estrechamos tímidamente las manos. Ni yo me llamo Mario ni, como luego supe, él se llamaba Juan... pero qué más daba. Íbamos a lo que íbamos aunque se notaba que los dos nos lo estábamos cuestionando en ese momento... estábamos 'acojonados'.
-Bueno, entonces, ¿te vienes a mi coche como dijimos?- le dije.
-Sí, espera que cojo las cosas-.
Le vi que sacaba del coche una bolsa enorme... qué llevaría ahí... antes me habría dado morbo pensarlo, aunque en ese momento... estaba hecho un lío. Pero me había prometido y le había prometido no echarme atrás. Guardó la bolsa en los asientos de atrás y se sentó en el asiento de copiloto. Arranqué y puse el camino hacia aquel hotel tan íntimo donde nadie pregunta nada y no se refleja ningún gasto... "espero que sea así", pensaba. Mientras conducía, otra cosa que estaba pensando es que aquel tío no me despertaba ningún morbo... menos mal que habíamos dicho una y otra vez que iríamos despacio y sólo hasta dónde los dos quisiéramos llegar, porque estaba pensando que igual ni pajas mutuas...
Casi ni hablamos por el camino, poco más que el tiempo, algo de trabajo... pero nos costaba hablar y contestar, menos mal que el camino no era muy largo. Llegamos, pagamos (pagué, él un bizum) y nos metimos directos a la habitación.
Nos estamos en el borde de la cama y le dije: "bueno, ¿una cerveza".
- Sí, espera que me he traído también un aderezo...- Y sacó de la bolsa una botella de tequila. Me hizo gracia. "¡Buena idea!". Abrimos una cerveza cada uno, echamos un trago y echamos un poco de tequila en la lata. Se derramó un poco de la mía. Él, supongo que para ir rompiendo el hielo, me dijo: "¿lo echas todo fuera?". Yo hice un amago de sonrisa... pero en ese momento seguía sin saber qué hacía sentado al lado de ese calvo desconocido. Como el clima era más bien tenso, nos bebimos rápido las cervezas. Él me dijo:
-¿Me pongo guapa yo primero?-.
-Venga, vale- dije yo.
Se fue al baño con su bolsa. Yo abrí otra cerveza (la segunda, porque de la del coche apenas bebí y ni sé dónde la puse). Tras un trago, le eché también un poco de tequila. Un poco más.
Mientras esperaba, pensé que ya que estaba... aunque fuera unas pajas habría que hacer... así que me metí la mano en el pantalón para sobarme un poco la polla, a ver si me animaba. Casi me pilla, justo se abría la puerta del baño y saqué la mano tan rápido que me quemó un poco del roce.
Del baño no salió el calvo de antes, salió un maromo con peluca roja y disfraz de colegiala. El disfraz era el típico del chino, con su camisa blanca y su falda a cuadros granate. Sus labios, bastante carnosos, se los había pintado exageradamente de rojo y también se había pasado con el colorete. Si a eso le sumamos que de la falta salían dos piernas peludas, casi tanto como los brazos... el resultado no era muy femenino. Pero tengo que confesar que, aunque seguía sin saber qué hacía ahí, empecé a notar un punto de morbo. Se había puesto bulto en el pecho y el resultado era un cuerpo regordete y con mucho pecho "embutido" en una camisa blanca abotonada hasta arriba, con ese tipo de falda que siempre me había dado morbo, unos labios rojos muy comestibles y unas piernas que, aunque peludas, eran bastante bonitas de forma y carnosas de fondo. Al verle sonreí, él estaba descojonado... eso empezó a destensar la situación.
-¿Qué te parezco?- me dijo riendo y levantando los brazos... gesto con el que hizo que se le vieran los pelos de los sobacos, lo que hacía el resultado más gracioso... y morboso.
Yo me reí también y le dije: -Oye, pues no estás nada mal, lo de colegiala tiene un punto, eh-.
-Y mira lo que me he traído- me dijo mientras levantaba un pié que apoyó en el borde de la cama. -Mira bajo la falda, no seas tímido-.
Mire, sí, tímidamente, y asomaban unas bragas negras de encaje. Me reí y le dije:
-Joder, has traído toda la artillería , eh. Yo he sido más recatado, voy al baño-.
Me fui con mi funda. Pensé: "¿ahora cómo aparezco yo con estas bragas tan sosas de mi mujer?". El siguiente pensamiento fue: "pues ni calzoncillos ni bragas". Fue una gran idea que condicionó lo que vino después... un poco de paciencia y os seguiré contando.
Espero que os esté gustando...