Rompiendo la monotonia 2

MARORI69

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EL VIAJE SIN RETORNO

Volvimos a coincidir unas vacaciones con mis cuñados. Solo nos habíamos visto en contados encuentros familiares, pues por trabajo, se habían ido a vivir fuera. Yo era reacio, pues a pesar de que todo empezó con ellos, ahora tenía miedo que algo pudiera estropear lo que teníamos. Pero el día llego, y allí estábamos de nuevo los cuatro solos. Que pasaría?



El encuentro fue muy normal. Besos, abrazos y risas, nada fuera de lo común en una relación familiar. Contando banalidades de todo el tiempo que no nos veíamos, el nuevo trabajo de Manuel, la salida por completo de la enfermedad de mi cuñada, y lo bien que se encontraba, el finalizar el tratamiento de mi mujer, la buena marcha de mi negocio, , etc,etc

Esta vez, estábamos en un apartahotel de la costa andaluza. Queríamos sol y descanso, y desconexión de la rutina. El crio estaba de campamento, y teníamos una semana entera por delante para nosotros. Después de instalarnos, y ver el apartamento, que tenia jacuzzi en la terraza así como una pequeña piscina, nos fuimos a dar una vuelta por el pueblo y buscar un sitio para cenar.

Regresamos al apartamento, y nos servimos unas copas en la terraza, todo muy cordial y tranquilo. Hicimos planes para el día siguiente, y nos fuimos a dormir. Parecía que la semana iba a ser muy tranquila.

Al día siguiente, cogimos un 4x4 de alquiler y nos marchamos a una cala que Vanesa había visto por internet. Tardamos más de media hora, atravesando un bosque y pistas sin asfaltar, que hicieron mi delicia, soy un apasionado del todoterreno desde siempre, y llegamos a la cala. Me sorprendió que estuviéramos completamente solos, a pesar de ser Julio y las 11 de la mañana. Aparcamos y bajamos.

Colocamos toallas y demás y las chicas, comentaron que mientras no hubiese nadie, harían topless. Silvia lucia una bonita figura, era evidente lo que había adelgazado, pero sus tetas, seguían siendo de un buen tamaño. Sus pezones estaban duros y exultantes y pude apreciar en su culo varias marcas relativamente recientes, pero curadas, de haber recibido látigo o fusta. Me empalme solo de imaginarla atada y castigada.





Vanesa, estaba esplendida, dejar el tratamiento la había hecho bajar algún kilo extra, el gimnasio la mantenía muy en forma, y la genética, mantenía todo en su sitio, a pesar de los 46 años recién cumplidos. Sus tetas, pequeñas pero firmes y duras, y esos pezones, duros como piedras, siempre insinuantes. De hecho, pocas veces iba sin sujetador, por lo mucho que se le marcaban, lo que la hacía sentir incomoda y observada.

Me pidió un poco de crema y se tumbo en la toalla para que se la pusiera. Insisti, para mi deleite, en esas dos pequeñas montañas, con la escusa de que su blanca piel podía quemarse. El magreo y el roce con los pezones, incremento mi excitación, dejando un buen bulto en mi bañador. Manuel no había perdido ojo en ningún momento, mientras extendia crema sobre la espalda y muslos de Silvia, tendida boca abajo. Observe también un buen bulto en su entrepierna. Nunca había hablado de lo ocurrido hacia un año, pero era evidente, que también lo recordaba por como miraba a su hermana.

Pasamos la tarde entre sol y baños, y acordamos irnos a duchar y cambiar para salir al atardecer a tomar algo antes de cenar.

En el apartamento, mientras nos turnábamos en la ducha, tomamos varias cervezas, y ahí empezó un poco a cambiar la cosa. Las cuñadas salieron ya arregladas, muy sexis . Silvia con un vestido bastante corto y ajustado, con generoso escote, dejaba ver la parte de arriba de un biquini negro anudado a su cuello, pero sus tetas, amenazaban con escapar de aquella cárcel de tela. Vanesa llevaba una minifalda vaquera y un top, y para mi sorpresa, sus pezones delataban que iba sin sujetador.

Silvia, como siempre, llevaba la voz cantante, y entre risas y miradas de complicidad con mi mujer, nos dijo:

Tomar uno de estos mandos cada uno, extendiéndonos 2 mandos a distancia similares a los de un garaje, “nos controlan”, jajajaja

Manuel y yo nos miramos sin saber de qué iba la cosa, y ellas se partían viéndonos la cara de sorpresa

Nos hemos puesto unas tangas vibradoras, y las controlan esos mandos, pero no sabéis cual controla a quien, y vamos a intentar toda la noche que no lo sepáis, mientras, podéis usarlos a vuestro antojo, intercambiarlos, lo que queráis. Gana el que acierte y pierde la que tenga un orgasmo antes, bueno o gana, según se mire, jajajaja rio. Y salimos

Con el mando en mi bolsillo, apreté un botón, pero no parecía ocurrir nada, las chicas iban delante y no note ningún cambio ni estimulo en ninguna. Mire a Manuel, que llevaba el mando en la mano, i le iba dando toques a los botones, pero tampoco parecía pasar nada. Le imite, y después de unos metros caminando, las chicas se detuvieron, se dio la vuelta Vanesa, y mirándonos dijo:

Aflojar un poco, o no llegamos a la cena

Un rubor ligero se apreciaba en sus mejillas, y sus pezones parecía que iban a rasgar la tela del top.

Seguimos a una terraza cercana, frente al paseo marítimo.

La calle estaba concurrida, y la noche era perfecta. Unos 24 grados y una ligera brisa

Sentados, me dedique a observar a una y otra mientras daba toque al mando. En un momento creí que tenia a Silvia, porque pareció quererse acomodar en la silla, incomoda, pero siguió hablando tranquilamente. En otro momento era Vanesa, la que se movía, pero no podía tener claro nada. Le susurre a Manuel:

Si se levanta una al baño, le das tu al mando sin parar, a ver si la que queda hace algo

Manuel asintió.

Seguimos tomando algo y alternando los mandos. Pero nada parecía suceder. Eran realmente buenas, o todo era una farsa.

Llegamos al restaurante, y teníamos una mesa en la terraza, apartada del resto, porque no queríamos tener el humo de los fumadores encima. Silvia se levanto al baño, y Vanesa quedo sentada sola frente nosotros.

Al rato, estaba moviéndose, contoneando la cadera y mordiéndose el labio inferior, mientras nos miraba, como pidiendo clemencia. Sus pezones estaban aun si cabe, más duros y provocativos. Mantuvimos la cara de póker, estaba claro quién tenía su mando, pero ella no lo sabía. Silvia se sentó, y Manu paro.

Vanesa dijo:

Menos mal que llegaste, estos hijos de puta, casi hacen que me corra aquí mismo y no sé quien fue

Los cuatro nos reímos, y comenzamos a cenar. La noche prometía.

Los 4 juntos, pasábamos de una relación normal entre hermanos y cuñados, a la más absoluta complicidad, en un abrir y cerrar de ojos. Quien más me asombraba era Vanesa, por como solía ser de recatada, aunque últimamente estaba más desinhibida conmigo, y nuestra relación había mejorado como de la noche al día.

Decidimos ir a bailar un poco. Un par de copas, unos bailes, risas, y unos mandos a distancia intercambiados. Yo tenía a Vanesa ahora. Empezamos a bailar de nuevo y Vanesa se me abrazo diciendo:

No sé quién de los 2 es, pero ya me corrí 2 veces, y estoy cachondisima otra vez

Sonreí, pensando lo morbosa de la situación, pero me extraño, porque yo no estaba pulsando el botón

Vamos al apartamento? Le dije

Si, respondió

Chicos, nos vamos, os venís? Preguntamos a Manuel Y Silvia

Sí, yo necesito follar ya!! Exclamo ella

Volvimos al apartamento, con varias paradas para morreos y magreos en zonas oscuras, cada uno con su pareja. Los toques en los mandos eran continuos. Al llegar, Silvia dijo:

Lo primero es lo primero, el juego. Quien me manejo a mí al principio? Yo lo sé porque repartí los mandos

Yo? pregunte

Sí, yo también lo creo,
Dijo Manuel

Cierto dijo Silvia

Ángel, me dijo. Hiciste que me corriera 3 veces, eres un cabron

Yo lo hice 2, hermanito, ya te vale, dijo Vanesa entre risas

Bueno, pues parece que somos los ganadores, acertamos y vosotras no lo soportasteis, cual es nuestro premio?
Dijo Manuel

Y empezando a desnudarse entre ellas, ambas respondieron al unísono:

Nosotras, y se fundieron en un apasionado beso

Se fueron quitando la ropa entre besos y caricias, y cuando llegaron a los tangas, estaban empapados, parecían recién sacados del agua. Se veía que habían disfrutado y que estaban como perras en celo las dos. Desnudas, Silvia se tumbo en el suelo, mientras Vanesa ponía su húmedo coñito en su cara y tomaba su clítoris en la boca, y lo succionaba y lamia golosamente. Silvia a su vez hacia lo propio. Manuel se acerco al trasero de su hermana, se agacho y acerco su mano a la húmeda vagina, mientras su mujer seguía lamiendo su clítoris. Introdujo un dedo dentro de ella, y jugueteo un rato, para luego meter dos, tres y hasta cuatro dedos. La tenía como loca. Yo me tumbe de lado frente a la cara de mi mujer y saque mi erecta y dura polla para acercarla al coño de mi cuñada. Vanesa, hábilmente pajeada por su hermano, dejo un momento el coño de Silvia para tomar mi polla en su boca y chupar y lamer como ella sabía. De repente, note que mi pene se hundía completamente en su boca, rozando su garganta y provocándole una arcada. Su hermano acababa de meterle la polla de un fuerte envite mientras me la chupaba y sin esperarlo. Seguimos un rato así, pero Silvia había quedado desatendida momentáneamente, por lo que dirigí mi polla a su coño, y la penetre. Vanesa volvía a comérselo mientras yo me la follaba. Por detrás, Manuel se corría dentro de ella, y el semen que escaba de sus entrañas era hábilmente lamido por Silvia, quien a su vez hacia correrse a Vanesa con su boca ayudada por la follada de Manuel. Un momento después era ella la que lo hacía, mientras le comía el coño Vanesa y yo seguía penetrándola. Tarde muy poco también en notar que me venía, y justo antes, saque la polla de su interior para correrme sobre su depilado coño, y en la cara de mi mujer, que intentaba recoger con la boca y lengua todo lo que podía. Fue un polvazo. Acabamos rotos. Nos dimos un chapuzón en la piscina y nos fuimos a dormir.

Las vacaciones habían empezado de la mejor manera posible, y solo podían ir a mejor, estaba claro. Jamás pensé que ver a mi mujer entregarse a otro hombre, no solo no me importaría, si no que me excitaría, pero no era un hombre cualquiera, no era un desconocido, un amante, era su hermano, parte de la familia, y todo quedaba en casa; eran justificaciones, o era realmente así? Si la viese follando con un desconocido, me pasaría lo mismo? No lo sé, pero tampoco quiero descubrirlo.

Al día siguiente por la mañana, Manuel estaba mirando páginas de internet de la zona para hacer actividades juntos, pero no de excursiones ni playas, estaba visitando una donde alquilaban mazmorras BDSM totalmente equipadas. Me miro y me pregunto qué me parecía.

La verdad, que estaban muy bien, con inspiración de antiguo castillo e instrumentos tipo medieval, era excitante. Me dijo que teníamos toda la noche uno alquilado, y se lo comunico a las chicas. Quede un poco asombrado, y excitado.

Pasamos el día en la playa, comimos y volvimos al hotel. Nos cambiamos y cogimos uno de los coches para ir a la dirección indicada. Era una antigua casa de labranza a las afueras de la ciudad, muy discreta y arreglada. Aparcamos en la zona reservada y nos dirigimos a la puerta.

Nos abrió un hombre de unos 45 años, alto, moreno y fuerte, bien vestido, que pregunto el numero de reserva. Manuel le respondió, y tras consultar su Ipad, dijo:

Todo correcto. Santa Inquisición, sabia elección. Su primera vez?

  • En algo así, si, pero tenemos experiencia en mazmorras modernas, ellos no, dijo Manuel señalándonos
  • Perfecto, acompáñenme, dijo el hombre.
Nos guio por el caserío, elegantemente decorado y con muchas puertas cerradas por todos lados. Cruzamos un patio trasero y fuimos dirección a lo que debieron ser caballerizas o cuadras en su momento. Nos paramos frente a una puerta de madera antigua y enorme, decorada con una cruz templaria. La abrió y era una recreación total de una antigua mazmorra o celda de cualquier película medieval, con cruces, potros, látigos, grilletes, incluso un fuego con hierros para marcar dentro. Toda la iluminación era de velas.

  • En la puerta del fondo tienen un cuarto para descansar, con lavabo, ducha y nevera con bebida y comida. Tienen hasta las 11 de mañana para salir. La Mazmorra esta completamente insonorizada, y tienen un telefonillo dentro del cuarto que les contacta conmigo si necesitan algo especial. Por ser su primera vez, y de manera totalmente gratuita, tiene los servicios completos de un sumiso o una sumisa del local.
  • En unos 15 minutos, en cuanto se acomoden, pasare con los que estén libres para que escojan.
Se despidió y nos dejo. Fuimos al cuarto a dejar las bolsas y dimos un vistazo rápido a todo el sitio. La verdad que empezaba a estar muy excitado. Vanesa y Silvia reian de forma nerviosa mirando los instrumentos.

Llamaron a la puerta. Era el hombre, que entro seguido de 3 mujeres y 2 hombres. Las chicas estaban muy bien, desnudas completamente, con la mirada fija en el suelo. 2 morenas y una rubia. Creo que los 4 nos fijamos en la misma morena, de unos 25 años, de generosos pechos redondos, con pezones atravesados por piercings, y un gran tatuaje de un dragón en el costado. De los hombres, destacaba un menudo pelirrojo, de unos 30 años, de cuerpo muy definido, pero delgado, pero con un pollon de buenas dimensiones colgando, aun en reposo. Me dio un poco de envidia, la verdad. Las chicas se miraban entre ellas y miraban la entrepierna del chaval.

  • Creo que nos quedamos esta, dijo Manuel señalando a la morena del Tattoo
  • Buena elección, María nunca defrauda. La palabra de stop es FUEGO, peo nunca en los 3 años que lleva aquí, la ha usado, su nivel de aguante al dolor es elevado, y además es muy zorra, se corre como una loca. Veo que las señoras se han fijado en Damián. Es muy complaciente y muy sumiso. Le encanta ser humillado y usado. Si lo desean, pueden solicitar el cambio de sumiso y probar a media noche con él, solo llamen y se lo traigo. Que disfruten
Dicho esto se fue con las dos mujeres y los dos hombres.

María entro, se dirigió a una esquina y se arrodillo sin mediar palabra, con la vista siempre al suelo. Manuel fue al cuarto y nos pidió que le acompañáramos a ponernos cómodos.

Nos desnudamos y salimos fuera. No sabía bien por dónde empezar y el tomo las riendas.

Vanesa, dijo a su hermana, ven a la cruz.

Vanesa fue sin decir nada, y se puso de cara a ella. Manuel la sujeto con las correas que había por las muñecas y los tobillos, en forma de x totalmente abierta, indefensa y expuesta. A Silvia la llevo a un potro, donde apoyándola sobre el vientre, amarro sus manos a un lado y las piernas totalmente separadas a las patas del potro, con su culo y coño bien expuestos y abiertos. Llamo a María y la hizo tumbarse en una mesa de madera, con una gran polea en uno de los lados, era la típica donde se estiraba a los presos hasta desmembrarlos. La ato de piernas y manos, boca arriba, y le puso una mordaza. Yo ya no cabía en mí de excitación.

3 mujeres totalmente indefensas y expuestas para nuestro deleite, uso y disfrute.

Fui directamente a la mesa y tense la polea un par de vueltas. El cuerpo de María se tenso, arqueando la espalda y exponiendo sus enormes tetas. Agarre una fusta y se las empecé a golpear, dejando varias marcas rojizas en ellos. Tense un poco más la polea y le puse unas pinzas en los erguidos pezones. Eran metálicas y bastante fuertes, y apretaban sin piedad. María se retorcía y babeaba, pero no soltó ni un gemido, sin embrago su raja empezaba a lubricar, y su cuerpo a sudar. Me fije en Manuel, que había amordazado a su hermana, y comenzaba a azotarla con un látigo de varias colas. Le daba bastante fuerte, porque las marcas se dejaban ver enseguida. Le comete que no la marcara mucho, que nos quedaban días de playa, a lo que, con cara de resignación acepto, después de descargar un golpe más duro que los anteriores, respondido por un ahogado grito de Vanesa. Le unto aceite en la espalda y nalgas, para que los latigazos doliesen igual pero marcaran menos.

Me dirigí a mi cuñada, amarrada al potro, y aun sin usar, intentado ver que hacíamos, per o no podía desde su posición. Para su mayor tormento, le vende los ojos y le tape la boca también.

Unte su culo con mucho aceite y le lubrique bien sus dos agujeros, para después darle unos azotes con una raqueta de piel. A pesar del aceite, enseguida se puso rojo. Yo necesitaba follar ya o mi polla iba a estallar, cuando vi a Manuel haciéndolo con su hermana en la cruz, de manera bastante fuerte. Parece que los dos estábamos igual. Sin mas metí mi polla en el culo de Silvia, que la trago de golpe y sin resistencia. Ella se estremeció un poco y empezó a jadear, pero no le di tiempo a terminar, porque me corrí dentro enseguida. Seguí dándole un rato mas mientras veía a mi cuñado, que también había terminado de bombear dentro de su hermana. Los dos optamos por el culo, porque del de mi mujer, dilatado y rojo, salía un chorro de semen muslos abajo. Le quite la mordaza a Silvia y llame a Manuel para que nos chupara y limpiara la polla a los dos.

Tensamos un poco más la polea de María, que ahora si parecía estar al límite, y en esa postura, comenzamos a azotar si vientre y sus pechos, con bastante fuerza. El látigo de 7 colas, además, dejaba algún correazo extra en su pubis, y alguno incluso llegaba a los labios de su vagina, arrancándole este algún gemido, por fin. Con una fina vara de bambú, le azote los inhiestos y turgentes pechos, y uno de los golpes, dio de pleno en un pezón, soltando de manera brusca la hiriente pinza de metal, que dejo el pezón muy marcado y enrojecido, y la hizo volver a gemir y arquear la espalda. Dimos por concluido el castigo aquí, y aflojamos la polea para dejarla descansar un poco. Soltamos también a Vanesa, pero para darle la vuelta y dejarla de frente, viendo por primera vez la totalidad de la sala. Manuel le puso unas pinzas en los pezones, similares a las que lucía María. Con una cuerda comenzó a rodear sus tetas, haciéndolas erguirse e hincharse por la presión de las mismas. A su vez, me mando tirar de las pinzas de los pezones, mientras con un cordel más fino, daba varias vueltas a estos, dejándolos muy erguidos también, Vanesa tenia semblante de dolor, y la saliva que caía de su boca, hacia brillar sus tetas y vientre a la luz de la velas de la mazmorra. De las pinzas, colgué dos pequeñas pesas metálicas, que estiraron los pezones hacia debajo de forma dolorosa, por su gesto. Con las piernas totalmente separadas y el sexo obscenamente expuesto, Manuel le puso otro par de pinzas en los labios, y una tercera en el clítoris, que la hizo chillar de forma audible. Esto pareció gustarle a su hermano, que comenzó a abrir y cerrar la misma varias veces. Consiguiendo el mismo resultado cada vez.

A Silvia la pusimos en un camastro, similar a una silla ginecológica, tumbada sobre la espalda, con los brazos atados sobre su cabeza, y las piernas muy separadas atadas en unos estribos, dejando expuesto y totalmente abierta su entrepierna. En esa postura, Manuel le introdujo un dildo de madera hueco, que estaba unido por un tubo de goma a un pequeño depósito de agua que colgaba del techo. Abrió una pequeña llave de paso, y los 3 litros de agua empezaron a inundar su vientre poco a poco, mientras este se iba hinchando con el líquido. Sus pechos a la vez, sufrieron el mismo calvario de Vanesa, con las cuerdas y los cordeles, además de las pinzas

Llevamos a María al potro, la atamos en la misma posición que había estado Silvia

Y, viendo lo lubricada y excitada que estaba, y como nos habíamos puesto nosotros de nuevo, tras hurgar un poco su culo con mis dedos, se la metí de un golpe entera, y Manuel hacia lo mismo por su boca. Por los sonidos que emitía, debía estar follandole la boca con fuerza, porque se le escapo incluso alguna arcada, mientras yo seguía rompiéndole el culo con rabia.

Después de un rato, quise probar lo que hacía Manuel e intercambiamos posiciones. Comencé a follarla por la boca, con la misma fuerza que hice en su culo, y notaba como mi glande se abría paso con los envites, garganta abajo. Estaba a punto de correrme, y se la deje metida, descargando todo mi chorro directo a la garganta, la saque un poco y ella comenzó a lamerme afanosa en limpiar todos los restos. Manuel ocupo mi lugar y tardo poco en acabar también en su garganta.

Mientras Silvia se retorcía, con los 3 litros de agua completos en su interior y el dildo de madera, que le impedía evacuar todo el liquido, y Vanesa en la cruz, con los pesos colgando de sus pezones y sus labios, y las tetas de un color morado leve, por la falta de circulación debido a las ataduras, parecía no resistir mucho mas el tormento, por lo que procedimos a liberar momentáneamente a las 3 mujeres. Ordenamos a María que ayudase a Silvia a desalojar el líquido y después les hiciera correrse a las 2 mientras nosotros nos dábamos una ducha. Les dijimos a nuestras mujeres que cuando acabaran nos acompañaran.

Después de ducharnos y reponer fuerzas, volvimos los 4 a la sala, donde María, sumisa, estaba esperando en la misma postura que al principio.

Esta zorra se ha dejado follar por nuestros hombres, y parece haberle gustado, tendremos que darle una lección, dijo Vanesa, mirando a Silvia, la cual asiento con una picara sonrisa en el rostro.

Manuel y yo nos hicimos a un lado. La ataron de espaldas en la cruz y comenzaron a castigarla con fuerza, tanto con la vara de bambú, como con el látigo de 7 colas. Este ultimo llegaba muchas veces a las nalgas, que en algunas zonas, ya parecía que iba a brotar algo de sangre, pero María solo jadeaba y alguna lagrima resbalaba por su mejilla, aguantando estoicamente el castigo. Era impresionante. Silvia introdujo la mano entre sus piernas y dijo asombrada:

Pero si esta cachonda, la muy zorra, no sigas, que igual se corre!! Jaja A esta le hago yo decir la palabra, vaya si lo consigo

Y dicho esto tomo un dildo metálico de gran tamaño, con protuberancias, y se lo introdujo entero dentro. Entro con facilidad, por lo que su humedad era obvia. El aparato, en la base, tenía una palomilla que al girarla, se abría en cuatro paredes, como un especulo medico, aumentado aun mas su tamaño, y dilatando el coño de María, que se retorcía y gemía, pero se dejaba hacer. Como seguía sin pedir parar, Vanesa, para mi asombro, tomo la iniciativa y tomo un hierro candente del fuego, y lo acerco al metal del consolador, aumentando su temperatura dentro de ella, pero seguía sin decir la palabra que terminaría con su sufrimiento. Acerco el mismo hierro a uno de sus pezones, casi tocándolo, pero el resultado fue el mismo. María estaba empapada en sudor, lágrimas y fluidos.

Silvia vio en el fuego unas largas, candentes y afiladas agujas. Tomo una y unas tenazas. Cogió con ellas uno de los pezones de María lo estiro y acerco la aguja. Esta negaba con la cabeza, mientras Vanesa le decía:

Dilo, dilo

Pero María solo cerró los ojos. Silvia acerco más la aguja, y le perforo el pezón con ella. María se retorcía y sollozaba, por momentos parecía flaquear, pero seguía aguantando. Vanesa, para nuestro estupor, hizo la misma maniobra en el otro pezón, con el mismo resultado. Ahora, con otro hierro candente, se dedicaron a calentar tanto las agujas como los piercings que atravesaban los pezones de María, arrancando alaridos de dolor, gemidos y contoneos, lagrimas y fluidos vaginales, todo el brutal juego, la estaba excitando sobremanera!

Sin darnos cuenta habían pasado más de 6 horas ya. Vanesa y Silvia dieron por concluida la tortura a María, la soltaron y acompañaron al cuarto, donde la ducharon y calmaron sus heridas con cremas. Después la tumbaron en la cama, y la deleitaron con una comida de coño a dos bocas que le arranco un par de orgasmos. Nosotros estábamos tan excitados con lo vivido primero en la mazmorra, y la visión de aquellas tres mujeres en la cama, que nos acercamos por detrás a las dos, y las penetramos sin más. Yo, con mi mujer, no tardamos ni tres minutos en venirnos en un orgasmo simultáneo, mientras Silvia y Manu hacían lo mismo.

Vanesa, con cuatro dedos en la vagina de María, y Silvia comiéndole el clítoris mientras le penetraba el culo con otro dedo, le arrancaron el tercero a ella.

Dimos por terminada la sesión, y permitimos a María, que nos pidió permiso para hablar, quedarse un rato conversando y contándonos un poco su historia. Al rato llamamos para que viniesen a recogerla y el encargado nos ofreció los servicios del pelirrojo, pero las chicas desistieron, para nuestro agrado.

Después de un rato de descanso, Silvia dijo que quería probar la mesa de estiramiento donde había estado María, que era la única que había pasado por ella. No soporto la mitad de vueltas que María había sufrido, lo que dejo patente su elevado grado de tolerancia al dolor. La verdad que ver el cuerpo de una mujer estirado al máximo, con la espalda arqueada exponiendo sus pechos al máximo, es una visión excitante. Vanesa, que inspeccionaba la mazmorra, se acerco al fuego donde estaban los hierros, y vio por primera vez, en lateral, un juego completo de abecedario, de letras muy elegantes y trabajadas, así como varios símbolos. Se acerco con la letra R , que es la primera letra de nuestro primer apellido, tanto el mío, como el de los hermanos , y el de mi cuñada, casualidades de la vida. Se acerco a Silvia y le susurro algo al oído, mientras esta asentía.

Os gustaría marcarnos como de vuestra propiedad? Pregunto de repente Vanessa. Con esta letra las 2 perteneceremos a ambos, que os parece?

Manuel y yo nos miramos y casi al unísono preguntamos:

  • Estáis seguras?
  • Si, amos, respondieron las 2 a la vez
  • Ok, vamos a ello
Manuel cogió el hierro y lo puso en el fuego, mientras yo me acerque a Silvia y tense un poco más la polea. Un quejido salió de su boca, arqueando aun más su espalda, eso me excito bastante.

  • Marcas tu a Silvia y yo a Vanesa? Dijo Manuel
  • Perfecto, respondí. Algún sitio concreto?
  • Elige tú, me dijo.
Aprovechando la postura del torno, decidí marcarla en la entrepierna, muy cerca de vagina, pensé que sería muy erótico ver esa marca ahí, y además, practico, pues podría seguí usando bikini sin que se viera. Tome el hierro que lucía al rojo vivo, lo acerque, Silvia cerro fuertemente los ojos, apretó los labios, y la marqué. Un fuerte grito salió de su boca, y lagrimas recorrieron sus mejillas. En la postura que estaba, le era imposible retorcerse, mientras yo aguantaba el hierro firme, hasta que empezó a enfriar. Al retirarlo, una preciosa y labrada R quedo impresa en la zona, enrojecida y quemada. Cuando cicatrizase, luciría preciosa. Vanesa, veía horrorizada, que la idea igual no había sido tan buena.

Es un sitio perfecto para marcar, hermanita, te toca, dijo Manuel, mientras yo soltaba a Silvia para dejar el sitio libre para ella.

La acompañe a la ducha y volví para el marcado de mi mujer. Si alguien me hubiese dicho meses atrás lo que estaba pasando, y el grado de lujuria y vicio que estaba alcanzo mi mujer en esta mazmorra, hubiera dicho que estaba loco.

Puesta en torno, empecé a girar, y de primeras aguanto una vuelta más que su cuñada. Gire otro poco mas y empezaba a gemir y arquear, pero sin quejarse, un poco más, un poco más, hasta que empezó a rogar que parase. Menos de 2 vueltas le faltaron para alcanzar el límite de María, increíble. Lucía espectacular, estirada y arqueada al máximo, el cuerpo brillante por el sudor y los pechos expuestos y desafiantes. Pensé en como estaría uno de ellos con la marca muy cerca del pezón y me empalmé de inmediato.

  • No estaría mal marcarle las tetas eh? Dijo su hermano
  • Me has leído el pensamiento, respondí, pero se vería demasiado
  • Hacerlo ,lo luciré orgullosa, jadeo Vanesa
Manuel y yo nos miramos atónitos, y este no le dio tiempo a arrepentirse, estaba deseando hacerlo. Tomo el hierro, y muy cerca del pezón por la parte interna del pecho izquierdo, la marcó.

El grito fue bastante intenso y el gesto de dolor también. Las lágrimas cubrían su cara y el sudor su cuerpo. Manuel mantuvo el hierro candente durante unos segundos más. Silvia observaba atónita desde la puerta del cuarto, y se acerco para calmar y consolar a su cuñada, besándola profundamente la boca, mientras estimulaba su clítoris con la mano.

Manuel retiro el hierro y la preciosa letra, lucia, hinchada y enrojecida, en su pecho, muy cerca del pezón. Era una dolorosa obra de arte.

Afloje un poco la polea, le solté los pies, dejándola solamente atada por las muñecas, con los brazos estirados sobre su cabeza. Mande a Silvia quitarse, Me subí a torno, le bese los labios, le bese su nueva marca, suavemente, lo que le hizo erizar la piel. Le lamí con suavidad la herida, como hace una madre con su cachorro herido, le separe un poco las piernas, y esa vez, y por primera en todas las vacaciones, le hice el amor suavemente, hasta corrernos los dos en un intenso orgasmo simultaneo. Vi a Manuel haciendo al fondo, en el suelo, con su mujer. Solté a Vanesa, y nos fuimos a duchar y vestirnos. Al rato llegaron mis cuñados, hicieron lo mismo, nos vestimos y nos fuimos, contentos, cansados, ellas doloridas, pero los 4 con una sonrisa en la boca, y más unidos que nunca.

Llegamos al apartamento y nos fuimos directamente a dormir, hasta la tarde del día siguiente, que había amanecido nublado, y así seguía.

Salí a tomar un café y me acerque a una farmacia del pueblo a comprar una pomada para tratar quemaduras, para que las chicas se la pusieran. En el apartamento todos dormían aun. Aproveche a dar un paseo solo y meditar un poco sobre todos los acontecimientos acaecidos el día anterior.

Cuando llegue al apartamento todos estaban ya levantados, eran casi las 8 de la tarde. Les di la pomada a las chicas, que me lo agradecieron pidiéndome que se la untara yo mismo.

Vanesa aparto un poco la camiseta sacando su pecho, estaba enrojecido por la zona de la quemadura, e hinchado, pero la R lucia esplendida. Le pregunte si le dolía y me dijo que un poco. Le puse una cantidad generosa de crema con mucho cuidado. Al lado se sentó Silvia, con el pantalón bajado, la misma imagen tan cerca de su vulva, era muy excitante. Tenía dos pedazo de mujeres marcadas con la inicial de mi apellido. Nos pertenecían , desde ese momento, y para siempre, solo a nosotros 2. Le palique la crema, con cuidado también, pero la cercanía con los labios vaginales, el frescor de la crema, y el contacto de mis dedos, hicieron que Silvia empezara a gemir y contonear las caderas. Se empezaba a excitar.

  • En serio? Pregunte
  • Que quieres? Me estas poniendo a 1000, respondió ella
  • Pues así te vas a quedar, respondí, vestiros, que vamos a salir a cenar
Con gesto de decepción, se subió el pantalón y las dos chicas marcharon a vestirse. Manuel me miro, con aprobación:

Veo que te estás metiendo muy bien en tu nuevo roll, eso está bien. Tengo una idea en mente desde hace tiempo, cenando lo hablamos, porque con todo esto que está pasando, igual ahora si se puede llevar a cabo, me dijo

De camino al restaurante, Vanesa me dijo:

  • Fue excitante ver la aguja atravesar el pezón de María, creo que me corrí haciéndolo. Quiero sentirlo en los míos, quiero anillarlos
  • Si lo haces, lo quiero completo, clítoris y ombligo también, respondí
  • Perfecto, lo que tú quieras, dijo asintiendo con la cabeza
Silvia y Manuel se giraron complacidos por la propuesta de Vanesa, y Silvia comento que también lo haría

  • Bueno, pues recientemente he adquirido una propiedad con el dinero de la venta de las fincas de mi suegro, recientemente fallecido, comenzó a decir Manuel, mientras degustábamos una botella de Merlot blanco antes de cenar.
  • Es un chalet a las afueras de Oviedo, bastante cerca de todo, pero lo suficientemente alejado de vecinos indiscretos.
  • Es precioso, comento Silvia
  • Volvéis a casa? Pregunte
  • Es precioso y enorme, me corto Manuel, y está casi listo. Tiene dos plantas completamente independientes, pero unidas por una escalera interior, 2 salones, 3 baños, 5 habitaciones, solo se compartiría la cocina, si aceptáis vivir los 4 juntos
  • Cómo? Dijimos Vanesa y yo al unísono
  • Queremos que os planteéis vivir juntos, estos encuentros unos días al año, Silvia y yo queremos que sean permanentes, os necesitamos, y creo que vosotros a nosotros igual, por lo que he visto. Además, ahora somos copropietarios de estas dos bellezas, dijo Manuel mientras se reía. Lo que nadie sabe, ni siquiera mi mujer, pues era una sorpresa, es que he equipado el sótano completamente para nuestros juegos, es una mazmorra insonorizada y con todo lo necesario para pasar largas jornadas allí. No contestéis ahora, pensarlo y mañana hablamos, ahora vamos a disfrutar del vino y la cena
Yo no me quitaba la idea de la cabeza, mientras hablábamos de cosas triviales durante la cena. Ver a mi cuñado torturar y follarse a su hermana, mi mujer, unos días al año, era excitante, pero todos los días? Podría mi ego soportar eso? Por otro lado, yo tendría a Silvia para mi, cuando y para lo que quisiera, eso era mucho a favor, la verdad. Me sentí un poco mal por el pensamiento de egoísmo, quería a las dos para mí, pero dudaba si me gustaría compartir la mía.

Esa noche ni folle ni dormí, deje a Vanesa recuperarse del todo, para poder disfrutar los últimos días de vacaciones. La idea de Manuel, me rondaba la cabeza y no se me iba. Al final, la desperté y se lo pregunte:

  • Qué opinas de la propuesta de tu hermano?, le dije
  • No está mal, siempre quisimos vender el piso e irnos a una casa, y ahora tenemos la oportunidad de hacerlo y mantener nuestro piso. Y la idea de tener 2 hombres que me posean cuando quieran, a los que amo con locura, y a Silvia, para compartir nuestro placer, y ver cómo te la follas y la castigas, que me pone mucho, yo creo que deberíamos aceptar, pero tu mandas, amor, me contestó.
  • Ok, veremos lo que hacemos, iremos a verla primero. Vamos a desayunar
Nos levantamos justo en el momento que Manuel entraba con unos croissants recién hechos. Silvia estaba haciendo café.

  • Chicas en un par de horas, tenéis cita para anillaros en un estudio que encontré aquí cerca, dijo Manuel nada más entrar
  • Perfecto! Exclamaron al unísono las dos
Tras desayunar, nos vestimos y partimos al estudio. Había un tío, bastante fornido, completamente tatuado, con brazos musculados, de unos 30 años. Con el estaban dos chicas jóvenes, bastante tatuadas también, con dilataciones y piercings por todas partes. Una de ellas dejaba adivinar a través de la tela de la ajustada camiseta de Ramones que llevaba, los pezones con piercings, pues se notaban perfectamente los mismos y las bolas. Me imagine a Vanesa, que siempre llevaba sujetador para no marcar los suyos, en camiseta o vestido, con los pezones insinuantes y las bolas de los piercing a ambos lados, y tuve una erección.

  • Aquí estamos, puntuales, dijo Manu
  • Perfecto dijo el hombre. Soy Salva, mucho gusto, acompañar a mis chicas atrás, y ellas os preparan.
Dicho esto, Vanesa y Silvia siguieron a las muchachas tras unas cortinas. Salva nos sirvió unos chupitos y nos ofreció fumar. Aceptamos los chupitos. Una de las chicas salió al rato.

  • Están listas Salva, dijo.
  • Perfecto, vamos allá, venir, dijo
Le seguimos a una sala, con todo el instrumental, bastante grande para el tamaño de la tienda. Y allí estaban Silvia y Vanesa, en dos sillas ginecológicas, completamente desnudas y expuestas. Las piernas en los estribos, atadas con correas de cuero y ampliamente abiertas de piernas. Los brazos libres y recostadas hacia detrás. La erección me vino de nuevo. Quería una de esas sillas para el sótano de la nueva casa.

Bien, dijo Salva mientras se ponía unos guantes de latex. Lo hablado no? Pregunto

Manuel asintió con la cabeza. Salva se acerco a Silvia primero, al ver la marca en su ingle.

  • Precioso! Exclamo, y muy reciente, dijo mientras buscaba algo en el cuerpo de Vanesa. Y ella también, que pasada! Dijo. De cual de los dos son? Pregunto
  • Al 50% exclame, nuestro apellidos empiezan igual, los cuatro! Acentué
  • Si me permitís ciertas “licencias” con estas zorritas, no os cobraré el trabajo, que os parece?
  • A que te refieres? Pregunte con el semblante serio. No son putas y no están en venta
  • Tranquilo tío, relájate, me dijo. Están muy buenas, y son sumisas. En mi trabajo veo mucha teta y coñito, pero puedo tocar lo justo, las muy zorras enseguida se mosquean si te pasas un poco, y acabo con unos empalmes de la ostia. Dejarme trabajarlas sin cortarme, sobar un poco mas, jeje solo eso. Si veis que me paso, me parais
  • Ok, dijo Manuel, Verdad? Me pregunto. Son 300€ que nos podemos ahorrar, y seguro que a ellas les gusta.
  • Bien, adelante, dije
Salva dio instrucciones a sus chicas, que empezaron a tomar medidas y desinfectar las zonas mientras el preparaba todo. Nos señalo un muestrario para elegir las piezas, mientras. Teníamos claro que las dos irían iguales.

Con todo preparado, y como suponía por como la miraba desde el principio, empezó por Vanesa. Le manoseó los pezones con bastante fuerza, con las manos impregnadas en gel hidroalcoholico para desinfectar. Después marco unos puntos a ambos lados del pezón con rotulador, se separo un poco, borro uno de ellos, lo marco de nuevo algo más desplazado, volvió a mirar y asintió con la cabeza. Tapo con una gasa la R del pecho, para no rozarla, y fue al ombligo. Ahí no se detuvo demasiado y en un par de minutos lo tenia marcado.

El clítoris fue otra historia. Introdujo un bastoncillo con desinfectante bajo el y alrededor, limpio bien la zona, y cuando cogió el rotulador para marcar, introdujo, sin esfuerzo, dos dedos dentro de su vagina.

Esta empapada la muy guarra! Dijo riendo

Vanesa, que nunca se había visto así, se ruborizo un poco, pero Salva comenzó a mover los dedos y el rubor se convirtió en jadeos. Mientras la masturbaba, marco los puntos arriba y abajo para la perforación.

No te corras todavía, primero toca sufrir, le espetó riendo, mientras sacaba sus dedos.

Mientras cambiaba los guantes, una de las chicas, atrapo los pezones con una especie de tijeras, pero planas en el extremo y huecas, a través de los agujeros se veían las marcas hechas. Estaba claro que todo era muy profesional

Elegimos para los pezones unos que era una barra con bolas a los lados, y con medio círculo que rodeaba la parte baja del pezón, con forma estrellada. Era perfecto para poner las pinzas del estimulador eléctrico! Para el ombligo una barra semicurva con 2 pequeñas piedras con forma de diamante como cierre, muy parecido al que elegimos para el clítoris

Una de las chicas se puso detrás de la silla para sujetar los brazos de Vane sobre su cabeza, mientras Salva tomaba la pinza con una mano y estiraba el pezón. En la otra mano tenía una aguja de considerables dimensiones, con la que de un certero empujón, perforo el pezón de Vanesa, que no lo vio venir, y se contrajo de forma brusca, mientras soltaba un chillido. Sin tiempo a recuperarse, hizo lo mismo con el otro, con el mismo resultado. Dos agujas de unos 6 cm de largo atravesaban los pezones de Vanesa, a través de las pinzas, que soltó acto seguido. Procedimiento parecido en el ombligo, pero estaba claro que ahí no quería perder mucho tiempo

Paso al clítoris, otra vez con dos dedos dentro de ella, empezó a masturbarla, y cuando se estaba empezando a relajar, la otra chica atrapo el clítoris con una pinza como las anteriores, y el muy cabron, empezó a atravesarlo, tomándose su tiempo. Vanesa intentaba retorcerse y zafarse, mientras lloraba y gritaba, pero le fue imposible. Salva termino su agonía, volviendo a masturbarla otro poco. Cuando se había relajado, fue sustituyendo las agujas por las joyas elegidas. Desinfecto las zonas de nuevo, y nos mando mirar el resultado.

Vanesa lucia impresionante con los piercings. Los pezones hinchados, duros y desafiantes como nunca los había visto. El ombligo sensual y entre los pliegues de sus labios, el clítoris atravesado por la plateada joya.

Esto te va a flipar, dijo Salva a Vanesa. Volvió a acomodarse entre sus piernas, y mientras volvía a masturbarla, encendió un vibrador que acerco al piercing del clítoris.

Vanesa empezó a gemir, agitarse y jadear, y, entre fuertes jadeos y gritos ahogados, se vino en un húmedo orgasmo en las manos de Salva. Había tenido su primer squirt! Y no se lo había provocado yo

  • Bua! Que pasada! No falla! En la vida te has corrido como lo vas a hacer a partir de ahora, jajaja le dijo Salva a Vanesa. Vamos a por ti, monada, dijo dirigiéndose a Silvia, a la cual ya llevaba la otra chica “preparando” un rato, pues además de marcar todos los puntos a perforar, le había metido un consolador de buenas dimensiones
  • Estas llena eh? Exclamo Salva riendo
Empezó el anillado por el clítoris, sacando el consolador y metiendo sus dedos, como había hecho antes a mi mujer, y prolongo el pinchazo todo lo que pudo, para agonía de Silvia que chillaba y lloraba de dolor, después fue a por el ombligo, donde se detuvo y lo justo y paso a los pezones.

Sobo con ganas los pechos y pellizco los pezones con fuerza, estirándolos, para ponerlos duros como piedras y ponerle las pinzas. Aquí también tardo bastante en atravesarlos, se le veía disfrutar con la agonía de Silvia, que parecía sufrir más que Vane. Tras sustituir las agujas por las joyas, volvió mostrárnosla como había hecho anteriormente con Vanesa.

Le introdujo de nuevo el consolador, y mientras la otra chica repetía la acción del vibrador en el piercing del clítoris, el puso unas pinzas en los aros de los pezones, conectados a un pequeño transformador eléctrico, que comenzó a darle descargas. Silvia se retorcía y jadeaba, y termino corriéndose al poco tiempo.

  • Necesito que estas dos me coman el rabo, o me va a estallar, dijo Salva. Si queréis aprovechar la postura follaros a las vuestras, no os cortéis, exclamo Salva.
  • No lo dudes, dije mientras sacaba mi erguida polla dirección a mi mujer.
Manuel hizo lo mismo y tardamos muy poco en corrernos, estamos todos muy excitados.

Las chicas del estudio, vinieron a chuparnos las vergas, después de terminar con Salva, para deleite nuestro. Lo hacían tan bien que casi acabo empalmado otra vez. Salva estaba deleitando la vista con nuestras chicas, expuestas, perforadas, sudadas y con flujos de ellas y nuestros saliendo de sus vaginas.

Cuando acabéis con ellos, limpiar a estas para que puedan ver su nuevo cuerpo, dijo Salva

Las limpiaron y soltaron, y las acercaron a un espejo de la pared. Se veían divinas con los piercing, la R marcada a fuego, los pezones permanentemente erguidos y perforados, que ganas de estar a solas con ellas y disfrutarlas!!!

Tras tomarles unas fotos para el book del estudio, Silvia y Vanesa se vistieron, nos despedimos del singular trío del estudio y nos fuimos.

En el apartamento, mientras las chicas se daban un baño y se trataban los piercing con las cremas que les habían dado, nosotros hablamos un poco de cómo era la casa y de la posibilidad de aceptar el trato una vez vista esta.

Cuando salieron del baño, en bikini, con intención de pasar la ultima tarde en la playa, los pezones de ambas se marcaban a través de la fina tela, así como las joyas que los atravesaban. La imagen era excitante. Además a Vanesa, se le veía un poco la marca a fuego, muy poco, pero lo suficiente para recordarme que estaba allí, y era mía.

Después de tomar el sol y bañarnos, volvimos a la habitación a ducharnos para ir a cenar, al día siguiente tocaba madrugar para coger el avión de vuelta a casa.



LA NUEVA VIDA

Incorporarse a la rutina después de las vacaciones nunca es agradable, pero es necesario. Manuel y Vanesa tardarían unos días en arreglar todo y volver a Asturias, días que se me antojaban eternos. Esa tarde recibí un email, con instrucciones de mi cuñado para que recogiéramos las llaves de la casa en la oficina de la empresa que les había hecho la reforma, y la dirección para que la fuéramos a ver.

El fin de semana escapamos a verla. Era un chalet dentro de una finca grande, totalmente vallada y discreta. Recién pintado, se apreciaban las ventanas y puertas nuevas, con un gran ventanal en el lateral derecho que daba a una piscina y una zona para tomar el sol. Era lo que siempre había soñado. Por dentro todo era nuevo y moderno, el piso de abajo tenía una enorme cocina, con comedor, isla, vamos un sueño. El salón con chimenea que daba a la piscina, una habitación principal con baño, otra habitación más pequeña, un aseo, la escalera de acceso al piso superior, una puerta de acceso al garaje en la parte trasera, y una cerrada, que ninguna de las llaves abría, y supuse era el sótano.

El piso superior, era un copia y pega del inferior, salvo las puertas de garaje y sótano, y el ventanal, que aquí daba también a la piscina, pero sobre un balcón. Era perfecto, 2 viviendas en una, independientes pero unidas. Decidimos aceptar la oferta, y así se lo comunicamos a nuestros cuñados desde allí mismo.

  • Genial!!!! Dijo Manuel, estoy encantado! Pues podéis trasladaros cuando queráis, prepáralo todo, ya esta funcional. Nosotros vamos definitivamente a primeros de mes. La próxima semana llegaran nuestras cosas. Arriba o abajo? Qué prefieres?
  • El bajo, si no te importa, respondí.
  • Perfecto, pues vuestro es. Nos vemos en quince días
  • Ok, y Gracias! Respondí
Esas dos semanas se me hicieron eternas, Vanesa pidió unos días para preparar la mudanza y yo hice lo mismo, en cuanto liquide varias cosas, cerré unos días por asuntos personales. Queríamos estar instalados para cuando ellos llegaran.

Y así fue, el domingo al mediodía, llegaron a casa.

Les ayudamos con las bolsas que traían y vieron nuestra planta, ya medio personaliza con fotos y cuadros nuestros. Les gusto mucho

En la planta de arriba les habíamos colocado más o menos todo lo que había llegado día antes, salvo la ropa y las cosas personales, ya que cada uno tenemos nuestras manías.

Les dejamos acomodarse mientras baje a preparar algo de comer. La sobremesa la pasamos hablando de la casa, la zona, lo tranquilo que era, pues en 6 días que llevábamos allí viviendo, aun no habíamos visto a ningún vecino. Es lo que tiene entrar en coche directo a tu finca, si no quieres, no hay contacto.

  • Estaréis deseando ver la mejor zona de la casa, no? Dijo Manuel
  • Estuve a punto de forzar la puerta 2 veces, jaja respondí
  • Vamos, dijo Manuel, y toma, tu llave, me dijo dándome una.
Como había prometido, la sala no nos defraudó. Era enorme, casi media planta del chalet, la otra media era el garaje, totalmente insonorizadas las paredes en acolchado rojo, con varios espejos en algunas zonas, estratégicas supuse, y algunos en el techo. Potro, silla ginecológica, cruz, x, varias poleas en el techo, grilletes en varios puntos, una especie de somier antiguo metálico, conectado a un generador, un armario con todo tipo de parafernalia, dos butacas negras de piel, vamos, todo. Un pastizal gastado únicamente para el placer y el dolor. Estábamos embobados tanto Vanesa y yo, como Silvia, que tampoco lo había visto. Al fondo había una puerta, de acceso a un baño con hidromasaje, para relajarse después de una sesión. Había también una pequeña nevera. Estaba pensado hasta el último detalle. Era perfecto

  • Que os parece? Dijo Manuel
  • Perfecto, respondimos
  • Hermanita, dijo sin preámbulos, desnúdate, quiero ver mi propiedad
  • Qué?? Exclamo Vanesa, que no se lo esperaba, ahora?
  • Acaso estas sorda? Respondió y agarrándola por la camiseta, de un tirón se la desgarro
dejando sus tetas al descubierto, con la R completamente curada, y los pezones erguidos y perforados, desafiantes.

  • Aquí dentro, obedeceréis sin rechistar, y hablareis solo si se os pregunta, dijo, y le arreo un bofetón en la cara. Lo has entendido?
  • Si amo, respondió Vanesa, bajando la mirada al suelo, sumisa
Yo estaba un poco desubicado, la verdad. No me esperaba una entrada así.

  • Desnúdate y enséñame el resto, le dijo. Vanesa lo hizo sin rechistar.
  • Perfecto, exclamó satisfecho, mientras me miraba
  • Tu a que esperas? Espeté a Silvia, también quieres una ostia?
  • No amo, respondió mientras se quitaba la ropa
Estaba muy morena, su marca, también cicatrizada, lucía en su depilado pubis. Entre sus labios se apreciaba la piedra superior del piercing, y los pezones, se veían duros y firmes, con sus joyas manteniéndolos así.

Manuel llevo a Vanesa al centro de la habitación, y le sujeto los brazos a una cadenas que pendían del techo, en una polea. En el suelo, había otras que sujetaron sus tobillos con las piernas muy separadas. Aflojo la polea del techo para que pudiera doblarse sobre su cintura, para sujetarle al cuello otra correa desde el suelo. Una vez así, volvió a tensar la del techo, dejándola totalmente inmovilizada, abierta y expuesta. Me fije que en esa zona había un pequeño sumidero y en la columna cercana un grifo, y una manguera plateada terminada en un fino tubo con agujeros.

Vamos a limpiar ese culo antes de follármelo, dijo Manuel

Escupió varias veces en su agujero, y comenzó a extender la saliva y lubricar la entrada de su culo, para después empezar a introducirle su dedo corazón, que pronto fue sustituido por el cabezal de la manguera. Abrió la llave de paso, y al momento vi como Vanesa se estremecía un poco. Un hilo de agua empezó a resbalar por sus piernas. Mientras Manuel fue al armario y vino con un Plug de goma hinchable y lubricante. Cerro el grifo, unto lubricante en el plug y sustituyo uno por otro ,muy rápido, para que no saliera nada de liquido. Bombeo varias veces la pera para hincharlo en su interior, y se retiro al baño.

Lleve a Silvia a la X, donde la sujeté de espalda a ella. Le pellizque los pezones, que estaban extraordinariamente duros, y pase un dedo por su raja, mientras le besaba en la boca. Estaba muy húmeda. Tome unas pinzas del transformador, y las puse en los cuatro piercing de su cuerpo. Subí la intensidad del aparato poco a poco. Un led indicaba la frecuencia de las descargas, y un medidor de aguja, la intensidad. Poco a poco, Silvia comenzó a jadear y moverse en la cruz. En ese punto, deje la ruleta, dándole las descargas mientras me fui a desnudar.

Manuel retiro el plug del culo de Vanesa sin deshinchar, dejando el esfínter dilatado y dejando escapar toda el agua que había en su interior, para su alivio, con los restos de heces. Manuel tomo la manguera y limpio sus piernas y el suelo. Sin apenas tiempo, le metió la polla de un golpe en el culo, a lo que su hermana respondió con un sonoro grito, que no pudo terminar, pues la mía lleno su boca de repente. Con cada envite en el culo de su hermano, tragaba la mía hasta el fondo, provocándole arcadas. Así estuvimos un rato, hasta que Manuel salió de su culo, para cambiar las posiciones. Estaba muy dilatado, por lo que no me costó nada meterla en el. Manuel se estaba corriendo en la boca de su hermana cuando empecé a penetrarla por detrás. De nuevo mis embestidas, le hacían comerse su polla hasta la garganta, y como el empujaba también, una vez estuvo a punto de vomitar, pero él seguía empujando, no parecía importarle.

Me corrí abundantemente en el culo de Vanesa. Saque mi polla y le metí el plug otra vez a modo de tapón. Le iba a dejar todo dentro un rato. Lo hinché un poco más

Detrás Silvia se retorcía con las descargas. Aumente más la intensidad, y tome una fusta, para castigar aquellas desafiantes tetas. No tardaron en tornarse enrojecidas. Manuel estaba azotando con una vara el culo de su hermana. Parecía que tenía fijación con él.

Después, colgó unas pesas de los piercing de los pezones, estirando de estos hacia el suelo, y arrancado otro grito de dolor y lagrimas de su cara. La dejo así y vino por primera vez a ver a Silvia. Aumentó un poco más la intensidad, lo que la hizo retorcerse y gemir. De repente, lo subió de golpe a tope un instante y lo bajo. El grito de dolor salió de su garganta acompañando un arqueo imposible de su cuerpo hacia delante, que retrocedió inmediatamente al contacto de mi fustigazo en el vientre, que le dejo una buena marca. Dejé a Manuel con Silvia y me acerque a Vanesa. Le solté el collar del cuello para poder erguirla de nuevo desde las poleas del techo. Acerque mi mano a su entrepierna, completamente húmeda y empecé a masturbarla. Parecía que estaba a punto de correrse, y paré. Solté los pesos de los pezones, pues tenía miedo que sufriese un desgarro, y se los bese y mordí un rato. Me ponían a 100. Empezó de nuevo a jadear y contonearse, estaba claro que deseaba un orgasmo. Había un consolador unido a una barra extensible, y justo bajo mi mujer un agujero en el suelo del mismo diámetro. Estaba claro. Lo tomé, se lo introduje hasta el fondo, sin ningún esfuerzo, ajuste el largo de la barra, y quedó perfectamente empalada. Hinche otro poco el plug del culo.

Manuel había soltado a Silvia y la sujetó al potro, con el culo bien expuesto. Su marca lucia esplendida, y su culo, como siempre, imponente. Le estaba dando bien con un látigo de cuero, pero apenas se la oía, porque le había metido una mordaza de bola en la boca. Vi una inusual rabia en los golpes que proporcionaba. Como cuando sodomizaba a su hermana. Estaba desatado, y no me gustó demasiado. Me acerque a mandarle que aflojara un poco la fuerza, lo que hizo a regañadientes. Silvia estaba llorando, con todo el rímel corrido por su cara; la imagen era grotesca y excitante a la vez. El culo, rojo e inflamado, invitaba a tomarlo. Le unte aceite en el para calmar la irritación y me dedique a lubricar la entrada del ano, insertando un dedo, dos, tres, hasta que lo relajo. Se la metí un poco, para tantear, la saque, y entera dentro, de un movimiento seco. Comencé a bombear rítmicamente, y estimular su clítoris con mis dedos. Se corrió de inmediato. Las contracciones de culo, al hacerlo, apretaban mi polla dentro, causándome un placer inmenso.

Manuel había vuelto a poner a Vanesa en la posición inicial, esta vez con el consolador en su vagina, y había sustituido el plug, por su polla, y por segunda vez le estaba dando por el culo con rabia. Por los gemidos deduje que se estaba corriendo dentro.

Acabale dentro a esta otra vez, llénala de nuestra leche, dijo Manuel

Deje a Silvia a punto de correrme, y la metí en el maltrecho culo de Vanesa, donde me vine casi de inmediato. Al sacarla, abundante semen de las tres descargas comenzó a caer por sus piernas. El esfínter, totalmente dilatado y enrojecido, se negaba a cerrarse. Tomé un vibrador del mueble, y se lo puse en el clítoris. Tuvo un sonoro y largo orgasmo al instante.

Me acerque a Silvia que estaba terminando de limpiar con la boca la verga de su marido, y le acerque la mía para que hiciera lo mismo. Tras eso, las soltamos y dimos por estrenada la mazmorra. Nos fuimos cada pareja a nuestros cuartos, para asearnos y descansar.





Los días fueron pasando, adaptándonos a la nueva forma de vivir. Solíamos coincidir los 4 solo para cenar, pues nuestros trabajos tenían horarios muy dispares. Los encuentros en la mazmorra no fueron muchos, en los meses siguientes, y los juegos, se relajaron, fueron mucho mas ligth que el primer día. Los golpes intentaban dejar poca o ninguna marca, y las penetraciones no eran violentas. Volvía a ser como los primeros encuentros, pero la calma duraría poco.





EL PRINCIPIO DEL FINAL

Manuel comento un martes, que el fin de semana iba a traer unos amigos a casa. Les debía muchos favores, creo que incluso dinero, y les había hablado de nuestro “convenio” y nuestro cuarto de juegos, y lo querían probar.

  • Ni de coña!!!, grite. Eso es solo nuestro, y ellas también. Una cosa es que mi mujer folle contigo, que eres su hermano, y otra que lo haga con desconocidos
  • Mi hermana es tan propiedad mía como tuya, espetó. Asi lo acordamos
  • Pero tú de qué vas? En serio, te has planteado que unos desconocidos usen a tu hermana y a tu mujer? Estás loco? No pienso pasar por ahí
  • No harán nada que no permitamos y además ellas lo pueden parar cuando quieran con la palabra clave, sabes cómo funciona
  • Que opináis vosotras? Pregunté, al fin y al cabo, sois las más interesadas en esto
  • Pensar una cosa, si no lo hago puedo perder todo esto, cortó Manuel
  • No me agrada mucho, dijo Vanesa, pero podemos probar
  • A mí no me importa, dijo mi cuñada
  • En serio? Me tomáis el pelo? Esto no está pasando, dije
  • Cariño, dijo Vanesa, lo podemos parar cuando queramos, vamos a probar
  • Ser un objeto de placer, y que me use un extraño, me pone solo pensarlo, exclamo Silvia
  • Eres una zorra, le dije
  • Si, vuestra zorra, y te gusta. Te gusta follarte a otras, pero que no lo hagan con la tuya? Eso es cínico
  • Esta discusión no lleva a ningún lado, dije.
  • Exacto dijo Manuel. Además todo está preparado para el Sábado, y ellas dan el consentimiento. Relájate.
Y paso la semana más rápido de lo esperado. El sábado por la tarde, dos coches llegaron a casa. Eran 3 hombres y una mujer. Manuel les bajo directos al sótano.

Silvia y Vanesa, vestidas solo con pequeño tanga negro, y una máscara que les cubría toda la cabeza y solo les dejaba la boca libre y unos orificios para respirar en la nariz, esperaban de rodillas al fondo de la sala.

El grupo entro al cuarto y salieron al rato completamente desnudos. 2 de ellos eran bastante veteranos, con muchas canas por el cuerpo, rellenitos y con unos atributos masculino bastante normales. El tercero, bastante mas joven y musculado, parecía de europa del este, y tenía un miembro en reposo de un tamaño considerable. Tanto el como la mujer, de unos 40 años estaban completamente depilados. Ella era alta y esbelta, rubia, con buenas tetas, que lucian piercing unidos entre si por una cadena dorada.

Los dos mayores fueron a por Silvia y el fuerte y la mujer por Vanesa.

La llevaron directamente al somier metálico. Tras sujetarla a los 4 extremos en forma de X el hombre empezó a manosearla y lamerla por todos lados, metiendo varios dedos en su vagina, mientras la mujer preparaba los cables del juego. El tío se puso de rodillas sobre su cara, y le metió la verga en la boca. Vanesa la chupaba con lascivia y vicio. Se volvió enorme, solo había visto pollas como esa en videos, y mi mujer se la iba a tragar entera posiblemente por todos sus agujeros. La mujer coloco pinzas en los pezones y en los labios vaginales de Vanesa, y el hombre se salió, totalmente empalmado. La primera descarga no se hizo de rogar. Un gemido salió de la boca de Vanesa mientras su cuerpo se arqueaba por la corriente que lo recorrió. Automáticamente, el tío descargo la fusta en sus tetas, arrancado una de las pinzas del golpe, lo que le debió doler bastante por el grito.

Tapa la boca a esta zorra, dijo la mujer, no quiero oírla.

Sin mediar palabra, el pollon estaba otra vez en su boca. Sucesivas descargas, cada vez con más intensidad se sucedieron durante un buen rato. Cuando paró, el hombre saco la polla de la boca y se corrió abundantemente sobre sus tetas y mascara.

Automáticamente la mujer, subió a máxima intensidad el aparato y descargo toda la potencia sobre Vanesa. Arque la espalda al límite, se retorcía, gritaba y jadeaba. Sus pechos, exultantes, erguidos, desafiantes, empapados en el semen del ruso, el cuerpo sudoroso, empapado, recibía con mas intensidad la corriente, para deleite de la sádica mujer, que tenía una mueca de risa en la tez.

En la otra parte, los dos hombres tenían a Silvia crucificada, y la estaban apaleando con sendos látigos de colas. Tenía los pechos, vientre y pubis, muy marcados y enrojecidos, el castigo estaba siendo fuerte, pero la habían amordazado, y sus gritos eran silenciados por el silbido de los látigos y las risas e insultos de los dos hombres, a los que se había unido el ruso, con la vara de bambú. La mujer mientras tanto había soltado a Vanesa y la llevaba a la silla ginecológica.

La afianzo a ella, y comenzó a masturbarla con varios dedos mientras le lamia el clítoris.

Zorrita, te gusto la corriente eh? Estas empapada. Le dijo

Usando bastante lubricante, consiguió meter los 5 dedos dentro, y poco a poco su puño fue desapareciendo. La empezó a masturbar con puño y lengua, y Vanesa se corrió como una loca en un Squirt sobre la mujer

Hija de puta!! Gritó, mira como me has puesto.

Cogió una paleta de madera y comenzó a azotar su culo con fuerza y rabia, hasta ponérselo rojo, casi a punto de sangrar, en algunas zonas.

En ese momento me acerque y le susurre que pidiera parar

NO! Jadeo

La mujer me hizo a un lado, y empezó a juguetear con un dildo dilatador en su culo, hasta metérselo entero.

Silvia estaba soportando estoicamente el castigo de los 3 hombres. En un momento determinado, y muy compenetrados, como si lo hubieran hecho más veces, la soltaron y llevaron a uno de los sillones de piel. Atada de manos al respaldo, tomaron sus tobillos con correas, tirando de ellos desde atrás, forzando sus piernas sobre el vientre, y los pies cerca de la cabeza, dejando el culo y el coño obscenamente abiertos y expuestos. El ruso acerco su polla a la boca, mientras los otros dos, uno le lamia el coño y otro las tetas. El primero acerco su pequeño miembro al coño, y comenzó a follarla, para correrse rápidamente sobre el depilado pubis. El otro hombre ocupó rápidamente su lugar y también tardó muy poco en descargar, esta vez, en su interior.

El ruso, completamente empalmado ya, escupió dos veces en el culo de Silvia, froto su enorme glande en él, esparciendo la saliva para lubricarlo, y con bastante esfuerzo, acabo introduciéndolo entero dentro. Poco a poco empezó a follarse el culo de la indefensa Silvia que estaba chupando los flácidos penes de los 2 hombres.

Tardo un buen rato correrse, dejando el esfínter muy dilatado y chorreando una buena cantidad de semen. Se volvió a la silla ginecológica, donde seguía el castigo de Vanesa, para meterla la polla en la boca y se la limpiara. La mujer puso unas pinzas en los labios de Vanesa y las ato a los muslos, exponiendo aun más el interior de su abierta vagina. Introdujo un catéter metálico en el agujero de la uretra y comenzó a masturbarla con él. Los hombres se acercaron por primera vez a Vanesa. Tomaron el transformador y lo conectaron a las pinzas de labios y catéter. Y comenzaron de nuevo las descargas eléctricas. Por la forma que la recibió, debía ser muy intensa y dolorosa, para regocijo de los hombres. En una de ellas, el ruso, que aun tenia la polla en su boca, dio un grito:

Hija de puta, me has mordido!!

Y zafándose de ella le dio 2 fuertes bofetadas en la cara, sobre la máscara. Los hombres aumentaron la intensidad de la descarga al máximo durante interminables minutos. Vanesa luchaba por terminar con el sufrimiento infringido, hasta que, pareció perder el conocimiento unos instantes. Los hombres, entre risas, pararon el suplicio.

Sobre el otro sillón, la mujer estaba follando a horcajadas sobre Manuel

Me acerque a Vanesa para quitarle la máscara y ver si estaba bien, mientras los tres hombres dieron por concluida la sesión y se iban al baño

Su cara, desencajada por el dolor, el cansancio, y enrojecida por el calor del cuero, me sobresaltó. Le dí un poco de agua, la cubrí con una toalla y la lleve en cuello a nuestro baño, para depositarla en la bañera llena de agua caliente.

Después volví por Silvia, que seguía en el sillón e hice lo mismo con ella. Manuel y la mujer no estaban, debían haber salido al cuarto con los dos hombres.

En toda la sesión, no me había excitado ni un solo momento. Las únicas que podían haberlo parado todo, estaban sumidas en su roll de sumisas, y parecía gustarles. Pero a mí, que se dejaran follar y torturar por extraños, no me gustaba. Mi papel de amo, era mediocre. La voz cantante la llevaba mi cuñado, sin marcar, en cierto modo, yo también era un sumiso suyo.

Le dije a Vanesa por la noche, que nunca más volvería a pasar por esa humillación, que sería solamente nuestra

  • Soy también de mi hermano, debo complacerle. Me gusta complacerle
  • No voy a aceptar esto, le dije
  • Pues yo estoy encantada con mi nueva vida. Quiero ser follada y castigada por cualquiera a quien mi hermano deje hacerlo. Y por supuesto, por él. Le pertenezco en cuerpo y alma
  • Y yo? Pregunte
  • Acéptalo o vete, me espetó
Esa misma noche recogí mis cosas y me fui de la casa, sin dar explicaciones. Mis deseos ocultos, mi vicio, sacaron el lado mas salvaje y vicioso de mi mujer, y me apartaron del amor de mi vida.

Poco después de una semana, con todo lo legal arreglado, me fui del país, a Sudamérica, a colaborar en una misión. Nunca más supe nada de Manuel, Silvia ni Vanesa, pero aun hoy, me masturbo con la visión de aquellos juegos, que empezaron de manera inocente, y acabaron poniendo patas arriba mi vida.
 
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