joselitoelgallo
Miembro muy activo
- Desde
- 17 Jul 2023
- Mensajes
- 82
- Reputación
- 782
Parte 1:
Empezaba una nueva etapa de mi vida y estaba muy contento e ilusionado.
Había conseguido entrar en la carrera que quería y por fin me estaba a independizando de mis padres y me disponía a vivir mi vida en el campus. A su vez, mi novia también había entrado en otra carrera en la misma universidad que yo, por lo que pensamos en mudarnos juntos. Por desgracia, por razones de dinero y el reglamento de los dormitorios, no pudimos hacerlo y ella se fue a vivir a unos dormitorios a 20 minutos de la universidad mientras que yo viviría a 5 minutos de esta.
Mucha gente pensaría que a estas alturas me gustaría empezar a probar experiencias nuevas y conocer a más chicas, pero nada más alejado de la verdad. Mi novia y yo llevábamos 4 años saliendo, des de los 14 años, y estábamos muy enamorados. Nuestra vida sexual era buena y tenía las necesidades cubiertas. Por su lado, creo que mi novia opinaba lo mismo. Sí que es verdad que ella alguna vez salían bromas sobre tríos, intercambios y fantasías mutuas, como que le gustaría follar con varios chicos a la vez o con alguien que tuviese un pene enorme, como en las pelis porno, solo por probar, pero con mi consentimiento y que con mi miembro ella ya estaba contenta.
Por fin llegó el esperado día y me mudé al dormitorio. Al llegar, no pude evitar fijarme en que mi compañero de piso era un chico muy guapo y musculoso, de esos que las chicas se giran disimuladamente para ver pasar, que nunca han tenido problemas para ligar y que nos quitan las chicas al resto de nosotros. Aunque mi primera impresión visual me dejó un mal sabor de boca, al conocerlo mi opinión cambió por completo, ya que resultó ser un chico muy amable y tranquilo, además de educado.
Nos estuvimos explicando nuestras vidas y nos dimos cuenta de que teníamos varias cosas en común, como por ejemplo que a los dos nos gustaban mucho los videojuegos o que llevábamos casi el mismo tiempo saliendo con nuestras respectivas parejas, aunque nosotros un poco más que ellos. Por lo visto su novia vivía a un par de manzanas de nuestro edificio.
Llegó el momento de repartirse las camas y, como ya sabíamos, serían dos literas. Bromeando, pero medio en serio le dije “¡Me pido la de arriba!” y corrimos a la habitación. Me llevé una sorpresa al ver que las literas no eran iguales, como yo me esperaba, si no que la de arriba tenía el tamaño individual, mientras que la de abajo era mucho más ancha, de matrimonio.
- Jajajajaja Vaya, a mí me parece bien que te quedes con la de arriba. Dijo mi compañero de piso. Pensaba que habías leído que la litera era una litera de matrimonio.
- Jajaja Sí bueno, a ver que era broma eh, lo hacemos a suertes y ya está. Dije yo.
- Bueno no quiero presionar, pero me gustaría tener la cama de abajo, ya que mi novia vive al lado y es de suponer que vendrá más a menudo que la tuya. No digo que vayamos a hacer nada ¿eh? Pero podremos dormir más anchos.
- Bueno… -Balbuceé- La verdad es que no es una mala razón… Pero yo también quiero dormir bien con mi novia. Dije yo.
Estuvimos discutiendo un rato y, al final, decidimos jugárnoslo todo en un uno contra uno en un videojuego que los dos conocíamos. Para hacerlo más emocionante y evitar discusiones futuras, quien ganara se quedaría la parte de abajo para siempre sin que el otro tuviese derecho a quejarse.
Estábamos jugando e iba ganando yo, pero estábamos muy empatados. La verdad es que me lo estaba pasando muy bien. Por algún motivo, en el último momento me dio pena y pensé que, realmente, era verdad eso que me había contado de que el la aprovecharía mucho más y, finalmente, me dejé ganar de forma disimulada. Mi compañero dejo ir un grito de alegría y yo me hice el triste durante un rato, le felicité y así empezó el curso.
Pasaron los meses y por desgracia, nuestra relación se fue amargando. No es que nos odiásemos ni nada por el estilo, pero teníamos maneras muy diferentes de gestionar el piso y eso llevaba a discusiones y malentendidos, pero pese a eso tampoco nos llevábamos tan mal como para querer salir del piso.
Tampoco ayudaba la reacción que tubo mi novia al conocerle, fijando sus ojos demasiado tiempo en su cuerpo y tardando demasiado en responder cuando le decían algo, como si su mente estuviese en otro lado.
Por su lado, mi novia sí que tenía problemas en el piso de estudiantes. Sus compañeras eran insoportables y se llevaban a matar. A tanto llegó el asunto que un día se presentó en nuestra puerta llorando y pidió si se podía quedar a dormir durante un tiempo, mientras buscaba otro sitio.
Le dije que pasara y fui a hablar con mi compañero, al cual me encontré muy abatido. Después de explicarle la situación accedió a dejar dormir a mi novia durante un tiempo conmigo, en la cama de arriba, siempre y cuando no hiciésemos nada raro.
Aceptamos sin dudarlo y mi novia empezó a dormir en mi cama. Sin saber muy bien cómo, fue pasando el tiempo y, sin que nos diésemos cuenta, empezó a vivir con nosotros. Al principio pasó una semana sin ningún problema y tampoco ninguna queja de la administración del edificio, cosa que me alegró, además mi novia y mi compañero de piso se llevaban muy bien y él incluso le dijo que se podía quedar todo el tiempo que quisiese, que le había demostrado que era una chica de fiar y que me mantenía a mí a raya para que no ensuciara el piso más de lo debido.
- Muchas Gracias, eso me tranquiliza – Dijo mi novia – Estaba preocupada por si te cansabas y te chivabas a la dirección de este edificio y me echaban fuera. La verdad es que he estado buscando piso y no encuentro nada decente.
- No te preocupes guapa – dijo él – No pienso hacer nada de eso. -Dijo riendo –
Noche 1
Un par de días más tarde de la conversación anterior, en plena noche, no pude evitar despertarme al notar un extraño ruido que provenía de algún lado de la habitación. Era un ruido muy ligero pero repetitivo, como un chasquido. Además, pude notar un ligero vaivén en la cama. Después de estar un rato escuchando ese familiar sonido, no pude evitar darme cuenta de lo que estaba pasando. ¡Mi compañero se estaba masturbando!
Miré a mi novia, pero estaba completamente dormida, no parecía reaccionar para nada a lo que estaba pasando. Pensé en mirar, pero como yo dormía del lado de la pared y mi novia del lado donde tenía buenas vistas, decidí no moverme demasiado para no provocar una situación incómoda para todos.
Decidí olvidarlo y seguir con mi vida sin mencionar nada…
Noche 2,3 y 4
Eso continuó pasando cada una de las noches siguientes, cosa que me ponía de los nervios, pero no lo suficiente como para superar la vergüenza que me daba comentar lo que estaba pasando con mi compañero. Además, tampoco quería alterar el equilibrio en el que se encontraba la situación de mi novia en el piso.
Noche 5
La quinta noche me despertó no solo por el sonido, que era más intenso de lo normal, sino que también notaba un vaivén bastante más intenso al que estaba acostumbrado de las noches anteriores. Parecía que hoy se estaba masturbando con muchas ganas. Luché por dormirme, pero no lo conseguí y al final, después de durar, cedí ante mi propia curiosidad.
Lentamente me moví por encima de mi novia, que hacía un rato se había girado hacia el lado exterior, dándome la espalda. Aproveché que me asomaba para mirarle la cara, y me alegré al ver que tenía los ojos cerrados y que no tenía que estar aguantando esto. Tampoco me había dicho nada estos días por lo que no se debía haber percatado aún de lo que hacía nuestro compañero de piso por las noches.
Muy lentamente me asomé por el hueco y lo que vi me sorprendió en sobremanera. Mi compañero estaba tumbado, sin camiseta y con los pantalones bajados, masturbándose furiosamente con su musculoso brazo. Puede ver como se contraía y se movía con los ojos cerrados, imaginándose quien sabe qué, y como su enorme mano masajeaba su igual de enorme verga. Debía de ser como mínimo el doble de larga que la mía, o incluso un poco más y era difícil determinar como de gorda era, pero considerando que su mano era más grande que la mía, seguro que su miembro era mucho más gordo.
Me quedé hipnotizado, viendo como un hombre con un cuerpo tan perfecto, de esos que yo siempre había soñado en tener, se excitaba cada vez más hasta que, de golpe, dejó salir un silencioso gemido y se corrió. ¡Y como se corrió! Salió leche a borbotones, tres chorros principales que le fueron al pecho y unos cuantos más a los abdominales, el resto no los pude ver a causa del ángulo en el que me encontraba.
Anonadado, al retirarme volví a mirar a mi novia y me pareció ver como la expresión de mi novia había cambiado a una más tensa, como si estuviese fingiendo dormir, pero, después de pensarlo un rato me convencí de que me lo había imaginado.
Al día siguiente me decidí a hablar con él de una vez por todas.
Fui directo a la cocina y me lo encontré hablando con mi novia. Me sonrió y me dijo que fuese para allá, que mi novia le había propuesto comparar el tamaño de las manos y querían hacer una comparación los tres.
Fui para allá sorprendido e hice lo que me decían. Al comparar mi mano que mi compañero puede ver que la suya era considerablemente más grande. Me sacaba el segmento superior de cada dedo y la palma también un poco más. “Definitivamente” -pensé- “su polla es mucho más gruesa que la mía”.
Seguimos comparando entre nosotros entre bromas durante un rato.
Cuando mi novia se fue de la concina, aproveche para sacarle el tema a mi compañero.
- Oye, escucha, no he podido evitar notar que últimamente… por la noche… ya sabes… No sé qué pasa ahora pero no puedo dormir, por no mencionar que mi novia está justo encima y te podría ver perfectamente. Le dije.
- Vaya - Me miró con cara preocupada – Lo siento mucho, no he querido molestarte ni nada por el estilo. – Bajó la vista – Es que no te lo he dicho, pero hace una semana mi novia y yo cortamos y desde entonces que no he podido… ya sabes… desahogarme. Pensaba que estaba siendo completamente silencioso, pero es evidente que no. No volverá a pasar no te preocupes.
- Lo siente mucho… no tenía ni idea. – Dije – Bueno intenta desahogarte en el lavabo las próximas veces y estamos en paz. -Le dije.
Estuvimos un rato más hablando sobre su ruptura y continuamos con nuestra vida.
Pasaron un par de semanas y mi novia ya se había acostumbrado a vivir con nosotros por completo. Incluso ya no se molestaba a llevar ropa interior por casa cuando estaba mi compañero, cosa que me molestaba un poco pero que no mencioné para no parecer mojigato.
La situación parecía estable ya que mi compañero nunca más se había vuelto a masturbar en la cama y mi novia y yo, aunque muy apretados, dormíamos bien en nuestra cama. O eso pensaba.
Un día por la noche, mientras estaba viendo una serie con mi compañero. Mi novia se acercó a mí y me comentó que tenía algo serio que decirme. Yo, preocupado dejé lo que estaba haciendo y procedí a seguirla a la habitación para escuchar que quería decirme.
- Sabes que de aquí poco tengo los exámenes. Dijo ella.
- Sí – Asentí.
- Y que dependo de la matrícula para poder continuar haciendo esta carrera. Dijo.
- Sí, claro – dije.
- La cuestión es, y no sé cómo ponerlo… es que no duermo nada bien en esta cama tan apretada. Me gustaría que nos mudásemos a la cama de abajo, al menos durante un tiempo, mientras duran los exámenes.
- ¡Estás loca! -Exclamé- ¡No podemos hacer eso! – Me arrepentí de haberme dejado ganar a aquel estúpido videojuego – Nos jugamos la litera de abajo y pusimos lo condición de que no se podía negociar.
- ¡Pero lo necesito! -Dijo ella-
Exasperado, la miré, i le dije:
- No puede ser, lo siento.
Ella me miró y vi cómo se le llenaban los ojos de lágrimas y empezaba a hiperventilar
- ¡Si suspendo lo exámenes nos dejaremos de ver! Dijo ella.
Al decir eso noté como si me cayese un cubo de agua fría. Empecé a pensar en soluciones, pero no creía que mi compañero se fuese a dejar cambiar la cama que él había ganado.
Estuve pensando un rato mientras ella lloraba a mi lado y, finalmente, le dije:
- Bueno, está bien, intentaré hablar con mi compañero a ver qué opina él.
Vi cómo se iluminaba la mirada de mi novia ante ese rayo de esperanza y no pude evitar pensar en lo guapa que era.
Mi conversación con mi compañero de piso no fue tan bien como hubiese deseado. No conseguí convencerlo de que nos cambiara las literas. Estuvimos discutiendo un rato sobre el trato que hicimos y finalmente le dije que me había dejado ganar.
- Vaya, entonces… ¿esas tenemos eh? Dijo él. Te ofrezco una revancha, si ganas tú, te quedas con la cama de abajo, pero si gano yo, no hay más que hablar.
- De acuerdo. -Acepté, jugándomelo todo a una carta. Pensé que era mi única baza para conseguir mi objetivo.
Encendimos el juego y volvimos a jugar en el mismo nivel y con los mismos personajes. Esta vez parecía que él se lo estaba tomando muy en serio. La partida fue de las más empatadas de mi vida, era sorprendente lo igualados que estábamos. Finalmente, mi novia me abrazó por detrás para darme ánimos, pero sin quererlo lo único que consiguió fue que perdiese la concentración y perdiese definitivamente la partida.
- Bueno, parece que esto lo zanja todo. Lo siento. – Dijo mi compañero de piso.
- ¡No! ¡Espera! Balbuceé…
- ¡Nada de peros!
Estuvimos hablando un buen rato, pero ya había perdido todo mi poder de negociación.
Mi novia estaba triste, hasta que se le iluminó la cara y dijo.
- ¿Y si me mudo solo yo a bajo? ¿Te molestaría?
- ¿Qué? La miré, sorprendido.
- Piénsalo, solo será durante un tiempo y después ya volveremos a dormir como siempre.
- ¿Estás loca? Dije.
Estuvimos discutiendo y la conversación subió de tono hasta que mi novia empezó a llorar. Finalmente me dejé ganar, con la condición de que durmiesen completamente separados. A lo que los dos finalmente accedieron. Aunque hubiese preferido que no, y así no ser yo el malo de la película.
Noche 31.
Esa noche nos fuimos a dormir y, por primera vez, mi novia no subió conmigo. Se quedó en la parte de abajo, junto a mi compañero de piso. Estuvimos un rato hablando los tres y finalmente se durmieron. Digo que se durmieron porque yo no pude pegar ojo en toda la noche. Estaba consumido por los celos, aunque debía admitir que no se acercaron entre ellos en ningún momento.
Fueron pasando unas cuantas noches y me fui relajando. Hasta pude dormir.
Noche 36
Había pasado casi una semana y yo ya dormía tranquilo, me había acostumbrado a la nueva situación y, la verdad, el espacio libre en la cama se notaba bastante. Aunque esa noche me despertaría un ruido ya conocido…
En plena noche me desperté e inmediatamente supe lo que estaba pasando. Mi compañero se estaba masturbando otra vez. ¿Y mi novia? ¿Qué estaba haciendo? Apresuradamente, pero con cuidado, me asomé a la cama para ver qué estaba pasando.
Por suerte la situación fue mejor de lo que esperaba. Mi compañero se masturbaba de cara a la pared, espalda con espalda con mi novia. Lo estuve vigilando mientras estaba atento a movimientos que indicasen si mi novia se iba a despertar, pero parece dormida.
-------
Durante los días siguientes se fue repitiendo este suceso, ya hasta casi me lo esperaba, pero nunca encontraba el momento o la fuerza de voluntad para comentarlo con nadie.
Noche 41
Esa noche todo fue como de costumbre. En algún momento de la noche mi compañero se empezó a masturbar. Como el resto de las veces, llevaba un ritmo que se iba acelerando y aguantaba la respiración cuando iba a correrse. Ese día hubiese sido como los demás, pero, mientras miraba absorto como se masturbaba ese chico al lado de mi novia, y vigilaba que no intentase nada raro, mi novia, dormida, fue a darse la vuelta y, sin querer, dejó caer su mano encima del miembro de mi compañero.
¡No me lo podía creer! La mano de mi novia estaba reposada encima de la enorme polla de mi compañero de piso. La polla era tan grande y estaba tan empalmada que consiguió aguantar el peso de la mano dormida de mi novia. Miré con los ojos desorbitados a mi compañero y vi cómo, él sorprendido, se quedaba pasmado mirando esa mano que, por acto reflejo le estaba cogiendo el rabo. De golpe, pareció reaccionar y rápidamente, se dio la vuelta y paró de masturbarse. Supongo que la sorpresa le había cortado el rollo.
Noche 42
Aquella noche me costó más dormirme sabiendo lo que había pasado la noche anterior, no podía quitarme la imagen de la mano de mi novia encima de la polla de mi compañero de piso, ¡y a saber lo que pensaba él!
Cuando llegó la noche ya se me había pasado bastante la sorpresa, había sido casualidad y así seguro que paraba de masturbarse de una vez sin que yo tuviese que hacer nada. Cuando apagamos la luz estuvieron susurrando entre ellos más de lo normal, con alguna que otra risita contenida entre susurros, lo cual me pareció extraño, pero lo achaqué a la incomodidad que debía de tener mi compañero con mi novia recordando la noche anterior. Poco a poco me dormí, entre susurros y risas.
Esa noche me desperté y escuché unas respiraciones aceleradas, escuchaba el sonido de masturbación al que ya estaba acostumbrado, pero el ritmo no era el habitual, era menos rápido y de movimientos más suaves. Pues vaya, parecía que al final sí que tendría que hablar con él otra vez. Esa noche tardó mucho menos en correrse, cosa que me extrañó. Al asomarme vi como los dos estaban acostados mirando hacia arriba, pero separados por unos 50 centímetros, y me quedé más tranquilo.
Noche 48
Pasaron las noches y ya me había acostumbrado al nuevo ritmo. Ahora cada día se masturbaba de esta forma. Parecía que le gustaba más ya que gemía más fuerte, pero por lo demás yo después me dormía y tan tranquilos.
Pero esa noche algo fue diferente.
Cuando estaba en plena sesión escuché de golpe una risita que reconocí muy bien… Mi novia. Alterado, me incliné para mirar en la litera de abajo, pero al apresurarme no pude evitar hacer ruido. Cuando miré, estaban los dos mirando boca arriba, con la sábana cubriendo completamente el cuerpo de mi novia y hasta la mitad del pecho de mi compañero de piso. En su entrepierna se podía observar claramente una tienda de campaña enorme
- ¿Pasa algo cari? Dijo mi novia
- ¿Cómo? Ah… ¡No, no! Que va. Dije yo. Es que me ha parecido escuchar un ruido y me preguntaba si pasaba algo. Me ha parecido que reías.
- Pues la verdad es que me he despertado un momento y como puedes observar me ha hecho gracia el panorama que tiene entre las piernas nuestro amigo aquí presente y no he podido evitar reírme. Siento haberte despertado cari.
Luego seguimos hablando un poco mientras mi compañero se hacía el dormido y nos volvimos a ir a dormir.
Estuve un buen rato dando vueltas en la cama, por algún motivo lo que había visto me había dejado intranquilo y no conseguí conciliar el sueño. Al cabo de un rato me pudo la curiosidad y no pude evitar volver a mirar.
Seguían los dos en la misma posición, ella estaba completamente cubierta, pero él estaba ya descubierto y con la polla al aire, completamente empalmada y mi novia con los ojos como platos, mirándola fijamente. Me pareció que el tiempo se paraba. Estuve unos segundos mirando como reaccionaria mi novia, con el corazón en un puño. Ella estaba completamente inmóvil, pero sin apartarle la vista a esa enorme polla a unos pocos centímetros de su mano. Finalmente, miró a mi compañero, comprobando que estaba dormido, y luego miró hacia mí, a lo que me hice el dormido. Pareció relajarse y sacó de debajo de las sábanas una mano temblorosa, que se acerco muy lentamente al erguido pene y, suavemente, lo agarró completamente por debajo del glande. Yo estaba congelado mirando la escena. Dejó la mano reposando allí durante unos segundos y luego la empezó a subir y bajar muy lentamente… hasta que mi compañero hizo un pequeño movimiento y ella se asustó, dejando lo que se traía entre manos y volviendo a dormir…
El siguiente día estuve todo el día enfadado y ofuscado con ella. Finalmente, al notar mi extraño comportamiento me preguntó:
- Cariño, ¿Qué te pasa hoy? Estás muy raro
- Nada. - Dije yo.
- Anda va, no me mientas. – Me respondió ella, que me conocía bien.
Después de un rato me consiguió sonsacar la verdad y le expliqué lo que había visto.
- Ay cari, perdona, lo siento mucho. Ya sabes que siempre he tenido curiosidad por saber como se siente otro pene y ayer al verlo tan cerca y tan fácil no pude evitar tocarlo. Pero no te preocupes, ¡no pude ni rodearlo todo con la mano! ¡Seguro que me haría mucho daño! Jajajajaja – río
Luego de hablar un rato más nos fuimos a dormir.
Empezaba una nueva etapa de mi vida y estaba muy contento e ilusionado.
Había conseguido entrar en la carrera que quería y por fin me estaba a independizando de mis padres y me disponía a vivir mi vida en el campus. A su vez, mi novia también había entrado en otra carrera en la misma universidad que yo, por lo que pensamos en mudarnos juntos. Por desgracia, por razones de dinero y el reglamento de los dormitorios, no pudimos hacerlo y ella se fue a vivir a unos dormitorios a 20 minutos de la universidad mientras que yo viviría a 5 minutos de esta.
Mucha gente pensaría que a estas alturas me gustaría empezar a probar experiencias nuevas y conocer a más chicas, pero nada más alejado de la verdad. Mi novia y yo llevábamos 4 años saliendo, des de los 14 años, y estábamos muy enamorados. Nuestra vida sexual era buena y tenía las necesidades cubiertas. Por su lado, creo que mi novia opinaba lo mismo. Sí que es verdad que ella alguna vez salían bromas sobre tríos, intercambios y fantasías mutuas, como que le gustaría follar con varios chicos a la vez o con alguien que tuviese un pene enorme, como en las pelis porno, solo por probar, pero con mi consentimiento y que con mi miembro ella ya estaba contenta.
Por fin llegó el esperado día y me mudé al dormitorio. Al llegar, no pude evitar fijarme en que mi compañero de piso era un chico muy guapo y musculoso, de esos que las chicas se giran disimuladamente para ver pasar, que nunca han tenido problemas para ligar y que nos quitan las chicas al resto de nosotros. Aunque mi primera impresión visual me dejó un mal sabor de boca, al conocerlo mi opinión cambió por completo, ya que resultó ser un chico muy amable y tranquilo, además de educado.
Nos estuvimos explicando nuestras vidas y nos dimos cuenta de que teníamos varias cosas en común, como por ejemplo que a los dos nos gustaban mucho los videojuegos o que llevábamos casi el mismo tiempo saliendo con nuestras respectivas parejas, aunque nosotros un poco más que ellos. Por lo visto su novia vivía a un par de manzanas de nuestro edificio.
Llegó el momento de repartirse las camas y, como ya sabíamos, serían dos literas. Bromeando, pero medio en serio le dije “¡Me pido la de arriba!” y corrimos a la habitación. Me llevé una sorpresa al ver que las literas no eran iguales, como yo me esperaba, si no que la de arriba tenía el tamaño individual, mientras que la de abajo era mucho más ancha, de matrimonio.
- Jajajajaja Vaya, a mí me parece bien que te quedes con la de arriba. Dijo mi compañero de piso. Pensaba que habías leído que la litera era una litera de matrimonio.
- Jajaja Sí bueno, a ver que era broma eh, lo hacemos a suertes y ya está. Dije yo.
- Bueno no quiero presionar, pero me gustaría tener la cama de abajo, ya que mi novia vive al lado y es de suponer que vendrá más a menudo que la tuya. No digo que vayamos a hacer nada ¿eh? Pero podremos dormir más anchos.
- Bueno… -Balbuceé- La verdad es que no es una mala razón… Pero yo también quiero dormir bien con mi novia. Dije yo.
Estuvimos discutiendo un rato y, al final, decidimos jugárnoslo todo en un uno contra uno en un videojuego que los dos conocíamos. Para hacerlo más emocionante y evitar discusiones futuras, quien ganara se quedaría la parte de abajo para siempre sin que el otro tuviese derecho a quejarse.
Estábamos jugando e iba ganando yo, pero estábamos muy empatados. La verdad es que me lo estaba pasando muy bien. Por algún motivo, en el último momento me dio pena y pensé que, realmente, era verdad eso que me había contado de que el la aprovecharía mucho más y, finalmente, me dejé ganar de forma disimulada. Mi compañero dejo ir un grito de alegría y yo me hice el triste durante un rato, le felicité y así empezó el curso.
Pasaron los meses y por desgracia, nuestra relación se fue amargando. No es que nos odiásemos ni nada por el estilo, pero teníamos maneras muy diferentes de gestionar el piso y eso llevaba a discusiones y malentendidos, pero pese a eso tampoco nos llevábamos tan mal como para querer salir del piso.
Tampoco ayudaba la reacción que tubo mi novia al conocerle, fijando sus ojos demasiado tiempo en su cuerpo y tardando demasiado en responder cuando le decían algo, como si su mente estuviese en otro lado.
Por su lado, mi novia sí que tenía problemas en el piso de estudiantes. Sus compañeras eran insoportables y se llevaban a matar. A tanto llegó el asunto que un día se presentó en nuestra puerta llorando y pidió si se podía quedar a dormir durante un tiempo, mientras buscaba otro sitio.
Le dije que pasara y fui a hablar con mi compañero, al cual me encontré muy abatido. Después de explicarle la situación accedió a dejar dormir a mi novia durante un tiempo conmigo, en la cama de arriba, siempre y cuando no hiciésemos nada raro.
Aceptamos sin dudarlo y mi novia empezó a dormir en mi cama. Sin saber muy bien cómo, fue pasando el tiempo y, sin que nos diésemos cuenta, empezó a vivir con nosotros. Al principio pasó una semana sin ningún problema y tampoco ninguna queja de la administración del edificio, cosa que me alegró, además mi novia y mi compañero de piso se llevaban muy bien y él incluso le dijo que se podía quedar todo el tiempo que quisiese, que le había demostrado que era una chica de fiar y que me mantenía a mí a raya para que no ensuciara el piso más de lo debido.
- Muchas Gracias, eso me tranquiliza – Dijo mi novia – Estaba preocupada por si te cansabas y te chivabas a la dirección de este edificio y me echaban fuera. La verdad es que he estado buscando piso y no encuentro nada decente.
- No te preocupes guapa – dijo él – No pienso hacer nada de eso. -Dijo riendo –
Noche 1
Un par de días más tarde de la conversación anterior, en plena noche, no pude evitar despertarme al notar un extraño ruido que provenía de algún lado de la habitación. Era un ruido muy ligero pero repetitivo, como un chasquido. Además, pude notar un ligero vaivén en la cama. Después de estar un rato escuchando ese familiar sonido, no pude evitar darme cuenta de lo que estaba pasando. ¡Mi compañero se estaba masturbando!
Miré a mi novia, pero estaba completamente dormida, no parecía reaccionar para nada a lo que estaba pasando. Pensé en mirar, pero como yo dormía del lado de la pared y mi novia del lado donde tenía buenas vistas, decidí no moverme demasiado para no provocar una situación incómoda para todos.
Decidí olvidarlo y seguir con mi vida sin mencionar nada…
Noche 2,3 y 4
Eso continuó pasando cada una de las noches siguientes, cosa que me ponía de los nervios, pero no lo suficiente como para superar la vergüenza que me daba comentar lo que estaba pasando con mi compañero. Además, tampoco quería alterar el equilibrio en el que se encontraba la situación de mi novia en el piso.
Noche 5
La quinta noche me despertó no solo por el sonido, que era más intenso de lo normal, sino que también notaba un vaivén bastante más intenso al que estaba acostumbrado de las noches anteriores. Parecía que hoy se estaba masturbando con muchas ganas. Luché por dormirme, pero no lo conseguí y al final, después de durar, cedí ante mi propia curiosidad.
Lentamente me moví por encima de mi novia, que hacía un rato se había girado hacia el lado exterior, dándome la espalda. Aproveché que me asomaba para mirarle la cara, y me alegré al ver que tenía los ojos cerrados y que no tenía que estar aguantando esto. Tampoco me había dicho nada estos días por lo que no se debía haber percatado aún de lo que hacía nuestro compañero de piso por las noches.
Muy lentamente me asomé por el hueco y lo que vi me sorprendió en sobremanera. Mi compañero estaba tumbado, sin camiseta y con los pantalones bajados, masturbándose furiosamente con su musculoso brazo. Puede ver como se contraía y se movía con los ojos cerrados, imaginándose quien sabe qué, y como su enorme mano masajeaba su igual de enorme verga. Debía de ser como mínimo el doble de larga que la mía, o incluso un poco más y era difícil determinar como de gorda era, pero considerando que su mano era más grande que la mía, seguro que su miembro era mucho más gordo.
Me quedé hipnotizado, viendo como un hombre con un cuerpo tan perfecto, de esos que yo siempre había soñado en tener, se excitaba cada vez más hasta que, de golpe, dejó salir un silencioso gemido y se corrió. ¡Y como se corrió! Salió leche a borbotones, tres chorros principales que le fueron al pecho y unos cuantos más a los abdominales, el resto no los pude ver a causa del ángulo en el que me encontraba.
Anonadado, al retirarme volví a mirar a mi novia y me pareció ver como la expresión de mi novia había cambiado a una más tensa, como si estuviese fingiendo dormir, pero, después de pensarlo un rato me convencí de que me lo había imaginado.
Al día siguiente me decidí a hablar con él de una vez por todas.
Fui directo a la cocina y me lo encontré hablando con mi novia. Me sonrió y me dijo que fuese para allá, que mi novia le había propuesto comparar el tamaño de las manos y querían hacer una comparación los tres.
Fui para allá sorprendido e hice lo que me decían. Al comparar mi mano que mi compañero puede ver que la suya era considerablemente más grande. Me sacaba el segmento superior de cada dedo y la palma también un poco más. “Definitivamente” -pensé- “su polla es mucho más gruesa que la mía”.
Seguimos comparando entre nosotros entre bromas durante un rato.
Cuando mi novia se fue de la concina, aproveche para sacarle el tema a mi compañero.
- Oye, escucha, no he podido evitar notar que últimamente… por la noche… ya sabes… No sé qué pasa ahora pero no puedo dormir, por no mencionar que mi novia está justo encima y te podría ver perfectamente. Le dije.
- Vaya - Me miró con cara preocupada – Lo siento mucho, no he querido molestarte ni nada por el estilo. – Bajó la vista – Es que no te lo he dicho, pero hace una semana mi novia y yo cortamos y desde entonces que no he podido… ya sabes… desahogarme. Pensaba que estaba siendo completamente silencioso, pero es evidente que no. No volverá a pasar no te preocupes.
- Lo siente mucho… no tenía ni idea. – Dije – Bueno intenta desahogarte en el lavabo las próximas veces y estamos en paz. -Le dije.
Estuvimos un rato más hablando sobre su ruptura y continuamos con nuestra vida.
Pasaron un par de semanas y mi novia ya se había acostumbrado a vivir con nosotros por completo. Incluso ya no se molestaba a llevar ropa interior por casa cuando estaba mi compañero, cosa que me molestaba un poco pero que no mencioné para no parecer mojigato.
La situación parecía estable ya que mi compañero nunca más se había vuelto a masturbar en la cama y mi novia y yo, aunque muy apretados, dormíamos bien en nuestra cama. O eso pensaba.
Un día por la noche, mientras estaba viendo una serie con mi compañero. Mi novia se acercó a mí y me comentó que tenía algo serio que decirme. Yo, preocupado dejé lo que estaba haciendo y procedí a seguirla a la habitación para escuchar que quería decirme.
- Sabes que de aquí poco tengo los exámenes. Dijo ella.
- Sí – Asentí.
- Y que dependo de la matrícula para poder continuar haciendo esta carrera. Dijo.
- Sí, claro – dije.
- La cuestión es, y no sé cómo ponerlo… es que no duermo nada bien en esta cama tan apretada. Me gustaría que nos mudásemos a la cama de abajo, al menos durante un tiempo, mientras duran los exámenes.
- ¡Estás loca! -Exclamé- ¡No podemos hacer eso! – Me arrepentí de haberme dejado ganar a aquel estúpido videojuego – Nos jugamos la litera de abajo y pusimos lo condición de que no se podía negociar.
- ¡Pero lo necesito! -Dijo ella-
Exasperado, la miré, i le dije:
- No puede ser, lo siento.
Ella me miró y vi cómo se le llenaban los ojos de lágrimas y empezaba a hiperventilar
- ¡Si suspendo lo exámenes nos dejaremos de ver! Dijo ella.
Al decir eso noté como si me cayese un cubo de agua fría. Empecé a pensar en soluciones, pero no creía que mi compañero se fuese a dejar cambiar la cama que él había ganado.
Estuve pensando un rato mientras ella lloraba a mi lado y, finalmente, le dije:
- Bueno, está bien, intentaré hablar con mi compañero a ver qué opina él.
Vi cómo se iluminaba la mirada de mi novia ante ese rayo de esperanza y no pude evitar pensar en lo guapa que era.
Mi conversación con mi compañero de piso no fue tan bien como hubiese deseado. No conseguí convencerlo de que nos cambiara las literas. Estuvimos discutiendo un rato sobre el trato que hicimos y finalmente le dije que me había dejado ganar.
- Vaya, entonces… ¿esas tenemos eh? Dijo él. Te ofrezco una revancha, si ganas tú, te quedas con la cama de abajo, pero si gano yo, no hay más que hablar.
- De acuerdo. -Acepté, jugándomelo todo a una carta. Pensé que era mi única baza para conseguir mi objetivo.
Encendimos el juego y volvimos a jugar en el mismo nivel y con los mismos personajes. Esta vez parecía que él se lo estaba tomando muy en serio. La partida fue de las más empatadas de mi vida, era sorprendente lo igualados que estábamos. Finalmente, mi novia me abrazó por detrás para darme ánimos, pero sin quererlo lo único que consiguió fue que perdiese la concentración y perdiese definitivamente la partida.
- Bueno, parece que esto lo zanja todo. Lo siento. – Dijo mi compañero de piso.
- ¡No! ¡Espera! Balbuceé…
- ¡Nada de peros!
Estuvimos hablando un buen rato, pero ya había perdido todo mi poder de negociación.
Mi novia estaba triste, hasta que se le iluminó la cara y dijo.
- ¿Y si me mudo solo yo a bajo? ¿Te molestaría?
- ¿Qué? La miré, sorprendido.
- Piénsalo, solo será durante un tiempo y después ya volveremos a dormir como siempre.
- ¿Estás loca? Dije.
Estuvimos discutiendo y la conversación subió de tono hasta que mi novia empezó a llorar. Finalmente me dejé ganar, con la condición de que durmiesen completamente separados. A lo que los dos finalmente accedieron. Aunque hubiese preferido que no, y así no ser yo el malo de la película.
Noche 31.
Esa noche nos fuimos a dormir y, por primera vez, mi novia no subió conmigo. Se quedó en la parte de abajo, junto a mi compañero de piso. Estuvimos un rato hablando los tres y finalmente se durmieron. Digo que se durmieron porque yo no pude pegar ojo en toda la noche. Estaba consumido por los celos, aunque debía admitir que no se acercaron entre ellos en ningún momento.
Fueron pasando unas cuantas noches y me fui relajando. Hasta pude dormir.
Noche 36
Había pasado casi una semana y yo ya dormía tranquilo, me había acostumbrado a la nueva situación y, la verdad, el espacio libre en la cama se notaba bastante. Aunque esa noche me despertaría un ruido ya conocido…
En plena noche me desperté e inmediatamente supe lo que estaba pasando. Mi compañero se estaba masturbando otra vez. ¿Y mi novia? ¿Qué estaba haciendo? Apresuradamente, pero con cuidado, me asomé a la cama para ver qué estaba pasando.
Por suerte la situación fue mejor de lo que esperaba. Mi compañero se masturbaba de cara a la pared, espalda con espalda con mi novia. Lo estuve vigilando mientras estaba atento a movimientos que indicasen si mi novia se iba a despertar, pero parece dormida.
-------
Durante los días siguientes se fue repitiendo este suceso, ya hasta casi me lo esperaba, pero nunca encontraba el momento o la fuerza de voluntad para comentarlo con nadie.
Noche 41
Esa noche todo fue como de costumbre. En algún momento de la noche mi compañero se empezó a masturbar. Como el resto de las veces, llevaba un ritmo que se iba acelerando y aguantaba la respiración cuando iba a correrse. Ese día hubiese sido como los demás, pero, mientras miraba absorto como se masturbaba ese chico al lado de mi novia, y vigilaba que no intentase nada raro, mi novia, dormida, fue a darse la vuelta y, sin querer, dejó caer su mano encima del miembro de mi compañero.
¡No me lo podía creer! La mano de mi novia estaba reposada encima de la enorme polla de mi compañero de piso. La polla era tan grande y estaba tan empalmada que consiguió aguantar el peso de la mano dormida de mi novia. Miré con los ojos desorbitados a mi compañero y vi cómo, él sorprendido, se quedaba pasmado mirando esa mano que, por acto reflejo le estaba cogiendo el rabo. De golpe, pareció reaccionar y rápidamente, se dio la vuelta y paró de masturbarse. Supongo que la sorpresa le había cortado el rollo.
Noche 42
Aquella noche me costó más dormirme sabiendo lo que había pasado la noche anterior, no podía quitarme la imagen de la mano de mi novia encima de la polla de mi compañero de piso, ¡y a saber lo que pensaba él!
Cuando llegó la noche ya se me había pasado bastante la sorpresa, había sido casualidad y así seguro que paraba de masturbarse de una vez sin que yo tuviese que hacer nada. Cuando apagamos la luz estuvieron susurrando entre ellos más de lo normal, con alguna que otra risita contenida entre susurros, lo cual me pareció extraño, pero lo achaqué a la incomodidad que debía de tener mi compañero con mi novia recordando la noche anterior. Poco a poco me dormí, entre susurros y risas.
Esa noche me desperté y escuché unas respiraciones aceleradas, escuchaba el sonido de masturbación al que ya estaba acostumbrado, pero el ritmo no era el habitual, era menos rápido y de movimientos más suaves. Pues vaya, parecía que al final sí que tendría que hablar con él otra vez. Esa noche tardó mucho menos en correrse, cosa que me extrañó. Al asomarme vi como los dos estaban acostados mirando hacia arriba, pero separados por unos 50 centímetros, y me quedé más tranquilo.
Noche 48
Pasaron las noches y ya me había acostumbrado al nuevo ritmo. Ahora cada día se masturbaba de esta forma. Parecía que le gustaba más ya que gemía más fuerte, pero por lo demás yo después me dormía y tan tranquilos.
Pero esa noche algo fue diferente.
Cuando estaba en plena sesión escuché de golpe una risita que reconocí muy bien… Mi novia. Alterado, me incliné para mirar en la litera de abajo, pero al apresurarme no pude evitar hacer ruido. Cuando miré, estaban los dos mirando boca arriba, con la sábana cubriendo completamente el cuerpo de mi novia y hasta la mitad del pecho de mi compañero de piso. En su entrepierna se podía observar claramente una tienda de campaña enorme
- ¿Pasa algo cari? Dijo mi novia
- ¿Cómo? Ah… ¡No, no! Que va. Dije yo. Es que me ha parecido escuchar un ruido y me preguntaba si pasaba algo. Me ha parecido que reías.
- Pues la verdad es que me he despertado un momento y como puedes observar me ha hecho gracia el panorama que tiene entre las piernas nuestro amigo aquí presente y no he podido evitar reírme. Siento haberte despertado cari.
Luego seguimos hablando un poco mientras mi compañero se hacía el dormido y nos volvimos a ir a dormir.
Estuve un buen rato dando vueltas en la cama, por algún motivo lo que había visto me había dejado intranquilo y no conseguí conciliar el sueño. Al cabo de un rato me pudo la curiosidad y no pude evitar volver a mirar.
Seguían los dos en la misma posición, ella estaba completamente cubierta, pero él estaba ya descubierto y con la polla al aire, completamente empalmada y mi novia con los ojos como platos, mirándola fijamente. Me pareció que el tiempo se paraba. Estuve unos segundos mirando como reaccionaria mi novia, con el corazón en un puño. Ella estaba completamente inmóvil, pero sin apartarle la vista a esa enorme polla a unos pocos centímetros de su mano. Finalmente, miró a mi compañero, comprobando que estaba dormido, y luego miró hacia mí, a lo que me hice el dormido. Pareció relajarse y sacó de debajo de las sábanas una mano temblorosa, que se acerco muy lentamente al erguido pene y, suavemente, lo agarró completamente por debajo del glande. Yo estaba congelado mirando la escena. Dejó la mano reposando allí durante unos segundos y luego la empezó a subir y bajar muy lentamente… hasta que mi compañero hizo un pequeño movimiento y ella se asustó, dejando lo que se traía entre manos y volviendo a dormir…
El siguiente día estuve todo el día enfadado y ofuscado con ella. Finalmente, al notar mi extraño comportamiento me preguntó:
- Cariño, ¿Qué te pasa hoy? Estás muy raro
- Nada. - Dije yo.
- Anda va, no me mientas. – Me respondió ella, que me conocía bien.
Después de un rato me consiguió sonsacar la verdad y le expliqué lo que había visto.
- Ay cari, perdona, lo siento mucho. Ya sabes que siempre he tenido curiosidad por saber como se siente otro pene y ayer al verlo tan cerca y tan fácil no pude evitar tocarlo. Pero no te preocupes, ¡no pude ni rodearlo todo con la mano! ¡Seguro que me haría mucho daño! Jajajajaja – río
Luego de hablar un rato más nos fuimos a dormir.