Hoy voy a contar una experiencia de esas que se cocinan a fuego lento, que generan un entorno cada vez más incendiado de morbo y que a día de hoy siguen consiguiendo que me ponga cachondisimo.
Esto comenzó hace muchos años, mis amigos y yo nos fuimos a Huelva un mes de septiembre para finalizar nuestras vacaciones. Somos un grupo formado por más de 10 personas, chichos y chicas y a ese viaje fuimos un total de 6. En ese momento tendríamos 19 años tan solo.
Las vacaciones transcurrían con normalidad, playa, fiesta, cenas, charlas, y buenos momentos.
Yo nunca había tenido especial relación con una de las chicas que venía a ese viaje, pero en ese momento y gracias a la convivencia de las vacaciones, cada vez fui entablando un mejor vínculo con ella. Su nombre, para referirme a ella el resto del texto, es Elena.
Durante esos días yo cada vez me sentía más cómodo con Elena y sentía que la estaba conociendo, es una chica de mediana estatura, no especialmente guapa, pero con un culo y unas tetas que podrías quedarte mirando toda la tarde. Personalmente me gusta mucho ver a las chicas de mi entorno en bikini, pero en concreto las tetas de las chicas que vinieron a ese viaje eran todas espectaculares.
Tras algunos días de rutina vacacional, fuimos todos juntos a cenar. La cena fue divertida y estábamos todos con ganas de seguir, aunque nos sentíamos agotados de un largo día de playa. Finalmente decidimos ir a un bar cercano en frente de la playa, la mayoría nos animamos y bebimos más de lo previsto, la noche se animaba por momentos. Después de varios chupitos, comenzamos a hablar de sexo. Recuerdo que uno de mis amigos dijo que llevaba todos esos días de las vacaciones sin masturbarse y todos comenzamos a afirmar lo mismo. Se hizo evidente que nos moríamos de ganas cada uno de nosotros por tener ese momento de intimidad, y Alicia, una de las chicas del grupo, comentó sobre su última experiencia sexual, por lo visto en una casa rural a la que había ido, le chupó la polla a un amigo mientras que otra amiga dormía en el mismo cuarto. Escuchar historias así creo que lo más que hacían era aumentarnos aún las ganas.
Una vez acabamos del bar, nos acercamos a la playa, y ahí, no sé quién, tuvo la brillante idea de retarnos a bañarnos desnudos. Yo nunca lo había hecho y me daba algo de timidez pero en seguida, Raúl, dejó a la vista su enorme polla. El resto de tíos seguimos sus pasos y corrimos directos hacia el mar. Tras unos segundos de dudar, Elena y Alicia, se deshicieron de sus prendas y corrieron hacia el agua agarrándose las tetas para que no les botasen demasiado.
Todos las observamos totalmente encantados y al llegar ellas al agua nos dirigimos corriendo hacia ellas. Ahí comenzó un jugueteo entre Elena y yo, no veía nada con la oscuridad y el mar pero de pronto, de tanto contacto, acabé golpeando en diferentes ocasiones distintas partes de su cuerpo con mi polla, me estaba poniendo muy cachondo y tenía la polla morcillona.
Tras un pequeño rato así, Elena salió a si toalla, yo fui poco después y me coloqué frente a ella, totalmente desnudo.
Aún recuerdo perfectamente como mi polla quedó a la altura de su cara mientras ella la miraba con deseo.
Continuará.
Esto comenzó hace muchos años, mis amigos y yo nos fuimos a Huelva un mes de septiembre para finalizar nuestras vacaciones. Somos un grupo formado por más de 10 personas, chichos y chicas y a ese viaje fuimos un total de 6. En ese momento tendríamos 19 años tan solo.
Las vacaciones transcurrían con normalidad, playa, fiesta, cenas, charlas, y buenos momentos.
Yo nunca había tenido especial relación con una de las chicas que venía a ese viaje, pero en ese momento y gracias a la convivencia de las vacaciones, cada vez fui entablando un mejor vínculo con ella. Su nombre, para referirme a ella el resto del texto, es Elena.
Durante esos días yo cada vez me sentía más cómodo con Elena y sentía que la estaba conociendo, es una chica de mediana estatura, no especialmente guapa, pero con un culo y unas tetas que podrías quedarte mirando toda la tarde. Personalmente me gusta mucho ver a las chicas de mi entorno en bikini, pero en concreto las tetas de las chicas que vinieron a ese viaje eran todas espectaculares.
Tras algunos días de rutina vacacional, fuimos todos juntos a cenar. La cena fue divertida y estábamos todos con ganas de seguir, aunque nos sentíamos agotados de un largo día de playa. Finalmente decidimos ir a un bar cercano en frente de la playa, la mayoría nos animamos y bebimos más de lo previsto, la noche se animaba por momentos. Después de varios chupitos, comenzamos a hablar de sexo. Recuerdo que uno de mis amigos dijo que llevaba todos esos días de las vacaciones sin masturbarse y todos comenzamos a afirmar lo mismo. Se hizo evidente que nos moríamos de ganas cada uno de nosotros por tener ese momento de intimidad, y Alicia, una de las chicas del grupo, comentó sobre su última experiencia sexual, por lo visto en una casa rural a la que había ido, le chupó la polla a un amigo mientras que otra amiga dormía en el mismo cuarto. Escuchar historias así creo que lo más que hacían era aumentarnos aún las ganas.
Una vez acabamos del bar, nos acercamos a la playa, y ahí, no sé quién, tuvo la brillante idea de retarnos a bañarnos desnudos. Yo nunca lo había hecho y me daba algo de timidez pero en seguida, Raúl, dejó a la vista su enorme polla. El resto de tíos seguimos sus pasos y corrimos directos hacia el mar. Tras unos segundos de dudar, Elena y Alicia, se deshicieron de sus prendas y corrieron hacia el agua agarrándose las tetas para que no les botasen demasiado.
Todos las observamos totalmente encantados y al llegar ellas al agua nos dirigimos corriendo hacia ellas. Ahí comenzó un jugueteo entre Elena y yo, no veía nada con la oscuridad y el mar pero de pronto, de tanto contacto, acabé golpeando en diferentes ocasiones distintas partes de su cuerpo con mi polla, me estaba poniendo muy cachondo y tenía la polla morcillona.
Tras un pequeño rato así, Elena salió a si toalla, yo fui poco después y me coloqué frente a ella, totalmente desnudo.
Aún recuerdo perfectamente como mi polla quedó a la altura de su cara mientras ella la miraba con deseo.
Continuará.