Sorpresa de año nuevo

Juntaletras

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21 Oct 2024
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(El contexto es totalmente real, por lo que si queréis indagar mas en algún aspecto podéis preguntar sin problema alguno. Intentaré crear un relato ameno, que tenga en cuenta vuestros comentarios o sugerencias, siempre y cuando me parezcan dignas de la historia y, para morbo personal, factibles a la hora de imaginarlo en real. No está escrito, por lo que todo puede pasar. Continuaré si veo que tengo apoyo. Un saludo y disfruten.)

CAPITULO 1: ¡FELIZ AÑO NUEVO!


La noche era bastante cerrada y amenazaba tormenta, aunque de momento el agua respetaba. Avanzábamos entre el tráfico que a esas horas empezaba a aumentar considerablemente, como si tras las campanadas alguien hubiese abierto un grifo y una gran mayoría de personas hubiesen salido de casa buscando fiesta. Mi padre conducía mientras yo leía el grupo de whatsapp en el que estábamos todos los que íbamos a la fiesta. Algunas ya estaban allí y se quejaban de la espera y el frío. Otros, anunciaban un retraso que ya empezaba a ser costumbre. Pillamos retención y ante la oportunidad de agilizar la vuelta a casa de mi progenitor, me bajé del coche e hice el último tramo hasta llegar al local caminando. El gentío que caminaba buscando su lugar de barra libre era enorme. El frío aumentaba o disminuia en función de los grupos a los que te ibas acercando, que actuaban como pantalla para evitar pasar el aire. El humo de los cigarros, las toses, los golpeteos de los tacones de ellas contra el suelo al caminar.. Sí, era Nochevieja.

Llegué a la puerta del local y comprobé que éramos poco más de la mitad. No quise ahondar en la impaciencia y el enfado de mis amigas, que esa noche parecían haber apostado quién iba a vestirse mas rompedora. Es curioso como una mujer puede cambiar tanto cuando se lo propone. Las había visto de mil formas: bikini, pijama, chándal, vestidas de fiesta un sábado... Pero en esos días tan especiales era tal el esmero que ponían al arreglarse que su sex appeal subía varios puntos por encima de la media general. En ese momento destacaba Lorena, a la que unos tacones negros que iban atados al tobillo le daban unos centímetros mas de altura que no necesitaba pero que destacaban aún mas la esbeltez de su cuerpo. Nos dimos dos besos de cortesía y sus gafas de pasta chocaron con mi nariz que se empezaba a poner roja del frío. Seguí saludando al personal y justo cuando terminaba escuché su voz:

-Bueno, ya está, pasamos nosotros. Cuando vengan que vayan llamando a alguien, no vamos a estar esperando aquí toda la noche. La barra libre ya ha empezado.

Se acercó al portero e intercambiaron unas palabras que no acerté a escuchar. Al poco ambos se giraron y fuimos entrando uno a uno para que una compañera suya nos colocase unas pulseritas de papel en la muñeca. La discoteca abría esa noche en formato barra libre, como la gran mayoría de recintos en España. Nosotros habíamos optado por la opción de pagar algo mas y tener una parte reservada, con sillones y mesas, en la que poder estar comodos y pasar de esperar colas al beber, ya que directamente se nos servían botellas completas y abundancia en las mezclas. La planta baja era la zona de entrada general, en la parte de arriba había una especie de balcones delimitados con los reservados, desde donde se podía ver toda la pista. Dejé la americana apoyada en un sillón y me dispuse a ver que teníamos para elegir. Sobre una mesa, en la que apenas quedaba espacio para colocar siquiera un móvil más, teníamos varios tipos de bebidas alcoholicas y sus correspondientes mezclas, no faltaba un detalle. Sobre otra de las mesas contiguas, ya que al ser un grupo numeroso habían tenido que acomodarnos dos reservados, teníamos varios bols con algo de fruta y gominolas. La verdad que todos nos quedamos bastante impresionados con la ostentosidad de aquello, pese a no dejar de ser una discoteca de capital de provincia, y al hecho de que la entrada no nos había salido tan cara con respecto a la general. Lorena celebró su éxito y sacó pecho ante el resto por haber sido la que gestionase y buscase aquel local. Incluso se hizo un aplauso que ella celebró muy alegremente. Uno de los camareros se acercó a ella y le susurró algo al oído. Pude leer en sus labios la respuesta de que no, que aún faltaba gente. No tardó ni un minuto en iluminarse la pantalla de su móvil y a continuación verla descender las escaleras. No sé si quizá fue por verguenza, pero visto que nadie abría el melón de empezar a echarse copas, no quise ser el primero. Me asomé desde el balconcillo y divisé la pista. Aún era relativamente pronto, pero no quedaba mucho para que no cupiese un alfiler. De pronto vi a Lorena entrar por la puerta, seguida de mi mejor amigo Javi y su hermana pequeña, Alma.

Alma llevaba dos años saliendo con otro chico de nuestro grupo, Samuel. Pero un mes antes, a finales de Noviembre, Samuel decidió que aquella relación no tenía mas recorrido. Alma no lo entendió y pasó momentos muy duros tras aquello. No salía de casa y la única forma de poder verla era yendo allí. Recuerdo alguna tarde de pasarme por casa de Javi y encontrarme la puerta de su cuarto cerrada. Solo se oían diálogos de películas o series. Javi anduvo muy preocupado y su relación con Samuel se enfrió bastante. Ese es uno de los motivos por los que aquella noche prefirió quedarse en casa y no salir con nosotros, no era plan. Miré a Alma. La última vez que la había visto fue en su casa, unas dos semanas antes, andaba en chándal y con cara de haber llorado. Ese día intenté hacer alguna broma, pero no conseguí arrancarle sonrisa alguna. Todo lo contrario a lo que estaban viendo mis ojos subir por aquellas escaleras. Alma era una monada. Tenía un pelazo bien cuidado y saneado que le caía por debajo de los riñones, unos ojazos redondos y muy expresivos marrones y una nariz redondita y chatita bastante graciosa. Su boca era grandecita, con unos labios gruesos que al ir pintada de rojo y con según que tipo de sonrisas resultaba muy lasciva. Tenía un cuerpo menudito, no estaba gorda, pero tampoco encajaba con la definición de palo. Todos, absolutamente todos, los del grupo nos habíamos quedado mirando alguna vez su culo. Era perfecto. Redondo, respingon, gordito. No llegaba al 1.60 de altura, lo que le aportaba un toque de morbo más. Subía sonriendo como pocas veces la he visto, sabiendose guapa. Y no era para menos, en su camino hasta arriba no fueron pocos los cuellos que estuvo a punto de partir por culpa de aquellas piernas que el mono negro de short corto que había escogido para vestir mostraban. Calzaba unos taconazos de gran altura, algo que pocas veces había vestido, y que sugerían un atrevimiento inusual en su forma de vestir, quién sabe si por la noche que era o por los últimos acontecimientos.

-Vale, ya estamos todos!!- gritó Lorena al llegar arriba. Debió haber avisado al camarero porque no nos dio tiempo ni a saludar a los recién llegados cuando él mismo apareció portando una bandeja con una botella de champán a la que iba adosada una bengala. Cogimos unas copas de la mesa contigua y alguien descorchó la botella. Reimos, chocamos copas y brindamos por un nuevo año cargado de cosas buenas.

-¡Ahora los detalles!- Lorena y otra amiga fueron a un rincón en el que estaban algunos abrigos y sacaron una bolsa de plástico blanca. Miré a Alma que parecía no saber que habían podido preparar sus amigas en el tiempo que ella había estado desconectada.
-A ver, a ver...- Lorena hizo algo de teatro y sacó unas pequeñas pajaritas rojas que nos fue colocando a cada chico. Algunos no se quisieron quitar las corbatas que llevaban y se la pusieron por encima, dando una impresión bastante chapucera.

-Y ahora nosotras...-Dijo una amiga.

De la bolsa comenzaron a sacar pequeños artilugios rojos que al principio no acertaba a saber qué eran. Poco tardé en darme cuenta, cuando vi que, de una en una, iban apoyando un pie sobre la mesa para colocarse una liga roja sobre el muslo. En aquel momento me sentí un viejo verde, un jodido depravado, pero el cúmulo de detalles: tacones, manicura francesa, faldas (o short) cortos, liga... Joder, eran mis amigas, sí. ¡Pero que pinta de zorras!


(CONTINUARÁ)
 
CAPITULO 2: No sé que está pasando.

-Me encanta verla así.
Javi me pasó un brazo por encima del hombro y yo giré la cabeza. Allí estaba Alma, radiante. La luz de los focos golpeaba contra su pelo dándole un aspecto rubio que le quedaba bastante bien. Sonreía de una manera espectacular, como si hubiesen pasado años desde la última vez que la vi deambulando por casa. Parecían dos personas completamente distintas.
-Sí, me alegro mucho. No era agradable verla sufriendo.
-Samuel es un cabron.
-Y nuestro amigo.- zanjé marcando distancias. Era obvio que Javi era de mis mejores amigos en el grupo, y a su hermana le tenía un cariño especial, pero no quería meterme en un tema que solo debería inmiscuir a ellos dos.
-Un amigo no hace eso.
Javi se marchó visiblemente molesto. Dudé si ir tras él, pero supuse que seria peor. Esas semanas en su casa debían haber sido duras, Alma quería mucho a Samuel, y Javi lo debió haber pasado mal. Es lo malo de liarse con la hermana de un colega.

Fui a la cubitera a coger unos hielos porque los míos habían pasado a mejor vida. Pegué el último trago a la copa y me preparé otra con esmero, aún estaba en plenas facultades para poder hacerlo. Noté una presencia a mi espalda.
-Camarero, pongame otra...
Sonreí instintivamente al escuchar la voz de Alma y le seguí el rollo.
-Creo que ya ha bebido suficiente, ¿No cree, señorita?- puse tono formal.
-Hoy voy a bebérmelo todo...- dijo sin parar de reír.

Le cedí mi copa para que la sujetara y vi como echaba un pequeño sorbo. Por la cara que puso no debió gustarle mi mezcla. Terminé con su copa y se la cedí. Nos sentamos en unos sillones contiguos. Al hacerlo el short se contrajo un poco dejando a la vista aún más su prominente muslo. Eso unido al efecto que generaba la liga hacía que mi vista se fuese alternando entre su cara y sus piernas.
Traté de romper el hielo.
-Me alegra verte así, de verdad.- sonreí.
-Tengo que hacerlo, no voy a estar toda la vida así por un tío. Un tío que ni me quiere...
-Bueno, yo creo que Samuel te quiere, pero tendrá la cabeza hecha un lío.
-No haces esto a la gente que quieres.
-No sabemos que estará pensando él, Alma.
-Seguro que en liarse con otra, como si lo viera...
-Sabes que él no es así, Alma. De verdad.
-Me da igual si lo hace. Es más, ojalá lo haga, porque yo si pienso hacerlo.
La noté decidida, a la par que despechada. Una chica de diecinueve años con algunas copas encima y esa actitud despechada podría ser una bomba de relojería una noche como aquella.
-No bebas más, anda... No quiero que hagas ninguna tontería. Piensa en tu hermano.
-Mi hermano... No te ha dicho nada, ¿No?
Dudé.
-¿Que debería haberme dicho?
-Hemos tenido bronca antes de salir...- hizo una breve pausa y antes de que interviniese continuó.- Por mi forma de vestir.
-No me ha dicho nada. Al revés, le gusta verte feliz.
Aproveché para mirarla de arriba a abajo sin disimulo.
-A mí no me parece que vayas mal... Bueno, quitando eso que os habéis puesto ahora, que os da un aire...- reí.
Ella sonrió
-¿Un aire...? De putas, ¿No?- Dijo riendo.
-Pues un poco, la verdad.
Empezó a reír.
-Es la segunda vez que me lo llaman esta noche.
-¿Quién te ha dicho eso?- Dije serio pensando en cualquier comentario de alguno de la discoteca.
-Mi madre.- volvió a reír.
-¿Que me estás contando?
-Jajaja sí, al terminar la cena. Ya iba algo piripi y lo ha soltado así tal cual, ya sabes como es. Por eso mi hermano se ha enfadado.
-Joder, pues el mono ese está estupendo...
-Ya, si lo ha elegido ella conmigo. Hemos ido esta mañana de compras. Pero no es por eso, es por lo otro que me he comprado.
La miré dudoso.
-¿Los zapatos?
Volvió a sonreír.
-El conjunto que llevo debajo...
-Ah...Bueno, de eso no puedo opinar.- Sonreí.
-¿Y quieres?- soltó ella.
-¿Como?
-Eso, qué si quieres opinar.
-Sí, claro. Quítate todo aquí en mitad de la discoteca.- Dije pensando que todo aquello era un simple broma y tratando de seguirla el rollo.
-Que no, gilipollas. Espera.
Se levantó del sillón y fue al sitio donde habíamos apilado todos los abrigos y bolsos. Volvió al poco con su teléfono móvil en la mano.

Se sentó a mi lado, esta vez mas pegada a mí. Miró a todos lados, esperando que nadie estuviese pendiente de nuestra conversación y me acercó la pantalla del móvil a la cara. Tardé en enfocar bien la mirada, con toda la oscuridad del local y ese chorro de luz apuntando directamente a mis ojos, pero la vi. Era una foto delante del espejo que había en el armario de su cuarto. Se la podía ver a ella de cuerpo entero de frente con un conjunto de lencería de encaje roja. No se le veía la cara, solo de cuello hacia abajo. La típica foto que suelen enviarse amigas para enseñar lo que han comprado, solo que esta vez no era un vestido o unos vaqueros sino un conjunto de lencería brutal.
No me dio tiempo a disfrutar de los detalles porque enseguida pasó con el dedo a la siguiente imagen. Ahí se la podía ver con el mismo conjunto pero esta vez de espaldas, enseñando como le quedaba ese tanga por detrás. La de veces que había soñado por ver ese culo en tanga así. Hubiese pagado hasta un buen dinero por tener una foto así.
No aparté la vista del teléfono, pero notaba como ella clavaba su mirada en mí esperando mis reacciones. Volvió a deslizar el dedo una segunda vez y la imagen que salió a continuación se quedó grabada en mi retina de por vida, a pesar de que esa vez me dejó menos tiempo de visualización. El móvil ya no lo tenía en su mano, si no que debía estar apoyado en alguna silla o probablemente en la encimera de su escritorio. El fondo ya no era su cama, justo enfrente del armario con el espejo, sino la puerta de entrada a la habitación. Alma salía de perfil, apoyada contra el armario, con el cuerpo ligeramente encorvado en actitud sugerente. Pecho hacia fuera y culo hacia atrás. Se notaba un punto más de esbeltez y resalto del cuerpo y me fijé en que en esta foto se podía apreciar que llevaba los tacones puestos, probablemente en las otras estuviese descalza. Miraba a cámara guiñando un ojo y mordiendose el labio mientras el pelo le caía sensualmente de manera salvaje.

Con un movimiento rápido de dedos salió de la galería y bloqueó el telefono. Me quedé boquiabierto.
-Bueno, ¿Qué?- Sonreía como una niña a la que acababan de pillar gastando una broma.
-No sé ni que decir...

(CONTINUARÁ)
 

CAPITULO 3: ¿ESTO ES UNA FIESTA DE NOCHEVIEJA O...?.


Siguió sonriendo.

-Pero algo podrás decir, ¿No?

Me miraba inquisitiva, con sus grandes ojos escudriñándome sin pestañear.

-Que estás muy buena...

Sonrió como si aquel comentario fuese el esperado.

-Y... ¿Tú también piensas lo que mi madre?

Pensé. Cualquier comentario en ese sentido podría acabar jediéndome la noche.

-¿Que piensa tu madre?

-Ay.. hijo mío, de verdad... Que parezco eso...

Respiré profundo.

-Desde luego, si lo fueras, no estarías ni a mi alcance. Barata no ibas a ser.

Eso último me quedó algo fuerte, pero no me dijo nada al respecto. En su lugar sonrió y miró al frente, a la nada.

-¿Sabes? Llevo desde que me lo ha dicho pensándolo. La cantidad de tíos que estarían dispuestos hasta a pagar por estar conmigo... Y yo aún pendiente de uno que me ha rechazado.

-No sé que ha podido pasar por su cabeza, Alma. Igual ha tenido problemas en el trabajo, en su familia... Igual recapacita y vuelve.

-Pues que se ahorre el viaje, no voy a volver con él.

Se giró hacia mi con una mirada que jamás le había visto. Sus ojos brillaban como nunca antes.

-Ahora quiero disfrutar. Vivir experiencias y no pensar en nada mas.

El alcohol empezaba a hacer efecto y me daba miedo lo que podía acabar pasando aquella noche. No por mí, si no por muchos de los tíos que estaba viendo abajo tirándole a cualquiera que estuviese mínimamente maquillada. Alma era un chuletón en una jaula de leones.

De pronto, dos amigas aparecieron de la nada y agarraron a Alma. La canción que estaba sonando debía tener algún tipo de significado para todas ellas. Enseguida empezaron a bailar muy pegadas, contoneándose de manera sensual y provocativa para deleite personal, ya que pronto me di cuenta de que era el único hombre en la zona de reservados.

"Dale hasta abajo que ese culo responde.." Decía uno de los versos de la canción, y vaya si le dieron hasta abajo. Y vaya si noté que esos culos respondían. La finura de la tela de una de ellas enseguida mostró todo el contorno del tanga que llevaba debajo. Otra, al irse hacia abajo, no tuvo cuidado en separar las piernas, enseñándome que cumplía a rajatabla con una de las supersticiones de aquella noche. No sé si repararon en mí. No sé si es que no se dieron cuenta o, por el contrario, les debía dar igual. Pero me estaban regalando un momento Bar Coyote que todavía, años después, sigue sacándome alguna paja.

Alma y una de ellas se miraron fijamente y acercaron peligrosamente sus caras, se las veía con una complicidad brutal. Jugando, como si estuviesen a punto de morrearse. Como un pique mutuo por saber quien de las dos podía llevar el nivel de calentamiento algo mas lejos.

El dj dio paso a otra canción y ellas se separaron. Como si yo me hubiese despertado con el ruido de la alarma sonando y una erección considerable. Alma se acercaba a mi sonriente, disfrutando de la noche, con unos andares que bien se podrían catalogar de autentica diva.

-¿Desde cuando sabéis bailar así? - No pude contenerme.
Ella sonrió.
-¿Te ha gustado?
-Gustarme no sé si es la mejor definición...
-¿Acaso te hemos puesto palote?- soltó pícara mientras lanzaba una media mirada a mi paquete.

(CONTINUARÁ)
 
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