Hola me llamo Sara y voy a contar mi historia, mi infancia no fue muy buena, mis padres no se llevaban bien y las discusiones eran habituales, mi madre siempre acababa pagándolo conmigo, de hecho creo que mi madre nunca me quiso. Al divorciarse de mi padre mi madre se fue a vivir a su pueblo y mi padre se quedo la custodia, al principio iba a ver a mi madre cada 15 días y en vacaciones pero poco a poco según me fui haciendo mayor, la distancia con mi madre aumentó, hasta el punto de no ir a verla excepto una vez al año.
La vida con mi padre era feliz, era cariñoso y estaba pendiente de mi, era mi único amor y yo era correspondida, hasta que una día apareció Elsa. Elsa era una mujer también divorciada y tengo que reconocer que muy atractiva, mi padre enseguida se enamoró de ella, fue un mazazo para mí, veía a mi padre besarla y era como si me clavaran puñales en el corazón.
Pero nada comparado a lo que me pasó los pocos meses de conocerla; mi padre solía salir con ella a cenar muchas noches y yo me quedaba sola en casa, una noche llegaron sobre la 01:30 de la madrugada y me despertaron sus voces, tenía la puerta entornada y pude oírles y verles, reían y hablaban en voz alta y vi a mi padre besarla en el salón, me iba a meter otra vez en la cama cuando observé como mi padre le quitaba el suéter que llevaba y la besaba en los pechos. Me quede petrificada, a continuación la cogió en brazos y la tiró contra el sofá , comenzó a quitarle la falda y las bragas mientras ella se quitaba el sujetador, una vez desnuda mi padre comenzó a besarle en los pechos y a recorrer su cuerpo hasta llegar a su entrepierna, hundió su cabeza y Elsa comenzó a gemir y gritar mientras se agarraba las tetas, estaba hipnotizada viendo la escena cuando mi padre paró, se levantó y empezó a quitarse la camisa mientras Elsa le desabrochaba los pantalones y se los bajaba de un tirón llevándose también los calzoncillos. Ya sabéis lo que pasó después, veía los movimientos de su cabeza y podía oír el ruido, de Elsa chupando y mi padre gimiendo y jadeando.
El tiempo se detuvo, no era consciente de nada más, hasta que de pronto pararon, entonces mientras mi padre se intentaba quitar los pantalones y los calzoncillos, se giró lo justo para verle el pene completamente erecto. Me quedé helada, me pareció simplemente precioso, de pronto mi padre le agarró las piernas y se tiró encima de Elsa.
Os podría decir muchas cosas de lo que sentí en ese momento pero la principal y la cual más me sorprendió fue la envidia, envidiaba a Elsa sobre todas las cosas, ese sentimiento fue más fuerte que la excitación que sentía y que notaba en mis pechos, mi cuello y en mi sexo. Yo debería ser la que estuviera en ese sofá y no ella, yo que durante años no le había querido más que a el, que había sido su niña, la receptora de su cariño y de su amor.
Sin darme cuenta tenía metida la mano entre mis piernas y me estaba acariciando mientras veía a mi padre entrar una y otra vez en Elsa, la sensación era agridulce, por una parte estaba muy excitada pero al mismo tiempo sentía una tristeza inmensa. De pronto mi padre paró y se sentó al lado de Elsa podía ver su pene todavía erecto y manchado, Elsa se agachó sobre el y comenzó a chuparsela y a masturbarle. Empecé a notar oleadas de placer en. Mi cuerpo, con la otra mano me acaricié los pechos, el orgasmo llegó rápido, tan intenso que se me doblaron las piernas y tuve que ahogar el gemido. No pude mirar más.
La vida con mi padre era feliz, era cariñoso y estaba pendiente de mi, era mi único amor y yo era correspondida, hasta que una día apareció Elsa. Elsa era una mujer también divorciada y tengo que reconocer que muy atractiva, mi padre enseguida se enamoró de ella, fue un mazazo para mí, veía a mi padre besarla y era como si me clavaran puñales en el corazón.
Pero nada comparado a lo que me pasó los pocos meses de conocerla; mi padre solía salir con ella a cenar muchas noches y yo me quedaba sola en casa, una noche llegaron sobre la 01:30 de la madrugada y me despertaron sus voces, tenía la puerta entornada y pude oírles y verles, reían y hablaban en voz alta y vi a mi padre besarla en el salón, me iba a meter otra vez en la cama cuando observé como mi padre le quitaba el suéter que llevaba y la besaba en los pechos. Me quede petrificada, a continuación la cogió en brazos y la tiró contra el sofá , comenzó a quitarle la falda y las bragas mientras ella se quitaba el sujetador, una vez desnuda mi padre comenzó a besarle en los pechos y a recorrer su cuerpo hasta llegar a su entrepierna, hundió su cabeza y Elsa comenzó a gemir y gritar mientras se agarraba las tetas, estaba hipnotizada viendo la escena cuando mi padre paró, se levantó y empezó a quitarse la camisa mientras Elsa le desabrochaba los pantalones y se los bajaba de un tirón llevándose también los calzoncillos. Ya sabéis lo que pasó después, veía los movimientos de su cabeza y podía oír el ruido, de Elsa chupando y mi padre gimiendo y jadeando.
El tiempo se detuvo, no era consciente de nada más, hasta que de pronto pararon, entonces mientras mi padre se intentaba quitar los pantalones y los calzoncillos, se giró lo justo para verle el pene completamente erecto. Me quedé helada, me pareció simplemente precioso, de pronto mi padre le agarró las piernas y se tiró encima de Elsa.
Os podría decir muchas cosas de lo que sentí en ese momento pero la principal y la cual más me sorprendió fue la envidia, envidiaba a Elsa sobre todas las cosas, ese sentimiento fue más fuerte que la excitación que sentía y que notaba en mis pechos, mi cuello y en mi sexo. Yo debería ser la que estuviera en ese sofá y no ella, yo que durante años no le había querido más que a el, que había sido su niña, la receptora de su cariño y de su amor.
Sin darme cuenta tenía metida la mano entre mis piernas y me estaba acariciando mientras veía a mi padre entrar una y otra vez en Elsa, la sensación era agridulce, por una parte estaba muy excitada pero al mismo tiempo sentía una tristeza inmensa. De pronto mi padre paró y se sentó al lado de Elsa podía ver su pene todavía erecto y manchado, Elsa se agachó sobre el y comenzó a chuparsela y a masturbarle. Empecé a notar oleadas de placer en. Mi cuerpo, con la otra mano me acaricié los pechos, el orgasmo llegó rápido, tan intenso que se me doblaron las piernas y tuve que ahogar el gemido. No pude mirar más.