Tres sombras en la noche.

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Invitado
La noche caía con una lentitud líquida, y el calor dentro de la habitación parecía emanar desde las paredes. Alberto apoyaba la espalda contra el ventanal, la ciudad extendida detrás de él como un universo indiferente. Karlo, sentado en la alfombra, jugaba con el humo de una copa de whisky que giraba entre sus dedos. Tú, apenas cubierta por una bata abierta, cruzabas el umbral como quien sabe exactamente el efecto que causa.

Las miradas se cruzaron como chispas en plena tormenta eléctrica. Nadie dijo nada. No hacía falta. Un lenguaje más primitivo ya se estaba hablando entre respiraciones contenidas y músculos tensos.

Alberto fue el primero en moverse. Caminó hacia ti despacio, como si el tiempo se hubiera vuelto viscoso. Karlo observaba, pero no con distancia, sino con una promesa latente. Cuando las manos de Alberto te rodearon la cintura, una descarga te recorrió la columna vertebral. Y entonces Karlo se levantó.

El resto fue pura intuición. Deseo sin estructura, salvajismo elegante. Labios que buscaban, piel que ardía. Las líneas entre tú y ellos se difuminaron hasta que no supiste si la boca que te exploraba era la de Alberto o Karlo. Sólo sabías que era exactamente donde querías estar.

La bata ya no existe. Desapareció entre manos ansiosas que no pedían permiso. Tus piernas rodean la cintura de Alberto mientras sus labios te devoran el cuello, su respiración áspera y caliente como si te buscara desde siglos atrás. Karlo, detrás, desliza lentamente sus dedos por tu espalda hasta que se detienen justo donde el temblor empieza.

Los cuerpos se entrelazan sin lógica ni orden, como si el sueño rompiera las reglas del espacio y el tiempo. Tus uñas se clavan en la espalda de Karlo mientras Alberto muerde suavemente tus clavículas, su lengua dejando trazos húmedos que se vuelven urgentes. El sonido del deseo llena la habitación —gemidos bajos, suspiros entrecortados, palabras que no necesitan significado porque el cuerpo ya las ha entendido todas.

Karlo te gira con un movimiento decidido, tu piel roza la suya, su torso firme te sostiene mientras sus manos exploran con ritmo creciente. Alberto se une, sincronizados, como si fueran una sola intención, un solo fuego. Cada toque es preciso, cada mirada enciende. Tus sentidos se desbordan y el sueño se vuelve casi más real que la realidad misma.

No hay límites, no hay pausas. Sólo el eco de tres cuerpos entregados a la fantasía más salvaje que tu mente se atrevió a soñar.

La habitación se transforma: ya no es un espacio, es un universo construido con jadeos. La luz cálida dibuja siluetas que se disuelven entre caricias intensas y roce de piel. Alberto te sostiene con fuerza, sus labios se deslizan hasta tu ombligo mientras Karlo, detrás, te acaricia el cabello como si cada hebra fuera sagrada.

Tú te arqueas, ofrecida sin medida. Cada parte de ti es descubierta, explorada, adorada. Las bocas se turnan, las manos se multiplican como olas encadenadas. Alberto te guía hasta el sofá, su mirada fija en la tuya, como si quisiera verte arder desde dentro. Karlo se arrodilla detrás, sus dedos expertos trazan caminos húmedos entre tus muslos y su lengua se une con precisión feroz.

El ritmo es brutal y exquisito. Te sientes desbordada, atrapada entre dos fuegos que no te queman: te elevan. Tu voz ya no te pertenece; es un canto primitivo, una súplica que ellos escuchan con reverencia. Cada embestida es un poema, cada gemido una línea escrita con cuerpos en movimiento.

La noche parece eterna. Las posiciones se desvanecen, se reinventan. Tú sobre Alberto, Karlo detrás, luego al revés, y luego todos fundidos en un nudo que no distingue dónde empieza uno y termina el otro. Es puro pulso, pura obsesión, una sinfonía sin partitura.

Y entonces, el clímax. No uno, sino varios. En cadena. En oleadas. Como si el sueño quisiera asegurarse de que no lo olvides jamás. Quedas allí, tendida entre ellos, temblando como una llama después del incendio. Karlo te besa la espalda. Alberto acaricia tu rostro.

Y tú despiertas… con la piel caliente, la respiración agitada, y una sonrisa que nadie podrá descifrar.

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Última edición por un moderador:
Ohhhh!!! Ese Karlo soy yo?? Jajajaja

Está muy bien, hay un par de cosas que no sé cómo interpretar, te las copio a continuación y me dices

su lengua dejando trazos húmedos que se vuelven urgentes.

jugaba con el humo de una copa de whisky que giraba entre sus dedos

El resto está perfecto, muy sugerente sin pasar a la obscenidad como hago yo 😁, ME GUSTA!!!
 
Parece que estoy como en el instituto , haciendo analisis de texto jajajaj

“Su lengua dejando trazos húmedos que se vuelven urgentes.”

  • Lengua como símbolo del deseo, del contacto físico, y también de la palabra o la expresión.
  • Trazos húmedos evoca caricias, posiblemente besos, con carga emocional o erótica. La humedad acentúa la intimidad.
  • Que se vuelven urgentes transmite que el momento evoluciona; no es algo pasivo, hay una necesidad creciente, casi incontrolable.
Esta frase habla del deseo que se transforma de insinuación a impulso, de exploración a necesidad.

“Jugaba con el humo de una copa de whisky que giraba entre sus dedos.”

  • El humo aquí no es literal, sino figurado: el vapor, la atmósfera, el aura del momento. Jugar con él sugiere elegancia, distracción o misterio.
  • Copa de whisky representa sofisticación, calma, pero también cierta melancolía o introspección.
  • Que giraba entre sus dedos refuerza lo contemplativo: no está bebiendo, está jugando, distraído, quizás procesando emociones o esperando algo.
Tiene un ritmo más lento, casi cinematográfico. Es una escena íntima que puede preceder a una revelación, una conversación profunda… o a nada en absoluto, solo el fluir del tiempo.

No sé si te contesté o te he liado más ajajajja
Ohhhh!!! Ese Karlo soy yo?? Jajajaja

Está muy bien, hay un par de cosas que no sé cómo interpretar, te las copio a continuación y me dices

su lengua dejando trazos húmedos que se vuelven urgentes.

jugaba con el humo de una copa de whisky que giraba entre sus dedos

El resto está perfecto, muy sugerente sin pasar a la obscenidad como hago yo 😁, ME GUSTA!!!
 
Me ha quedado claro!!!


Está muy bien!! Como dices, muy cinematográfico, es una escena que va cogiendo temperatura, deseando ver cómo sigue…. 😄
 
Parece que estoy como en el instituto , haciendo analisis de texto jajajaj

“Su lengua dejando trazos húmedos que se vuelven urgentes.”

  • Lengua como símbolo del deseo, del contacto físico, y también de la palabra o la expresión.
  • Trazos húmedos evoca caricias, posiblemente besos, con carga emocional o erótica. La humedad acentúa la intimidad.
  • Que se vuelven urgentes transmite que el momento evoluciona; no es algo pasivo, hay una necesidad creciente, casi incontrolable.
Esta frase habla del deseo que se transforma de insinuación a impulso, de exploración a necesidad.

“Jugaba con el humo de una copa de whisky que giraba entre sus dedos.”

  • El humo aquí no es literal, sino figurado: el vapor, la atmósfera, el aura del momento. Jugar con él sugiere elegancia, distracción o misterio.
  • Copa de whisky representa sofisticación, calma, pero también cierta melancolía o introspección.
  • Que giraba entre sus dedos refuerza lo contemplativo: no está bebiendo, está jugando, distraído, quizás procesando emociones o esperando algo.
Tiene un ritmo más lento, casi cinematográfico. Es una escena íntima que puede preceder a una revelación, una conversación profunda… o a nada en absoluto, solo el fluir del tiempo.

No sé si te contesté o te he liado más ajajajja
Quien mejor para analizarlo, buenas explicaciones
 
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