Una casa de mentiras

Corelli

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22 Jun 2023
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Historia basada en confesiones reales.

Tenía 18 años cuando conocí a Marisol. Durante ese tiempo, yo era un pandillero. Era un miembro desde los trece años y siempre estaba metido en problemas. Marisol era una chica de iglesia. Mi abuela me arrastraba a misa los domingos y cuando la vi, para mí fue amor a primera vista. Le pedí a mi primo Gael, quien era amigo suyo, que nos presentara, pero él se negó. No quería que me metiera con ella. No quería "arruinarla". ¿Alguna vez has conocido a una chica que te impulsa a querer ser mejor persona para poder estar con ella? Esa era ella.

Cuando descubrí que iba a la iglesia casi todos los días, pasaba el rato cerca de los escalones hablando con ella. Siempre la acompañaba de ida y vuelta a la iglesia. Ella me hacía sentir que no era un desecho. Una cosa llevó a la otra y comenzamos a salir, y me sentía genial. Durante un año y medio me alejé de la vida de pandillas, obtuve mi certificado del bachillerato, empecé a ir regularmente a la iglesia y pensaba en el futuro, cuando sin quererlo, me volvieron a arrastrar de vuelta.

Estaba en una tienda y me encontré con alguien con quien solía tener problemas. Estaban hablando mal de mí y traté de ignorarlo, les juro que lo intenté. Solo dejé que hablaran y me alejé, pero luego me atacaron por la espalda y perdí el control, les di una paliza. Me arrestaron y de repente parecía que todo lo que había hecho para mejorar mi vida había desaparecido. Marisol estaba furiosa conmigo, mi abuela seguía recordando mis errores del pasado y mi primo me decía que sabía que no iba a cambiar. Mi defensor público vio que estaba intentando mejorar y por la gracia de Dios, me dejaron en libertad después de un mes en prisión. A pesar de estar enojada conmigo, Marisol me visitaba casi todos los días. Un mes después de salir, me enteré de que iba a ser padre y no quería que mi hijo tuviera un padre muerto o en la cárcel.

Nos casamos rápidamente, fui a una escuela de oficios para convertirme en mecánico y trabajé duro por mi futura familia. Cuando Luna nació, fue casi el peor día de mi vida. Marisol no dejaba de sangrar. Entró en estado de shock y tuvieron que hacerle una histerectomía doble. Estuvo en el hospital durante meses y Luna se convirtió en mi mundo. Quería que su vida fuera la mejor, quería darle el mundo. Cuando Marisol fue dada de alta, le prometí que nuestra hija tendría una vida mucho mejor que la nuestra y durante años cumplí esa promesa.

Ahorré suficiente dinero para mudarnos a los suburbios, nos convertimos en propietarios de una vivienda, fui líder de un grupo de niñas exploradoras en el que se encontraba mi hija, sí, fue difícil para mí asumir esa nueva realidad. Me aseguré de que Luna fuera a una escuela privada, de que supiera cómo defenderse y siempre me aseguré de ser el esposo perfecto. No conocía a mis padres. No tuve un modelo masculino positivo en mi vida, así que no sabía cómo lucía una relación saludable... pero eso es mentira, los padres de la televisión fueron mis modelos masculinos y los imité, imité el matrimonio que tenían en la televisión.

Conforme pasaban los años, tuve mi propio taller, mi primo se convirtió en pastor, mi abuela seguía siendo una molestia, mi relación con mi esposa era más fuerte que nunca, pero Luna... Luna me odiaba. Desde que cumplió trece años, simplemente empezó a odiarme. No quería que la abrazara. Rodaba los ojos cada vez que le decía que la amaba. Me ignoraba cuando le preguntaba sobre su día en la escuela. Me dolía y Marisol lo veía. Me dijo que era una adolescente y que simplemente debía dejarlo pasar. Que volvería a mí. Así estuvimos durante dos años. Así que, para sus quinceaños, quise hacerlo a lo grande. Le conseguí todo lo que quería y aun así fue irrespetuosa y por un momento el antiguo yo estuvo a punto de salir para ponerla en su lugar, pero en lugar de eso, fui a ver a mi primo. desahogué mi frustración y dudas sobre ser un buen padre y él me dijo que la dejara ser y rezó por mí.

—No sé en que me estoy equivocando —miraba desconsoladamente al suelo.

—No te preocupes. Seguro es una de esas etapas rebeldes de la adolescencia. Ya verás que se la pasará —decía Gael.

Quería hacer una presentación de diapositivas para el baile padre-hija. Tenía un montón de fotos nuestras juntos, pero me di cuenta de que no tenía ninguna foto reciente. Ella no quería tomarse ninguna. La última vez que tenía fotos de ella y yo sonriendo juntos fue en su cumpleaños número trece y esas estaban en la Tablet rota de mi hija. Tomé esa tablet, fui a una tienda de reparación y pagué sin importar el costo. Necesitaba arreglar esa tablet. Después de un día y trescientos dólares, el técnico la arregló y yo estaba feliz. Conocía su contraseña, pero nunca me molesté en invadir su privacidad. Solo quería esas fotos y cuando abrí la tablet, miré la galería y ahí estaban. Mi niñita, sonriendo y feliz de estar conmigo. Me sentí genial. Luego aparecieron los mensajes instantáneos. Era mi hija hablando con mi esposa.

Era un largo intercambio de mensajes en el que ella decía que no quería bailar conmigo en el baile padre-hija y eso realmente me dolió. Salí del chat sin querer saber más de su conversación. Iba a guardar la tablet cuando me llamo la atención un chat que tenía con mi primo, Gael. Sabía que se llevaban bien, incluso sería su padrino en la ceremonia de confirmación en la iglesia. Hablaban con cierta frecuencia. Al irme a los mensajes más recientes, me entere que Marisol y mi hija irían a comer con Gael al salir de la iglesia. Recordé entonces que mi esposa me había dicho que comenzaría a ir a la iglesia con Luna para practicar antes de la ceremonia, pero nunca me comentó que mi primo iría con ellas.

A la mañana siguiente no abrí el taller. Mi curiosidad me decía que encontraría algo si seguía a Marisol y Luna. Esperé afuera en una plaza su salida. Tardaron alrededor de una hora en salir. Luego los salí a un local de comida que estaba cerca de por ahí. Se les veía alegres, mi hija disfrutaba más de la compañía de Gael que la mía. Cuando terminaron de comer se fueron en el coche de mi primo y yo los seguí en un taxi. Estacionaron en la casa de mi abuela, donde mi primo solo se bajó a saludar y se fue.

Algo no me cuadraba en todo esto, así que tampoco abrí el taller el día siguiente. Esta vez nadie llegó a la iglesia. Mi hija como ya era costumbre, no contestaba las llamadas. El celular de mi esposa estaba fuera de línea. Fui rápidamente a la casa de mi abuela. No vi ningún coche aparcado, creí que tampoco estaban ahí, hasta que vi salir a Rodrigo, quién era el pretendiente de mi hija y su futuro chambelán.

—Oye, Rodrigo —lo saludé cuando cruzó la calle.

—Sr. Gonzalo, un gusto verlo —me extendió la mano formalmente.

—¿Vienes de visitar a mi hija?

—Sí, así es. Estuvimos practicando el baile.

—¿Viste a su madre?

—¿A la señorita Marisol? —me miró extrañado —No la vi. Según recuerdo, Luna me dijo que fue a checar lo del vestido para sus quinceaños. ¿Todo bien sr. Gonzalo?

—Todo bien chico. Me tengo que ir.

Volví a marcar a mi esposa, pero su celular seguía fuera de línea. Tenía el celular descargado, eso o está en un lugar donde la conexión no es muy buena.

Conduje hasta las afueras de la ciudad hasta ver a las ovejas caminar por esos pastos semi áridos. Ese olor tan característico del ganado ya llegaba a mi nariz. Estacioné mi coche cerca y caminé hasta divisar la casa de mi primo; caminé hacia ella sin llamar a nadie. Aunque la puerta estaba cerrada, las ventanas no, y al acercarme, los vi de perfil. Estaban hablando.

—Tienes que convencer a Luna de que haga las paces con Gonzalo. Ni siquiera quiere bailar con Gonzalo después de todo lo que ha hecho por sus quinceaños.

—Tu esposo solo está pagando el karma por todo el mal que ha hecho.

—Y dale con eso. Él ya es otro hombre, ha cambiado para bien.

—Conozco a los sinvergüenzas como él. En el fondo siguen siendo la misma escoria.

—¡No hables así de mi esposo!

Saqué mi celular con cuidado y lo puse en modo silencio. Empecé a grabar la situación en caso de que pasara a mayores.

—No te hagas la hipócrita defendiéndolo, Marisol —dijo acercándose a ella— No después de lo que le has hecho —Gael tomo de la cintura a mi esposa.

—Quítame las manos… vine a que hablaras con Luna —se apartó de él.

—Luna tiene derecho a decidir. Ya está grandecita.

—Lo que pasa es que le has lavado el cerebro —se cruzaba de brazos mi esposa.

—No, no. Lo que en verdad pasa es que yo soy su verdadero pa…

—¡No lo menciones! —Marisol lo interrumpía molesta.

—Yo siempre he estado para ti Marisol. Desde que nos conocimos siempre he cuidado de ti, incluso cuando elegiste a Gonzalo sobre mí. ¿Recuerdas cuando lo metieron a la cárcel? ¿Quién estuvo consolándote cuando encerraron a ese idiota? ¡Yo Marisol!, ¡siempre he estado para ti!, ¡yo soy el padre de esa niña y yo debería bailar junto a ella!

Hubo un silencio. Sentí que mi corazón se detuvo al escuchar eso, me mareé, se me secó la boca y necesité sentarme por unos momentos.

—¿Quieres que convenza a Luna para que haga las paces con Gonzalo? Lo haré, pero yo también quiero algo.

—¿A que te refieres?

La mirada de mi primo iba de abajo hacia arriba examinando el cuerpo de mi mujer.

—No Gael. Es un error, jamás volverá a pasar —dijo tajante mi esposa.

—Sería una lastima que tu marido sepa nuestro pequeño secretito —mi primo la miraba con una sonrisa burlona.

—Por favor Gael… cuanto más piensas seguir chantajeándome con eso.

—¿Chantajear? Lo haces sonar como si no lo disfrutarás —Gael la tomaba del mentón.

La otra mano de mi primo fue hasta su culo. Acercó su cara para buscar el roce con sus labios, pero Marisol se apartó.

—Sabes que podríamos ser una familia. Luna estaría maravillada de que dejarás a Gonzalo.

Mi mujer miraba al suelo pensativa, como si analizara esa opción.

Lo siguiente que vi fue a Gael arrinconando a mi esposa contra la pared intentado besarla.

—No Gael… para —Marisol apartaba la cara.

Las manos de mi primo recorrían el cuerpo de mi esposa mientras le besaba el cuello. Marisol intentaba empujarlo inútilmente, no era tan fuerte o quizás no hacía mucha resistencia. Gael volvió a buscar sus labios y esta vez sí fue correspondido. La tomó de su cintura y la levantó un poco recargándola por la pared para tenerla de cara a cara. Marisol lo encerró con sus piernas mientras las manos de mi primo la tomaban por el culo.

Estuvieron un tiempo así hasta que se separaron un poco para desvestirse. Los carnosos labios de mi esposa habían perdido ese tono rojo tan fuerte que habían tenido antes de besarse. Gael desabrochó su blusa sudada y así lo hizo con su sujetador cuando salió a la vista. Ahí estaban las tetas de mi mujer, algo caídas por el peso de los años y con sus pezones erectos apuntando hacia otro hombre.

Me aparte un poco para tomar algo de aire y procesar todas las emociones que estaba sintiendo. Me volví a asomar grabando un nuevo video.

Marisol tenía su cara mirando hacia la pared, apoyándose con sus manos hacia esta. Sacaba el culo para dárselo a él. Mi primo pasaba lengua por todo el coño de mi mujer, quien volteaba a verlo con cara sonrojada y unos ojos lascivos que querían más de lo que estaban viendo.

—Ufff sí, así —resoplaba Marisol.

Gael se puso de pie. Le dio unas sacudidas a su polla hasta ponerla firme. Con tan solo meter la punta el cuerpo de mi esposa se estremeció. La tomó de las caderas y empezó su ida y vuelta marcando el ritmo; cuando mi esposa se acostumbró, ella se movía de adelante hacia atrás haciendo armonía con sus movimientos.

—Joder nena. Tengo que parar que si no me vengo.

—No pares… ya casi me vengo —la cara de Marisol era irreconocible.

Mi esposa movía su coño buscando la penetración con su polla, cuando lo hizo, comenzó a moverse ella sola, usando a mi primo como un consolador.

—Y tú que te negabas… si ya conozco lo deseosa que eres de polla —mi primo sonreía triunfante.

Gael la volvió a tomar por las caderas y empezó a bombardearla rápidamente. Marisol, fundida en sudor, gritaba del placer en cada estocada.

Fue lo ultimo que grabé.

Horas más tarde, volví a revisar la Tablet de mi hija. Tenía una nueva conversación con su madre. Ella argumentaba que por qué tenía que hacer el baile padre-hija conmigo si no soy su padre. Mi esposa respondió que yo la crie, la amé y eso me convierte en su padre. Pero Luna respondió diciendo que mi primo es su padre y que no puede esperar a cumplir los dieciocho años para poder decirme la verdad y vivir con su verdadero papá. Que me odiaba y que agradecía a Dios que no fuera su padre. Marisol comenzó a insultarla. Dijo que fue un error que mi primo le contara la verdad hace dos años y mientras más hablaban, más enojado me ponía.

Mi esposa me mintió durante quince años. Mi primo, a quien confié mis problemas con Luna y mis temores de ser un mal padre, no solo se acostó con mi esposa, sino que me hizo criar a su hija. Quería lastimarlos. Sentí una mezcla de ira, tristeza, dolor. Quería gritar, llorar y morir al mismo tiempo, si eso tiene algún sentido.

Me sumergí en un lugar oscuro y, para no hacer ninguna tontería, le dije a Marisol que necesitaba concentrarme en el trabajo para poder pagar los quinceaños y, en cambio, conduje pare ver a una antigua amiga. Su padre tenía una firma cara y elegante cerca de donde vivía, así que esperaba que me pudiese ayudar. Cuando nos vimos me sorprendió que me recordara. Ella estaba en forma y su piel morena no lucía alguna arruga, lo que le daba cierto aspecto juvenil.

—Así como lo oyes. Mi padre murió el año pasado. Ahora yo soy la encargada.

—Yo… lo siento Elizabeth.

—Bueno. No viniste a hablar sobre eso. Anda cuéntame.

Nos sentamos y le conté todo. Le di la tablet y cuando la encendió, los mensajes seguían llegando. Pero esta vez, Luna estaba hablando con mi primo, su verdadero padre, y él le decía que me diera una oportunidad, por qué siempre estuve ahí para ella, pero Luna le dijo que él también lo estuvo.

No podía creer que tuvieran tanto en común y que incluso, mi hija le llamara Papi varias veces en su conversación, y él le respondía diciéndole que ella era su niñita. Analizamos nuestras opciones y ella me preguntó qué quería hacer. Le dije que quería arrasar por completo. Quería envenenar el pozo y Elizabeth me preguntó varias veces si eso era lo que realmente quería, y asentí. También le dije que todo debía presentarse antes de los quinceaños, dentro de dos semanas.

Nos sentamos y pasamos las siguientes doce horas trabajando en lo que debía hacerse, y seguí sus instrucciones al pie de la letra. Coloqué mi negocio en venta de forma secreta. Llamé a la escuela privada y les dije que no pagaría el próximo año. Cerré las cuentas universitarias y los ahorros que tenía para Luna, y me preparé para vender mi casa en línea. Nadie sospechaba nada.

Ese día transcurrió sin problemas. Toda la familia estaba allí. Luna sonreía y se divertía. Marisol me preguntaba constantemente si estaba bien, y le mentí. Me resultaba difícil mentirle, desde el momento en que la conocí, nunca le mentí, y durante esas dos semanas, cada vez que la besaba, la abrazaba, era difícil no gritarle. Cuando se acercaba a mí en la cama buscando intimar le decía que estaba cansado. Era difícil no odiarla. Ella permitió conscientemente que yo criara a la hija de otro hombre. Se acostó con mi primo, un hombre a quien veía como un hermano, el padrino de mi hija, el mejor hombre cuando nos casamos, mi confidente. Así que reprimir la ira era difícil, por decir lo menos.

Cuando llegó el momento del baile padre-hija, llamé a Luna al centro del escenario. Parecía molesta, pero se acercó. Tenía la música sonando y ella sonrió, y eso me destrozó, verla sonreír hacia mí. Durante años quise ver esa sonrisa nuevamente y ahora no la quería. Mientras bailábamos, proyecté la presentación de diapositivas. Fotos de los dos y hacia el final de la canción, capturas de pantalla de los mensajes de texto con su madre y su verdadero padre, fotos de ellos teniendo sexo.

Marisol parecía haber visto un fantasma, Luna simplemente seguía mirando la pantalla grande y mi primo me miraba con miedo. Marisol corrió hacia mí y me dijo que no lo hizo por su voluntad y que podía explicarlo todo, pero yo le dije que había presentado una solicitud de divorcio. Que ella podría explicarlo en el tribunal. Ella agarró mi brazo, suplicándome, y yo me aparté. Le dije a Luna que me había esforzado al máximo para darle el mundo, y ahora no se lo merecía. Empecé a alejarme, pero no sin antes decirle a mi primo que cada vez que lo viera, lo noquearía, y luego lo noqueé, cayó al suelo con la nariz ensangrentada.

Las consecuencias fueron duras. Marisol y Luna estaban en el apartamento de mi abuela. Su familia estaba impactada y disgustada con ella, no querían tener nada que ver con Marisol. Su padre incluso se disculpó conmigo. No sé por qué. Nunca le caí bien a pesar de haber cambiado mi vida. Ese hombre me odiaba, pero ahora yo era el esposo y padre perfecto, aunque apenas unos días antes era el "pedazo de mierda" de antes. Mi abuela tuvo la audacia de contarme la historia de Abraham y cómo cuando regresó de la batalla tres años después, su esposa tenía un hijo de un año y él lo adoptó como suyo, y me dijo que debería ser como Abraham. Así que le dije que se largara de mi casa.

Marisol llegó unos días después, llorando en cuanto me vio, diciéndome que fue un accidente. Que cuando fui arrestado, ella estaba tan enfadada conmigo y mi primo estaba allí para consolarla, y una cosa llevó a otra y tuvieron relaciones sexuales. Me dijo que a partir de ahí Gael comenzó a chantajearla con decirme la verdad. Estaba dispuesta a hacerse una prueba de detector de mentiras para demostrarlo. Así que le pregunté cuánto tiempo sabía que Luna no era mía y ella comenzó a llorar aún más. Esa mirada que me dio me dejó claro que ella lo sabía desde el primer día, y le pedí que se fuera. Me dijo que yo soy el padre de Luna, a pesar de lo sucedido, porqué un padre no es el que engendra si no el que cría, que tenía que superarlo por el bien de ella. Mi temperamento se apoderó de mí. Debo haber repetido "¿superarlo?" más de una docena de veces a todo volumen mientras agarraba sus cosas y las tiraba por la puerta. La insulté llamándola prostituta mentirosa. Le dije que no quería volver a ver su maldita cara y le dije que esta vida que había construido ya no le pertenecía antes de empujarla fuera de la puerta.

Pasaron un par de semanas y ella seguía llamando constantemente a mi teléfono. Ni una vez Luna intentó comunicarse conmigo. Marisol se sorprendió al enterarse de que vendí mi negocio. Aún más cuando se enteró de que tenía una jornada de puertas abiertas. Ella entró gritando, diciéndole a los visitantes que salieran de su casa y rogándome que buscara ayuda. Que no tenía derecho a vender nuestra casa. La casa donde criamos a nuestra hija. Le dije que esta casa está llena de mentiras. Es una casa donde crié a la hija de otro hombre y cuando la venda, le daré la mitad y le ordené que se fuera antes de que llamara a la policía. Poco después, mi primo vino a hablar conmigo y lo noqueé, lo arrastré afuera y cerré la puerta.

Rechacé la mediación. Marisol quería reconciliarse, pero yo no. Quería el divorcio y mi abogada presentó una solicitud de divorcio acelerado, y en tres meses estábamos en el tribunal. Casi no hablé con nadie durante ese tiempo, leí historias de horror sobre el sistema judicial, especialmente durante los procedimientos de divorcio, pero no tuve eso. Elizabeth se encargó de todo. Primero, el abogado de Marisol intentó hablar de mi pasado cuando estaba en una pandilla, como si mi pasado fuera una razón para ser un esposo y padre terrible, pero mi abogada rápidamente lo refutó y el juez reprendió al abogado de Marisol por intentar avergonzar a alguien que había cambiado su vida.

Elizabeth presentó todas las pruebas y ofreció un pago único de pensión alimenticia con las ventas pendientes de la casa y el negocio. Al principio, Marisol seguía pidiéndome que reconsiderara, pero la ignoré y cuando finalmente se dio cuenta de que no iba a ceder, aceptó. Sin embargo, la verdadera sorpresa llegó cuando se trató del pago de manutención infantil. Mi abogada presentó todos los mensajes de texto de la conversación de Luna con Marisol, mostrando que no solo Luna sabía que yo no era su padre, sino que también estaba ansiosa por estar con su verdadero padre, diciendo que ya no tenía que vivir una mentira. Marisol quedó completamente sorprendida por esto. Luego, Elizabeth presentó una moción para que se eliminara mi nombre del certificado de nacimiento de Luna, se eliminara también mi apellido y no se me considerara responsable de ningún pago de manutención infantil, ya que todas las partes estaban de acuerdo en que mi primo era su padre. Marisol quedó impactada por esto. Me gritó, me suplicó que no le hiciera esto a Luna, que yo era su padre porque la había criado, y por patético que pueda sonar en este momento, si Luna no hubiera actuado de esa manera hacia mí, si no hubiera dicho esas cosas, habría estado de acuerdo.

Hubo momentos en los que quise acercarme e intentar que las cosas funcionaran, pero luego miraba los mensajes continuos de Luna a sus amigos, a su padre y a su madre biológica, y volvía a enfocar mi determinación.

Hasta el día de hoy, no sé qué duele más. Ser engañado por una mujer que creías que era el amor de tu vida o que una hija a la que intentaste mejorarle la vida, darle el mundo, simplemente te descarte como si fueras basura.
 
No me queda más que decir, Gracias por el relato.

Es un oasis en esta categoria, llena de "hombresillos" qué se excita al ver a su mujer con otros, mujeres que de la noche a la mañana pierden la cabeza, por un pene enorme, "algunos de atreven a decir que el pene del amante media 30cm"...


En cuanto a la historia es brutal, cuantos hombres crían hijos qué no son suyos, debería haber una ley donde, después de nacer el niño o niña, se hiciera una priva de paternidad, cuantas saldrían negativas? Supongo que más de las que creemos.

Ella pudo haber sido sincera, el la amaba y quizás la hubiera perdonado, otra, la cago, cometió el error, no pudo tomarse la pastilla del día siguiente y listo? Por que mentir.

Y aunque muchos dicen que no importa 1 infidelidad qué varias... Yo opino que no, xq una puede ser un error, pero más de 2 ya no lo es.

Y mi duda es, no le entendí, si el chantaje del primo fue durante los 25 años, eso quiere decir que en esos 25 años ella se acostaba con el para que el no dijera la verdad al prota? O solo se acosto con el 2 veces, la vez que quedó embarazada y esa donde la uso para "convencer" a Luna de que bailara con el prota? Ojalá el autor/a responda a mi pregunta.

De nuevo, gracias por compartir, ojalá publiques pronto una nueva.
 
Me están gustando mucho tus relatos. Porque son hombres de carácter, que no se dejan humillar y los malos reciben su justo castigo.
Espero que aunque no lo vamos a saber el encuentre una buena mujer. Yo pensé que tendría algo con Elizabeth, que parece una buena mujer. Todo se andará.
 
No me queda más que decir, Gracias por el relato.

Es un oasis en esta categoria, llena de "hombresillos" qué se excita al ver a su mujer con otros, mujeres que de la noche a la mañana pierden la cabeza, por un pene enorme, "algunos de atreven a decir que el pene del amante media 30cm"...


En cuanto a la historia es brutal, cuantos hombres crían hijos qué no son suyos, debería haber una ley donde, después de nacer el niño o niña, se hiciera una priva de paternidad, cuantas saldrían negativas? Supongo que más de las que creemos.

Ella pudo haber sido sincera, el la amaba y quizás la hubiera perdonado, otra, la cago, cometió el error, no pudo tomarse la pastilla del día siguiente y listo? Por que mentir.

Y aunque muchos dicen que no importa 1 infidelidad qué varias... Yo opino que no, xq una puede ser un error, pero más de 2 ya no lo es.

Y mi duda es, no le entendí, si el chantaje del primo fue durante los 25 años, eso quiere decir que en esos 25 años ella se acostaba con el para que el no dijera la verdad al prota? O solo se acosto con el 2 veces, la vez que quedó embarazada y esa donde la uso para "convencer" a Luna de que bailara con el prota? Ojalá el autor/a responda a mi pregunta.

De nuevo, gracias por compartir, ojalá publiques pronto una nueva.
Gracias por los comentarios. Estoy pensando en subir la segunda parte en estos días para aclarar dudas. Saludos.
 
Gracias por los comentarios. Estoy pensando en subir la segunda parte en estos días para aclarar dudas. Saludos.
De nada, como dijo el otro comentarista, tus personajes son con carácter, el ser cornudo no se puede evitar, pero que digan creciendo si, y en este caso, el prota puso un punto y final.

Ojalá subas pronto esa 2 parte, por que no me respondiste a mi duda y ojalá en esa 2 parte, si tenga respuesta, no tardes y de nuevo, gracias por tu tiempo.
 
Es un relato espectacular, muy cruda pero transmites todas las emociones de gran forma. Hasta sentí un poco de ese dolor del protagonista.

No igual pero algo similar le pasó a un familiar cercano. Bueno, ni tan similar pero algo si. Estuvo 15 años con una mujer que tenía una hija, la crío como suya, después se enteró que le ponían los cuernos y la hija la ayudaba a ocultarlo. Rompió toda relación con ellas, no volvió a contestar sus súplicas de perdón. Casi se muere.
 
Es un relato espectacular, muy cruda pero transmites todas las emociones de gran forma. Hasta sentí un poco de ese dolor del protagonista.

No igual pero algo similar le pasó a un familiar cercano. Bueno, ni tan similar pero algo si. Estuvo 15 años con una mujer que tenía una hija, la crío como suya, después se enteró que le ponían los cuernos y la hija la ayudaba a ocultarlo. Rompió toda relación con ellas, no volvió a contestar sus súplicas de perdón. Casi se muere.
Aunque el dolor fuera profundo, tú amigo hizo bien. No se puede estar con una familia así.
 
2.

El juez estuvo en silencio durante mucho tiempo, leyendo página tras página los mensajes de texto. Al final, estuvo de acuerdo. No era responsable financiero de Luna y mi nombre podía ser eliminado. Mi abogado también presentó una moción para que los tribunales persigan a mi primo para pagar la pensión alimenticia y una moción para demandar a mi primo en un tribunal civil por todo el dinero que he gastado en la crianza de Luna. Las escuelas privadas, las clases de baile, las actividades de las Girl Scouts, las lecciones de equitación. Todo lo que he gastado en esa niña y después de que mi abogado explicó al juez que mi primo cometió fraude al permitirme criar a su hija conscientemente y no ofrecer ningún apoyo financiero o asistencia. Fue un intento desesperado, y aunque al final no termino por pagarme de todo eso, si que me dará una importante indemnización.

No me molesté en mirar a Marisol cuando el juez tomó su decisión. No me importó escucharla mientras salía del tribunal. No me importó escucharla llorar. Ella me decía que solo me había engañado porque Gael la chantajeaba y que cuando se quiso resistir, fue cuando le dijo a Luna la verdad. Me daba a entender que se había acostado con él no sé cuántas veces, pero a estas alturas, simplemente ya no me importaba.

Unas semanas después, mi ex me llamó, sorprendida de que hubiera dejado de pagar las escuelas privadas de Luna y todas sus actividades, y le dije que llamara a su verdadero padre antes de colgar. Incluso Luna me llamó, por primera vez desde todo este calvario, y me llamó maldiciendo mientras lloraba, diciendo que tenía que ir a una escuela pública, que se estaban mudando al viejo vecindario y que era aterrador y que quería que volviéramos a ser una familia. Le dije que buscara a su verdadero padre, al hombre que realmente quería, y le preguntara. Le grité, le dije que no solo lo sabía desde hace años, sino que también leí todos los mensajes de texto, de ida y vuelta, y según sus propias palabras, estaba agradecida de que un pandillero como yo no fuera su padre, a pesar de que no he sido un pandillero desde el día en que supe que iba a ser padre. Después de eso, colgué el teléfono.

Estuve en contacto con Elizabeth poco tiempo después del juicio. Quería asegurarse de que estuviese bien y no cometiera alguna locura. Recordábamos el pasado y nos reímos de las travesuras que hacíamos de niños. La noche fue transcurriendo, copas iban y venían, una cosa llevo a la otra y ambos terminamos en la cama. Cuando desperté lo primero que vi fue a Elizabeth con las tetas apuntando hacia el techo. Sentí la suavidad de sus pechos unos momentos y después me dispuse a ponerme la ropa. Fue el único encuentro que tuvimos. Hablamos por teléfono, ambos acordamos que nos habíamos dejado llevar y que no buscábamos una relación. Me deseó el mejor de los éxitos y nos despedimos.

Poco después, dejé el lugar donde vivía. Simplemente elegí un estado y una ciudad al azar y me fui. Abrí una nueva tienda, conseguí una casa, pero durante dos años tuve problemas de confianza. En esos dos años, vi a un terapeuta. Asistía a terapia para controlar mi ira, fui a salas de desahogo. Fue difícil. Hasta que empecé a volver a la iglesia e irónicamente, fue allí donde conocí a mi prometida.

Joselyn es maravillosa, acababa de cumplir treinta años en ese momento y conectamos de inmediato. Le conté todo lo que me había sucedido. Le expliqué que iba a tener problemas de confianza y ella lo entendió. Un año después, me dijo que iba a ser padre e insistió en que me hiciera una prueba de ADN, solo para que pudiera tener tranquilidad. Olvidé cómo era sentirme feliz de nuevo y cuando nació mi hijo, estaba lleno de alegría. Llamé a mi abuela por primera vez en años. Ella lloró y cuando le conté acerca de mi hijo, insistió en que fuera a visitarla para que pudiera conocer a su bisnieto. Me hizo sentir culpable diciendo que tenía noventa años y le gustaría verme una vez más, así que accedí.

Volamos a mi ciudad natal, alquilamos un coche y nos pusimos en camino. Lo que no me gusta del barrio es que solo necesitas encontrarte con una persona de tu pasado y todo el maldito vecindario sabe que has vuelto. Mi abuela vio a mi hijo, conoció a mi prometida y hizo un comentario de lo hermoso que estaba él bebe, se veía realmente feliz al verlo. Planeaba pasar la semana, hacer cosas turísticas con mi familia. Era la primera vez de Joselyn en la gran manzana y quería que fuera especial, pero maldición, nada sale como se planea. Primero, mi ex gritó mi nombre desde abajo. Miré por la ventana y me sorprendió lo gorda que se había vuelto. Mi abuela me dijo que hablara con ella y Joselyn estuvo de acuerdo.

Bajé las escaleras, hubo un incómodo silencio durante un minuto y esa rabia regresó como una inundación. Marisol me dijo que me veía bien y dijo que ella se veía fatal. Me dijo que me extrañaba, que nunca había estado con otro hombre desde el divorcio y la ignoré. Incluso tuvo la audacia de decirme que soy abuelo y le lancé una mirada. Aparentemente, Luna se involucró con un buen chico y quedó embarazada a los dieciocho. El padre de su bebé se unió a la marina para mantenerlos y su padre no quiere tener nada que ver con ella, solo paga la pensión alimenticia y se niega a reconocerla. Ya no es un pastor y ahora trabaja en el Banco Popular a dos cuadras de aquí. Luego me dijo que Luna le puso mi nombre al bebé y no soporté mirarla.

Marisol quería que esperara porque Luna estaba de camino y yo simplemente me alejé. Fui a casa de mi abuela y no tuve que decirle nada a Joselyn. Ella simplemente lo sabía y nos fuimos. En el ascensor, le conté lo que sucedió y ella sonrió y me dijo que todo iba a estar bien. La expresión en el rostro de Marisol cuando salimos del edificio me daba satisfacción. Miraba a mi prometida con cierto desprecio, y Joselyn, sin perder la compostura, presentó a mi hijo. dijo: "Me gustaría que conocieras a su hijo biológico". Eso fue un golpe bajo, pero ella entendía mi dolor.

Marisol seguía tratando de detenerme, diciéndome que Luna se sentía mal por lo que hizo. Joselyn quería que hiciera las paces, pero yo estaba tan enojado. Me subí al auto, ignorando las súplicas de Marisol. Joselyn siguió insistiendo, así que le di mi número para que Luna pudiera llamarme y me fui. En el semáforo, vi a mi primo junto al puesto de cuchifritos y no sé qué me pasó. Salí del auto, corrí hacia él y le di una paliza. Joselyn estaba gritando, diciéndome que parara, y cuando cruzamos miradas, pude ver el miedo en sus ojos. Le escupí a Gael y me fui.

…………………………​

Estoy de vuelta en casa. Trabajando, siendo padre y un buen prometido para una mujer hermosa. Sin embargo, desde que regresé, cuando estoy solo con mis pensamientos, la ira regresa.

Luna se contactó conmigo poco tiempo después. Comenzó disculpándose profusamente por cómo actuó. Dijo que cuando descubrió que yo no era su padre, se enfadó. Confrontó a su madre y ella lloró, haciéndola prometer que no me lo contara. Desde que se sintió "perdida", empezó a hablar cada vez más con mi primo, su verdadero padre. Él le contó sobre mi pasado violento, las cosas que solía hacer, cosas que le oculté. Esto la enfureció y cuanto más tiempo pasaban juntos, más se alejaba de mí. Dijo que se sentía mal de vez en cuando, pero mi primo reforzaba sus sentimientos hacia mí.

El día de sus quince años, dijo que mientras bailábamos, se dio cuenta de lo estúpida que estaba actuando. Se dio cuenta de cuánto la amaba y luego sus mensajes y las fotos de su madre aparecieron en la pantalla. En los días siguientes, la familia de mi esposa le dijo que me diera espacio. Que no me llamara y ella escuchó. Dijo que estaba viendo a su familia desmoronarse y no podía hacer nada para solucionarlo. Me dijo que entendía por qué hice lo que hice. Aun así, quería contactarme. Su abuelo seguía diciéndole que yo la amaba, que la crié, y a pesar de lo que vi en sus mensajes, haría lo correcto, y ella le creyó. Durante el divorcio, su madre cayó en un lugar oscuro. No le hablaba, apenas comía, solo existía.

Cuando se enteró de que mi nombre había sido eliminado de su acta de nacimiento, sufrió un ataque de pánico. Su madre le dijo que tendrían que mudarse de vuelta al barrio donde creció Marisol y cuando preguntó sobre su vida y su escuela, su madre le dijo: "Esa era la vida que tu padre te dio, y él ya no es tu padre". Así que me llamó, suplicando, y yo la insulté antes de colgar. Lloró durante días. Intentó comunicarse con mi primo, quien básicamente la ignoró. Incluso fue a su casa y él le dijo que se fuera. La llamó un "error". Su madre se negaba a hablarle, básicamente se encerraba en su habitación, solo saliendo para usar el baño o ducharse. Rogó a su abuelo que la llevara a verme y cuando vinieron a Long Island, se enteró de que me había mudado. Su abuelo le dijo que hablaría con mi abuela y descubriría dónde me fui.

Durante los siguientes dos años, según ella, fue un infierno. Todo el vecindario sabía lo que les había pasado a ella y a su madre. Su "padre" la evitaba a toda costa e intentaba no pagar la pensión alimenticia. Fue necesario que su abuelo lo amenazara para que comenzara a pagar. Mientras tanto, su madre no le hablaba. Estaba encerrada en su habitación. Las pocas veces que hablaron, su madre la llamaba una niña ingrata y le decía que ella era la razón por la que perdió al amor de su vida. Su abuelo tuvo que poner a su madre en su lugar diciéndole que su infidelidad era la razón por la que perdió al amor de su vida, y ella volvió a encerrarse en su habitación. Así que Luna apenas se quedaba en casa y así fue como conoció al padre de su hijo.

Él trabajaba en la bodega de la esquina, tenían la misma edad y después de unos meses de "conocerse", una cosa llevó a la otra y quedó embarazada. Su abuelo estaba furioso, pero cuando su novio insistió en casarse con ella, las cosas se calmaron. Luna dijo que su embarazo fue una bendición disfrazada. Su madre comenzó a hablarle nuevamente e incluso comenzó a salir de la habitación para estar a su lado en cada chequeo. Ser una estudiante de último año de secundaria mientras estaba embarazada era cliché, pero lo hizo funcionar. Un mes antes de que naciera el bebé, se graduó y su novio se unió a la marina. Quería fugarse antes de partir, pero ella quería una boda.

Su novio no tuvo problemas en ponerle mi nombre a su hijo. Aparentemente, su padre estaba ausente y el hecho de que fuera un "junior" le recordaba que compartía el nombre de un hombre que no lo quería. Cuando se enteró de que yo estaba en la ciudad, recibió una multa por exceso de velocidad tratando de llegar al apartamento de mi abuela. Quería verme. Quería disculparse, quería que yo viera a su hijo. Solo quería verme. Sin embargo, llegó tarde y lloró. Cuando su madre le dio mi número, ella quería llamarme de inmediato, pero todo el vecindario estaba hablando de cómo golpeé a su "padre", así que esperó. Su madre estaba triste al ver que seguí adelante y tenía un hijo. Luna estaba feliz de saber que tenía un hermanito, pero su madre se deprimió un poco más.

Llegué a sentir pena por Luna, pero al recordar cómo me había tratado los últimos años que estuve con ella y los mensajes de texto que ella había hecho, hizo que esa pena desapareciera. Sé que no era una chica muy madura en ese entonces, que era una adolescente, que Gael la había manipulado, pero en el fondo… no podía evitar sentir rencor por ella. Era un recuerdo andante de todo lo que había pasado. No sé si sea un buen hombre, o si hice la elección correcta, simplemente elegí mi paz mental. Jamás volví a contactarla.

Mi boda es en unos meses. Un nuevo comienzo, una nueva vida y un nuevo hijo.
 
Última edición:
Se lo manipulable que son los jóvenes a esa edad. Pienso que Luna si merece aunque sea un perdón, fueron más de 10 años de amor padre hija, eso no se puede borrar así no más. Los mensajes que escribía contra él fueron producto de la manipulación de ese miserable del primo.

Pienso que aún no ha encontrado la paz, y esa paz podría encontrarla buscando el perdón en su corazón para su hija Luna.

Tu historia me ha llegado al alma y hasta me ha sacado un par de lágrimas 😅. Gracias por eso.
 
Hombre, teniendo en cuenta lo que hizo, es lógico. A mí no me parece mal. Al final rehizo su vida. Marisol tuvo lo que se buscó.
Marisol puede ser, pero Luna es su hija, aunque lo niegue, y creo que si merece otra oportunidad. Quizás no retomar un contacto constante, pero si uno al menos para perdonarla sinceramente.
 
Historia basada en confesiones reales.

Tenía 18 años cuando conocí a Marisol. Durante ese tiempo, yo era un pandillero. Era un miembro desde los trece años y siempre estaba metido en problemas. Marisol era una chica de iglesia. Mi abuela me arrastraba a misa los domingos y cuando la vi, para mí fue amor a primera vista. Le pedí a mi primo Gael, quien era amigo suyo, que nos presentara, pero él se negó. No quería que me metiera con ella. No quería "arruinarla". ¿Alguna vez has conocido a una chica que te impulsa a querer ser mejor persona para poder estar con ella? Esa era ella.

Cuando descubrí que iba a la iglesia casi todos los días, pasaba el rato cerca de los escalones hablando con ella. Siempre la acompañaba de ida y vuelta a la iglesia. Ella me hacía sentir que no era un desecho. Una cosa llevó a la otra y comenzamos a salir, y me sentía genial. Durante un año y medio me alejé de la vida de pandillas, obtuve mi certificado del bachillerato, empecé a ir regularmente a la iglesia y pensaba en el futuro, cuando sin quererlo, me volvieron a arrastrar de vuelta.

Estaba en una tienda y me encontré con alguien con quien solía tener problemas. Estaban hablando mal de mí y traté de ignorarlo, les juro que lo intenté. Solo dejé que hablaran y me alejé, pero luego me atacaron por la espalda y perdí el control, les di una paliza. Me arrestaron y de repente parecía que todo lo que había hecho para mejorar mi vida había desaparecido. Marisol estaba furiosa conmigo, mi abuela seguía recordando mis errores del pasado y mi primo me decía que sabía que no iba a cambiar. Mi defensor público vio que estaba intentando mejorar y por la gracia de Dios, me dejaron en libertad después de un mes en prisión. A pesar de estar enojada conmigo, Marisol me visitaba casi todos los días. Un mes después de salir, me enteré de que iba a ser padre y no quería que mi hijo tuviera un padre muerto o en la cárcel.

Nos casamos rápidamente, fui a una escuela de oficios para convertirme en mecánico y trabajé duro por mi futura familia. Cuando Luna nació, fue casi el peor día de mi vida. Marisol no dejaba de sangrar. Entró en estado de shock y tuvieron que hacerle una histerectomía doble. Estuvo en el hospital durante meses y Luna se convirtió en mi mundo. Quería que su vida fuera la mejor, quería darle el mundo. Cuando Marisol fue dada de alta, le prometí que nuestra hija tendría una vida mucho mejor que la nuestra y durante años cumplí esa promesa.

Ahorré suficiente dinero para mudarnos a los suburbios, nos convertimos en propietarios de una vivienda, fui líder de un grupo de niñas exploradoras en el que se encontraba mi hija, sí, fue difícil para mí asumir esa nueva realidad. Me aseguré de que Luna fuera a una escuela privada, de que supiera cómo defenderse y siempre me aseguré de ser el esposo perfecto. No conocía a mis padres. No tuve un modelo masculino positivo en mi vida, así que no sabía cómo lucía una relación saludable... pero eso es mentira, los padres de la televisión fueron mis modelos masculinos y los imité, imité el matrimonio que tenían en la televisión.

Conforme pasaban los años, tuve mi propio taller, mi primo se convirtió en pastor, mi abuela seguía siendo una molestia, mi relación con mi esposa era más fuerte que nunca, pero Luna... Luna me odiaba. Desde que cumplió trece años, simplemente empezó a odiarme. No quería que la abrazara. Rodaba los ojos cada vez que le decía que la amaba. Me ignoraba cuando le preguntaba sobre su día en la escuela. Me dolía y Marisol lo veía. Me dijo que era una adolescente y que simplemente debía dejarlo pasar. Que volvería a mí. Así estuvimos durante dos años. Así que, para sus quinceaños, quise hacerlo a lo grande. Le conseguí todo lo que quería y aun así fue irrespetuosa y por un momento el antiguo yo estuvo a punto de salir para ponerla en su lugar, pero en lugar de eso, fui a ver a mi primo. desahogué mi frustración y dudas sobre ser un buen padre y él me dijo que la dejara ser y rezó por mí.

—No sé en que me estoy equivocando —miraba desconsoladamente al suelo.

—No te preocupes. Seguro es una de esas etapas rebeldes de la adolescencia. Ya verás que se la pasará —decía Gael.

Quería hacer una presentación de diapositivas para el baile padre-hija. Tenía un montón de fotos nuestras juntos, pero me di cuenta de que no tenía ninguna foto reciente. Ella no quería tomarse ninguna. La última vez que tenía fotos de ella y yo sonriendo juntos fue en su cumpleaños número trece y esas estaban en la Tablet rota de mi hija. Tomé esa tablet, fui a una tienda de reparación y pagué sin importar el costo. Necesitaba arreglar esa tablet. Después de un día y trescientos dólares, el técnico la arregló y yo estaba feliz. Conocía su contraseña, pero nunca me molesté en invadir su privacidad. Solo quería esas fotos y cuando abrí la tablet, miré la galería y ahí estaban. Mi niñita, sonriendo y feliz de estar conmigo. Me sentí genial. Luego aparecieron los mensajes instantáneos. Era mi hija hablando con mi esposa.

Era un largo intercambio de mensajes en el que ella decía que no quería bailar conmigo en el baile padre-hija y eso realmente me dolió. Salí del chat sin querer saber más de su conversación. Iba a guardar la tablet cuando me llamo la atención un chat que tenía con mi primo, Gael. Sabía que se llevaban bien, incluso sería su padrino en la ceremonia de confirmación en la iglesia. Hablaban con cierta frecuencia. Al irme a los mensajes más recientes, me entere que Marisol y mi hija irían a comer con Gael al salir de la iglesia. Recordé entonces que mi esposa me había dicho que comenzaría a ir a la iglesia con Luna para practicar antes de la ceremonia, pero nunca me comentó que mi primo iría con ellas.

A la mañana siguiente no abrí el taller. Mi curiosidad me decía que encontraría algo si seguía a Marisol y Luna. Esperé afuera en una plaza su salida. Tardaron alrededor de una hora en salir. Luego los salí a un local de comida que estaba cerca de por ahí. Se les veía alegres, mi hija disfrutaba más de la compañía de Gael que la mía. Cuando terminaron de comer se fueron en el coche de mi primo y yo los seguí en un taxi. Estacionaron en la casa de mi abuela, donde mi primo solo se bajó a saludar y se fue.

Algo no me cuadraba en todo esto, así que tampoco abrí el taller el día siguiente. Esta vez nadie llegó a la iglesia. Mi hija como ya era costumbre, no contestaba las llamadas. El celular de mi esposa estaba fuera de línea. Fui rápidamente a la casa de mi abuela. No vi ningún coche aparcado, creí que tampoco estaban ahí, hasta que vi salir a Rodrigo, quién era el pretendiente de mi hija y su futuro chambelán.

—Oye, Rodrigo —lo saludé cuando cruzó la calle.

—Sr. Gonzalo, un gusto verlo —me extendió la mano formalmente.

—¿Vienes de visitar a mi hija?

—Sí, así es. Estuvimos practicando el baile.

—¿Viste a su madre?

—¿A la señorita Marisol? —me miró extrañado —No la vi. Según recuerdo, Luna me dijo que fue a checar lo del vestido para sus quinceaños. ¿Todo bien sr. Gonzalo?

—Todo bien chico. Me tengo que ir.

Volví a marcar a mi esposa, pero su celular seguía fuera de línea. Tenía el celular descargado, eso o está en un lugar donde la conexión no es muy buena.

Conduje hasta las afueras de la ciudad hasta ver a las ovejas caminar por esos pastos semi áridos. Ese olor tan característico del ganado ya llegaba a mi nariz. Estacioné mi coche cerca y caminé hasta divisar la casa de mi primo; caminé hacia ella sin llamar a nadie. Aunque la puerta estaba cerrada, las ventanas no, y al acercarme, los vi de perfil. Estaban hablando.

—Tienes que convencer a Luna de que haga las paces con Gonzalo. Ni siquiera quiere bailar con Gonzalo después de todo lo que ha hecho por sus quinceaños.

—Tu esposo solo está pagando el karma por todo el mal que ha hecho.

—Y dale con eso. Él ya es otro hombre, ha cambiado para bien.

—Conozco a los sinvergüenzas como él. En el fondo siguen siendo la misma escoria.

—¡No hables así de mi esposo!

Saqué mi celular con cuidado y lo puse en modo silencio. Empecé a grabar la situación en caso de que pasara a mayores.

—No te hagas la hipócrita defendiéndolo, Marisol —dijo acercándose a ella— No después de lo que le has hecho —Gael tomo de la cintura a mi esposa.

—Quítame las manos… vine a que hablaras con Luna —se apartó de él.

—Luna tiene derecho a decidir. Ya está grandecita.

—Lo que pasa es que le has lavado el cerebro —se cruzaba de brazos mi esposa.

—No, no. Lo que en verdad pasa es que yo soy su verdadero pa…

—¡No lo menciones! —Marisol lo interrumpía molesta.

—Yo siempre he estado para ti Marisol. Desde que nos conocimos siempre he cuidado de ti, incluso cuando elegiste a Gonzalo sobre mí. ¿Recuerdas cuando lo metieron a la cárcel? ¿Quién estuvo consolándote cuando encerraron a ese idiota? ¡Yo Marisol!, ¡siempre he estado para ti!, ¡yo soy el padre de esa niña y yo debería bailar junto a ella!

Hubo un silencio. Sentí que mi corazón se detuvo al escuchar eso, me mareé, se me secó la boca y necesité sentarme por unos momentos.

—¿Quieres que convenza a Luna para que haga las paces con Gonzalo? Lo haré, pero yo también quiero algo.

—¿A que te refieres?

La mirada de mi primo iba de abajo hacia arriba examinando el cuerpo de mi mujer.

—No Gael. Es un error, jamás volverá a pasar —dijo tajante mi esposa.

—Sería una lastima que tu marido sepa nuestro pequeño secretito —mi primo la miraba con una sonrisa burlona.

—Por favor Gael… cuanto más piensas seguir chantajeándome con eso.

—¿Chantajear? Lo haces sonar como si no lo disfrutarás —Gael la tomaba del mentón.

La otra mano de mi primo fue hasta su culo. Acercó su cara para buscar el roce con sus labios, pero Marisol se apartó.

—Sabes que podríamos ser una familia. Luna estaría maravillada de que dejarás a Gonzalo.

Mi mujer miraba al suelo pensativa, como si analizara esa opción.

Lo siguiente que vi fue a Gael arrinconando a mi esposa contra la pared intentado besarla.

—No Gael… para —Marisol apartaba la cara.

Las manos de mi primo recorrían el cuerpo de mi esposa mientras le besaba el cuello. Marisol intentaba empujarlo inútilmente, no era tan fuerte o quizás no hacía mucha resistencia. Gael volvió a buscar sus labios y esta vez sí fue correspondido. La tomó de su cintura y la levantó un poco recargándola por la pared para tenerla de cara a cara. Marisol lo encerró con sus piernas mientras las manos de mi primo la tomaban por el culo.

Estuvieron un tiempo así hasta que se separaron un poco para desvestirse. Los carnosos labios de mi esposa habían perdido ese tono rojo tan fuerte que habían tenido antes de besarse. Gael desabrochó su blusa sudada y así lo hizo con su sujetador cuando salió a la vista. Ahí estaban las tetas de mi mujer, algo caídas por el peso de los años y con sus pezones erectos apuntando hacia otro hombre.

Me aparte un poco para tomar algo de aire y procesar todas las emociones que estaba sintiendo. Me volví a asomar grabando un nuevo video.

Marisol tenía su cara mirando hacia la pared, apoyándose con sus manos hacia esta. Sacaba el culo para dárselo a él. Mi primo pasaba lengua por todo el coño de mi mujer, quien volteaba a verlo con cara sonrojada y unos ojos lascivos que querían más de lo que estaban viendo.

—Ufff sí, así —resoplaba Marisol.

Gael se puso de pie. Le dio unas sacudidas a su polla hasta ponerla firme. Con tan solo meter la punta el cuerpo de mi esposa se estremeció. La tomó de las caderas y empezó su ida y vuelta marcando el ritmo; cuando mi esposa se acostumbró, ella se movía de adelante hacia atrás haciendo armonía con sus movimientos.

—Joder nena. Tengo que parar que si no me vengo.

—No pares… ya casi me vengo —la cara de Marisol era irreconocible.

Mi esposa movía su coño buscando la penetración con su polla, cuando lo hizo, comenzó a moverse ella sola, usando a mi primo como un consolador.

—Y tú que te negabas… si ya conozco lo deseosa que eres de polla —mi primo sonreía triunfante.

Gael la volvió a tomar por las caderas y empezó a bombardearla rápidamente. Marisol, fundida en sudor, gritaba del placer en cada estocada.

Fue lo ultimo que grabé.

Horas más tarde, volví a revisar la Tablet de mi hija. Tenía una nueva conversación con su madre. Ella argumentaba que por qué tenía que hacer el baile padre-hija conmigo si no soy su padre. Mi esposa respondió que yo la crie, la amé y eso me convierte en su padre. Pero Luna respondió diciendo que mi primo es su padre y que no puede esperar a cumplir los dieciocho años para poder decirme la verdad y vivir con su verdadero papá. Que me odiaba y que agradecía a Dios que no fuera su padre. Marisol comenzó a insultarla. Dijo que fue un error que mi primo le contara la verdad hace dos años y mientras más hablaban, más enojado me ponía.

Mi esposa me mintió durante quince años. Mi primo, a quien confié mis problemas con Luna y mis temores de ser un mal padre, no solo se acostó con mi esposa, sino que me hizo criar a su hija. Quería lastimarlos. Sentí una mezcla de ira, tristeza, dolor. Quería gritar, llorar y morir al mismo tiempo, si eso tiene algún sentido.

Me sumergí en un lugar oscuro y, para no hacer ninguna tontería, le dije a Marisol que necesitaba concentrarme en el trabajo para poder pagar los quinceaños y, en cambio, conduje pare ver a una antigua amiga. Su padre tenía una firma cara y elegante cerca de donde vivía, así que esperaba que me pudiese ayudar. Cuando nos vimos me sorprendió que me recordara. Ella estaba en forma y su piel morena no lucía alguna arruga, lo que le daba cierto aspecto juvenil.

—Así como lo oyes. Mi padre murió el año pasado. Ahora yo soy la encargada.

—Yo… lo siento Elizabeth.

—Bueno. No viniste a hablar sobre eso. Anda cuéntame.

Nos sentamos y le conté todo. Le di la tablet y cuando la encendió, los mensajes seguían llegando. Pero esta vez, Luna estaba hablando con mi primo, su verdadero padre, y él le decía que me diera una oportunidad, por qué siempre estuve ahí para ella, pero Luna le dijo que él también lo estuvo.

No podía creer que tuvieran tanto en común y que incluso, mi hija le llamara Papi varias veces en su conversación, y él le respondía diciéndole que ella era su niñita. Analizamos nuestras opciones y ella me preguntó qué quería hacer. Le dije que quería arrasar por completo. Quería envenenar el pozo y Elizabeth me preguntó varias veces si eso era lo que realmente quería, y asentí. También le dije que todo debía presentarse antes de los quinceaños, dentro de dos semanas.

Nos sentamos y pasamos las siguientes doce horas trabajando en lo que debía hacerse, y seguí sus instrucciones al pie de la letra. Coloqué mi negocio en venta de forma secreta. Llamé a la escuela privada y les dije que no pagaría el próximo año. Cerré las cuentas universitarias y los ahorros que tenía para Luna, y me preparé para vender mi casa en línea. Nadie sospechaba nada.

Ese día transcurrió sin problemas. Toda la familia estaba allí. Luna sonreía y se divertía. Marisol me preguntaba constantemente si estaba bien, y le mentí. Me resultaba difícil mentirle, desde el momento en que la conocí, nunca le mentí, y durante esas dos semanas, cada vez que la besaba, la abrazaba, era difícil no gritarle. Cuando se acercaba a mí en la cama buscando intimar le decía que estaba cansado. Era difícil no odiarla. Ella permitió conscientemente que yo criara a la hija de otro hombre. Se acostó con mi primo, un hombre a quien veía como un hermano, el padrino de mi hija, el mejor hombre cuando nos casamos, mi confidente. Así que reprimir la ira era difícil, por decir lo menos.

Cuando llegó el momento del baile padre-hija, llamé a Luna al centro del escenario. Parecía molesta, pero se acercó. Tenía la música sonando y ella sonrió, y eso me destrozó, verla sonreír hacia mí. Durante años quise ver esa sonrisa nuevamente y ahora no la quería. Mientras bailábamos, proyecté la presentación de diapositivas. Fotos de los dos y hacia el final de la canción, capturas de pantalla de los mensajes de texto con su madre y su verdadero padre, fotos de ellos teniendo sexo.

Marisol parecía haber visto un fantasma, Luna simplemente seguía mirando la pantalla grande y mi primo me miraba con miedo. Marisol corrió hacia mí y me dijo que no lo hizo por su voluntad y que podía explicarlo todo, pero yo le dije que había presentado una solicitud de divorcio. Que ella podría explicarlo en el tribunal. Ella agarró mi brazo, suplicándome, y yo me aparté. Le dije a Luna que me había esforzado al máximo para darle el mundo, y ahora no se lo merecía. Empecé a alejarme, pero no sin antes decirle a mi primo que cada vez que lo viera, lo noquearía, y luego lo noqueé, cayó al suelo con la nariz ensangrentada.

Las consecuencias fueron duras. Marisol y Luna estaban en el apartamento de mi abuela. Su familia estaba impactada y disgustada con ella, no querían tener nada que ver con Marisol. Su padre incluso se disculpó conmigo. No sé por qué. Nunca le caí bien a pesar de haber cambiado mi vida. Ese hombre me odiaba, pero ahora yo era el esposo y padre perfecto, aunque apenas unos días antes era el "pedazo de mierda" de antes. Mi abuela tuvo la audacia de contarme la historia de Abraham y cómo cuando regresó de la batalla tres años después, su esposa tenía un hijo de un año y él lo adoptó como suyo, y me dijo que debería ser como Abraham. Así que le dije que se largara de mi casa.

Marisol llegó unos días después, llorando en cuanto me vio, diciéndome que fue un accidente. Que cuando fui arrestado, ella estaba tan enfadada conmigo y mi primo estaba allí para consolarla, y una cosa llevó a otra y tuvieron relaciones sexuales. Me dijo que a partir de ahí Gael comenzó a chantajearla con decirme la verdad. Estaba dispuesta a hacerse una prueba de detector de mentiras para demostrarlo. Así que le pregunté cuánto tiempo sabía que Luna no era mía y ella comenzó a llorar aún más. Esa mirada que me dio me dejó claro que ella lo sabía desde el primer día, y le pedí que se fuera. Me dijo que yo soy el padre de Luna, a pesar de lo sucedido, porqué un padre no es el que engendra si no el que cría, que tenía que superarlo por el bien de ella. Mi temperamento se apoderó de mí. Debo haber repetido "¿superarlo?" más de una docena de veces a todo volumen mientras agarraba sus cosas y las tiraba por la puerta. La insulté llamándola prostituta mentirosa. Le dije que no quería volver a ver su maldita cara y le dije que esta vida que había construido ya no le pertenecía antes de empujarla fuera de la puerta.

Pasaron un par de semanas y ella seguía llamando constantemente a mi teléfono. Ni una vez Luna intentó comunicarse conmigo. Marisol se sorprendió al enterarse de que vendí mi negocio. Aún más cuando se enteró de que tenía una jornada de puertas abiertas. Ella entró gritando, diciéndole a los visitantes que salieran de su casa y rogándome que buscara ayuda. Que no tenía derecho a vender nuestra casa. La casa donde criamos a nuestra hija. Le dije que esta casa está llena de mentiras. Es una casa donde crié a la hija de otro hombre y cuando la venda, le daré la mitad y le ordené que se fuera antes de que llamara a la policía. Poco después, mi primo vino a hablar conmigo y lo noqueé, lo arrastré afuera y cerré la puerta.

Rechacé la mediación. Marisol quería reconciliarse, pero yo no. Quería el divorcio y mi abogada presentó una solicitud de divorcio acelerado, y en tres meses estábamos en el tribunal. Casi no hablé con nadie durante ese tiempo, leí historias de horror sobre el sistema judicial, especialmente durante los procedimientos de divorcio, pero no tuve eso. Elizabeth se encargó de todo. Primero, el abogado de Marisol intentó hablar de mi pasado cuando estaba en una pandilla, como si mi pasado fuera una razón para ser un esposo y padre terrible, pero mi abogada rápidamente lo refutó y el juez reprendió al abogado de Marisol por intentar avergonzar a alguien que había cambiado su vida.

Elizabeth presentó todas las pruebas y ofreció un pago único de pensión alimenticia con las ventas pendientes de la casa y el negocio. Al principio, Marisol seguía pidiéndome que reconsiderara, pero la ignoré y cuando finalmente se dio cuenta de que no iba a ceder, aceptó. Sin embargo, la verdadera sorpresa llegó cuando se trató del pago de manutención infantil. Mi abogada presentó todos los mensajes de texto de la conversación de Luna con Marisol, mostrando que no solo Luna sabía que yo no era su padre, sino que también estaba ansiosa por estar con su verdadero padre, diciendo que ya no tenía que vivir una mentira. Marisol quedó completamente sorprendida por esto. Luego, Elizabeth presentó una moción para que se eliminara mi nombre del certificado de nacimiento de Luna, se eliminara también mi apellido y no se me considerara responsable de ningún pago de manutención infantil, ya que todas las partes estaban de acuerdo en que mi primo era su padre. Marisol quedó impactada por esto. Me gritó, me suplicó que no le hiciera esto a Luna, que yo era su padre porque la había criado, y por patético que pueda sonar en este momento, si Luna no hubiera actuado de esa manera hacia mí, si no hubiera dicho esas cosas, habría estado de acuerdo.

Hubo momentos en los que quise acercarme e intentar que las cosas funcionaran, pero luego miraba los mensajes continuos de Luna a sus amigos, a su padre y a su madre biológica, y volvía a enfocar mi determinación.

Hasta el día de hoy, no sé qué duele más. Ser engañado por una mujer que creías que era el amor de tu vida o que una hija a la que intentaste mejorarle la vida, darle el mundo, simplemente te descarte como si fueras basura.
Gran relato
 
Marisol puede ser, pero Luna es su hija, aunque lo niegue, y creo que si merece otra oportunidad. Quizás no retomar un contacto constante, pero si uno al menos para perdonarla sinceramente.
Depende del carácter y la personalidad de cada uno. A lo mejor otra persona más comprensible la hubiera perdonado.
 
3.

Lo tenía todo para comenzar de nuevo, pero algo dentro de mí me molestaba. Comencé a correr por las mañanas intentando despejar mi mente. Tuve una nueva cita con el terapeuta, no le mencioné lo que había hablado con Luna. A decir verdad, no había hablado con nadie lo que ella me había escrito por mensaje.

—Cielo, ¿está todo bien? —Joselyn me miraba preocupada al ver que no podía dormir.

—Sí cariño, es solo… solo pensaba en mi hijo. No estoy seguro de poder ser un buen padre.

—Claro que lo harás. Serás el padre que no pudiste tener, uno magnifico.

Recordaba mi infancia, cuando era un pequeño. Veía a los amigos de mi escuela al salir siendo recogidos por sus padres, se iban en sus coches mientras que yo tenía que irme caminando. Recordé también, la vez que, en una clase, los padres o madres de mis compañeros hicieron una visita para hablar del oficio que tenían. Ese día me encerré en el baño y me puse a llorar. Era un niño, no entendía qué es lo que había hecho para no merecer, aunque sea un padre o una madre.

—¡Gonzalo! ¡Gonzalo! —mi profesor tocaba la puerta del baño— ¿Estás ahí?

Yo asustado, pensando en que me iban a regañar, me sequé las lágrimas y abrí la puerta rápidamente.

—Gonzalo, ¿por qué estabas encerrado? Oh mírate. ¿Estabas llorando muchacho? —el profesor se hincó hacia a mí.

—Yo… no pude cumplir con la tarea profe —dije antes de echarme a llorar.

El profesor me abrazó por no sé cuanto tiempo. Era solo un niño, pero me dije que no volvería a llorar por mis padres.

Al día siguiente hablé con Joselyn. Le conté todo. Ella escuchaba atenta a mi lado, sin juzgarme. Al final, terminé por animarme.

Llamé a Marisol y le pregunté si lo que me dijo Luna era cierto. Que se negó a hablar con Luna durante años y la culpó por nuestro divorcio. Ella lo confirmó y al principio le grité, pero recobré la compostura cuando la escuché llorar. Le dije que siguiera adelante. Que encontrara a alguien más, pero ella dijo que no. Me dijo que yo era su esposo y siempre sería su esposo. Eso me rompió un poco el corazón. Luego hice que mi abuela fuera a ver a mi primo para poder hablar con él. En cuanto escuchó mi voz, empezó a llorar y me suplicó que lo perdonara. Solo le pregunté por qué no fue padre para Luna. Por qué la envenenó contra mí y él dijo que era envidia. Estaba enamorado de Marisol y yo se la quité. Cuando fui arrestado, él la consoló. La manipuló y apenas duró un segundo con ella y ella se dio cuenta de lo que estaba haciendo y lo apartó, pero Gael ya estaba entrometido en su vida.

Cuando ella se enteró de que estaba embarazada, él sabía que el bebé era suyo. Ambos lo sabían. Debía ser un secreto. Marisol tomó su histerectomía doble como el castigo de Dios por su infidelidad y engaño. Cuando Luna cumplió trece años, él estaba borracho. Viendo mi vida y la envidia era el pecado que no podía superar. Así que quería arruinarme... y lo hizo. Le dije que cuando nos veamos de nuevo en el infierno, seré su torturador eterno y colgué el teléfono. Joselyn estaba ahí para mí, me dijo que todo estaría bien.

Hablé con Luna al día siguiente, cuando me sentí más tranquilo. Pasó más de una hora llorando mientras hablábamos. Incluso hablé con su novio, quien me pidió permiso para casarse con ella. Me pareció gracioso, pero honorable. Mi boda es el próximo mes y Joselyn me dijo que invitara a Luna. Al mismo tiempo, Luna me pidió que la llevara al altar en su boda en noviembre. Mi futuro suegro me hizo tener una charla con él y me dijo que no podía entender completamente mi situación, pero respetaba el camino que había tomado. Porque ese camino salvó a su pequeña, le dio un nieto guapo y un futuro yerno por el que estaría dispuesto a matar. Eso me hizo reír. Pero me dijo que necesitaba dejar de lado la ira y comenzar a perdonar, pero sin olvidar nunca.

Así que le dimos una invitación a Luna para mi boda, incluso nos ofrecimos a pagar el boleto de avión, su novio o más bien debería decir prometido, dijo que trabajaría en mi taller cuando llegaran... Puedo decir que me cae bien. En cuanto a entregarla en su boda, aún no estaba muy seguro, pues quiero ver cómo se desarrolla la boda primero.

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A medida que se acercaba la boda, estaba más que nervioso. Joselyn era la persona más feliz que jamás había visto, mis suegros estaban volviéndose locos por la cantidad de personas que vendrían. Juro que creo que vino todo el pueblo. Mientras todo esto sucedía, yo estaba a una hora y media de casa, esperando a Luna y su familia en el aeropuerto. En los días previos a su visita, hablamos mucho. Ella lloraba la mayor parte del tiempo, pidiendo disculpas, y yo solo escuchaba. Cuando ya no podía hablar más, hablaba con su prometido, quien es más sensato.

Cuando su avión aterrizó, estaba muy asustado. No por verla de nuevo, sino por mi enojo. Tenía miedo de perder el control. En el momento en que me vio en la terminal, corrió hacia mí llorando y por un instante, vi a mi hija cuando tenía siete años. Fue extraño, tener la imagen de una niña en mi mente. Corrió gritando "papá" y en el momento en que me abrazó, empezó a llorar en voz alta. Fue como un lamento que hizo que muchas personas nos miraran. Ella solo seguía diciendo "lo siento" una y otra vez. Pidiéndome que la perdonara y yo la abracé durante más de quince minutos. Ella se negaba a soltarme. Fue necesario que su prometido y yo la convenciéramos para que lo hiciera. Era como si sintiera que en el momento en que me soltara, yo desaparecería. Después de calmarse, su prometido se presentó adecuadamente y luego me presentaron a su hijo. No voy a mentir, lloré. No estaba enojado, pero lloré sosteniendo a este bebé. Luna también era el vivo retrato de su madre cuando tenía diecinueve años, lo que me hizo preguntarme por Marisol

Durante el viaje de regreso a casa, hablamos sobre el entrenamiento militar del prometido de Luna, cómo planeaba hacer una carrera en el ejército, y cómo Luna estaba estudiando contabilidad en línea en la universidad. Fue una conversación para ponernos al día. Cuando llegamos a mi casa, Joselyn y su familia tenían preparada una comida para ellos. Desde que estamos juntos, Joselyn ha aprendido a cocinar comida española, pero la semana previa a la visita de Luna, se emocionó un poco. Pero lo entiendo, ella quería causar una buena impresión. Luna y Joselyn se llevaron muy bien, cada pocos minutos Luna se acercaba a darme un rápido abrazo y luego volvía con Joselyn. Yo solo sostenía a mi hijo y a mi... nieto.

Mientras Joselyn presentaba a Luna a su familia, llevé a los bebés a dormir y salí al porche a tomar aire fresco. El prometido de Luna estaba parado al final del jardín, mirando a los bisontes que deambulaban por allí. Por un momento, tuve ganas de tener una charla de padre con él, pero sentí que no era mi lugar. En su lugar, le pregunté qué le parecía la vista y quedó impresionado. Conozco esa sensación, haber vivido en la ciudad la mayor parte de tu vida y de repente estar rodeado de espacios abiertos es algo maravilloso. Después de uno o dos minutos, me miró y me dijo lo arrepentida que estaba Luna. "He estado con tu hija durante tres años y no pasa un día en el que no mencione cuánto te extraña y se arrepiente de lo que hizo". De todo lo que me dijo, esa única frase se reproduce constantemente en mi mente. El prometido de Luna se llama Roberto, y a pesar de tener solo diecinueve años, actúa y habla como alguien de treinta. Eso me indica que ha tenido una vida difícil y ha madurado rápidamente. Conozco esa sensación.

Al día siguiente, tuve que ir a la tienda y Luna prácticamente se lanzó al coche con el bebé. Incluso Roberto le dijo que estaba bien y que disfrutara. Luna parecía que iba a hiperventilar y le dije que trabajaríamos medio día y pasaría el resto del día con ella. Eso pareció calmarla y poco a poco comencé a darme cuenta de lo traumatizada que estaba Luna. Durante el trayecto, le pregunté a Roberto qué tan mal estaba ella. Tiene graves problemas de abandono, constantemente tiene miedo de que él la deje, a pesar de que él le dice que nunca lo hará. Ella lo llama mucho, a veces es un poco pegajosa y al principio tenía miedo de mostrarse tal como es por temor a que terminen su relación. Esto es culpa mía. Lo sé, pero él no me culpa. Me dijo que entendía completamente por qué hice lo que hice.

Durante los próximos días, pasé todo mi tiempo con Luna. Nos volvimos a conocer. La llevé a la granja de mis suegros y le mostré los bisontes, los alces, y salimos a hacer una caminata. Dos días antes de la boda, le pedí disculpas por haberme ido. Me disculpé por la forma en que actué, por las acciones que tomé. Ella no quería escuchar ninguna disculpa. Me dijo que no tenía nada por lo que disculparme, que sabía que ella fue la razón por la que todo se desmoronó, que sabía que era culpa suya, y tuve que detenerla. Empecé a llorar, le dije que no era su culpa. Yo estaba enojado, estaba sufriendo y, a pesar de lo sucedido, debería ser yo quien se disculpe. Ambos lloramos y nos abrazamos.

Luna parecía estar un poco mejor, el día de mi boda estaba feliz. En el último minuto, Joselyn la incluyó como dama de honor y a Roberto como padrino. La boda fue hermosa, durante la recepción, le pedí al DJ que pusiera la canción de los quince años de Luna y le pedí que bailara conmigo. Ella lloró durante todo el tiempo que bailamos, aferrándose a mí como si fuera lo más importante. No me había sentido tan feliz en mucho tiempo.

FIN.
 
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