- Capitulo 1.
Cuando llega la primavera y el calor los cuerpos se desperezan, reviven y salen ansiosos de volver a sentirse vivos, especialmente en aquellos que han pasado un invierno oscuro y en la soledad de la soltería, sin tener una opción de poder haber disfrutado del sexo todo lo que a uno le hubiera gustado.
A finales de mayo, después de una primavera lluviosa y sobrecargada de trabajo, Mateo llevaba unos días con el corazón agitado. Había vuelto a las aplicaciones de citas, aunque casi siempre acababa decepcionado de ellas a las pocas semanas. “Mucha leyenda urbana y poco lerele” murmuraba cuando volvía a eliminarla, la mayoría de las veces sin haber tenido una cita que derivara en folleteo.
Sin embargo, esta vez Mateo estaba hablando con una mujer deslumbrante, una de las que habitualmente no hablan con él en este tipo de aplicaciones. Ella era rubia, de poco más de 40 años como él, que estaba a unos meses de cumplirlos, femenina y deslumbrante, con dos ojos azules que ya en la foto hipnotizaban. Físicamente era un cañón con dos grandes pechos naturales que le gustaba sugerir en las fotos con vestidos y camisetas escotadas que dejaban entrever dos senos enormes ya en edad, con esa piel cuarentona que tanto le volvía loco. Ella era algo más alta que Mateo, que ya de por sí tiene una envergadura prominente por encima del 1,80, y aunque él las prefiere más bajas, la belleza de esta chica y su simpatía obligaba a darle una oportunidad. Ella se llama Eva.
Durante un par de semanas Mateo y Eva intercambiaron mensajes en la aplicación. Mensajes que probaban que había cierta conexión pero nada calientes, morbosos o cachondos, como en otras ocasiones sí había tenido con otros match que nunca llegaron a nada. En este tiempo también intercambiaron algunos audios inocentes y una breve videollamada para ponerse cara ambos. Ella salía más guapa y atractiva en la videollamada que en las fotos, un breve contacto visual que calentó a Mateo tanto que tras colgar dio rienda suelta a su deseo masturbandose solo en su cama rememorando el escote que su camisa blanca con dos botones desabrochados dejaba mirar en los 5 minutos en los que hablaron de cosas banales. Lo hubiera empapado de leche si ella hubiera visto la cantidad desbordante que salió de aquella paja post llamada.
Al acabar una semana dura y estresante de trabajo, Mateo escribió a Eva el viernes por la noche. “Pfff pensé que no llegaría vivo al viernes”, le dijo en un mensaje que a los pocos minutos Eva, que también tenía un trabajo estresante, contestó. “Yo también he tenido una paliza esta semana. Estoy derrotada en el sofá. Me acabo de pedir la cena por Uber Eats y estoy esperando que llegue porque no puedo con mi vida”. Mateo inmediatamente se sintió identificado con la situación porque era justo como se sentía él y se le escapó por primera vez un mensaje sugerente casi sin darse cuenta.
“Estás justo en el momento en el que te mereces un buen masaje relajante para desestresar ese cuerpo tan bonito que tienes”, le sugirió. A lo que Eva , entre risas, recogió el guante. “Ojala y alguien me pudiera acariciar la espalda ahora desde el cuello para abajo después de la ducha que me acabo de dar porque caería rendida en sus encantos, derretida”, respondió.
Mateo, en cierto modo sorprendido pues ella nunca se había sugerido en las dos semanas que llevaban hablando casi diariamente, captó bien la indirecta y se ofreció para poner esas manos que la pudieran ayudar a derretirse. “Tengo buenas manos para poder hacer que te derritas y no sólo rozando la piel de tu espalda precisamente, en muchos más lugares también …es lo que te mereces tras una dura semana laboral
”, le indico intentando elevar el tono de la conversación.
Y Eva riéndose le contestó. “Madre mía, chico tímido! ya era hora! Ya me estaba pareciendo que fueras un aburrido de piedra….pero ya veo que algo de sangre llevas en tus venas….jijii…Haces algo mañana por la tarde? Nos tomamos una cerve?”.
(Continuará)
Cuando llega la primavera y el calor los cuerpos se desperezan, reviven y salen ansiosos de volver a sentirse vivos, especialmente en aquellos que han pasado un invierno oscuro y en la soledad de la soltería, sin tener una opción de poder haber disfrutado del sexo todo lo que a uno le hubiera gustado.
A finales de mayo, después de una primavera lluviosa y sobrecargada de trabajo, Mateo llevaba unos días con el corazón agitado. Había vuelto a las aplicaciones de citas, aunque casi siempre acababa decepcionado de ellas a las pocas semanas. “Mucha leyenda urbana y poco lerele” murmuraba cuando volvía a eliminarla, la mayoría de las veces sin haber tenido una cita que derivara en folleteo.
Sin embargo, esta vez Mateo estaba hablando con una mujer deslumbrante, una de las que habitualmente no hablan con él en este tipo de aplicaciones. Ella era rubia, de poco más de 40 años como él, que estaba a unos meses de cumplirlos, femenina y deslumbrante, con dos ojos azules que ya en la foto hipnotizaban. Físicamente era un cañón con dos grandes pechos naturales que le gustaba sugerir en las fotos con vestidos y camisetas escotadas que dejaban entrever dos senos enormes ya en edad, con esa piel cuarentona que tanto le volvía loco. Ella era algo más alta que Mateo, que ya de por sí tiene una envergadura prominente por encima del 1,80, y aunque él las prefiere más bajas, la belleza de esta chica y su simpatía obligaba a darle una oportunidad. Ella se llama Eva.
Durante un par de semanas Mateo y Eva intercambiaron mensajes en la aplicación. Mensajes que probaban que había cierta conexión pero nada calientes, morbosos o cachondos, como en otras ocasiones sí había tenido con otros match que nunca llegaron a nada. En este tiempo también intercambiaron algunos audios inocentes y una breve videollamada para ponerse cara ambos. Ella salía más guapa y atractiva en la videollamada que en las fotos, un breve contacto visual que calentó a Mateo tanto que tras colgar dio rienda suelta a su deseo masturbandose solo en su cama rememorando el escote que su camisa blanca con dos botones desabrochados dejaba mirar en los 5 minutos en los que hablaron de cosas banales. Lo hubiera empapado de leche si ella hubiera visto la cantidad desbordante que salió de aquella paja post llamada.
Al acabar una semana dura y estresante de trabajo, Mateo escribió a Eva el viernes por la noche. “Pfff pensé que no llegaría vivo al viernes”, le dijo en un mensaje que a los pocos minutos Eva, que también tenía un trabajo estresante, contestó. “Yo también he tenido una paliza esta semana. Estoy derrotada en el sofá. Me acabo de pedir la cena por Uber Eats y estoy esperando que llegue porque no puedo con mi vida”. Mateo inmediatamente se sintió identificado con la situación porque era justo como se sentía él y se le escapó por primera vez un mensaje sugerente casi sin darse cuenta.
“Estás justo en el momento en el que te mereces un buen masaje relajante para desestresar ese cuerpo tan bonito que tienes”, le sugirió. A lo que Eva , entre risas, recogió el guante. “Ojala y alguien me pudiera acariciar la espalda ahora desde el cuello para abajo después de la ducha que me acabo de dar porque caería rendida en sus encantos, derretida”, respondió.
Mateo, en cierto modo sorprendido pues ella nunca se había sugerido en las dos semanas que llevaban hablando casi diariamente, captó bien la indirecta y se ofreció para poner esas manos que la pudieran ayudar a derretirse. “Tengo buenas manos para poder hacer que te derritas y no sólo rozando la piel de tu espalda precisamente, en muchos más lugares también …es lo que te mereces tras una dura semana laboral
Y Eva riéndose le contestó. “Madre mía, chico tímido! ya era hora! Ya me estaba pareciendo que fueras un aburrido de piedra….pero ya veo que algo de sangre llevas en tus venas….jijii…Haces algo mañana por la tarde? Nos tomamos una cerve?”.
(Continuará)