La semana que pasé con mi mujer en la costa, donde está disfrutando de unas muy largas vacaciones, me proporcionó un episodio inesperado de esta categoría de voyeurismo. Por poner un poco de contexto, desde hace semanas está follándose a un “madurito interesante” que sabe que está casada, pero no tiene ni idea de nuestra relación abierta. Evidentemente durante mi estancia no iban a follar en casa de mi mujer, pero dio la casualidad de que tampoco iban a poder en la suya porque tenía visita familiar. Además, él la dijo que prefería dejarlo, al menos mientras yo estuviera por allí.
Sin embargo, aunque no tuvieron contacto directo, él siguió yendo a la misma playa de siempre. Y mi mujer estuvo provocándole desde el primer día. El miércoles estábamos mi mujer y yo en el agua, sin nadie más alrededor porque ese día no estaba haciendo muy buen tiempo. Ella se puso delante de mí, asegurándose de que él nos estaba viendo, se quitó la parte de arriba del bikini, mostrando sus pechos, ya que no nos cubría tanto. Y me dijo que la hiciese un dedo. En realidad sólo la llegué a acariciar delicadamente, había gente fuera del agua y tampoco quería montar un espectáculo de gemidos o incluso gritos

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Pero su plan surtió efecto, él se puso a mil y quedaron esa misma noche para follar. Ella saldría sola con la excusa de hacer running y se encontrarían en un parque muy retirado, lejos de la zona de viviendas, pegado a la carretera. Yo me adelantaría y tomaría posiciones para intentar ser testigo en la distancia. Se puso simplemente un conjunto deportivo de top y mallas cortas, sin ropa interior. Y una riñonera surtida de preservativos y lubricante, y el móvil, con el que haría una llamada al mío, con el fin de que yo estuviera con los auriculares puestos oyéndolo todo

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Mi mujer grita bastante a veces, así que nuestra mayor preocupación era que, pese a lo desierto que estuviese el parque, atrajese a mirones y tuviesen que dejarlo. Afortunadamente, constaté que durante la media hora que estuve esperándoles no pasó ni un alma.
Él llega primero, y mi mujer cinco minutos después, ya con la llamada activa. Afortunadamente no está tan oscuro como pensábamos y parece que voy a tener una buena vista de los acontecimientos. Nada más encontrarse la apoya sobre un árbol, se morrean y empiezan a abrazarse. Por un momento temo que con el rozamiento se desconecte la llamada del móvil, pero ella me lee el pensamiento y se quita la riñonera, dejándola en el suelo. Él lo toma como una invitación, introduce su mano por dentro de sus mallas y empieza a masturbarla. "¿Te ha hecho esto tu marido antes?". Su respuesta es doblemente significativa, por un lado entra en el juego de humillación que tenemos a veces, y por otro no miente, ya que le responde entre gemidos que sí, pero que no he pulsado los botones adecuados. A juzgar por cómo reacciona mi mujer, él sí está acertando, sus gemidos van in crescendo hasta que estalla en el primer orgasmo de la noche un buen rato después.
Él había sido muy previsor y llevaba una toalla de baño, la extiende en el suelo y se tumban. En seguida la quita las mallas y la come el coño. Se lo toma con calma y continua durante el tiempo necesario para que ella vuelva a correrse. Entonces él se pone de rodillas y ella se incorpora para masturbarle, pero no tarda en correrse. Ella no puede reprimir una expresión de sorpresa y una leve risita. Más tarde pude ver las manchas de semen en su top, ya que no llegó a quitárselo

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A continuación nueva comida de coño, más breve, y después la vuelve para ponerla a cuatro patas y meterle dedos de forma enérgica. Mi mujer ya no puede reprimir los gritos, hasta que llega al orgasmo. Él se recuesta y, aunque no puedo ver con claridad, lo que pasó es que ella le enfundó un preservativo y le hizo una breve mamada. Es normal que no quisiera alargarla mucho, porque ya sabía que no aguanta demasiado (eso sí, mucho más que yo). Ella se pone de nuevo a cuatro patas y él por fin empieza a follarla. Tal y como también me había contado ella, además del tema del aguante, tampoco embiste con mucha potencia. Mi mujer gime, pero no grita como cuando la follan con ganas. Enseguida se la oye decir "más fuerte", él pisa un poco el acelerador, pero en seguida se detiene. Cambian de postura, esta vez ella encima, para cabalgar a buen ritmo. “Despacio, despacio”, susurra él. Mi mujer se contiene, pero es demasiado tarde, los bufidos de él le delatan, se ha corrido otra vez. Ha aguantado algo más de cinco minutos, mucho más que yo, pero poco si lo comparamos con la media de sus amantes habituales.
Ella le pregunta si puede continuar y él asiente. Cambio de preservativo y de postura, esta vez piernas al hombro. Pero él no consigue mantener la erección y acaba desistiendo al rato, para empezar a comerla el coño, durante largo rato y con maestría a juzgar por los gemidos de mi mujer, hasta que vuelve a correrse. "Te voy a follar otra vez", se le escucha decir a él, se enfunda un preservativo y nuevamente piernas al hombro, haciéndola gritar desde el principio. No lo hace a gran ritmo, pero es una posición que a mi mujer le resulta muy placentera. Él resiste esta vez algo más que antes, pero de nuevo vuelve a correrse demasiado pronto para mi mujer. Ella exclama "sigue por favor, estaba a punto". Él consigue continuar embistiéndola hasta que ella se corre. Ella le alaba y a la vez me humilla un poco: “Uf, qué bien lo has hecho, ojalá mi marido se esforzase así”

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Se calman, se tienden ambos, y charlan durante largo rato. Todo parece indicar que el sexo ha terminado, pero de repente se la oye exclamar "¿la tienes dura otra vez?”. Enseguida le propone sexo anal: “¿quieres hacérmelo por detrás?" Él la tumba boca abajo, lubricante y juego de dedos, ella gime mientras él la estimula, hasta que ella suplica "métemela ya". Él, tras un inicio pausado, la embiste con toda la dureza que se puede permitir, lo cual parece suficiente para mi mujer, que se tapa la boca con una mano para amortiguar sus gritos. Con la otra se castiga el clítoris. Como ella ha abierto la veda antes, él ya no se corta: “¿Follo mejor que tu marido?”, “Uf, sí, mucho”. Él se está dosificando, y la mayor parte del tiempo cambia su polla por los dedos, para darse un descanso y evitar correrse. Así continúan durante mucho más rato que en los polvos anteriores. Mi esposa, después de tener otros tres orgasmos, le pide que no siga. "Estoy reventada, no puedo más", "¿Te ha gustado?", "Ya lo creo, me has follado mucho mejor que las otras veces". Ella le masturba con ganas hasta que eyacula, nuevamente en su top.
Yo me alejo sigilosamente. Aunque llevaba la jaula de castidad me había corrido dos veces sin tocarme. Más tarde, ya en casa, cuando vi a mi mujer llegar con el top visiblemente manchado de semen, me volví a poner a cien. Ella se arrodilló, me quitó la jaulita y sólo tuvo que tocarme brevemente para hacer que me corriese también en su top

. Yo le digo que no lo eche a lavar, que lo enmarquemos.