El Diario Una historia paralela

El Diario una historia paralela 3

Fantasmas del pasado


Me desperté sobre una cama en una habitación desconocida, al mirar a mi derecha vi a Gianna dormida sobre mi cama agarrándome la mano. Eso me tranquilizo mucho, pero esa tranquilidad me duro hasta que mire al frente y le vi a ella. No había sido un sueño, Alessia estaba frente a mí con los brazos cruzados y una expresión indiferente, me incorporé sobre la cama, eso hizo que Gianna despertara, ella ajena a todo estaba muy feliz de ver que su hermanito había despertado.

- Has despertado hermanito, que bien.

- ¡Quédate detrás de mí! – mientras ponía mi brazo delante del cuerpo de mi hermana.

- ¿Qué ocurre? - pregunto mi hermana confundida.

- ¿Has venido a cumplir tu venganza? - dije mientras miraba fijamente a Alessia.

- Si hubiera querido vengarme de ti, lo hubiera hecho años atrás.

- ¿Entonces?

- En la Interpol nos enteramos de que había un loco que había plantado cara a ese monstruo, al descubrir que eras tú, no pude mantenerme al margen.

La mirada de Alessia se dulcificó, recordándome la Alessia que conocí antes de la tragedia, seguía en guardia, todo mi ser quería creerla, pero sabía que descuidarme sería un error y más estando Gianna.

- ¿Eres de la Interpol?

- Así es.

- Entonces deduzco que has venido a arrestarme.

- No, he venido porque tenemos un enemigo en común.

- Kovac.

- ¿Quién es Kovac? - pregunto Gianna.

Mire a mi hermana, empezando a contarle, Kovac era el monstruo por el que había sacado a Candela y su hija de Sevilla. Nacido en la antigua Yugoslavia su padre fue un general en la guerra de los Balcanes, un militar movido por unos ideales nacionalistas exacerbados que inspiraron a Kovac a unirse al ejército. Ponto se dio cuenta de que el nacionalismo no colmaba sus ambiciones, descubriendo la parte más lucrativa de una guerra.

Mientras luchaba al lado de su padre, empezó a vender armamento a los ejércitos enemigos, haciéndose con el paso de los años con una inmensa fortuna. Para cuando su padre se dio cuenta de que su hijo era un traidor, fue demasiado tarde, pues su hijo había adquirido demasiado poder, siendo sus clientes los países más poderosos del mundo. Como no podían tocar a Kovac decidieron ajusticiar a su padre, este fue fusilado delante de su hijo que miraba la escena con sumo placer.
Desde entonces se ha convertido en el mayor traficante de armas del mundo ganándose el sobrenombre del señor de la guerra, teniendo la capacidad de comenzar una guerra para poder sacar rédito de ella, mi hermana me miraba pensativa.

- ¿Tienes miedo?, tú no temes a nadie – decía Gianna convencida.

- No temo lo que me pueda hacer a mí, sino lo que pueda hacerte a ti para dañarme a mí.

- No entiendo.

- Kovac no le torturaría a él, te torturaría a ti para que él viera como sufres, créeme, eso es mucho peor – dijo Alessia.

- ¿Y bien?, ¿cuál es tu historia? - pregunte.

Alessia se acercó sentándose en la esquina de la cama, empezando a relatar lo ocurrido la noche que murieron sus padres. Podía ver el odio reflejado en sus ojos; sin embargo, al mirarme me di cuenta de que ese odio no iba dirigido a mí. Después de identificar a sus padres, un hombre con traje se le acercó, para acompañarla a comisaria. Después de declarar miro a ese hombre y le dijo que quería ingresar en la Interpol, su única razón para vivir en esos momentos era arrestar a los culpables de la muerte de sus padres, entre ellos yo.

Se trasladó a Landres junto a él para empezar su adiestramiento, desde ese día Alessia estudio criminología, Según nos contaba no fue fácil, tuvo que pasar por duras pruebas, sobre todo con algunos de sus compañeros que no veían con buenos ojos que una chica sacara mejores calificaciones que ellos, eso hizo que le hicieran la vida imposible, pero no consiguieron descentrarla de su verdadera meta, las mejores notas en criminología, las mejores calificaciones en lucha cuerpo a cuerpo y disparo a larga distancia.

El día de la graduación, asistieron Tom y su mujer Lisa, los dos la miraban como unos padres mirarían a su hija, así la hicieron sentir desde que llego a Landres, ellos fueron los pilares en los que ella se apoyó para poder superar la muerte de sus padres, una vez graduada Alessia fue acogida bajo el ala de Tom que le fue enseñando todo lo que sabía, ella tendría que terminar el trabajo que él empezó y no podría acabar, pues se jubilaba en poco tiempo. Tom le entrego una serie de informes, todos sobre Kovac, su ballena blanca como él decía.

Se había pasado los últimos años de su vida intentando atraparlo y siempre se le había escurrido entre los dedos, era tan astuto como cruel. Día tras día fue ojeando esos documentos hasta aprendérselos de memoria, en ellos pudo descubrir que fue él, el que ordeno matar a sus padres. La floristería no pasaba por su mejor momento, su padre intento pedir un crédito, pero todos los bancos se lo denegaron, no quedándole más remedio que pedir dinero prestado a los bajos fondos.

Con tan mala suerte que el hombre que su padre pidió el dinero era un subordinado de Kovac, solo basto que se retrasara en uno de los pagos para que Kovac diera la orden de ejecutarlos.

- Dejándote a ti con vida para que sufrieras, ¡qué cruel! – dijo Gianna.

- No solo eso, dejando que pensara que fue tu hermano para que sufriera más pensando que ya no me quedaba nada.

- ¡Maldito cabrón! - dije mientras apretaba mis puños.

Aquella noche quien había sido hasta ese momento murió, dejando solo las llamas de la culpabilidad que me habían estado consumiendo desde entonces, enterarme de que yo no había tenido ninguna responsabilidad fue en cierta forma un alivio, pero no mitigaba el dolor que llevaba arrastrando desde entonces, aquel monstruo nos había jodido la vida solo por diversión.

- Lo siento Alessia.

- No tienes que pedirme perdón, tú no tuviste responsabilidad alguna.

- No es por eso, aquella noche no pude decirte cuanto sentí que perdieras a tus padres.

Los labios de Alessia empezaron a temblar, sus ojos se comenzaron a llenar de lágrimas que no tardaron en descender por su rostro. Todo el dolor y tensión acumulados durante los últimos años rompieron todos sus diques, la abracé mientras todo su cuerpo temblaba al son de un grito desgarrador. Me abrazaba con tanta fuerza que llegue a pensar que me rompería todas las costillas, la deje hacer, si con eso conseguía mitigar aunque fuera un poco su dolor.

- No me puedo ni imaginar lo que has tenido que sufrir todos estos años – dije mientras besaba la frente de Alessia.

- No he sido la única – dijo mirándome con esos ojos azules repletos de lágrimas.

Mire a Gianna que estaba llorando, me levante con cuidado para no sacarme la vía y abrace a mi hermanita. Cuando se calmó nos dijo que iba a tomar un café y llamar a Irina, Para Gianna Irina era su sorella, cada vez que estaban tristes por algo se llamaban, tirándose horas hablando, lo mejor era que por muy mal que estuvieran eran capaces de sacarse una sonrisa la una a la otra.

- Ahora tengo que irme, solo quería comprobar que estabas bien, te dejo mi número por si necesitas algo, no dudes en llamar.

Al coger la tarjeta recuerdos del pasado invadieron mi mente, haciendo que una sonrisa empezara a aparecer en mi rostro, Alessia llego a la puerta, pero antes de salir se paró, después de darse la vuelta me dijo.

- Yo también quería disculparme contigo por como me comporte aquella noche.

- No tienes que disculparte.

Antes de irse Alessia me obsequio aquella sonrisa de la que me enamore años atrás, la puerta se abrió, entrando mi hermanita como elefante en una cacharrería, rompiendo totalmente la magia de aquel momento.

- ¿Ya te vas? - pregunto mi hermana.

- Si tengo asuntos que atender, pero volveré en cuanto me sea posible.

- No te he agradecido todo lo que has hecho por Dino – dijo Gianna mientras la abrazaba.

- No es necesario, solo he compensado un error.

- Te encargaste de trasladar a mi hermano de Sevilla a Madrid y me trajiste desde Italia para que pudiera estar con él, así que si tengo mucho que agradecer
- No es necesario, de verdad.

Una vez que Alessia salió de la habitación, Gianna se me quedo mirando.

- Se te ha quedado cara de bobo – decía mientras se reía.

- Calla anda – le dije refunfuñando.

- ¿Sabes?, nunca me has contado lo ocurrido con Alessia.

- Es verdad, entonces no era capaz, pero puedo hacerlo ahora, si quieres.

- Claro que quiero.

Gianna se sentó a mi lado mirándome con toda la atención del mundo, lo recuerdo como si fuera ayer, siempre pasaba por delante de la floristería, con un gran escaparate lleno de distintas flores que yo utilizaba para ocultarme y poder admirar a Alessia, podía parecer un acosador, pero nada más lejos de la realidad, lo que me ocurría era que me daba mucho miedo acercarme a ella y me rechazara, no dejaba de ser un delincuente que a la larga le haría sufrir, pero eso no me impedía soñar con una vida junto a ella.

Eran sueños infantiles, pero en aquella época esos pensamientos era de lo poco que tenía en mi vida que me hacía feliz. Una noche mataron a un compañero, mis jefes me ordenaron ir a una floristería para comprar el ramo más grande, pensé que esa era mi oportunidad de conocer a aquella preciosa chica. Cuando me arme de valor y abrí la puerta de la floristería, allí se encontraba ella, apoyada en el monteador leyendo. Mi corazón se detuvo en ese instante, entonces levanto la cabeza mirándome directamente, tenía los ojos más bonitos que hubiera visto en toda mi vida.

Me quede petrificado, incapaz de articular palabra, ella sonrió, después se acercó diciéndome si quería alguna flor en particular mientras mantenía esa preciosa sonrisa. Un ramo le dije atropelladamente, mientras sudaba copiosamente, viendo que yo no reaccionaba, aquella chica empezó a coger distintas flores que termino en un ramo de flores majestuoso.

Solo pude mover mis brazos para recoger el ramo.

- No me has dicho como te llamas.

- Dino – conteste casi tartamudeando.

- Alessia.

Su nombre era tan bonito como lo era ella, pero lo que más llamaba la atención fue su sonrisa, desde ese día empecé a ir todos los días comprándole una flor cada día. Poco a poco fui cogiendo confianza y hablando más con ella, hasta que me enamore perdidamente. El día que fui a pedirle que saliera conmigo iba hecho un manojo de nervios. No me salían las palabras, lo intentaba, pero mi garganta estaba cerrada, Alessia comprendió lo que pretendía y fue ella la que me dijo que sí.

A día de hoy sigo sintiendo esa alegría que invadió todo mi cuerpo, desde ese mismo momento empezamos a salir. Mi adiestrador me advirtió que estaba cometiendo un error que pagaría muy caro, pero era joven, estaba enamorado y me creía el más listo. El golpe contra la realidad me lo llevé la noche que la invite a cenar, fuimos a un restaurante que quedaba cerca de la floristería. Alessia me comento que ella solía ir con sus padres, se comía muy bien con un precio asequible, tenía toda la razón.

Nos habían servido el primer plato y la noche no podía ir mejor, pero como todo en nuestra vida no tardo en torcerse, vimos una columna de humo desde la cristalera del restaurante, por la localización parecía cerca de la floristería, pero resulto ser la propia floristería la que estaba ardiendo. Eso no fue lo peor, Alessia se saltó el cordón policial y uno de los policías se acercó a decirnos que no podíamos estar ahí, entonces fue Alessia la que le dijo que sus padres regentaban esa floristería, la expresión de aquel policía cambio de una muy seria a una llena de tristeza, le pidió a Alessia que lo acompañara. No tarde en escuchar un grito desgarrador que salió de lo más profundo de Alessia seguida de una mirada que hizo que mi sangre se helara, esa fue la última noche que vi a Alessia hasta el día de hoy.

- ¿Por qué nunca me contaste esta historia?

- No podía Gianna, a día de hoy me sigue doliendo recordarla, aquella noche nos arrebataron demasiadas cosas.

- Tal vez, pero lo que no os arrebataron fue el amor.

- No hermanita, si hubieras visto como me miro aquella noche, no pensarías así.

- No sé cómo te miro aquella noche, pero sé cómo te ha mirado esta noche.

- ¿Qué quieres decir?

- Que a ella también se lo ponía cara de boba al mirarte.

- No sé, no sé.

- ¿El que no sabes?, mira hermano con lo jóvenes que somos ya hemos sufrido más que muchos en toda su vida.

Gianna siempre conseguía animarme, me dijo que esa noche la pasaría conmigo en el hospital, Irina tenía un examen importante y quería dejarla sola para que pudiera estudiar sin que nada pudiera distraerla. Todavía pasaría una semana más en el hospital, Alessia subió en tres ocasiones a visitarme y pudimos ponernos al día. Si algo tenía claro era que mis sentimientos hacia Alessia no había cambiado ni un ápice, estaba convencido de que los había superado, pero cada día que venía esos sentimientos cogían más fuerza, hasta que resurgieron con toda su intensidad.

No dije nada, no llevaba ningún anillo de casada, tampoco me había dicho que tuviera novio, pero la mirada de aquella noche pesaba mucho, lo normal sería que sus sentimientos hacia mí hubieran quedado destruidos, sus ojos destilaban un odio capaz de consumirlo todo. Me conformé con volver a ver esa sonrisa otra vez, Gregor nos había dejado uno de sus pisos a Gianna y a mí hasta que estuviera lo suficiente recuperado para volver a Italia.

El balazo me hizo mucho daño, pero lo que de verdad hizo estragos fue el veneno, todavía tenía el brazo entumecido, según los doctores de no haber consumido aquellas hiervas acto seguido de recibir el balazo, tal vez hubiera perdido la movilidad de este. Les entregué el saco con las hierbas, resulto ser un antídoto más eficaz que el que ellos tenían, Gianna y Alessia me ayudaron a vestirme y los tres conversamos hasta que la enfermera me trajo los papeles del alta.

Alessia se prestó a llevarnos al piso, Gianna contesto por mí, pues yo me había vuelto a quedar petrificado. Mi hermanita no pudo contener su risa, arrastrando con ello a Alessia que estallaron en una carcajada mientras yo las maldecía por lo bajo. Una vez en el piso hicimos algo de comida, no es que tuviera mucha hambre, pero tenía que tomar medicación y mejor hacerlo con el estómago lleno. Después de ayudar a mi hermana a recoger la mesa y fregar los platos decidí meterme en la cama para descansar un rato.

Alguien empezó a zarandearme hasta que consiguió despertarme, era Gianna, se le veía muy preocupada.

- ¿Qué ocurre? - pregunte empezando a preocuparme yo.

- Es Irina, no contesta al móvil.

- ¿Qué hora es?

- La nueve de la noche.

- Siempre habláis a la misma hora, no lo habéis dejado de hacer aunque estuvierais enfermas, sigue intentándolo mientras me visto.

- Dino, puedo ir yo a buscarla.

- De eso nada, iremos los dos, prometí a Gregor que cuidaríamos de ella.

Gregor había salido de viaje de negocios, Irina se mudaría a nuestro piso mientras su padre estuviera fuera, no era porque no confiara en sus hombres, pero sabía que Irina se sentiría más a gusto viviendo con nosotros.

- ¿Sabes donde iba a estar?

- Como están de exámenes, la universidad deja la biblioteca abierta por si alguien quiere ir a estudiar.

Era una universidad muy buena y sabia que tenía un equipo de seguridad competente, pero no serían rivales para los hombres de Kovac, cogí un maletín y después de meter un código saque un arma de ella.

- Pensé que no te gustaban las armas.

- Así es, pero con el brazo así, prefiero no correr riesgos.

Mientras bajábamos al garaje decidí llamar a Alessia, como le dije a mi hermanita con el brazo así no estaba ni al cincuenta por ciento de mis capacidades, si las cosas se complicaban, necesitaría su ayuda para proteger a Irina y Gianna. Alessia me comento que estaba en el coche, le pase la dirección de la universidad, nos reuniríamos allí. Al llegar Alessia ya nos estaba esperando, se notaba mucha calma, demasiada para ser nada bueno.

Continuará.
 
Bueno, pues me equivoque. alessia es buena y está la interpol.
Ahora sí que me quedo descolocado, se supone que se ha enamorado de Candela y ahora aparece Alessia. Vaya lío.
 
El Diario una historia paralela 4

Resurgiendo de las cenizas


Entramos a la biblioteca de la universidad con mucho sigilo, en fila india, Alessia iba en primer lugar, en el centro Gianna y cerrando la fila iba yo. No vimos a ninguno de seguridad, eso me tenía muy preocupado, podía notar lo preocupada que estaba mi hermanita, intentaba disimularlo, pero era imposible. Los pasillos eran largos y anchos con muchas aulas, eso era perfecto para poner una emboscada.

Con cautela, pero con paso firme nos fuimos acercando a la biblioteca, dentro de esta se veía luz, eso era una buena señal. No tardamos en encontrar a Irina sentada en una de las sillas con la cabeza apoyada en el teclado del portátil. Pensé en lo peor hasta que me fije en mi hermanita, tenía los brazos en jarra y le empezaba a crecer una gran vena en la sien. Eso solo pasaba cuando se enfadaba de verdad, empezó a caminar con paso firme hasta donde se encontraba Irina, quitándole uno de los cascos de la oreja, para después coger aire y gritarle a pleno pulmón.

- ¡¡Despierta!!

La pobre Irina se cayó para atrás con silla y todo del susto que se había llevado.

- Joder Gianna, menudo susto.

- Susto el que me he llevado yo cuando no contestabas al teléfono, mastuerza.

- Lo siento me he quedado dormida mientras escuchaba los apuntes.

Irina solía leer los apuntes, los grababa para poder escucharlos mientras estaba haciendo los deberes. Era algo que solo padre e hija podían hacer, yo lo intente una vez y fui incapaz. Gianna seguía echándole la bronca a su amiga mientras Alessia estaba totalmente asombrada de lo que estaba viendo.

- Gianna e Irina siempre se llaman a la misma hora, fue una costumbre que adquirieron durante la pandemia.

- Entiendo, al llamar tu hermana y no coger el teléfono os habéis preocupado.

-Irina es una persona sumamente importante en la vida de mi hermana, es su mejor amiga, su confidente y la única persona que jamás le ha fallado, Irina fue una pieza clave en la recuperación de Gianna, le debo mucho.

Irina y Gianna pasaban del enfado a la risa en un instante, eran incapaces de mantener un enfado la una con la otra por mucho tiempo. De todas formas había algo que me estaba preocupando y se lo comente a Alessia.

- Algo me tiene mosca, es rarísimo que con el escándalo que estamos montando no haya aparecido nadie.

Irina al escuchar lo que dije se acercó y me dijo.

- Hoy ahí partido, estarán todos en la garita.

- ¿Esto pasa a menudo? - pregunto Alessia.

- Cada vez que hay partido – contesto Irina.

- Esto es inadmisible, ¿Irina podrías indicarme por donde queda esa garita? - dijo Alessia.

- Claro.

Los ojos de Alessia echaban fuego, se había enfadado de verdad, razón no le faltaba, se supone que los de seguridad estaban allí para salvaguardar la seguridad de los estudiantes, nosotros pudimos entrar sin ningún impedimento y Gianna grito como para que la escucharan en el otro lado del planeta. Si en vez de ser nosotros hubiéramos sido los hombres de Kovac, no quería ni pensarlo

Alessia abrió la puerta de aquella garita identificándose como agente de la Interpol, la placa no dejaba duda de ello, los de seguridad que dejaron de ver el partido para mirarla empezaron a perder el color de sus rostros. Uno de ellos pareció recuperarse cuando nos dijo que nosotros no podíamos estar ahí, ese mismo me miro a mí exigiéndome que me identificara, fue Irina quien dio un paso y puso los puntos sobre las íes.

- Él es el tío Dino, es mi tutor legal mientras mi padre se encuentre fuera, para vosotros tiene la misma autoridad que él.

- Nosotros… - dijeron los de seguridad.

- Gregor me dijo que esta era una de las universidades más seguras, pero no es esa la impresión que me ha dado, yo no estoy contento y os aseguro que él tampoco lo estará.

Estaban asustados, cuando tenía que ver con Irina, Gregor no era ni paciente, ni empático, todos los que estaban en esa garita perderían su empleo, aun así habían tenido suerte, de ser Nikolay hubieran pedido la vida. Acompañe a Gianna e Irina para que esta última recogiera su portátil y los apuntes, mientras tanto Alessia salió del recinto para hacer unas llamadas.

- He llamado a mi superior, en esta universidad estudian cientos de alumnos, con esta seguridad están en peligro si a Kovac le da por atacar.

- Eso déjaselo a Gregor, tiene los hombres más capacitados para proteger a todos los alumnos.

- ¿Eso como lo sabes?

- Porque ya me he enfrentado a ellos y sé lo buenos que son.

Gianna e Irina venían riéndose, por lo menos todo se había quedado en un susto cosa de la que me alegraba, porque me había dado cuenta de que mi brazo estaba peor de lo que me imaginaba, me costaba sostener el arma, menos mal que estaba Alessia, de estar yo solo la cosa no hubiera salido nada bien.

Alessia vio mi preocupación.

- Tu brazo no está bien, ¿verdad?

-Si hubiera tenido que disparar, prefiero no pensar en ello.

Alessia puso su mano sobre mi rostro mientras me mostraba su preciosa sonrisa, eso aderezado con el hilo musical que eran Gianna e Irina cuchicheando por lo bajo. Solo me basto una mirada para que las dos se pusieran firmes, Alessia no pudo contener la risa al ver a las dos sin pestañear. Ya en el aparcamiento agradecí a Alessia que hubiera venido a ayudarnos, ella quitándole hierro al asunto comento que cuando necesitara ayuda otra vez no dudara en llamarla.

Llegamos a casa, lo primero que hice fue darme una ducha y después hacerme las curas, cambiarme el vendaje, una vez cicatrizara la herida empezaría la rehabilitación, necesitaba tener mi brazo a pleno rendimiento lo antes posible. Así fueron pasando las semanas, Gregor volvió, pero decidió que Irina se quedara con nosotros, eso me mosqueo. Estaba tramando algo que no me quería contar, como siempre se reía y me decía que se lo dejara a él.

Por fin la herida se curó, así que empecé la rehabilitación, cuando tuve el brazo listo para poder disparar, empecé a ir a un campo de tiro con Alessia. Nuestra relación cada vez era más estrecha y poco a poco se estaba acercando a lo que llegamos a tener. Después de unos cuantos días de ir, prepare mi diana y dispare. Los disparos estaban desperdigados, pero por lo menos habían entrado en la diana, mucho mejor que los días anteriores.

Lo que si note era que cuando disparaba unas cuantas veces seguidas el brazo me empezaba a doler, pero por lo menos ya no sentía ese molesto hormigueo. Alessia preparó su diana, metió el cargador en la pistola, se puso las gafas, los cascos y disparo hasta que el cargador se vació. Todos los disparos fueron al centro, no fallo ni uno. Me acerque a ella y me quede mirándola.

- ¿Se puede saber qué miras?

- Estaba cercionándome que no eres un endoesqueleto de metal recubierto de tejido vivo como en la película.

- Anda que ya te vale – no pudiendo parar de reír.

Sin darnos cuenta nuestro rostro quedaron tan cerca el uno del otro que nuestros labios casi se rozaban. Estuvimos así un rato, sin que ninguno diera el paso, al final la magia del momento se rompió y los dos nos separamos rojos como un tomate. Alessia empezó a venir a comer o a cenar a casa, hizo muy buenas migas con las chicas, pero lo más importante es que empecé a percibir que sus sentimientos por mí eran tan fuertes como los míos por ella.

Una de las noches que estábamos cenando dijo que tendríamos que apuntarnos a un gimnasio, puesto que tanto Gianna como yo cocinábamos tan bien que terminaríamos todos como toneles, todos estallamos en una gran carcajada, la verdad es que tenía razón, a mí me vendría bien para volver a recuperar la musculatura del brazo, ya no me dolía al disparar y ahora lo hacía mejor aunque no le llegaba a Alessia a la suela del zapato.

El primer día que entramos en el gimnasio, Alessia fue la que se llevó todas las miradas y comentarios, ella los ignoró empezando a entrenar a mi lado, no soy celoso, creo sinceramente que los celos envenenan el alma. Además de que no tenía motivos para sentir celos, no teníamos ninguna relación amorosa, ahora mismo éramos dos personas que nos habíamos reencontrado y volvíamos a conectar.

Los días fueron pasando, nuestra relación cada vez era más estrecha y decidí armarme de valor.

- Alessia me gustaría pedirte algo.

- ¿El qué?

- Que cenaras conmigo.

- ¿En plan cita?

- Si- lo dije casi en un susurro.

Alessia se me quedo mirando sin decir nada, no podía descifrar lo que se le estaba pasando por la cabeza. Me estaba poniendo nervioso, empezaba a invadirme el miedo a que me dijera que no, pero no fue así, de repente una preciosa sonrisa empezó a crecer en su rostro, después de eso un rotundo si salió de su boca. Mire al techo y respire aliviado, quedamos para la semana siguiente, estaba inmersa en un caso que estaban a punto de cerrar y quería terminarlo antes de que quedáramos para cenar.

Después de esa conversación decidimos que ya habíamos entrenado suficiente, fuimos directos a los vestuarios para ducharnos, me duche con agua fría, el contraste del frío del agua en contrato con la piel caliente me gustaba y relajaba mis músculos. Una vez vestido miré mi móvil. Tenía un WhatsApp del cabrón al que mi padre le debía dinero, en él me decía que ya estábamos en paz. Sabía quién había pagado nuestra deuda, no tenía ninguna duda de que había sido Gregor.

Gregor podría haber saldado la deuda hace mucho, pero entendido que era un problema de nuestra familia que teníamos que resolver nosotros, lo entendió y lo respeto, por eso me mosqueaba que ahora lo hubiera hecho, algo estaba pasando que no me había querido contar, lo llame unas cuantas veces, pero en todas y cada una de las llamadas salto el buzón de voz.

Lo primero que hice fue llamar a ese cabrón.

- Hola Dino, como te he dicho ya estamos en paz.

- ¡De eso nada!

- ¿Cómo dices?

- ¡Todavía tienes que pagar por lo que le hicisteis a Gianna, ahora nada me impide ir a por ti! – mis palabras destilaban odio.

Podía notar la ansiedad en su voz, él sabía perfectamente que ya no me podía amenazar con hacer daño a Gianna, ni se le ocurriría entrar en el territorio de Gregor, mi cuerpo me pedía presentarme ante él y hacerle pagar multiplicado por mil el daño que habían hecho a mi hermanita, alguien me toco el hombro desde atrás, era Alessia, no sé cómo lo hacía, pero su presencia era capaz de calmarme.

- Dino tengo algo que enseñarte, no debería, pero creo que tienes que saberlo.

Acompañe a Alessia a su habitación de hotel, una vez allí, saco unas carpetas de una cartera de cuero, en ella aparecía una extensa investigación sobre el hombre al que mi padre había pedido dieron prestado y casi había jodido la vida de mi hermana. Las pruebas eran apabullantes, tenían sus cuentas en el extranjero, pruebas contundentes de su implicación en negocios de trata de blancas y blanqueo de capitales, con esto se pasaría el resto de su vida en la cárcel.

- No hay mejor castigo para un ser despreciable como este que privarle de su libertad para el resto de su vida, Gianna y tú ya habéis sufrido suficiente, es hora de que empiece a sufrir él.

- Dino de esto nada a nadie, ni siquiera a tu hermana, de saberse podría meterme en problemas muy serios.

- ¿No confías en mí?

- Claro que lo hago, si no no te hubiera enseñado nada.

De repente note como toda la tensión acumulada durante años pugnaba por salir, apoye mis manos sobre el cristal y deje que las lágrimas empezaran a brotar por mis ojos, el llanto era incontrolable, Alessia me abrazo con toda la delicadeza del mundo dejando que toda esa tensión acumulada fuera saliendo poco a poco. Al mirarla también vi lágrimas en sus ojos, no sé cómo paso, para cuando nos dimos cuenta ya nos estábamos besando.

Ese beso desató todos los sentimientos que habían ido tomando fuerza desde que nos volvimos a encontrar, Cogí a Alessia de la cintura y la coloque sobre la cama con todo el cariño del mundo, baje su pantalón de chándal y sus braguitas de un tirón, Tenía el coñito totalmente encharcado y brillante, su olor inundo mis fosas nasales. No tarde en empezar a degustar ese néctar, Su clítoris era grande y mi lengua no se cansaba de jugar con él proporcionándole a Alessia unas oleadas de placer que no tardaron en explotar en un intensísimo orgasmo.

Tenía la respiración agitada y una mirada satisfecha, una sonrisa lujuriosa empezó a crecer en su rostro, se levantó de la cama de un salto agachándose delante de mí, sacando de su prisión a mi polla que me dolía de lo dura que la tenía, note una descarga de placer cuando Alessia deslizo su lengua desde el tronco de mi polla hasta el glande. Mis piernas fallaron y tuve que agarrarme a una cortina que a duras penas aguanto mi peso.

Alessia empezó a succionar mi herramienta con maestría, todos los receptores de mi cuerpo se activaron dando señales de placer que recorrieron todo mi cuerpo. Tuve que pararme para no correrme en ese instante, Ayude a Alessia a ponerse de pie justo a centímetros de mí, nuestros labios volvieron a juntarse, mientras nos besábamos con una pasión desmedida nos deshicimos de nuestra ropa pudiendo admirar por primera vez en mi vida el precioso cuerpo de Alessia.

Ella se separó de mí con una sonrisa, después se tumbó en la cama con las piernas abiertas dándome una invitación para que pudiera introducirme en ella, me coloque sobre su cuerpo y empecé a introducir mi polla en su coñito poco a poco, disfrutando del placer que me proporcionaba su estrecha cavidad. Una vez que la tuve toda dentro, nos quedamos mirándonos fijamente mientras nuestra respiración se iba desbocado.

De un movimiento Alessia consiguió ponerse sobre mí, empezando a cabalgarme mientras trazaba círculos con sus caderas que me estaban llevando al mismísimo cielo. Tenía mis manos sobre sus pechos, no muy grandes, pero con unos pezones rosados y duros como el acero. Quería sentir el cuerpo de Alessia pegado al mío y así se lo hice saber cuando me incorpore para poder meterme uno de esos pezones en la boca, Alessia me abrazo apoyando su frente sobre mi hombro, entonces entre jadeos dijo algo que me hizo estremecer, «te he querido, te quiero y te querré siempre, jamas he podido olvidarte y ahora mismo soy la mujer más feliz del planeta» note como sus lágrimas empezaban a descender por mi espalda.

Ese mágico momento nos llevó a un orgasmo atronador corriéndonos al unísono, nos separamos un poco, lo suficiente para poder mirarnos en los ojos y en los míos vio que pensaba exactamente lo mismo que ella, jamas había podido olvidarla. Nos tumbamos abrazados dejando que nuestras respiraciones se acompasaran hasta que entramos en un reparador sueño con una sonrisa de felicidad en el rostro.

No sé qué hora seria, pero mi móvil empezó a vibrar, me levante con cuidado para no despertar a Alessia, pero preocupado, a esas horas las llamadas siempre traen malas noticias, mire la pantalla y era Gregor, me puse los pantalones y una camiseta y salí de la habitación.

- ¿Mira que eres pesado, no puedes aceptar un regalo?

- ¿Qué está ocurriendo Gregor?

- ¿Por qué tendría que ocurrir algo?

- Venga Gregor, no me jodas, ¿en qué lío estás metido?

- No es nada, tú déjamelo a mí.

Después de decir eso colgó, conocía perfectamente a Gregor y sabía que estaba metido en un lío o estaba a punto de meterse en uno, si pensaba que me quedaría de brazos cruzados es que no me conocía en absoluto.

Continuará.
 
Última edición:
Este capítulo ha sido tranquilo y a la vez muy bonito porque Dino y Alessia vuelven a estar juntos y felices, pero dadas sus profesiones peligrosas y que tienen muchos enemigos, mucho me temo que la cosa se va a complicar. Mientras acaben juntos, doy por bueno que pueda haber sufrimiento.
 
Este capítulo ha sido tranquilo y a la vez muy bonito porque Dino y Alessia vuelven a estar juntos y felices, pero dadas sus profesiones peligrosas y que tienen muchos enemigos, mucho me temo que la cosa se va a complicar. Mientras acaben juntos, doy por bueno que pueda haber sufrimiento.

Veremos hasta ahí puedo contar.
 
El Diario una historia paralela 5

La confrontación final


Hacía frío en la terraza de la habitación del hotel, entre adentro, dejando el móvil sobre la mesa mientras lo miraba pensativo. Note como Alessia se acercaba a mí abrazándome desde atrás, pude notar el calor que irradiaba su cuerpo y sus pechos aplastándose contra mi espalda.

- ¿Estás bien?

- No lo estoy Alessia, Gregor está en un lío y no me ha querido decir nada.

- ¿Cómo sabes que está en un lío?

- Hace más de una semana que volvió de su viaje y me pidió que Irina se quedara conmigo.

- Tampoco es tan raro, ¿no?

- Cuando secuestraron a Irina y conseguimos rescatarla, Gregor y yo creamos un plan de contingencia.

- ¿Qué plan?

- Yo soy el plan de contingencia.

Me di la vuelta, cogiendo la mano de Alessia y nos dirigimos hacia el sofá, nos sentemos y le empecé a explicar, la diferencia entre Kovac y Gregor era que los hombres de Kovac le eran leales hasta el fanatismo. Sin embargo, los hombres de Gregor eran unos mercenarios que trabajan para el que más pagaba, Gregor sabia que Irina no estaría a salvo con esos hombres.

Mientras Nikolay vivía no había este problema, pues todos sus hombres le temían sobre todas las cosas, Gregor no era como su padre, él creía en la negociación, él creía que todo el mundo tenía un precio y solo había que descubrirlo. Con Kovac iba a pinchar en hueso, ese hombre solo creía en la fuerza, no valía con amenazarle si no estabas dispuesto a llevar esas amenazas adelante. Mientras uno tenía menos hombres, pero todos le eran leales, el otro tenía un ejército más grande, pero menos de fiar.

- Entonces, ¿por qué atacar ahora? - pregunto Alessia.

- Porque ha encontrado una grieta por donde colarse dentro de la armadura que protege a Gregor.

- Y si te equivocas y los tiros no van por ahí.

- Ojalá tengas razón.

Hablar con Alessia me vino bien, por lo menos me pude desahogar, volvimos a la cama, Alessia apoyo su cabecita sobre mi pecho, quedándose dormida enseguida, yo tardé un rato más en dormirme. No sabía que hora seria, pero el sonido de mi móvil nos despertó a los dos, no reconocía el número, de todas formas contestes.

- ¿Quién es?

- Somos la policía, a su padre le han dado una paliza y tenía este número como contacto.

- ¿Está bien?

- Tiene algunas costillas rotas, será trasladado al hospital.

- Iré a Italia en cuanto pueda, ¿me puede indicar a qué hospital lo van a llevar?

El policía me indico el nombre del hospital, después de pegarnos una ducha y desayunar algo fuimos directos a casa para recoger a Gianna e Irina.

- ¿Qué ocurre?

- A tu padre le han dado una paliza.

Después de lo que hicieron a Gianna por culpa de nuestro padre no le tenía ningún aprecio.

- ¿Tendría que importarme?

- Gianna, Irina vendréis con nosotros.

- ¡No quiero ir Dino!

- ¡Esto no es negociable!

Gianna se marchó a su habitación seguida de Irina entrando en ella cerrando la puerta de un portazo, entendía perfectamente lo que sentía mi hermana, pero no podía dejarlas solas a las dos. Llame a Gregor para contarle lo sucedido y me dijo que él se ocuparía de hablar con la universidad de Irina para comunicarles que faltaría algunos días.

- No vas a contarme lo que ocurre, ¿verdad? - pregunte.

-Ahora lo que necesito saber es que mi hija está a salvo, ¿está a salvo a tu lado?

- Sabes que sí.

- Eso es lo más importante.

- Vas a enfrentarte a Kovac, ¿verdad?

- Tal vez.

- ¡Te matará!, ¡es un asesino!

- ¿Yo no lo soy?

- Tus hombres son unos asesinos, no tú.

- Tú mantén a salvo a Irina y Gianna, de lo demás ya me encargo yo, además tengo un plan.

Después se empezó a reír colgando la llamada, me sacaba de quicio, no sabía a lo que se estaba enfrentando, si Kovac había decidido subir hasta Madrid para quitarle el territorio a Gregor era porque tenía muchas posibilidades de ganar esta lucha. Gregor siempre había pecado de un exceso de confianza, pensé de verdad que después de lo ocurrido con Irina habría aprendido, pero parecía que no era así, haríamos un viaje relámpago me preocupaba de verdad que Gregor confrontara a Kovac, no quería que Irina perdiera a su padre. Cuando llegamos al aeropuerto Gianna tenía una cara de cabreo que asustaba, lo que ella no entendía era que no íbamos allí por nuestro padre, necesitaba saber lo que esos hombres le habían dicho.

Irina consiguió que el cabreo de mi hermanita disminuyera, contestándome aunque sea con gruñidos, ya era algo. Una vez en Sicilia fuimos directos a nuestra casa, Gianna le dijo a Irina que quería llevarle a un lugar muy especial para ella. Fui a negarme, entonces Alessia puso su mano sobre la mía y me miro.

- Tranquilo, yo iré con ellas, no dejaré que les hagan daño.

- Vale, yo iré a hablar con mi padre – mientras miraba severamente a mi hermana.

Gianna se acercó a mí y me abrazo, como sabía ablandarme, entonces me miro a los ojos y me dijo.

- Dime la verdad, ¿por qué hemos venido?

- Necesito saber que ese cabrón no te ha vuelto a amenazar.

- ¿Y si lo ha hecho?

- Atajaré ese problema de raíz – Alessia me miraba preocupada.

Baje al garaje y cogí mi coche, me dirigí directamente al hospital que me indico aquel policía, preguntando por la habitación en la que se encontraba mi padre, al llegar este se encontraba tumbado en la cama mirando por la ventana, al escuchar como se abría la puerta miro hacia donde se encontraba esta.

- Hola hijo – dijo mi padre sorprendido.

- Cuéntamelo con todo detalle.

- Ayer cuando baje al garaje de la empresa a coger el coche, unos encapuchados me echaron al suelo, mientras me pateaban me dijeron que querían volver a divertirse con Gianna – mi padre se llevó las manos a la cara empezando a llorar.

- Ese gilipollas de Aurelio va a comprobar que todos tenemos cosas que perder.

- ¿Qué vas a hacer hijo?

- ¡Atajar esto de raíz!

Mi padre me comento que uno de ellos llevaba un tatuaje en la muñeca derecha, antes de hacerle una visita para quitarle un poco el polvo de encima al mamón de Aurelio decidí hacer una visita a un viejo amigo y mentor.

- Veo que la jubilación te siente muy bien abuelete.

- Tú acércate y veremos si soy tan abuelete.

Genio y figura, él era Tomasso, fue mi mentor y la persona que más veces me ha salvado la vida, lo abrace con mucho cariño, seguía tan fuerte como siempre, de verdad que pensé que con la jubilación se relajaría, pero me alegraba que no fuera así, iba a pedirle que vigilara a Gianna e Irina, mientras Alessia y yo íbamos a ver a Aurelio.

- Necesito pedirte algo.

- Tú dirás.

- Voy a hacer una visita a Aurelio, ha vuelto a amenazar a Gianna.

- Cuando me contaste como consiguió superar lo que le hicieron me alegre mucho, tu hermana es de otra pasta, menudos ovarios tiene.

- Voy a ir con Alessia, necesito que esté allí por si se me va la mano.

- Ahora entiendo la cara de bobalicón que me traes – como se reía el cabronazo.

- ¿Qué quieres decir?

- Tienes la misma cara que tenías cuando empezaste a salir con ella – otra risotada.

- ¿Me vas a decir que corte con ella?

- No hace falta, esa chica sabe cuidarse sola.

- ¿Cómo sabes que puede cuidarse sola?

- Trabaje con Tom para averiguar quien había ordenado la muerte de los padres de Alessia, conocía a su padre desde niño, él decidió montarse un negocio honrado cuando lo más fácil hubiera sido acabar como yo, Alessia me recuerda mucho a él.

- Aquella noche fue muy dura sobre todo para ella.

- Pues tengo más malas noticias, Tom y Alessia sospechaban que en la Interpol había un topo, he averiguado que tenían razón, está todo detallado en este informe, dile a Alessia que lo siento.

- ¿Por qué?

- Porque el topo es su mentor, la única persona aparte de Tom que se portó bien con ella, dándole una oportunidad, Alessia le tenía mucho respeto va a ser un golpe duro.

- Gracias Tomasso.

- No hay de qué.

Tomasso me comento que no me preocupara, él se encargaría de que a las chicas no les pasara nada, fue el quién me dijo que lo primero era cuidar de Gianna y después ya tendría tiempo de vengarme, la verdad es que no me dio opción, los cazo uno a uno, Tomasso era implacable cuando hacían daño a alguien que él apreciaba, nos despedimos con una abrazo.

Me monté en el coche, le dije a Alessia que llevara a las chicas a casa, una vez allí esperaron a que llegara, prometí a mi hermana que le contaría lo que me contó nuestro padre. Vi miedo en sus ojos, pero cuando le dije que Tomasso se encargaría personalmente de protegerla le salió una sonrisa de oreja a oreja, Tomasso fue el único de la organización que mostró preocupación por mi hermana y venía a casa para pasar tiempo con los dos, fue un padre cuando más lo necesitamos.

Después le dije a Alessia que tenía que hablar con ella en privado.

- ¿Qué ocurre?

- Tomasso me ha dado esto.

Le di el sobre a Alessia, esta lo abrió con las manos temblorosas, como si supiera con lo que se iba a encontrar. Eso no amortiguo el golpe, al mirar el contenido del sobre la cara de Alessia muto a una llena de odio.

- Dino, cuando llegue el momento yo me encargaré de él, si no será imposible llegar hasta Kovac.

- ¿Tan bueno es?

- Es el único que puede hacer un disparo a dos mil metros tan certero como el mío.

- Muy bien, confió en ti, lo siento de verdad.

- Gracias.

Alessia se quedó abatida, tenía confianza ciega en dos personas dentro de la Interpol, uno era Tom y el otro su instructor y resulto que siempre había sido un corrupto, la abrace, por cada una buena noticia teníamos diez malas, más mala suerte no podíamos tener. Dejaríamos la visita a Aurelio para el día siguiente, Alessia salió de la sala de estar para poder hablar con Tom, irían a arrestarla al día siguiente antes de que tuviera oportunidad de destruir pruebas.

- Dino he hablado con algunos compañeros y no ven con buenos ojos que entres a hablar con él.

- Me da igual lo que opinen tus compañeros, más les vale no interponerse en mi camino – de verdad que estaba cabreado.

- No quiero que pienses que yo…

- No lo pienso, además te prometo que no voy a matarlo, recuerdas, la muerte sería un regalo para ese cabrón.

Después de eso nos pusimos los cuatro a ver una seria a la que estaban enganchadas, Alessia y yo no nos entrabamos de nada porque las chicas ya iban por la tercera temporada, pero por lo menos tuvo algunos momentos que me hicieron reír, además de poder pasar un momento de diversión sin sobresaltos ni malas noticias.

Esa noche no dormí, mi padre me dio un pendrive, había puesto unas cámaras en su oficina por si ocurría algo para tener pruebas. Cuando Gianna e Irina se metieron en la cama, Alessia y yo vimos la grabación. En el momento en que uno de los hombres a Aurelio dijo que volverían a divertirse con Gianna apreté tanto los puños que me hice sangre. Alessia fue la que me hizo las curas mientras me miraba con un rostro preocupado.

- Gianna llego a echar la toalla, me pidió que la dejara morir, ese fue uno de los momentos más duros de mi vida.

- No dejaremos que vuelva a ocurrir, Aurelio y sus hombres estarán muchos años encerrados.

- Si consiguen zafarse de la cárcel, ¡no tendré piedad!

- No confías mucho en la justicia, ¿verdad?

- Aurelio es un hombre muy rico, sé que hay muchos jueces y fiscales honrados, pero también
los hay corruptos y esos son los que me dan miedo, porque pueden dejarlo en libertad.

- ¿Por eso quieres hablar con el mañana?

- Exacto, quiero que tenga claro que si él o algunos de sus hombres se acercan a Gianna o Irina, se atengan a las consecuencias.

- ¿De mí no te preocupas?

- Tú eres un T800, eres una máquina imparable – Alessia empezó a reírse mientras me daba un golpecito en el hombro.

Me duche y después baje a desayunar, antes de acabar sonó el timbre, detrás de la puerta se encontraba Tomasso que venía con dos bolsas. Saludo a Alessia con dos besos uno en cada mejilla y a mí me dio la mano, después fue a donde las chicas entregándoles una bolsa a cada una, dentro se encontraba la colección completa en Blu-ray de la seria de la que estaban enganchadas. Las dos abrazaron a Tomasso como locas para agradecerle el regalo.

- Gracias por el detalle - dijo Alessia.

- Venga ya, si él también está enganchado, si lo conoceré bien.

Tomasso se sentó en el sofá entre las dos para empezar a ver la serie, las hijas de Tomasso tenían la misma edad que Irina y Gianna cuando fueron asesinadas, siempre se culpó por no haber podido protegerlas, sabía que no permitiría que volviera a pasar, pobre del que intentara hacerlas daño.

Alessia y yo nos despedimos de los tres y nos pusimos en marcha, no tardamos mucho en llegar a las oficinas de la empresa de Aurelio. Nos dejaron pasar sin problemas una vez que Alessia se identificó como agente de la Interpol, Cogimos un ascensor, cuando llegamos a la última planta nos esperaba una mujer que nos acompañó a una sala de reuniones, después se despidió de nosotros diciendo que Aurelio estaba en una reunión y tendríamos que esperar un poco.

Un poco dijo, nos hizo esperarle una hora y media, mi cabreo paso de uno grande a uno volcánico, Alessia me cogió la mano para que me calmara, funciono, pero muy poco. Por fin Aurelio decidió honrarnos con su presencia. Nos saludó a los dos sentándose en frente nuestro, su sonrisa me estaba sacando de quicio, pero cuando abrió la boca fue el acabose, ese tonito condescendiente me saco de mis casillas.

- Dino, entiendo que estés enfadado por lo de tu padre.

- ¡La paliza a mi padre y la amenaza a mi hermana! – mascaba las palabras.

- ¿Cómo?

- No te hagas el tonto, ninguno de tus hombres mueve un dedo sin tu consentimiento, ¿ahora me vas a decir que no sabías que habían vuelto a amenazar a mi hermana? - Aurelio estaba inquieto, veía que podía saltar a por él en cualquier momento.

- Lo siento, la reunión se ha terminado, no pienso aguantar acusaciones sin fundamento.

Se puso de pie, después hizo una llamada dejando el móvil sobre la mesa con el altavoz puesto para que supiéramos a quién había llamado, como era de esperar llamo a los de seguridad. Después de colgar siguió con las manos apoyadas sobre la mesa mientras me miraba con una sonrisa triunfadora, en la parte trasera de mi cintura siempre llevaba una funda con dos cuchillos pequeños, nunca los había tenido que utilizar fuera de mi trabajo, pero en este momento me vendrían bien.

De un rápido movimientos clave los cuchillos en sus manos, Aurelio grito a pleno pulmón, acalle ese grito estampándole la cabeza contra la mesa rompiéndole la nariz, la mesa empezó a llenarse de sangre, yo me limite a acercar mi boca a su oído para que me escuchara bien.

- ¿Creías que podías dar una paliza a mi padre y amenazar a mi hermana y volverías a salirte de rositas?

- Dino, no me mates por favor – La sangre de la mesa se empezó a mezclar con sus lágrimas.

- ¡Tendré contigo la misma piedad que tú tuviste con ellos!

- Por favor – Aurelio empezó a mearse del miedo.

Alessia se levantó preocupada viendo que esto se me podía ir de las manos, su mirada me decía que no hiciera nada, entonces cogiendo su móvil hizo una llamada. Cogiéndole del cuello de la chaqueta eche para atrás el cuerpo de Aurelio haciendo que los cuchillos desgarraran sus manos, después di media vuelta a la mesa sentándome otra vez delante de él. Su rostro reflejaba el horror más absoluto, sabía que Alessia había avisado a los hombres de la Interpol y pronto estarían allí.

La Interpol no tardó en llegar, apuntándome a mí con sus armas, después de ellos entro Tom, ordenándoles que bajaran sus armas, preguntándome.

- ¿Te has quedado a gusto?

- Eso dependerá de los años de cárcel que les caiga a él y a sus hombres.

- Por el tono de preocupación que tenía Alessia pensé que te lo cargabas aquí mismo.

- Me he sentido tentado, pero aré las cosas a tu modo, di mi palabra a Alessia y lo he cumplido.

Todos los agentes de la Interpol bajaron sus armas, pero sus miradas me indicaban que no lo hicieron por gusto, Alessia y yo bajamos en silencio, me apoye sobre el coche viendo como Sacaban a Aurelio esposado, siguiéndole un séquito de agentes de la Interpol con cajas y ordenadores, el último en salir fue Tom, al acercarse le entregue el pendrive con la grabación de la paliza a mi padre y las amenazas a mi hermana, durante un instante Alessia atisbo el monstruo que llevaba dentro, un monstruo que pensaba aniquilar en cuanto terminara todo.

- Dino, no me ha gustado lo que he visto – no la culpaba.

- Lo siento de verdad Alessia, es una parte de mí que también odio y estoy deseando deshacerme de ella.

- ¿Cómo piensas hacerlo?

- Ocultándola en lo más profundo de mi ser para que no vuelva a salir.

- ¡Por un momento he creído que lo ibas a matar!

- No lo hubiera hecho.

- ¿Cómo sabes que no lo hubieras hecho?

- Porque te lo prometí a ti.

Alessia me miro fijamente a los ojos, podía notar como me taladraba con ellos, poso su mano en mi rostro y me dijo que me creía. No la mentía, no tenía intención de matarlo, pero también tengo que reconocer que al tenerlo delante casi pierdo el control, si no hubiera estado Alessia presente no sé lo que hubiera pasado. Volvimos a casa, ahí seguían los tres viendo la serie embelesados. Nos saludaron de forma mecánica sin dejar de mirar a la pantalla del televisor.

- ¿Está interesante la serie? – dije serio.

- Lo siento hermanito - Gianna paro el episodio y los tres se levantaron para saludar.

Irina saludó, pero tenía una tristeza que dolía en su rostro, Tomasso me comento que estuvieron hablando, que llevaba semanas sin ver a su padre y casi no había hablado con él.

- Habla con Gregor Dino, su hija le necesita – dijo Tomasso mientras salía de casa.

- Así lo aré, descuida.

- Chicas, la siguiente vez que venga seguimos con el maratón – dijo un sonriente Tomasso.

- !Sí! - dijeron las dos con una sonrisa en el rostro.

La sonrisa a Irina le duro lo que tardo Tomasso en salir por puerta, disculpándose de todos se fue directa a su habitación.

- Hermanito Irina echa mucho de manos a su padre.

- Lo sé, hermanita, hablaré con él.

- Sabes, con una llamada sería suficiente para Irina, pero últimamente no hace ni eso.

- Yo me encargo, te lo prometo.

Gianna se fue a la habitación para estar con su amiga, Alessia me dijo que se ducharía ella primero,
aproveche eso para llamar a Gregor.

- Hola Dino, ¿va todo bien?

- No Gregor, Irina echa de menos a su padre.

- ¿Te crees que yo no la echo de menos?, esto lo estoy haciendo para mantenerla a salvo.

- Pero ella no lo sabe, ¡díselo!

- Hemos pensado en volver a Madrid en dos días – dije.

- No, quedaros en Italia, mi hija estará más segura allí.

- ¡No conseguirás ganar solo!

- ¿Recuerdas nuestro plan de contingencia?

- Claro que si, Gianna e Irina son lo primero.

- Las dos son fuertes, Dino, eso lo sé, pero si este monstruo les echa la mano encina…

- Me quedaré aquí, pero será tu funeral maldito estúpido.

- Sé que no soy un luchador como tú, pero soy más listo – Gregor empezó a reírse.

- Ya te vale, llama a Irina, eso es innegociable.

Gregor llamó a su hija, hablaron durante un par de horas, eso fue suficiente para que la tristeza de Irina desapareciera. Gregor quería pagarme por proteger a su hija, le dije que Irina era como una hermana pequeña para mí y que no aceptaría ese dinero. Durante los últimos años había podido ahorrar dinero así que entre eso y el sueldo de Alessia íbamos tirando, después de que derrotáramos a Kovac me pensaría la oferta que me había hecho Tom. Cuando me dijo de unirme a la Interpol me entro la risa, pero la verdad es que ya no tenía ninguna razón para seguir en los bajos fondos.

Pasaron dos semanas cuando una noche empezó a sonar mi móvil, eso nos despertó a los cuatro, al mirarlo vi que la alarma en la casa de Gregor en Madrid se había activado, eso no era nada bueno, Irina y Gianna vinieron a nuestro cuarto corriendo muy preocupadas. Lo que no sabía era que el móvil de Irina también estaba conectado a aquella alarma, Contenía las lágrimas a duras penas, me acerque a ella y la abrace, fue entonces cuando sus diques se rompieron dando paso a un torrente de lágrimas.

- Tu padre es fuerte Irina.

- No dejes que le pase nada Dino – Irina no dejaba de temblar.

- Lo intentaré con todas mis fuerzas.

Mi respuesta hizo sonreír a Irina que se enjuagaba las lágrimas mientras Gianna la abrazaba. Llame a Tomasso este me dijo que en una hora estarían en casa, que dejaran la protección de las chicas en sus manos, esta vez no vendría solo, los hombres y mujeres más peligrosos de la ciudad protegerían a las chicas. Tardaron más o menos una hora en llegar, si alguien se acercaba a mi hermanita e Irina con malas intenciones no viviría para contarlo.

Greta lideraba a su familia con mano de hierro, pero tenía un gran aprecio por Gianna, ella no pudo ser madre y veía a mi hermana como la hija que le hubiera gustado tener. Me dijo que su avión privado estaba listo para despegar, gracias a Greta podríamos llegar mucho antes de lo previsto a Madrid, tal vez eso podría inclinar la balanza, Gregor tenía unas claves personales con lo que controlaba sus finanzas, Kovac necesitaría esas claves si quería controlar el territorio.

Kovac torturaría a Gregor para obtenerlas, esperaba que aguantara lo suficiente para que llegáramos a ayudarlo, Alessia estaba preparando su fusil de francotiradora.

- Déjame a mi adiestrador a mí, conozco su punto débil y le va a costar caro.

- ¿Vas a matarlo? - pregunté.

- No necesito matarlo para vencerlo, usaré algo que él me enseñó contra el mismo.

- Vas a Matar a Kovac, ¿Dino?

- No creo que me deje muchas alternativas.

- Confió en ti, pero haz lo que sea necesario para Salvar a Gregor, Irina necesita a su padre.

Con esa última frase de Alessia el capitán nos avisó que estábamos a punto de aterrizar, Alessia iría a casa de Gregor, sabía que su adiestrador estaría allí escondido para abatirnos. Gregor y yo teníamos unos implantes con GPS que nos implantamos años atrás, eran irrastreables, encendí el monitor que me daba su posición con unos metros de error.

ALESSIA

La ira me comía por dentro, ese hombre que me adiestro y me enseño todo lo que sabía había resultado ser un traidor. Fue el único aparte de Tom que creyó en mí y me animo cuando lo tenía todo en contra. Fui la uncia que consiguió igualar su mejor disparo a dos mil metros de distancia, ahí radicaba su punto débil, Matthew que así es como se llamaba, solo acertaba en una situación concreta, con el viento a favor y en la posición más ventajosa para él, sus aciertos solían rondar el cuarenta por ciento.

En mi caso los aciertos eran en un ochenta por ciento de las veces, con indiferencia de la posición y el viento. A Unos quinientos metros de la casa de Gregor, había un montículo de unos cien metros de altura, entre el montículo y la casa no había nada por lo cual tendría un disparo claro. Detuve el coche a unos mil quinientos metros de donde estaban construyendo un edificio. Sabía que Matthew no elegiría ese lugar, puesto que había mucho árbol que le dificultaría el disparo, en mi caso eso no era ningún problema, entrene durante años para conseguir acertar a mi objetivo fuera cual fuera la dificultad del disparo.

Las balas que disparan estos rifles alcanzan una velocidad superior al del sonido, no había chaleco antibalas que pudieran detenerlas, las balas estarían impregnadas con tetrodotoxina en la cantidad justa para paralizarlo, pero sin causarle la muerte. Matthew merecía un castigo ejemplar y la muerte sería un regalo. El edificio constaba de cuatro plantas que todavía eran un esqueleto, subí a la cuarta planta, desde allí podría disparar entre las ramas ocultando el fogonazo del disparo. Coloque el rifle en su sitio, me tumbe sobre el suelo y mire por el visor, allí estaba Matthew justo donde predije que estaría. Mi primer disparo fue sobre su arma, partiéndola por la mitad haciendo que Matthew se levantara instintivamente para ponerse a salvo, eso me dejo vía libre para el segundo disparo, la bala le rozo el cuello lo suficiente para que la tetrodotoxina entrara en su torrente sanguíneo paralizándolo.

Salí de aquel edificio hacia la dirección en la que se encontraba Matthew, al llegar me lo encontré tumbado en el suelo, podía respirar con cierta dificultad. De haberme pasado con la dosis hubiera sufrido una parada cardio respiratoria que lo hubiera llevado a la muerte. Ate sus manos a la espalda y también los pies, podía sentir su mirada de odio clavada en mí. Matthew no esperaba que hubiera estudiado todos sus movimientos, además de descubrir sus puntos débiles, estaba acostumbrado a esconderse y disparar, nunca se le pasó por la cabeza que un día él sería la presa en vez del cazador.

Lo arrastré hasta llegar al coche donde lo metí en el maletero, la casa de Gregor parecía un colador, pero no había rastro de los cuerpos de sus hombres, mire el móvil, en él había un mensaje de Dino con las coordenadas donde tenían a Gregor. Sabía de primera mano que Dino sabía defenderse perfectamente, pero eso no hacía que estuviera menos preocupada, arranque y apreté el acelerador.

EN UN LUGAR DE SICILIA

Dino se fue a salvar a Gregor, no podía dejar de estar preocupada por él, Gregor y Alessia. Pero me guardé esa preocupación para poder darle apoyo a mi mejor amiga. Irina estaba destrozada, pero lo disimulaba muy bien, al igual que solía hacer yo con Dino para no preocuparlo. Tomasso hablaba por radio constantemente con sus aliados, los hombres de Kovac podían aparecer en cualquier momento y tenían que estar preparados.

Ese momento llegó a las pocas horas, Tomasso vino a nuestra habitación y nos pidió que nos metiéramos en la habitación del pánico, Irina y yo cerramos la puerta, no tardamos en escuchar los disparos, dentro de la habitación había varios monitores que estaban conectados a distintas cámaras, vimos como los hombres de Kovac iban cayendo poco a poco, pero los hombres de Tomasso también caían a la misma velocidad.

En una de las cámaras vimos como Tomasso caía al suelo después de recibir un disparo, estaba vivo, se movió lo suficiente para ponerse a resguardo, pero estaba perdiendo mucha sangre. Pedí ayuda a Irina para mover un armario, detrás de este había una especie de caja fuerte que abrí metiendo una clave. Dentro de la caja había armas, Irina cogió una pistola y su respectivo cargador, insertándolo en el arma de un golpe seco.

- No sabía que sabías usar una pistola.

- Uno de los hombres de mi padre me enseño, creía que a Dino no le gustaban las armas.

- Así es, pero después de lo que me hicieron decidió enseñarme por si acaso.

Me temblaba todo el cuerpo, subimos las escaleras que separaban la habitación del pánico de la primera planta. Parecía que todo el horror se había terminado, pero no fue así, uno de los hombres de Kovac había sobrevivido y apuntaba a Tomasso que se encontraba sentado en el suelo con la pistola descargada.

Las dos levantamos las armas y le gritamos que no hiciera ni un movimiento o le dispararíamos.

- No está mal chicas, pero cuando se quiere matar a alguien se hace no se dice – dijo el hombre de Kovac.

Las dos nos quedamos paralizadas, mis manos no respondían, había llegado nuestra muerte. Intentamos hacernos las valientes, pero a la hora de la verdad habíamos fallado, no hubo lágrimas, cerramos los ojos esperando nuestro trágico final. Lo único que lamentaba era que mi estúpida decisión iba a destruir a mi hermano para el resto de su vida, entonces se escuchó un disparo.

Abrí los ojos y empecé a pasar mis manos por todo mi cuerpo para comprobar que me encostraba bien, Irina estaba haciendo lo propio.

- No está mal chicas, me habéis dado el tiempo suficiente para poder acabar con el último – dijo una herida Greta.

Las dos nos reímos, eso fue hasta que miramos a Tomasso menuda cara de mala leche tenía, nos iba a caer una buena bronca con razón, pero que podíamos hacer, ¿dejarlo morir?

- ¿A vosotras dos quien os ha dado vela en este entierro?, ¿sabéis lo que me harían Dino y Gregor si os llega a pasar algo?

- Lo sentimos Tomasso, pero no podíamos dejar que te pasara nada malo – dije con lágrimas en los ojos.

- Gianna tiene razón, no te enfades con nosotras – dijo Irina llorando a moco tendido.

- Las chicas tienen razón hombre, le han echado un par de ovarios – dijo Greta.

- Tu animarlas – dijo Tomasso mientras era ayudado por Greta.

Lo siguiente que hizo fue abrazarnos y decirnos que se había llevado un susto de muerte, él vio morir a su familia y había estado a punto de volverlo a revivir, no pudo contener las lágrimas. Decidimos que lo mejor sería que no le contáramos nada de esto a Dino, de saberlo le daría un infarto. Fue volver a acordarme de mi hermano y volver a sentir como si una garra me apretara las entrañas, tenía un mal presentimiento que no podía quitármelo de la cabeza, esta vez fue Irina quien me consoló a mí.

Tomasso llamo a Tom, este le comento que los esperáramos, después nos trasladarían a un lugar seguro, quería contactar con Dino, pero sabía que no era buena idea distraerlo, eso pondría su vida en peligro, estaba muy preocupada, pero sabía que mi hermano volvería a mí. Esperaba que Gregor también volviera al lado de Irina, solo nos quedaba esperar y confiar en ellos.

DINO

Alessia y yo fuimos a un almacén donde Gregor guardaba armas y vehículos, Alessia cogió un par de pistolas, yo, sin embargo, opte por un arco, flechas y cuchillos, Alessia me miraba curiosa.

- ¿Por qué un arco y flechas?

- Porque matan igual y hacen menos ruido.

Alessia sonrió, el arco que tenía en mis manos era un arco compuesto con una polea en cada extremo, las poleas le daban mayor potencia reduciendo la fuerza que había que ejercer para tensar la cuerda. Este modelo que tenía en mis manos podía lanzar las flechas a velocidades superiores a trescientos kilómetros por hora, siendo eficaz hasta los trescientos metros de distancia. Mientras Alessia eligió uno de los coches yo elegí una moto, después de darnos un beso separamos nuestros

caminos, no tenía miedo por ella, sabía que saldría vencedora, la verdad es que tenía más fe en ella que en mí mismo.

Tarde más o menos veinte minutos en llegar a una urbanización a medio construir que Gregor compro para terminar las casas que pasarían a ser casas de protección oficial. Detuve la moto a unos quinientos metros, la escondí y me resguardé detrás de unos containeres de construcción. El GPS me indicaba que Gregor se encontraba en el edificio más grande, una especie de almacén, la verdad es que Kovac no era tonto, no había un alma a cincuenta kilómetros a la redonda, nadie escucharía los gritos de Gregor.

Su gran error fue que yo si los estaba escuchando, me puse en marcha, cogí una de las flechas del carcaj, tense el arco y dispare la flecha hacia unos de los hombres que vigilaban el perímetro. La flecha traspasó su garganta limpiamente haciendo que esta cayera hacia atrás, por suerte para mí, todo ese almacén estaba rodeado de grandes árboles, que me servirían para ir moviéndome mientras lanzaba las flechas.

El siguiente se encontraba a cincuenta metros, me resguarde detrás de un árbol que se encontraría a unos cien metros de mi objetivo, este saco una radio para llamar a su compañero, no le dio tiempo, la flecha perforo la radio entrando por su garganta, dejándolo clavado en la pared. Tenía vía libre para adentrarme hasta llegar al almacén, por suerte los demás hombres del Kovac estaban repartidos por esa urbanización fantasma lejos del Almacén y ninguna se había percatado de mi presencia. Mande un mensaje a Alessia para que avisara a Tom y este viniera con la caballería.

Alessia me contesto que ella estaba a punto de llegar, se subiría a una de las grúas para cubrirme las espaldas. Espere a que Alessia llegara mientras escuchaba los gritos de Gregor, me costó no dejarme llevar entrando a lo loco, pero sabía que de hacer eso los dos estaríamos condenados, no me quedaba más que esperar. Alessia no tardó, me mando un mensaje para decirme que estaba en su puesto y tenía vía libre

Con mucho sigilo me acerqué a la puerta de entrada del Almacén, Gregor se encontraba en el centro siendo torturado por un hombre de aspecto desaliñado mientras Kovac se reía y gritaba que él sería el nuevo dueño de Madrid. La primera flecha entró en el ojo derecho del torturador matándolo en el acto, después lance dos seguidas que impactaron en ambos hombros de Kovac clavándolo contra la pared, Kovac gritaba de dolor, otras dos flechas para cada unos de sus muslos y dos más para clavar sus brazos en la pared, ya no se podría moverse, Me acerque a él y lo amordace para amortiguar sus gritos, luchaba pero estaba atrapado.

Viéndolo así no parecía tan peligroso, pero lo mejor era no bajar la guardia, me acerqué a Gregor estaba destrozado, no describiere aquí el estado de su cuerpo, solo diré que tenía todo el cuerpo lleno de cortes, uno de ellos grande y profundo por donde estaba perdiendo mucha sangre, intente detener la hemorragia, Gregor me pidió que parará.

- No voy a parar de ejercer presión por mucho que te duela.

- Déjalo, los dos sabemos que ya es demasiado tarde.

- Tienes que luchar por Irina, que será de ella – no podía contener las lágrimas al ver que mi amigo se me iba.

- Lo siento de verdad Dino, tenías razón, subestime a Kovac y no volveré a ver a mi pequeña, prométeme que cuidaras de ella – Las lágrimas de Gregor se mezclaban con su sangre.

- ¡No te voy a prometer nada porque tú vas a salir con vida de aquí!

- Déjalo Dino, ¡que lo dejes!

- Siento haber llegado tarde, lo siento de verdad – apretaba los dientes maldiciéndome por no haber llegado a tiempo.

- Tú has llegado justo a tiempo para que yo me pueda ir en paz, di las palabras.

- Te prometo que cuidaré de Irina con mi propia vida.

Esas fueron las últimas palabras que escucho Gregor antes de morir, pero se fue con una sonrisa en el rostro sabiendo que su hija lo que más le importaba en esta vida estaría a salvo junto a las personas que la querían tanto como la quiso él. Todo mi cuerpo temblaba de la ira que estaba sintiendo, Kovac empezó a reírse, la mordaza ahogaba esas risas, pero solo hacía falta mirarle a los ojos para saber que estaba disfrutando de ese momento.

Gire mi rostro para mirarlo, cogí uno de mis cuchillos y apretando los dientes me dirigí hacia él. Según me acercaba las risas de Kovac eran más apagadas, hasta que cesaron justo cuando me detuve a escasos centímetros.

- ¿Sabes lo que más me apetece?, abrirte en canal y hacer que te comas tus propias entrañas antes de que mueras - clavando mi cuchillo ligeramente en su estómago.

Kovac ya no se reía, podía ver terror en su mirada, podía haberlo hecho, pero eso me convertiría en alguien como él. No estaba dispuesto a perder a mi familia por un gusano como Kovac, solté el cuchillo para darle un puñetazo con todas mis fuerzas, el golpe fue tan fuerte que le rompí la mandíbula, ahora de su boca solo salían sonidos inteligibles. Escuche como entraba alguien, rápidamente cogí el arco que había depositado en el carcaj para tensarlo, apuntando hacia donde estaba el intruso, esta no era otra que Alessia.

La mirada de Alessia se entristeció al ver el cadáver de Gregor, entre los dos soltamos sus manos y pies de la silla donde lo habían atado, lo tumbamos con sumo cuidado en el suelo para después taparlo con una lona que se encontraba tapando unas cajas de aquel almacén.

- Lo siento de verdad Dino, pobre Irina – Alessia empezó a llorar sabiendo en sus propias carnes lo mal que lo iba a pasar.

- Nos ha legado su bien más preciado su hija – dije esas palabras mientras posaba mi mano sobre el pecho de mi amigo.

- No sé cómo vamos a salir de aquí, se me han acabado los planes – dije abatido, pensando que tal vez tampoco podría volver a ver a Gianna.

- He abatido a la mayoría, los que quedaban han salido huyendo una vez han escuchado las sirenas.

- ¿Qué sirenas?

Estaba tan absorto por el dolor de la muerte de Gregor que no escuche como unas sirenas se iban acercando hacia nuestra posición. Eran Tom y sus hombres, venían para nada, Gregor estaba muerto y no se llevarían a Kovac, no dejaría a esa escoria en manos de una burocracia con demasiadas grietas.

- Buen trabajo, habéis detenido a Kovac y tú no lo has matado – dijo Tom.

- Ganas no me han faltado, Tom, di a tus hombres que no toquen a Kovac, yo me encargaré de él.

Uno de los hombres de Tom se acercó gallito a dejarme claro lo que pensaba de mis palabras, lo único que consiguió es terminar sentado en el suelo después de recibir un tortazo.

- Tom no dejaré a Kovac en manos de una burocracia caduca, solo necesitará una pequeña grieta para librarse de la cárcel, hemos sacrificado mucho para poder detenerlo, tengo el sitio idóneo para encerrarlo y tirar la llave. En los Balcanes existe un poblado tan pequeño que no aparecía en los mapas, en el Kovac creo una mazmorra donde metía a los familiares de sus enemigos. Después cogía a su enemigo y le obligaban a estar ahí viendo como se morían de hambre, de frío sin poder hacer nada.

- ¿Cómo sabes que esas personas son de fiar?

- Todos y cada uno de los supervivientes de ese poblado tuvo que presenciar la horrible muerte de toda su familia, son los indicados.

- Podría sobornarles, Dino es una locura.

- Todos son sordos y mudos, Kovac los mutilo para acrecentar su sufrimiento.

- ¿Cómo has podido comunicarte con esa gente?

- Lengua de signos.

- Kovac podría conocerlo, no lo veo Dino.

- Ellos desarrollaron su propio lengua de signos, te aseguro que me costó mucho aprenderlo.

- Dino…

- No te estoy pidiendo permiso Tom, te digo lo que va a pasar y por cortesía.

- Tom, no te irás con las manos vacías, en el maletero de mi coche encontrarás a Matthew – dijo Alessia.

Saque mi móvil y mande un mensaje, no tardo en llegar un coche, de él salieron dos hombres para llevarse a Kovac, Tom pudo observar como la mirada de esos hombres estaba muerta, conocían muy bien el sufrimiento y harían sufrir a Kovac hasta el último día de su muerte, para hacer la mazmorra perforaron la roca de la montaña y los barrotes eran de acero reforzado de diez centímetros de espesor, estaba diseñada para que una vez entraras no pudieras volver a salir.

Kovac comería una vez al día, lo suficiente para poder sobrevivir, pero sin las fuerzas necesarias para luchar contra el castigo que se había ganado a pulso. Llego la hora de volver, los hombres de Tom metieron el cuerpo de Gregor en un ataúd, después nos ayudaron a meterlo en el avión de Greta. Greta, Tomasso, Gianna e Irina nos esperaban en el aeropuerto, la sonrisa a Irina le duro lo que tardo en vernos a Alessia y a mí. No hizo falta decir nada, Irina cayó de rodillas al suelo gritando a pleno pulmón, hice lo único que podía hacer, me agache y la abrace con todas mis fuerzas dejando que las lágrimas aliviaran el grandísimo dolor que estaba sintiendo. Los siguientes días los paso metida en su habitación tumbada en la cama llorando, no quería ver a nadie, no quería comer, solo quería estar ahí sola, al final fue Gianna desoyendo las palabras de su amiga la que entro en la habitación tumbándose a su lado para poder abrazarla y llorar junto a ella.

Poco a poco con la ayuda de todos Irina fue mejorando, empezó a comer a dar paseos, poco a poco fue recuperando las ganas de vivir. Lo primero que hizo cuando se recuperó fue renunciar al territorio de su padre, ella quería labrar su propio futuro, no seguir el legado de su familia que le había costado la vida a su padre, concertó una reunión con Greta y Tomasso.

- Gracias por venir – dijo Irina.

- ¿Qué hacemos aquí? - pregunto Tomasso.

- Greta, quiero legarte el territorio de mi padre, sus cuentas y empresas, estas son las claves que necesitaras para hacer las transacciones.

Greta se quedó con la boca abierta, Tomasso sonrió, cualquier otro hubiera aceptado esa herencia lleno de codicia, pero Irina no quería saber nada.

- ¿Estás segura Irina?, ¿por qué yo?

- Porque protegiste nuestras vidas cuando no tenías obligación de hacerlo, confió en ti y sé que ese territorio estará en buenas manos.

- ¿Y Tomasso? - pregunto Greta.

- Él será la persona que te proteja.

- No entiendo… - dijo Greta.

- Mi padre no tenía a nadie quien le protegiera y termino muriendo.

- Irina, tu padre tenía a Dino – contesto Greta.

- No, Dino era amigo de mi padre, pero él estaba para protegernos a Gianna y a mí, Tomasso estará para protegerte, si es que acepta.

- Acepto – dijo Tomasso con una sonrisa.

Después de las firmas de los contratos bajo la mirada de un notario, Irina se desvinculó del negocio familiar, al terminar todos nos dimos cuenta de que se había quitado un gran peso de encima, además de asegurarse de poner a personas que podrían defender el territorio por si otro loco como Kovac aparecía, una vez terminado con esas gestiones a mí me quedaba algo por hacer antes de empezar nuestra nueva vida, antes de viajar a Sevilla pase por el cuartel general de Kovac en los Balcanes, no había nadie, todos desaparecieron al saber de la derrota de su jefe.

Me dirigí a los archivos con la intención de buscar cierto contrato, una vez que lo encontré puse rumbo a Sevilla, tenía que cumplir la promesa que le hice a Candela, le prometí que la liberaría de ese monstruo y lo había conseguido, Durante el viaje estuve ensayando lo que iba a decir a Candela, en cierta forma hice que se ilusionara y ahora tenía que decirle que Alessia había vuelto a mi vida y estaba perdidamente enamorado de ella, como se dicen estas palabras sin romper su corazón en mil pedazos, entre pensamiento y pensamiento llegue frente al portal de su casa. No tarde mucho en aparcar, cogí el sobre y me dirigí a tocar el portero automático, no tardaron en contestar, era Candela.

Su voz sonaba apagada y triste, me parecía que había elegido el peor momento para darle más malas noticias, cuando salí del ascensor Candela se encontraba en la puerta esperándome, no tenía buen aspecto.

- ¿Qué ocurre Candela?, ¿Patri está bien?

- Si, solo es que estoy cansada, desde que firme ese contrato no he parado ni un momento.

- Entonces esto te alegrará.

Le entregué el sobre que cogió con las manos temblorosas.

- Mi contrato – los ojos de Candela se iluminaron.

- ¿Esto es lo que me imagino?

- Así es, eres libre.

- ¿Cómo lo has conseguido?

- Venciendo al monstruo, Candela tengo algo que decirte.

- Lo sé, has vuelto con Alessia, Kovac me lo restregó por la cara mientras me follaba de forma salvaje.

- Lo siento mucho Candela, nunca fue mi intención hacerte daño – Candela poso su dedo en mis labios.

- No lo has hecho, prometiste que me librarías de él y lo has cumplido, estoy acostumbrada a hombres con promesas vacías y que tú hayas cumplido la tuya me hace muy feliz.

No hubo más palabras solo un abrazo de despedida, era una mujer auténtica que merecía encontrar la felicidad, rompimos el abrazo con una sonrisa en el rostro. Era hora de regresar junto a Alessia, Gianna e Irina. Irina heredó la casa que su padre compro en Sicilia al lado del mar, tenía unas vistas preciosas, su intención era incinerar a su padre y esparcir las cenizas sobre la playa para que pudiera estar cerca de nosotros.

Irina fue la última en salir, todos la esperábamos en la playa vestidos de riguroso negro, Alessia, Gianna, Greta, Tomasso y yo. Irina portaba la urna con las cenizas de su padre en las manos, Gianna tenía entre las suyas la carta que Irina había escrito para despedir a su padre. Mi hermanita fue la encargada de leerla mientras Irina lanzaba las cenizas al viento para que este las repartiera por todo el lugar.

Fue una ceremonia de despedida preciosa, ahora tocaba curar las heridas y empezar una nueva vida, una vida llena de felicidad al lado de las personas que más quería en este mundo.

Fin.
 
Me ha dado pena por Gregor, pero cuando te metes en este mundo esto puede pasar.
Pero al menos su hija estará protegida por Dino y Alessia y su gran amiga Gianna.
Por lo demás, todos felices, aunque siempre en alerta por los enemigos que se tiene cuando llevas está vida.
 
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