El Diario una historia paralela 5
La confrontación final
Hacía frío en la terraza de la habitación del hotel, entre adentro, dejando el móvil sobre la mesa mientras lo miraba pensativo. Note como Alessia se acercaba a mí abrazándome desde atrás, pude notar el calor que irradiaba su cuerpo y sus pechos aplastándose contra mi espalda.
- ¿Estás bien?
- No lo estoy Alessia, Gregor está en un lío y no me ha querido decir nada.
- ¿Cómo sabes que está en un lío?
- Hace más de una semana que volvió de su viaje y me pidió que Irina se quedara conmigo.
- Tampoco es tan raro, ¿no?
- Cuando secuestraron a Irina y conseguimos rescatarla, Gregor y yo creamos un plan de contingencia.
- ¿Qué plan?
- Yo soy el plan de contingencia.
Me di la vuelta, cogiendo la mano de Alessia y nos dirigimos hacia el sofá, nos sentemos y le empecé a explicar, la diferencia entre Kovac y Gregor era que los hombres de Kovac le eran leales hasta el fanatismo. Sin embargo, los hombres de Gregor eran unos mercenarios que trabajan para el que más pagaba, Gregor sabia que Irina no estaría a salvo con esos hombres.
Mientras Nikolay vivía no había este problema, pues todos sus hombres le temían sobre todas las cosas, Gregor no era como su padre, él creía en la negociación, él creía que todo el mundo tenía un precio y solo había que descubrirlo. Con Kovac iba a pinchar en hueso, ese hombre solo creía en la fuerza, no valía con amenazarle si no estabas dispuesto a llevar esas amenazas adelante. Mientras uno tenía menos hombres, pero todos le eran leales, el otro tenía un ejército más grande, pero menos de fiar.
- Entonces, ¿por qué atacar ahora? - pregunto Alessia.
- Porque ha encontrado una grieta por donde colarse dentro de la armadura que protege a Gregor.
- Y si te equivocas y los tiros no van por ahí.
- Ojalá tengas razón.
Hablar con Alessia me vino bien, por lo menos me pude desahogar, volvimos a la cama, Alessia apoyo su cabecita sobre mi pecho, quedándose dormida enseguida, yo tardé un rato más en dormirme. No sabía que hora seria, pero el sonido de mi móvil nos despertó a los dos, no reconocía el número, de todas formas contestes.
- ¿Quién es?
- Somos la policía, a su padre le han dado una paliza y tenía este número como contacto.
- ¿Está bien?
- Tiene algunas costillas rotas, será trasladado al hospital.
- Iré a Italia en cuanto pueda, ¿me puede indicar a qué hospital lo van a llevar?
El policía me indico el nombre del hospital, después de pegarnos una ducha y desayunar algo fuimos directos a casa para recoger a Gianna e Irina.
- ¿Qué ocurre?
- A tu padre le han dado una paliza.
Después de lo que hicieron a Gianna por culpa de nuestro padre no le tenía ningún aprecio.
- ¿Tendría que importarme?
- Gianna, Irina vendréis con nosotros.
- ¡No quiero ir Dino!
- ¡Esto no es negociable!
Gianna se marchó a su habitación seguida de Irina entrando en ella cerrando la puerta de un portazo, entendía perfectamente lo que sentía mi hermana, pero no podía dejarlas solas a las dos. Llame a Gregor para contarle lo sucedido y me dijo que él se ocuparía de hablar con la universidad de Irina para comunicarles que faltaría algunos días.
- No vas a contarme lo que ocurre, ¿verdad? - pregunte.
-Ahora lo que necesito saber es que mi hija está a salvo, ¿está a salvo a tu lado?
- Sabes que sí.
- Eso es lo más importante.
- Vas a enfrentarte a Kovac, ¿verdad?
- Tal vez.
- ¡Te matará!, ¡es un asesino!
- ¿Yo no lo soy?
- Tus hombres son unos asesinos, no tú.
- Tú mantén a salvo a Irina y Gianna, de lo demás ya me encargo yo, además tengo un plan.
Después se empezó a reír colgando la llamada, me sacaba de quicio, no sabía a lo que se estaba enfrentando, si Kovac había decidido subir hasta Madrid para quitarle el territorio a Gregor era porque tenía muchas posibilidades de ganar esta lucha. Gregor siempre había pecado de un exceso de confianza, pensé de verdad que después de lo ocurrido con Irina habría aprendido, pero parecía que no era así, haríamos un viaje relámpago me preocupaba de verdad que Gregor confrontara a Kovac, no quería que Irina perdiera a su padre. Cuando llegamos al aeropuerto Gianna tenía una cara de cabreo que asustaba, lo que ella no entendía era que no íbamos allí por nuestro padre, necesitaba saber lo que esos hombres le habían dicho.
Irina consiguió que el cabreo de mi hermanita disminuyera, contestándome aunque sea con gruñidos, ya era algo. Una vez en Sicilia fuimos directos a nuestra casa, Gianna le dijo a Irina que quería llevarle a un lugar muy especial para ella. Fui a negarme, entonces Alessia puso su mano sobre la mía y me miro.
- Tranquilo, yo iré con ellas, no dejaré que les hagan daño.
- Vale, yo iré a hablar con mi padre – mientras miraba severamente a mi hermana.
Gianna se acercó a mí y me abrazo, como sabía ablandarme, entonces me miro a los ojos y me dijo.
- Dime la verdad, ¿por qué hemos venido?
- Necesito saber que ese cabrón no te ha vuelto a amenazar.
- ¿Y si lo ha hecho?
- Atajaré ese problema de raíz – Alessia me miraba preocupada.
Baje al garaje y cogí mi coche, me dirigí directamente al hospital que me indico aquel policía, preguntando por la habitación en la que se encontraba mi padre, al llegar este se encontraba tumbado en la cama mirando por la ventana, al escuchar como se abría la puerta miro hacia donde se encontraba esta.
- Hola hijo – dijo mi padre sorprendido.
- Cuéntamelo con todo detalle.
- Ayer cuando baje al garaje de la empresa a coger el coche, unos encapuchados me echaron al suelo, mientras me pateaban me dijeron que querían volver a divertirse con Gianna – mi padre se llevó las manos a la cara empezando a llorar.
- Ese gilipollas de Aurelio va a comprobar que todos tenemos cosas que perder.
- ¿Qué vas a hacer hijo?
- ¡Atajar esto de raíz!
Mi padre me comento que uno de ellos llevaba un tatuaje en la muñeca derecha, antes de hacerle una visita para quitarle un poco el polvo de encima al mamón de Aurelio decidí hacer una visita a un viejo amigo y mentor.
- Veo que la jubilación te siente muy bien abuelete.
- Tú acércate y veremos si soy tan abuelete.
Genio y figura, él era Tomasso, fue mi mentor y la persona que más veces me ha salvado la vida, lo abrace con mucho cariño, seguía tan fuerte como siempre, de verdad que pensé que con la jubilación se relajaría, pero me alegraba que no fuera así, iba a pedirle que vigilara a Gianna e Irina, mientras Alessia y yo íbamos a ver a Aurelio.
- Necesito pedirte algo.
- Tú dirás.
- Voy a hacer una visita a Aurelio, ha vuelto a amenazar a Gianna.
- Cuando me contaste como consiguió superar lo que le hicieron me alegre mucho, tu hermana es de otra pasta, menudos ovarios tiene.
- Voy a ir con Alessia, necesito que esté allí por si se me va la mano.
- Ahora entiendo la cara de bobalicón que me traes – como se reía el cabronazo.
- ¿Qué quieres decir?
- Tienes la misma cara que tenías cuando empezaste a salir con ella – otra risotada.
- ¿Me vas a decir que corte con ella?
- No hace falta, esa chica sabe cuidarse sola.
- ¿Cómo sabes que puede cuidarse sola?
- Trabaje con Tom para averiguar quien había ordenado la muerte de los padres de Alessia, conocía a su padre desde niño, él decidió montarse un negocio honrado cuando lo más fácil hubiera sido acabar como yo, Alessia me recuerda mucho a él.
- Aquella noche fue muy dura sobre todo para ella.
- Pues tengo más malas noticias, Tom y Alessia sospechaban que en la Interpol había un topo, he averiguado que tenían razón, está todo detallado en este informe, dile a Alessia que lo siento.
- ¿Por qué?
- Porque el topo es su mentor, la única persona aparte de Tom que se portó bien con ella, dándole una oportunidad, Alessia le tenía mucho respeto va a ser un golpe duro.
- Gracias Tomasso.
- No hay de qué.
Tomasso me comento que no me preocupara, él se encargaría de que a las chicas no les pasara nada, fue el quién me dijo que lo primero era cuidar de Gianna y después ya tendría tiempo de vengarme, la verdad es que no me dio opción, los cazo uno a uno, Tomasso era implacable cuando hacían daño a alguien que él apreciaba, nos despedimos con una abrazo.
Me monté en el coche, le dije a Alessia que llevara a las chicas a casa, una vez allí esperaron a que llegara, prometí a mi hermana que le contaría lo que me contó nuestro padre. Vi miedo en sus ojos, pero cuando le dije que Tomasso se encargaría personalmente de protegerla le salió una sonrisa de oreja a oreja, Tomasso fue el único de la organización que mostró preocupación por mi hermana y venía a casa para pasar tiempo con los dos, fue un padre cuando más lo necesitamos.
Después le dije a Alessia que tenía que hablar con ella en privado.
- ¿Qué ocurre?
- Tomasso me ha dado esto.
Le di el sobre a Alessia, esta lo abrió con las manos temblorosas, como si supiera con lo que se iba a encontrar. Eso no amortiguo el golpe, al mirar el contenido del sobre la cara de Alessia muto a una llena de odio.
- Dino, cuando llegue el momento yo me encargaré de él, si no será imposible llegar hasta Kovac.
- ¿Tan bueno es?
- Es el único que puede hacer un disparo a dos mil metros tan certero como el mío.
- Muy bien, confió en ti, lo siento de verdad.
- Gracias.
Alessia se quedó abatida, tenía confianza ciega en dos personas dentro de la Interpol, uno era Tom y el otro su instructor y resulto que siempre había sido un corrupto, la abrace, por cada una buena noticia teníamos diez malas, más mala suerte no podíamos tener. Dejaríamos la visita a Aurelio para el día siguiente, Alessia salió de la sala de estar para poder hablar con Tom, irían a arrestarla al día siguiente antes de que tuviera oportunidad de destruir pruebas.
- Dino he hablado con algunos compañeros y no ven con buenos ojos que entres a hablar con él.
- Me da igual lo que opinen tus compañeros, más les vale no interponerse en mi camino – de verdad que estaba cabreado.
- No quiero que pienses que yo…
- No lo pienso, además te prometo que no voy a matarlo, recuerdas, la muerte sería un regalo para ese cabrón.
Después de eso nos pusimos los cuatro a ver una seria a la que estaban enganchadas, Alessia y yo no nos entrabamos de nada porque las chicas ya iban por la tercera temporada, pero por lo menos tuvo algunos momentos que me hicieron reír, además de poder pasar un momento de diversión sin sobresaltos ni malas noticias.
Esa noche no dormí, mi padre me dio un pendrive, había puesto unas cámaras en su oficina por si ocurría algo para tener pruebas. Cuando Gianna e Irina se metieron en la cama, Alessia y yo vimos la grabación. En el momento en que uno de los hombres a Aurelio dijo que volverían a divertirse con Gianna apreté tanto los puños que me hice sangre. Alessia fue la que me hizo las curas mientras me miraba con un rostro preocupado.
- Gianna llego a echar la toalla, me pidió que la dejara morir, ese fue uno de los momentos más duros de mi vida.
- No dejaremos que vuelva a ocurrir, Aurelio y sus hombres estarán muchos años encerrados.
- Si consiguen zafarse de la cárcel, ¡no tendré piedad!
- No confías mucho en la justicia, ¿verdad?
- Aurelio es un hombre muy rico, sé que hay muchos jueces y fiscales honrados, pero también
los hay corruptos y esos son los que me dan miedo, porque pueden dejarlo en libertad.
- ¿Por eso quieres hablar con el mañana?
- Exacto, quiero que tenga claro que si él o algunos de sus hombres se acercan a Gianna o Irina, se atengan a las consecuencias.
- ¿De mí no te preocupas?
- Tú eres un T800, eres una máquina imparable – Alessia empezó a reírse mientras me daba un golpecito en el hombro.
Me duche y después baje a desayunar, antes de acabar sonó el timbre, detrás de la puerta se encontraba Tomasso que venía con dos bolsas. Saludo a Alessia con dos besos uno en cada mejilla y a mí me dio la mano, después fue a donde las chicas entregándoles una bolsa a cada una, dentro se encontraba la colección completa en Blu-ray de la seria de la que estaban enganchadas. Las dos abrazaron a Tomasso como locas para agradecerle el regalo.
- Gracias por el detalle - dijo Alessia.
- Venga ya, si él también está enganchado, si lo conoceré bien.
Tomasso se sentó en el sofá entre las dos para empezar a ver la serie, las hijas de Tomasso tenían la misma edad que Irina y Gianna cuando fueron asesinadas, siempre se culpó por no haber podido protegerlas, sabía que no permitiría que volviera a pasar, pobre del que intentara hacerlas daño.
Alessia y yo nos despedimos de los tres y nos pusimos en marcha, no tardamos mucho en llegar a las oficinas de la empresa de Aurelio. Nos dejaron pasar sin problemas una vez que Alessia se identificó como agente de la Interpol, Cogimos un ascensor, cuando llegamos a la última planta nos esperaba una mujer que nos acompañó a una sala de reuniones, después se despidió de nosotros diciendo que Aurelio estaba en una reunión y tendríamos que esperar un poco.
Un poco dijo, nos hizo esperarle una hora y media, mi cabreo paso de uno grande a uno volcánico, Alessia me cogió la mano para que me calmara, funciono, pero muy poco. Por fin Aurelio decidió honrarnos con su presencia. Nos saludó a los dos sentándose en frente nuestro, su sonrisa me estaba sacando de quicio, pero cuando abrió la boca fue el acabose, ese tonito condescendiente me saco de mis casillas.
- Dino, entiendo que estés enfadado por lo de tu padre.
- ¡La paliza a mi padre y la amenaza a mi hermana! – mascaba las palabras.
- ¿Cómo?
- No te hagas el tonto, ninguno de tus hombres mueve un dedo sin tu consentimiento, ¿ahora me vas a decir que no sabías que habían vuelto a amenazar a mi hermana? - Aurelio estaba inquieto, veía que podía saltar a por él en cualquier momento.
- Lo siento, la reunión se ha terminado, no pienso aguantar acusaciones sin fundamento.
Se puso de pie, después hizo una llamada dejando el móvil sobre la mesa con el altavoz puesto para que supiéramos a quién había llamado, como era de esperar llamo a los de seguridad. Después de colgar siguió con las manos apoyadas sobre la mesa mientras me miraba con una sonrisa triunfadora, en la parte trasera de mi cintura siempre llevaba una funda con dos cuchillos pequeños, nunca los había tenido que utilizar fuera de mi trabajo, pero en este momento me vendrían bien.
De un rápido movimientos clave los cuchillos en sus manos, Aurelio grito a pleno pulmón, acalle ese grito estampándole la cabeza contra la mesa rompiéndole la nariz, la mesa empezó a llenarse de sangre, yo me limite a acercar mi boca a su oído para que me escuchara bien.
- ¿Creías que podías dar una paliza a mi padre y amenazar a mi hermana y volverías a salirte de rositas?
- Dino, no me mates por favor – La sangre de la mesa se empezó a mezclar con sus lágrimas.
- ¡Tendré contigo la misma piedad que tú tuviste con ellos!
- Por favor – Aurelio empezó a mearse del miedo.
Alessia se levantó preocupada viendo que esto se me podía ir de las manos, su mirada me decía que no hiciera nada, entonces cogiendo su móvil hizo una llamada. Cogiéndole del cuello de la chaqueta eche para atrás el cuerpo de Aurelio haciendo que los cuchillos desgarraran sus manos, después di media vuelta a la mesa sentándome otra vez delante de él. Su rostro reflejaba el horror más absoluto, sabía que Alessia había avisado a los hombres de la Interpol y pronto estarían allí.
La Interpol no tardó en llegar, apuntándome a mí con sus armas, después de ellos entro Tom, ordenándoles que bajaran sus armas, preguntándome.
- ¿Te has quedado a gusto?
- Eso dependerá de los años de cárcel que les caiga a él y a sus hombres.
- Por el tono de preocupación que tenía Alessia pensé que te lo cargabas aquí mismo.
- Me he sentido tentado, pero aré las cosas a tu modo, di mi palabra a Alessia y lo he cumplido.
Todos los agentes de la Interpol bajaron sus armas, pero sus miradas me indicaban que no lo hicieron por gusto, Alessia y yo bajamos en silencio, me apoye sobre el coche viendo como Sacaban a Aurelio esposado, siguiéndole un séquito de agentes de la Interpol con cajas y ordenadores, el último en salir fue Tom, al acercarse le entregue el pendrive con la grabación de la paliza a mi padre y las amenazas a mi hermana, durante un instante Alessia atisbo el monstruo que llevaba dentro, un monstruo que pensaba aniquilar en cuanto terminara todo.
- Dino, no me ha gustado lo que he visto – no la culpaba.
- Lo siento de verdad Alessia, es una parte de mí que también odio y estoy deseando deshacerme de ella.
- ¿Cómo piensas hacerlo?
- Ocultándola en lo más profundo de mi ser para que no vuelva a salir.
- ¡Por un momento he creído que lo ibas a matar!
- No lo hubiera hecho.
- ¿Cómo sabes que no lo hubieras hecho?
- Porque te lo prometí a ti.
Alessia me miro fijamente a los ojos, podía notar como me taladraba con ellos, poso su mano en mi rostro y me dijo que me creía. No la mentía, no tenía intención de matarlo, pero también tengo que reconocer que al tenerlo delante casi pierdo el control, si no hubiera estado Alessia presente no sé lo que hubiera pasado. Volvimos a casa, ahí seguían los tres viendo la serie embelesados. Nos saludaron de forma mecánica sin dejar de mirar a la pantalla del televisor.
- ¿Está interesante la serie? – dije serio.
- Lo siento hermanito - Gianna paro el episodio y los tres se levantaron para saludar.
Irina saludó, pero tenía una tristeza que dolía en su rostro, Tomasso me comento que estuvieron hablando, que llevaba semanas sin ver a su padre y casi no había hablado con él.
- Habla con Gregor Dino, su hija le necesita – dijo Tomasso mientras salía de casa.
- Así lo aré, descuida.
- Chicas, la siguiente vez que venga seguimos con el maratón – dijo un sonriente Tomasso.
- !Sí! - dijeron las dos con una sonrisa en el rostro.
La sonrisa a Irina le duro lo que tardo Tomasso en salir por puerta, disculpándose de todos se fue directa a su habitación.
- Hermanito Irina echa mucho de manos a su padre.
- Lo sé, hermanita, hablaré con él.
- Sabes, con una llamada sería suficiente para Irina, pero últimamente no hace ni eso.
- Yo me encargo, te lo prometo.
Gianna se fue a la habitación para estar con su amiga, Alessia me dijo que se ducharía ella primero,
aproveche eso para llamar a Gregor.
- Hola Dino, ¿va todo bien?
- No Gregor, Irina echa de menos a su padre.
- ¿Te crees que yo no la echo de menos?, esto lo estoy haciendo para mantenerla a salvo.
- Pero ella no lo sabe, ¡díselo!
- Hemos pensado en volver a Madrid en dos días – dije.
- No, quedaros en Italia, mi hija estará más segura allí.
- ¡No conseguirás ganar solo!
- ¿Recuerdas nuestro plan de contingencia?
- Claro que si, Gianna e Irina son lo primero.
- Las dos son fuertes, Dino, eso lo sé, pero si este monstruo les echa la mano encina…
- Me quedaré aquí, pero será tu funeral maldito estúpido.
- Sé que no soy un luchador como tú, pero soy más listo – Gregor empezó a reírse.
- Ya te vale, llama a Irina, eso es innegociable.
Gregor llamó a su hija, hablaron durante un par de horas, eso fue suficiente para que la tristeza de Irina desapareciera. Gregor quería pagarme por proteger a su hija, le dije que Irina era como una hermana pequeña para mí y que no aceptaría ese dinero. Durante los últimos años había podido ahorrar dinero así que entre eso y el sueldo de Alessia íbamos tirando, después de que derrotáramos a Kovac me pensaría la oferta que me había hecho Tom. Cuando me dijo de unirme a la Interpol me entro la risa, pero la verdad es que ya no tenía ninguna razón para seguir en los bajos fondos.
Pasaron dos semanas cuando una noche empezó a sonar mi móvil, eso nos despertó a los cuatro, al mirarlo vi que la alarma en la casa de Gregor en Madrid se había activado, eso no era nada bueno, Irina y Gianna vinieron a nuestro cuarto corriendo muy preocupadas. Lo que no sabía era que el móvil de Irina también estaba conectado a aquella alarma, Contenía las lágrimas a duras penas, me acerque a ella y la abrace, fue entonces cuando sus diques se rompieron dando paso a un torrente de lágrimas.
- Tu padre es fuerte Irina.
- No dejes que le pase nada Dino – Irina no dejaba de temblar.
- Lo intentaré con todas mis fuerzas.
Mi respuesta hizo sonreír a Irina que se enjuagaba las lágrimas mientras Gianna la abrazaba. Llame a Tomasso este me dijo que en una hora estarían en casa, que dejaran la protección de las chicas en sus manos, esta vez no vendría solo, los hombres y mujeres más peligrosos de la ciudad protegerían a las chicas. Tardaron más o menos una hora en llegar, si alguien se acercaba a mi hermanita e Irina con malas intenciones no viviría para contarlo.
Greta lideraba a su familia con mano de hierro, pero tenía un gran aprecio por Gianna, ella no pudo ser madre y veía a mi hermana como la hija que le hubiera gustado tener. Me dijo que su avión privado estaba listo para despegar, gracias a Greta podríamos llegar mucho antes de lo previsto a Madrid, tal vez eso podría inclinar la balanza, Gregor tenía unas claves personales con lo que controlaba sus finanzas, Kovac necesitaría esas claves si quería controlar el territorio.
Kovac torturaría a Gregor para obtenerlas, esperaba que aguantara lo suficiente para que llegáramos a ayudarlo, Alessia estaba preparando su fusil de francotiradora.
- Déjame a mi adiestrador a mí, conozco su punto débil y le va a costar caro.
- ¿Vas a matarlo? - pregunté.
- No necesito matarlo para vencerlo, usaré algo que él me enseñó contra el mismo.
- Vas a Matar a Kovac, ¿Dino?
- No creo que me deje muchas alternativas.
- Confió en ti, pero haz lo que sea necesario para Salvar a Gregor, Irina necesita a su padre.
Con esa última frase de Alessia el capitán nos avisó que estábamos a punto de aterrizar, Alessia iría a casa de Gregor, sabía que su adiestrador estaría allí escondido para abatirnos. Gregor y yo teníamos unos implantes con GPS que nos implantamos años atrás, eran irrastreables, encendí el monitor que me daba su posición con unos metros de error.
ALESSIA
La ira me comía por dentro, ese hombre que me adiestro y me enseño todo lo que sabía había resultado ser un traidor. Fue el único aparte de Tom que creyó en mí y me animo cuando lo tenía todo en contra. Fui la uncia que consiguió igualar su mejor disparo a dos mil metros de distancia, ahí radicaba su punto débil, Matthew que así es como se llamaba, solo acertaba en una situación concreta, con el viento a favor y en la posición más ventajosa para él, sus aciertos solían rondar el cuarenta por ciento.
En mi caso los aciertos eran en un ochenta por ciento de las veces, con indiferencia de la posición y el viento. A Unos quinientos metros de la casa de Gregor, había un montículo de unos cien metros de altura, entre el montículo y la casa no había nada por lo cual tendría un disparo claro. Detuve el coche a unos mil quinientos metros de donde estaban construyendo un edificio. Sabía que Matthew no elegiría ese lugar, puesto que había mucho árbol que le dificultaría el disparo, en mi caso eso no era ningún problema, entrene durante años para conseguir acertar a mi objetivo fuera cual fuera la dificultad del disparo.
Las balas que disparan estos rifles alcanzan una velocidad superior al del sonido, no había chaleco antibalas que pudieran detenerlas, las balas estarían impregnadas con tetrodotoxina en la cantidad justa para paralizarlo, pero sin causarle la muerte. Matthew merecía un castigo ejemplar y la muerte sería un regalo. El edificio constaba de cuatro plantas que todavía eran un esqueleto, subí a la cuarta planta, desde allí podría disparar entre las ramas ocultando el fogonazo del disparo. Coloque el rifle en su sitio, me tumbe sobre el suelo y mire por el visor, allí estaba Matthew justo donde predije que estaría. Mi primer disparo fue sobre su arma, partiéndola por la mitad haciendo que Matthew se levantara instintivamente para ponerse a salvo, eso me dejo vía libre para el segundo disparo, la bala le rozo el cuello lo suficiente para que la tetrodotoxina entrara en su torrente sanguíneo paralizándolo.
Salí de aquel edificio hacia la dirección en la que se encontraba Matthew, al llegar me lo encontré tumbado en el suelo, podía respirar con cierta dificultad. De haberme pasado con la dosis hubiera sufrido una parada cardio respiratoria que lo hubiera llevado a la muerte. Ate sus manos a la espalda y también los pies, podía sentir su mirada de odio clavada en mí. Matthew no esperaba que hubiera estudiado todos sus movimientos, además de descubrir sus puntos débiles, estaba acostumbrado a esconderse y disparar, nunca se le pasó por la cabeza que un día él sería la presa en vez del cazador.
Lo arrastré hasta llegar al coche donde lo metí en el maletero, la casa de Gregor parecía un colador, pero no había rastro de los cuerpos de sus hombres, mire el móvil, en él había un mensaje de Dino con las coordenadas donde tenían a Gregor. Sabía de primera mano que Dino sabía defenderse perfectamente, pero eso no hacía que estuviera menos preocupada, arranque y apreté el acelerador.
EN UN LUGAR DE SICILIA
Dino se fue a salvar a Gregor, no podía dejar de estar preocupada por él, Gregor y Alessia. Pero me guardé esa preocupación para poder darle apoyo a mi mejor amiga. Irina estaba destrozada, pero lo disimulaba muy bien, al igual que solía hacer yo con Dino para no preocuparlo. Tomasso hablaba por radio constantemente con sus aliados, los hombres de Kovac podían aparecer en cualquier momento y tenían que estar preparados.
Ese momento llegó a las pocas horas, Tomasso vino a nuestra habitación y nos pidió que nos metiéramos en la habitación del pánico, Irina y yo cerramos la puerta, no tardamos en escuchar los disparos, dentro de la habitación había varios monitores que estaban conectados a distintas cámaras, vimos como los hombres de Kovac iban cayendo poco a poco, pero los hombres de Tomasso también caían a la misma velocidad.
En una de las cámaras vimos como Tomasso caía al suelo después de recibir un disparo, estaba vivo, se movió lo suficiente para ponerse a resguardo, pero estaba perdiendo mucha sangre. Pedí ayuda a Irina para mover un armario, detrás de este había una especie de caja fuerte que abrí metiendo una clave. Dentro de la caja había armas, Irina cogió una pistola y su respectivo cargador, insertándolo en el arma de un golpe seco.
- No sabía que sabías usar una pistola.
- Uno de los hombres de mi padre me enseño, creía que a Dino no le gustaban las armas.
- Así es, pero después de lo que me hicieron decidió enseñarme por si acaso.
Me temblaba todo el cuerpo, subimos las escaleras que separaban la habitación del pánico de la primera planta. Parecía que todo el horror se había terminado, pero no fue así, uno de los hombres de Kovac había sobrevivido y apuntaba a Tomasso que se encontraba sentado en el suelo con la pistola descargada.
Las dos levantamos las armas y le gritamos que no hiciera ni un movimiento o le dispararíamos.
- No está mal chicas, pero cuando se quiere matar a alguien se hace no se dice – dijo el hombre de Kovac.
Las dos nos quedamos paralizadas, mis manos no respondían, había llegado nuestra muerte. Intentamos hacernos las valientes, pero a la hora de la verdad habíamos fallado, no hubo lágrimas, cerramos los ojos esperando nuestro trágico final. Lo único que lamentaba era que mi estúpida decisión iba a destruir a mi hermano para el resto de su vida, entonces se escuchó un disparo.
Abrí los ojos y empecé a pasar mis manos por todo mi cuerpo para comprobar que me encostraba bien, Irina estaba haciendo lo propio.
- No está mal chicas, me habéis dado el tiempo suficiente para poder acabar con el último – dijo una herida Greta.
Las dos nos reímos, eso fue hasta que miramos a Tomasso menuda cara de mala leche tenía, nos iba a caer una buena bronca con razón, pero que podíamos hacer, ¿dejarlo morir?
- ¿A vosotras dos quien os ha dado vela en este entierro?, ¿sabéis lo que me harían Dino y Gregor si os llega a pasar algo?
- Lo sentimos Tomasso, pero no podíamos dejar que te pasara nada malo – dije con lágrimas en los ojos.
- Gianna tiene razón, no te enfades con nosotras – dijo Irina llorando a moco tendido.
- Las chicas tienen razón hombre, le han echado un par de ovarios – dijo Greta.
- Tu animarlas – dijo Tomasso mientras era ayudado por Greta.
Lo siguiente que hizo fue abrazarnos y decirnos que se había llevado un susto de muerte, él vio morir a su familia y había estado a punto de volverlo a revivir, no pudo contener las lágrimas. Decidimos que lo mejor sería que no le contáramos nada de esto a Dino, de saberlo le daría un infarto. Fue volver a acordarme de mi hermano y volver a sentir como si una garra me apretara las entrañas, tenía un mal presentimiento que no podía quitármelo de la cabeza, esta vez fue Irina quien me consoló a mí.
Tomasso llamo a Tom, este le comento que los esperáramos, después nos trasladarían a un lugar seguro, quería contactar con Dino, pero sabía que no era buena idea distraerlo, eso pondría su vida en peligro, estaba muy preocupada, pero sabía que mi hermano volvería a mí. Esperaba que Gregor también volviera al lado de Irina, solo nos quedaba esperar y confiar en ellos.
DINO
Alessia y yo fuimos a un almacén donde Gregor guardaba armas y vehículos, Alessia cogió un par de pistolas, yo, sin embargo, opte por un arco, flechas y cuchillos, Alessia me miraba curiosa.
- ¿Por qué un arco y flechas?
- Porque matan igual y hacen menos ruido.
Alessia sonrió, el arco que tenía en mis manos era un arco compuesto con una polea en cada extremo, las poleas le daban mayor potencia reduciendo la fuerza que había que ejercer para tensar la cuerda. Este modelo que tenía en mis manos podía lanzar las flechas a velocidades superiores a trescientos kilómetros por hora, siendo eficaz hasta los trescientos metros de distancia. Mientras Alessia eligió uno de los coches yo elegí una moto, después de darnos un beso separamos nuestros
caminos, no tenía miedo por ella, sabía que saldría vencedora, la verdad es que tenía más fe en ella que en mí mismo.
Tarde más o menos veinte minutos en llegar a una urbanización a medio construir que Gregor compro para terminar las casas que pasarían a ser casas de protección oficial. Detuve la moto a unos quinientos metros, la escondí y me resguardé detrás de unos containeres de construcción. El GPS me indicaba que Gregor se encontraba en el edificio más grande, una especie de almacén, la verdad es que Kovac no era tonto, no había un alma a cincuenta kilómetros a la redonda, nadie escucharía los gritos de Gregor.
Su gran error fue que yo si los estaba escuchando, me puse en marcha, cogí una de las flechas del carcaj, tense el arco y dispare la flecha hacia unos de los hombres que vigilaban el perímetro. La flecha traspasó su garganta limpiamente haciendo que esta cayera hacia atrás, por suerte para mí, todo ese almacén estaba rodeado de grandes árboles, que me servirían para ir moviéndome mientras lanzaba las flechas.
El siguiente se encontraba a cincuenta metros, me resguarde detrás de un árbol que se encontraría a unos cien metros de mi objetivo, este saco una radio para llamar a su compañero, no le dio tiempo, la flecha perforo la radio entrando por su garganta, dejándolo clavado en la pared. Tenía vía libre para adentrarme hasta llegar al almacén, por suerte los demás hombres del Kovac estaban repartidos por esa urbanización fantasma lejos del Almacén y ninguna se había percatado de mi presencia. Mande un mensaje a Alessia para que avisara a Tom y este viniera con la caballería.
Alessia me contesto que ella estaba a punto de llegar, se subiría a una de las grúas para cubrirme las espaldas. Espere a que Alessia llegara mientras escuchaba los gritos de Gregor, me costó no dejarme llevar entrando a lo loco, pero sabía que de hacer eso los dos estaríamos condenados, no me quedaba más que esperar. Alessia no tardó, me mando un mensaje para decirme que estaba en su puesto y tenía vía libre
Con mucho sigilo me acerqué a la puerta de entrada del Almacén, Gregor se encontraba en el centro siendo torturado por un hombre de aspecto desaliñado mientras Kovac se reía y gritaba que él sería el nuevo dueño de Madrid. La primera flecha entró en el ojo derecho del torturador matándolo en el acto, después lance dos seguidas que impactaron en ambos hombros de Kovac clavándolo contra la pared, Kovac gritaba de dolor, otras dos flechas para cada unos de sus muslos y dos más para clavar sus brazos en la pared, ya no se podría moverse, Me acerque a él y lo amordace para amortiguar sus gritos, luchaba pero estaba atrapado.
Viéndolo así no parecía tan peligroso, pero lo mejor era no bajar la guardia, me acerqué a Gregor estaba destrozado, no describiere aquí el estado de su cuerpo, solo diré que tenía todo el cuerpo lleno de cortes, uno de ellos grande y profundo por donde estaba perdiendo mucha sangre, intente detener la hemorragia, Gregor me pidió que parará.
- No voy a parar de ejercer presión por mucho que te duela.
- Déjalo, los dos sabemos que ya es demasiado tarde.
- Tienes que luchar por Irina, que será de ella – no podía contener las lágrimas al ver que mi amigo se me iba.
- Lo siento de verdad Dino, tenías razón, subestime a Kovac y no volveré a ver a mi pequeña, prométeme que cuidaras de ella – Las lágrimas de Gregor se mezclaban con su sangre.
- ¡No te voy a prometer nada porque tú vas a salir con vida de aquí!
- Déjalo Dino, ¡que lo dejes!
- Siento haber llegado tarde, lo siento de verdad – apretaba los dientes maldiciéndome por no haber llegado a tiempo.
- Tú has llegado justo a tiempo para que yo me pueda ir en paz, di las palabras.
- Te prometo que cuidaré de Irina con mi propia vida.
Esas fueron las últimas palabras que escucho Gregor antes de morir, pero se fue con una sonrisa en el rostro sabiendo que su hija lo que más le importaba en esta vida estaría a salvo junto a las personas que la querían tanto como la quiso él. Todo mi cuerpo temblaba de la ira que estaba sintiendo, Kovac empezó a reírse, la mordaza ahogaba esas risas, pero solo hacía falta mirarle a los ojos para saber que estaba disfrutando de ese momento.
Gire mi rostro para mirarlo, cogí uno de mis cuchillos y apretando los dientes me dirigí hacia él. Según me acercaba las risas de Kovac eran más apagadas, hasta que cesaron justo cuando me detuve a escasos centímetros.
- ¿Sabes lo que más me apetece?, abrirte en canal y hacer que te comas tus propias entrañas antes de que mueras - clavando mi cuchillo ligeramente en su estómago.
Kovac ya no se reía, podía ver terror en su mirada, podía haberlo hecho, pero eso me convertiría en alguien como él. No estaba dispuesto a perder a mi familia por un gusano como Kovac, solté el cuchillo para darle un puñetazo con todas mis fuerzas, el golpe fue tan fuerte que le rompí la mandíbula, ahora de su boca solo salían sonidos inteligibles. Escuche como entraba alguien, rápidamente cogí el arco que había depositado en el carcaj para tensarlo, apuntando hacia donde estaba el intruso, esta no era otra que Alessia.
La mirada de Alessia se entristeció al ver el cadáver de Gregor, entre los dos soltamos sus manos y pies de la silla donde lo habían atado, lo tumbamos con sumo cuidado en el suelo para después taparlo con una lona que se encontraba tapando unas cajas de aquel almacén.
- Lo siento de verdad Dino, pobre Irina – Alessia empezó a llorar sabiendo en sus propias carnes lo mal que lo iba a pasar.
- Nos ha legado su bien más preciado su hija – dije esas palabras mientras posaba mi mano sobre el pecho de mi amigo.
- No sé cómo vamos a salir de aquí, se me han acabado los planes – dije abatido, pensando que tal vez tampoco podría volver a ver a Gianna.
- He abatido a la mayoría, los que quedaban han salido huyendo una vez han escuchado las sirenas.
- ¿Qué sirenas?
Estaba tan absorto por el dolor de la muerte de Gregor que no escuche como unas sirenas se iban acercando hacia nuestra posición. Eran Tom y sus hombres, venían para nada, Gregor estaba muerto y no se llevarían a Kovac, no dejaría a esa escoria en manos de una burocracia con demasiadas grietas.
- Buen trabajo, habéis detenido a Kovac y tú no lo has matado – dijo Tom.
- Ganas no me han faltado, Tom, di a tus hombres que no toquen a Kovac, yo me encargaré de él.
Uno de los hombres de Tom se acercó gallito a dejarme claro lo que pensaba de mis palabras, lo único que consiguió es terminar sentado en el suelo después de recibir un tortazo.
- Tom no dejaré a Kovac en manos de una burocracia caduca, solo necesitará una pequeña grieta para librarse de la cárcel, hemos sacrificado mucho para poder detenerlo, tengo el sitio idóneo para encerrarlo y tirar la llave. En los Balcanes existe un poblado tan pequeño que no aparecía en los mapas, en el Kovac creo una mazmorra donde metía a los familiares de sus enemigos. Después cogía a su enemigo y le obligaban a estar ahí viendo como se morían de hambre, de frío sin poder hacer nada.
- ¿Cómo sabes que esas personas son de fiar?
- Todos y cada uno de los supervivientes de ese poblado tuvo que presenciar la horrible muerte de toda su familia, son los indicados.
- Podría sobornarles, Dino es una locura.
- Todos son sordos y mudos, Kovac los mutilo para acrecentar su sufrimiento.
- ¿Cómo has podido comunicarte con esa gente?
- Lengua de signos.
- Kovac podría conocerlo, no lo veo Dino.
- Ellos desarrollaron su propio lengua de signos, te aseguro que me costó mucho aprenderlo.
- Dino…
- No te estoy pidiendo permiso Tom, te digo lo que va a pasar y por cortesía.
- Tom, no te irás con las manos vacías, en el maletero de mi coche encontrarás a Matthew – dijo Alessia.
Saque mi móvil y mande un mensaje, no tardo en llegar un coche, de él salieron dos hombres para llevarse a Kovac, Tom pudo observar como la mirada de esos hombres estaba muerta, conocían muy bien el sufrimiento y harían sufrir a Kovac hasta el último día de su muerte, para hacer la mazmorra perforaron la roca de la montaña y los barrotes eran de acero reforzado de diez centímetros de espesor, estaba diseñada para que una vez entraras no pudieras volver a salir.
Kovac comería una vez al día, lo suficiente para poder sobrevivir, pero sin las fuerzas necesarias para luchar contra el castigo que se había ganado a pulso. Llego la hora de volver, los hombres de Tom metieron el cuerpo de Gregor en un ataúd, después nos ayudaron a meterlo en el avión de Greta. Greta, Tomasso, Gianna e Irina nos esperaban en el aeropuerto, la sonrisa a Irina le duro lo que tardo en vernos a Alessia y a mí. No hizo falta decir nada, Irina cayó de rodillas al suelo gritando a pleno pulmón, hice lo único que podía hacer, me agache y la abrace con todas mis fuerzas dejando que las lágrimas aliviaran el grandísimo dolor que estaba sintiendo. Los siguientes días los paso metida en su habitación tumbada en la cama llorando, no quería ver a nadie, no quería comer, solo quería estar ahí sola, al final fue Gianna desoyendo las palabras de su amiga la que entro en la habitación tumbándose a su lado para poder abrazarla y llorar junto a ella.
Poco a poco con la ayuda de todos Irina fue mejorando, empezó a comer a dar paseos, poco a poco fue recuperando las ganas de vivir. Lo primero que hizo cuando se recuperó fue renunciar al territorio de su padre, ella quería labrar su propio futuro, no seguir el legado de su familia que le había costado la vida a su padre, concertó una reunión con Greta y Tomasso.
- Gracias por venir – dijo Irina.
- ¿Qué hacemos aquí? - pregunto Tomasso.
- Greta, quiero legarte el territorio de mi padre, sus cuentas y empresas, estas son las claves que necesitaras para hacer las transacciones.
Greta se quedó con la boca abierta, Tomasso sonrió, cualquier otro hubiera aceptado esa herencia lleno de codicia, pero Irina no quería saber nada.
- ¿Estás segura Irina?, ¿por qué yo?
- Porque protegiste nuestras vidas cuando no tenías obligación de hacerlo, confió en ti y sé que ese territorio estará en buenas manos.
- ¿Y Tomasso? - pregunto Greta.
- Él será la persona que te proteja.
- No entiendo… - dijo Greta.
- Mi padre no tenía a nadie quien le protegiera y termino muriendo.
- Irina, tu padre tenía a Dino – contesto Greta.
- No, Dino era amigo de mi padre, pero él estaba para protegernos a Gianna y a mí, Tomasso estará para protegerte, si es que acepta.
- Acepto – dijo Tomasso con una sonrisa.
Después de las firmas de los contratos bajo la mirada de un notario, Irina se desvinculó del negocio familiar, al terminar todos nos dimos cuenta de que se había quitado un gran peso de encima, además de asegurarse de poner a personas que podrían defender el territorio por si otro loco como Kovac aparecía, una vez terminado con esas gestiones a mí me quedaba algo por hacer antes de empezar nuestra nueva vida, antes de viajar a Sevilla pase por el cuartel general de Kovac en los Balcanes, no había nadie, todos desaparecieron al saber de la derrota de su jefe.
Me dirigí a los archivos con la intención de buscar cierto contrato, una vez que lo encontré puse rumbo a Sevilla, tenía que cumplir la promesa que le hice a Candela, le prometí que la liberaría de ese monstruo y lo había conseguido, Durante el viaje estuve ensayando lo que iba a decir a Candela, en cierta forma hice que se ilusionara y ahora tenía que decirle que Alessia había vuelto a mi vida y estaba perdidamente enamorado de ella, como se dicen estas palabras sin romper su corazón en mil pedazos, entre pensamiento y pensamiento llegue frente al portal de su casa. No tarde mucho en aparcar, cogí el sobre y me dirigí a tocar el portero automático, no tardaron en contestar, era Candela.
Su voz sonaba apagada y triste, me parecía que había elegido el peor momento para darle más malas noticias, cuando salí del ascensor Candela se encontraba en la puerta esperándome, no tenía buen aspecto.
- ¿Qué ocurre Candela?, ¿Patri está bien?
- Si, solo es que estoy cansada, desde que firme ese contrato no he parado ni un momento.
- Entonces esto te alegrará.
Le entregué el sobre que cogió con las manos temblorosas.
- Mi contrato – los ojos de Candela se iluminaron.
- ¿Esto es lo que me imagino?
- Así es, eres libre.
- ¿Cómo lo has conseguido?
- Venciendo al monstruo, Candela tengo algo que decirte.
- Lo sé, has vuelto con Alessia, Kovac me lo restregó por la cara mientras me follaba de forma salvaje.
- Lo siento mucho Candela, nunca fue mi intención hacerte daño – Candela poso su dedo en mis labios.
- No lo has hecho, prometiste que me librarías de él y lo has cumplido, estoy acostumbrada a hombres con promesas vacías y que tú hayas cumplido la tuya me hace muy feliz.
No hubo más palabras solo un abrazo de despedida, era una mujer auténtica que merecía encontrar la felicidad, rompimos el abrazo con una sonrisa en el rostro. Era hora de regresar junto a Alessia, Gianna e Irina. Irina heredó la casa que su padre compro en Sicilia al lado del mar, tenía unas vistas preciosas, su intención era incinerar a su padre y esparcir las cenizas sobre la playa para que pudiera estar cerca de nosotros.
Irina fue la última en salir, todos la esperábamos en la playa vestidos de riguroso negro, Alessia, Gianna, Greta, Tomasso y yo. Irina portaba la urna con las cenizas de su padre en las manos, Gianna tenía entre las suyas la carta que Irina había escrito para despedir a su padre. Mi hermanita fue la encargada de leerla mientras Irina lanzaba las cenizas al viento para que este las repartiera por todo el lugar.
Fue una ceremonia de despedida preciosa, ahora tocaba curar las heridas y empezar una nueva vida, una vida llena de felicidad al lado de las personas que más quería en este mundo.
Fin.