Confianza ciega 2
Empecé a dar pasos hacia atrás, no lo pude evitar, mi intención era poner la mayor distancia entre ese hombre al que no le podía ver la cara y yo.
- ¿Quién eres?–pregunte–, ¿Y qué quieres?
- ¿Recuerdas lo que te prometí?–pregunto el hombre–. Que estaría cuando más me necesitaras.
Al mover el paraguas pude ver su rostro con claridad, era Damián, estaba más guapo que nunca, me moví con rapidez y lo abrace con todas mis fuerzas empezando a llorar como nunca lo había hecho.
- ¿Cómo sabías que estaría aquí?–pregunte–. ¿Cómo te has enterado de lo ocurrido?
Damián saco su móvil abriendo el WhatsApp, en él había una conversación donde le había escrito que había pasado algo muy malo y lo necesitaba, sacando el mío también abrí el WhatsApp dándome cuenta de que lo escribí durante el trayecto ente mi casa y la comisaria. La verdad es que ni me acordaba de haberlo hecho, pero si me alegraba de ello, Damián me pidió que le sujetara el paraguas para acto seguido quitarse la gabardina y dármela a mí.
- Ponte esto Aurora–dijo Damián–. Si no cogerás un resfriado.
- Gracias–conteste–. La verdad es que estoy helada de frío.
- Venga vamos a casa–contesto Damián–. Mis padres están muy preocupados.
- ¿Marta y Tomás están aquí?– pregunté.
- Si han venido para el funeral–dijo Damián–. Pero al igual que yo, sobre todo hemos venido para estar a tu lado.
No pude evitar volver a abrazarlo, me alegraba tanto que hubiera venido, cobijándonos debajo del paraguas llegamos hasta su coche. Una vez dentro Damián encendió la calefacción haciendo que mi cuerpo recuperara el calor que había perdido durante todo el tiempo que estuve sentada en ese parque bajo la lluvia.
No podía evitar mirarle de reojo, esa barba de cuatro días le hacía todavía más atractivo. No tardamos en llegar a su casa, dentro esperaban Marta y Tomás, para ellos los años no habían pasado, estaban tal como los recordaba.
- Lo siento mucho Aurora–dijo Marta mientras me abrazaba.
- Yo tampoco me lo creo–dije–. Ver en una grabación como tu padre mata a tu madre te marca.
- ¿Cómo?–pregunto Tomás–. Que tu padre…
- Así es–conteste–. Siento que nunca conocí a mi padre, que él me mostró una fachada muy distinta a la realidad.
- ¿Tal vez el video estuviera trucado?–pregunto Marta.
- No lo sé–conteste–. Pero eso da igual, porque una vez lo vi se borró para siempre.
-Nada se borra para siempre en internet–dijo Damián–. Tú déjalo en mis manos, ya verás como recupero ese video y así podremos comprobar si paso de verdad o alguien quiere que tú así lo creas.
Mientras Marta y Tomás terminaban de preparar la cena Damián me acompaño hasta el cuarto de baño, abriendo un armario que tenían en el pasillo cogió una toalla diciéndome me diera una ducha mientras ellos terminaban de preparar la cena. Qué diferente era estar en esta casa que en la mía, su relación era cálida, no tenían problemas en demostrar lo mucho que se querían.
Sin embargo, en mi casa las cosas eran muy distintas, nuestra relación era fría, gélida diría yo. No recuerdo la última vez que mis padres me dieran un abrazo, de habérmelo dado tendría que haber sido cuando era muy pequeña, puesto que no tengo recuerdos de ello, el agua caliente estaba consiguiendo que todos los músculos de mi cuerpo se relajaran.
Me hubiera pasado toda la noche metida en esa ducha, pero no podía ser además tenía que comer algo. Prepararon una cena como para un regimiento, pero tengo que reconocer que me supo a gloria, después de cenar empecé a sentir los estragos de la tensión que había ido acumulando durante esos días, Damián dándose cuenta me acompaño a su habitación.
- Duerme en mi cama–dijo Damián–. Yo dormiré en la habitación de invitados.
- No es necesario Damián–conteste–. Puedo dormir tranquilamente en el cuarto de invitados.
- Hazme caso Aurora–contesto Damián–. Mi cama es mucho más cómoda y a ti te hace falta descansar.
La verdad es que razón no le faltaba, una vez dentro de la cama no tarde en conciliar el sueño por primera vez en los últimos días. Me levanté temprano, tenía que ir a hacer los preparativos para el funeral. Damián ya se había levantado para preparar el desayuno y acompañarme a hablar con el seguro de decesos, Marta y Tomás irían a hablar con la iglesia. Al final decidí incinerarlos y lo harían dos días después por haber un fin de semana de por medio.
A la cremación solo fuimos Marta, Tomás, Damián y yo, el funeral fue otra cosa, allí se encontraban familiares que no conocía de nada, pero todos se acercaron a darme sus condolencias con educación, incluso el hermano de mi padre con el cual no se hablaban desde hace años. Lo que más llamo la atención fue mi entrada a la iglesia, lo hice cogida de la mano de Damián, mano que no solté en ningún momento. Gabriel tuvo la desfachatez de ir, si Damián no me llega a sujetar lo hubiera abofeteado.
Todos mis familiares me dieron el pésame antes de irse, el último en acercarse fue Gabriel que me cito para el día siguiente en su despacho, fue a decir algo, pero mi cara le advirtió que era mejor que se estuviera calladito. Tengo que reconocer que me dejo con una gran curiosidad, esa noche a penas dormí pensando en lo que tendría que decirme. Me levanté cansada de dar vueltas en la cama, había pedido vacaciones en el trabajo para poder hacer todas las gestiones sin prisas, pero tenía un trabajo que había empezado y no me gustaba dejar las cosas a medias, así que utilizaría esa noche para terminarlo.
Para cuando termine los rayos del sol empezaba a entrar por la ventana, me fui a duchar con mucho cuidado para no despertar a nadie y me dispuse a preparar café, el primero en levantarse fue Damián.
- Qué madrugadora–dijo Damián–. Viendo tu cara apostaría que no has dormido mucho.
- Mucho no–conteste–. No he dormido nada.
- ¿Preocupada por lo que te tiene que decir Gabriel?–pregunto Damián–. Procura no entrar en sus provocaciones, no merece la pena.
- Lo sé–conteste–. Pero me saca de quicio.
Damián quería acompañarme y a mí no me pareció mala idea, sabía que Gabriel me buscaría las cosquillas y prefería tenerlo a mi lado para que me contuviera. Una vez de haber terminado de desayunar nos pusimos en marcha, al llegar a la que fue la empresa de mi padre nos acompañaron al despacho de Gabriel este nos esperaba con una sonrisa.
- Veo que te has traído un guardaespaldas–dijo Gabriel–. No me pongas esa cara que es una broma.
- ¡Déjate de bromas y ve al grano Gabriel!–conteste–. No quiero estar aquí más de lo necesario.
- Muy bien–contesto Gabriel–. Tienes dos semanas para sacar todas tus cosas de mi casa.
- ¿Cómo dices?–pregunte–. ¿Desde cuándo es tu casa?
- Desde que firme este documento delante de un notario–contesto Gabriel–. Como podrás comprobar lleva la firma de tu padre, puedes comprobarlo si no te fías.
- ¿Se puede saber qué tiene que ver mi casa con este documento?–pregunte.
- Tu padre me cedió la empresa y todo lo que tuviera que ver con ella–contesto–. Eso incluye la casa, así que como pienso mudarme a ella, bastante que te dejo dos semanas.
Gabriel empezó a reírse, pero la risa se le cortó rápido en cuanto mi mano se estrelló contra su rostro. Gabriel se enfureció, pero cuando fue a arrancarse Damián se puso entre él y yo, Damián le sacaba una cabeza y Gabriel se lo pensó dos veces.
Con un manotazo sobre la mesa nos ordenó que nos fuéramos.
- Esto no va a quedar así–dije–. Are que un abogado revise todo esto.
- ¡Haz lo que te dé la gana!–contesto–. Pero descubrirás que tienes las de perder.
No se equivocaba, fui a donde uno de los abogados de mi padre, este lo reviso todo bien revisado y me dijo lo que ya sabia, la casa familiar estaba a nombre de la empresa por lo cual Gabriel tenía todo el derecho de quedarse con ella, ese no fue el único problema. Durante dos semanas con la ayuda de Damián llevé todas mis cosas a la casa que había alquilado, Con tanto trasto casi no podía ni moverme, pero tenía claro que revisaría todas mis cosas y lo que no necesitara lo donaría o lo tiraría.
Tenía una semana por delante, pero las horas se me hacían eternas sin hacer nada, así que decidí adelantar mi vuelta al trabajo. Mi jefe se alegró, pero en su mirada podía ver que esa sonrisa era fingida y me estaba ocultando algo, esa sensación se fue intensificando con el pasar de los días. No tardo en explotarme todo en la cara, a media mañana mi jefe me llamo a su despacho.
- ¿Ocurre algo jefe?– pregunté preocupada–. Algo me decía que ya conocía la respuesta.
- Lo siento Aurora, pero tu contrato termina a final de mes y he decidido no renovártelo–dijo mi jefe–. De verdad que lo siento.
- ¿Puedo saber el motivo?– pregunté–. ¿He hecho algo mal en mi trabajo?
- No tiene que ver con tu trabajo–contesto mi jefe–. Digamos que estoy recibiendo presiones.
- ¿El tío que te presiona se llama Gabriel?–pregunte–. Estoy en lo cierto, ¿verdad?
- No puedo contestarte a esa pregunta–dijo mi jefe–. Solo sé que varios clientes me han llamado diciéndome que si tú seguías aquí se buscarían otro proveedor, eso me llevaría a la ruina.
Podía ver en su rostro que no mentía, Gabriel había movido sus hilos para dejarme sin trabajo, no era culpa de mi jefe, él poco podía hacer. No me quedo más remedia que aceptarlo, de ponerme cabezona pondría en peligro el puesto de trabajo de todos mis compañeros, pero si algo tenía claro era que Gabriel me las iba a pagar.
- No se preocupe jefe–dije–. Para final de mes dejaré mi puesto de trabajo.
No podía disimular mi decepción, creí que había conseguido librarme de esa garrapata, pero no le valía con quedarse con todo, no se quedaría a gusto hasta que me viera hundida en la mierda, pero no le iba a dar semejante gusto. A media mañana llame a Damián para saber si podía librar a la hora de comer, me dijo que él era el jefe así que no tendría problemas.
Elegí un bar discreto donde daban muy bien de comer, pedí que me dieran la mesa que estaba más alejada de esa manera podría hablar con Damián sin preocuparme de que alguien pusiera la oreja. Damián tardo más o menos un cuarto de hora en llegar, llevaba un traje gris con un abrigo a juego, estaba guapísimo.
- Por tu cara veo que algo se ha torcido–dijo Damián–. Cuéntame.
- Gabriel ha movido sus hilos y me he quedado sin trabajo–conteste–. Más bien me quedo sin trabajo a final de mes.
- Eso es bueno–contesto Damián.
- ¿A si?, explícame en que es bueno–conteste–. No entiendo a que viene tanta alegría.
- Al hombre al que le compre la empresa se va a jubilar, a mí se me da bien diseñar, no dirigir una empresa–dijo Damián–. Espero que tú me ayudes con eso.
- ¿Quieres que dirija tu empresa?–pregunte–. ¿Estás seguro?
- Totalmente–contesto Damián–. No confió en nadie como confió en ti.
Me queda sin palabras, aunque había hecho ese trabajo para mi padre no dejaba de ser una novata, de repente empecé a sentir un gran peso sobre mis hombros, pero viendo el brillo que tenía Damián en los suyos acepte. Sabía que si los dos trabajábamos en tándem todo saldría bien. Le concedí esas dos semanas a mi jefe para que le diera tiempo a contratar a alguien que me sustituyera, lo primero porque mi futuro estaba asegurado y lo segundo porque el pobre hombre no tenía la culpa.
Llego el primer día en mi nuevo trabajo, sabiendo quién iba a ser mi jefe no tendría por qué estar nerviosa él confiaba en mí, pero la realidad es que estaba como un flan. Tenía miedo de no estar a la altura, pero lo que más me preocupaba era que Gabriel hiciera un movimiento que terminara por perjudicar a Damián, este no parecía estar preocupado de eso, lo primero que hice fue firmar mi contrato y lo segundo Damián me acompaño a mi despacho, era el despacho que tenía mi predecesor.
Era un hombre ordenado y eso me gusto, solo tuve que echar un vistazo a la mesa para darme cuenta. Sobre la mesa tenía un dosier sobre un nuevo cliente, era una empresa japonesa que estaba interesada en uno de los chips que Damián estaba desarrollando. Durante semanas me estudié a fondo el dosier y las costumbres japonesas, quería que la delegación que mandara esa empresa japonesa se sintieran como en casa.
Por suerte tuve todo listo a tiempo, elegí un hotel que sabía que les gustaría y reserve mesa para los mejores restaurantes de comida japonesa de la ciudad. Los japoneses tienen una cultura distinta a la nuestra, investigue día y noche para que no metiéramos la pata, también prepare una presentación que haría en conjunto con Damián. Fue un trabajo muy duro, pero mereció la pena ver la sonrisa de oreja a oreja que se le puso a Damián al ver la presentación que había preparado, primero empezaría yo y después entraría Damián explicando los pormenores del chip.
Otra cosa que gusto mucho a Damián fue el dosier que le deje sobre su mesa para que se estudiara las costumbres japonesas y no metiera la pata, una falta de respeto aunque está fuera sin ninguna mala intención podía llevar la negociación al traste.
- Has hecho un trabajo soberbio Aurora–dijo Damián–. Ni tu predecesor fue tan meticuloso, sabía que eras perfecta para este puesto.
- No me alagues todavía que la cosa acaba de empezar–conteste–. Espero que luego no tengas que arrepentirte.
- Sé que no lo haré, el hotel un acierto, los restaurantes también–dijo Damián–. Además del dosier con las costumbres, no has dejado nada al azar, estoy muy orgulloso.
Se acercó a mí y acercando sus labios a los míos me dio un piquito, fue muy leve, pero suficiente para que una corriente eléctrica recorriera mi espalda haciendo que mi coñito se convirtiera en un estanque. Lleve mis dedos a mis labios y sonreí, después mire a Damián.
- ¿Y esto?– pregunté–. Tus empleados van a pensar mal.
- Nuestros empleados–contesto Damián–. Que piensen lo que quieran, llevamos demasiados años haciendo el tonto y la vida es muy corta.
Después de decirme eso, en su rostro apareció una de las sonrisas más bonitas que había visto en mi vida, después se puso serio y me dijo que esa noche me pusiera muy guapa que me invitaba a cenar, puesto que teníamos algo muy importante que celebrar, cuando le pregunte que era lo que teníamos que celebrar me dijo que no fuera impaciente y esperará a la noche.
Me empecé a preparar con tiempo y saque mi mejor vestido, quería estar radiante para Damián. Fue puntual como un reloj Suizo, cuando abrí la puerta de mi casa y le vi vestido con un impecable traje me quede sin respiración, él también se quedó con la boca abierta. Poco a poco nos fuimos acercando para que nuestros labios se juntaran en un apasionado beso.
- ¿No estarás intentando engatusarme?– pregunté–. El beso de esta tarde, el pedazo de morreo de ahora.
- Que pasa–contesto–. ¿No puedo besar a mi novia?
- ¿Tu novia?– pregunté–. ¿Desde cuándo?
- Toda mi vida–contesto–. Te amo desde la primera vez que cruzaste la puerta de mi casa.
No pude contenerme, me daba igual que se arrugara el vestido, que se estropeara el peinado, lo abrace con todas mis fuerzas.
- Yo siento lo mismo–dije–. Me has hecho muy feliz, lo sabes, ¿verdad?
- Tú también me haces muy feliz–contesto Damián.
Salimos de mi portal cogidos de la mano, nos montamos en su coche en dirección al restaurante al que cenaríamos, era uno de los restaurantes japoneses que había elegido. La verdad es que no nos decepcionó, la comida era exquisita y el trato inigualable. Una vez terminamos de cenar, pensábamos ir a tomar una copa, pero Damián decidió que tenía otros planes que nos gustarían más. Entramos en un hotel cercano al restaurante, era un hotel con grandes ventanales la verdad es que era muy bonito.
En estos momentos me encontraba recibiendo las embestidas de Damián mientras me apoyaba a la enorme cristalera de nuestra habitación. Hacía poco rato que había comenzado una tormenta con viento, lluvia y relámpagos. Cada vez que un relámpago se estrellaba contra el suelo la luz que generaba hacía que mi rostro se reflejara en el cristal y la visión que tenía de mí era del el verdadero placer.
Sentía cierta vergüenza de poder ser observada, pero en contraste a esa vergüenza poco a poco crecía un calor que aumentaba el placer que estaba sintiendo. Damián me penetraba como si no hubiera un mañana, usando una de sus manos para darme placer en el clítoris y la otra que estrujaba y estiraba uno de mis pezones haciendo que me corriera como un grifo, De no haberme sujetado me hubiera caído al suelo.
Apoye mi espalda en el frío cristal, la verdad es que ese frío me vino bien para relajarme, pero al abrir los ojos pude ver como Damián seguía duro como una roca, yo me había corrido tres veces y él todavía no se había corrido ninguna. Mirándolo con mirada pícara me arrodillé dejando su polla al alcance de mis labios, mi lengua recorrió su herramienta desde el tallo hasta la punta arrancándole suspiros de placer en el proceso, pero lo mejor vino cuando me la metí en la boca y empecé a succionar como si no hubiera un mañana.
No dejaba de mirar sus reacciones, tenía los ojos en blanco del placer que le estaba proporcionando, Damián podía ver como toda su polla desaparecía dentro de mi boca. En una de estas viendo que a Damián no le quedaba mucho para correrse me la metí hasta el fondo. Eso hizo que Damián empezara a correrse su corrida fue tan abundante que estuve a un tris de ahogarme, pero mereció la pena al ver su cara de satisfacción absoluta.
Los dos estábamos agotados, así que nos tumbamos el uno al lado del otro, estaba tan cansada, pero a la vez tan satisfecha que me quede dormida con una gran sonrisa en el rostro. Al día siguiente me despertó Damián en cuanto nos subieron el desayuno a la habitación, lo primero que hice fue darme una ducha y al salir vi el portátil de Damián sobre la mesa.
Empezaba a pensar que este hombre no tenía necesidad de dormir, después del trajín que nos dimos anoche saco fuerzas para ponerse con el proyecto, pero también me vino a la mente el video de la muerte de mis padres. Algo dentro de mí me decía que en ese video tenía que haber algo mal, que mi padre no podía ser el monstruo que vi en aquel video.
- ¿En qué estás pensando Aurora?–pregunto Damián.
- En nada–conteste–. Bueno estaba pensando en el video de la muerte de mis padres.
-Se me ha ocurrido una idea sobre eso–dijo Damián–. Pero vas a tener que confiar en mí.
- ¿De qué se trata?– pregunté–. ¿No piensas contármelo?
- No–dijo Damián–. Necesito que tus reacciones sean lo más naturales posible.
- ¿Me voy a cabrear?– pregunté.
- Si–contesto Damián–. Cuento con ello.
Se me quedo mirando y me indico que me sentara, me empezó a explicar que la empresa de mi padre y su socio fue muy innovadora cuando la abrieron, pero que a mi padre y a su socio se les pasó algo elemental en el mundo de la tecnología. Un producto puede ser el más innovador hoy y estar obsoleto mañana, por eso las empresas tecnológicas tienen que ir renovándose constantemente. Pero eso supone un gasto muy grande en inversiones y mi padre y su socio no estaban dispuestos a ello.
Empezaron a aparecer otras empresas que ofrecían hardware y software más nuevos y mejores con un costo más bajo, por lo cual la empresa de mi padre no podía competir con el agravante de que ya iban muy atrasados como para empezar a desarrollar cosas nuevas. Si querían sobrevivir no les quedaba otra que asociarse con otras empresas que ya habían dado ese salto tecnológico. Algunas decidieron asociarse y otras no.
En ese punto fue donde entro Gabriel en escena, era él el que conseguía que las otras empresas entraran por el aro, si lo hacían por voluntad propia bien, pero si no era así, Gabriel se encargaba de convencerlos.
- ¿Me estás diciendo que mi padre obligaba a las demás empresas a asociarse con la suya?–pregunte–. No tenía ni idea.
- Tu padre se encargó de que tú no lo supieras–dijo Damián–, tú tienes algo de lo que él carecía, conciencia.
- ¿Entonces Gabriel no era más que un matón?–pregunte–. Entonces porque mi padre se lo cedió todo a él.
- Seguramente la desesperación hizo que tomara esa decisión–contesto Damián.
- La empresa que tú compraste también...–dije.
- Así es–contesto Damián–. Por eso durante los siguientes días reviviremos la visita de Gabriel.
- ¿Por qué?–pregunte.
- Las dos empresas estamos intentando ganarnos al mismo cliente–dijo Damián–. A los japoneses.
Lo miré escéptica, no le creía capaz de presentarse en la empresa, pero durante los siguientes días saldríamos de dudas. El condenado tenía razón, pasada una semana Gabriel se presentó en mi despacho con exigencias, más bien amenazas.
- Os estáis metiendo donde no os llaman–dijo Gabriel–. Dejar de importunarnos con los japoneses o lo lamentaréis.
- Ya veo por donde vas–dije–. Tu tecnología no puede competir con la nuestra.
Vi en sus ojos como había dado en el clavo, lo mire sonriente.
- Entonces no tenemos motivos para retirarnos–dije–. Tenemos las de ganar.
Gabriel se levantó de la silla en la que se había sentado perdiendo la sonrisa, parecía una bestia enjaulada andando de un lado para otro, entonces se acercó a mí.
- Mira niñata–dijo Gabriel cogiéndome el brazo con fuerza–. No sabes con quién te la estas jugando, aquí la única que tiene las de perder eres tú.
Me estaba naciendo daño, así que no se me ocurrió otra manera de que me soltara que dándole un tortazo con todas mis fuerzas. Soltar me soltó, después de dar dos pasos hacia atrás su rostro muto, pensé que me mataba, levanto el brazo para sacudirme, pero no sé cómo ni de donde apareció Damián. De un rápido movimiento lo tenía inmovilizado en el suelo, podía oír como crujían las articulaciones del brazo de Gabriel.
Cuando Damián vio que Gabriel estaba más calmado lo soltó, después le dio un sobre.
- Has venido en busca de esto–dijo Damián–. ¡Cógelo y no vuelvas más!
Vi una sonrisa en el rostro de Gabriel, se veía ganador y yo no entendía nada.
- ¿Que había en ese sobre Damián?–pregunte enfadada–. ¡Porque no entiendo nada!
- Los algoritmos de un chip–contesto Damián.
- ¿Le has entregado a Gabriel nuestra carta ganadora?–dije hecha una furia–. ¡No me lo puedo creer!
- Es parte de mi plan–contesto Damián.
- ¿Que plan?–pregunte–. ¿Si es que puede saberse?
- El que nos llevara a esclarecer si el video que viste era real o no–contesto Damián.
Si algo tenía claro era que Damián no daba puntada sin hilo, le había visto trabajar durísimo para llevar a cabo el diseño de ese chip. Me parecía de lo más extraño que se lo entregara sin más, tenía que salir de dudas.
- No le has entregado tu último diseño–dije–. ¿Qué le has entregado?
- Le he entregado el diseño de un chip viable–contesto Damián–. Pero ese chip tiene una falla catastrófica, según pasa el tiempo va adquiriendo temperatura hasta que llega a su límite y se incinera, fue uno de mis errores que me condujo al acierto.
- Pero los algoritmos no son lo importante–dijo Damián–. El pendrive que le he entregado dentro de ese sobre lo es, en él he metido un troyano que me permitirá adentrarme en sus ordenadores y dar con el video.
- Ya veo–conteste–. ¿Pero como sabes que le usara en su ordenador?
- Los ordenadores de la empresa de tu padre trabajan en línea, ¿verdad?–pregunto Damián.
- Así es–conteste–. Ya entiendo, da igual en que terminal lo usen, el virus se propagara por todos los ordenadores.
- Exacto–dijo Damián–. Después será cuestión de tiempo que descubra la verdad.
No podía dejar de mirarlo con admiración, pero con esta conversación se me había olvidado preguntarle algo, que era eso que le ha hecho a Gabriel, lo había tumbado como si nada y casi le rompe el brazo.
- Damián, ¿qué es eso que le has hecho a Gabriel?–pregunte.
- jiu-jitsu clásico, es un arte marcial inventado en Japón–contesto Damián–. Llevo toda mi vida practicándolo, sabes que mi mente nunca descansa, este arte marcial me ayudo a adquirir disciplina y a canalizar todo el estrés tanto mental como físico.
- ¿Cómo eres de bueno?–pregunte–¿podrías enseñarme?
- Tengo cinturón negro segundo Dan o también conocido como Nidan–contesto Damián–. Te enseñaré encantado.
- Nunca me hablaste de esto–dije–. Pensaba que nos lo contábamos todo.
- Lo siento Aurora, a mis padres les parecía un arte marcial muy violento–contesto–. No les gustaba que hablara de ello, temían que la gente me juzgara.
Aquella tarde Damián espero pacientemente a que el virus espía que había dentro de ese pendrive se activara, una vez que se puso en marcha inicio la búsqueda. Damián estaba convencido de que Gabriel se sentía intocable y tendría la prueba del delito en su propio ordenador, un portátil que llevaba a todos sitios y no quitaba la vista de encima solo había que tener paciencia y esperar a que lo conectara en la empresa para que el virus se cargara en él.
Después solo tendría que descargarse las pruebas del delito y lo tendríamos, también me advirtió que lo que estábamos haciendo era un delito y esas pruebas no valdrían delante de un jurado, pero también tenía un plan diseñado para que las pruebas llegaran de forma anónima a cuatro lugares diferentes, a la policía, a los juzgados, a los periódicos de tirada nacional y a todos los clientes de la empresa de mi padre.
Una semana de arduo trabajo es lo que le llevo a Damián en dar con lo que buscábamos, una semana de casi no dormir y apenas comer, pero había merecido la pena. Las pruebas eran dos videos, Damián les pasaría un programa para averiguar si los dos eran falsos, si uno solo lo era o los dos eran verdaderos y no dejaban dudas de que mi padre era un asesino y un cobarde, yo tenía esperanzas de que no fuera así.
Damián no tardó en demostrar que el video que yo vi había sido modificado, también demostró que el otro video era el verdadero.
- Aurora el segundo video es el verdadero–dijo Damián–. ¿Estas preparará para verlo y oírlo?
- ¿Oírlo?– pregunté–. El video que yo vi no tenía audio.
Me senté junto a Damián que me agarro la mano para darme ánimos y fuerza, al darle al play aparecía la habitación de mis padres, tal como ocurrió en el anterior video, pero había algo diferente. Mi madre y Gabriel estaban follando, pero mi padre estaba presente y disfrutando de ver como mi madre disfrutaba con las embestidas que otro hombre le daba desde atrás. La verdad es que ningún hijo quiere saber como se lo montan sus padres y tengo que reconocer que me sorprendió descubrir que mi padre era un consentidor.
La verdad es que me sentí molesta, no de que fuera un consentidor, sino de ocultarlo haciendo ver a los demás que aborrecía esa conducta. Siempre había sentido que entre mis padres había un océano que los separaba, pero en ese video podía ver la felicidad en sus rostros y el cariño con el que se miraban el uno al otro, si algo me estaba quedando claro era que nunca termine de conocer a mis padres y me entristecía descubrir que lo que sabía de ellos no era toda la verdad.
Entendía que este no fuera un tema que quisieran hablar con su hija, pero me hubiera gustado ver esos rostros de felicidad que jamás vi. El video se estaba alargando demasiado y ya me sentía muy incómoda, mire a Damián como diciendo que ya había visto suficiente.
- Ten un poco de paciencia–dijo Damián–. Lo que viene a continuación lo esclarece todo.
- ¿Tú ya lo has visto?– pregunté indignada–. Serás guarro, ¡que son mis padres!
- ¿Cómo querías que confirmara su veracidad?–pregunto Damián–. Por favor confía en mí.
Damián le volvió a dar al play, por fin Gabriel y mi madre dejaban de follar, mi padre se levantó a preparar unas copas para celebrarlo, entonces pude escuchar la conversación que lo esclarecía todo.
- Gabriel tenemos que hablar–dijo mi padre–. He decidido que el control de la empresa se lo cederé a mi hija.
- ¡Que pasa!, ¡te llora un poco y tú te ablandas!–contesto un serio Gabriel–. Me prometiste el control de la empresa, ¡me lo debes!
-Gabriel si tu padre y yo hemos llegado tan alto te lo debemos a ti–contesto mi padre–. Pero no eres más que un matón, a ti se te da bien chantajear, amenazar y amedrentar a la gente, pero para dirigir una empresa se necesitan otras herramientas de las que tú careces.
- Claro, herramientas que tiene Aurora, ¿Verdad?–pregunto Gabriel hecho una furia–. Al final la niñata se saldrá con la suya.
- La decisión ya está tomada–contesto mi padre–. Mañana iremos ante notario y cambiaré mi decisión.
- Eso significa que estos documentos que firmamos siguen vigentes, ¿verdad?–pregunto Gabriel.
- Así es–contesto mi padre–. Lo estarán hasta que mañana vayamos al notario.
Vi como Gabriel volvía a meter los documentos en una carpeta que dejo sobre la silla donde había colocado su ropa, después pude ver como metía la mano en su chaqueta y de ella sacaba una pistola de pequeño calibre disparando a mi madre dos veces en el pecho, mi padre dio dos pasos para atrás totalmente aterrorizado chocando contra el armario quedándose sentado en el suelo.
La muerte de mi madre me había dejado en shock, la primera vez el odio que sentía contra mi padre bloqueo cualquier otro sentimiento, pero ahora podía sentir un dolor lacerante que me partía por la mitad y todavía el video no había acabado. El cuerpo de mi padre temblaba, incapaz de defenderse, cosa que Gabriel aprovecho para agacharse y colocar la pistola sobre la sien de mi padre.
- ¿Creías que podías jugármela y salir impune?–pregunto Gabriel.
Después de esa pregunta detono el arma matando a mi padre en el acto, no podía dejar de llorar, una parte de mí se alegraba de descubrir que mi padre no era un cobarde y un asesino a sangre fría, pero estaba sintiendo la muerte de mis padres por primera vez y no sabía como gestionar todo ese dolor. Me levanté de la silla tirando todo lo que encontraba a mi lado, mis pulsaciones iban a mil por hora, podía sentir los latidos de mi corazón en mis sienes que estaban a punto de estallar.
Damián me abrazo con fuerza, golpee su espalda hasta que mis brazos dijeron basta, colapse entre sus brazos. Al despertarme me encontraba en la habitación de un hospital, Damián, Marta y Tomás se encontraban allí. Según me dijeron, tenía la tensión arterial por las nubes después de hacerme unas pruebas me pusieron medicación, me quedaría toda la noche en observación.
Damián se quedaría pasando la noche conmigo, su rostro era la viva imagen de la preocupación.
- Me he asustado mucho Aurora–dijo Damián–. Pensé que te perdía.
- El único que va a perder es esa cucaracha–conteste–. En cuanto salga de aquí voy a ir a por él, me las va a pagar.
- De eso no tienes que preocuparte–dijo Damián–. Ya está todo en marcha.
- ¡Yo quiero venganza!–dije–. ¡Quiero verle suplicar!
- Gabriel está acabado–contesto Damián–. He enviado toda la documentación de forma anónima e irrastreable a la policía, a los juzgados, a los periódicos y a todos sus clientes. Además de los videos, encontré mucha documentación que lo implicaba en sobornos, extorsiones y chantajes, nada librara a Gabriel de pasar una larga temporada en la cárcel.
No pegue ojo en toda la noche al contrario que Damián que estaba agotado, llevaba días sin dormir, según pasaban las horas esa ira que sentía se fue transformando en una cálida paz, ya sabia que mi padre no era un asesino a sangre fría y algo me decía que Gabriel no llevaría bien su estancia en la cárcel.
Al día siguiente me dieron el alta, en pocos días me puse a trabajar, nada mejor que mantener la mente entretenida para pasar los tragos amargos, el cliente japonés al descubrir lo que había ocurrido se ofreció a que hiciéramos las negociaciones en Tokio, de esa manera una vez terminadas estas, podríamos hacer un poco de turismo y despejar la mente, Las negociaciones fueron como la seda, el cliente estaba más que satisfecho. Decidimos quedarnos un par de semanas más en tierras niponas, aparte de Tokio, también visitamos Kioto y Osaka. Nos hubiera gustado quedarnos más, pero el juicio contra Gabriel empezaría pronto y quería estar ahí para ver caer a esa cucaracha. Al principio tuve miedo, Gabriel tenía recursos y se podía librar, pero muchos de los clientes que habían sido amenazados por él se juntaron, a eso había que sumarle las pruebas que la policía y fiscalía tenían, ningún milagro podría salvarlo.
Acabamos de salir del juzgado después de saber la sentencia, culpable de asesinato en primer grado y extorsión con una condena de veinticinco años, el sol brilla en lo alto y yo no puedo dejar de sonreír sabiendo que se ha hecho justicia.
EPÍLOGO
Ha pasado un año desde que Gabriel entro en prisión, la empresa familiar se fue a pique, Damián acogió a todos los trabajadores poniéndolos en nómina, la verdad es que fue una acierto porque se ganan el sueldo con creces. Hablamos con las empresas que mi padre absorbió usando malas artes, algunas decidieron volar en solitario y otras decidieron unirse a nosotros.
Gabriel empezó a enseñarme Jiu Jitsu, aunque pronto empezó a arrepentirse, pues decía que aprendía demasiado rápido, de momento no tiene nada que preocuparse, entre los dos ahí demasiada diferencia, pero es cuestión de tiempo que termine por alcanzarle y entonces sí que tendrá motivos para preocuparse como él dice mientras se ríe.
Nuestra relación de pareja no puede ser mejor, decidimos que ya era hora de mudarnos a vivir juntos, la verdad es que la convivencia va mucho mejor de lo esperado, los dos somos muy maniáticos y eso nos hizo pensar que crearía tensiones, pero nada más lejos de la realidad. El problema viene de mis suegros que se han empeñado en que les hagamos abuelos, de momento no entra en nuestros planes, pero no lo descartamos para futuro, de momento solo queremos disfrutar de nuestra felicidad.
Marta y Tomás han decidido cogerse un año sabático y hacer un viaje alrededor del mundo, es algo que siempre les ha entusiasmado, pero siempre lo terminaban descartando porque surgían cosas más importantes, pero ahora con nuestra ayuda podrán hacerlo y no pueden ser más felices.
En cuanto a Gabriel, entro en la cárcel muy ufano pensando que sus malas artes le valdrían ahí adentro, pronto comprobó que no era así, no le quedo más remedio que pedirle protección a uno de los jefes dentro de la cárcel, pero esa protección no es gratis y tiene que pagar tributo todas las noches, quien siembra vientos recoge tempestades.
He pasado tiempos duros, pero ahora mismo no puedo ser más feliz al lado del amor de mi vida.
FIN.