Buenas gente! Tenemos nuevo capítulo listo para consumir y el siguiente preparandose en cocina. Deseo que tengáis buen fin de semana. Un saludo!
PROJECT S.I.R.E.N.
Capítulo 5 - El equipo A
"En 1972, un comando compuesto por cuatro de los mejores hombres del ejército americano fueron encarcelados por un delito que no habían cometido. No tardaron en fugarse de la prisión en que se encontraban recluidos. Hoy, buscados todavía por el gobierno, sobreviven como soldados de fortuna. Si tiene usted algún problema y se los encuentra, quizá pueda contratarlos…
¡El Equipo A!"
“Pá pará paaaaa, paraaaaa paaaa, parara pará paaaaa. Paa parara paaaa”
Perdón, me vine arriba.
Os acordaís de aquella mítica serie? Hannibal, Fénix, Murdock y M.A?
Sabéis que significan la A del equipo A?
En las fuerzas armadas estadounidenses, los equipos se clasifican con letras según su prioridad o nivel de élite. El Equipo A (A-Team) es el grupo de mayor nivel, el más capacitado, el de primera línea. "A" no significa "Asalto" ni "Ataque", aunque eso encajaría temáticamente. Significa "Alpha".
Entonces por qué a Emiliano y sus amigos se les conocía en el instituo como el Equipo A?
Los pobres chicos eran de todo menos los Alpha. Aunque se hubieran esforzado lo máximo posible, hubieran llegado a Delta a duras penas. Ellos eran el último escalafón en la piramide jerárquica. Entonces por qué? Por qué Equipo A? La respuesta es simple. En su caso, la “A” significaba “Anormal”. El equipo A-normal. La idea, por supuesto, cortésia de Alfredo y sus secuazes.
La vida era dura para aquellos cuatro chavales. Eran como cuatro indefensos cervatillos, solos y sin manada, perdidos en la gran sabana Africana. Asustados y rodeados constantemente por depredadores agresivos y hambrientos. Pero las cosas estaban a punto de cambiar.
Nuevos vientos se giraban en Aretxondo. La resistencia se organizaba, dispuesta a derrotar al imperio. Un soplo de esperanza surgió de repente cuando robaron los planos de la estrella de la muerte. Ahora tenían en sus manos el arma más poderosa del universo.
Ellos no eran ni Hannibal Smith, ni Fénix, ni Murdock, ni M.A. Barrakus.
Ni Luke, ni Leia, ni R2-D2, ni Obi Wan Kenoby.
Ellos eran Cerdito, Seis Dedos, Ruedas y Barajas.
Un gordo, un deforme, un inválido y un disléxico.
Pero les daba igual.
Como acabamos de decir, poseían un arma más poderosa que el mismisimo Mjölnir, el martillo de Thor. Más certera que Gungir, la lanza de Odín. Más témida que el Rayo de Zeus. Con el poder de controlar a los demás, como Poseidón controlaba los mares con su Tridente.
Eran como Dioses. Y empezaban a creerselo. Poco a poco.
- Eh! Colega! Cómo va? Has visto a esos dos del coche… - dijo Charly señalando hacía atrás y levantando las cejas añadió - Se estaban dando el lote…
- En serio?… - contestó Emiliano sin prestar demasiada atención.
- Hola Emi!
- Que hay Ramón! - Emi intentó fingir que no notaba el fuerte hedor que aún desprendía el pobre muchacho.
- No se va ni con amoníaco… que puto asco! - exclamó Ramón oliendose los brazos.
- Hola Ema… Em…Emailino!
- Que tal Aitor!
- Bein! Qué eso es tan imtorpante que nos quireas cedir?
- Aquí no… vayamos a un sitio más seguro…
- Lo vais a flipar! - sonrió Charly poniendose en marcha y empujando la silla de Ramón.
Los cuatro amigos se pusieron a andar, sin darse cuenta que los dos desconocidos que se estaban dando el lote en el coche los estaban siguiendo.
- Mon… Monra! Teines que le…ledirce a tu marde que te compre or…orta lo…loconia! Esa que lla…llaves huele tafal! - dijo el disléxico mientras empezaba a reir a carcajadas.
- Venga Aitor! No seas imbécil! - contestó Charly empujandolo.
- Déjalo! - sonrió Ramón mientras recogía una piedra del camino disimuladamente - Y tú deberías decirle a tu madre que te lleve a un médico! A ver si consigue poner un poco de orden en ese cabezón!
Aitor esquivó la piedra que le tiró su amigo gracilmente. Y siguieron andando, armando jaleo y empujándose entre ellos. Lo que pasó luego, ya lo sabéis. Llegaron a la guarida secreta, discutieron sobre si Emiliano y Charly decían la verdad. Y acabaron usando accidentalmente a Aitor como conejillo de Indias.
- Que te pasa? - Dijo Emi observando como Charly se dirigía rapidamenfe al muro de la parcela.
- Juraría que he escuhado algo! Como si alguien callera!
- Serán los conejos! Está plagado! Ya lo sabes! - gritó Ramón sin dejar de mirar el móvil donde el disléxico hacía el mono.
- Charly! Pero dónde coño vas? - volvió a preguntar Emi.
- Ahora vuelvo! - contestó él saltando el muro y bajando por la pendiente, donde justo acaban de caer Alba y Keller.
- Que raro… - Aitor miraba el video donde hacía el imbécil sin recordar nada - En siero soy yo?
- Pues claro que eres tú! No lo ves imbécil? - contestó Ramón señalando el teléfono.
- No ru…rucuedro anda! Es una san…sansecion ruy mara! Jaja
Emiliano empezó a explicarle como funcionaba. O almenos hasta dónde él sabía.
Aunque Aitor no las tenía todas con él. Quería verlo en funcionamiento.
- Qué? Has visto algo? - preguntó Ramón cuando vió que Charly saltaba el muro de vuelta.
- Que va!
- Lo ves, te dije que eran los conejos!
De repente ‘Barajas’ le quitó SIREN de las manos a Emiliano y apuntó contra Charly.
El nervioso chaval se quedó paralizado de repente.
- Alta lo más salto que puedas! - gritó con emoción. Pero no sucedió nada. - Da nueltas como una voira! - tampoco pasó nada. - Pajate los bantaloneeees!… Esto no fin…Fincuona! - exclamó mosqueado y se lo tiró a Emi.
Nuesto gordo amigo cogió SIREN al vuelo, mientras a Ramón le entraba un ataque de risa incontrolable.
- Y tú que de te ries! - gritó Aitor dandole una patada a la silla de ruedas.
- Jajajaja… lo siento colega! Es que… jajajaja… no puedo… no… no puedo parar! Jajajaja
Emi empezó a reir también, contagiado por la risa de su amigo. De repente se le ocurrió una idea, quería probar los límites del prototipo.
- Charly! Dime en qué año comenzó la Segunda Guerra Mundial? - Tampoco hubo respuesta. El nervioso siguió quieto, sin hacer ni decir nada.
- Vo les? Ese tarsto está tros…tropeseado!
- No… - dijo Ramón aún con una gran sonrisa - No es eso… A Charly se le da fatal história! No puede responder algo que no sabe… es eso Emi? Lo que quieres probar?
- Exacto! - contestó Emi - Charly! Dime quien fue Napoleón Bonaparte y por qué es famoso? - otro silencio sepulcral.
- Déjame probar! - dijo Ramón.
- Ten! - Emi le pasó el dispositivo. ‘Ruedas’ pensó un rato que preguntarle.
- Cuál fue el papel histórico de "Ghazghkull Mag Uruk Thraka" durante la 13ª Cruzada Negra y cómo su liderazgo cambió la estructura y estrategia tradicional de los clanes orkos?
Los tres amigos se miraron y sonrieron cuando Charly empezó a hablar. Habían descubierto algo muy interesante y empezaban a comprender los límites del prototipo.
- Ghazghkull Mag Uruk Thraka es probablemente el orko más famoso y poderoso de toda la historia de Warhammer 40K. Durante la 13ª Cruzada Negra, liderada por Abaddon el Saqueador, Ghazghkull unificó a muchos de los clanes orkos tradicionalmente rivales bajo una sola gran WAAAGH!, algo casi inédito entre los Orkos - recitaba de memoria Charly.
- Ya lo crom…cromprendro! No puesde pedir algo que so nepa hacer… es eso?
- Ahí está! - sonrió Emi.
“Esta unificación tuvo un impacto profundo en la estructura social y militar orka, que suele estar dividida en clanes y subclanes con constantes disputas internas. Ghazghkull fue capaz de poner su carisma, fuerza brutal y visión estratégica por encima de estas rivalidades, concentrando a cientos de miles de Orkos para atacar los mundos del Imperio…”
- Tío! Tenemos que usarlo mañana en el insti! - dijo Ramón con los ojos muy abiertos.
- Por supuesto que lo haremos! - rió Emi - Alguna idea?
“Además, su estilo de liderazgo introdujo una coordinación y planificación mucho mayor en la guerra orka, que tradicionalmente se basa más en ataques caóticos y espontáneos. Bajo Ghazghkull, el WAAAGH! tuvo objetivos más claros y un impacto mucho más devastador…”
- A mí… me se ocurren ravias! Jajajaja
- No estarás pensando en Paula espero… - dijo Ramón negando con la cabeza.
- Si… y en dotas sus agimas!
“Su papel en la 13ª Cruzada Negra fue clave para extender el caos y la destrucción por múltiples sectores, y su figura sigue siendo una leyenda viva entre los Orkos…”
- Charly! Puedes despertarte! - ordenó Emi, cuando Ramón le devolvió el prototipo.
Mientras esperaban que un confundido ‘Seis dedos’ volviera a la normalidad, empezarón a debatir sobre lo que estaba permitido y no hacer. Un debate ético y moral que duró más bien poco.
- No estoy de acuerdo! - se opuso ‘Ruedas’ - Una cosa es obligar a que un profesor te ponga un excelente en un examen o humillar al cabrón de Adolfo. Pero eso? En serio? Follaros a todas las chicas de bachillerato. Venga tíos!
- Eso do lices porque tú no peudes! - dijo Aitor señalandole la entrepierna.
- Y tú que sabes si puedo o no?
- Puedes? - preguntó Charly frotandose las sienes.
- Y a tí que te importa? - contestó Ramón empezandose a mosquear.
- Pues si me importa… mirad quien viene por ahí!
Los tres amigos levantaron la cabeza y observaron hacía donde indicaba el nervioso. Por delante de su guarida secreta, pasaba justamente Paula. Iba corriendo, embutida en unos leggins negros que apenas le tapaban las nalgas del culo y un top ajustado donde rebotaban sus grandes y bien puestas tetas. Tres rabos adolescentes se pusieron duros al instante. Faltaba ver si el cuarto también lo había hecho.
- Paula! Ven aquí! - gritó Emi al dispositivo.
- Joder! Que viene! Pero que hacéis? Esto no está bien! - decía Ramón muy nervioso.
Los otros tres no respondieron. Ya se estaban sobando las pollas y babeaban como tres descontrolados pajeros. Estaban más guarros que los cerdos que criaba Ingrid. Los amigos se sentaron alrrededor de la hoguera apagada mientras ordenaban a la chica que se pusiera en el centro. Charly agarró la silla de Ramón, para que este no pudiera escapar.
- Quítate la ropa! - dijo Emi sin pensarlo dos veces.
- Estáis locos tíos! Pero no véis que lo que estáis hacien… - Ramón no pudo acabar la frase.
Paula, sin oponer resistencia, se bajó primero los leggins. No llevaba ropa interior.
‘Barajas’ empezaba a bajarse sus pantalones al igual que Emiliano. En cambio, Charly, el más rápido de todos, ya estaba de cintura para abajo desnudo, con sus calzoncillos a la altura de los tobillos, masturbandose como un mono en celo. Cuando la chica se quitó el top y sus dos tetas rebotaron al salir disparadas. Tres de los cuatro ya estaban dandonse placer a marchas elevadas.
Tan solo ‘Ruedas’ seguía resistiendose a caer en la tentación.
- Venga tío! Pajeate! Pero si está buenissima! A qué esperas? - gemía Charly a la espalda de nuestro amigo en silla de ruedas.
- Paula! Frota tu culo contra la polla de Ramón!
- Emi noooo! Paraaaa! - gritó el chaval mientras observaba que ella se acercaba.
La sensual chica andó unos pasos hacía él. Le dió la espalda, agarró con las dos manos los reposabrazos de la silla y empezó a bajar lentamente. La cara de ‘Ruedas’ era un poema. En su interior el diablo se peleaba con jesucristo. Dos voces, hablando al mismo tiempo. Y solo una podía ganar.
- Jooodeer! - gruñó Ramón fuera de sí.
Puso sus dos manos en sus caderas, acompañando los movimientos de la chica. Su polla erecta entre la raja de su culo. Dura y palpitando como nunca lo había estado. Los tres amigos empezaron a reir a carcajadas. Excitados, pero aún más contentos porque almenos una de las tres piernas de Ramón funcionaba como era debido.
No abusaron demasiado de Paula. Básicamente por tres motivos.
Primero, iban demasiado salidos como para aguantar demasiado.
Segundo, no sabían cuanto duraba el efecto de SIREN y temían ser descubiertos.
Tercero, Paula era quizás la chica más ‘buenorra’ del ‘insti’.
Una vez sus instintos más primarios fueron cubiertos, le ordenaron que se vistiera y que siguiera andando. Pero antes, Emi quiso probar algo.
- Paula, ahora te irás caminando a casa, a 30 pasos despertarás. Pero mañana a las 18:00 tienes que estar aquí otra vez!
- Que intentas Emi? - preguntó Ramón mientras se limpiaba la corrida dentro de sus calconcillos con un pañuelo que le había ofrecido Charly.
- Saber si puedo… no sé como decirlo…
- Progra… Progralarma!
Los chicos estuvieron de acuerdo en que era buena idea. Como si fuera un simple juego, iban aprendiendo poco a poco como manejar aquella ‘arma’. Siguieron a la chica mientras andaba inexpresiva, contaron los pasos y cuando despertó, se dieron cuenta desde la distancia que podían dar ordenes en futuro. Ahora solo faltaba saber hasta cuanto tiempo podían alargar aquella ‘Programación’.
Era domingo y quedaba poco para la hora de comer, algunos de ellos aún tenían deberes por hacer, así que se despidieron y quedaron en verse al día siguiente en el instituto. Esta vez no lo dijeron con tristeza y deshasosiego, pues a partir de ahora ya no iban a ser más los A-normales. Ahora iban a apoderarse de todo. Nadie les podría hacer sombra.
Mientras, a las afueras del pueblo, sobre la cama de una habitación de un viejo motel. Alba le quitaba la camiseta a Keller con la intención de curar sus heridas. Él se sentó en el borde y se quitaba la venda de su mano izquierda, sucía y manchada de restos de sangre seca. Alba, a su espalda, palpaba sus costillas con ambas manos ante las constantes quejas y gruñidos de dolor de él.
- Déjame ver ese…
- Muñón Alba! Puedes decirlo, no pasa nada - sonrió Keller dándose la vuelta.
Al girarse sus caras quedaron muy cerca y se miraron directamente a los ojos durante un buen rato. Ella estuvo a punto de besarlo otra vez, pero resistió. Sus hijos y su marido volvieron a su memoria en el momento justo. Pero sabía que era cuestión de tiempo. Los dos lo sabían.
- Hay que desinfectarlo! Y quitar ese pus…
- Está bien, no es nada! - dijo Keller restando importancia al asunto.
- Antes del descubrimiento de los antisépticos - empezó a decir Alba mientras observaba el muñón - y antes de la teoría germinal de la enfermedad, más personas morían por infecciones tras heridas leves que por la propia herida en sí. Por ejemplo, en el siglo XIX, hasta el 80% de las amputaciones resultaban en muerte por infección debido a la falta de higiene.
Keller empezó a reir al escucharla hablar.
- De que te ries si se puede saber? - preguntó ella también sonriendo.
- Por nada Alba! Solo que no recordaba que eres una enciclopédia con patas.
- Vete a cagar! - dijo ella tirandole una toalla humeda contra la cara.
Se levantó de la cama y empezó a buscar entre las cosas del ex agente.
- No tienes nada para curarte… solo armas y más armas y más armas…
- Prioridades supongo… - volvió a reir Keller. Se sacó la cajetilla del tabaco del bolsillo, le dió unos toques en la parte inferior provocando que asomara un filtro. Se lo puso entre los labios y se encendió un cigarro - Has mirado en el botiquin del baño?
- Si… antes. Pero mucho me temo que con medio bote de mecromina y tres gasas no iremos muy lejos. En serio no llevas nada para realizar… no sé… unos primeros auxilios?
- Sí… pero el resto de mis cosas están en el hotel de Bilbao.
- Pues deberemos ir a por ellas! - Alba se acercó a él y le tomó la temperatura poniendo el dorso de su mano sobre su frente - Y deberiamos darnos prisa…
- Estoy cansado Alba! - Keller se dejó caer sobre la cama, semidesnudo y terminando con calma su cigarrillo.
Alba se tumbó a su lado y se lo quedó mirando.
- Mañana sin falta iremos a recoger tus cosas y vendrás conmigo a casa.
- Pero que dices? Estás loca o que te pasa? No pienso ir a tu casa.
- Si quieres mi ayuda lo harás! Es mi última oferta!
Keller se giró hacía ella. Solo llevaba puestas las bragas y una camiseta suya que le quedaba muy grande. Bellos recuerdos volvieron a su mente por un instante.
- Desde cuando estamos negociando? Si se puede saber…
- Quiero que hables con Andoni! - dijo ella.
- Con tu marido? En serio? Por qué?
Alba se giró y empezó a mirar el techo. Cruzó sus manos sobre su pecho.
- Cuando me marché… no le conté toda la verdad. No se merece que le mienta…
- Omitir información no es lo mismo que mentir…
- Venga Nate! No me jodas!
- Vale… - Nate apagó el cigarrillo en el cenicero de cristal, lleno de colillas y apoyó la cabeza en la almohada. Se sentía cansado y con mucho sueño.
- Entonces lo harás? Vendrás conmigo?
- Dejame que lo consulte con la almohada, de acuerdo?
Keller bostezó y se quedó dormido al cabo de pocos segundos. Alba tardó bastante más tiempo en conciliar el sueño. Desde que había vuelto a ver a su viejo amor, no había podido quitarse de la cabeza volver a estar con él. En cuerpo y alma. Pero por otro lado, deseaba volver a casa junto a su família. Como buena científica, necesitaba ser empírica para salir de dudas. Necesitaba hacer un experimento. Creía que teniendolos a los dos juntos, a Nate y a ‘Ando’, frente a frente; podría por fin salir de dudas y saber a quien amaba de verdad.
“PIP - 07:00 - PIP - 07:00 - PIP - 07:00”
- Chicoooos! Daros prisa o llegaréis tardeeee! - Salva preparaba el bocata de sus dos hijos en la cocina, escuchando una canción de Victor Jara.
“Mi paaadre fué peón de hacienda, y yo un revolucionario. Mis hijos pusieeeron tiendas y mi nieto es funcionariooo..”
- Buenos días papá! - saludó Emilio curiosamente contento bajando rapidamente por las escaleras - Por qué me miras así?
- Nada hijo! Tan solo que… creo que es la primera vez que te veo sonreir un lunes. Va todo bien?
- Bien no papá! Va de lujoooo!
Salva sonrió y le dió su bocata. Emi salió disparado hacía la calle.
- Emi espera! Que te llevo en moto si quieres? - gritó Ernesto con su mochila colgando de un hombro, su casco en el antebrazo y el canuto recién enrrollado sobre la oreja.
- Buenos días hijo!
- Hola papá! Se puede saber dónde va el ‘ñajo’ con tantas prisas?
- A la escuela! - sonrió el padre dándole su bocata.
- Pero si es lunes…
- Eso mismo he pensado yo!
Ernesto le dió dos besos a su padre, salió de casa y se subió en la moto. A lo lejos, calle arriba, contempló a su hermano pequeño corriendo hacía la parada de autobús. “Qué demonios estará tramando…” pensó mientras arrancaba el motor con fuerza y se encendia el canuto.
Cuando Emi subió al transporte público, su mejor amigo ya lo esparaba sentado en el mismo sitio de siempre. Como si los asientos estuvieran numerados y adjudicados. Pasaron una parada y a la siguiente se subieron Ramón y Aitor.
- Date prisa Clauido! Que llegaré tarde al curro! Otra vez…
El viejo conductor miró al conocido viajero a través del gran retrovisor, mostrandole cara de desaprobación y haciendo gestos para que fuera más paciente. Cada día la misma discusión, cada día con el mismo tipo. Y es que el mecanismo para invalidos era lento y llevaba años pidiendo una puesta apunto. Pero la administración pública parecía haberse olvidado de la pobre gente de Aretxondo. No les importaban a nadie.
Mientras Ramón entraba en el autobús, el impertinente pasajero bajó. Su mirada inexpresiva. Sus movimientos robotizados. Al fondo, Emi y Charly reían traviesamente dándose codazos.
Y cuando se pusieron en marcha otra vez le mostraron ambos el dedo a aquel hombre a través de las ventanillas. Que frotandose la cabeza sin entender muy bien que había pasado, corría tras el bus a toda prisa, gritando que Claudio se detuviera. Pero no lo hizo. Otro más para la gruesa fila del INEM, supongo. Otro desempleado más, por supuesto, nativo de Aretxondo.
Llegaron a las puertas del instituo los cuatro juntos. Como cada día. Pero esta vez había algo distinto. Ya no veían aquel recinto como una prisión donde cumplían condena y los celadores, mal pagados y desinvolucrados, hacían constantemente la vista gorda ante las infracciones de los presos. Ese lunes, aquel edificio era su salón de juegos personal y estaban dispuestos a disfrutarlo al máximo.
- Nos vemos en el recreo! - dijo Ramón.
- Y no os pe…pesáis con el cha…carrito! - sonrió Aitor.
Aunque inseparables, no iban todos a la misma clase. Charly y Emi se despidieron de sus dos amigos y entraron juntos dentro de la jungla.
- Que toca a primera hora? - preguntó Emi andando por el pasillo central.
- Historia! - refunfuñó Charly
- Que te parece si nos saltamos la primera clase?
- Me parece genial colega!
Entraron en el aula y se sentaron en sus asientos. Sus sonrisas contrastaban drásticamente con las caras de sus demás compañeros. Cuando entró la profesora y cerró la puerta, Emi ya estaba sacando a SIREN de su bolsillo.
- Buenos días chicos! Abrid el libro por la página… Ah! hola Emi! Qué sucede?
Mientras la profesora escribía en la pizarra ‘Revolución Industrial’, nuestro gordito preferido se había acercado disimuladamente hasta su mesa. Los compañeros de clase no notaron nada raro, estaban demasiado dormidos como para enterarse de nada. Tan solo oyeron como ella mandaba a los dos frikis al despacho del director.
- Y ahora qué hacemos? - dijo Charly cerrando la puerta de clase - Y si nos pillan deambulando por los pasillos?
- Que más da? - sonrió Emi mostrandole el dispositivo - Podemos hacer lo que queramos tío!
Empezaron a andar por el colegio como si fueran los dueños. Pasaron por enfrente de la clase de Ramón y Aitor y aunque podrían haberlos rescatado a ellos también, pensaron que sería más divertido burlarse de ellos y salir corriendo.
Para pasar inadvertidos, decidieron esconderse en los baños. Emi venía preparado, había cargado su mochila con una buena colección de comics y pasaron la primera clase ahí metidos, leyendo historias de heroes y villanos enfrentados en una lucha interminable.
Se relajaron tanto que no se dieron cuenta del tiempo que había pasado.
- Escuchas eso? - dijo Charly levantando la vista de las viñetas.
- El qué? - preguntó Emi intentando agudizar sus oídos.
- Las duchas! - sonrió el nervioso.
Los dos amigos que estaban encerrados en el mismo cubículo del cuarto de baño, levantaron la mirada hacía un respiradero que había en la parte superior de la pared grafiteada. A trompicones, entre risas y empujones, se pusieron de pié encima del retrete y acercaron la cabeza a la rejilla. Pudieron oir risas y voces hablando alegremente y el sonido constante de los pulsadores soltando chorros de agua.
Se miraron sin decirse absolutamente nada. Estaba claro que los dos pensaron lo mismo al mismo tiempo. Recogieron rápido sus cosas y salieron pitando de los baños. Las duchas estaban en la planta baja, justo al lado del gimnasio y de la piscina cubierta. Bajaron corriendo las escaleras y llegaron a la zona de vestuarios. Al fondo a la derecha, en un despacho que parecía improvisado, estaba Cristina. La profesora de educacción física. Estaba ensimismada trabajando sobre su escritorio y no se percató de la presencia de los dos chicos. Así que entraron en el pasillo que daba acceso a la zona de vestuarios. El olor era especial, una mezcla muy fuerte de humedad y cloro. Antes de seguir, Emi revisó la pizarra colgada en la pared donde aparecían los horarios de aquel Lunes. No habían más clases, ni de educación física, ni de piscina hasta las 12:00, así que tenían vía libre.
Pasaron de largo la puerta que daba acceso al vestuario de los chicos y se quedaron enfrente del de las chicas. Podían oirlas al otro lado, y se las imaginaron desnudas como habían hecho durante tanto tiempo. Volvieron a pegar sus orejas contra la madera húmeda de la puerta. Las oyeron hablar y reconocieron algunas voces. Entre ellas las de Paula y sus amigas. Las de bachiller habían acabado la clase de educación física y los dos amigos empezaron a babear. Detrás de aquella puerta estaba el paráiso.
- Qué hacemos? - preguntó Charly susurrando.
- Hay que jugarsela! - sonrió Emi, girando lentamente el pomo de la puerta.
Antes de que las chicas pudieran gritar o taparse sus cuerpos desnudos ante la presencia de esos inesperados y no bien recibidos húespedes. Ya estaban todas paralizadas. Los dos amigos tenían la boca abierta y los ojos desencajados ante tal espectáculo.
Entraron y cerraron la puerta. Dejaron sus mochilas al lado de bragas, tangas, calcetines y sujetadores varios. Charly ya estaba casi desnudo mientras olía con furor la ropa interior de una de las chicas. Emi se quedó en el centro del vestuario, mirando hacía todos lados con una gran sonrisa en su cara. Se sentía poderoso, invencible. Como un Dios.
- Cuando diga ‘Ya!’ os vais a despertar y actuareis con normalidad - dijo Emi muy nervioso - Los dos chicos que vereis dentro de las duchas, son los más sexys y atractivos que hayais visto en vuestras vidas. Estareis deseando follar con ellos, así que vais a hacer todo lo que ellos os pidan.
- Así se habla! - sonrió Charly erecto y totalmente desnudo.
- Tres… - Los calzoncillos de Emi calleron sobre el suelo - Dos… - su corazón empezó a latir con fuerza - Uno… - Su enorme polla marcaba rígida hacía el este - Ya!
Como si alguien le quitara el “pause” a una película, la actividad se reanudó en las duchas. Los dos chicos desnudos fueron rodeados al instante. Labios pelandose por besarlos, manos acariciando sus penes y testículos, peleas por ver quien de ellas sería la afortunada que se los iba a quedar. Ellos se dejaban querer y se estremecían de placer con cada carícia y cada tocamiento. Ellas los consideraban irresistibles, como si hubieran entrado en el vestuario Jason Momoa o Bratt Pitt.
Charly agarró a dos chicas desnudas de la cintura y empezó a andar hacía una de las duchas. En ese reducido espacio, empezó a penetrar a una de ellas por atrás, mientras la otra, a su espalda, haciendole un sandwich, le enjabonaba el cuerpo. Nuestro nervisoso amigo gemía con una gran sonrisa en su cara. Sus dos manos sujetando las caderas de la chica de delante y su cabeza apoyada en los firmes y grandes pechos llenos de jabón de la chica de atrás.
Emiliano, en mitad del vestuario. Parecía un monumento vivo al que diez jóvenes y fertiles mujeres le rendían culto. Sujetaba con ambas manos dos cabezas que le chupaban el tronco de su larga polla, mientras en la punta, Paula jugueteaba con su prepucio dentro de su boca.
Alrrededor de su gordo cuerpo, las demás seguían acariciandolo y besandolo. Ansiosas por que su turno llegara al fin.
- Esto es… - decía Charly sin dejar de dar empujones como un animal - lo mejor que me ha pasado en la vida!
- Pues vete acostumbrandote! - sonrió Emi sacando su cara llena de babas del culo de una chica y sin dejar de follarle a la de abajo - A partir de ahora, esta es nuestra vida!
Los dos chicos chocaron el puño y siguieron follando como animales. Cada uno tenía enfrente a tres chicas de bachiller. Una de rodillas en el suelo, otra de pie justo encima y otra más arriba. Como si sus culos y sus coños mojados y calientes, fueran las baldas de una estenatería.
Emiliano iba cambiando de coño cuando le apetecía y le comía el ojete a la que estaba arriba. Mientras Paula, de rodillas, detrás de él. Le chupaba su ano. Su preciosa cara desaparecía entre esas enormes nalgas, cada vez que subía y bajaba la cabeza. Las demás chicas seguìan acarciandolos y besandolos, masturbandose sin parar, excitadas como jamás lo habían estado.
- Oye Andrés! Y las chicas? - preguntó Cristina desde detrás de su escritorio.
- Aún no han salido profesora! - sonrió el chaval mientras empezaba a subir las escaleras de dos en dos para reunirse con el resto de sus compañeros.
- Siempre igual! - suspiró Cristina levantandose de la mesa.
La campana indicaba que era la hora del recreo justo cuando la profesora de educación física golpeaba la puerta del vestuario de las chicas y les gritaba que salieran de una vez. Emiliano y Charly no oyeron nada, tan solo el ‘Ring’ constante que anunciaba el mejor momento del día.
Cristina volvió a llamar, pero no hubo respuesta. La historia se repetía, una vez más. O almenos es lo que ella creía antes de abrir la puerta. Doze chicas entrando en la madurez, poniendose guapas y arreglandose enfrente del espejo. Eso es lo que esperaba encontrar.
- Pero que demonios! - La profesora se quedó paralizada, como si estuviera bajo los efectos del prototipo, cuando vió aquella lasciva escena delante suya.
Se quedó un rato ahí parada, viendo aquella algamasa de cuerpos desnudos y sudados, retorciendose entre ellos, desenfrenados y en éxtasis. Nadie se dió cuenta de su presencia, por supuesto las chicas que no podían hacer nada más que desear ser folladas por aquellos dos hombres. Por otro lado, Emi y Charly estaban demasiado concentrados en seguir repartiendo amor como si fueran una organización no gubernamental de ayuda y soporte.
- Se puede saber que estáis haciendo? - gritó Cristina alarmada.
Los dos amigos fueron los únicos que se giraron. Sus caras pasaron de repente del placer infinito al miedo extremo. Emi se tocó el muslo, buscando instintivamente a SIREN, como si estuviera dentro de un bolsillo imaginario. Charly miraba como la profesora se acercaba rapidamenfe para separarlos. Lo intentó, y tanto que lo hizo. Pero no había manera. Era como separar a dos perros en mitad del acto.
- Parad! He dicho que paréis! - gritaba la pelirroja.
Pero las chicas no la dejaban. La apartaban y la empujaban, como si formaran entre todas un cordón de seguridad de un concierto que no permitiera a las fans acercarse a sus ídolos. La profesora seguía peleando, atormentada por la idea de tener que dar parte de aquello y enfrentarse, uno a uno, a todos los padres de sus alumnos. Aunque por otro lado, su coño empezaba a humedecerse sin poder controlarlo. Dentro de aquel vestuario había una extraña fragancia, mezcla de humedad y cloro, y ahora el sexo empezaba a entrar por sus fosas nasales. Como un veneno irresistible que embriagaba todo su cuerpo.
Con mucho esfuerzo pudo, al fin, separar a los chicos de las chicas. A ellos les ordenó que se vistieran. Y mientras lo hacían no pudo evitar darle un vistazo al descomunal pene de Emiliano. Abrió los brazos en cruz y retuvo a las chicas, que como ratas siguiendo al flautista, seguían ansiosas por estar con aquellos dos hombres.
- Emi Joder! Haz algo! - susurraba Charly poniendose la camiseta.
- No la encuentro! Mierda!
Emiliano sujetaba y zarandeaba sus pantalones boca abajo. Pero no estaba ahí. Se agachó, aún desnudo, para rebuscar sobre los bancos de madera, entre ropa interior de mujer, bolsas de deporte, shorts y faldas. Pero no había rastro de SIREN.
- Emiliano! Se puede saber que buscas? Hazed el favor de vestiros y salir de una vez! - volvió a gritar la profesora mientras retenía a las chicas de bachiller como si fuera un guardia de seguridad.
Los dos amigos, nerviosos y habiendo perdido el control de la situación, no tuvieron otra opción que vestirse y salir de las duchas. Mientras subían discutiendo por las escaleras dirección al patio. Cristina observaba sin comprender porqué las chicas actuaban de aquella manera tan extraña. Desnudas, se pelaban por ver quien era la primera en abrir la puerta. Parecían dispuestas a salir fuera, locas por volver a estar con aquellos dos chicos.
- Que demonios es esto? - dijo la profesora agachandose para recoger un extraño aparato del suelo. Lo contempló extrañada durante unos segundos y luego volvió a mirar a las alumnas de bachiller, cansada de su actitud - Chicas! Parad de una vez joder! - Y pararon.
- Cómo que lo habéis perdido? - preguntó Ramón claramente mosqueado.
- Se debío caer de mi bolsillo, cuando me quité la ropa en el vestuario…
- Eso te pasa por llevar ropa tan ancha! - le recriminó Charly.
- Y aroha qué? Qué hamos a vacer? Pomo nos cillen as…astemos dojidos!
Los cuatro amigos se miraron sin saber que decir o que hacer. Estaban donde siempre, en el lugar que les correspondía. La zona más alejada y con menos visión del patio. Un lugar seguro donde no llegaban los insultos ni las collejas. Cerca de la salida de emergencia, por si era necesario escapar. El patio, rodeado de verjas altas y metálicas estaba lleno de chavales corriendo hacía arriba y hacía abajo. Dos partidos de fútbol distintos se jugaban simultaneamente sobre el mismo campo de juego. Habían corrillos de chicas hablando de sus cosas, entre risas y cuchicheos. Adolfo y los suyos persiguiendo a muchachos más pequeños que ellos, intentando robarles el bocata. Gritos, insultos, carcajadas entremezcladas dentro de aquel caos y tan solo un profesor vigilando.
- Mirad! Ya salen… - gritó Charly señalando la puerta que daba acceso al patio.
Paula y sus compañeras de clase, entraban al recreo. Sus caras de incompresión y sus expresiones mareadas lo decían todo. Que demonios acababa de suceder? Lo último que recordaban era a su profesora cantandoles las cuarenta por algo que no habían echo. O al menos, no recordaban haberlo echo.
- Mierda… viene hacía aquí! - dijo Emiliano sintiendo el auténtico terror.
Cristina cruzó el patio con pasos decididos. Varios chicos se giraron para mirarle el culo. Incluso el astiado profesor que se encargaba de vigilar a los chavales durante su descanso, prestó por primera vez atención. Y es que era inevitable no hacerlo. La pelirroja era posiblemente, la profesora más sexy de todo el instituto. Debería tener unos 40 - 45 años, pero estaba en forma. Algunos compañeros la llamaban ‘la Potra’, debido a sus anchas caderas y su grandes muslos.
De pies a cabeza llevaba su uniforme habitual. Zapatillas de deporte y calcetines blancos subidos hasta casi tocar sus rodillas. Unos Shorts elásticos de color azul marino y una camiseta de deporte blanca, muy apretada, que dejaban ver claramente sus voluptuosas curvas. Su pelo rojizo y ondulado, surcaba el viento levantando pasiones allí por donde pasaba.
Los chicos la miraron acojonados, haciendose cada vez más pequeños e insignificantes a medida que ella se acercaba. Se paró de golpe, enfrente de ellos. Como si un tren de mercancias desvocado hubiera echado el freno de mano de repente.
- Se puede saber en que estábais pensando? - gritó enfurezida mirando a los dos culpables.
Como respuesta: ojos mirando al suelo y algún que otro tartamudeo.
Al bajar la mirada, un escalofrío recorrió la espalda de Emi. La profesora sujetaba en su mano derecha a SIREN.
- Y ahora que tengo que hacer? Eh? Decidme!
- No lo sabemos… profe…
Cristina miró al chico gordo. Era la viva imagen del arrepentimiento. Aunque estaba decidida a dar parte a sus padres, aplicarles un castigo e incluso expulsarlos por unos días del instituto. No pudo evitar recordar aquel enorme pene. Y su coño divorciado, con poca actividad y apretado dentro de esos ajustados shorts empezó a temblar de nuevo.
- Este móvil es tuyo? - le dijo mostrandole SIREN al cabizbajo chaval.
- Si! - contestó Emi empezando a sudar como si fuera una fuente pública.
- Anda ten! Se te debió caer en el vestuario… - Los cuatro amigos suspiraron tranquilizados - Y ahora ven conmigo! Tenemos que hablar de lo que acaba de suceder.
La profesora se giró y empezó a andar hacía su despacho. Ocho ojos se posaron irremediablemente sobre sus posadoreras. Cuatro piernas empezaron a seguirla.
- Tú no Carlos! - ordenó ella girandose - Solo Emiliano.
- Suerte! - le susurró Charly a su amigo poniendo su mano sobre su hombro.
Y los tres amigos se quedaron observando como profesora y alumno desaparecían por la puerta que daba acceso al colegio. Emi la siguió en silencio temiendo por una posible, aunque segura, conversación entre ella y su padre. Bajaron de nuevo las escaleras y se sentaron en el despacho de la profesora de educación física. Una enfrente del otro.
- A ver Emiliano… - dijo Cristina apoyando los codos encima de la mesa e inclinandose hacía su alumno - Entiendes que lo que estabáis haciendo Carlos y tú no está bien, verdad?
- Tan solo nos lo pasabamos bien con las chicas… no hacíamos nada malo!
Las palabras de Emi iban dirijidas a las orejas de la profesora, pero sus ojos estaban clavados en esos dos enormes pechos. Cristina se sintió alagada por aquel cumplido no pronunciado.
- El instituo está para que los alumnos vengan a aprender y a formarse como personas, no para montarse vacanales en los vestuarios, estamos? - Cristina juntó más sus brazos para que sus pechos marcaran más canalillo.
Lo hizo intencionadamente, sin poder quitarse de la cabeza el recuerdo visual de aquel enorme miembro viril. Emi, por su lado, abrió los ojos como platos y se metió disimuladamente la mano dentro del bolsillo, acaridiando el prototipo. La profesora se percató y entendió aquel gesto como si él estuviera acariciandose la polla mientras hablaba con ella. El deseo sexual se abría camino dentro suya, venciendo a la moral, al deber, a la ética y a la responsabilidad. Sin demasiado esfuerzo.
- Si profesora! - contestó Emi pensando que orden iba a dar y como se la iba a follar.
- Mira! Podemos hacer una cosa… - Cristina se levantó de la silla, antes de que pudiera ser lobotomizada, pasó por al lado de Emi que la siguió con la mirada y cerró la puerta corredera de aquel despacho que estaba más cerca de ser un armario empotrado que un lugar de trabajo.
Antes de cerrar, se quedó un rato parada, mirando a ambos lados, asegurandose que no venía nadie. Le pasó una mano por encima del hombro tembloroso de su alumno y apoyó sus voluptuosas nalgas sobre el borde de la mesa. Profesionalmente demasiado cerca de aquel chico gordo y erecto.
- Aunque no lo parezca… - dijo ella pasando sensualmente sus manos por su cintura - yo también fuí jóven algun día… - Emi tragó saliba - Era un… como lo llamáis vosotros?
- Un pibonazo! - murmuró el alumno, mientras una gota de sudor surcaba los plieges grasientos de su barriga.
- Exacto! - rió la profesora - Se muy bien las necesidades que tienen mis alumnos, esas ganas incontrolables de masturbarse, de ver porno a todas horas… - a cada frase Cristina se ponía más caliente, se acariciaba más su cuerpo y su mirada se enfocaba más en la entrepierna del chaval - Tú te masturbas mucho?
- Có…có…mo di…di…dice?
- Tu polla enorme! Te la ordeñas muy a menudo?
Emi se puso rojo como un tomate. Su rabo apretaba con dureza la tela de sus calzoncillos, sufriendo como un animal enjaulado, deseando por ser liberado. La profesora de educació física se mordia el labio inferior y se manoseaba sus dos grandes pechos, mientras le frotaba la pierna derecha contra su paquete.
- Tú estás flipando!
- Te lo prometo Charly! Te lo juro por mi madre…
- Sin usar a SIREN? de verdad?
- Qué sí Ramón! No tuve que dar ni una orden… lo hizo porque quería.
- Lla…lla…llacaros joder! Queiro sebar somo cigue la hos…hostiria!
Gracias al prototipo, el director les había permitido salir de la escuela antes de tiempo. Despúes de pasar la tarde comiendo helados y deambulando por el pueblo. Los cuatro amigos estaban sentados de nuevo alrrededor de la hoguera apagada, en su guarida secreta. Sin creer ni una sola palabra de lo que su compañero les estaba contando. Y con muchas ganas de empezar a pajearse con aquella morbosa historia.
- Bueno… pues como decía… yo estaba ahí sentado sin saber que hacer… y entonces…
- Viene alguien…
- Tacalle Chyrla!
- Ostias! Es Paula!
- En Siero? Vejame Der! Quita Monra!
Continuará…