ikarusulu
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Era un crudo invierno, uno de tantos. Mi hermano llegó a mi casa completamente mojado y aterido de frio. Una noche de sábado bastante tarde. Llamó al portero automático. Pero yo aún estaba levantada.
- Hermanita, ¿puedo refugiarme en tu casa un rato?.
- Pues claro cielo. Sube.
Al poco le abría la puerta de mi piso ataviada con unas ajustadas mallas y un Jersey no menos entallado.
- ¿Qué ha ocurrido? cielo. ¿Cómo andas por mi barrio a estas horas?.
- He estado de vinos con unos compañeros de la uni. Y hemos terminado aquí al lado.
- ¿En el striptease de aquí a la vuelta?.
Intentaba bromear pero me hubiera dado unos celos terribles que le hubiera estado viendo las peras a una pelandusca. Cuando su querida y voluptuosa hermana estaba deseando enseñarle las suyas.
- Puede que sí. Los chicos tenían ganas de ver algo de carne.
Ahora tengo que confesarme. Desde que él había empezado la universidad estaba mirando a mi hermano menor como todo un hombre y no como el adolescente que había sido para mí hasta entonces.
Se había convertido en un chico guapo, con buen cuerpo y me daba rabia verlo salir con chicas.
Inmediatamente le dije:
- Quítate la ropa para que se seque y ponte a calentar.
El agua fría había traspasado toda su ropa. La vista de sus músculos a traves de la tela transparente de su camiseta mojada me había calentado a mí. Solo deseaba hacerle el amor. Tenerlo desnudo del todo en mi cama.
- Vamos cielo quítatelo todo o vas a coger una pulmonía. Te has calado entero.
Subí la calefacción al máximo y yo misma me despojé de algo de la ropa que llevaba. Mi jersey salió por encima de la cabeza haciendo que mis pechos grandes y sin sujetador se marcaran en la fina, ajustada y reducida camiseta de tirantes que llevaba debajo.
Además cuando subí los brazos mis grandes tetas botaron en la delgada y ajustada tela de la camiseta crop top. Los duros pezones que su vista había excitado ponían dos marcas en mi pecho como los botones con los que él podia reiniciar el deseo en mi cuerpo.
- Tienes que secarte.
- ¡No me trates como un niño!.
- Pues no te portes como tal. Tienes casi veinte años. Tendrías que haber venido antes.
- Estaba con los colegas.
Traje una toalla del cuarto de baño donde me dirigí meneando las amplias y poderosas caderas. Estaban enfundadas en unas ajustadas mallas por las que se notaba perfectamente el mínimo tanga que tenía debajo.
Mi cuerpo caliente deseaba el suyo frio. En cuanto llegué junto a él tiré de su húmeda camiseta y sacándosela por los brazos lo dejé con el pecho al aire.
- Si no lo haces tú, tendré que hacerlo yo. No te dará vergüenza que te vea desnudo a estas alturas.
Tomando la toalla me dediqué a frotar con energia sus brazos entumecidos, los biceps poderosos, el musculoso pecho y la espalda de dorsales perfectos. Incluso sequé su negro cabello como el de un demonio juguetón mirando sus ojos azules.
- Tranquila, tata. Que me vas a lijar la piel.
- Eso sería una lástima. Es muy bonita.
Es mi hermano pequeño, pero joder como lo deseaba. Todavía vive con mis padres y ese día pude apreciar como había mejorado su musculatura en los años que yo vivía sola.
- Quédate en calzoncillos. El pantalón también está mojado.
- Pero tata. ¿Como me voy a desnudar delante de ti?.
- ¿Como si no nos hubiéramos visto desnudos antes? O en bañador.
- Esto no es igual. Estamos solos y hace mucho tiempo de eso.
- Venga no seas tímido.
Yo misma empecé a soltar su cinturón. El peso de todo lo que llevaba en los bolsillos hizo que el pantalón mojado cayera al suelo. Los muslos no me decepcionaron esculpidos como columnas corintias. El pequeño slip apenas podía contener todo aquello que debía guardar.
Con la calefacción a tope empezaba a hacer mucho calor en mi salón. No la había puesto así solo por él. También yo quería quitarme algo y eso que no llevaba mucho encima.
Durante un rato pude apreciar todo aquello casi sin que me interrumpiera. Y eso era por que, por suerte, él también me estaba mirando a mí. Mi ropa delineaba mi cuerpo como si me la hubieran pintado encima.
Me tenía que estar viendo el deseo y la lujuria en la cara, y en los pezones duros como escarpias. Pero aún no sé atrevía a dar el siguiente paso. Al fin y al cabo la que tenía las manos en su cuerpo era yo.
Así que solo continué. Dejé de frotar su piel con fuerza y me limité a acariciarla. Empecé a pasar suave las manospor sus hombros y bajar por la espalda. Me moría por llegar a su culo durísimo.
Notaba cómo su cuerpo entraba en calor. No parecía que fuera solo culpa de la calefacción. Puede que mis dedos tuvieran algo que ver. Los empezaba a pasar por zonas de su cuerpo que nunca había tocado.
- Me haces cosquillas.
- ¡Quejica!.
Yo pensaba ¿solo cosquillas?. Si lo que quiero es hacerte una mamada y dejarte seco. Estaba acariciando sus axilas, los pezones que también habían reaccionado. Descarada miraba hacia su polla que empezaba a tomar consistencia.
- Tata, déjalo. Que corremos peligro.
- ¿Qué pasa?.¿Como ya has visto unas tetas esta noche no quieres ver más?.
- Si precisamente eso es lo que quiero. Pero somos hermanos.
- Embarazada no me vas a dejar. O ¿Tienes miedo de que te viole?.
- No lo sería si fuera consentido. Yo tampoco soy un niño ya.
Bajé la mano por su suave vientre, notando los duros abdominales. Acaricié el paquete por encima del slip y desde luego aquello ya estaba bastante duro. Fui aproximando mi cara a la suya y le di el primer beso de amante que nos dábamos. Uno suave, solo jugando con los labios.
- Ya noto como has crecido. En todas las dimensiones. Dime la verdad esta noche ¿Has mojado el churro?.
- Si te cuento toda la verdad ¿te enfadarás?. Es que es algo curioso.
- Está claro que no tengo tu exclusiva y ninguno de los dos pensaba que esto fuera a pasar. No tengo derecho a enfadarme. No me tengas con la intriga.
- No sé que va a pasar entre nosotros. Pero... Bueno, allá va. Me han hecho una mamada.
- Pues ya pareces muy recuperado. ¿Que tiene eso de extraño?.
- Ha sido una transexual. Pero es que es preciosa.
Solté una carcajada. Yo también me había fijado en la belleza bien equipada con la que me había encontrado alguna vez a la puerta de ese establecimiento.
- ¡Pervertidillo! ¿Una morena con una melena hasta el culo?. Si que es un bombón. Hasta yo le haría un favor, o que me lo hiciera ella a mí si le fueran las chicas.
- Pues por el entusiasmo que ponía con mi polla no lo sé. Pero ya te digo que me he quedado con las ganas de entrar en ese culito.
- ¿Es más bonito que el mío?.
Me giré y bajé las mallas por debajo de las nalgas para que lo pudiera apreciar en toda su gloria enmarcado por el tanga. Con mi deseo ya no iba a cortarme por nada.
- El tuyo es una obra de arte. Tata. Pero son dos estilos diferentes. No sé puede comparar.
Por fin se estaba soltando. Estiró las manos y me agarró el pandero. Me encantaba notar su fortaleza amasando mis nalgas. Las separó para ver el cordón del tanga que apenas tapaba el ano.
Entonces hizo algo que no me esperaba. Tiró de mi cadera hasta llevarla a su carita. Pasó la lengua por toda la raja sin que le importara nada. Y la clavó en el ano apartando la gomita. Solté un gemido que tuvieron que oír los vecinos.
- ¡Qué guarrete y qué galante!. ¡Si te hubiera oído la morena!. ¿Sabes una cosa?. Me da mucho morbo que me llames así. Hermanito. Y qué me comas el culo, claro.
- ¿Como si fuera algo prohibido?. A mí también me excita esa voz de vicio que pones cuando dices hermanito. Ya te he dicho que me he quedado con las ganas. Y ahora que me he dado cuenta de cómo es mi hermana no me voy a privar.
- Menos mal, así te tengo para mí el resto de la noche. Mi culo es tuyo, nene.
- Y espero que muchas noches más. Yo no pienso arrepentirme de esto.
Entre frase y frase no dejaba de darle lengua a mi ojete. Lo que me tenía chorreando. Seguía casi vestida, así que era hora de enseñar más piel. Tiré la camiseta a un rincón y empecé a amasar mis tetas. A pellizcar mis pezones.
- Me estás matando. Ya me he corrido dos veces. Quítame las mallas.
- ¿Sólo con comerte esta preciosidad?. Pues habrá que seguir.
De un tirón bajó los leggins y el tanga y lo sacó por mis pies. Di un paso adelante alejándome de su lengua juguetona. Me giré para que me viera al natural por primera vez en su vida.
- ¿Y bien? ¿Que te parece?.
- ¡Espectacular!. Sabía que estabas buena. Pero ni en mis mejores sueños hubiera imaginado algo así. No sabes las pajas que te he dedicado cuando te veía en bikini en la playa. O cuando te ponía crema en la espalda.
Seguía amasando mis tetas y pasando las manos por todo mi cuerpo para provocarle todavía más. Jugaba con la lengua, remojando mis labios.
- Si lo llego a saber hubiera hecho topless para darte todavía más material. Vamos a la cama. Estaremos más cómodos.
- Si llego a saber todo esto te hubiera metido mano entonces. Quiero follar aquí o cómo me provoques más en la cocina o el baño para poder enguarrar y limpiar fácil.
- ¿En qué estás pensando?.
- En todo. Ponte a cuatro patas.
Lo hice. Pero pensando en lo que ser le habría ocurrido ya lo hice directamente en el suelo. ¿Os acordáis de la mantequilla?. Marlon Blando... digo Brando, etc. Pues yo lo único que tenía era margarina. Y con la tarrina en la mano volvió al salón.
- Súbete al sofá que todavía quiero saborearte más.
Y así fué. Perdí la cuenta de las veces que me corrí en su boca. Pero no dejó caer ni una gota de mis jugos al tapizado. Tan pronto notaba la legua en el coño como en el ano, sin parar ni un segundo. Estaba más que abierta, más que preparada y no me daba tregua.
- Si llego a saber lo bien que manejas la lengua te habría seducido en cuanto cumpliste los diez y ocho. Pero folláme ya. Y en el culo, no te cortes.
- ¿Segura?.
- No será mi primera vez. Dale.
Para algo había traído la margarina. Lo primero que noté fueron dos dedos bien lubricados. El cabrón sabía lo que hacía. Tendría que investigar mucho más a ver a quién se estaba follando. Supongo que también había aceitado su polla pues entró como cuchillo caliente en... bueno, no en mantequilla desde luego.
Me tenía bien cogida por la cintura mientras me embestía como un toro salido. Pero también se inclinaba para besar y mordisquear mi cuello, nuca y hombros. Yo giraba la cabeza para poder besarlo. Sacaba la lengua que él chupaba y cambiábamos saliva.
- Tata. No creo que aguante mucho más.
- Tranquilo cielo. me he corrido más veces hoy que en el último mes.
- Eres fantástica hermanita. Toda una guarrilla. ¡Me corro!.
Yo ya lo había hecho un rato antes. Pero creo que nada podía quitarme la calentura en ese momento.
- Lléname el culo con tu leche. Tato.
Lógicamente no se contuvo más y lo hizo. Pero no se conformó con ello. Volvió a inclinarse y comerme el ano. No sé a qué sabría mi culo en ese momento, con la margarina, el semen y mis jugos. Pero ambos seguíamos disfrutándolo.
- ¿También te gusta el semen?.
- Sale de mí. ¿porqué iba a rechazarlo?.
- ¿Y si fuera de otros chicos?.
- ¿Has probado tú a estar con otras chicas?.
Era una noche de confidencias, de verdades. Por fin íbamos a confesarlo todo. Pero mientras hablábamos era yo quién lo tumbaba a él y arrodillada entre sus muslos empezaba a lamer sus huevos depilados. Nunca había probado esa mezcla de sabores mientras subía por el tronco de su rabo pero me encantaba.
- Pues claro. Ya estás viendo que me gusta el morbo. Creo que llevo años enamorada de ti, pero no he dejado de disfrutar mientras esperaba. No soy celosa pero siempre quise tener algo de todo esto para mí. Confiesa, ¿tú con chicos?.
- Si te he contado de la transexual de hoy puedes imaginar que tener una polla en la mano o la boca no me disgusta.
- Somos tal para cual. Un par de guarros y hemos tardado demasiado en descubrirlo.
Seguíamos charlando. No habíamos dejado de acariciarnos. Puede que fuera mi lengua o manos o el morbo de estar con su hermana pero la polla se recuperó enseguida. Aquello seguía como el acero damasquino.
Sin separar los labios de su piel empecé a subir por su cuerpo fibrado. Humedecía el pubis, el vientre lampiño, sus pectorales y mordisqueaba sus duros pezones. Estaba claro que le gustaba por los suspiros y gemidos que soltaba. Levanté sus brazos por encima de la cabeza y saqué la lengua para pasarla por las axilas depiladas.
Para entonces ya me había dado cuenta de que el pervertido de mi hermanito me seguiría en cualquier cosa que intentara con su cuerpo. O me adelantaría con alguna guarrada que s mi no se me hubiera ocurrido.
Al trepar por encima de él su rabo había quedado apresado por mi vientre. Solo tuve que levantar la cadera para deslizarlo dentro de mi inundada vulva. Estaba tan duro y yo tan mojada que no hizo falta guiarlo con la mano.
- ¿Te importa que te cabalgue?.
- Para nada nena. Así tengo tus tetazas al alcance de mi boca.
- No estés tan seguro.
Seguía sujetando sus muñecas. Pasaba la legua lasciva ahora por su cara, cuello, orejas. Todo lo que podía alcanzar mientras empezaba a mover suave la cadera arriba y abajo. Él me correspondía sacando la húmeda y babeando la piel que yo le dejaba alcanzar.
Quería hacer aquello interminable, eterno. Por fín tenía al hombre que más había deseado donde quería, debajo de mí. Ya era hora de dejarle probar mis pechos. Sabía lo que los hacía ansiado. Le puse uno sobre la cara dejando el pezón sobre su boca. Los fui alternando pasando de uno a otro para sentir esa lengua ansiosa.
- Tranquilo amor. Son tuyas, no pensaba quítártelas.
No sabría decir las veces que me corrí montada a horcajadas sobre su cadera. Con los muslos bien separados y moviéndome despacio. Notaba sus manos fuertes agarrando mis nalgas, tirando y empujando. O las desplazaba a mis peras si me incorporaba un poco y me apoyaba en su pecho.
Por mí hubiera seguido así toda la noche. Casi en un orgasmo continuo y oyendo sus jadeos cada vez que no tenía ocupada la lengua con la mía o mi piel.
- Nena, me corro. ¿Quieres que la saque?.
- Tomo precauciones. Lléname con tu leche, cielo.
No sé si sentir si lefa caliente en mi interior me provocó otro orgasmo o fue uno más de una serie interminable. Solo me derrumbé sobre su torso y me recibió entre sus brazos sin dejar de besar mi cabeza y rostro.
- Eres maravillosa. Te quiero más que a nadie, hermanita.
- Eso lo dices porque estamos follando. Y porque soy tan pervertida como tú. Pero yo también te quiero, siempre te he querido. Y cuando te he visto crecer empecé a desearte también.
- Y ahora. ¿Qué?.
- ¿Ya te has cansado?.
- De ti ¡Nunca!. Pero sabes a lo que me refiero.
- Bueno seguiremos follando si quieres. Mi puerta siempre está abierta para ti. Pero no te pido exclusividad. Puedes encontrar una chica o un chico con quien firmar una pareja. Shhhh. No hagas promesas que no puedes cumplir. Tampoco tengas celos su me ves s mi con alguna amiga o amigo.
- Sé que no podemos ser pareja. Al menos una normal y que hoy ha sido la primera vez. Pero desde luego me gustaría seguir explotando esta nueva fase de nuestra relación.
Por supuesto no había dejado de sobarme y acariciarme. Ni yo de besarlo. Toda la piel que podíamos alcanzar seguía recibiendo mimos.
- Además viendo como somos de calientes los dos... seguro que algún trío o pequeña orgía podemos montar.
- Te tomo la palabra. Creo que nos esperan muchas horas de diversión y sexo juntos. Pero creo que esos teóricos amantes deberán ser tan guarros como nosotros y muy discretos.
Sin darme opción a opinar me dio la vuelta y fue él quién quedó encima de mí. El que levantó mis muñecas por encima de mi melena y empezó a saborear mi piel. Entre nuevos gemidos pretendía contestarle y seguir hablando en serio.
- Pero qué muy discretos y muy muy pervertidos. Cómo para follar con dos hermanos. Y puede que ya tenga pensada alguna amiga.
Era muy difícil mantener la ecuanimidad cuando volvió a meterse mis pezones en la boca y copiarlos con su pensara llevarlos a casa de nuestros padres. Mientras lamía mis tetazas contestó medio en broma medio en serio.
- ¿Piensas buscarme novia? tata. O ¿Quieres que esté con una chica que te guste a tí?.
Notaba la lengua en mi ombligo, por todo mi vientre. Y seguía bajando.
- No quieres que me lave?.
- Para nada, Voy a saborearte entera.
- Pues adelante, amor.
Ya sabía que no le importaba probar el sabor del semen. Y no se privó de clavar su lengua en mi coño. Mis jugos mezclados con los suyos tenían que saber de maravilla pues estuvo un buen rato deleitandose con la sin hueso clavada en el xirri. Y yo seguía corriéndome.
- Me vas a matar a polvos, cabrón. Cualquiera después de ti me va a saber a poco.
- Eso es lo que pretendo. Quiero demostrarte que conmigo lo pasarás mucho mejor que con cualquier otro. Así seguiremos follando.
- Eso ya lo tenías ganado. Eres incansable y eso que ya venías con la limpieza del sable hecha.
Ver sus ojos pícaros mirándome a los míos entre los muslos me derretía. Pero para entonces estaba muerta. Había perdido la cuenta de las horas que llevaba disfrutando.
- Duerme en mis brazos cielo. Pero no me vas a echar de aquí en todo el fin de semana.
Desde entonces hemos repetido muchos sábados y domingos. Hemos incluido a más gente en nuestros juegos. Cuando uno de los dos encuentre pareja ha de saber que el otro entra dentro del paquete. Ninguno de los dos está dispuesto a prescindir del otro.
..... .....
- Hermanita, ¿puedo refugiarme en tu casa un rato?.
- Pues claro cielo. Sube.
Al poco le abría la puerta de mi piso ataviada con unas ajustadas mallas y un Jersey no menos entallado.
- ¿Qué ha ocurrido? cielo. ¿Cómo andas por mi barrio a estas horas?.
- He estado de vinos con unos compañeros de la uni. Y hemos terminado aquí al lado.
- ¿En el striptease de aquí a la vuelta?.
Intentaba bromear pero me hubiera dado unos celos terribles que le hubiera estado viendo las peras a una pelandusca. Cuando su querida y voluptuosa hermana estaba deseando enseñarle las suyas.
- Puede que sí. Los chicos tenían ganas de ver algo de carne.
Ahora tengo que confesarme. Desde que él había empezado la universidad estaba mirando a mi hermano menor como todo un hombre y no como el adolescente que había sido para mí hasta entonces.
Se había convertido en un chico guapo, con buen cuerpo y me daba rabia verlo salir con chicas.
Inmediatamente le dije:
- Quítate la ropa para que se seque y ponte a calentar.
El agua fría había traspasado toda su ropa. La vista de sus músculos a traves de la tela transparente de su camiseta mojada me había calentado a mí. Solo deseaba hacerle el amor. Tenerlo desnudo del todo en mi cama.
- Vamos cielo quítatelo todo o vas a coger una pulmonía. Te has calado entero.
Subí la calefacción al máximo y yo misma me despojé de algo de la ropa que llevaba. Mi jersey salió por encima de la cabeza haciendo que mis pechos grandes y sin sujetador se marcaran en la fina, ajustada y reducida camiseta de tirantes que llevaba debajo.
Además cuando subí los brazos mis grandes tetas botaron en la delgada y ajustada tela de la camiseta crop top. Los duros pezones que su vista había excitado ponían dos marcas en mi pecho como los botones con los que él podia reiniciar el deseo en mi cuerpo.
- Tienes que secarte.
- ¡No me trates como un niño!.
- Pues no te portes como tal. Tienes casi veinte años. Tendrías que haber venido antes.
- Estaba con los colegas.
Traje una toalla del cuarto de baño donde me dirigí meneando las amplias y poderosas caderas. Estaban enfundadas en unas ajustadas mallas por las que se notaba perfectamente el mínimo tanga que tenía debajo.
Mi cuerpo caliente deseaba el suyo frio. En cuanto llegué junto a él tiré de su húmeda camiseta y sacándosela por los brazos lo dejé con el pecho al aire.
- Si no lo haces tú, tendré que hacerlo yo. No te dará vergüenza que te vea desnudo a estas alturas.
Tomando la toalla me dediqué a frotar con energia sus brazos entumecidos, los biceps poderosos, el musculoso pecho y la espalda de dorsales perfectos. Incluso sequé su negro cabello como el de un demonio juguetón mirando sus ojos azules.
- Tranquila, tata. Que me vas a lijar la piel.
- Eso sería una lástima. Es muy bonita.
Es mi hermano pequeño, pero joder como lo deseaba. Todavía vive con mis padres y ese día pude apreciar como había mejorado su musculatura en los años que yo vivía sola.
- Quédate en calzoncillos. El pantalón también está mojado.
- Pero tata. ¿Como me voy a desnudar delante de ti?.
- ¿Como si no nos hubiéramos visto desnudos antes? O en bañador.
- Esto no es igual. Estamos solos y hace mucho tiempo de eso.
- Venga no seas tímido.
Yo misma empecé a soltar su cinturón. El peso de todo lo que llevaba en los bolsillos hizo que el pantalón mojado cayera al suelo. Los muslos no me decepcionaron esculpidos como columnas corintias. El pequeño slip apenas podía contener todo aquello que debía guardar.
Con la calefacción a tope empezaba a hacer mucho calor en mi salón. No la había puesto así solo por él. También yo quería quitarme algo y eso que no llevaba mucho encima.
Durante un rato pude apreciar todo aquello casi sin que me interrumpiera. Y eso era por que, por suerte, él también me estaba mirando a mí. Mi ropa delineaba mi cuerpo como si me la hubieran pintado encima.
Me tenía que estar viendo el deseo y la lujuria en la cara, y en los pezones duros como escarpias. Pero aún no sé atrevía a dar el siguiente paso. Al fin y al cabo la que tenía las manos en su cuerpo era yo.
Así que solo continué. Dejé de frotar su piel con fuerza y me limité a acariciarla. Empecé a pasar suave las manospor sus hombros y bajar por la espalda. Me moría por llegar a su culo durísimo.
Notaba cómo su cuerpo entraba en calor. No parecía que fuera solo culpa de la calefacción. Puede que mis dedos tuvieran algo que ver. Los empezaba a pasar por zonas de su cuerpo que nunca había tocado.
- Me haces cosquillas.
- ¡Quejica!.
Yo pensaba ¿solo cosquillas?. Si lo que quiero es hacerte una mamada y dejarte seco. Estaba acariciando sus axilas, los pezones que también habían reaccionado. Descarada miraba hacia su polla que empezaba a tomar consistencia.
- Tata, déjalo. Que corremos peligro.
- ¿Qué pasa?.¿Como ya has visto unas tetas esta noche no quieres ver más?.
- Si precisamente eso es lo que quiero. Pero somos hermanos.
- Embarazada no me vas a dejar. O ¿Tienes miedo de que te viole?.
- No lo sería si fuera consentido. Yo tampoco soy un niño ya.
Bajé la mano por su suave vientre, notando los duros abdominales. Acaricié el paquete por encima del slip y desde luego aquello ya estaba bastante duro. Fui aproximando mi cara a la suya y le di el primer beso de amante que nos dábamos. Uno suave, solo jugando con los labios.
- Ya noto como has crecido. En todas las dimensiones. Dime la verdad esta noche ¿Has mojado el churro?.
- Si te cuento toda la verdad ¿te enfadarás?. Es que es algo curioso.
- Está claro que no tengo tu exclusiva y ninguno de los dos pensaba que esto fuera a pasar. No tengo derecho a enfadarme. No me tengas con la intriga.
- No sé que va a pasar entre nosotros. Pero... Bueno, allá va. Me han hecho una mamada.
- Pues ya pareces muy recuperado. ¿Que tiene eso de extraño?.
- Ha sido una transexual. Pero es que es preciosa.
Solté una carcajada. Yo también me había fijado en la belleza bien equipada con la que me había encontrado alguna vez a la puerta de ese establecimiento.
- ¡Pervertidillo! ¿Una morena con una melena hasta el culo?. Si que es un bombón. Hasta yo le haría un favor, o que me lo hiciera ella a mí si le fueran las chicas.
- Pues por el entusiasmo que ponía con mi polla no lo sé. Pero ya te digo que me he quedado con las ganas de entrar en ese culito.
- ¿Es más bonito que el mío?.
Me giré y bajé las mallas por debajo de las nalgas para que lo pudiera apreciar en toda su gloria enmarcado por el tanga. Con mi deseo ya no iba a cortarme por nada.
- El tuyo es una obra de arte. Tata. Pero son dos estilos diferentes. No sé puede comparar.
Por fin se estaba soltando. Estiró las manos y me agarró el pandero. Me encantaba notar su fortaleza amasando mis nalgas. Las separó para ver el cordón del tanga que apenas tapaba el ano.
Entonces hizo algo que no me esperaba. Tiró de mi cadera hasta llevarla a su carita. Pasó la lengua por toda la raja sin que le importara nada. Y la clavó en el ano apartando la gomita. Solté un gemido que tuvieron que oír los vecinos.
- ¡Qué guarrete y qué galante!. ¡Si te hubiera oído la morena!. ¿Sabes una cosa?. Me da mucho morbo que me llames así. Hermanito. Y qué me comas el culo, claro.
- ¿Como si fuera algo prohibido?. A mí también me excita esa voz de vicio que pones cuando dices hermanito. Ya te he dicho que me he quedado con las ganas. Y ahora que me he dado cuenta de cómo es mi hermana no me voy a privar.
- Menos mal, así te tengo para mí el resto de la noche. Mi culo es tuyo, nene.
- Y espero que muchas noches más. Yo no pienso arrepentirme de esto.
Entre frase y frase no dejaba de darle lengua a mi ojete. Lo que me tenía chorreando. Seguía casi vestida, así que era hora de enseñar más piel. Tiré la camiseta a un rincón y empecé a amasar mis tetas. A pellizcar mis pezones.
- Me estás matando. Ya me he corrido dos veces. Quítame las mallas.
- ¿Sólo con comerte esta preciosidad?. Pues habrá que seguir.
De un tirón bajó los leggins y el tanga y lo sacó por mis pies. Di un paso adelante alejándome de su lengua juguetona. Me giré para que me viera al natural por primera vez en su vida.
- ¿Y bien? ¿Que te parece?.
- ¡Espectacular!. Sabía que estabas buena. Pero ni en mis mejores sueños hubiera imaginado algo así. No sabes las pajas que te he dedicado cuando te veía en bikini en la playa. O cuando te ponía crema en la espalda.
Seguía amasando mis tetas y pasando las manos por todo mi cuerpo para provocarle todavía más. Jugaba con la lengua, remojando mis labios.
- Si lo llego a saber hubiera hecho topless para darte todavía más material. Vamos a la cama. Estaremos más cómodos.
- Si llego a saber todo esto te hubiera metido mano entonces. Quiero follar aquí o cómo me provoques más en la cocina o el baño para poder enguarrar y limpiar fácil.
- ¿En qué estás pensando?.
- En todo. Ponte a cuatro patas.
Lo hice. Pero pensando en lo que ser le habría ocurrido ya lo hice directamente en el suelo. ¿Os acordáis de la mantequilla?. Marlon Blando... digo Brando, etc. Pues yo lo único que tenía era margarina. Y con la tarrina en la mano volvió al salón.
- Súbete al sofá que todavía quiero saborearte más.
Y así fué. Perdí la cuenta de las veces que me corrí en su boca. Pero no dejó caer ni una gota de mis jugos al tapizado. Tan pronto notaba la legua en el coño como en el ano, sin parar ni un segundo. Estaba más que abierta, más que preparada y no me daba tregua.
- Si llego a saber lo bien que manejas la lengua te habría seducido en cuanto cumpliste los diez y ocho. Pero folláme ya. Y en el culo, no te cortes.
- ¿Segura?.
- No será mi primera vez. Dale.
Para algo había traído la margarina. Lo primero que noté fueron dos dedos bien lubricados. El cabrón sabía lo que hacía. Tendría que investigar mucho más a ver a quién se estaba follando. Supongo que también había aceitado su polla pues entró como cuchillo caliente en... bueno, no en mantequilla desde luego.
Me tenía bien cogida por la cintura mientras me embestía como un toro salido. Pero también se inclinaba para besar y mordisquear mi cuello, nuca y hombros. Yo giraba la cabeza para poder besarlo. Sacaba la lengua que él chupaba y cambiábamos saliva.
- Tata. No creo que aguante mucho más.
- Tranquilo cielo. me he corrido más veces hoy que en el último mes.
- Eres fantástica hermanita. Toda una guarrilla. ¡Me corro!.
Yo ya lo había hecho un rato antes. Pero creo que nada podía quitarme la calentura en ese momento.
- Lléname el culo con tu leche. Tato.
Lógicamente no se contuvo más y lo hizo. Pero no se conformó con ello. Volvió a inclinarse y comerme el ano. No sé a qué sabría mi culo en ese momento, con la margarina, el semen y mis jugos. Pero ambos seguíamos disfrutándolo.
- ¿También te gusta el semen?.
- Sale de mí. ¿porqué iba a rechazarlo?.
- ¿Y si fuera de otros chicos?.
- ¿Has probado tú a estar con otras chicas?.
Era una noche de confidencias, de verdades. Por fin íbamos a confesarlo todo. Pero mientras hablábamos era yo quién lo tumbaba a él y arrodillada entre sus muslos empezaba a lamer sus huevos depilados. Nunca había probado esa mezcla de sabores mientras subía por el tronco de su rabo pero me encantaba.
- Pues claro. Ya estás viendo que me gusta el morbo. Creo que llevo años enamorada de ti, pero no he dejado de disfrutar mientras esperaba. No soy celosa pero siempre quise tener algo de todo esto para mí. Confiesa, ¿tú con chicos?.
- Si te he contado de la transexual de hoy puedes imaginar que tener una polla en la mano o la boca no me disgusta.
- Somos tal para cual. Un par de guarros y hemos tardado demasiado en descubrirlo.
Seguíamos charlando. No habíamos dejado de acariciarnos. Puede que fuera mi lengua o manos o el morbo de estar con su hermana pero la polla se recuperó enseguida. Aquello seguía como el acero damasquino.
Sin separar los labios de su piel empecé a subir por su cuerpo fibrado. Humedecía el pubis, el vientre lampiño, sus pectorales y mordisqueaba sus duros pezones. Estaba claro que le gustaba por los suspiros y gemidos que soltaba. Levanté sus brazos por encima de la cabeza y saqué la lengua para pasarla por las axilas depiladas.
Para entonces ya me había dado cuenta de que el pervertido de mi hermanito me seguiría en cualquier cosa que intentara con su cuerpo. O me adelantaría con alguna guarrada que s mi no se me hubiera ocurrido.
Al trepar por encima de él su rabo había quedado apresado por mi vientre. Solo tuve que levantar la cadera para deslizarlo dentro de mi inundada vulva. Estaba tan duro y yo tan mojada que no hizo falta guiarlo con la mano.
- ¿Te importa que te cabalgue?.
- Para nada nena. Así tengo tus tetazas al alcance de mi boca.
- No estés tan seguro.
Seguía sujetando sus muñecas. Pasaba la legua lasciva ahora por su cara, cuello, orejas. Todo lo que podía alcanzar mientras empezaba a mover suave la cadera arriba y abajo. Él me correspondía sacando la húmeda y babeando la piel que yo le dejaba alcanzar.
Quería hacer aquello interminable, eterno. Por fín tenía al hombre que más había deseado donde quería, debajo de mí. Ya era hora de dejarle probar mis pechos. Sabía lo que los hacía ansiado. Le puse uno sobre la cara dejando el pezón sobre su boca. Los fui alternando pasando de uno a otro para sentir esa lengua ansiosa.
- Tranquilo amor. Son tuyas, no pensaba quítártelas.
No sabría decir las veces que me corrí montada a horcajadas sobre su cadera. Con los muslos bien separados y moviéndome despacio. Notaba sus manos fuertes agarrando mis nalgas, tirando y empujando. O las desplazaba a mis peras si me incorporaba un poco y me apoyaba en su pecho.
Por mí hubiera seguido así toda la noche. Casi en un orgasmo continuo y oyendo sus jadeos cada vez que no tenía ocupada la lengua con la mía o mi piel.
- Nena, me corro. ¿Quieres que la saque?.
- Tomo precauciones. Lléname con tu leche, cielo.
No sé si sentir si lefa caliente en mi interior me provocó otro orgasmo o fue uno más de una serie interminable. Solo me derrumbé sobre su torso y me recibió entre sus brazos sin dejar de besar mi cabeza y rostro.
- Eres maravillosa. Te quiero más que a nadie, hermanita.
- Eso lo dices porque estamos follando. Y porque soy tan pervertida como tú. Pero yo también te quiero, siempre te he querido. Y cuando te he visto crecer empecé a desearte también.
- Y ahora. ¿Qué?.
- ¿Ya te has cansado?.
- De ti ¡Nunca!. Pero sabes a lo que me refiero.
- Bueno seguiremos follando si quieres. Mi puerta siempre está abierta para ti. Pero no te pido exclusividad. Puedes encontrar una chica o un chico con quien firmar una pareja. Shhhh. No hagas promesas que no puedes cumplir. Tampoco tengas celos su me ves s mi con alguna amiga o amigo.
- Sé que no podemos ser pareja. Al menos una normal y que hoy ha sido la primera vez. Pero desde luego me gustaría seguir explotando esta nueva fase de nuestra relación.
Por supuesto no había dejado de sobarme y acariciarme. Ni yo de besarlo. Toda la piel que podíamos alcanzar seguía recibiendo mimos.
- Además viendo como somos de calientes los dos... seguro que algún trío o pequeña orgía podemos montar.
- Te tomo la palabra. Creo que nos esperan muchas horas de diversión y sexo juntos. Pero creo que esos teóricos amantes deberán ser tan guarros como nosotros y muy discretos.
Sin darme opción a opinar me dio la vuelta y fue él quién quedó encima de mí. El que levantó mis muñecas por encima de mi melena y empezó a saborear mi piel. Entre nuevos gemidos pretendía contestarle y seguir hablando en serio.
- Pero qué muy discretos y muy muy pervertidos. Cómo para follar con dos hermanos. Y puede que ya tenga pensada alguna amiga.
Era muy difícil mantener la ecuanimidad cuando volvió a meterse mis pezones en la boca y copiarlos con su pensara llevarlos a casa de nuestros padres. Mientras lamía mis tetazas contestó medio en broma medio en serio.
- ¿Piensas buscarme novia? tata. O ¿Quieres que esté con una chica que te guste a tí?.
Notaba la lengua en mi ombligo, por todo mi vientre. Y seguía bajando.
- No quieres que me lave?.
- Para nada, Voy a saborearte entera.
- Pues adelante, amor.
Ya sabía que no le importaba probar el sabor del semen. Y no se privó de clavar su lengua en mi coño. Mis jugos mezclados con los suyos tenían que saber de maravilla pues estuvo un buen rato deleitandose con la sin hueso clavada en el xirri. Y yo seguía corriéndome.
- Me vas a matar a polvos, cabrón. Cualquiera después de ti me va a saber a poco.
- Eso es lo que pretendo. Quiero demostrarte que conmigo lo pasarás mucho mejor que con cualquier otro. Así seguiremos follando.
- Eso ya lo tenías ganado. Eres incansable y eso que ya venías con la limpieza del sable hecha.
Ver sus ojos pícaros mirándome a los míos entre los muslos me derretía. Pero para entonces estaba muerta. Había perdido la cuenta de las horas que llevaba disfrutando.
- Duerme en mis brazos cielo. Pero no me vas a echar de aquí en todo el fin de semana.
Desde entonces hemos repetido muchos sábados y domingos. Hemos incluido a más gente en nuestros juegos. Cuando uno de los dos encuentre pareja ha de saber que el otro entra dentro del paquete. Ninguno de los dos está dispuesto a prescindir del otro.
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