Etna

Ahora vendrá lo peor, pero como te conozco, sé que habrá un final feliz y estarán juntos para siempre.
Me va a tocar sufrir, pero no menos que cuando mi equipo tuvo que jugarse 3 Europa League a los penaltis y luego llegó la alegría y la felicidad.
Así que vamos a sufrir seguro, pero confío en un final feliz.
 
Ahora vendrá lo peor, pero como te conozco, sé que habrá un final feliz y estarán juntos para siempre.
Me va a tocar sufrir, pero no menos que cuando mi equipo tuvo que jugarse 3 Europa League a los penaltis y luego llegó la alegría y la felicidad.
Así que vamos a sufrir seguro, pero confío en un final feliz.

Todo se andara.
 
Etna 5

El epicentro del terremoto se dio en un lugar del mar tirreno entre los volcanes del Etna y los campos Flégreos. En muchas ocasiones en el fondo marino se suelen crear fisuras por donde el magma asciende y de esa forma se forman los volcanes submarinos, Si este era el caso sería él menos de los males, pero algo me decía que eso no era lo que estaba ocurriendo, pero hasta que no llegáramos al instituto nacional de geofísica y vulcanología no sabríamos el alcance del problema.

Isobel se puso al volante, ya que yo estaba demasiado nervioso, llevaba un buen rato intentando hablar con mis padres y no lo había conseguido.

- Seguro que están bien–dijo Isobel–. Además, sabes que Carlo cuida de toda tu familia, si algo hubiera ocurrido ya te lo hubiera dicho.

- No lo se Isobel–conteste–. Desde lo de Caterina he estado muy jodido, ¿y si no quiere decirme nada para que no recaiga?

- Sabes que Carlo no es de esos–dijo Isobel–. Él no te ocultaría algo así.

- Tengo un mal presentimiento–conteste.

Isobel viendo mi nerviosismo paro en un claro al lado de la carretera y cogiendo mi mano intento darme ánimos.

- Tú no puedes hablar con tus padres–dijo Isobel–. Pero los míos ni siquiera se han molestado en llamar para ver como estoy.

Lo de los padres de Isobel era de traca, el terremoto que habíamos sufrido había sido de 5,9 en la escala de Richter, según nos comentó Carlo se estima como moderado, pero suficiente como para ocasionar víctimas y ellos estaban siendo incapaces de llamar a su hija para saber como se encontraba. Teníamos que llegar al instituto lo antes posible, no fue fácil llegar algunas carreteras estaban cortadas por desprendimientos y los bomberos y policías no daban a vasto para poder atender a todo.

Seguía intentando contactar a mis padres y seguían sin dar señales de vida, decidí respirar hondo e intentar tranquilizarme, pero me estaba costando horrores, entonces el móvil empezó a sonar, el número que me aparecía no estaba en mis contactos, pero se me hacía conocido, decidí descolgar.

- Hijo–se escuchó por el auricular del móvil–. Soy mama.

De repente sentí como si me quitaran un gran peso de encima.

- Mamá, ¿papá y tú os encontráis bien?– pregunté.

- Si hijo–contesto mi madre–. Lo que pasa que la red se ha caído y no funcionan ni los móviles ni el fijo.

- No te haces una idea de lo mucho que me alegro de escuchar tu voz–dije con lágrimas en los ojos.

- ¿Cómo estáis Isobel y tú?–pregunto mi madre.

- Estamos bien–conteste–. Vamos en dirección del instituto.
- Bien hijo, voy a colgar para dejarte la línea libre–dijo mi madre–. Solo queríamos saber que os encontrabais bien.

Tenía el móvil en manos libres, Isobel escucho la conversación entre lágrimas, sus padres no demostraban preocupación por ella, pero al ver que mis padres si se preocupaban se emocionó, paramos el coche y le pase el móvil a Isobel para que pudiera hablar con mis padres, yo cogí el de ella para hablar con Carlo.

- Carlo estamos de camino–dije–. Muchas de las carreteras están cortadas y hemos decidido ir por carreteras secundarias que parece que están más accesibles.

- Bien–contesto Carlo–. Mientras llegáis seguiremos recopilando información, tened mucho cuidado.

- Lo tendremos, descuida–dije.

Isobel estaba algo más animada, por las carreteras secundarias se podía circular mejor y no había mucho tráfico aunque tuvimos algún que otro problema como árboles cruzados en la carretera, pudimos rodearos y seguir nuestro camino. Tardamos un par de horas en llegar, Carlo nos estaba esperando y había mandado un par de coches para recoger a mis padres y mis abuelos para llevarlos a un hotel donde estarían a salvo, pero mis abuelos se negaron a dejar su casa y eso que vivían a las faldas del Etna.

Cuantas veces había discutido intentando hacerles entender el peligro que corrían allí, pero ellos no hacían caso, creo que la única vez que bajaron a la ciudad fue en la boda de mis padres y la siguiente iba a ser en mi boda con Caterina. En cuanto se calmara la cosa iría yo mismo a recogerlos en persona. La información que habían ido recogiendo minuto tras minuto no traía nada bueno, en vez de crearse un volcán por donde dejar escapar el magma, este último se había abierto camino hasta llegar a las calderas del Etna y de los campos Flégreos.

De esa manera estaba alimentando sus calderas de magma y gases haciendo que los campos Flégreos empezaran a despertar y lo que era más preocupante haciendo que la caldera del Etna aumentara de tamaño progresivamente.

- Por lo menos ya sabemos la razón por lo que el índice de expresividad del Etna había pasado a ser de seis–dije.

- Tenemos que pensar como haremos para cortar ese flujo constante de magma–contesto Carlo–. Si Los campos Flégreos se activan será cuestión de tiempo para que este despierte al Vesubio.

Isobel y yo estábamos mirando unas imágenes térmicas que habían sacado del fondo marino con un submarino. Se podía ver perfectamente el camino que recorría el magma, pero sobre todo se veía un punto más caliente que todo lo demás, Isobel y yo nos miramos.

- ¿Piensas lo mismo que yo verdad?–pregunto Isobel.

- Creo que si–conteste.

- Bueno, ¿queréis compartir eso que habéis descubierto con los demás?–pregunto un serio Carlo.

- Haremos que esa fisura termine haciendo lo que tendría que haber hecho desde el principio–dijo Isobel.
- Si miráis este punto caliente lo está mucho más que el resto, ¿verdad?–pregunte–. Eso es porque el magma también se está acumulando en esa zona ejerciendo presión.

- Queréis provocar una pequeña erupción para que el magma salga por ahí, ¿me equivoco?–pregunto Carlo.

- Así es–contesto Isobel.

- ¿Cómo pensáis hacerlo?–pregunto Carlo.

- La idea es bajar con unos submarinos y colocar unas cargas en ese punto–dije–. Estallarlas para debilitar el lecho marino y dejar que la presión que está ejerciendo el magma en ese punto haga el resto.

- ¿Si colocamos cargas explosivas en ese punto no corremos el riesgo de provocar que los volcanes se activen?–pregunto uno de los técnicos del instituto.

- No si las cargas son pequeñas–contesto Isobel–. La idea es debilitar ese punto del lecho marino, no hacer un boquete.

Todos nos pusimos a hacer cálculos, la idea como tal parecía buena, pero teníamos que comprobar que era viable y eso solo nos lo podría desvelar las matemáticas. Después de muchas horas haciendo cálculos pudimos comprobar que sobre el papel era viable, Carlo deicidio mandarles nuestro plan al ejército para ver si se podía realizar, tardaron un par de horas en contestar dando su aprobación, Isobel y yo asterismos que ir en el submarino para poder calcular el punto exacto donde se pondrían las cargas.

- ¿Estáis seguros?–pregunto Carlo–. Si algo sale mal os quedaréis allí para siempre.

- No nos queda otra–conteste–. Si no hacemos algo los tres volcanes se activarán y moriremos todos.

- Otra vez os estamos poniendo ante el peligro–dijo Carlo–. Si habría otra forma…

- Pero no la hay–contesto Isobel–. Mientras Tommaso y yo estemos juntos no hay nada que temer.

Carlo sonrió, las palabras que acababa de soltar Isobel son las mismas que hubiera soltado Caterina y Carlo sabia que ya habíamos tomado la decisión y ya no había vuelta atrás, decidí llamar a mis padres para contarles lo que íbamos a hacer. No les gusto, pero sabían que no teníamos otra opción, mi madre entre lágrimas me dijo que tuviéramos mucho cuidado, lo tendríamos por descontado, pero estando un volcán de por medio todo podía pasar, aunque según nos dijo Carlo el mejor piloto de submarinos de Italia sería el que pilotaría el submarino, ¿qué podía salir mal?

Inste a Isobel a llamar a sus padres, no se lo merecían, pero sabía que de no hacerlo con el tiempo Isobel terminaría por arrepentirse, salió de la sala para hacer la llamada no tardando mucho en volver, pero tenía un semblante más positivo.

- ¿Has podido hablar con tus padres?– pregunté.

- Si–contesto Isobel.

- ¿Qué te han dicho?–volví a preguntar.
- Que no me muera–contesto Isobel.

- Mi novia tiene unos padres muy raros–dije.

- ¿Tu novia?–pregunto Isobel–. Seré tu novia cuando me lo pidas como es debido.

- Si salimos de esta, dalo por hecho–conteste con una sonrisa.

Isobel me dio un golpecito en el hombro mientras se reía, para después abrazarme con mucha fuerza. En el ejército tardarían unos cuantos días en tener el submarino preparado, tenían que colocarle una capa de cerámica refractaria para protegernos de las altas temperaturas que habría en ese punto caliente, aunque estábamos en el fondo del océano el magma que se encontraba bajo el lecho marino se encontraba bajo una gran presión eso la mantendría fluida y extremadamente caliente.

Si nos acercáramos sin esa capa cerámica era muy probable que terminaríamos desmayados por un golpe de calor. Aprovechamos esos días para calcular con exactitud cuáles serían los puntos más propicios para poner las cargas explosivas. Por fin llego el día que nos sumergiríamos, estaba muy nervioso, los malos recuerdos habían vuelto a mis sueños solo que esta vez en vez de aparecer Caterina en ellos la protagonista era Isobel.

La misión era peligros, pero igual que con Caterina no tenía ninguna intención de prescindir de Isobel, aunque mi cuerpo y mi alma me lo pidieran a gritos por miedo a perderla. Cuando esos pensamientos me invadían pensaba en que ella estaría sintiendo exactamente lo mismo que estaba sintiendo yo.

Nos montamos en un coche que nos llevó hasta el puerto donde estaba el submarino, la verdad que al verlo me decepcione un poco, era el submarino que usaban para estudiar el fondo marino pequeño, pero con una gran movilidad y tenía dos brazos mecánicos que nos vendría bien para colocar las cargas.

Una vez nos enseñaron el submarino nos presentaron a los otros cuatro miembros del submarino, el soldado que manejaría los brazos mecánicos, el experto en armamento y por último el piloto. Este último no perdió el tiempo y en cuanto vio a Isobel me ignoro y empezó a coquetear con ella, Isobel con una gran sonrisa en el rostro agarro el mío y me dio un besazo que me dejo sin respiración. La cara de decepción del piloto era para enmarcar, no me reí porque Isobel me había aspirado todo el oxígeno.

Una vez nos montamos en el submarino se acabaron las bromas, el piloto se disculpó por su indiscreción y nos pusimos en marcha en dirección del punto caliente. Una vez el barco que nos trasladaba llego a las coordenadas que le dimos este soltó el submarino poniéndonos en marcha. El lecho marino estaba abombado saliendo gas de unas grietas, la presión que estaba ejerciendo el magma era muy grande con dos cargas tendríamos suficiente para que el lecho marino se agrietara y todo ese magma pudiera salir a la superficie.

Incluso detrás de esa capa de cerámica podíamos notar ese calor sofocante, de no haber tenido ese escudo térmico es muy posible que la misión no hubiera podido llevarse a cabo. Nos acercamos despacito, Isobel usando su portátil inserto los puntos en los que el soldado tendría que colocar las cargas, este con sumo cuidado se dispuso a ello. El suelo estaba adquiriendo un color naranja brillante, eso significaba que nos tendríamos que dar prisa, porque si el magma reventaba el lecho marino estando nosotros tan cerca la explosión nos mataría al instante.

- ¿Por qué no dejar que el magma salga por sus propios medios?–pregunto el piloto.

- Si dejamos que las cosas fluyan por sí mismas, el magma puede liberarse en un instante como no liberarse nunca–contesto Isobel–. Hay demasiado en juego como para dejarlo todo en manos del azar.

El soldado consiguió poner las cargas en su sitio y eso que el calor extremo estaba haciendo que esos brazos robóticos empezaran a fallar, una vez el contador de las cargas se pusiera en marcha lo único que podíamos hacer era alejarnos hasta un punto seguro, el piloto puso en marcha el submarino y nos llevó a él.

- Estamos demasiado cerca–dije–. Tenemos que alejarnos más.

- Estamos a la distancia segura para que las explosiones no nos afecten–contesto el piloto.

- Una explosión volcánica puede liberar miles de veces más energía que las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki–dije–. Una vez el magma se libere si nos quedamos aquí nos borrará del mapa.

El piloto no discutió, mientras hablábamos Isobel se puso a calcular una distancia donde la onda expansiva de la erupción que íbamos a provocar no nos matase, una vez allí esperamos a que las cargas hicieran su trabajo estas explotaron creando grietas en el suelo y debilitando a este. El magma no tardó en hacer su trabajo saliendo del lecho marino con una gran explosión, incluso a una distancia que se podía considerar segura el golpe de la onda expansiva casi hace que perdamos el conocimiento.

El magma empezó a salir provocando terremotos submarinos de intensidad moderada, pero suficiente para que creyéramos que el casco del submarino estaba a punto de implosionar. Isobel y yo nos abrazamos convencidos de que íbamos a morir, pero el pequeño submarino resulto ser duro de pelar y aguanto las embestidas. Nuestro trabajo estaba realizado y después de revisar que todo funcionaba correctamente nos pusimos en marcha hacia la superficie donde nos esperaba el barco, una vez en este esperamos a que nos empezaran a llegar los datos.

Pasaron horas hasta que empezamos a ver un cambio, pero este era positivo, según parecía en los campos Flégreos la actividad había empezado a disminuir, pero todavía era demasiado pronto para decir que estábamos fuera de peligro. En cuanto el Etna en este no tuvimos tanta suerte, aunque la actividad también había disminuido y no parecía que habría una erupción por lo menos en un corto periodo de tiempo, los terremotos habían hecho que se formaran unas enormes grietas en la ladera del volcán.

Si la presión dentro del volcán era lo suficiente grande el magma podría utilizar esas grietas para salir a la superficie en forma de lenguas de lava que lo arrasarían todo a su paso, llame a Carlo para que empezaran a evacuar a todas las personas que vivieran cerca del Etna. Mientras el barco llegaba a puerto, Isobel y yo seguíamos monitorizando la actividad volcánica, el Vesubio seguía dormido y esperábamos que siguiera así por mucho tiempo, los campos Flégreos seguían disminuyendo su actividad y de seguir así en unas semanas se volvería a dormir, pero el peligro inmediato era el Etna, de algunas grietas ya había empezado a escapar la lava y el ejército trabajaba contrarreloj usando helicópteros para evacuar a todas esas personas antes de que la lava los alcanzara.

Cuando llegamos al instituto Carlo me dijo que pudieron traer a mis padres, pero que mis abuelos se habían negado a irse.



- ¡Joder con los abuelos ya les vale!–dije enfadado.

- Los han intentado convencer, pero a sido imposible y no podían perder el tiempo con ellos, tenían más gente que evacuar–contesto Carlo–. Lo siento de verdad, por culpa de la lava ya es imposible llegar allí en coche.

- Hijo, ya sabes como son tus abuelos–dijo mi padre–. Siempre igual, nunca dan su brazo a torcer.

Mis abuelos eran dos bellísimas personas, pero cabezones como ellos solos, mi madre lloraba porque si no conseguían rescatarlos tendrían una muerte horrible.

- ¿No se puede hacer nada?–pregunto mi madre.

- Lo siento, estoy intentando conseguir un helicóptero, pero me dicen que todos están ocupados en la evacuación–dijo Isobel.

- Tal vez haya una forma–dijo Carlo–. ¿Recuerdas que Caterina quería aprender a pilotar un helicóptero?

- Si lo recuerdo–conteste.

- Pues compre un helicóptero de segunda mano iba a ser una sorpresa para cuando se sacara el carne de piloto–contesto Carlo–. Después fui incapaz de venderlo, lo estaba guardando para una situación como esta, pero lo malo es que no hay pilotos.

- Yo sé pilotar–dijo Isobel–. En África no había muchos pilotos y para poder desplazarnos tuvimos que aprender.

Isobel era increíble, tenía más recursos que una navaja suiza.

- ¡Iremos a buscarlos y los traeremos aquí!–dije enfadado–. ¡Aunque tenga que sacarlos a rastras!

Carlo nos proporcionó unos trajes ignífugos resistentes a la temperatura, eran incómodos, pero teniendo en cuenta que en aquel lugar el calor sería infernal nos vendrían bien. Mis padres estaban muy preocupados, pero Isabel con una gran sonrisa los abrazo y les dijo que todo saldría bien.

- Tened mucho cuidado–nos dijo mi madre.

- Lo tendremos–contestamos los dos.

El helicóptero era pequeño dentro había cuatro asientos, dos para el piloto y el copiloto y otros dos en la parte de atrás, Isobel lo puso en marcha y arranco sin ningún problema poniéndonos en marcha hacia la casa de mis abuelos, cuando llegamos al Etna la visión era dantesca, prácticamente todo había sido tragado por la lava, sabía que mis abuelos estarían vivos porque detrás de ellos había una loma que retendría la lava temporalmente, pero una vez la rebasara ya no habría nada que hacer.

No tardamos en llegar y como pensaba la loma estaba reteniendo la lava, pero esta estaba a punto de rebasarla, Isobel aterrizo el helicóptero como pudo, puesto que el calor de la lava creaba unos vientos extremadamente calientes que zarandeaban el helicóptero con mucha fuerza, mientras ella se quedaba en el helicóptero yo entre en casa de mis abuelos donde los encontré realmente asustados y arrepentidos de haberse quedado-

- Tommaso has venido a buscarnos–dijo mi abuelo.

- Lo sentimos mucho–dijo mi abuela–. Estoy muy asustada Tommaso.

- No pasará nada–conteste–. Isobel nos espera fuera con un helicóptero.

No hubo tiempo para más cuando estábamos saliendo de la casa la lava rebaso la loma y cayó a plomo sobre la casa haciéndola desaparecer, solo tuve tiempo de meter a mis abuelos en el helicóptero y sujetarme a la ventana colocando los pies en los patines de aterrizaje, Isobel consiguió alzar el helicóptero antes de que la lava nos alcanzara.

El helicóptero no tenía puertas en la parte de atrás mis abuelos tendrían que aguantar el calor un poquito más, por suerte les deje agua sobre los asientos, también les pedí que se abrocharan los cinturones por si había turbulencias no se cayeran al vacío. Mirara donde mirara solo veía como la lava incandescente lo cubría todo incluso llevando el traje ignífugo sentía como si la piel me ardiera, después estaban los gases que no me dejaban respirar bien.

Uno de esos viento clientes nos golpeó en el lado izquierdo del helicóptero haciendo que este se desestabilizara, Isobel con un gran esfuerzo consiguió enderezarlo, pero no antes de ver como mi manos se soltaban del hueco de la ventana cayéndome al vacío, por suerte todavía me quedaban algo de reflejos y pude sujetarme a uno de los patines de aterrizaje, con mucha suerte tengo que decir.

- ¡Tommaso, Tommaso!–gritaba Isobel.

- Tranquila estoy bien–conteste–. Pero date prisa y sácanos de aquí que no sé cuanto podre aguantar.

Isobel aminoro la velocidad para que pudiera subirme y de esa manera poder sostenerme mejor con las manos agarrándome a la ventana y los pies apoyados en el patín de aterrizaje. Al mirar a dentro pude ver como Isobel no podía contener las lágrimas, pero al verme una sonrisa empezó a aparecer en su rostro después se puso seria con toda la intención de sacarnos de ese infierno. Como ya he comentado el paisaje era dantesco, todo lo que conocía de ese lugar había desaparecido debajo de la lava, de mis ojos también empezaron a brotar la grimas, había estado a punto de provocarle a Isobel el mismo dolor que sentí yo.

Por fin llegamos al instituto nacional de geofísica y vulcanología, cuando Isobel aterrizo el helicóptero estaba agotado, era como si hubiese corrido un maratón con una mochila llena de piedras a la espalda. Lo primero que hizo Isobel es salir de la cabina del helicóptero corriendo para abrazarme mientras lloraba de alegría por no haberme perdido, mis padres miraban de forma inquisitiva a mis abuelos. Estos a su vez agachaban la mirada avergonzados por su comportamiento.

- Bueno, al final todo ha salido bien y eso es lo que importa–dije–. Eso sí, necesitamos unas vacaciones.

Todos se pusieron a reír, la verdad es que nos había ido por un pelo y esta vez sí que pensé que terminaba muriendo, si os soy sincero jamás había pasado tanto miedo como pase intentando sujetarme a ese helicóptero, pero poder abrazar a Isobel, a mis padres y abuelos hizo desaparecer ese miedo transformándolo en una gran alegría.

EPÍLOGO

Han pasado seis meses desde que comenzó esta crisis y los volcanes se han ido apagando poco a poco, el último en hacerlo ha sido el Etna que todavía ha seguido lanzando lava durante todo este tiempo, pero parece que poco a poco eso también está remitiendo. Se podría decir que estábamos fuera de peligro, ¿pero hasta cuando?, solo el tiempo podría contestar a esa pregunta.

Isobel pidió el traslado a Nápoles donde trabajara junto a mí a las órdenes de Carlo, también se mudó definitivamente a mi casa que paso a ser nuestra. Todos los domingos solemos ir a visitar la tumba de Caterina junto a Carlo, pero este domingo es especial, porque hacía unos días supe que Isobel y yo seriamos padres, si era niña le pondríamos el nombre de Caterina cosa que emociono mucho a Carlo.

Mis padres vendieron la casa que teníamos en Catania para estar cerca de su futuro nieto/a, mientras mis abuelos se mudaron a Roma diciendo que ya habían tenido bastante volcán para el resto de sus vidas.

La muerte de Caterina me destruyo hasta el punto de perder las ganas de vivir, pero fue Isobel la que volvió a darle sentido a mi vida y me ha colmado de felicidad.

FIN.
 
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