Ha llegado el otoño a mi rincón,
en silencio, callado y evasivo.
En medio de la noche, por sorpresa,
las nubes se reunieron, sin ruido,
a jugar con el viento, húmedo y frío.
Me lo ha contado a mi, mi canalón,
el secreto con mi insomnio ha compartido,
cantándome sus notas al oído,
goteo de arpegios, variaciones, sostenidos.
Cada gota, una palabra, un sentimiento,
que se escurre hasta perderse, tubo abajo,
y termina derramada por la acera,
a los pies de quien pase apresurado,
ese alguien, que camina en sus afanes,
ignorante que en la suela del zapato,
se lleva algo de mí, que ha renunciado.