Hace muchos años, al poco de casarme, comencé a trabajar en el departamento comercial de una empresa muy grande.
Allí estaba Vanessa, la jefa de departamento. Una auténtica milf de 45 años, madre de 2 hijos, divorciada. Era una mujer espectacular. Alta, elegante, preparada.
Durante mi primer año de trabajo trabamos una buena amistad más allá de la relación laboral. Un día en que nos quedamos hasta tarde acabamos celebrando una buena operación con unas copas.
Al llevarla a su casa acabamos liados en mi coche. Ella no dudó en comerme la polla y tragarse toda mi corrida. Cuando la avisé de que me iba a correr ella aumento el ritmo de la mamada hasta sentir como descargaba en su garganta.
Estuvimos liados los siguientes seis meses, hasta que ella fue trasladada a otra ciudad. En ese tiempo me la follé por todos sus agujeros y ella siempre que me la chupaba se lo tragaba todo.